«Es como si cada uno fuera un cielo. Uno es tormenta y el otro un día soleado». Luke y Hasley no eran el prototipo de una pareja perfecta. Sin embargo, ambos le pusieron definición a lo que ellos crearon. Una historia de dos adolescentes que crean su propio boulevard ante la llovizna que hay en sus corazones, donde se entremezcla, por un lado, un azul cálido, y por el otro, un azul eléctrico, tiñéndose este por completo de un gris nostálgico. ¿Quién dijo que después de la tormenta sale el sol cuando puede haber un rayo? «Para todas aquellas personas que enterraron sus sueños, les apagaron su luz interior y no las dejaron brillar. Para ti. Para ti que sigues luchando otro día más». PROLOGO El cielo se dibujaba encima de ellos con un color gris de toques azulados. Durante esta temporada, el aire de la ciudad se sentía fresco; no era muy seco ni tampoco húmedo, era simple pero necesario, como ellos cuando se encontraban juntos en un mismo escenario. Días más tarde, después de que la tormenta de problemas ya había terminado, solo quedaba una ligera llovizna sobre sus corazones, pequeñas gotas que no tenían tanta importancia. A decir verdad, Luke y Hasley no eran el claro ejemplo de las almas gemelas, tampoco el prototipo de la relación perfecta que todos soñaban, para nada. Sin embargo, ambos le pusieron definición a lo que ellos dos crearon, porque una etiqueta le quedaba demasiado pequeña a lo suyo. Ella soltó un suspiro, lamentándose al ver las siguientes acciones por parte del chico. —Si sigues así, te matará —indicó en un tono severo, dejándole en claro que no le agradaba esa situación. Luke la miró burlón, encogiéndose de hombros, restándole importancia a lo que dijo mientras sacaba del bolsillo de su polera la pequeña bolsa. Era una grata compañera, pero una destrucción a la vez. De eso, él estaba completamente consciente, aunque realmente no le importa si eso le afectaba. Hasley bufó rendida ante lo dicho por el rubio, no entendía por qué Luke seguía haciendo eso si sabía las repercusiones que traería consigo, pero pensándolo bien, no entendía nada de lo que viniese de él. La palabra incógnito lo definía demasiado bien para su comportamiento. La mente de los hombres, o quizá solo la de él, era demasiado complicada de entender. Sin dejar en silencio el espacio entre los dos, ella volvió a recurrir al recurso paraverbal: —De acuerdo, pero, mínimo, ¿puedes evitar hacerlo en frente de mí? Se encontraba abrumada por todo. Y al decir por todo, no solamente era por la gran escena que el chico le proporcionaba al frente sino por aquello que estaba ocurriendo a su alrededor. Sí, también el cambio climático. Hasley sabía que bien podría darse la vuelta e irse lejos de ahí, pero no quería hacerlo. En realidad, no podía dejarlo solo de nuevo; no ahora. Ella, al instante que vio cómo los labios de Luke se separaban dándole paso a su lengua para relamerlos, se preparó ante cualquier mofa proveniente de él —Yo no te estoy reteniendo, te puedes marchar —masculló jocoso. Alejándose de la chica, se sentó sobre la acera de aquella calle vacía. Luke abrió la bolsita, danzando su cabeza de un lado a otro y, sin rechistar o siquiera disimular, cogió una pequeña parte con aquel amuleto en forma de perico y esnifó el polvo. Hasley lo miró con un poco de duda y tristeza, recapituló lo que antes pensó y se volvió a preguntar si lo mejor era dejarlo solo y obtuvo el mismo resultado: no quería irse, quería quedarse y estar como hace unos minutos atrás, donde bromeaban sobre aquel apodo que a él le parecía tan ridículo. La irritada chica, tragando su dignidad y orgullo, dio una gran bocanada de aire y prefirió sentarse a su lado. —He oído de ti últimamente por los pasillos del instituto —fue él quien esta vez rompió el silencio—. Eso es nuevo. —¿Sobre mí? —cuestionó la pelinegra con una mirada inquietante y su ceño fruncido, dándole notoriamente que no entendía su confesión. —Seh —chasqueó, al mismo tiempo que sacaba su cajetilla y cogía un cigarrillo. Y aquí venía otra de sus tristes adicciones. Después de todo, Luke consumía muchas cosas, no le sorprendería que al día siguiente estuviera en la esquina de una calle inhalando thinner. —Así que le has dado un buen golpe en la cara a Matthew —Luke le soltó, mirándole con diversión y esbozando una sonrisa, haciendo que su hoyuelo se remarcara y chocó su rodilla contra la de ella. —Algo así —Hasley musitó un poco apenada por el tema de conversación—. Dicen que se ve más atractivo con él. —Quizá —confesó, a la vez que se encogía de hombros. La menor frunció su nariz por ello. —¿Debería sentirme mal? —interrogó, sin saber si lo que había hecho era correcto o no. —No. —El rubio le sonrió de lado con una pizca de diversión, relamió sus labios y dejó salir un poco de aliento entre ellos—. Pero al menos ya entiendo por qué tu nombre resonaba por todos los pasillos nuevamente. —Creen que soy patética. —Hasley rio sin ganas, porque estaba segura de que así pensaban todos. Ambos se quedaron en silencio durante un momento, hasta que él habló: —¿Sabes? —La miró con dureza—. Deja que se rían de lo patética que creen que eres, al final de cuentas todos terminamos igual… —Dio una calada a su cigarro y dejó escapar el humo—, en un boulevard de los sueños rotos. AGRADECIMIENTOS Muchísimas gracias a cada una de las personas que formaron parte de esto. Le agradezco en especial de corazón a mi mejor amigo, quien fue el primero en leerme, quien todos los días, al iniciar la escritura, escuchaba cada una de mis ideas y me animó. A un que en estos momentos no estemos bien Igual Gracias por creer en mí. A mi madre y a su esposo por todo el apoyo, si ella no me hubiese dejado desvelarme, no me habría tomado el tiempo para plasmar todas las cosas que me imaginaba a medianoche, con música sonando a través de mis auriculares y un poco de café a un lado. Sí, las bebidas energizantes (Monster) no es una buena compañía para mí. También a él, que estuvo conmigo diciéndome que sí se podía, por apoyarme en todo momento y sostenerme las veces que quise abandonar mis metas. A mis amigos, esos que peleaban por cuál me quería más. A mi escuela que cuenta con estas obras que te motivan a mejorar, enseñándome que, si quieres algo, deberás esforzarte para conseguirlo. Siempre vivirán en mi boulevard. Nuestro boulevard. Todo el amor. Tamara Chirinos.