Vonado por la Fundación del Bco. :,:oroesle Coop. Ltoo. HISTORIA DE LOS ARGENTINOS • " " I " '.', EDITORIAL :.K:.&.:E-ELVSZ ~OflEI'.IO 372 . BUENOS A.RC~ ' ." "', . ., , ...,-.~¡ ,',.' . .; <' .- ",: ..¡. :~'_:_~~_Ai ¡ l' , I , ¡ " ÍNDICE ,1 Nota PÁG. preliminar 7 PRIMERA PARTE, LA DOMINACIÓN HISPÁNICA LA CONQUISTA 1 España imperial I ~ .' I l' Estan prohibidas '1 penadas por la ley la reproducción y la difusión lotal~S o . parciales de esta obra •.en cualquier forma, por medíos mecá~icos o el~trómcos, . inclusive por fotocopia, grabación "magnetofónica y ~u~lqulerol~O sistema de almacenamientq de información, sin el previo consentimiento escnto del edl.tor. 950-13-3250-0 9sD-1J..3253-5 950-13-3251-9 950-13-3254-3 Segunda edición, se6embre de 7975. LIBRO DE EDICION ARGENTINA - Prinled in Argentina. ,, , 18 18 La teoría política española del siglo I ' I S.A. El momento histórico . La " ji l , 1; 1 11 14 El poder, las ideas y las creencias' La monarquía bicéfala de los Reyes Católicos Carlos 1 y la concepción imperial ". La manocracia egocéntrica de Felipe II "':" ,-¡ 10 España desde dentro La sociedad El hombre. 2 la rula de las especias Edición completa enc~adernadai Edición completa rústica Volumen 1 encuadernado Volumen 1 rústica Todos los derechos reservados por (@, 1971) Eb'ITORIAL" KAPELUSZ Buenos Aires. Hecho el depósito que establece la ley 11.723. '-~ \ ISBN ISBN ISBN ISBN " ji 9 9 España en el mundo La situación - internacional Política: experiencia y teoría .~~, Religión, economía y cultura empresa descubrido;a Hacia el Plata . 3 la ¡usticia, el poder y la fe El ensayo an~illano El gran examen de conciencia Los medios de la conquista Los apóstoles XVI 20 23 24 26 28 ~9 32 32 36 38 41 41 44 50 1 _1 56 1 ¡ r I , " I'ÁG 4 Tierra argentin.6 Los dueños de la tierra La ocupación de la tierra Vida social. y económica Jefes y caudillos 1 1, r i PÁG. 60 60 63 68 74 ,/;'.Buenos Aires capital ~ \ \ SEGUNDA PARTE, I 1 , 5 Espáña contra Europa La Europa barroca -La dualidad pendular de España i 1 , " 10 Crisis de la legitimidad dinástica Ii 1: 6 B siglo XVII: una América española España establecida Los brazos del rey El espíritu de la ley Fro~teras argentinas La in.tegración . \ Panorama económico y social II ,, El impacto 84 84 85 86 :"'7 88 88 90 ,(. I ' 97 101 108 112 \e, + España: revolución, reforma, reacción 82 o,, I 11 La crisis del poder colonial, ir !, '1 N, La acción virreina! hasta Sobre Monte Los precursores Las invasiones inglesas 12 Liniet's virrey. Características de ~su administración "'Los. grupos políticos en Buenos Aires La acción política ¡¡ !', 3 Vísperas revolucionarias EL SIGLO DE LAS LUCES ~H:~ia ,I / /1 t/ \/ f'-g I l \ 125 125 129 I 133 138 la creación del Virreinato(1700-1776) La sociedad rioplatense. . La lucha por el comercio libre Los grandes problemas La lucha con Portugal . . . . ~ 15 147 147 154 ' 158 165' La crisis del sistema político español Revolución en Buenos Aires . La autoridad y la legitimidad La cuestión ideológica . Revolución por la independencia LA EXPANSiÓN i l Cevallos en el Río de la Plata Las reformás complementarias 220 220 222 227 Del 25 de mayo 110 170 172 174 entre J 1810-1830 al 6 de abril de 1811 , del poder político 16 la agonía de la revoluci6n"(._. Alvear en el podep<~" El problema oriental . La guerra por la independencia ' __ 251 251 256 260 265 ?68 REVOLUCIONARIA Los primeros pasos. La situación internacional Los grandes problemas Hacia la organización tI Virreinato creado Los momentos preliminares 204 204 206 209 - 1 236 236 en el gobierno' 14 Gobierno criollo . 7 España europeizada Europa cambia de rostro La revolución política El equilibrio de las potencias España ilustrada . 190, 193 195 197 201 LA REVOLUCIÓN )<Cisneros / ll;apoleónico -- .v~ :~ QQ emancipación norteamericana ,J'--...i1..-,La -~ ~ ---\ Las tesis del li.beralismo revolucionario y Francia Inglaterra: la transformación del régimen. . 79 79 81 El desmembramiento europeo del imperio español El sistema mercantil: base econÓmica de la monarquía nacional unitaria . Los últimos Austrias . La realidad social La teoría del Estado [i I "---EL PROCESO REVOLUCIONARIO 177 181 183 ec" , LOS FACTORES INTERNACIONALES " :! !l' El "boom" económico . El pensamiento rioplatense i:'! LA COLONIZACiÓN . ,~ ':j.~. 271 271 278 287 298 ..312 312 318 321 " ~ PAG. "f, J7 La independencia La sociedad revolucionaria Alteraciones económicas . La lucha por la dominación J ,,1 . .------El La diplomacia revolucionaria Congreso de Tucumán):( hasta .'-' 1816): Nota preliminar 33~ 336 340 344 348 354 18 Pueyrredón y San Martín / 359 359 363 371 376 380 385 La era pueyrredoniana . La epopeya de San Martín Ideas mon~fquicas y diplomacia_::'> La evolución constitucional '".' La manzana de la discordia " El traspié del Litoral ¡ERCm PARTE, LA NACIÓN INDEPENQ!ENTE ill EL ESTADO EN CRISIS 19' Va disolución del Poder Nacio"al /El fin de un sist.e!J13. . . . . Hacia la "paz perpetua". . . . ' ederalismo y caudillos]s . . . onclusión de la epopeya americana)-I. Las consolidaciones provinciales. . ~ La reforma rivadaviana . j r;j-¡ .+ 20 ¿Estado federal o unitario? Hacia la unidad de régimen Guerra y paz con Brasil La revolución unitaria Orientación bibliográfica ii1 iI . . . . 391 391 395 398 406 415 418 428 428 438 448 455 ; Conviene repetir ahora la explicación de propósitos que encabezaba la prime"ra edición de este libro. En primer lugar hemos expuesto a través de una síntesis necesariamente selectiva, los aspectos que juzgamos más importantes de un' procesó histórico s~tuado entre dos fechas: 1492 y. 195; .. El epílogo informativo, que.plantea algunos interrogantes actuales,. ha sido prolongado -brevemente para incluir los últimos acontecimientos nacionales. Si bien éstos podrían afectar a algunas -.creemos que pocas- de las opiniones vertidas en la edición anterior, ,hemos preferido no introducir modificación alguna sobre lo ya escrito. Hemos procurado aportar perspectivas que proceden de otras ciencias que el historiador no debe soslayar: la ciencia política, la sociología, la economía, estudios "demográficos y -militares, enfoques religiosos. Pero el libro no es por eso una historia exclusivamente política, social," institucional o económica, si bien predominan algunos pumos de vista sobre otros según las épocas o el comportamiento de los actores relevantes. Nos proponemos, sencillamente, hacer inteligible el pasado adoptando el criterio de que, las ciencias del hombr:e no pueden cultivarse con provecho sin abrir sus diversas disciplinas a una colaooración recíproca aun sabiendo las dificultades implícitas en la carencia de esquemas conceptuales comunes o en la vigencia de hábitos opuestos a dicha apequra. El empleo o la adecuación de esos esquemas podrá ser discutible, pero no tratamos de buscar ~aadhesión o de neutralizar criticas, sino de vencer actitudes que suelen ser reacias a ese tipo de colab9ración. Los progresos que el esp"Íritu -interdisciplinario ha hecho en los últimos cinco años son notorios, v nos satisface haber contribuido, en modesta medida, a esta corriente. . Nuestra exposición de la historia nacional es precedida o acompañada por consideraciones sobre la situación internacional en. cada período. Esta referencia constante al contexto internacional se fun'damenta en el hecho de que todo sistema político reconoce la influencia de otros sistemas que existen en su contoCflO. En el caso de naciones como la Argentina, esa realidad es patente. por cuanto sólo en un sentido muy restringido puede hablarse de un desarrollo nacional literalmente independiente. Casi todos sus procesos han dependido y dependen de factores que proceden del contorno internacional, aun aquellos que parecieron relativamente autónomos a historiadores del pasado. Constreñidos por razones de espacio, hemos buscado cieno equilibrio entre el legado colonial y el sistema de dominación hispánico por un lado, y la exposición de la historia propiamente nacional por otro. Así como no se puede intentar una aproximación a b historia de los argentinos sin señalar los rasgos fundamentales' del pasado español y americano, creemos necesario poner énfasis _y darle mayor extensión relativa- a la historia de la Argentina moderna. Al introducirnos en un pasado reciente nos alcanza la polémica renovada sobre si es posible la historia de lo contemporáneo. Tal vez testimonie la \'igencia del problema el hecho de que los autores de esta obra disientan entre sí acerca de este punto. El historiador que pretende hacer una historia de los sucesos más 7, •• '._-"- ", " I '~~ 1 ' lW Ih ji,'! 'i!; i" recientes, encuentra la dificultad de su compromiso con los hechos vividos y con la privación de fuentes importantes no consultables aún. Pero estas dificultades son marginales frente a la de seleccionar los hechos con valor histórico" cuando se ignora buena parte de sus consecuencias, lo que torna esta selección conietural y significa, de algún modo, una predicción de efectos futuros. Ante la disyuntiva personal indicada y conscientes del interés del lector por hechos que le atañen de cerca y cuyo relato no es fácil de obtener, hemos optado por exponer los sucesos e intentar su interpretación advirtiendo sobre lo mucho que queda por investigar y sobre el carácter provisional de las conclusiones que se extraen. Y a partir de 1955 -año en que en nuestra opinión comienza la historia propiamente contemporánea qe los argentinos~ hemos preferido plantear algunos de los interrog<\ntes que el proceso inmediato deja abiertos. No negamos que nuestras concepciones de la vida presente condicionan nuestra visión del pasado, así corno la relación inversa es también cierta. Pero hemos procurado reducir la influencia de esos condicionamientos tanto como nos fue posible. Esta obra no es una obra "ideológica": no nos sentimos comprometidos con las escuelas históricas llamadas liberal, revisionista o marxista. Tampoco participamos de una suerte de "teoría conspiracional", según la cual lo que pasa en la sociedad, sobre todo lo que disgusta que suceda o haya sucedido, es el resultado de un plan deliberado de algunos hombres o grupos que, además, lo habrían llevado a cabo con extraño éxito. Mas bien tratarnos de aprehender el pasado de los argentinos, o parte de él, como una experiencia pluralista y solidaria de la que se pueden" extraer ciertas constantes. Se trata, por fin, de un ensayo accesible pata estudiantes de nivel universitario y para el público que tiene apetencia de información histórica. De ahí que hayamos limitado su extensión. Para quien quiera buscar mayor o más compleja información, proporcionamos alguna bibliografía interesante. En la nota preliminar a la primera edición dijimos que las ilustraciones no eran ornamentales sino complementarias del texto. Empeñados en que esta "segunda eqicióh --sea económicamente más accesible, acordamos con el editor la supresión de esas ilustraciones. Será un leve empobrecimiento con el que autores y lectores testimoniarán la crisis actual. " Dejamos constancia de nuestro agradecimiento a muchos amigos, profesores y alumnos:" entre ellos, a José María Mariluz Urquijo, por sus orientaciones sobre los primeros capítulosj a Rafael Braun y a Natalio Botana, por las estimulantes discusiones sobre la Argentina moderna y contemporánea; a Susana Frías, por sus lecturas, correcciones y sugerencias. Finalmente, también queremos expresar en esta oportunidad nuestro agradecimiento a dos personas que con su pacienci3 y estímulo constantes hicieron posible este libro: Yuyi Floria y Alicia García Belsunce. C.A.F. Buenos Aires, julio dé 1975. y C.A.G.B. - '"." . !!!!... -- PRIMERA PARTE la Dominación. Hispánica lA CONQUISTA 1 ESPAÑA IMPERIAL España en el mundo \1 En 1492 Isabe! de Castilla y F eruando de Aragón toman Granada, nace Juan Luis Vives y' Cristóbal Colón descubre América Es un año clave de la c;onología histórica, que resume buen~ parte. de. ~a biografía española. La roma de Granada significa la cuJ.mIn?~lOn de _la Recon,uista y un hecho decisivo para la coosohdaclOn de la monarqma en "el proceso de formación del Estado españ?L Juan. Luis Vives evoca las ideas y las creencias del ti~mpo y su mfluencla en Esp~ña. El descubrimiento de América sugiere, por fin, el ~ancharnientb del mundo, una revolución en el tiempq y en e! espacio. En 1492 España vuelve, por decirlo así, a Europa, pero esta vez con" álllmo y talante imperial. Hasta entonces había conocido varios dominadores. Hacia el siglo 11 antes 'de Cristo a los romanos que. hasta el 400 moldearon al pueblo de Hispani;; seis siglos, e¡ deCIr: el do~le del domi~io ing~és sobre- América del Norte, en que el la."n llego a ser lengua hablada p.or el pueblo español y produjo e~cf1tores de la talla de Séneca. _El cristianismo penetró temprano : SIendo abrazado por la mayoría de la población. Luego sucedieron casi tres siglos de dominación visigótica. Y a esos mil años en que ~paña fue con los romanos y con los germánicos parte integrante de Europa, añádense después ocho siglos de contacto con la civilización no europea del mundo musulmán. Árabes, bere"-beres y moros, "que desde el 711 habían ejercido una gran _in.'.fluencia sobre la vida y la cultura peninsular, fueron vencidos . en Granada. 8 9 Siglo XVI: El pode, '1 la gloria , • u "1 A las puertas ?e ~n siglo ,ingular, prepara España su presencia euro~ea: seran. tiempos de poder y de gloria. Pero el siglo X~I hab:l~ de ser tl~mpo de ensayo, gestación y cambio. Nada parcela definItIvo, y Sin embargo pocos lo vivirían como una ruptur~ ~(:tal de la c?otinuidad histbrica o como una quiehra de la tradlclon. En realidad no lo fue. Sucedió la apertura de un orbe cerrado y completo -el del medioevo- y la mezcla de corrientes contradicto~ias. Al mundo de la cristiandad europea se agrega el de las IndIas V a la atmósfera de las creencias tradicionales el intento, de un~ revolución ideológica que se fragua en romo del humanIsmo. del Renacimiento del protestantismo. ~T La situación internacional Hacia fines del siglo x\" ft--ª.--Situación~i-nteFnaeiooalera fluida y t~~s~ El mun~o marchaba fu:cia nuevas formas de organización poh~lca y se artIculaban las grandes hegemonías del porvenir inmedIato. Quedaba atrás uno de los siglos más complicados y enigmátic.os de la historia europea, como alguna vez se lo caÍificara. Un Siglo dual, pues persistía o sobrevivía la vida medieval y se -_avizoraba al mismo tiempo -la vida nueva del hombre---moderno. Oto~o de la Edad Media, al decir del holandés Huizinga y del espanol Ortega y Gasset, el hombre dejaba atrás convicciones que hll.bían sido firmes, sin haber anclado en otras. . Con el fin del siglo xv(dec~inaban)o se agrietaban"structuras y ~lStem.aspolítico~ iba hacia el recuerdo la formidable experiencia Impenal de Roma -otrora nervio de una organización de cuarenta y cuatro provincias y casi cien millones de seres- e incluso el "sacerdotalismo medieval", de que nos habla Marcel Prélot, poliarquía fecunda pero al cabo centrífug~, era por entonces una experiencia secular cumplida. En cambio 'cobran relieve las avanzadas de la mo~ernidad intelectual y sentimental -Italia-, de la religiosidad. -los Países Bajos-, y de la política -España-, donde curiosamente asume dimensión precisa el Estado. El año 1492 está situado en el momento histórico de la declinación del feudalismo y del comienzo de la afirmación del poder monárquic~. La Edad Media -con nombre tan poco feliz- había significado sin embargo mucho más que un mero tránsito entre lo antiguo y lo moderno. Edad notable, de ella nace Europa, una y diversa. Ideas nuevas o renovadas presiden las relaciones entre los hombres y las que vinculan a gobernantes y goberm dos. El arte, incluso, expresa una técnica y un mensaje. 'Pe~o los Lonfines de la época se advierten con las modificaciones de la realidad internacional. ./ En Europa occidental Inghiterra es sacudida por problemas sociales y .p~d~ce la rebeli?n popular de 1381. Viven aún las querellas dmastlcas que hablan provocado la sangrienta guerra de las Dos Rosas y de todo ello surge la aspiración popular y burguesa por la paz. cuya imagen se creerá ver a través de un Tudor fuerte y dominador: Enriquf. Vino Alemania disfruta de un pedodo de. prosperidad econáiJiíca en el que la .liga de Hansa domina el comercio y su capital, Lübeck, se erige en competidora de Roma, Venecia y Florencia. Al sur, mientras los señores tratan de liberarse de la tutela imperial, una dinastía nueva comienza a edificar su fortuna y su poder político: los Habsburgos. Italia tiene a lombardos, florentinos y venecianos, ueducadores económicos" de Occidente, para quienes la búsqueda del provecho es el motor de la vida y el ideal cristiano secundario. Los clérigos ya no tienen el monopolio educativo, los condottieri expresan una nueva manera de hacer la guerra y los mecenas un género distinto de vida cultural. Las revueltas sociales estimulan el deseo ~ de un poder fuerte; abundan ...los tiranos locales, I~s hombres B enérgicos y con sentido de lo desmesurado; Italia es un conjunto de unidades poderosas y rivales:' Nápoles. los Estados pontificios, Venecia, Milán, Florenciacc. la inestabilidad y la-anarquía liquidan los principios. Se clama. en cambio, por el ¡¡príncipe". Pronto surgirá el teórico del poder para la Italia desmembrada. En Eu~opa oriental el proceso tiene también sus actores r sus episodios premonitorios 4el fortalecimiento del poder: en Moscú el zar; en Estambul el sultán. España no será ajena a dicho proceso de consolidación del poder. La península ibérica, entonces dividida en cinco Estados -Navarra, Portugal, Castilla .• Aragón y Granada- será escenario del litigio que terminará con la desordenada rebeldía de los señores en favor de un poder más firme r centralizado: él de los reyes. Política I experiencia En torno. al 1500 se desarrollan tres centros de la vida histórica occidental: Italia, los Países Bajos y España. Se elaboran también las grandes hegemonías del siglo: se desarrolla el imperio español de Carlos 1, se afirma la potencia francesa y Flandes es centro de energía intelectual y literaria. Inglaterra, relativam.ente pobre y sin marina, carente de poderío material, tiene y exporta Ideas. Por ejemplo, la genial y profunda del "equilibrio del poder". Como bien advirr~ó Ortega y Gasset, la teoría de the balance of power sirvió a Inglaterra para usar su escaso poder allí donde le resultara conveniente. 10 11 y tearia RUSIA OC~ANO AHANTfCO AFRICA Mapa de Europa en el ano 1500. En tO?3 Europa occidental se difunde la monarquía ':lbsoluta co.mo el tl~O de gobierno deseable y funcional. Si en la Europa onental se Imponen el zar, el sultán o el káiser es porque el poder adopta las fórmulas y la fisonomía que las diferentes culturas sugJeren. , ,I La .exp~rien~ia es, sin ef!lbargo, convergente. Es desplazado el ~O~S[JtucJOnahsmo feudal V también las ciudades-estados libres pila~es en los que' se había ba~ad~ buena parte de la ~ultura política' llledleval. La estructura de los gobiernos- cambia; .las ideas de 'lo; pensadores políticos también, así como la imagen que la gente se hace, de lo que debe ser el ejercicio del poder. En todas partes el poder crece. y como en toda sociedad su cantidad es limitada, todo aumento de poder de un grupo o de una institució~ ocurr.e necesariamente' a expensas del de otros. En este caso, el P?der regio creció en desmedro de las instituciones rivales: pe.fdieron, recursos y poderes la nobleza, los parlamentos, las ciuda-' des libres \' el clero .. Una idea clave servirá a la racionalización y la justificación de este proceso: la idea de soberanía. La palabra no era n~eva. Su 12 sentido no era constante. El bajo latín de la Edad Media designaba con ella las atribuciones de Ucualquier funcionario investido de autoridad superior".l La expresión se ~cuñó en el francés medieval _souverain- y en general aludía hasta íos tiempos modernos a una autoridad superior dentro qe un ámbito determinado. En ese sentido, es suficientemente ilustrativa la célebre fórmula del legista del siglo XIII Beaumanoir: "cada barón es soberano en su baronía y el reyes soberano por encima de todos". En cambio, la Edad Moderna echa las bases del Estado nacional, magnitud política- qüe se aliment-a de nuevas concepciones jurídicas, que lucha por liberarse de lazos supranacionales y que estimula la defensa de una idea relativamente distinta de la autoridad. En rigor, durante los siglos XVII y XVIII, el debate en torno de la soberanía se concentrará en el tema de la titularidad, porque el contenido y las condiciones de la idea nueva de soberanía apenas se discuten. Es la época del ascenso del ,absolutismo. El momento es tan contradictorio como para contener, casi al mismo tiempo, a Maquiavelo y a los ideales políticos del hU1ll;1nismo, cristiano, y tan rica como para comprender las ideas o construcciones doctrinarias de Erasmo, Tomás Moro, Vives, Vitoria, Suárez. Althusio oJean Bodin., Pero es suficiente para nuestro propósito señalar la presencia, en el mundo que circunda a España, de dos intelectuales que resumen bien los humores y los grandes temas políticos de ese tiempo: Bodin y Maquiavelo. Jean Bodi¡;l y su doctrina. de la soberanía no se entienden sin una referencia a una pre~isa y concreta intención política, que ofrece una doble faz. De un lado, sirve a la formación y consolidación de la nación francesa, perturbada por las trememlas .luchas religiosas entre católicos y hugonotes. Del otro, sirve a la implantación de la monarquía absoluta como régimen político. En el caso francés, ambas fases estuvieron estrechamente entrelazadas.2 En su obra Six livres de la République 11576), Jean Bodin concibe la soberanía como el poder supremo ejercido sohre Súhditos y ciudadanos sin restricciones legales. La soberanía es el poder absoluto y perpetuo de una república. De tal modo, teoría política y experiencia se conjugan- en lo que se considera, con La soberan(a I Con fr. Mario Justo López: Introducción a los estudios políticos. Vol. 1, Teoría política. Ed. Kapelusz, Buenos Aires, 1969, págs. l4R-H2 \' bibliografía indicada. . 2 l,óPEZ, Mario Justo, La soberanía.- Ed. Cooperadora de Dcret:!w y Ciencil!~.Sociales. Buenos AireS". 1%7. pá~. u. 13 , r ::i ¡ l' '"ii general acuerdo,. la cabal exposición soberanía. ,1', ,¡- il,li , del concepto moderno de posterior. L~ primera etapa es I~,"del ciistianis.~o ••"insular", en que la IgleSia se presenta como Isla-en-expanslOn. Desde Pentecostés hasta Constantino los cristianos fueron. en cuanto grupo social, una minoría más o menos compacta. rodeada .por gen~es indiferentes, curiosas u hostiles. De hecho, las comumdades CrIStianas eran "islas. rodeadas por la infidelidad helénica y romana. La segunda es la etapa de la "Iglesia-continente" La conver'o'n religiosa de los que mandan -desde Constantmo hasta la SI ,. di' . 'poca de la Reforma, la acción apostohca e os mlSloneroseunificará cristianamente al orbe europeo y trocar} '1 a .IS 1a en continente. Rodeado o invadido por árabes, mongoles o turcos, el undo cristiano medieval constituye una unidad religiosa. La ter:ra es la etapa de la Iglesia como .uisl~, a la defensi~a". Es )a época en que la Iglesia y )a secular~zac~on expulsan esa desmesurada ilusión medieval. Aunque la iIdeltdad a Roma prevalezca, el cuerpo visible de la Iglesia es de nu~~o "isla". r~d~ada por un número creciente de incrédulos, diSidentes e mfleles. La Iglesia vive a la defensiva. En parte porque formalmente se la despedaza o se trata de hacerlo. En parte 'porque. muchos cristianos siguen viviendo la etapa de la Iglesla-contmente, caen --en la- tentación de pactar con el poder con tal de consegUir la dominación. Esto culmina en la fórmula del trono y el altar. y muchos cristianos tienden a convertir en mal encarnado ~ a.bsoJuto a los hombres contra quienes ellos. en cuanto tales cnstIanos, se ven obligados a comba~ir. La ~uarta eta.pa es la ?e nuestro tiempo. Es la Iglesia "isla envolvente . A partIr de Leon XIII ~e abre el diálogo directo con los hombres y con el mundo. La I?I~Sla sale de )a actitud defensiva y se hace verdaderamente ecumemca. El Concilio Vaticano n, Convocado por el Papa Juan XXIII es el signo relevante de esta etapa. Nicolás Maquiavelo encarna "la oposición al pensamiento medieval en el Occidente europeo. Sus ideas, que reclamarán, cuando se difundan, la atención de buena parte del pensamiento político español, demuestran que vio con claridad el rumbo de la Europa política, como bien dice Sabiue. Nadie aceptó con tanta naturalidad el arcaísmo y la decadencia de las instituciones tradicionales que estaban siendo desplazadas ni percibió con mayor cinismo el papel de la fuerza en el proceso.3 No parte de razones ético-filosóficas, sino de una realidad que pretende trans~ formar, preocupado por la unidad italiana. El unto, palabra que cobra desde entonces significación decisiva, es para Maquiavelo algo tangible. Se interesa en que el poder político surja firme y sin grietas para unificar la sociedad italiana de su tiempo, anárquica y corrompida. En su libro más famoso -El principe- no trata del Estado como elemento constante, sino del príncipe como sujeto personal y concreto titular del poder. Por sus creencias. Maquiavelo es partidario del gobierno popular cuando es posible, y del monárquico cuando es' necesario. Pues bien: Italia necesita de un gobierno eficaz, y Maquiavelo se inclina por la monarquía absoluta. Sabine advierte que el pensamiento de Ma'Iuiavelo, empírico' y asistemático, no es representativo .de todo el pensamiento europeo a comienzos del siglo XVI. Pero con el tiempo se irán difundiendo algunas de sus ideas como representativas de una manera europea de concebir y de hacer la política. La religión, por ejemplo, gran tema del tiempo y de los españoles, es aceptada en este italiano local.ista porque favorece a menudo la fidelidad a la ley, la concordia y la obediencia. Pero tiene para él un sentido instrumental: no es sino un medio para que se imponga • urazón de Estado". Porque para Maquiavelo sólo hay un punto t"me, el Estado, como objeto del hombre político activo. " ¡ Religión, economía o El. perfil del mundo que cirCunda a España, apenas esbozado. necesita ~e otros trazos fundamentales. Casi nada de lo que acontece en .este siglo puede ser entendido si río se tiene en cuenta el factor religioso. La historia de la Iglésia Católica es, en ese sentido, paralela. e insoslayable. Pedro Laín ..Entralgo distinguió alguna vez cuatro etapas que nermiten visuplizar mejor lo que entonces acontecía y_el oroceso .3 SABINE, George H., Historia de la teoría política. Cultura Económica. México, 1965. págs. 249.264. • l~ Ed. Fondo de o. y y cultura A fines del siglo xv y eu el XVI, la Iglesia Católica aparece Ubicaci6n de la concepción situada, a )a vez, sobre dos de las imág~n~s anteriores: uva d~Ja.ndo religiosa en el de ser "Iglesia-continente" y se va deflmendo como Igle.s~a-Isla- siglo XVI a-la-defensiva". De la primera es signo ta?to. )a lab.or miSIOnera como la relación de. la Iglesia con los 'prmclpes crIstianos. para cuy~ gestión política la Fe era una bandera y una suerte d.e.pro~rama de lucha. De la segunda es, sobre todo, .el. Conc,h?de Trento, e(-más .Iargo de todos .Ios concilios, se eit.endió entre 1545 y 1563, logró definir los dogm.as c'tohc?s negados por Jos protestantes, y corregir abusos denunCiados por estos ~or muchos católicos. Pero tanto la época como la Reforma condlcJOnaron la mentalidad conciliar. Si la obra dogmática fue fundamental, la a~titud general fue de condena, de reprobación. de errores y de defensa de la Iglesia res~ecto de un mundo extenor y hOS[I1. o .p~e~ r 14 15 El 31 de octubre de 1517 el monje Martín Lutero había fijaJo sobre la pue~ta de la cap.ma del castillo de Wittenberg noventa y cmc? propoSIciones ~endlentes a demostrar queJa indulgencia confena a los pecadores una falsa seguridad. Pocos previeron que el ~sunto motivaría ecos formidables. La Reforma protestante habl~ comenzado, y al cabo, tanto o más que en la ,Edad Media, habr!a. de mezclar la política con el credo religioso y los dogmas teolog!cos. J~nto con las controversias sectarias a que dio .lugar, tomarla el mismo rumbo que el proceso general de consolidación del poder monárquico. Lo~ datos de la sociedad economlca de la época tampoco la .socledad económica contradIcen el proceso descrito. El comercio se convirtió .en uno de los factores de disolución del orden feudal. Las características de la economía medieval favorecían el aislamiento. Recogidas sobre sí mismas, las ciudades producían para el autocorisumo, como econ~mÍas cer~adas. No tenían. mercados exteriores y por lo tanto el mtercamblO con otras reglOnes era escaso. La agricultura era la base fundamental de la actividad económica y la pob~ación se concentraba casi totalmente en áreas rurales. Por" eso, la ~r?piedad de la tierra en manos de grupos reducidos gravitaba d~clslvamente en el orden político y social." La expansión comerCIal de !o~ siglos XI al. xv cambió el panorama. Nota singular y caracteflStlca del cambIO fue el papel asumido por el riesgo: los métodos de transporte primitivos, sobre todo terrestres, los azares de la navegación marítima, los, peligro~ de la piratería. Por eso las mercaderías .preferidas eran las de poco peso y mucho valor, y los' artículos suntuarios de Oriente, que reunían esas cond~ciones, s~rían el núcleo principal del comercio medieval. El bajo mve~ de Vida de una población predominantemente rural derivó el comercio de los artículos suntuarios los pocos que tenían gran ":Boder económico. -terratenientes y Juego comerciantes- según .,'dvanzaba el proceso de urbanización.. . ~i' ..._~ El cambio se tradujo en la extensión de los teiri~orjos' que entraban paulatinamente bajo el .dominio del poder .real; en J3~ ampliación y coordinación unificada de las comunicaciones; en él ensanchamiento del mundo que produjeron los descubrimient9s del siglo xv. De la rigidez y el localismo municipal se pasó con cierta violencia a la libertad anárquica y al mercado aventurero. Un tipo de comerciante desprendido de la tutela de los gremios iY de las ciudades, con capital disponible para emplearlo, donde~más rindiera y con espíritu de empresa. surgió como wta suerte a .:J I, Religión y pallUca . 4 FERRER, Aldo. La economía argentina. Fondo de Cultura Económica. .\léJCicn, 1963, págs. 17-21.' " de conquistador. de una más. amplia y abierta sociedad economlca. Roto el aislamiento de las cjudades, extendídas las fronteras del comercio, éste no pudo ser dominado por aquéllas. La sociedad económica se haría, hacia el siglo XVI, a la medida de lós territorios dominados por las monarquías. La relación entre los protagonistas de ]a sociedad económica y los de la sociedad política sería cuestión de tiempo, de necesidades, de intereses y recursos' concurrentes. El poder re~1 intervino deliberadamente en la explotación de los recursos nacionales con suerte diversa. Llevó a cabo políticas concreta~ .para incrementar .e,1comer~io. interior y exterior. El mercantdlsmo fue la verSlOn economlca del proceso político de consolidación del poder regio. Teoría nueva, según la cual la potencia de un Estado se funda sobre .la riqueza de su comercio, justificó la intervención del poder real y dio lugar a una nueva clase de hombres con mucho dinero, espíritu de empresa y una ética vinculada con el prov~cho económico, que al cabo los haría enemigos naturales de la nobleza y aliados del rey. El desarrollo de la monarquía como poder altamente centralizado, capaz de alentar y estructurar la formación de un aparato administrativo de apoyo, y la difusión del mercantilismo como orientación fundamental de la economía de las grandes potenci.as, serían procesos convergentes. El mundo en el que se inserta la España i~perial no sólo Vida alienta humores especiales en lo religioso, lo político, lo económico y lo social. Es toda una vida cultural la que sirve de ambiente a esta época. El Renacimiento, que en un sentido denomina a un movimiento intelectual que comienza a fines del siglo xv y se expande en el primer cuarto del XVI, buscó su inspiración en ..~ la antigüedad clásica estudiada directamente por Jos humanistas y :.no como consecuencia de la transmisión cristiana. Y en otro sentido vino a calificar todo el proceso que describimos, en el que la m~jestuosa construcción medieval, q.ue .repo~aba sobre la' doble autoridad del Papa en lo espiritual y del Emperador en lo tem.poral, se agrieta primero "Y se derrumba después.~1 ' .) : El Renacimi~nto tiene, por lo. tanto, manifestaciones distintas ¡pero no divergentes. La expresión artística es una de ellas. Se' ,¡expande desde Italia a toda Europa. La influencia itali,na es' des- ' _igualmente comprendida y asimilada, pero es formidable porque el siglo, XVIes nada menos que la época de Miguel Angel, de Rafael y de Ticiano. Menos rico que el italiano, el Renacimiento francés. r. CHEVALLlEJI:. Jean Jacques, Les grandes oeu'IlTes politiques. De Machitl'l.!elti nos jourr. Ed. Armand Colino Paris, 1960 (hay edició~ castellana). 16 17 ~'~ .. ~-~~-------------'~ y cultura " e vuelca en castillos, residencias particulares, obras profanas. La arquitectura religiosa permanece fiel al estilo gótico. Incluso Portugal aporta un estilo -el "manuelinó", desarrollado en el reinado de Manuel (1495-1521)-adaptando a los edificios góticos una decoración plena de fantasía en la que elementos antiguos se mezclan con plantas exóticas, motivos marinos y otros testimonios de su gran aventura nacional.° España vive, según veremos. su notable "Siglo de Oro". España desde dentro La descripción precedente brinda los elementos fundamentales de la situación europea, es decir, del contoroo de España. Ideas y creencias, conceptos del Estado y del poder, formas de vida y expresiones culturales, litigios religiosos y valores de la sociedad económica procedentes del contorno, penetran la vida española. . Con frecuencia. la perspectiva histórica sólo tiene en cuenta dicho contorno y no expone las cons~cuencias de esa penetración, ni las transformaciones que sufre al adaptarse a la manera de vivir la vida, personal y social, que los españoles tenían. Se trata de ver ahora a España desde dentro. La sociedad España llega a la esquina de los siglos xv y XVI con la experiencia ambivalente de )a guerra de la Reconquista. Granada fue conquistada rras dura lucha, que duró desde 1481 hasta 1492 y remató casi ocho siglos de guerra contra los musulmanes. La guerra no fue, pues, un estado de excepción. Ocho siglos de lucha habituaron al país a la vigilia de las 2rmas, y un .l?"aís..~n armas aspira tanto a la unidad del mando como a la paclflcaclon v a la unidad política. Mientras gran parte de Europa trataba de resolver el problema de su fragmentación en un mosaico de cuerpos políticos diferentes, España ve crecer un poder real favorecido por las consecuencias de la guerra, apoyado cada vez más en una organización administrativa, preocupado en des~rrollar las comuniCaciones -caminos y correo- y con un creciente y concentrado poderío militar. Todo un sistema asentado sobre dos reinos estratégicos: Aragón y Castilla. .. . La base de poder que significaban Castilla y Aragón fue claramente ponderada por los reyes Isabel y Fernando: Castilla tenía AUBERT, André y o[ros. Confr. Ed. Classiques Hachetre. Paris, 196$. . 18 ti Hirtoire. Le monde de 1128 « 1715. una superficie de 355.000 km' y una población de 7.000.000 de habitantes. AragéJO JI 0.000 yo 1.000.000, respectivamente. Amhos reunían, pues, ocho millones de personas en 465.000 km:! de superficie. El relieve de esta base territorial y demográfica se advierte mejor comparándola con reinos y ciudades españolas -Navarra tenía apenas 100.000 habitantes en veinte mil kilómetros cuadrados; Granada 7.00.000 en treinta mil V Madrid contaba con menos de 10.000 personas-, y con reinos o. Estados europeos -Frllncia entera se aproximaha a los 10.000.000 de habitantes e Inglaterra a los 2.000.000. En el mundo español de los Reyes Católicos ocho de cada diez habitantes eran campesinos. j. Sobrequés' perfila una pirámide social en cuva extensa base estaba situada la enorme mayoría campesina y un i~portante número de menestrales o trabajadores de las ciudades. Era posible distinguir todavía a los menestrales de los pobres, pues en las ciudades aquéllos vivían en un limicado y relativo bienestar comparados con los campesinos, económicainente muy débiles y aún en proceso de mayor empobrecimiento y todavía incapaces, en general, de reacciones sociales, salvo en ~Igunas regiones de Cataluña y Aragón. En el nivel siguiente se hallaba lo que hoy llamaríamos la clase media -los sangradore.'i, los notarios, los artistas de nota, los patronos industriales, los mercaderes V corredores-o Pocos V de escasa influencia. como no fuera nmni¿ipal, pues dirigían co;poraciones gremiales y participaban del gobierno de la ciudad, en la que vivían Jos judíos. E.••ta burguesía tendría en España un sentido político más bien que un sentido económico apoyado en solidaridad de clase. A medida que se asciende hacia la afilada punta de la plramide social de la España de la época, se encuentra a la aristocracia, dividida en tres grupos principales: los grandes y barones -nobles por derecho propio-, que no eran más de cinco mil¡ los militares o gentilhombres -nobles por extensi6n-, que entre. infanzones. hijo~dalgo .Y donceles no llegaban a cincuenta mil; y el -patriciado urhano, compuesto por unas sesenta mil personas. Se puede visualizar ahora la estructura de dicha pir'ámi~e .social: una base enorme compuesta por seis miHones de personas, una franja media que apenas llegaba al millón y Un pequeño sector en la cúspide que no superaba las ciento quince mil y qt,le durante el reinado de Fernando e Isabel, cuando la población llegó a ser de diez millones de hahitantes, se limitaba al 1,6 '¡' de aquélla. La la base territorial del poder real 1 VlqNS VIVES, J. Historia cc!{ma, 1961. Colalwracit'lIl p;i,!!s. 107 y siguienteS". Je de E~patja y América. E~. Vitens Vives. B¡¡rSan[Íago 5(1hrequés Vida) en el ({lmll 11, . 19 ~ , ." ¡ "i' I base ecanamlca del poder de dicha aristocracia, que servía de soporte al poder político y social que tales recursos permitían. era la tierra, distribuida en proporciones inversas a las ~ecién descritas:" los pocos tenían muchísimo y los más tenían muy poco . El 97 % de la tierra estaba en propiedad de aquel 1,6 % de la población, y el 98,4 % de ésta poseía algo del J % de tierra restante. Los.grandes y barones tenían el 49 % de la tierra; la nobleza de segundo grado, los obispos y el patriciado urbano el 47 % Y algunos componentes de los sectores medios el 4 'fr. La distancia social se reflejaba también en los recursos. Los ingresos anuales de un miembro de la nobleza :-el marqués de Villena, por ejemploeran de 100.000 ducados; los del obispo de Santiago 60.000. Pero el médico real ganaba 240 en el año, y un jornalero nueve. Ancha en su base y afilada en su vértice, la pirámide social no era sin embargo tan rígida e inmóvil como la imagen sugiere. El acceso a la nobleza estaba abierto en "todas las direcciones, había continuidad entre el noble y el no noble, mientras el clero aparece como un estamento con" sentido corporativo. En dicho escenario social operó hábilmente el poder de Fernando e Isabel, circularon ideas y creencias con suerte diversa V mostró su fisonomía singular el hombre español. cueocia a la lihertad, con la pasión. Il' A su vez, la patente diversidad de España, como la califica Pedro LaÍn, se realiza a través de cinco motivos principales: el regional, el cron~lógico -ru~s com.o puebl.o ~i~jo conti~ne ":o~os de vivir pertenecIentes a dlstmtos nIveles hlstoncos-, el I?~ologlco _porque la disparidad en ocasiones se exaspera y pohtIZ3-:-, el temático -porque la actividad creadora de Jos españolés se onenta hacia temas siempre plurales-, y el social -que según veremos se manifiesta desde los siglos X\"I y X\"ll en diferencias económicas y culturales acentuadas entre los niveles más altos y más bajosde la vida española. s . "¿Todos aparte o partes de un todo?", La feliz expresión de Ortega y Gasset en España in'Verte~ad~ sugie~e dicha tendencia al particularismo que agota ~n la hlstona espanola ~uchos grandes programas de vida colectiva y se traduce en aCCltudes y cornpurtamientos. l' ' J !: .• El hombre Como dirigente o como parte del pueblo, el hombre español fue protagonista. Escritores de todos los ~iempos añadieron segmentos a su fisonomía: espíritu áspero. y seco. sin términos mediosj desinteresado y a veces apático. pero con energía inagotable para lo más complicado; humanitarista y fraterno. -llano en la altura, digno en la pobreza-o tradicionalista -la adhesión a lo antiguo le ha parecido lo más seguro y el estilo de vida más sobrio-, pero también idealista y religioso: Por la honra I pon la vida I y pon lor dor, I honra y vida, I por tu Dios. : r Sin embargo pocas notas características de los españoles han conseguido tan general coincidencia corno su individualismo y la proyección. política y social de éste: el particularismo. En la España una y diversa, el individualismo no es filosófico. Claudia Sánchez-Albornoz señaló bien que los españoles no hubieran escrito- nunca los derechos del hombre frente a la sociedad,. sino concretos derechos de la sociedad sobre los individuos. UNo se reglamentan los riegos sino donde escasea,e1 agua". La Carta Magna define libertades; la de León fija normas de justicia. Afirmado en el orgullo y en la pasión ibérica, el español se ha unido con fre- 20 1---,,-,.. --====~~ __ .__ se ha multilJlicado con el coraje y exasperado Las partes del todo comienzat.t a ~jv~r. com3 tc.dos. aparte. A este fenómeno de la v.lda hlsto~lca lI~m~ yo particularismo ( ... ) cada grupo deja de sentirse a SI mlsmo como parte y en consecuencia deja de sentir los sentimientos de los demás. En la nobleza, el honor, la gloria, el ejercicio guerrero, conviven con la tentación a la holganza. La fe religiosa favorecía una visión optimista de la vida, estimulaba el instiQto gu~rre~o y el desprecio del riesgo. El guerrero "se traga la existencta sm pestañear, con todo su dolor y su riesgo dentro'" diría Orteg~. Pero si la nobleza tuvo los mismos ideales que la de los demas países de la Europa occ~dental, no tuvo el mi~mo -recl?t.amiento. La baja nobleza se creo en Europa por el VInculo tlplcamente feudal del vasallaje y luego por los "menestrales". En España se furOlé)por el servicio de la guerra. De allí también el movimiento entre las clases, desconocido en otros países medievales. No fue. pues, ~n sector cerrado, dado que el ascenso social- podía conquistarse con el servicio guerrero distinguido, por la famil.iaridad con la muerte. Los ideales y concepciones de la nobleza ter:tÍan así un canal de comunicación "popular, pues cada uno era, potencialmente, un futuro hidalgo. En cambio. la burguesía habría de tener, por mucho tiempo~ desarrollo anémico. Sólo se hi.zo fuerte donde la' r:t0bleza era casI ~ LAíN ENTRALGO, Pedro, Una y diversa España. Ed. Eclhasa. Barcelona, 1968, págs. 2S~46. Sobre el tema: Menéndez PidaI, Gómez Moreno. América Castro, Dámaso Alonso, Pío Baroja, además de los nombrados Laio y Sánchez~Albornoz. De Onega y Gasset, ver O. c., tomo 11I, pág. fiN. I 21 Particularismo inaccesible -Cataluña, 'por ejemplo- y creclO a diferente compás que en el resto de Europa. La infancia de la burguesía castellana coincide con la madurez y el triunfo de la italiana, de la flamenca, de la francesa. Oríginalmente halló tres cenrros de desarrollo: Burgos en el norte, Sevilla en el sur, Medina en el centro.9 Entreranto, el desarrollo del hidalguismo fue notable y con consecuencias. Celoso de sus }lrerrogativas. sus pautas culturales, ideales y ritos fueron semejantes a los de la nobleza. así como su desprecio por el trabajo manual. Ja industria r las' finanzas. Su poder social derivaba de las gracias reales por vía de privilegios y..en las guerras -de la Reconquista aquéllas fueron acompañadas por cesiones de tierras, con lo que el relativo poder económico de los hidalgos rambién procedía del poder\-egio. Los únicos ricos situados entre el puebió por un lado y )a nobleza y la burguesía por el otro, eran los judíos. Hábiles para multiplicar su riqueza, se dice que su aporte .al desarrollo del país fue relativamente escaso. Su poder económico estimuló la envidia. ra xenofobia y al cabo el asedio de los demás sectores españoles. Fueron quizás esos motivos, más bien que Ja diferencia religiosa Jos que inspiraron su expulsión, que Claudio Sánchez-Albornoz califica de demagógica y tardía.lo Pero España tenía además otra categoría, social: la de los hombres uJibres". Eran libres los caballeros, los burgueses y los campesinos sin caballo de las tierras nuevas. o que habían recibido privilegios; los hombres de behetda o pequeños propietarios que rendían homenaje al señor que quisieran y que podían cambiar de señor a su arbitrio; y los colonos. que' no estaban afectados a tierra alguna y en consecuencia podían, por el abandono de aquélla. cambiar de señor. . . Si España fue siempre una y diversa, el hombre español expo~ ne en todo tiempo una imagen polifacérica. Ella explica qúe llevara a España a una de sus posiciones más brillantes y fuera asimismo protagonista de sus más notables empresas nacionales e interna.cionales. Y que fuera juzgado, elogiado o condenado, con argu. menros extraídos de su acción y su pasión polivalentes. n Barcelona, en Cataluña, representa una excepción en el proceso, pues penenecía :a la única región española que tuvo un sistema feudal paralelo al ~d resto de Eurap,a. _ . .•" SÁNCHl":z-AL~RNOZ. Claudio, ESpa'1ia, 7111enigma hist6rico. Ed. SuJ::uI~erlCana.~uenos Aires, J9~~•. tomo 11,págs. 258-60 y págs. J63-298, si S~ qUiere ampltar el tema. de difiCil acceso y ponderación. El poder, las Ideas y las creencias El período comprende tres grandes reinados: el de los Reyes Católicos Fernando e Isabel (1474-1517), el de Carlos l (15171556) yel de Felipe 1I (1556-1598). La política de los reyes es uno de los caminos posibles para describir la é!,oca, pues apretados unos contra otros, hechos de distinto relieve adquieren la fisonomía de un gran gesto histórico tlue se revela hasta Felipe JI como un formidable proceso incorporativo de comunidades hasta entonces separadas. como Una historia ascendente y acumulativa, y desde f 580 como un proceso de decadencia y desintegración. ~ta visión impresionista de la historia españoJa no es desdeñable: permite ver situados en la parte ascendente del, gesto hechos y procesos sensacionales, como el Descubrimiento, la Conquista y la Colonización. y en la parte descendente hechos que conciernen directamente a la historia de los argentinos, como la Revolución y ,la Independencia. Menéndez Pidal coincide en que "las altas dotes de Felipe II y la grandeza de su concepción política mantienen el imperio en creciente, pero se prevé que el menguante comenzará en seguida". Expresión cultural de la historia ascendente de España es el llamado "Siglo de Oro", que en rigor comprende los últimos años del siglo xv, todo el XVI y la primera mitad del XVII. Es decir .que precede al "gran siglo" francés -desde CorneiJle a Saint-Simon,. y que en realidad contiene sólo setenta años brillantes- y supera largamente la centuria que lo bautiza -pues comienza en Colón y culmina en Calderón y MuriIJo-. Su fama no alcanza quizás al del francés, pero no es injusto decir que lo supera en esplendor. y tampoco es dato desdeñable comprobar que en la relativa minimización histórica del "Siglo de Oro" español mucho tuvo que hacer el éxito del proselitismo político europeo contra el proselitismo político español: aquél logra plasmar la denominada "l~~ yenda negra". :este deberá esperar la objt;tividad histórica, siempre relativa, para neutralizarla . El inventario 'cultural del "Siglo de Oro" es, en efecto, impresionante. Movilizado por el factor religioso y por las empresas de expansión colonial, contiene a los humanistas, como,. Francisco de Vitoria, Juan Luis Vives, Juan de Ávila, fray Luis de Granada, fray Luis de León. ES el tiempo de la poesía del catalán Boscán y de su amigo Garcilaso de la Vega. De la arquirectura de Alonso Berruguete, animadór del plateresco, y del arte singular de Miguel de Cervantes, que publica la primera parte del Quijote en 1605, y describe,hasta su muerte en 1616, la epopeya de España y de sus hom- 22 23 Expresión cultural del ascenso: El Siglo de Oro 'l bres. Incluye asimismo a talentos como Francisco de Quevedo, Lope de Vega, Góngora y Gracián. Y todavía resta por señalar lo que constituye para algunos el núcleo de la fama del arte español: sus pintores. Porque la pintura española bastaría por sí sola para rev~lar. alojo avizor, _el esplendor creciente de la España singular que dcscribi~nos. 1.:3 generacir'1O decish.a nace preci!'amente en el siglo XYIy alcanza el XVII. Incluye a Ribera. Hega hasta Velázquez -nacido en Sevilla en 1599-, y también a Zurbarán, a Cano, a Murillo y a Valdés Leal. Y pertenece a ese siglo la audaz reni?vación plástica de El Greco. , La monarquía bicéfala de los Reyes Católicos El proceso unificadnr de España, que venía operando desde la época del Cid, se consolida Con los Reyes Católicos. La unidad no fue expresión .unilateral de Ja aspiración de los grandes y de los nobles, sino también del pueblo. El matrimonio de Isabel y Fernando estaba en Ja línea de las aspiracionés pop.ulares. contrarias a matrimonios extranjeros reinantes en la 'península, .y dicha línea reaparece en manifestaciones distintas, hast~ el p'unto que se revela en los juegos infantiles y en la literatura de su tiempo. La época de los Reyes Católicos comprende cuarenta y tres años, pues aunque Isabel murió a fines de 1504 y Fernando al empezar el 1516, los cortos períodos de gobierno de Felípe el Hermoso y del cardenal Cisneros en Castilla no alteran la política monárquica promovida por aqu~Uos. Esa política se encaminó a realizar la unidad española. a robustecer la autoridad real, a dar importancia internacional a España y a continuar la expansión tradicional de sus dos Estados fundamentales: Aragón en el Mediterráneo y Castilla por el Magreb y el Atlántico. La monarquía de Jos Reyes Católicos tuvo las caracterIsticas de los cambios políticos generales de la época, según lo expuesto: centralización burocrática, consolidación del poder regio, intervención en la sociedad económica. Esto se' produjo sin desmedro de la autonomía relativ~ de Aragón y de Castilla, que permanecieron con administración, leyes y Cortes. propias. La estructura del Estado, cuyo vértice estaba ocupado por los reyes, tenía como organismo principal el Consejo Real, reorganizado en 1480 y desde entonces eje del comportamiento moná~quiéo hasta bien entrado el siglo XVI~. Lo componían un prelado, tres caballeros y hasta ocho o nueve letrados. Predominio de los juristas, contención de la nobleza. El Consejo leal entendíal~n secciones y salas diferentes, de asuntos de p.olítica "terJor:dejusticIa;<!e hacienda y de Hermandad. El poder real ie impuso sobre la nobleza, logró un dominio suficiente sobre las ciudades, organizó la burocracia y las comunicaciones para el ser-. conducción V el más efectivo alcance del vI'c',o más eficiente de la .. poder regio hasta los confines. Si la guerra favoreció, según se dijo ya, la consolidación del der estimuló la formación de un ejército "nacional". Y todos poos instrumentos , . b" y formas de con d"UCclon tuvieron tam len esfecros en la economía. Se elaboró una suerte de po l'Itlca . econo-, e b ., mica con intervención deliberada de la monarquí~. que a no oertos. trazó caminos. y cuidó -con relativo aClerto- de la ~ida industrial castellana. Favoreció la organización gremial con el propósito de mejorar el trabajo de los menestrales y dictó pragmáticas para reglamentar la jn~ustria textil, J~ ~e1 bord~d~, la zapatera, la jabonera y la de arm~rla. Pero la pol.lt~c~ economlca de l~s Reyes Católicos no pudo salvar _el retraso l~lclal de .Ia econOffila española frente a la de .otros pueblos de Occlden.te, 01 pud.o cambiar la mentalidad española respecto del comercIo y las fmanzas. El viaje de Colón trasladó el centro de interés económico del Mediterráneo al Atlántico. Las consecuencias de dicho desp~azamiento fueron vigiladas por la monarquía española, pero gravitó en el porvenir de su economía algo más profundo y constante: la estructura sociopoJítica de la península Ibérica. Tres elementos étnico-religiosos coexistían: el católico español,.el moro ~ el j~d.ío. La coexistencia veríase afectada tanto por la, mtolerancla relIgIOsa como por Jos éfectos de la guerra de la Reconquista. Con la conquista de Granada se firmó .el edicto que daba :J. los judios cuatro meses de tiempo -desde el 30 de marzo de 1492- para elegir entre la expulsión y el bautismo, sin posibil~dades de salvar el oro, pues la exportación de los metales precIosos era cosa prohibida. . El problema judío se transformó, así, en cuestión desencadenante de efectos económicos y sociales. En regiones como Andalucía, tanto el movimiento bancario como buena parte del comercio internacional eran realizados por los judíos. También mucho de la vida industrial. Los .moros se reclutaban como a'ttesanos o agricultores especializados. Las conversiones atenuaron parcialmen-. te el daño, pero no lo compensaron con suficiencia, por la actitud de nobles e hidalgos, que despreciaban el trabajo manual, y la prevención del español respecto del manejo del dinero. La vigilancia del Estado y del Santo Oficio hizo el resto. Al cabo, esta CIll"- 24 25 Una polfllca económica intervencionista ¡ I Católicos, y jud[os moros I tión hirió de gravedad la formación de una burguesía artesana y mercantil en esa época en que España no vivía en la abundancia. Carlos I Y la concepción " l. imperial La obra unificadora de los Reyes Católicos hubiera podido continuar bajo el mando de un príncipe españolo extranjero, a pe~ar de la prevención española hacia los gobernantes extraños. Pero Carlos de Gante, quien setÍa Carlos I de España, complicó las Cosas cuando inserró los dos reinos ayuntados por la diarquía de Fernando e Isabel en una gran estructura imperial, gobernando como Carlos V de Alemania. OctANO ATLANTICO Carlos, nacido en Gante en el 1500, recibió los dos reinos en un ambiente de pacificación y de concordia, en el que pocos avizoraban grandes crisis. La época parecía propicia para alianzas y coincidencias. Príncipes educados en una mezcla de humanismo y caballería podían emprender una suerte de "política de la cristiandad", estructurada en torno de cuatro líderes regios: Enrique VIII, Maximiliano 1, Francisco I y Carlos I de España. Cuando Carlos llega a España, se clausura el concilio de Letrán. Maravall, que subraya 0PQrtunamente la influencia que entonces tenía la Iglesia Católica en el ambiente y entre los hombres de poder, destaca las líneas trazadas por el concilio para ser seguidas en empresas políticas: asegurar la paz entre los príncipes cristianos, reformar la Iglesia corrigiendo abusos que por todas partes se denunciaban, reducir las herejías que amenazaban la unidad del cristianismo y hacer la guerra al infiel. 1: " I M A R AFRICA Reinos pertenecientes Reino d~ ,~a~arra. incorporado Esa cuádruple recomendación es importante para entender el comportamiento de los reyes, la marcha de la conquista y el derrotero imperial de España. En Carlos I dicho encuadramiento tiene expresión singular. Básicamente cristiano y de su tiempo, cree en el universalismo político y moral. Hombre de poder, acepta las técnicas apropiadas su conservación, maneja los matrimonios dinásticos, se interesa por la nueva técnica militar. Tiene una concepción patrimonial de la dominación política y cree en el "derecho del Imperio" para reglar las relaciones de manao y obediencia. Su concepción se mueve en dos planos que gravitan también sobre su acción política: el del Imperio Alemán -o sea la organización política de los príncipes alemanes- y el del Imperio Cristiano -es decir el que debía expresar e institucionalizar la organización política de la cristiandad. 26 a Castilla en 1513 . m Wi:;',~:::J R R A N Posesiones del Santo tm~rio Reino de Bohemia (Fernando Romano-Germánico de Habsburgo) Mapa de los dominios españoles en la época d.e Carlos I con indicación de los correspondientes a la época de los Reyes Católicos. La trayectoria entera de Carlos [ de España estará marcada por el esfuerzo COnstante tendiente a imponer una idea imperial que concibe nue\'a, sin lograr zafarse de una idea imperial que en rigor era tradicional. a 'i', a los Reyes Católicos Cuando en 1548 dicta sus últimos consejos a Felipe, su hijo. la pretensión de insertar los reinos españoles en un único imperio se habrá frustrado. Por eso II I [reine a su antigua tesis de que era necesario reunir en una sola mano todos Jos dominios de la Casa de Austria para sostener el Imperio del mundo, acepta ahora la exis- 27 ...•.. .~ ~ tenda de un Imperio germánico y junto a ,él un complejo de poder hispánico-flamenco-italiano, que hace del rey l' I ' 1: ; 1r',. España, Venecia y Rom? -entre 1570 y 1571-, mientras se difunde el malestar antiespañol por Europa, impresionada por los dc Esp~1I1a el poseedor de l1n~ potencia \Trdadcralllcllt~ triunfos peninsulares. Francia aliada con Turquía, Inglaterra, Aleimperial." mania y los Países Bajos, prevenidos, son campos de resistenda o de guerra potencial. ~n esos tiempo~ ~ elipe 11.extiende l~ cruzada Sus instrucciones serán decisivas. Fe.Jipe hallará trazado el careligiosa hasta FranCia, en cuya polmca mtenor y exterIor mtermino para una hegemonía internacional. En él culminad el adevienen con aires de tutela Inglaterra y los Países Bajos. Las guerras mán ascendente de la historia imperial cspaJiol:l. de r~ligi6n son el símbolo de la época y la Liga, soluci6n típica del siglo XVI, representa una suerte de alianza político-religiosa' de La monocracia egocéntrica cat61icos dirigentes con el fin de apoyarse mutuamente, llegando de Felipe 11 ,a oponerse o a imponer reyes, o a evitar que lo sean hasta tanto abjuren de creencias co~trarias al catolicismo, tal el caso de EnFelipe supo utilizar el cálculo dinástico con singular pragm:lrique de Barbón. En los Países Bajos, a su vez, se consumirán por tismo político. El matrimonio entre dinastías cs. par;l él, ante todo. muchos lustros tesoros y energías. una so!uci(m de conflictos \' un medio de acrecentamiento de su Hacia el fin de su vída, el viejo y enfermo Felipe n firmaría poder. En la vida de Felipe"1I figuran varias reinas. la paz de Vervins -1598- abdicando en favor de su hija la inSin ironía podría hahlarse de Hmatrimonios geopolíticos", tan fanta Isabel Clara Eugenia y de su futuro matido, el archiduque pronto corno se compare el mapa y la relación de fuerzas de los Alberto. Súmese a esa acci6n la desplegada en Inglaterra y la reinos de entonces y se tenga presente el ol"igen geográfico de hlS política peninsular, que culminó con la ocupación militar de Poresposas de Felipe:. Portugal, Jnglaterra, Francia, Austria e indirectugal en 1580 para J.acerse rey en 1581, y se tendrá un cuadro tamente ltalia . aproximado de la energía de España y de Felipe n, quien muere . Con la paz de Cateall-Cambréssis, que dio cierta ventaja a en El Escorial -monasterio e iglesia, mausoleo y palacio, escuela, Enrique 11 y fue base de la "paz católica", como se llamó al fin de museo y biblioteca-, manifestaci6n de sus tendencias y de su la larga lucha entre España)' Francia, terminó la primera parte del espíritu, construido entre 1561 y 1584. Tenía setenta y un años. reinado de Felipe, epilogo si se quiere del de Carlos 1, y señaló Había reinado cuarenta y dos. el comienzo de la política .de la Contrarreforma y del predominio cspailol en Europa. Las líneas maestras del concilio .de Leerán La teoría política española todavía son patentes. Porque los devaneos amorosos de Felipe Il del siglo XVI no excluyen la prudencia, la escrupulosidad y el cuidado en el ohjetivo de la rest:mraciém o de la expansión del catolicismo. Estas Tambíén en España la historia del pensamiento político es razones explican en parte el Tllatrimonio de Felipe con María la historia de sus problemas, relación recíproca entre, la teoría Tudor, la "Sanguinaria", a q'uien <l.poya en su campaña po1íti~oy la experiencia. A la par de Europa elab6rase la concepci6n del religiosa en Inglaterra. También explican la persecución a los JUEstado que marcará las ideas políticas de la península y de sus díos y moriscos, mientras hacía lo necesario para que el largo, colonias. Esto significa que España llega a tener una verdadera llccidentado V decisivo concilio de Trento rematase su obra, que escuela del pensamiento político en el siglo' XVI, situada entre según mucho's.fue posible por Felipe y por los teólogos españoles. los posglosadores y canonistas de los siglos XIV Y xv, Y Jean Bodin, Felipe n acepta el combate en ro'dos los frenres donde se litiAlthusio y Gracia que representan el tránsito del siglo XVI al XVII. gue por la expansión imperial de ~spaña y se necesite una cruzada El pensamiento español del siglo xv, trata especialmente del religiosa. Es la época culminante oe la lucha contra el turco en la .poder, de. su naturaleza, de sus funciones y de sus límites.12 person,a de Solimán el Magnífico, de la Santa Liga C1lJe llnirá :l Construye una teoría de la política, en la medida que logra una concepción sistemática que interpreta y formula los proble- José Antonio, TI!OrÍtl esp<liio/,l del Est,ldo en d siEJ. Instituto de Eswdiós Políticos de M:ldrid. 1944. (Los tres centros de apoyos fundamentales para el poder iniperial de Carlos 1 eran Fspari:l. 11I.~ Países Raj(IS ~.. \liLin.) 11 MAIl.AVAU., glo XVII. 28 1"2 Confr. Luis Sánchez AResta: El concepto del Estado miento español del siglo XVI. Ed. Marisal. Madrid. en el pe1Jra- 29 mas capitales del Estado: la autonomía y la jerarquía de su poder. La concepción española del siglo XVI tiene su fuente en Francisco de Viraria, y éste no piensa en el vacío, sino muy a propósito del problema histórico planteado por el descubrimiento de América: si el Emperador o el Papa eran señores temporales de todo el orbe. natural, que reconoce a Dios como autor, y el príncipe está por todo ello sometido al derecho, no sólo divino y natural sino humano, propio de la comunidad en la que cumpl~ su oficio. Última consecuencia: el oficio se define y justifica por el fin, que es el bien común. El pensamiento político español del siglo XVI contiene una concepción ética del Estado, la supremacía del poder; la soberanía está determinada y medida por su fin. Jean Bodin, en cambio, al otro lado de los Pirineos y por razones históricas r teóricas distintas, pondrá el acento en el carácter incondicionado del poder. Pero cuando Vitoria expone que "el príncipe no reconoce superior", usa en rigor una fórmula con casi diez siglos de existencia para discutir el dominio universal del Emperador y del Pontífice. Se dice del principado que es Uexento, inmune o libre" para significar tanto la independencia como la preeminencia del príncipe. La Umaiestas", majestad o mayoría, señala lo mismo.u Suárez, a principios del siglo XVII, epígono de la escuela española del XVI, dará acabada definición de la suprema potestad. sU1111110 potestas o supremacía: En Viraria, el Estado es una ucomunidad perfecta", un todo autosuficiente que no es parte de otro ser político superior, y por lo tanto independiente respecto del Imperio, lo que nos recuerda aquel dilema imperial de Carlos I. En la concepción del Estado como IIcuerpo místico", en cambio, se advierte la influencia de la doctrina de San Pablo. La sociedad es pensada como un orden jerárquico y orgánico cuyo vértice natural es el príncipe. Domingo de Soto dirá, en ese sentido, que Uel príncip,e no está fuera de la comunidad sino dentro de ella, aunque en puesto preeminente, como cabeza". El poder sin embargo, se atribuye a la comunidad con independencia de los sujetos que lo ejerzan. Lo que ocurre e~ que los príncipes tienen el poder en virtud del oficio, como deber y no co~o prerrogativa. La potestad es la Upotencia" de la comunidad, que se realiza o se actualiza en el oficio. Su, justificación procede del derecho , !i!,I: , '1' ¡:' f ': 1 ',1 '1' ,1,1 ¡, Según el excelenre estudio de Sánchez A~esta, los orí2'enes de dicha teoría se reducen a cinco principios fundamentales: primero, la humanidad esrá compuesta por un pluriverso de comunidades perfectas -es decir, :l las que nada falta para cumplir su fin:- que son los Estados. Segundo, cada comunidad perfecta o Estado es un todo que se concibe como una unidad; orgánica, que implica panes armónicamente entrelazadas como en un orJJanismo natural, cuya razón de ser es la realización de un fin, el bien comun. Por eso el Estado es concebido como un "cuerpo místico". Tercero, la potestad real -cabeza y poder supremo del Estado~ es un "oficio" por él que se pone en ejercicio la potest2d ~ue posee la comunidad pana r~alizar sus fines. Cuano, "la convivencia pohtica es una necesidad natural y, en este sentidb; se dice que el poder del Estado procede de Ojos, que lo constituyó en el acto mismo de .Ia Creación, como condición del desenvolvimiento de la naturaleza humana". Quinto, el Estado tiene su razón de ser en su fin, que es el bien común. De donde se deduce que la supremacía del poder del Estado se define por el bien común. El descubrimiento de tal arquitectura teórica es importante, porque pone en evidencia ciena toma de distancia entre el pensamiento español del siglo XVI y el que se elabora en Europa, distancia que se hará patente en el siglo siguiente. Cada uno de los principios enunciados tiene, .~n el pensamiento europeo, una expresión relativamente distinta. Para éstt:, especialmente desde Bodin, la humanidad es también un conjunto de Estados. Pero cada Estado es con. cebido como un poder absoluto, indivisible e ilimitado, no dependiente de otro poder. En segun(to término, la indivisibilidad del poder se concibe como un dogma que expresa la unidad del Estado. En tercer término, la voluntad soberana del rey o del pueblo no esci sometida a la ley, por cuanto ésta emana de aquella ,,"oluntad. En cuarto té::1]lino,el Estado es el fruto de la convención de los hombres o de una imposicion del poder. Y por último, en cuanto recto Robierno de los hombres y de: lo que res es común, , el Esrado se hace singular por el ejercicio de un poder supremo o soberano. 30 ~, ',j J, Una potestad se denomina suprema cuando no reconoce una potestad superior, pues esta voz usuprema" indica la negación de una potestad más alta a la que tenga que obedecer aquel de quien se dice que posee la supre¡na SÓIOP:::t::~~ diría Vitoria, "gobernar es la facultad o derecho de dirigir o impulsar.la comunidad política al bien común", y si bien el príncipe puede legislar y dispensar. el legislador que no cumple su propia ley injuria a la república. 1 I 1I í' • , 13 Bodin considerará equivalentes "maiestas" v "sobennía": la soU'Ue~ • Fameté en la puissance absoJu~ et perpetueUe d'une RépubJique, que les L/ltms appellrot "maiestatem" it I 31