Quinta entrega: V. UNA IGLESIA POBRE Y PARA LOS POBRES

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LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO (Evangelii gaudium)
V. Una iglesia pobre y para los pobres
Toda la Sagrada Escritura, no solo los evangelios, muestra que la preocupación por los pobres
es esencial: «Basta recorrer las Escrituras para descubrir como el Padre bueno quiere escuchar
el clamor de los pobres: "He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, he escuchado su clamor
ante sus opresores y conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo... Ahora pues, ve, yo te
envío... “(Ex 3,7-8.10), y se muestra solícito con sus necesidades: "Entonces los israelitas
clamaron al Señor y Él les suscitó un libertador" (fc3, 15).
La opción evangélica: los pobres
Continua Francisco diciendo: «La falta de solidaridad en sus necesidades afecta directamente
a nuestra relación con Dios» (EG 187). Es así porque «el corazón de Dios tiene un sitio
preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mis-mo "se hizo pobre" (2 Cor 8,9)>> (EG 197).
La opción por los pobres no es una elección más entre varias posibles, sino que es
fundamental: «La belleza misma del Evangelio no siempre puede ser adecuadamente
manifestada por nosotros pero hay un signo que no debe faltar jamás: la opción por los
últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha>> (EG. 197). «Nadie debería decir
que se mantiene de los pobres porque sus opciones de vida implican prestar más atención a
otros asuntos (...). Nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por
la justicia social» (EG 201). Por poner un ejemplo práctico: cuando Francisco instituyó una
comisión económica (formada por 8 cardenales y 7 laicos, hombres y mujeres) para garantizar
una gestión transparente, justa y eficaz del dinero de la Santa Sede, puso como objetivo hacer
posible que esos fondos atiendan a un mayor número de personas pobres, a través de la
consecución de una mayor austeridad en los diversos organismos vaticanos: consejos,
congregaciones, dicasterios, etc.
EI Evangelio para los sencillos
Falta añadir un matiz muy importante, que también propone el papa Francisco: «Quiero
expresar con dolor que la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención
espiritual. La inmensa mayoría de los pobres tiene una especial apertura a la Fe; necesitan a
Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra, la celebración de
los Sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración en la Fe. La
opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa
privilegiada y prioritaria» (EG 200).
A veces pensamos que los pobres no están preparados para oír hablar de Dios porque hay
otras tareas prioritarias, como su promoción social. Sin embargo, pasamos por alto que Jesús
ofreció el Evangelio, ante todo, a los sencillos. Y ellos eran los que mejor recibían su mensaje.
Como dijo el papa Benedicto XVI en Múnich el 10 de septiembre de 2006, «la cuestión social y
el Evangelio son realmente inseparables. Si damos a los hombres solo conocimientos,
habilidades, capacidades técnicas e instrumentos, les damos demasiado poco».
Según Francisco, los pobres «tienen mucho que ensenarnos. Además de participar del sensus
fidei, en sus propios dolores conocen al Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos
evangelizar por ellos. Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz
en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la
misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos» (EG 198).
No a una economía de exclusión
La Iglesia (y también la catequesis) debe hacer, según Francisco, algo más. Es la llamada
«denuncia profética»: la opción cristiana por los pobres nos debe llevar a denunciar los
mecanismos económicos que producen pobreza y exclusión.
El Papa denuncia la falsedad de la llamada «teoría del derrame», que defiende que cuando los
ricos se enriquecen mucho, alguna sobra llega al resto... En realidad, lo que se extiende es una
«globalización de la indiferencia» (EG 54): nos acostumbramos al sufrimiento de millones de
pobres.
En conclusión
La catequesis no puede olvidar lo social, pues «así como la Iglesia es misionera por naturaleza,
también brota ineludiblemente de esa naturaleza la caridad efectiva con el prójimo, la
compasión que comprende, asiste y promueve» (EG 179). La Fuente de la catequesis es la
Sagrada Escritura, y «leyendo las Escrituras queda claro que la propuesta del Evangelio no es
solo la de una relación personal con Dios... Tanto el anuncio como la experiencia cristiana
tienden a provocar consecuencias sociales» (EG 180).
Hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía
mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frio un anciano en situación de calle y
que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más
que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra
dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al
más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven
excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí
mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la
cultura del «descarte» que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno
de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su
misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en
la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son «explotados» sino
desechos, «sobrantes» (EG 53).
El papa Francisco dedica un espacio amplio de la exhortación apostólica Evangelii
Gaudium, unos treinta números (186-216), a hablar de la inclusión social de los pobres.
Siguen resonando unas palabras suyas pronunciadas en su primera comparecencia
ante periodistas de todo el mundo, el 15 de Marzo de 2013, luego recogidas también
en Evangelii Gaudium: “Quiero una iglesia pobre para los pobres” (EG 186).
¿De dónde sale esta preocupación? ¿Es simple moda o populismo, como creen
algunos? Francisco mismo responde a esta objeción por anticipado: “De nuestra fe en
Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres, brota la preocupación por el
desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad” (EG 186)
Catequistas. Febrero 2015.Nº 242
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