La vida en el Paleolítico Inferior

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Somos una especie emigrante
Los primeros humanos eran muy viajeros: se trasladaban de unos lugares a otros constantemente
en busca de comida. Estas expediciones les fueron llevando a lugares cada vez más lejanos:
 Primero se extendieron por África.
 Siguieron caminando y algunos grupos pasaron a Asia y Europa.
 De este Asia, hace unos 60.000 años, partieron sobre sus pequeñas balsas hacia las islas
de Oceanía.
 Y finalmente llegaron a América. Hace unos 20.000 años los hielos unían Asia y
América del Norte, y nuestros antepasados pasaron caminando de un continente a otro,
probablemente mientras perseguían a rebaños de animales a los que deseaban cazar.
La vida en el Paleolítico inferior
En este periodo apareció el Homo Erectus, un hombre primitivo que se extinguió hace unos
200.000 años. Tenía un cerebro bastante más pequeña que el hombre actual, pero es probable que ya
emitiera sonidos y palabras simples para comunicarse con sus semejantes.
Como no era capaz de producir sus alimentos, comía de lo que le ofrecía la naturaleza: frutos,
raíces, insectos y carne de pequeños animales, como reptiles y roedores. La caza de grandes animales
no era muy habitual, ya que resultaba muy peligrosa. En las grandes cacerías actuaba siempre en grupo
y sorprendía a los animales en su escondrijo o cuando acudían a beber. A veces se servía del fuego para
espantarlos y conducirlos a un lugar sin escapatoria, donde les daba muerte.
Para cazar utilizaba largas lanzas de madera y hachas de mano, que obtenía golpeando un trozo
de pedernal con otra piedra hasta conseguir un extremo cortante. Con estas hachas podía descuartizar al
animal y transportarlo al poblado.
El Homo Erectus habitaba en cuevas y a veces parece que construyó también cabañas con
ramas y troncos. Cada poco tiempo tenía que trasladarse de lugar en búsqueda de alimentos, por lo que
llevaba una vida nómada. Se servía del fuego para calentarse, alumbrarse, ahuyentar a las fieras y quizá
para preparar la carne que, arrojada al fuego, resultaba más fácil de masticar. En un principio era
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incapaz de encenderlo, por lo que recogía ramas ardientes del bosque incendiado por el rayo y se
esforzaba en mantenerlo incluso cuando se trasladaba de un lugar a otro.
La aparición del Homo sapiens
De la evolución del Homo erectus surgió con el tiempo el Homo sapiens. El tipo más primitivo
de esta especie es el que los científicos llaman hombre de Neanderthal, por haberse encontrado por
primera vez restos suyos en el valle del río Neander, en Alemania.
El hombre de Neanderthal apareció hace unos 100.000 años y habitó en Europa, el norte de
África y Asia occidental durante el periodo llamado Paleolítico medio. Su cráneo era del mismo tamaño
que el nuestro. Era un hombre más bajo y musculoso que nosotros y estaba adaptado a soportar las
bajas temperaturas del periodo glaciar en que vivió.
Habitaba en cuevas en las que en ocasiones montaba tiendas con palos y pieles para mejor
resguardarse. Cazaban grandes animales, como mamuts y osos, y aprovechaba su carne y su piel. Para
ello había desarrollado una mayor habilidad en la fabricación de herramientas. Sus hachas de mano eran
más manejables que las anteriores, hacia raspadores para quitar la grasa de la piel de los animales o
perforadores para agujerear las pieles que, cosidas con tiras de cuero, les servían de vestimenta.
El hombre de Neanderthal parece haber sido el primero en enterrar a sus muertos. En las tumbas
encontradas en el suelo de algunas cavernas han aparecido, junto a los huesos fosilizados, herramientas
que creía podían servirle en la otra vida. Esto revela una preocupación por el misterio de la muerte.
Los hombres del Paleolítico Superior
En la última etapa del Paleolítico apareció la variedad actual de Homo sapiens. El tipo más
antiguo de esta variedad, por tanto nuestro antepasado directo, ha sido llamado por los científicos
hombre de Cromagnon, en recuerdo del lugar de Francia donde primero se estudiaron sus restos.
El clima seguía siendo frío y abundaban en Europa las manadas de mamuts lanudos, de renos,
de ciervos y de bisontes. Su caza les proporcionaba casi todos los elementos necesarios para vivir:
comían su carne, se vestían con sus pieles y utilizaban sus huesos para fabricar herramientas y adornos.
El hombre de Cromagnon había alcanzado una gran habilidad en la fabricación de utensilios.
Éstos eran mucho más variados que en épocas anteriores y cada uno de ellos servía para una tarea
concreta: cazar, abrir la piel de los animales, cortar su carne, romper sus huesos, coser la piel, pescar.
Vivían generalmente en pequeños campamentos de chozas construidas con pieles y palos, o
incluso con huesos y colmillos de mamut, aunque en invierno era frecuente que se refugiaran en el
interior de las cavernas. Al igual que todos los pueblos que viven de la caza. Los hombres del
Paleolítico Superior tenían que desplazarse continuamente persiguiendo a los rebaños, lo que a veces
motivaba enfrentamientos entre distintos grupos de cazadores por el dominio de un territorio.
El nacimiento del arte y de la magia
Los hombres del Paleolítico Superior fueron los primeros artistas de la humanidad. En muchas
cavernas se han encontrado pinturas que reproducen fielmente a los principales animales que cazaban.
Es probable que esas obras tuvieran un carácter mágico. Debían realizarse para propiciar la caza,
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creyendo que existía una relación entre la representación en las paredes de una cueva, de los animales
que tenían que cazar y el éxito que se obtendría en la cacería.
Sus autores demostraron tener una gran habilidad artística, por lo que parece que eran individuos
dedicados especialmente a esa tarea. Esto demuestra la importancia que para el grupo tenían estas
actividades mágicas. Debía haber hechiceros que realizaran otros ritos que desconocemos. Al igual que
los pueblos primitivos actuales, nuestros antepasados recurrían a la magia para hacer frente a un mundo
hostil.
El Mesolítico
Fue un periodo de la Prehistoria que se inició hace unos 12.000 años y duró algunos milenios.
En aquella época se produjo un aumento de las temperaturas que tuvo grandes consecuencias.
En el norte de África y en Asia Occidental el clima se fue haciendo más seco y se inició así la
formación de grandes desiertos, como el Sáhara. Los animales y los hombres se trasladaron a las áreas
más húmedas, como las montañas, y los valles regados por los ríos.
Los grandes mamíferos que habían cazado los hombres del Paleolítico superior desaparecieron
de gran parte de Europa. Uno se refugiaron en el extremo norte del continente, como hizo el reno, y
otros se extinguieron, como el mamut. El hombre tuvo que variar su dieta y alimentarse de pequeños
mamíferos, de aves, de peces, de moluscos y de plantas.
Las tierras del norte se hicieron habitables. Los grandes mantos de hielo retrocedieron y
avanzaron los bosques, y tras ellos los animales y el hombre.
Los europeos del Mesolítico levantaban sus campamentos a orillas de lagos y ríos en los que
abundaba la pesca, o en las costas, donde podían obtener fácilmente moluscos. Sus utensilios eran más
pequeños que los del Paleolítico. A menudo los encajaba en mangos de hueso o madera, que hacían más
fácil su manejo. Pero el descubrimiento que más útil resultó fue el del arco y las flechas, que facilitó la
caza a distancia.
La aparición de la agricultura y la ganadería
los primeros agricultores vivieron en el Próximo Oriente. Allí crecían algunos cereales
silvestres, antepasados del trigo y la cebada actuales, que eran recogidos por los habitantes de los
poblados cercanos. Es probable que estos hombres observaran como de las semillas caídas cerca de sus
viviendas, crecían más tarde espigas. Ello les llevó a limpiar de piedras y vegetación los campos
cercanos, sembrar los granos y esperar a que se desarrollaran.
En esa misma región se inició la domesticación de algunos animales, hasta entonces salvajes,
como la oveja, la cabra, el cerdo o el asno. Domesticar a un animal salvaje supone modificar los hábitos
de vida de su especie, acostumbrarlo a vivir en cautividad, controlado por el hombre. Todos estos
cambios se van transmitiendo lentamente de generación en generación, hasta conseguir un animal
distinto a sus antepasados. El proceso debió iniciarse con el cuidado de crías alejadas de la manada, que
se adaptaron a convivir con el hombre y le proporcionaron leche, carne y piel.
La vida en una aldea neolítica
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Los habitantes de un poblado neolítico no tenían que desplazarse continuamente en busca de sus
alimentos porque los rebaños y los campos cultivados les daban sus frutos cada cierto tiempo. Además
estas comunidades seguían practicando la caza, la pesca y la recogida de ciertos frutos para completar
sus necesidades. Tampoco eran del todo sedentarios, pues los pastos y las tierras terminaban por
agotarse, y entonces las familias de una aldea se trasladaban a otros lugares donde poder vivir mejor.
En el tiempo que la agricultura y la ganadería dejaban libre se realizaban actividades artesanas.
Se trabajaban la piedra y la madera y aparecieron dos técnicas nuevas: la alfarería, que permitía
disponer de utensilios resistentes al fuego en los que podían hervir los cereales, y el tejido, que utilizaba
como materia prima las fibras de lino y algodón o la lana de las ovejas.
Los primeros recipientes de cerámica aparecieron hacia el 7000 a. C. Para su fabricación se
utilizaba tierra arcillosa que, mezclada con agua, daba un barro fácil de moldear y al mismo tiempo
consistente, que luego era modelado a mano. Una vez seca la pasta se cocía en unos hornos, que al
principio fueron simples hoyos tapados con ramas.
Las formas de los recipientes de cerámica eran variadas y cada aldea tenía sus características
propias. Conforme fue aumentando la habilidad del hombre o la mujer que las fabricaban, las formas y
decoración fueron complicándose.
En las tierras más fértiles y en los años de buenas cosechas la aldea no consumía todo lo que
producía. El excedente de la producción podía cambiarse por algún artículo del que se carecía.
Surgieron así las primeras relaciones comerciales que, en sus inicios, se realizaba mediante trueque, es
decir, se cambiaba directamente un producto por otro al que se daba el mismo valor.
La difusión de la agricultura
En este mapa se indican las etapas de la difusión de la agricultura a partir de su núcleo de
origen. Aunque no aparece en el mapa, también se difundió hacia el Este, alcanzando el valle del Indo
en el IV milenio a. C. y China en el III milenio a. C. También en el III milenio a. C. comenzó en
América el cultivo del maíz, pero en este caso se trató de una nueva invención de la agricultura,
independiente de la que había tenido lugar en el Próximo Oriente.
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