La sobreprotección como factor negativo en el desarrollo emocional de los niños Overprotection as a negative factor in the emotional development of children Nombre y Apellido Resumen: Las consecuencias de la sobreprotección son negativas para el desarrollo de la personalidad del niño o niña, ya que limita la independencia y autonomía a la que tienen derecho, la iniciativa, la creatividad, la seguridad en sí mismos y una sociabilidad adecuada; provocando dependencia hacia los adultos, timidez, inseguridad y sentimientos de inutilidad. Así mismo, interfieren con el desarrollo de su autoestima, fomentando problemas en las relaciones interpersonales e intrapersonal. Estas secuelas persiguen a la persona en su vida adulta, impidiendo una la formación de una conducta resiliente para hacer frente a los problemas cotidianos, pudiendo en ocasiones generar impedimentos para realizar una vida normal en sociedad. La única forma de detener este problema es con una educación basada en el respeto y comunicación asertiva, creando un entorno favorable para el desarrollo emocional del infante. Abstract: The consequences of overprotection are negative for the development of the child's personality, since it limits the independence and autonomy to which they are entitled, initiative, creativity, self-confidence and adequate sociability, causing dependence on adults, shyness, insecurity and feelings of worthlessness. They also interfere with the development of self-esteem, fostering problems in interpersonal and intrapersonal relationships. These sequelae haunt the person in their adult life, preventing the formation of a resilient behavior to cope with everyday problems, and can sometimes generate impediments to a normal life in society. The only way to stop this problem is with an education based on respect and assertive communication, creating a favorable environment for the emotional development of the child. Introducción A menudo los padres buscan modelos educacionales basados en la sobreprotección de sus hijos, tratando de evitar que los peligros físicos y emocionales afecten el desarrollo del niño. Pero, ¿Qué de cierto hay en eso? ¿Es compatible una protección desmedida con el desarrollo integral del ser? ¿El excesivo cuidado podría de alguna manera limitar el desarrollo de la autoestima en el infante? o ¿Podría generar consecuencias en el futuro? Las interrogantes anteriormente mencionadas serán tratadas bajo distintas ópticas, tomando en cuenta la opinión diversos autores; además de mi percepción personal. Poniendo principal atención en cómo las decisiones de los padres en la crianza de sus hijos, puede tener consecuencias inimaginables en la manera de enfrentar los problemas cotidianos en edad adulta. Desarrollo Comencemos precisando: ¿Qué es sobreprotección? Un detalle curioso es que la conceptualización del vocablo no se encuentra dentro de la plataforma de la Real Academia Española (RAE), lo cual nos permite comprender que el uso de dicha expresión pertenece al lenguaje contemporáneo y responde al interés por el estudio de problemáticas actuales. Según la web diccionarioactual.com es “proteger demasiado a una persona. Definiendo a proteger como: evitar que una persona o un objeto sufra un daño; favorecer o apoyar un proyecto, una persona o una cosa. También es emplear una persona su fuerza, influencia o autoridad para ayudar o defender a otro. No obstante, cuando se habla de sobreproteger, en la mayoría de los casos, se refiere a la actitud que tienen algunos padres para con sus hijos” (Diccionario Actual, s.f.). Por otro lado, Jacinta Rodrígues (2019) afirma que “La sobreprotección es una actitud inconsciente que usualmente asumen los padres ante la formación de los hijos y que se manifiesta en cuidados excesivos, permisividades y complacencias con el afán de idealizar la imagen de padres abnegados y que oculta el rechazo inconsciente al rol que les corresponde desempeñar” (p. 7). Con base en las definiciones anteriormente expuestas, puedo referirme a la sobreprotección como una actitud. Según la RAE, la actitud es una disposición. Entonces puedo definir a la sobreprotección como una práctica recurrente de cuidados intensivos en la crianza de un niño. Al ser una respuesta repetitiva frente al andar diario del niño, esto inevitablemente va a producir consecuencias a largo plazo que afectarán el desarrollo del infante. Las consecuencias de la sobreprotección son niños con un desarrollo rezagado. Son niños tímidos, inhibidos, inseguros, con una autoestima baja; pues su seguridad tiene íntima dependencia de sus padres. Son niños que no se atreven a tomar decisiones propias, que tienen mala convivencia escolar, que no se relacionan de manera asertiva con los otros niños, que siempre parecen tener miedo a la vida. La actitud de sus padres, no les han permitido enfrentarse a frustraciones ni problemas, y no saben cómo hacerlo cuando realmente deben empezar a vivir por sí solos. Todo ello es consecuencia de los estilos educativos superprotectores, cuyos padres no les han provisto de herramientas necesarias para enfrentarse a la vida (Zambrano y Figueroa, 2014). Los padres sobreprotectores, se erigen como escudos permanentes de sus hijos, y cuando estos faltan, lo niños carecen de una defensa con la cual afrontar las vicisitudes de la vida. Por contraparte, también puede originarse otro perfil de niños, con consecuencias totalmente opuestas a la descripción anteriormente dada: niños que no toleran la frustración: egocéntricos, egoístas y caprichosos. Toman roles de autoridad en su hogar, exigen y amenazan y se enfadan a menudo con los adultos. Su autoestima está ligada a tener, a poseer. La Teoría del Apego Konrad Lorenz (1985), observó que usualmente las aves, después de eclosionar, siguen al primer objeto que se mueve en su cercanía y establecen una relación sólida con él, la cual se conserva hasta que el animal se convierta en un ser independiente. En el contexto humano, ese objeto suele ser la madre. Esta relación es fundamental para la supervivencia del ser en edad temprana, ya que con la primera persona que establece el vínculo le protege de un sinfín de peligros y facilita que llegue a convertirse en un adulto. Bowlby apoyándose de Freud en el estudio de la formación de vínculos en los animales, formuló desde 1958 la “Teoría del Apego”, la cual afirma que la relación con otros individuos es una necesidad primaria y tiene un importante valor para la supervivencia del ser. Bowlby denominó a esa primera relación como apego y mostró que tiene un valor esencial para la supervivencia de los individuos y sería un antecedente de la historia de la humanidad y de sus antecesores en la escala biológica. El hecho de que el infante se mantenga próximo a un adulto sirve para preservarle de múltiples peligros y, por tanto, contribuye a su supervivencia y a la adaptación de la especie. Cuadro 1: Interpretaciones del Apego de acuerdo a distintos autores Bowlby Nota: Recuperado de Deival (1997). En síntesis, el sistema de apego está compuesto de tendencias conductuales y emocionales diseñadas para mantener a los niños en cercanía física de su madre o de sus cuidadores. “Generalmente el apego tiene lugar en los primeros 8 a 36 meses de edad. Los niños con estilos de apego seguro, son capaces de usar a sus cuidadores como una base de seguridad cuando están angustiados. Ellos tienen cuidadores que son sensibles a sus necesidades, por eso, tienen confianza que sus figuras de apego estarán disponibles, que responderán y les ayudarán en la adversidad” (Martinez, 2017, p. 58) En el dominio interpersonal, las personas con apego seguro tienden a ser más cálidas, estables y con relaciones íntimas satisfactorias, y en el dominio intrapersonal, tienden a ser más positivas, integradas y con perspectivas coherentes de sí mismo. “Los niños con estilos de apego ansioso-ambivalente, responden a la separación con angustia intensa y mezclan comportamientos de apego con expresiones de protesta, enojo y resistencia. Debido a la inconsistencia en las habilidades emocionales de sus cuidadores, estos niños no tienen expectativas de confianza respecto al acceso y respuesta de sus cuidadores” (Martinez, 2017, p. 58). Por lo cual, un estilo de apego incorrecto, podría traer consecuencias casi irreparables en el niño a edad adulta. Secuelas que solo podrían tratarse con un proceso terapéutico psicológico, tales como: Dependencia y sentimientos de inutilidad; miedos y conductas evasivas; manipulables, con poca iniciativa y extrema pasividad; falta de resiliencia e hipersensibilidad. Consecuencias de la sobreprotección Dependencia y sentimientos de inutilidad, ocurre cuando los padres en lugar de sugerir y guiar, optan por dar la solución sin incentivar al niño que busque alternativas, supervisan en exceso o imponen. Esto no permite que el niño desarrolle adecuadamente sus habilidades y capacidades, trayendo secuelas en edad adulta, ya que es probable que aparezcan sentimientos de inutilidad y dependencia en la persona, afectando su autoestima y seguridad en sí mismo, desarrollándose una excesiva timidez y falta de habilidades sociales. Miedos y conductas evasivas, producto de la inseguridad y el sentimiento de incapacidad, el adulto presentará pánico ante situaciones cotidianas que en realidad no denotan un peligro fehaciente, desaprovechando muchas oportunidades por su tendencia a no afrontar los problemas ni a asumir responsabilidades. Manipulables, con poca iniciativa y extrema pasividad: El adulto tendrá mayor facilidad para ser influenciado por su entorno social y por decisiones ajenas teniendo una actitud de pasividad, en lugar de tomar la iniciativa en los objetivos que quiere alcanzar. En un largo plazo, estas secuelas pueden acarrear un desinterés por las personas y las relaciones sociales. Falta de resiliencia, la persona al haberse desarrollado en un ambiente con insuficientes límites educacionales y consiguiendo cómodamente lo que desea, en el futuro puede implicar que desconozca el valor real a las cosas y el esfuerzo que cuesta conseguirlas, produciendo una intolerancia la frustración, apareciendo conductas egocéntricas y poco empáticas. Hipersensibilidad, la persona se vuelven sumamente sensible, sintiéndose usualmente lastimadas o heridas a cualquier estímulo que amenace su zona de confort. “La sobreprotección afecta el desarrollo socio-afectivo ya que puede traer como consecuencia niños débiles, temerosos y con menor capacidad para relacionarse con otras personas y desenvolverse con seguridad en entornos con condiciones distintas a las que tienen en casa” (Zambrano y Figueroa, 2014). La sobreprotección y el fracaso escolar Diversos estudios realizados en el marco de la educación primaria confluyen en que, a mayor protección de los padres de familia, menor es el nivel de autoestima que desarrollan los hijos. La atención excesiva de los padres de familia a la conducta y desempeño escolar del hijo limita las experiencias de autonomía y libertad necesarias para su crecimiento (Diálogo Educativo, 2015). La incorporación de los hijos a la escuela exige a los padres a adecuarse a un nuevo contexto en el desarrollo del niño. En un primer momento, la familia cumple la tarea de ser la primera escuela de valores humanos y sociales para el infante, pero posteriormente la escuela es la que contribuye en su formación y crecimiento educativo. Complementando la guía que reciben en el hogar y asumiendo el desafío de ser el primer nexo de los hijos con la sociedad, lejos de la vigilancia de los padres. La escuela presenta el primer desafío en las relaciones sociales en el desarrollo de los niños, donde deben alentar su independencia y reducir la necesidad de sus padres. Para los muchos de los padres, esta etapa de desprendimiento es complicada. En palabras de un padre de familia entrevistado en Diálogo Educativo (2015): “El primer día de colegio, como padres, sentimos la mano de nuestro hijo aferrada a la nuestra; entre lágrimas, ruegan continuar bajo la protección de los padres y no alterar su comodidad pasando toda la jornada en el aula. Al cabo de unas semanas, la mayoría de los niños abandonan a sus padres, sin siquiera mirar atrás, para reunirse con sus compañeros de aula. El hijo comienza a asumir sus decisiones propias, relegando a un segundo plano a los padres”. Esta etapa resulta traumática tanto para los padres como para los hijos. El psicólogo Heike Freire menciona que la sobreprotección impide una transición adecuada, generando un efecto contrario al deseado. Cuando se intenta proteger extremadamente a los niños, no se les permite realizar sus actividades independientemente, saltándose etapas fundamentales del aprendizaje, no permitiendo comprender la responsabilidad de sus acciones ni sus consecuencias, generando una incapacidad para evaluar los riesgos; todo esto siendo un caldo de cultivo para que a en un futuro estén expuestos a accidentes de mayor magnitud. “El miedo y la desconfianza tienden a retroalimentarse: el exceso de protección deja, paradójicamente, desprotegidos a los niños. Su autoestima, su confianza en sí mismos y su creatividad se resienten” (Diálogo Educativo, 2015). Alternativas de Solución Después de desarrollar la problemática del texto, la sobreprotección, es menester ofrecer alternativas de solución. En la actualidad se ha desarrollado una alternativa educacional en la crianza del niño, que busca incentivar su autonomía y resiliencia. Su nombre es educación respetuosa o educación positiva (Nelsen, 2007; Siegel y Payne, 2012 y Juul, 2012) La educación respetuosa establece la relación entre los hijos y los padres como una comunicación horizontal, sin jerarquías. Este modelo basa todas sus enseñanzas en el respeto entre los padres, tutores y profesorado y el niño o niña. En tal sentido, no existen castigos o palabras malas. Esto se traduce en una actitud de respeto con todo su entorno, que responde igualmente con respeto. En este entorno, desarrollarse con una autoestima fuerte es mucho más sencillo. Además, se transmiten valores de tolerancia, concepto en el que reside la comprensión de que todos somos iguales, pero a la vez diferentes. Dicho de otro modo, se le enseña al pequeño a convivir en un ambiente amigable e igualitario. Comprender a los demás implica ser comunicativo y empático. Entender las diferencias culturales y asimilarlas como naturales y normales es clave para la transmisión de otros valores como la empatía y la comprensión. Las ventajas de la educación respetuosa son: - La autoconfianza, el niño sabe que merece ser respetado. - El autoconocimiento, el infante tiene apreciación de sí mismo, como individuo. - La bondad, que surge tras ser consciente de las diferencias de los demás, aceptándolas con agrado. - La tolerancia ante las realidades ajenas a la suya. - Una mayor empatía, que le permitirá percibir los problemas ajenos, siendo más comprensivo. - La autocrítica, como antesala del estudio y del conocimiento global. Su deseo por conocer y comprender lo que le rodea le dirigirá al camino de la superación constante. - Resiliencia, valor fundamental para seguir sus objetivos sin importar los retrasos o problemas que tenga en el camino. - Mayor probabilidad de éxito en su vida adulta, el deseo por el conocimiento permitirá que el niño se desarrolle académicamente y emocionalmente. Esto le permitirá tener más armas con las que defenderse en la vida cotidiana. En síntesis, una relación de respeto permite a los seres humanos una mayor comunicación y comprensión entre ellos. El respeto hacia los pequeños implica que los padres deben darle su espacio opinar y mostrar sus puntos de vista. De esta forma, se fomenta que niño entienda que tiene el derecho de expresarse, corrigiéndolos de manera asertiva y sin minar su autoestima. Conclusiones La sobreprotección es una comprensión errónea de los padres sobre el cuidado del infante, pues acarrea consecuencias negativas a la persona en edad adulta, interfiriendo en el desarrollo de su autoestima e independencia. Las consecuencias de la sobreprotección pueden ser desarrollar dependencias emocionales y sentimientos de inutilidad; miedos y conductas evasivas; conducta manipulable, falta de iniciativa y extrema pasividad; déficit en mostrar iniciativa y decisión; falta de resiliencia e hipersensibilidad. Los padres deben buscar mejores modelos educacionales para la crianza de sus hijos, uno de ellos es la educación respetuosa que busca una comunicación horizontal entre padres e hijos, fomentando un entorno propicio para desarrollar su autoestima, desarrollando valores como la autoconfianza, empatía, tolerancia, resiliencia, entre otros. BIBLIOGRAFÍA Bowlby, J. (1958). Can I leave my baby?. London: National Association for Mental Health. Delval, J. (1994). El desarrollo humano. Siglo XXI de España Editores. Diálogo Educativo. (2015). ¿Qué esperan los niños de sus maestros?: La protección y el afecto son vitales para un estudiante. Revista de publicación mensual del Proyecto Integral de Educación de la Conferencia Episcopal de Bolivia Nº 11. Díaz, Y. M. (2017). El impacto de la sobreprotección de los padres en el desarrollo de la autonomía y socialización del niño preescolar de 4 a 5 años de edad (Doctoral dissertation, 95). Juul, J. (2012). Su hijo, una persona competente: hacia los nuevos valores básicos de la familia. Herder Editorial. Lorenz, K. (1985). Comportamiento animal y humano. Nelsen, J. (2007). Cómo educar con firmeza y cariño: disciplina positiva. Medici. Rodríguez Ascate, J. (2019). Consecuencias de la sobreprotección en los niños de preescolar. Siegel, D. J., & Payne, T. F. (2012). El cerebro del niño. Alba. Zambrano Torres, Y., & Pautt Figueroa, D. (2014). La sobreprotección familiar y sus efectos negativos en el desarrollo socioafectivo de los niños y niñas del nivel preescolar del hogar infantil comunitario El Portalito de Cartagena (Doctoral dissertation, Universidad de Cartagena).