Cuestiones sobre el documento de Martínez Bonafé. “Pero ¿Qué es la innovación educativa?” Relatar alguna experiencia que los alumnos hayan tenido que puedan identificar como experiencia innovadora y explicar por qué la entienden como innovación. Para responder a esta cuestión, hemos estado pensando y debatiendo acerca de nuestras experiencias educativas vividas a lo largo de todo nuestro periodo escolar, pero no hemos identificado ningún proceso de enseñanza-aprendizaje durante nuestros años en la escuela y en el instituto que nos haya resultado innovador, que recordemos por salirse de lo “normal y establecido”, en definitiva… que nos haya marcado. Por ello, vamos a relatar una experiencia que una de nosotras pudo experimentar mientras hacía las prácticas en un C.E.I.P. con alumnos y alumnas de tres años. La maestra llevó a clase una dorada, un pescado, y la abrió y fue enseñando y explicando a todos los niños y niñas cosas como: por qué se llama ese pescado dorada y no de otra forma, qué son las escamas, qué son las raspas, cómo respiran, dónde viven, cómo se reproducen… Los alumnos y alumnas también pudieron tocarla y al final la maestra la cocino en clase. De todas formas, no estamos seguras de si se trata de una experiencia que se pueda identificar como innovadora o no; pero lo que sí sabemos es que una forma diferente y llamativa de trabajar contenidos y provocar aprendizajes entre los más pequeños y pequeñas. ¿Por qué afirma el autor del artículo que hay innovaciones discutibles? ¿Cómo se relaciona esto con la idea de instrucción /vs/ educación? Martínez Bonafé define la innovación como el deseo y la acción que mueven a un profesor o profesora o colectivo de profesores y profesoras, a intentar realizar mejoras en su práctica profesional, con la finalidad de conseguir la mejor y más amplia educación para sus alumnos y alumnas. De esta definición se extrae la marcada finalidad educativa que tiene un proyecto o proceso de innovación en el ámbito escolar. No obstante, el autor constata lo discutibles que son algunas innovaciones desde el punto de vista educativo. Cualquier cambio o reforma no supone una innovación, hay cambios y reformas que no sirven para mejorar, por tanto no son innovaciones. La innovación va siempre cogida de la mano con la mejora. Bonafé señala también la diferencia entre instrucción y educación, afirmando que la instrucción en las escuelas no debe ser un fin es sí misma, sino una herramienta para alcanzar la educación. Instruir es un asunto más estructurado que educar, consiste en impartir unos contenidos que han de ser asimilados para que luego sean “soltados” en el examen. El proceso de instrucción está relacionado con los procesos de disciplina que se dan en el mundo laboral. Al alumno o alumna que se le educa solo instruyendo le faltan competencias, por ello la instrucción debe ser un subproceso de la educación; ya que además de instruir en determinados conocimientos se deben asimilar valores. La instrucción debe ser entonces un medio para garantizar el derecho a la educación. La educación es un asunto mucho más amplio y complejo. Instruir o enseñar en cualquier disciplina sirve en tanto en cuanto ese aprendizaje sirva para desarrollar de forma plena al alumno y le haga insertarse de manera comprensiva y crítica en el mundo. Por ello, si se llevan a cabo innovaciones, cambios, pero con ellos no se consigue esa inserción comprensiva y crítica en el mundo en el que nos ha tocado vivir… ¿estamos cumpliendo funciones educativas? ¿Por qué crees que el autor afirma que “Los modelos hegemónicos de desarrollo curricular, con una importante fragmentación disciplinar no facilita los procesos educativos? Fragmentando el proceso de enseñanza-aprendizaje en disciplinas aisladas, asignaturas, (matemáticas, historia, biología, literatura…) lo que se consigue es aislar cada uno de los contenidos de aprendizaje en un profesor o profesora y en un tiempo de terminado; animando a que cada docente se ocupe en exclusiva de su materia o disciplina sin importarle nada más allá de los contenidos y actividades que se proponen en su libro de texto. De esta manera se pierde el sentido holístico de la educación y como consecuencia se deja atrás la necesidad de que los alumnos y alumnas se desarrollen plenamente como ciudadanos participativos y críticos de la sociedad que componen. Esta fragmentación disciplinar ve en la instrucción un fin en sí mismo, no una estrategia para educar. La fragmentación no facilita los procesos educativos, ya que con ella se instruye más que se educa. No obstante, somos conscientes de que los conocimientos han de organizarse en grupos de conocimientos que se relacionan entre sí; pero también tenemos que tener en cuenta que en la vida, en el día a día, no nos organizamos por conocimientos, sino que tenemos una visión y/o percepción global de los asuntos y fenómenos que nos rodean. ¿Qué crees que quiere decir el autor cuando afirma que la innovación es un proceso cultural? La innovación, como el propio Bonafé apunta, nace de un deseo del docente por mejorar su práctica profesional, y ese deseo no tiene un calendario y horario fijo, no es una acción puntual y aislada; sino un proceso con tiempos y modos de implantación diferentes. La innovación es un proceso intencional continuo, surge de la necesidad de conseguir algo. Ese proceso tiene que formar parte de la cultura profesional del nuevo profesorado que se está formando, es decir, tiene que estar impreso en “el ADN” del futuro maestro. Los modelos de cambio impulsados por la Administración a golpe de decreto, o los modelos basados en objetivos, o los que se crean al margen del profesorado, muestran evidencias claras de fracaso; ya que la innovación no es algo puntual, sino un proceso cultural que requiere del dialogo, la colaboración y el acuerdo, basado en la investigación-acción, que conlleva un tiempo y unas implicaciones más allá de una norma prescrita de manera puntual y aislada. La administración educativa, ¿suele favorecer la innovación o quizá la obstaculiza? Las administraciones educativas quizás obstaculizan la innovación. Las normativas son estructuradas y cerradas, no son flexibles, y por ello frenan cualquier propuesta de innovación. De un lado, las administraciones tienen la responsabilidad de impulsar los proyectos de convocatoria para la mejora y el cambio, pero también es cierto que un profesor innovador no lo es a plazo fijo o por decreto; es decir, ese proceso cultural intencional al que aludíamos en el punto anterior, tiene que surgir de los maestros y maestras y de los propios centros, por tanto, aunque la administración facilite cauces para la innovación, son los agentes más cercanos al centro los que deciden llevarla a cabo o no. Las administraciones pueden modificar los marcos curriculares nacionales y pueden incorporar elementos locales y puntuales que faciliten -si no dificultan- los procesos de cambio, pero no son el cambio; ya que la innovación empieza desde abajo (maestros y maestras, centros, barrios, ciudades,…) ¿Cómo entiendes la metáfora de la película “Sólo ante el peligro” a la que hace referencia el autor? A menudo el profesor innovador se encuentra solo para enfrentarse a esas políticas conservadoras (cultura extendida del libro de texto), ya que la cultura profesional tiene tendencia a continuar con lo establecido. Este término se utiliza para hablar del maestro que se encuentra solo a la hora de innovar, que no tiene apoyo ni de sus propios compañeros, ni del centro en el que trabaja, ni de los padres y madres y ni de la administración. La educación es un proyecto social y cultural que requiere del diálogo, del acuerdo y la colaboración en el contexto social, cultural y organizativo. Y en ese contexto, a veces son más las diferencias que nos separan (género, edad, intereses, cargas familiares, estilos de vida,…) que las semejanzas que nos unen. ¿Cómo entiendes la afirmación de Martínez Bonafé de que “La innovación es una práctica política”? Cuando Bonafé afirma que la innovación es una práctica política, entendemos que se refiere a que el proceso de innovar, la innovación en sí, es algo que parte del contexto en el que estamos situados, aula, centro, barrio,…, como profesionales. La innovación es algo que forma parte de nuestra política, de nuestra práctica, como maestros y maestras. ¿Cómo planteamos la innovación en nuestras aulas? Pues partiendo de la democracia. Dando espacios para la participación, repartiendo el poder, dialogando, negociando,…. Esa es la práctica política de la innovación a la que hace referencia Martínez Bonafé.