“Dios mío, no me abandones aun cuando ya esté yo viejo y canoso, pues aún tengo que hablar de tu gran poder a esta generación y a las futuras.” Salmo 71:18 Ha llegado la vejez con idea de destruirme, Pero yo me he puesto firme y con ella lucharé. El pasado que se fue sacó ida sin regreso, Y no conforme con eso, se llevó mi juventud Dejándome sin salud, fea gorda y sobrepeso. Pero creo que estoy sana, no soy persona achacosa, Aunque tengo varicosas y un tobillo se me inflama. A veces cojo la cama porque me duele un riñón, Me palpita el corazón, tengo dolor de huesos Y a pesar de todo eso ¡Me siento como un cañón! Todos tenemos problemas aunque piensen lo contrario, Los juanetes y los callos, me ponen en un dilema. Cuando tengo alguna pena siento una gran presión Que me empieza en el pulmón y me llega hasta los huesos, Y a pesar de todo eso… ¡Me siento como un cañón! Yo pienso que estoy entera y lo voy a demostrar, Aunque luego al caminar me molesta la cadera. Para caminar afuera ya necesito un bastón Evitando un resbalón, o en la calle algún tropiezo, y a pesar de todo eso… ¡Me siento como un cañón! Tengo en un brazo bursitis, dolor en una costilla, Y me falla una rodilla porque padezco de artritis. En una pierna; flebitis, en el cuerpo comezón Y se me encoge un tendón que el cuello me deja tieso, Y a pesar de todo eso… ¡Me siento como un cañón! Si cuenta no quiero darme de que mi rostro está viejo Al pasar por un espejo no se me ocurre mirarme, Más aunque quiera engañarme mi cara es un acordeón, El cuerpo una salazón, pero lucho por vivir Y les quiero repetir: ¡Me siento como un cañón! Gerardo Alegría Bazán Aunque este escrito nos haga sonreír tengamos una cosa muy clara; para ahí vamos todos sino es que ya algunos estamos por ahí, por ahí… Pero en esta mañana deseo compartir algunas notas de un anciano muy especial. De hecho, estudiando el Salmo 91 es que aprendo que quien escribe es una persona de tercera o cuarta edad. Este salmo pertenece al género de súplica: donde quien escribe pide la intervención de Dios en medio de peligros, enfermedades, aflicción y angustia. Sin embargo este salmo presenta una súplica con generosidad. Da alabanzas en medio de las suplicas. Este anciano reconoce que Dios ha sido el protagonista de su historia y de la historia. Al leerlo con los sentidos prestos vemos que hace un recuento de lo que Dios ha sido a lo largo de su vida (desde el vientre de su madre, niñez, juventud, adultez y ahora vejez). Identifica claramente que su esperanza está en Dios porque le ha preservado la vida, le ha dado dignidad y le ha brindado consuelo. Así que a pesar de ser un salmo de súplica, vemos de forma clara como se entremezclan la alabanza. De hecho, la alabanza ocupa más espacio en el salmo que la súplica. Hace un inventario de las proezas de Dios (15,16, 17b, 19 y 23). Protección: Roca y fortaleza Salvación Educación Justicia Fidelidad En cuanto al tiempo, este anciano hace un recuento de la historia sin pretender vivir con nostalgia o añorando los viejos tiempos. El anciano habla en tiempo presente y el sufrimiento y el dolor han quedado en el pasado. “Hay quienes se quejan de que «todo tiempo pasado fue mejor». Pero esas quejas no demuestran mucha sabiduría.” Ecl. 7:10 Noten que no se queja de achaques, malestares, de las injusticias sino que declara que su única queja es que le faltan fuerzas (9). Indica que tiene unos enemigos y momentos de hostilidad. Según Alonso Schökel, especialista en AT, se refiere a quienes se aprovechan de la vulnerabilidad que experimentan en la vejez. En anciano del salmo pide justicia de parte de Dios. Y ¿por qué pide a Dios ayuda en medio de su fragilidad física? Una de las tareas principales de la etapa de la vejez era la educación de las generaciones siguientes. Para la cultura hebrea y judía daba distinción especial a la vejez ante tal misión. Tenían 2 funciones específicas: transmisión de la tradición de la historia sagrada y nacional e impartir la tradición de sabiduría en la vida cotidiana. En los ancianos está la ciencia y en la mucha edad la inteligencia. Job 12:12. Por ello en proverbios nos recuerda: “Hijo mío, no te olvides de mí Ley, y que tu corazón guarde mis mandamientos, porque muchos días y años de vida y de paz te aumentarán.” Prov. 3:1-3. El anciano pide fuerzas… “pues aún tengo que hablar de tu gran poder a esta generación y a las futuras.” “Este anciano está lleno de agradecimiento, rebosa de esperanza y siente que le queda una tarea.” La tarea de contar a las generaciones las poderosas obras de Dios. Aunque estén viejos, seguirán dando frutos como si fueran árboles jóvenes y fuertes. Salmo 92:14 Por último deseamos recordarle a nuestra vejez una promesa bíblica extraordinaria: Yo seré su Dios durante toda su vida; hasta que tengan canas por la edad. Yo los hice y cuidaré de ustedes; yo los sostendré y los salvaré. Is. 46:4. A quienes estamos cerca de esa edad: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría.” Sal. 90:12