Opciones de poesía: Jorge Luis Borges: A un viejo poeta Caminas por el campo de Castilla Y casi no lo ves. Un intrincado Versículo de Juan es tu cuidado Y apenas reparaste en la amarilla Puesta del sol. La vaga luz delira Y en el confín del Este se dilata Esa luna de escarnio y de escarlata Que es acaso el espejo de la ira. Alzas los ojos y la miras. Una Memoria de algo que fue tuyo empieza Y se apaga. La pálida cabeza Bajas y sigues caminando triste, Sin recordar el verso que escribiste: Y su epitafio la sangrienta luna. Ajedrez En su grave rincón, los jugadores Rigen las lentas piezas. El tablero Los demora hasta el alba en su severo Ámbito en que se odian dos colores. Adentro irradian mágicos rigores Las formas: torre homérica, ligero Caballo, armada reina, rey postrero, Oblicuo alfil y peones agresores. Cuando los jugadores se hayan ido, Cuando el tiempo los haya consumido, Ciertamente no habrá cesado el rito. En el Oriente se encendió esta guerra Cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra. Como el otro, este juego es infinito. Amorosa anticipación Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta Ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso y tácito de niña, Ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o silencios Serán favor tan misterioso Como mirar tu sueño implicado En la vigilia de mis brazos. Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño, Quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige, Me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes. Arrojado a quietud, Divisaré esa playa última de tu ser Y te veré, por vez primera, quizá, Como Dios ha de verte, Desbaratada la ficción del tiempo, Sin el amor, sin mí. Ausencia Habré de levantar la vasta vida Que aún ahora es tu espejo: Cada mañana habré de reconstruirla. Desde que te alejaste, Cuántos lugares se han tornado vanos Y sin sentido, iguales A luces en el día. Tardes que fueron nicho de tu imagen, Músicas en que siempre me aguardabas, Palabras de aquel tiempo, Yo tendré que quebrarlas con mis manos. ¿En qué hondonada esconderé mi alma Para que no vea tu ausencia Que como un sol terrible, sin ocaso, Brilla definitiva y despiadada? Tu ausencia me rodea Como la cuerda a la garganta, El mar al que se hunde. Despertar Entra la luz y asciendo torpemente De los sueños al sueño compartido Y las cosas recobran su debido Y esperado lugar y en el presente Converge abrumador y vasto el vago Ayer: las seculares migraciones Del pájaro y del hombre, las legiones Que el hierro destrozó, Roma y Cartago. Vuelve también la cotidiana historia: Mi voz, mi rostro, mi temor, mi suerte. ¡Ah, si aquel otro despertar, la muerte, Me deparara un tiempo sin memoria De mi nombre y de todo lo que he sido! ¡Ah, si en esa mañana hubiera olvido! Rosario Castellanos: Federico Garía Lorca: Ser río sin peces El puñal entra en el corazón Ser de río sin peces, esto he sido. Y revestida voy de espuma y hielo. Ahogado y roto llevo todo el cielo Y el árbol se me entrega malherido. El puñal Entra en el corazón, Como la reja del arado En el yermo. A dos orillas del dolor uncido Va mi caudal a un mar de desconsuelo. La garza de su estero es alto vuelo Y adiós y breve sol desvanecido. No. Para morir sin canto, ciego, avanza Mordido de vacío y de añoranza. Ay, pero a veces hondo y sosegado Se detiene bajo una sombra pura. Se detiene y recibe la hermosura Con un leve temblor maravillado. No. No me lo claves. El puñal, Como un rayo de sol, Incendia las terribles Hondonadas. No. Soneto del emigrado Cataluña hilandera y labradora, viñedo y olivar, almendra pura, Patria: rememorada arquitectura, Ciudad junto a la mar historiadora. Ola de la pasión descubridora, Ola de la sirena y la aventura -Mediterráneo- hirió tu singlatura La nave del destierro con su proa. Emigrado, la ceiba de los mayas Te dio su sombra grande y generosa Cuando buscaste arrimo ante sus playas. Y al llegar a la Mesa del Consejo Nos diste el sabor noble de tu prosa De sal latina y óleo y vino añejo. No me lo claves. No. He cerrado mi balcón He cerrado mi balcón Porque no quiero oír el llanto Pero por detrás de los grises muros No se oye otra cosa que el llanto. Hay muy pocos ángeles que canten, Hay muy pocos perros que ladren, Mis violines caben en la palma de mi mano. Pero el llanto es un perro inmenso, El llanto es un ángel inmenso, El llanto es un violín inmenso, Las lágrimas amordazan al viento, No se oye otra cosa que el llanto. Pablo Neruda: Alfonsina Storni: Las vidas Duerme tranquilo Ay, ¡qué incómoda a veces Te siento Conmigo, vencedor entre los hombres! Porque no sabes Que conmigo vencieron Miles de rostros que no puedes ver, Miles de pies y pechos que marcharon conmigo, Que no soy, Que no existo, Que sólo soy la frente de los que van conmigo, Que soy más fuerte Porque llevo en mí No mi pequeña vida Sino todas las vidas, Y ando seguro hacia delante Porque tengo mil ojos, Golpeo con peso de piedra Porque tengo mil manos Y mi voz se oye en las orillas De todas las tierras Porque es la voz de todos Los que no hablaron, De los que no cantaron Y cantan hoy con esta boca Que a ti te besa. Siempre Antes de mí No tengo celos. ¡Ven con un hombre A la espalda, Ven con cien hombres en tu cabellera, Ven con mil hombres entre tu pecho y tus pies, Ven como un río lleno de ahogados Que encuentra el mar furioso, La espuma eterna, el tiempo! ¡Tráelos todos Adonde yo te espero: Siempre estaremos solos, Siempre estaremos tú y yo Solos sobre la tierra Para comenzar la vida! Dijiste la palabra que enamora A mis oídos. Ya olvidaste. Bueno. Duerme tranquilo. Debe estar sereno Y hermoso el rostro tuyo a toda hora. Cuando encanta la boca seductora Debe ser fresca, su decir ameno; Para tu oficio de amador no es bueno El rostro ardido del que mucho llora. Te reclaman destinos más gloriosos Que el de llevar, entre los negros pozos De las ojeras, la mirada en duelo. ¡Cubre de bellas víctimas el suelo! Más daño al mundo hizo la espada fatua De algún bárbaro rey, y tiene estatua. Gisela Galimi: PRINCIPIO DEL PRINCIPIO Puedo soltarme el pelo abandonarme en vos estarme quieta. Desordenar el sol en nuestra casa volver sobre mi y encontrarte. Dejar el equipaje, disfrutarlo: mi tierra prometida son tus manos. MASCARÓN DE PROA Quiero ser el mascarón de proa de tu vida. La que va delante tuyo auyentando los miedos. La que no sirve para nada. Ni timón, ni vela, ni viento, ni ancla. La que se quiere porque sí. La inútil que se abraza a tu madera aún en tiempos de tormenta.