ENSEÑANZAS PARA COMPARTIR EN EL PEQUEÑO GRUPO Lección # 178 “¿POR QUÉ HACEMOS LO QUE HACEMOS?” INTRODUCCIÓN: ¿Porqué hacemos lo que hacemos? Esta es una pregunta que siempre debe estar presente en nosotros, ya que muchas de las cosas que hacemos, las hacemos sin saber por qué la hacemos. Como cristiano una de las cosa que hacemos más frecuente es “Adorar a Dios” ¿Pero lo hacemos siempre porque lo queremos hacer? ¿Es para usted un verdadero gozo adorar a Dios? ¿Cree usted que el Señor merece nuestra adoración? Es muy importante reconocer que el Señor es digno de toda adoración. La adoración a Dios debe ser algo espontáneo, porque tiene que ver con reconocer quien es Él. Esto no se debe hacer porque te manden, sino porque te nace del corazón hacerlo. Hoy día hay muchos cristianos que adoran al Señor porque los mandan, y esto lo vemos cuantas veces nos reunimos en el templo y hay un tiempo de adoración. Cuando lo hacemos así de esa manera estamos adorando a Dios de Labios y no de corazón, y con el tiempo se convierte en una rutina. ¿Pero qué pasa si la adoración se convierte en una rutina? Cuando nuestra adoración se convierte en una rutina, cuando nuestro corazón ya no está en lo que hacemos entonces debemos parar y preguntarnos: ¿Por qué hacemos lo que hacemos? A DIOS SE DEBE ADORAR DE TODO CORAZÓN Cuando hablamos de adorar al Señor de todo corazón estamos hablando de una adoración sincera, espontánea, sin hipocresía, con transparencia, debemos adorarlo de lo mas profundo de nuestro ser. Dios demanda de Su pueblo ese tipo de adoración, una adoración de intimidad, de relación y comunión con Él. Por eso al no sentir ese tipo de adoración del pueblo se expresa de esta forma a través del profeta Isaías: (El Señor dice: “Este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Su adoración no es más que un mandato enseñado por hombres” Isaías 29¨13). Versión NVI Cuando este pueblo se acercaba al templo, por afuera todo parecía estar bien, cantaban, alababan a Dios, hacían todo lo que normalmente se hacia en el templo o iglesia. Pero su corazón estaba lejos de Dios, lejos de esa intimidad que se debe 1 tener cuando hay una relación estrecha con el Señor. Todo lo que ellos hacían, lo hacían solo por que se les mandaba. El Señor Jesús lo mencionó en Mateo 15:8-9. ¿A que se refería Jesús con: Este pueblo de labios me honra? ¿Será que fingimos muchas veces en nuestra vida diaria?, ¿Será que algunos de nosotros somos actores de primera?, Pero aun cuando fueras el mejor actor que puede haber sobre la faz de la tierra ¿Podrías engañar a Dios?, no nos engañemos, Dios lo sabe todo, Él conoce aun nuestros pensamientos. ¿Cuántas veces hemos estado alabando a Dios con nuestros labios, pero nuestro corazón no está en devoción hacia Él?, no me vayas a decir que jamás le ha ocurrido, porque estaría mintiendo. Todos nosotros en algún momento de nuestro caminar como cristiano no hemos sido sincero con Dios, con nuestro hermano y peor aun, con nosotros mismos. Pero ¿Como podemos alabar a Dios y estar lejos de Él a la vez? Es como cuando envían un mensaje con alguien y debe entregarlo y decir lo que les han dicho diga. Es como si tuviéramos una relación a distancia con Él. Si la cercanía a Dios se midiera con palabras, muchos estaríamos muy cerca de Él. Los corazones lejos de Dios no se dan cuenta que a Dios no le interesan las apariencias, Dios no mide la espiritualidad por las palabras que salgan de nuestra boca, sino por la cercanía de nuestro corazón al de Él, por esa sinceridad, por esa transparencia en reconocimiento de lo que Él es y lo que ha hecho en nuestra vida. REFLEXIÓN Y CONCLUSIÓN: Hoy es un buen día para reflexionar en estas palabras que hemos escuchado. Si hasta hace un momento todavía nuestra adoración al Señor las hacíamos porque nos mandaban que lo hiciéramos, sin entender el por qué lo hacíamos, este es un buen momento para que recapacitemos y cambiemos nuestra forma de adorar a Dios. Pidámosle al Señor que nos ayude a acercarnos a Él de todo corazón. Que cada vez que estemos en las reuniones, sea en el templo, en los hogares o en cualquier lugar y se dedique un tiempo para adorar al Señor, nuestros corazones esté dispuestos para hacer sin que nadie nos diga que lo hagamos. Que sea para nosotros un deleite adorar al Señor, porque sabemos el por qué lo hacemos, y a quién estamos adorando. De esta forma sentiremos como nuestra adoración cambia y como sentimos esa conexión con el Señor. 2