Evangelii gaudium y Economía por Francisco Rosende Karin Jürgensen Humanitas 74 Padre Francisco le correspondió iniciar su pontificado Al Santo en un contexto de severa crisis en las economías de Europa Occidental. En países tradicionalmente prósperos, como España, Italia, Grecia y Portugal, la tasa de desempleo ha mantenido niveles extraordinariamente altos. No es difícil imaginar los devastadores efectos que dicho cuadro plantea para numerosas familias. Particularmente grave es en esos países la situación de los jóvenes, pues su tasa de desocupación ha rondado niveles del orden de 30 a 40%. Esta afecta doblemente a los jóvenes que egresan de la universidad, pues, posiblemente, al cabo de un tiempo desempleado, haya disminuido el valor que tiene para los potenciales empleadores lo aprendido por esos jóvenes durante sus estudios. Así prevalece el efecto destructivo —en diferentes dimensiones— del desempleo. Algo mejor, pero no mucho, ha sido la realidad económicosocial de algunas de las economías líderes de Europa en los últimos años, por ejemplo, Francia e Inglaterra. Al otro lado del Atlántico aún se manifiestan los signos de la severa crisis financiera por la que atravesó la economía norteamericana entre los años 2007 y 2009. Ahora el gran desafío es ir levantando los “respiradores artificiales” sin que ello ocasione una recaída que interrumpa el proceso de recuperación. La destrucción de riqueza que ocasionó 1/9 Evangelii gaudium y Economía dicho episodio fue enorme. Basta pensar en el desplome en los precios de las propiedades, del mercado bursátil y de los activos en general. Algo de ello se ha recuperado —a nivel agregado—, pero es evidente que muchas familias sufrieron pérdidas considerables, comenzando por el aumento que tuvo la tasa de desocupación en este episodio. Así, si bien los indicadores macroeconómicos muestran una recuperación, para quienes atravesaron por esta realidad el proceso de recuperación es más lento, quedando a menudo daños permanentes, en términos de la forma en que dicho episodio impactó sus perspectivas de bienestar y progreso. Cabe mencionar que antes de la irrupción de la mencionada crisis financiera algunos destacados economistas —como el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan1, y el profesor de la Universidad de Chicago y actualmente presidente del Banco Central de India, Raghuran Rajan2— habían advertido un preocupante aumento de la desigualdad en la distribución del ingreso en los Estados Unidos. Más aun, para Rajan la crisis misma fue causada por una respuesta incorrecta de las autoridades económicas norteamericanas al mencionado aumento de la desigualdad. Por otro lado, en las economías de Europa Occidental la crisis respondió tanto a los “efectos de contagio” 2/9 Evangelii gaudium y Economía que ocasionó la crisis norteamericana como al abrumador peso sobre las finanzas de los gobiernos de un atrofiado “Estado Benefactor”, construido con el propósito de lograr mejores condiciones de vida para los grupos más necesitados y también de la clase media. Es difícil de imaginar que la visión del Santo Padre con respecto a los problemas económicos y sociales del mundo moderno no tenga —en alguna medida al menos— además de la consideración de lo que ha ocurrido en los países mencionados, la influencia de lo que le tocó observar en Argentina: un país que, habiendo tenido a comienzos del siglo pasado un nivel de desarrollo similar al de Alemania y Francia, a lo largo del tiempo tendió a perder dinamismo, aumentar su inestabilidad y profundizar sus desigualdades. En el contexto gruesamente descrito es comprensible el fuerte cuestionamiento a las estructuras económicas que realiza el Santo Padre en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium. Aunque no es un documento propiamente de magisterio social, es pertinente y oportuno que el Santo Padre haya incluido mensajes en esta dirección. Para muchos, los planteamientos expuestos por el Santo Padre representan un severo cuestionamiento a la economía de mercado, infiriendo de ello su preferencia por sistemas en los que 3/9 Evangelii gaudium y Economía prevalece un rol protagónico de los gobiernos. Más aun, algunos han interpretado el mencionado documento del Santo Padre como una crítica al enfoque predominante en la investigación y enseñanza de la economía. Nuestra interpretación es diferente. A continuación justificaremos brevemente nuestra perspectiva, admitiendo la necesidad de una mayor elaboración posterior de los aspectos que se mencionan. En lo que dice relación con la Ciencia Económica, no nos resulta evidente un cuestionamiento a la metodología de trabajo de esta en el documento papal. Nos parece que no hay ninguna observación concreta en el documento que pudiera justificar esta interpretación, que sí apareció en reacciones al mencionado documento. De tanto en tanto se observa entre los analistas de los documentos de la Iglesia una tendencia a identificar conductas socialmente inadecuadas —por ejemplo, la búsqueda exclusiva de beneficios por parte de las empresas; o el comportamiento egoísta de las personas, orientado esencialmente a la búsqueda del bienestar material— con supuestas recomendaciones o enseñanzas provenientes de la Ciencia Económica. Al respecto cabe mencionar que por varias décadas la Economía ha adoptado lo que se conoce como el Método de la Economía Positiva, fuertemente impulsado por Milton Friedman3. El 4/9 Evangelii gaudium y Economía objetivo de la Economía Positiva consiste en explicar cómo se comportan las personas en sus decisiones económicas, no cómo nos gustaría que lo hicieran. Por ejemplo, el hecho de que las decisiones de consumo se puedan explicar tomando en cuenta el ingreso de las personas, el precio de los bienes y el supuesto de que las personas desean maximizar sus niveles de consumo no responsabiliza al economista. Él solo quiere explicar la realidad, no es el causante de la misma. Lo que las personas maximizan —su egoísta nivel de consumo, el de la familia o el de la comunidad— depende del conjunto de factores que moldean sus preferencias, dentro de los cuales destacan: los padres de familia; el ambiente de educación, etc. Como se indicó, este conjunto de influencias es ajeno al papel observador del economista y se construye en el ambiente cultural y social donde crecen y se desenvuelven las personas. En este papel de observador de la realidad, los economistas pueden incluso advertir las consecuencias indeseables de ciertas conductas o tendencias. Así por ejemplo, detrás del colapso de las economías de Europa Occidental también hay un factor demográfico: la fuerte caída en la tasa de natalidad, que se inicia algunas décadas atrás cuando empieza a predominar la cultura de un hijo o de ninguno, y que llevó al quiebre de los sistemas de 5/9 Evangelii gaudium y Economía seguridad social. Este fenómeno no es culpa de los economistas. Más aún, con los conocimientos y técnicas desarrollados por esta disciplina era posible anticipar que la atomización de la familia y la consecuente caída de la natalidad iban a ocasionar importantes costos a estas sociedades. Detengámonos un momento en los planteamientos del Papa Francisco sobre aspectos más específicos de política económica, como el duro cuestionamiento a la “teoría del derrame” o del “chorreo”. Esta “teoría” describe la noción de que bastaría con el progreso que trae el crecimiento para resolver los problemas de pobreza y desigualdad que afectan a numerosas economías. Para muchos el planteamiento mencionado es una justificación contundente para impulsar una mayor presencia del gobierno en las economías. Más impuestos para financiar más gastos en educación, salud, vivienda etc. Sin embargo, ¿es eso lo que pide el Papa? Sería ingenuo suponer que el Santo Padre hiciera un planteamiento de esta naturaleza al mundo, advirtiendo que existen realidades tan disímiles. Sin ir más lejos, resultaría incomprensible culpar a la “teoría del derrame” de los graves problemas sociales de países como España, Grecia o Argentina, donde lo que ha abundado es una pesada carga derivada de una intensa e ineficiente presencia del gobierno en la economía y donde lo que falta es un ambiente de innovación y progreso. 6/9 Evangelii gaudium y Economía Por otra parte, no hay que olvidar que un detonante de la “crisis subprime” de los Estados Unidos fue la decisión de los gobiernos de Clinton y Bush de promover el otorgamiento de créditos hipotecarios a personas sin capacidad de pago de los mismos4. A nuestro juicio la interpelación del Santo Padre con relación al punto planteado tiene otro destinatario: los líderes que con su quehacer van moldeando las organizaciones sociales, económicas y políticas. En efecto, no debiera ser difícil coincidir entre diferentes sectores en cuanto a que los países requieren de políticas sociales activas y eficientes. Ello en el sentido de apoyar a los grupos más necesitados de la sociedad y no a los con más capacidad de presión, lo que requiere de una enorme dosis de compromiso social y valentía. Así, cuando se observa la realidad de economías con alto desempleo y crecimiento de la pobreza, como Grecia, cabe preguntarse ¿cómo pudo construirse un sistema que estableció la edad de jubilación en 55 años, a un gran costo para la sociedad? Respecto a los impuestos y el gasto, nos parece que ningún economista serio puede desconocer que determinadas circunstancias recomiendan una revisión al alza de estos y en otras ocurre lo contrario. Sin embargo, existe una metodología para evaluar estos ejercicios de finanzas públicas. De este modo, si lo 7/9 Evangelii gaudium y Economía que se quiere es aumentar el gasto en educación, es importante cautelar para que dichos recursos vayan a los sectores que más lo necesitan y se financien de modo de minimizar los costos en términos de inversión y empleo. Lo que se debe evitar es que dichos recursos se malgasten o desvíen hacia grupos de interés. El problema es desarrollar esta tarea con cuidado y responsabilidad, de modo de evitar que el atractivo de los logros de corto plazo y/o la demagogia afecten la disciplina de este ejercicio. El mensaje del Santo Padre tiene una gran riqueza, la que no debe desperdiciarse en un uso fragmentado de sus planteamientos en la contingencia. Como se señala en la misma Exhortación Papal, en el mundo actual hay mucha soledad y desesperanza, la que con frecuencia coexiste con el progreso material. En la raíz de muchos de estos problemas está el quiebre de la familia, unidad básica para construir sociedad y solidaridad. Destacados economistas como Gary Becker y James Heckman han apoyado con sus estudios esta conclusión, lo que nos da pistas precisas para una agenda que promueve el progreso con cohesión social, en la línea planteada por el Papa Francisco, la que está más allá de los intereses o controversias coyunturales. 8/9 Evangelii gaudium y Economía 9/9