LOS GÉNEROS LITERARIOS Y GÉNEROS DISCURSIVOS La pregunta acerca de qué es la literatura ha intentado responderse desde distintas reflexiones y miradas. Es posible que uno de los textos más tempranos que haya indagado este problema sea la Poética del filósofo griego Aristóteles. Veamos un fragmento: La teoría clásica y clasicista, que se basa en las diferentes formas de mimesis o imitación, nace prácticamente con la Poética aristotélica, en la que se diferencian tres géneros en función del tipo de expresión: épico (narrativa), trágico (drama) y lírico (poesía). En Poética (1448a), Aristóteles establece la clasificación de los géneros a partir del modo, el medio y el objeto de imitación. Respecto a los modos de imitación, diferencia dos: la forma activa propia del teatro, en que únicamente intervienen los personajes; y la forma narrativa en que pueden señalarse dos variedades según si el poeta narra personalmente, o lo hacen sus personajes. Respecto al medio de imitación (ritmo, canto, verso), se diferencian por usarlos de manera distinta. Y en cuanto al objeto de imitación, los géneros se distinguen por hacer a los hombres mejores, peores o iguales. Para Aristóteles, los géneros están sujetos a la posibilidad de cambio y tienen unas características estructurales propias (tiempo, acción, tipo de verso...) Si bien la noción de literatura en el siglo IV a.C. no existía, Aristóteles si se detiene en una característica central de este tipo de textos: en su carácter ficcional. Para el filósofo griego en cuestión, la ficción se sostiene en el arte como la imitación en las acciones humanas. Así, el rasgo ficcional de la literatura tiene la condición de ser verosímil, es decir, creíble. Los textos literarios imitan la realidad de modo verosímil. Recién con el formalismo ruso, en el siglo XX, se plantearía una mirada más cercana a lo que nosotros llamamos literatura. Los formalistas rusos, en la década de 1920, discutieron con dos antiguos modos de leer los textos literarios: por un lado, el modo biografita, que vincula la trama de la obra con la vida del autor; por otro lado, el modo subjetivo, esto es, una mirada sin fundamentos, arbitraria. Autores como Shlovski y Iuri Tinianov explicaron la literatura desde un análisis inmanente, a partir de dos conceptos: el de extrañamiento y función. El extrañamiento: en su artículo “El arte como artificio”, Shklovski señala que, ante el automatismo de la vida cotidiana (todo se ve igual, perdemos percepción), el arte propone un extrañamiento. Así, un texto literario, sea realista o fantástico, novela o poesía, libera el modo típico de percibir la realidad y revela otra faceta de esta. Los procedimientos formales son, justamente, aquellos recursos que le permiten a la literatura des automatizar la percepción adormecida. La función: en su ensayo sobre “Sobre la evolución literaria”, Tinianov sostiene que la obra literaria debe analizarse como un sistema. Aquello que organiza las partes de ese sistema se llama función constructiva. Dicha función explica cómo entran en relación el tema y el estilo, el ritmo y la sintaxis de una obra. Así, la literatura se caracteriza por una función estética particular, la función constructiva, y la teoría literaria debe intentar comprender cómo se construye cada sistema-obra a partir de la relación entre sus distintas partes. En suma, la tradición occidental elaboró el concepto de género literario y lo hizo perdurar durante siglos; pero hubo que esperar hasta el siglo XX para que se reflexionara acerca de la relación entre estas modalidades literarias y otras formas del discurso como la conversación cotidiana, los formularios burocráticos, las crónicas periodísticas, y el relato de un sueño, entre otras tantas formas en las que la materia verbal puede manifestar El lingüista, profesor y crítico literario ruso Mijaíl Bajtín, en su ensayo “El problema de los géneros discursivos”, reparó en la falta de estudio sistemático de todos aquellos textos que no pertenecen a los grandes géneros literarios. Así, definió género discursivo como un tipo de enunciado (desde la réplica de un diálogo cotidiano hasta un tratado de física en tres tomos) que se reproduce en determinada esfera de la actividad humana (el periodismo, la vida doméstica, y el ámbito de la enseñanza, entre otras) y que presenta ciertas características recurrentes que lo vuelven reconocible. Ejemplos de géneros discursivos son: un aviso clasificado, una entrada de enciclopedia, una conversación íntima, una adivinanza, un poema, unas instrucciones de uso. Los textos que surgen de los intercambios que tienen lugar en la vida cotidiana pertenecen a lo que Bajtín denomina géneros primarios. A diferencia de estos, existen otros que han perdido su relación con lo cotidiano y pertenecen a la literatura, el periodismo o el ámbito académico, tales como una novela o una monografía. A estos intercambios más elaborados, Bajtín los denomina géneros secundarios. Los géneros discursivos primarios implican una relación directa entre el autor y el destinatario de los enunciados. Se dan en la comunicación discursiva más inmediata (charlas entre amigos, conversación familiar, etc) y suponen por lo general una dimensión normativa más flexible (por ejemplo, puede cambiarse el acento con fines irónicos o paródicos). Por otro lado, los géneros secundarios surgen de la comunicación más compleja, organizada y desarrollada. Ellos absorben y reelaboran a los géneros primarios, los cuales se transforman perdiendo su relación directa con el contexto al que aluden y conservan su importancia tan solo como partes de contenido del género secundario (por ejemplo, una carta dentro de una novela).