Cristo nuestro Señor y Redentor Carlos Sánchez, Ministerio de Mayordomía Cristiana, Unión Chilena INTRODUCCIÓN Los seres humanos hemos sido creados para adorar. Este impulso se satisface cuando nuestra adoración es dirigida hacia Dios y no hacia cualquier cosa que Él haya creado. En el mundo materialista y consumista en el que vivimos hoy, la mayor competencia de Dios es el dinero, la riqueza. Muchos se esfuerzan por acumular tanto dinero como puedan pensando que ellos mismos son los dueños, los amos. Pero dedican tanto tiempo a cuidarlo, invertirlo y acumularlo que en realidad se han convertido en sirvientes del dinero, no los dueños. Sin embargo, nuestras propiedades y dinero son cosas maravillosas cuando reconocemos que son bendiciones materiales otorgadas por el Creador amoroso con el fin de que podamos compartir sus bendiciones con otros. El dinero no es el problema porque con él podemos comprar comida, ropa, alojamiento, transporte y muchas otras cosas más. Pero el dinero no puede suplir nuestras necesidades emocionales más básicas como amor, pertenencia, propósito, esperanza, satisfacción, integridad, etc. El problema no es el dinero sino la obsesión por las cosas materiales. Entonces, ¿adoramos y servimos a un Padre celestial quien diariamente provee para nuestras necesidades y cumple muchos de nuestros deseos; o adoramos a la piedra, al papel o al metal? El único que es digno de adoración es nuestro Dios. TEXTO: Filipenses 2:9-11 “9 Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, 10 para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. (NVI) A. JESUCRISTO ES DIOS 1. Consideren los siguientes versículos que vamos a leer y díganme si Dios no merece nuestra adoración: a. Salmo 50:10-11: “10 porque míos son todos los animales del bosque, los millares del ganado en mis montes. 11 Conozco todas las aves de las alturas, y las criaturas del campo son mías”. b. Hageo 2:8: “Mía es la plata y mío es el oro, dice el SEÑOR de los Ejércitos”. c. Mateo 6:31-34: “31 “Por tanto, no se afanen diciendo: ‘¿Qué comeremos?’ o ‘¿Qué beberemos?’ o ‘¿Con qué nos cubriremos?’. 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas, pero el Padre de ustedes que está en los cielos sabe que tienen necesidad de todas estas cosas. 33 Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. 34 Así que, no se afanen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán. Basta a cada día su propio mal”. d. Mateo 7:7-11: “7 “Pidan, y se les dará. Busquen y hallarán. Llamen, y se les abrirá. 8 Porque todo el que pide recibe, el que busca halla, y al que llama se le abrirá. 9 ¿Qué hombre hay entre ustedes que, al hijo que le pide pan, le dará una piedra? 10 ¿O al que le pide pescado le dará una serpiente? 11 Pues si ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?”. 2. El dinero tiene sus limitaciones, pero Dios no. Él pude suplir todo lo que el dinero no puede suplir como nuestras necesidades emocionales. Dios es muy generoso con su hijos. B. JESUCRISTO ES DUEÑO Y AMIGO 1. Quiero que lean conmigo Colosenses 1:13-18 “15 Él es la imagen del Dios invisible; el primogénito de toda la creación 16 porque en él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, dominios, principados o autoridades. Todo fue creado por medio de él y para él. 17 Él antecede a todas las cosas, y en él todas las cosas subsisten. 18 Y, además, él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos para que en todo él sea preeminente”. 2. Mucho comentadores bíblicos reconocen que la Cristología más desarrollada de Pablo aparece en la epístola a los Colosenses, donde él presenta aspectos creativos y redentivos de Cristo. Muchos eruditos creen que Pablo estaba tratando de contrarrestar una herejía llamada gnosticismo que surgió en los primeros tiempos del cristianismo con el fin de refutar las enseñanzas de los apóstoles. 3. Los gnóstico afirmaban que el mundo material fue inherentemente malo. Esta afirmación desafió las enseñanzas cristianas. Por ejemplo, Dios no podría ser el Creador de algo tan malo como el mundo material porque Él es perfecto y espiritual (en oposición a lo material). Dado que Cristo fue sin pecado, se dedujo que no podía haberse encarnado (tener un cuerpo carnal), porque la carne, un cuerpo físico y material, era malo. 4. Las Escrituras, sin embargo, enseñan que el mundo material, porque fluyó de la mano de Dios, es bueno. Y repetidamente afirma que Dios, por medio de Cristo, creó todo. Leamos algunos textos: a. Génesis 1:1 “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. b. Salmo 33:6-9 “6 Por la palabra del SEÑOR fueron hechos los cielos; todo el ejército de ellos fue hecho por el soplo de su boca. 7 Él junta como un montón las aguas de los mares, y guarda en depósitos los océanos. 8 Tema al SEÑOR toda la tierra; témanle todos los habitantes del mundo. 9 Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió.” c. Isaías 45:11-12 “11 Así ha dicho el SEÑOR, el Santo de Israel y su Hacedor: “¿Me pedirán señales acerca de mis hijos, o me darán órdenes respecto a la obra de mis manos? 12 Yo hice la tierra y creé al hombre sobre ella. Son mis propias manos las que han desplegado los cielos, y soy yo quien ha dado órdenes a todo su ejército. d. Jeremías 51:15 “Él hizo la tierra con su poder; estableció el mundo con su sabiduría y extendió los cielos con su inteligencia.” e. Juan 1:3 “Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir.” 5. Elena de White describe la acción creadora de Dios de una manera muy bella: “Fue Cristo quien extendió los cielos y echó los cimientos de la tierra. Fue su mano la que colgó los mundos en el espacio y modeló las flores del campo. Él formó ‘las montañas con su fortaleza’; ‘suyo es el mar, porque él lo hizo’ (Sal. 65:6; 95:5). Fue él quien llenó la tierra con belleza y el aire con cantos. Y sobre todas las cosas en la tierra, el aire y el cielo escribió el mensaje del amor del Padre” (DTG 11, 12). 6. Las cosas materiales, en sí mismas, no son malas. A diferencia de algunas religiones, que enseñan que el mundo material y la materia misma son malos o malvados y que solo las cosas espirituales son buenas, la Biblia valora el mundo material. 7. A fin de cuentas, el mismo Jesús lo creó. ¿Cómo, entonces, podría ser malo? Lamentablemente, al igual que con todos los dones de Dios, puede pervertirse y usarse para el mal, pero eso no hace que el don original sea malo. La Biblia advierte contra el abuso y la perversión de las cosas que Dios ha creado en este mundo, pero no contra las cosas en sí. 8. Al contrario, Dios creó el mundo material, y quería que su pueblo disfrutara de los frutos y beneficios de este mundo también: Deuteronomio 26:11 dice: “Y te alegrarás en todo el bien que Jehová tu Dios te haya dado a ti y a tu casa…” 9. El Creador conoce el valor de las cosas materiales; y nos las dio para nuestro beneficio y aun para nuestro deleite. Dios también sabe qué sucede cuando la humanidad pervierte esos dones, o incluso los convierte en un fin en sí mismo, siendo que esos dones, al igual que con todas las cosas, estaban destinados a ser usados para glorificar a Dios. 10. Contempla a tu alrededor las increíbles bondades del mundo creado. Incluso después de los estragos del pecado, todavía podemos ver la bondad inherente en gran parte de él. 11. En Mateo 19:16-22 encontramos la historia del joven rico. Quiero que leamos los versículos 21 y 22: “21 Le dijo Jesús: —Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes y dalo a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. 22 Pero cuando el joven oyó la palabra se fue triste porque tenía muchas posesiones.” 12. Imagínate a Jesús mismo, Dios hecho carne, hablándole a este joven que, obviamente, sabía que Jesús era alguien especial. Y sin embargo, ¿qué pasó? Permitió que su gran riqueza, su amor por las cosas materiales, lo separaran de la misma persona de Dios. El amor al mundo y a las cosas materiales lo cegaron tanto que, aunque estaba triste, esa tristeza no fue suficiente para impulsarlo a hacer lo correcto. No estaba triste porque perdería sus posesiones (no las perdió). Se entristeció porque estaba perdiendo su alma por esas cosas. C. JESUCRISTO, OBJETO DE ADORACIÓN 1. Por ser el creador, Dios reclama su derecho a nuestra adoración. Y ese derecho está ligado fuertemente mundo material, porque É nos creó como criaturas físicas y proveyó el mundo material para nuestro deleite. Le debemos nuestra lealtad y adoración. 2. De la misma manera, el reclamo de Dios de adorarlo como nuestro redentor está fuertemente ligado a aspectos emocionales y espirituales de nuestro ser. 3. Quiero que Lajos juntos Hebreos 2:14-15 “14 Por tanto, puesto que los hijos han participado de carne y sangre, de igual manera él participó también de lo mismo para destruir por medio de la muerte al que tenía el dominio sobre la muerte (este es el diablo), 15 y para librar a los que por el temor de la muerte estaban toda la vida condenados a esclavitud”. 4. Hebreos sugiere que el carácter encarnado de Cristo, uno que le permitió identificarse completamente con la humanidad mediante la adopción de un verdadero cuerpo de carne y hueso, es esencial para la Redención. El escritor no ve ningún conflicto esencial entre los reinos material y espiritual. El verdadero conflicto es entre el bien y el mal, entre la adoración auténtica y la adoración a uno mismo. 5. En el primer capítulo de Apocalipsis Juan proclama que Jesus es digno de gloria y honor debido a su obra redentora. Leamos Apocalipsis 1:5-6: “5 y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libró de nuestros pecados con su sangre, 6 y nos constituyó en un reino, sacerdotes para Dios su Padre; a él sea la gloria y el dominio para siempre jamás. Amén”. La razón por la cual debemos adorar a Dios es doble: por creación y por redención. 6. El endeudamiento no es un principio del Cielo. Pero Adán y Eva pecaron y la transgresión de una ley implicó la muerte. Así, la humanidad se convirtió en deudora de la justicia divina. Estábamos en quiebra, espiritualmente insolventes por causa de una deuda que nunca podríamos pagar. 7. El amor de Dios por nosotros puso en marcha el plan de redención. Jesús se convirtió en una “garantía” para nosotros . Así lo dice Hebreos 7:22 “De igual manera, Jesús ha sido hecho fiador de un pacto superior”. 8. Solo el sacrificio de su vida podía lograr el pago requerido por la justicia divina. Cuando la justicia y la misericordia se abrazaron en la cruz, Jesús pagó la deuda de pecado que debíamos pagar nosotros. El universo nunca había visto ni presenciado la manifestación de esa riqueza que se usó para pagar la redención de la humanidad. 9. Elena de White escribió: “Al derramar todos los tesoros del cielo en este mundo, al darnos en Cristo todo el cielo, Dios ha comprado la voluntad, los afectos, la mente y el alma de cada ser humano” (PVGM, 261, 262). 10. Cuando Jesús colgado de la cruz dijo “consumado es” (Juan 19:30), pronunció las palabras más importantes que jamás se hayan pronunciado. Significa “se cumplió” y es la última declaración que Jesús hizo en la cruz. Su declaración final significó que su misión estaba cumplida y que nuestra deuda “se pagó en su totalidad”. 11. La cruz de la redención revela un acontecimiento pasado, con un efecto presente y una esperanza futura. Jesús dio su vida para destruir el pecado, la muerte y las obras del diablo de una vez por todas. Esto significa que, aunque no lo merecemos, somos redimidos. 12. Con la justicia aplicada y nuestra deuda saldada, Cristo dirige su atención a nuestra respuesta a su sacrificio. 13. Una vez Jesus habló a un fariseo llamado Simón, diciendo: “41 —Dos hombres le debían dinero a cierto prestamista. Uno le debía quinientas monedas de plata, y el otro cincuenta. 42 Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. Ahora bien, ¿cuál de los dos lo amará más? 43 —Supongo que aquel a quien más le perdonó —contestó Simón. —Has juzgado bien —le dijo Jesús” Lucas 7:41-43 (NVI). Jesús afirmó la respuesta de Simón. 14. El razonamiento es que el que debe más ama más. Nosotros le debemos a Dios simplemente por habernos creado: una deuda impagable. Pero, ¿cuánto más le debemos a Cristo por habernos redimido? Y además de eso, Él diariamente nos provee y nos sostiene sin que Él nos deba nada. ¡Qué maravilloso Señor al que adoramos! CONCLUSIÓN Hemos sido diseñados para adorar. Esa adoración pues ser dirigir a nosotros mismos, a las cosas creadas por Dios, o al Creador. Sólo la última opción nos traerá satisfacción duradera, un verdadero sentido de pertenencia en el universo, y un profundo sentido de propósito. No podemos amar a Dios y al dinero, pero si podemos usar el dinero para adorar a Dios. El Señor realmente nos llama a hacer esto mismo. Si no lo hacemos, lo deshonramos. En Mateo 25: 14–30, Jesús cuenta una historia de tres siervos a quienes se les encomendó varias cantidades de dinero. Uno recibió cinco talentos, otro recibió dos, y otro un talento. El propietario se fue, pero a su regreso exigió una contabilidad del dinero que había invertido con ellos. Dos criados habían "duplicado su dinero", pero el tercero no había hecho nada. Como resultado, fue desterrado. El verdadero servicio cristiano requiere que multipliquemos los dones que se nos han confiado. APLICACIÓN Adorar al Señor es mucho más que cantar y asistir a la iglesia una vez a la semana. La adoración a Dios se basa en cada aspecto de nuestro ser. Debemos adorar a Dios en todo lo que hagamos, con todo lo que somos, y con todo lo que tenemos. Debemos honrar a Dios cuidando el mundo natural que Él ha creado con hábitos responsables que eviten contaminarlo más. Pidamos sabiduría a Dios para darnos cuenta del peligro de amar mas las cosas recibidas que al Dador; y cuidarnos de dar a los dones materiales de Dios el afecto que sólo debiera ser del Señor.