CONCEPTO DE DIVERSIDAD Mónica Rodríguez Cancio Universidad de Vigo moni22121977@hotmail.com La llegada de inmigrantes ha dado lugar a un nuevo planteamiento educativo de una mayor complejidad de partida que el que hasta ahora se contemplaba en el sistema educativo español, que tiene como referente la educación intercultural, producto de la gran heterogeneidad de alumnos que se concentran en nuestras aulas y que necesitan una respuesta adecuada, capaz de resolver los diferentes conflictos que en ella se originan. La atención a la diversidad supone el reconocimiento de la otra persona, de su individualidad, originalidad e irrepetibilidad, y se inscribe en un contexto de reivindicación de lo personal, del presente, de las diferencias, de lo más próximo. La diversidad es consustancial a la educación. La diversidad es consustancial a la educación y todas las personas son diferentes y no es de recibo categorizarlas o jerarquizarlas en función de estas diferencias. La diversidad es una realidad absolutamente natural, legítima y habitual. La diversidad del alumnado es una consecuencia directa de la historia familiar, cultural y social vivida con anterioridad, y, más concretamente, de las oportunidades que se van presentando a lo largo de la vida. El origen social y cultural es el responsable de fracasos escolares y de los déficits socioculturales y está en la base de la diversidad sociocultural. Los profesores han de tomar conciencia de cómo la cultura dominante funciona, en todos los niveles de la enseñanza escolar, como factor de desaprobación de las mayorías marginadas. Esto implica que los profesores, padres y demás personas interesadas en la educación deberían luchar contra la impotencia de los estudiantes afirmando sus propias experiencias culturales y sus historias. La diversidad de educaciones generalistas reforzará las desigualdades culturales ahora existentes así como sus consecuencias en todos los campos de la vida social. Hay cuatro tipos de relaciones que rigen las interacciones de los escolares pertenecientes a las minorías y a la mayoría: de competición de explotación de dominación de selección cultural Las características organizativas que favorecen una escuela abierta a la diversidad: 1) Flexibilidad 2) Funcionalidad 3) Participación 4) Comunicación 1079 APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE DIVERSIDAD CULTURAL 1. Educar en la Diversidad Cultural En los últimos años el mundo ha experimentado una profunda transformación en aspectos tan diversos como el económico, el social, el político, las comunicaciones, las relaciones familiares o los sistemas educativos, entre otros muchos. Al mismo tiempo, la sociedad está viendo cómo importantes masas de grupos humanos se desplazan de unos continentes a otros, en busca de una mejor calidad de vida y de un mayor bienestar para sus hijos. Estos cambios han afectado a la escuela en diversos órdenes: la llegada de las nuevas tecnologías; una mayor dotación económica que ha posibilitado que los centros escolares estén cada vez mejor equipados tanto en recursos materiales como humanos, etc.; todo ello en aras de una mejor calidad de la enseñanza. Pero, sobre todo, la escuela se ha visto afectada desde el multiculturalismo y la necesidad de darle una solución educativa viable. La conexión de los flujos migratorios con el fenómeno de la globalización es un fenómeno suficientemente reconocido (Santos y Lorenzo, 2003). Esto no quiere decir que la inmigración sea el único pilar de la globalización pues hay que contar, y mucho, con otros dos: las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, por un lado, y los mercados globales y el conocimiento transnacional, por otro. Si se unen estos fenómenos informan considerablemente de los análisis que necesita la relación entre educación y emigración. Sin la globalización no se asistiría a la entrada de un gran número de niños en las escuelas de algunos países, que es lo que está ocurriendo desde hace unos años. La llegada de inmigrantes ha dado lugar a un nuevo planteamiento educativo de una mayor complejidad de partida que el que hasta ahora se contemplaba en el sistema educativo español, y que tiene como referente la educación intercultural, producto de la gran heterogeneidad de alumnos que se concentran en nuestras aulas y que necesitan una respuesta adecuada, capaz de resolver los diferentes conflictos que en ella se originan. La llegada de inmigrantes ha provocado un toque de atención entre todas las instituciones tanto nacionales, como autonómicas o locales, ya sean de carácter educativo o social, que ha dirigido sus actuaciones hacia una mayor implicación en el proceso educativo que se ha de seguir con estos alumnos y en una puesta a punto dirigida a permitir que todo este contingente humano pasen a formar parte de ella sin ningún contratiempo. La tarea no es nada fácil y requiere de un gran esfuerzo por parte de todos, como quedó claro en la UNESCO durante la reunión mantenida y que se recogió en el informe redactado por la Comisión, al 1080 definir para la educación del futuro unas reglas básicas, que se han de convertir en los pilares de la educación para el s. XXI, que son (Informe Delors, 1996): ¾ Aprender a conocer, mediante el dominio de técnicas instrumentales encaminadas a conocer nuestro entorno. ¾ Aprender a hacer, mejor junto a otros, aunque sean diferentes, que en soledad o en compañía de aquellos que son como yo. ¾ Aprender a vivir juntos, donde cada uno respete las diferencias de los demás y aprenda de ellas para conformar un mundo mejor. ¾ Aprender a ser, donde cada uno debe desarrollar su propia personalidad. Basándonos en estos principios básicos la sociedad en general y la escuela en particular debe plantearse como objetivo prioritario lograr que desde los más pequeños a los de más edad, tanto de forma individual como de forma colectiva convivan en paz y en armonía a partir del conocimiento de la cultura del resto de los individuos que conforman la sociedad que hoy nos ha tocado vivir a todos. 1.1. Marco legal La Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) garantiza las cualidades: ¾ Se trata de unos derechos de carácter universal, que se dirigen a todos y cada uno de los seres humanos. ¾ Son derechos de carácter absoluto, en el sentido de que en caso de entrar en colisión con otros derechos, aquéllos han de ser satisfechos prioritariamente. ¾ Son derechos innegociables, ya que la base racional sobre la que se asientan parte de un principio físico y metafísico como es la eminente dignidad de toda persona, y ese carácter no es fruto de ningún acuerdo. ¾ Son derechos que dignifican a la humanidad partiendo incluso de las situaciones más indignantes, dramáticas y dolorosas. El cumplimiento de los derechos humanos conlleva la conciencia de desarrollar un proceso de dignificación y humanización moral, material, económica y política de aquellas personas y pueblos que sufren situaciones de violación de alguno de esos derechos fundamentales. Todas las personas somos distintas, esto es un hecho incuestionable y observable empíricamente. Los distintos son en primer lugar los demás: el negro, el emigrante, el discapacitado. Que los demás sean distintos de mí no dice más que el hecho igualmente irrebatible de que yo también soy distinto de los otros. El primer diferente soy yo, cada uno de nosotros. Y somos diferentes, al menos, en dos sentidos básicos (Aranguren y Sáez, 1998): 1081 • todos somos distintos en la medida en que somos irrepetibles. Ni ha habido, ni hay, ni habrá nadie como yo ni nadie como tú; • cada uno de nosotros es absolutamente insustituible. En esto de vivir y transitar por el mundo cada cual ha de hacer acopio de su propia mochila para emprender la marcha, y de la brújula con la que orientarse. La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, las Ciencias y la Cultura (1966), proclamó la Declaración de los Principios de Cooperación Cultural Internacional, que en su 1º art. recoge: “Cada cultura tiene una dignidad y un valor que han de ser respetados y conservados. Todas las personas tienen el derecho y el deber de desarrollar su cultura. En su rica variedad y diversidad y en las recíprocas influencias que ejercen unas sobre otras, todas las culturas forman parte del patrimonio común perteneciente a toda la humanidad”. La Constitución Española (1978) recoge en su art. 27.2 que “la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales”. La Declaración de la UNESCO de 1.981 sobre la raza y los prejuicios raciales señala textualmente en su artículo 1º: 1.- “Todos los seres humanos pertenecen a la misma especie y tienen el mismo origen. Nacen iguales en dignidad y en derechos y todos forman parte integrante de la Humanidad. 2.- Todos los individuos y grupos tienen derecho a ser diferentes, a considerarse y ser considerados como tales. Sin embargo loa diversidad de las formas de vida y el derecho a la diferencia no pueden en ningún caso servir de pretexto a los prejuicios raciales; no pueden legitimar ni en derecho ni de hecho ninguna práctica discriminatoria...”. El lema propuesto por el Consejo de Europa para el año de la tolerancia, 1.995, fue el siguiente: “All different, all equal”, utilizando para expresar que todos somos al mismo diferentes pero iguales. Esto aplicado al campo educativo se traduce en la adopción de una nueva perspectiva en la que es necesario avanzar simultáneamente en la construcción de la igualdad y en el respeto a la diversidad, es decir, compatibilizar la igualdad de derechos con el derecho a la diversidad (Díaz-Aguado, 1996). En el preámbulo de la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (1990) se señala claramente que la educación debe permitir avanzar en la lucha contra la discriminación y la desigualdad, sean éstas por razón de nacimiento, raza, sexo, religión u opinión, tengan un origen familiar o social. Esta educación comprensiva pretende la igualdad 1082 social, podría ser discriminatoria si no se introdujese un principio corrector que tenga en cuenta las diferencias de punto de partida, respecto de la cultura dominante, debidas tanto al origen étnico o social como a las capacidades personales y/o a la historia académica. Este principio consiste en la atención a la diversidad de capacidad y ritmos de aprendizaje del alumnado. En el Título 1º de la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (2002), el Cap. VII está dedicado a la atención a los alumnos con necesidades educativas específicas. Dentro de este Cap. la Sección 1ª garantiza el derecho individual a una educación de calidad y el desarrollo de actuaciones que compensen los efectos de las situaciones de desventaja social. En este mismo Cap., la Sección 2ª garantiza la escolarización del alumnado extranjero y el desarrollo de actuaciones específicas para los que desconozcan la lengua y cultura españolas o que presenten importantes carencias curriculares en centros educativos ordinarios. Otorga a los alumnos extranjeros los mismos derechos y deberes que a los alumnos españoles. La atención a la diversidad, según Besalú (2002), supone el reconocimiento de la otra persona, de su individualidad, originalidad e irrepetibilidad, y se inscribe en un contexto de reivindicación de lo personal, del presente, de las diferencias. La diversidad es consustancial a la educación. Comparte protagonismo con los nuevos movimientos sociales, caracterizados todos ellos por acentuar aspectos parciales y bien delimitados de la realidad social: el ecologismo, el feminismo, los movimientos de gays y lesbianas, las ONGs solidarias, etc. Hoy en día casi todo el mundo está de acuerdo en considerar que la diversidad es consustancial a la educación, que todas las personas son diferentes y que no es de recibo categorizarlas o jerarquizarlas en función de estas diferencias. La diversidad es ya una realidad absolutamente natural, legítima y habitual. Pero no todas las diversidades merecen ser respetadas y estimuladas: algunas de ellas deben ser combatidas, porque no son sino desigualdades, expresión de relaciones injustas entre las personas (Besalú, 2002). 2. La escuela: lugar clave para el aprendizaje de la convivencia La Declaración de Principios sobre la Tolerancia, aprobada por la UNESCO define la tolerancia como el respeto, la aceptación y la estima de la riqueza y diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y de nuestras maneras de manifestar nuestra cualidad de seres humanos. La tolerancia se fortalece por el conocimiento, la apertura de espíritu, la comunicación y la libertad de pensamiento, de conciencia y de creencia. La tolerancia es la armonía en la diferencia. La tolerancia es, en primer lugar, el reconocimiento de los derechos universales de la persona y de las libertades fundamentales de los demás. En ningún caso la tolerancia puede ser invocada para justificar atentados a estos valores fundamentales. La tolerancia debe ser practicada por los individuos, los grupos y los estados. La 1083 tolerancia es la llave de vuelta de los derechos humanos, del pluralismo (incluido el pluralismo cultural), de la democracia y del estado de derecho. La tolerancia implica el rechazo del dogmatismo y del absolutismo, y sostiene las normas enunciadas en el conjunto de los instrumentos internacionales relativos a los derechos humanos. La práctica de la tolerancia significa que cada uno es libre de escoger sus convicciones y reconoce que los demás tienen la misma libertad. Significa la aceptación del hecho de que los seres humanos, que se caracterizan naturalmente por la diversidad de su aspecto físico, de su situación, de su forma de expresión, de sus comportamientos y de sus valores, tienen el derecho de vivir en paz y de ser tal como son. También significa que nadie tiene derecho de imponer sus opiniones a los demás. Para Aranguren y Sáez (1998) la tolerancia y la solidaridad aparecen como: • valores con los que construir la sociedad presente y la futura, donde el desarrollo económico y social de los pueblos esté acorde con el progreso moral de las personas y de la sociedad en su conjunto; • valores con los que educar en una cultura marcada por el mestizaje y la diversidad, entendidas como realidades valiosas y constructivas, en la perspectiva del respeto a la divinidad de toda persona, sea cual sea su condición o procedencia; • valores éticos apropiables desde el conjunto de la ciudadanía y con los cuales esbozar un mínimo referente moral que, defendiendo la dignidad de la persona, acepte el legítimo pluralismo axiológico de nuestra cultura; • valores con los cuales podemos ayudar a edificar el complejo proyecto de vida individual de cada persona, en este caso de los alumnos y alumnas. Para estos autores la tolerancia y la solidaridad se activan mediante una serie de lugares sin los que el proceso educativo, que defiende dichos valores, queda incorporado a formalidades académicas y no a la vida, las preocupaciones y los problemas de alumnos y alumnas: • La persona como objetivo prioritario: la valoración de la diferencia ha de empezar por los seres humanos, con nombre y apellidos, biografía y proyectos vitales irrepetibles y valiosos por sí mismos. • El grupo, como espacio privilegiado donde poder construir, de manera más eficaz, un conjunto de actitudes cooperativas, participativas y solidarias. • El entorno, entendido en un doble aspecto: como espacio físico social en el que aparecen los problemas y conflictos relacionados con el binomio igualdaddiferencia, que es el marco donde actúan la tolerancia y la solidaridad; como contexto histórico-existencial en el que se construyen las diferentes ideas, creencias, valores y conductas de alumnas y alumnos. 1084 • El planeta, como escenario a gran escala donde se realizan e interrelacionan las situaciones generadoras de conflictos, tensiones y diálogos respecto a la convivencia dentro de la sociedad en que vivimos. El binomio entorno-planeta significa pensar y actuar local y globalmente. • La memoria, entendida como gestación de una determinada forma de ver la relación entre pasado y presente que se construye a nuestro alrededor. La igualdad en la educación, según Husén (1986), presenta dos aspectos. Usualmente es concebida en términos de darwinismo social: como el derecho a competir en iguales términos con cualquier otro por lograr a través del sistema de educación formal el acceso a las diferentes posiciones sociales. La igualdad también puede ser considerada como el derecho a ser tratado diferentemente según las capacidades e intereses específicos de cada uno. Las diferentes capacidades heredadas requieren diferentes ambientes si han de desarrollarse para satisfacción del individuo. Por eso la igualdad de oportunidades no significa igualdad de tratamiento. La cultura de la diversidad es un patrimonio, una conquista ineludible a pesar de su ambigüedad semántica, a pesar incluso de la instrumentación ideológica de que pueden ser objeto. Así lo señala Flecha (1990) cuando explica que el principio posmoderno de singularidad ha sido el principal instrumento legitimador del impulso de esa desigualdad educativa y cultural en algunos países. Con él se ha combatido el criterio de universalizar en todos los ciudadanos un nivel cultural básico suficiente para asegurar el desarrollo en la sociedad en la que vive. A cambio se ha propuesto el criterio de hacer que cada uno se adapte a su propio medio sociocultural. El posmodernismo ha contribuido a promocionar el objetivo de diversidad enfrentándolo al antiguo objetivo de igualdad. Toda anterior reivindicación igualitaria fue condenada como intento de imposición de unos valores pretendidamente universales que dificultaban e impedían el desarrollo de la individualidad. La diversidad del alumnado es una consecuencia directa de la historia familiar, cultural y social vivida con anterioridad, y de las oportunidades que se van presentando a lo largo de la vida. El origen social y cultural es el responsable de fracasos escolares y de los déficits socioculturales y, por lo tanto, está en la base de la diversidad sociocultural, término utilizado para referirnos a determinadas poblaciones en situación de riesgo (grupos demográficos que están sufriendo en mayor medida la incidencia de determinadas variables responsables de la aparición de dificultades y fracasos) en función del entorno sociocultural en el que viven. Husén (1978) expone que son muchas las variaciones existentes entre nación y nación o entre estudiantes, que pueden atribuirse a condiciones que caen fuera del ámbito de influencia de la escuela, tales como la estructura económico-social fuera de la escuela, costo por alumno, 1085 educación familiar y tipo de comunidad urbana, rural o suburbana. Existen amplias diferencias entre el nivel de las realizaciones de los países desarrollados y aquéllos más atrasados, simplemente porque difieren tremendamente en su estructura sociocultural y, por consiguiente, también es diferente el ambiente socioeconómico de los estudiantes. Destaca el vínculo entre trabajo, nacionalidad y ciudadanía como la auténtica jaula de hierro de la democracia en el siglo XXI. Puesto que el vínculo político se traza con la comunidad nacional y con el trabajo, al inmigrante pobre (extracomunitario), que quiere trabajar, no se le posibilita una actuación como sujeto de derechos. Si a esto se le añade la construcción de una categoría fobotípica (los irregulares), se comprenden los efectos estigmatizadores del mismo proceso de segmentación social en los colectivos inmigrantes, de por sí ya estigmatizados (Santos y Lorenzo, 2003). 3. Fracaso escolar y diversidad sociocultural Nogueiras (1989) señala que el hombre a lo largo de toda su historia ha luchado denodadamente por la igualdad más que por cualquiera otra idea. En la civilización occidental el tema de la igualdad surge estrechamente vinculado con el de la libertad. Al pasar al campo educativo surge toma la forma de igualdad de oportunidades. Husén (1981) dice que la auténtica igualdad de oportunidades es aquella que conduce a la igualdad de resultados. No es posible hablar de igualdad de resultados en un sentido estricto, ya que desde un principio existen individuos más iguales que otros (por tener padres más instruidos, más medios, etc.). A pesar de la universalización de la enseñanza primaria y de la masificación de la universitaria siguen existiendo unas sorprendentes diferencias de clase en lo que se refiere a la participación en la enseñanza superior. No llega con distribuir los medios de la enseñanza de acuerdo con el talento, ya que el mismo está condicionado por la clase social. La influencia más importante en los procedimientos de socialización, desde una perspectiva sociológica, es la clase social. La estructura de clases influye en el trabajo y en los roles educativos y lleva a la familia a una relación especial con todos los demás que penetra profundamente en las experiencias de vida en el seno de la familia. El sistema de clases ha marcado profundamente la distribución del conocimiento en la sociedad. Ha impedido la comunicación entre sociedades y las ha jerarquizado en una escala diferencial de valor. Bourdieu y Passeron (2001) señalan que el gran problema de la escuela es que trata como iguales de derecho a individuos que son desiguales de hecho. Cuanto más elevado es el nivel socioprofesional de los padres, más escasas son las dificultades, mientras que en los medios desfavorecidos los porcentajes de fracaso son alarmantes. 1086 La causa principal de retraso en estos niños reside en una deprivación ambiental, en una pobreza cultural del ambiente. Los efectos de la deprivación ambiental pueden producir déficits muy concretos sobre este sector poblacional: dificultades de lectura, malos hábitos de estudio, prevalecen modos concretos de pensamiento, actualismo, inferioridad de los procesos perceptivos, prevalece el razonamiento inductivo, entre otros. Bernstein (1989) propone que la experiencia de una sociedad en la que impera un único código de valores desalienta en los niños el impulso que los lleva a intentar entender situaciones diferentes, y les permite limitar su código expresivo a verbalizaciones pobremente estructuradas, apoyadas en experiencias compartidas y sobreentendidas. En sociedades de este tipo, la jerarquía y el poder se relacionan con la posición que se ocupa en la estructura y el esfuerzo intelectual que se realiza se dedica a entender las relaciones entre los objetos, más que a explicar los vínculos entre las personas. Según el Consejo de Europa (1977) la idea de desventaja sociocultural engloba dos ideas: existe una estrecha relación ente origen socioeconómico y desarrollo y las causas de estas variaciones en el desarrollo hay que buscarlas en las desigualdades culturales de las familias según su pertenencia social Una pedagogía de la diferencia precisa abordar la importante cuestión de cómo las representaciones y prácticas de la diferencia se aprenden, interiorizan, desafían o transforman activamente. Ésta es la única forma en que los profesores pueden desarrollar una pedagogía a favor de la diferencia y que además se caracterice por un continuo esfuerzo por crear nuevos espacios de discurso, reescribir narrativas culturales y definir los términos de otra perspectiva, una perspectiva desde otro lugar. Una pedagogía a favor de la diferencia no sólo busca comprender cómo se construye la diferencia en la intersección del currículo oficial de la escuela y de las distintas voces de los alumnos pertenecientes a grupos subordinados; también pone en juego todas las contradicciones que se dan en las múltiples posiciones como sujeto que caracterizan las subjetividades de los propios alumnos. Las voces que caracterizan los diversos grupos de alumnos no forman una sola unidad susceptible de ser reducida únicamente a las categorías de clase, raza o género. Dichas voces se producen en formaciones culturales que crean posiciones como sujeto históricamente constituidas y que con frecuencia son cambiantes y múltiples (Giroux, 1992). El fracaso escolar se refiere a las situaciones en las que el sistema escolar en sentido amplio no consigue que determinados individuos alcancen los objetivos que se esperaban, teniendo en cuenta que la escuela es uno de los subsistemas que configura y es configurada por el sistema total. La caracterización del fenómeno del fracaso escolar se ha de realizar en función del sistema social en el que se produce, de sus características, de su organización y del momento histórico, ya que el que unos determinados indicadores sean considerados como expresión de 1087 éxito o fracaso escolar depende no sólo de dichos indicadores sino también de en qué contexto se dan, quién sea el individuo que manifiesta un determinado indicador, quien sea el encargado de evaluarlo, cuál sea la distancia entre el contexto social de ambos, cuáles sean las consecuencias, a quién afecte y qué reacciones provoque (Instituto de estudios pedagógicos Somosaguas, 1998). Según el Consejo de Europa (1977) las explicaciones de los fracasos y de las dificultades escolares no hay que buscarlas sólo en las características individuales de los niños, sino que es necesario analizar las relaciones ente la institución escolar y las diferentes clases sociales. Los niños poco familiarizados con las tareas escolares y enfrentados a un lenguaje que no siempre comprenden, se instalan poco a poco en actitudes de autodesvalorización y fracaso. Las poblaciones de riesgo aportan a la educación valores, actitudes y déficits socioculturales que no están presentes en los currículos ordinarios. Nogueiras (2001) clasifica estos colectivos demográficos de la siguiente forma: i. Grupos marginales de carácter socioeconómico: son colectivos que residen en entornos eminentemente ruralizados o en barrios deprimidos, alcanzando unos elevados índices de fracaso escolar. ii. Grupos marginales de carácter sociocultural: se incluye bajo esta denominación a los gitanos, a las minorías étnicas, a los inmigrantes, etc. Este colectivo comparte con el anterior la elevada incidencia de fracaso escolar. Escofet y otros (1.998) afirman que el fracaso escolar se concentra de forma particular en aquellos sectores sociales que pertenecen a un grupo cultural distinto del formado por la mayoría sociocultural de un país determinado, y también el hecho de que las desigualdades sociales aumentan entre aquellos sectores que llamamos “minorías étnicas”. La pertenencia a un colectivo categorizado como “minoría étnica” influye en las posibilidades de éxito y fracaso escolar y, de la misma forma, en los procesos que generan desigualdad social. Los elementos que condicionan el éxito y el fracaso escolar son (Instituto de estudios pedagógicos Somosaguas, 1998): las características personales distancia entre los códigos culturales de la escuela y los cotidianos aprendidos en los diferentes niveles de socialización expectativas del profesor respecto al rendimiento del alumnado valoración personal, familiar y ambiental de los aprendizajes la motivación 1088 los modelos de referencia cercanos que apoyen la necesidad del aprendizaje. La desigualdad es un proceso muy dinámico que articula numerosas variables, que se alimenta y retroalimenta a partir de diferentes esferas: económica, política y cultural, y a partir de la interacción del género, de la clase social y de la “raza” o diversidad cultural. Las investigaciones realizadas (Escofet y otros, 1.998) recuerdan que la pertenencia a un colectivo categorizado como minoría étnica, sea ésta una pertenencia compartida (autoadscripción) por los individuos que se supone la conforman, o sea una pertenencia construida, influye en las posibilidades de éxito y de fracaso escolar y, por tanto, influyen en los procesos que generan desigualdad social. Estas lógicas de funcionamiento afectan, según Juliano (1993), la relación de la escuela con las minorías étnicas imponiendo ciertas exigencias de ritmo de adquisición y ciertos contenidos como valiosos, independientemente de las experiencias previas, o de las formas de aprendizaje, que aporten los alumnos provenientes de otros contextos culturales. Una pedagogía de la política cultural (Giroux, 1992) supone para el profesor: por una parte, éstos deben analizar cómo se organiza la producción cultural (dentro de las relaciones disimétricas) a través del conocimiento, los códigos, las competencias, los valores y las relaciones sociales; por otra parte, los profesores deben elaborar estrategias políticas que les permitan participar tanto dentro como fuera de las escuelas en las luchas sociales destinadas a conseguir que las escuelas sean esferas públicas democráticas, es decir, lugares en los que los alumnos son educados para ser ciudadanos activos y críticos. Giroux (1990) expone las escuelas no son meros lugares donde se imparte instrucción, sino también lugares donde se aprende la cultura de la sociedad dominante y donde los estudiantes experimentan la diferencia existente entre los status y distinciones de clase que de hecho se dan en el conjunto de la sociedad. Las escuelas son lugares sociales constituidos por un conjunto de culturas dominantes y subordinadas, cada una de ellas caracterizada por el poder que tienen para definir y legitimar una visión específica de la realidad. Los profesores y todos los que estén interesados en la educación han de tomar conciencia de cómo la cultura dominante funciona, en todos los niveles de la enseñanza escolar, como factor de desaprobación de las mayorías marginadas. Las obras de Bordieu y Passeron (2001) y de Bernstein (1989) han demostrado que la sociedad dominante no se limita a distribuir bienes materiales, sino que además reproduce y 1089 distribuye capital cultural, es decir, aquellos sistemas de significado, gusto, disposiciones, actitudes y normas que directa e indirectamente están definidos por la sociedad dominante como socialmente legítimos. Desde esta perspectiva, la reproducción de una sociedad está en íntima conexión con la producción y distribución de sus mensajes culturales. Como tal, el aparato cultural encargado de reproducir la cultura dominante y de comunicarla al público se convierte en un asunto político importante. De hecho, la cultura no sólo es contemplada actualmente como una expresión ideológica de la sociedad dominante, sino que además tiene una referencia concreta a la forma y estructura de la tecnología que comunica los mensajes que sientan los cimientos morales y psicológicos del sistema político y económico. Hay varias corrientes ideológicas que tienen como eje central la cuestión relativa a las desigualdades y a la diversidad cultural: a) Concepción clásica: las dominantes en la explicación de las desigualdades a partir de la diferencia racial y de la diversidad cultural. El argumento es que la inferioridad genética de las minorías explica el fracaso escolar. b) Concepción liberal: acusan a las víctimas de la desigualdad pero no adoptan una visión biológica. Los teóricos liberales (Bloom, Bell, Orr) aseguran que las minorías fracasan por la falta de oportunidades de acceso en sus hogares a los recursos culturales e intelectuales que sí tienen los jóvenes de clase media. c) La igualdad de resultados: la igualdad de oportunidades es aquella que conduce a la igualdad de resultados (Husén, 1.981). No es posible hablar de igualdad de resultados en sentido estricto, ya que desde un principio existen individuos más iguales que otros por contar con padres más instruidos, más medios económicos, etc. Según Flecha (1990) las actuales reformas de la enseñanza están incluidas en un proceso de incremento de las desigualdades sociales, uno de cuyos rasgos destacados es la división de los trabajadores en fijos, eventuales y estructuralmente parados. Por esta razón se enfocan a conseguir un haz de cualificaciones muy diferentes. Aunque los niños estén en unas mismas etapas educativas desde los 6 a los 16 años, recibirán en ellas desde el principio formaciones desiguales a través de los diferentes niveles de concreción del currículo. En el proyecto actual, se distingue el diseño curricular base como mínimo común a todos los centros y el proyecto curricular propio de cada uno de ellos. La diversidad de educaciones generalistas reforzará las desigualdades culturales ahora existentes así como sus consecuencias en todos los campos de la vida social. Las consecuencias abarcarán a todos los ámbitos de una vida cotidiana que se asienta sobre una evolución cada vez más rápida de las competencias requeridas: hogar electrónico, sobresaturación de información a 1090 procesar, etc. Además, el mismo tiempo liberado de trabajo abstracto se empleará en gran parte en actividades educativas que se ha comprobado que, para seguirlas, requieren también un nivel formativo previo. Eso significaría que la gente sin unos ciertos conocimientos básicos de partida podría verse también excluida de su adquisición en la vida adulta, con lo cual podría quedar cerrado el grave círculo de la desigualdad cultural. Escofet y otros (1998) explican que ni la mayoría social de un país es homogénea culturalmente, ni tampoco lo son las denominadas minorías étnicas, puesto que en su seno se entrecruzan diferencias importantes en cuanto a clase social, género, valores, opciones políticas, religiosas, etc. La adscripción a una minoría o a un grupo estigmatizado está condicionada por las características fenotípicas, es decir, por lo que vulgarmente se ha denominado raza; no obstante, la relación de procedencia geográfica o la diferencia fenotípica no implica automáticamente una pertenencia diferenciada a nivel cultural. La desigualdad es un proceso muy dinámico que articula numerosas variables, que se alimenta y retroalimenta a partir de diferentes esferas: económica, política y cultural, y a partir de la interacción del género, de la clase social y de la raza o de la diversidad cultural. Las investigaciones realizadas o en curso nos recuerdan que efectivamente la pertenencia a un colectivo categorizado como minoría étnica, sea ésta una pertenencia compartida (autoadscripción) por los individuos que se supone la conforman, o sea una pertenencia construida, influye en las posibilidades de éxito o fracaso escolar y, por tanto, influyen en los procesos que generan desigualdad social. Hay cuatro tipos de relaciones que rigen las interacciones sincrónicas de los actores escolares pertenecientes a las minorías y a la mayoría. Éstas se pueden concretar: relaciones de competición: abarcan la competición para el acceso a las instituciones educativas: títulos, oportunidades de instrucción, recursos financieros y técnicos, etc. relaciones de explotación: la escuela sirve de puente para las demandas de la economía respecto a diferentes tipos de trabajo cuando prepara a los jóvenes escolares para su integración en la fuerza laboral. relaciones de dominación: en la escolarización, el poder está muy estratificado y se expresa en términos de una jerarquía de relaciones y estructuras: de la administración al profesor, de éste al alumno, etc. La escuela actúa como mediadora para las exigencias de control simbólico y de legitimación procedentes de un estado. relaciones de selección cultural: éste es el principio totalizador de la diferencia que organiza el significado y la formación de la identidad en la vida escolar. Este principio organizador se expresa en términos de estrategias o reglas culturales de 1091 inclusión o exclusión o de pertenencia o no al grupo que determinan los conocimientos que se integrarán en el currículo y las prácticas pedagógicas de agrupación por capacidades, diagnóstico y calificación de los escolares. 4. La Diversidad Cultural en las instituciones educativas Las características organizativas que pueden favorecer una escuela abierta a la diversidad serían (Sánchez y Torres, 1997): 1) Flexibilidad, que supone el establecimiento de opciones diferenciadas en el centro educativo, de tal manera que sea factible elegir aquella que más se ajuste a sus características y a sus necesidades, obviando los controles intervencionistas de la Administración. Las estructuras organizativas se constituirán en el marco base de acción respecto a las decisiones de carácter curricular que se toman en el centro. 2) Funcionalidad, en clara referencia a la delimitación de responsabilidades y tareas que ha de establecerse entre todos los miembros de la comunidad educativa, para hacer efectiva una adecuada atención a la diversidad. En este sentido, se deben dejar atrás modelos de adscripción de profesores en los que prima la antigüedad, los modelos de escolarización con etiquetajes, agrupamientos homogéneos, se debe promover cambios actitudinales tendentes a superar rutinas organizativas que producen dilemas de apertura-cerrazón de la institución. 3) Participación, en planificación educativa para atender en la diversidad a través de: a. El currículo, mediante estrategias, por un lado de carácter general (finalidades, proyecto curricular de centro, programación de aula, reglamento de organización y funcionamiento) y, por otro, internas propias de los centros (refuerzo educativo, adaptaciones curriculares, optatividad, diversificaciones curriculares y programas de garantía social). b. Estrategias específicas para atender tanto las necesidades educativas especiales por ambiente social como por déficits físicos, psicológicos y sensoriales. Todo ello supone un alto nivel de implicación. 4) Comunicación, mediante el establecimiento de canales que promuevan y favorezcan tanto la interrelación entre los componentes de la comunidad educativa como entre éstos y el entorno donde se ubican. La escuela y la comunidad deben tener especial cuidado en dar a conocer y respetar las culturas de los alumnos inmigrantes, para ello es necesario (Essomba, 2003): 1092 ¾ Introducir en el proyecto educativo y curricular, con especial atención en aquellos en los que hay alumnado de origen extranjero, una propuesta de educación cívica y democrática intercultural. ¾ Incluir en la formación inicial y permanente del profesorado temas referidos al tratamiento educativo de la diversidad. ¾ Estimular el conocimiento de buenas prácticas entre centros, zonas o territorios más amplios. ¾ Incorporar en la escuela a adultos de orígenes culturales diversos; si no es posible hacerlo como profesionales de la educación, como ayudantes de comedor o acompañantes en las salidas escolares, para normalizar la presencia de los adultos de origen extra-comunitario y facilitar la construcción de la identidad de los alumnos. ¾ Elaborar programas específicos para los alumnos de incorporación tardía, sobre todo para los de Secundaria Obligatoria, que contemplen el aprendizaje intensivo de las lenguas con el fin de facilitar la comunicación y socialización. ¾ Proponer acciones para combatir el absentismo escolar en las que se impliquen alumnos, familias, escuela y Administración. Estos programas podrían estar supervisados por los consejos escolares de zona. La integración física de los alumnos que se encuentran en situación de desventaja es una condición necesaria pero no suficiente para su integración social. Sus efectos dependen de determinadas condiciones, entre las cuales cabe destacar las siguientes (Díaz-Aguado, 1996): las consecuencias de la desegregación parecen ser mejores en los alumnos con un alto nivel de desarrollo en la comprensión de las diferencias sociales la igualdad del estatus (socio-económico o académico) de distintos grupos favorece el establecimiento de relaciones positivas. El prejuicio se activa cuando al hecho de pertenecer a un grupo étnico minoritario, se une el de pertenecer a un grupo en desventaja social, económica y cultural. Para favorecer la tolerancia se deben proporcionar situaciones de contacto una de las principales condiciones que influyen en las consecuencias de la desegregación es el tipo de relación (estrecha versus superficial) que el contexto escolar permite entre los alumnos de distintos grupos étnicos. Las relaciones estrechas contribuyen a mejorar actitudes inter-étnicas, mientras que las relaciones superficiales no parecen mejorarlas ni pueden contribuir a que se activen los prejuicios los métodos educativos basados en técnicas competitivas o individualistas proporcionan muy pocas oportunidades para establecer relaciones inter- 1093 étnicas estrechas. En estos contextos los alumnos suelen segregarse en función de su grupo étnico; participan en distinto tipo de actividades y desempeñan diferentes funciones sociales. Lo cual limita las oportunidades para una interacción intergrupal positiva, tanto dentro como fuera del contexto escolar. Bibliografía Aranguren Gonzalo, L. A. y Sáez Ortega, P. (1998). De la tolerancia a la interculturalidad. Madrid: Alauda-Anaya. Besalú Costa, X. (2002). Diversidad cultural y educación. Madrid: Síntesis. Bernstein, B. (1989). Clases, códigos y control. Estudios teóricos para una sociedad del lenguaje. Madrid: Akal Universitaria. Bourdieu, P. y Passeron, J. C. (2001). La Reproducción. Madrid: Popular. Consejo de Europa (1977). Educación Compensatoria. Madrid: MEC. Díaz-Aguado, Mª J. (1996). Escuela y tolerancia. Madrid: Pirámide. Escofet, A.; Heras, P.; Navarro, J. Mª; Rodríguez, J. L. (1998). Diferencias sociales y desigualdades educativas. Barcelona: Horsori. Essomba, M. A. (coord.) (2003). Educación e inclusión social de inmigrados y minorías. Tejer redes de sentido compartido. Barcelona: Praxis. Flecha, R. (1990). La nueva desigualdad cultural. Barcelona: El Roure. Giroux, H. A. (1990). Los profesores como intelectuales. Hacia una pedagogía crítica del aprendizaje. Madrid: Paídós. Giroux, H. y Flecha, R. (1992). 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