LA ENMIENDA DEL SR. WYATT || WYATT #1 [✔] by ItsMillyPire Category: Romance Genre: amor, erotismo, librosrománticos, mafia, maltrato, rencor, violencia, wyatt Language: Español Status: Completed Published: 2020-09-20 Updated: 2022-03-30 Packaged: 2022-04-16 15:18:02 Chapters: 42 Words: 93,521 Publisher: www.wattpad.com Summary: Su nombre era susurrado en silencio para no llamarlo, su imagen era borrada de las memorias para no desearlo. Josiah Wyatt era un criminal despiadado y sin conciencia. Lider de la mafia en mi ciudad y dueño de ella, él era la tormenta en la calma y el diablo en la tierra. Por eso durante toda mi vida hice lo necesario para no tener que verlo por mi misma. Siempre manteniendome alejadas de los problemas y de los tipos malos como él. Pero un dia... él llego a mí. Mi tía le roba dinero y él decide hacer lo que siempre hace, hacerla pagar con su vida ese error. Pero... por alguna razón él acepto tomar una garantía de pago sin ninguna fecha limite y perdonar todo. ¿El problema?, la garantía de pago era yo. Prisionera de un monstruo y despojada de mi vida, solo puedo aferrarme a mi realidad. Una realidad en la que poco a poco él se abre camino. *Advertencia para el lector: Este libro contiene muchos desencadenantes que podrían resultar incomodos de leer. Si buscas un romance rosa y lleno de corazones, estás en el libro equivocado. Éste es un romance oscuro que contiene escenas no aptas para menores de 18 años y que toca temas que pueden ser tomados como ofensivos. ________________________________________________ Historia original de la autora Milly Rodriguez, por lo tanto no se admite ninguna copia o adaptación de la misma, ya se parcial o total. En proceso de edición, por lo tanto encontraras, no uno, si no varios o múltiples errores ortografícos. Obra registrada en Safe Creative bajo el código: 2108269039026 Language: Español Read Count: 1,116,409 •ADVERTENCIA• Si estas comenzando, te agradezco que te tomes algo de tu tiempo al estar aquí y darme la oportunidad de hacer que te animes a leer lo que escribo. Por consiguiente, debo advertirte que el libro que leerás a continuación no es una historia de amor. Esta historia contiene escenas sexuales, violencia y demás, por lo tanto se pide prudencia. No se busca normalizar las relaciones, y mucho menos las acciones, que leerás a continuación; solo es ficción. Si estas buscando un príncipe azul, que sea encantador estas en la historia equivocada, porque Josiah Wyatt es todo lo que se podría considerar contrario a eso. Wyatt es el villano hecho protagonista, pero si después de esto quieres seguir aquí, adelante. Bienvenida a mi mundo. Veras un poco de sangre, sexo, violencia y misterios por los pasillos; nada que temer... ¿o deberías?. En el ala principal veras hombres grandes y rudos, algunos tatuados, procura no hacer ruido, se enamoran al primer suspiro y se convierten en tu protector. Disfruta este mundo, perteneciente a Josiah Wyatt. Espero salgas ilesa. ___·•·___ Enmimuroestánloslinksdirectosamisgruposdeinteracción. •PLAYLIST• PLAYLIST 1. Deberías estar aquí ....................... Río Roma 2. Not today .......................... Imagine Dragons 3. Till the end ................................ Jessie Ware 4. Him & I ................................ G-Eazy & Halsey 5. Wicked games ............................ Chris Isaak 6. Love ......................................... Lana del Rey 7. Young and beautiful ................. Lana del Rey 8. Hate that i love you ......................... Rihanna 9. Power over me .................. Dermot Kennedy 10. Roses ........................... The Chainsmokers 11. Qué Hubiera Sido .......................... Ventino 12. Primera Carta ...... Cali Y El Dandee ft Beret 13. Te Esperé ................................ Jesse & Joy 14. Always hate me ..................... James Blunt 15. Not afraid hate me .......................... Halsey 16. Ya Te Perdoné ................................ Ventino 17. Sex on Fire ............................ Kings of Leon 18. Sex With Me ................................. Rihanna 19. Si Fuera Fácil ........................... Matisse MX 20. Call out my name .................... The Weeknd 21. Neighbours Know My Name ..... Trey Songz 22. Marvins Room ................................... Drake 23. Do I wanna know ................ Arctic Monkeys 24. Momentum ep .............................. Two feet 25. I wanna be yours .................. Arctic monkey 26. Had some drinks .......................... Two feet 27. I feel like i'm drowning ................... Two feet 28. Call out my name .................... The Weeknd 29. Go Fuck Yourself ........................... Two feet 30. Wicked Games ........................ The Weeknd ___ Canciones que serán de utilidad a lo largo de TODA la trilogía. •D r e a m C a s t• Josiah Wyatt como RiccardoBosio ___·•·___ AinsleyPainsley como SarahOrrego ___·•·___ LykenBrooks como BrookelleMcKenzie ___·•·___ SageDulft como StephenJames ___·•·___ SallephCrezpo como Danielle Victoria Perry ___·•·___ NoahStrals como MariàCasals ___·•·___ EzekielAnyetz como BrantDaugherty •ANTES DE LEER• Si estas aquí es porque estas buscando nuevos libros, así que por favor despeja tu mente. Sé que no lo hacen a propósito y muchas veces solo lo hacen con cariño, pero agradecería si evitan hacer comparaciones con otros libros o personajes que no tienen nada que ver con éste. A veces toleró algunos, pero se vuelve tedioso cuando al entrar llegó a leer hasta más de 60 comentarios haciendo referencia a una escena, nombre o personaje que le recuerda a otro libro. Si eso te pasa, por favor, evita comentarlo o de otro modo eliminaré el mismo. Cadaescritortienesupropiaimaginación, asícomosupropioespaciocreativoyconel simplehechodehacercomparacioneshacenquetodosedesdibujeunpoc o, y más aún cuando son escritores que apenas están comenzando. Te doy este consejo para futuras referencias: aningúnescritorlegustaverquecomparansutrabajoconotros, asíquenolohagas. Terminada mi palabrería, continúa leyendo. Espero te guste✨ Los amo, son unos solecitos brillantes y resplandecientes en un día nublado y gris de noviembre✨ ×Milly. •PRÓLOGO• Tuskegee, Alabama 3:11am 2005 Un grito me hizo abrir los ojos, al mismo tiempo en que un espasmo por el susto recorría mi cuerpo. Aún con el sueño inundando en mí mire a mi alrededor tratando de encontrar la fuente del grito. Todo estaba oscuro en la habitación, todo a excepción de la lámpara con forma extraña, que Kinsley juraba que era un corazón, en la mesa de noche al lado de su cama individual. La misma lámpara que papá le había regalado en su último cumpleaños. El incomodo recuerdo de haber llorado por no tener una igual durante unos largos minutos era lo primero que vinó a mi mente, eso hasta que papá se puso de pie y me atrajó hacia él y mi hermana ofreció a compartir su regalo conmigo para que no estuviera triste. —Kinsley —pronuncié su nombre en voz baja, casí en un susurro, para que solo ella pudiera oírlo. Si mamá nos descubría hablando a altas horas de la noche nos castigaría y se enojaría, mucho Aunque nunca eran castigos muy duros, igual daba miedo cuando se enojaba. Eran castigos simples como limpiar el patio trasero o limpiar el sótano durante todo el día, pero se enojaba con nosotras en el proceso. Cosas más como deberes, como lo llamaba mi hermana. La cama hizo un sonido rechinante cuando su peso se levantó de su colchón. Apreté mi sabana contra mí cuando observe su silueta acercarse con pasos lentos, aún le tenía miedo a la oscuridad. Era algo que siempre temería. Mamá dijo que algún día lo superaría, que todavía era pequeña. No le creía, a pesar de que siempre le creía todo. ¿Comó podría alguna vez acostumbrarme a la oscuridad sin temer a lo que no podía ver?. Ahora sólo podía ver la alta silueta de Kinsley adaptándose a la fea oscuridad y trazando su camino hacia mí. Su rostro, igual al de mamá, se hizo visible cuando se acercó y el miedo dejo de aferrarse a mí. Era nuestro lugar seguro. —Ainsley, tienes que escucharme bien. —susurró de vuelta, mirando hacia la puerta con rapidez antes de tomar mi mano y apretarla entre las suyas. Me queje cuando su fuerza hizo que mis dedos dolieran entre su agarré, pero ella lo ignoró. Había humedad alrededor de sus ojos y su rostro estaba visiblemente pegajoso, sus pestañas estaban llenas de lágrimas enredadas en sus pequeños vellos, justo como se veían mis compañeros de escuela cuando hacían una rabieta llena de lágrimas y mocos. —Saldré al pasillo un momento, pero en cuando grite y tú lo oigas tienes que...—se detuvó y tomo una respiración, pasando su mano temblorosa por mi mejilla. — ¿Harías algo por mí?. Haría cualquier cosa por ella. La amaba. Eso era el amor. Ella lo dijo una vez. Amar era hacer cosas para que la otra persona estuviera bien, aún cuando eso te derrumbará a ti. Sea lo que sea que significaba podría captarlo y lograrlo. — ¿Qué quieres que haga?—pregunte, esta vez mi voz salió demasiado alta y Kinsley abrió los ojos con terror. Se detuvo un segundo y miro a la puerta, presionando su dedo en su boca en señal de silencio. No quería verla así, haría culaquie cosa para evitarlo. —Iré al pasillo y cuando grite tienes que salir de la cama y correr con todas tu fuerzas, Ains. —ordenó, lágrimas inundaron sus ojos de nuevo y mi próxima pregunta debía ser el porqué de su dolor, pero no me atreví a hacerlo. — ¿Por qué tengo que hacerlo?—pregunte, frunciendo el ceño. ¿Estaba soñando de nuevo con quedarme jugando hasta tarde con ella?. — ¿Recuerdas el maratón que vimos en la televisión sobre correr? — asentí, esperando una pregunta sobre ello. Me gustaba cuando jugabamos a preguntas y respuestas con mamá, aunque ella siempre ganaba por saber más que yo.— ¿Qué cuando más corrías tu cuerpo más fuerte se volvería? —preguntó ella de nuevo, en voz baja. Asentí, lo habíamos visto la semana pasada en Discovery, junto con mamá y Richard. — Pues, eso es lo que queremos. Corre y sal de casa. Luego nos encontraremos en el parque y jugaremos mucho, ¿te gusta la idea?. Dije que haría lo que me pidiera, pero eso era casi imposible. ¿Podría amarla sin hacer lo que ella pedía? Yo no me quería ir. Tenía sueño aún, y además, era de noche. Estaba oscuro, habían monstruos allá afuera. Y mamá se enojaba cuando estaba en el patio hasta muy tarde. Siempre dice que puede haber algo peligroso o puedo pescar un resfriado. No quería que mamá se enojará conmigo, pero tampoco quería ver a mi hermana triste. — ¿Y mamá?— le cuestione, poniendo mis brazos en jarras aún sentada. — Mamá se va a enojar y sabes que nos castigará a ambas. —Ella estará bien, ahora haz lo que te digo. —dijo, con voz dura. Hizo un ademán con la mano, restándole importancia. Miro a la puerta durante muchos segundos. Un segundo, dos segundos... ¿más de diez segundos? hasta que volvió a mirarme y un sollozo salió de ella, aún no me atrevía a preguntar porque estaba llorando. — Por favor, Ainsley. Te lo pido, por mí. Si no lo haces estaré muy triste. —Pero… —Ainsley. —me cortó, con un ceño fruncido. Siempre se enojaba fácilmente. Mamá repetía constantemente que así era la adolescencia y que yo sería igual que Kinsley algún día, solo que yo quería ser como ella ahora. Soltó mi mano y tomo mi cara en las suyas— Si no corres le diré a mamá que fuiste tú la que quebró una de las vasija de plata que le dio la abuela, y no el gato como siempre habías dicho. Te castigará y no podrás salir hasta que te gradúes de la escuela. Mis ojos se abrieron con horror. Kinsley no mentía, mi hermana no lo hacía. Mamá amaba esa vajilla y si se enteraba que la causante de su destrucción había sido yo estaría castigada y no iría a la casa de Mallory para su cumpleaños. Ya tenía el vestido para ello. Y todos mis amigos de la escuela irían. Mamá había prometido que me llevaría a comprar su regalo mañana. Era injusto y Kinsley lo sabía. —Me castigará. —le dije, como si ella no lo supiera. Intentando poner un puchero. Siempre funcionaba. Kinsley siempre trataba de ayudarme cuando lo usaba, solo que esta vez ella no desistió de su idea. —Entonces, haz lo que te digo. Si no lo haces se lo diré, ¿vale? — dijo, con voz suave, esperando mi respuesta. Obviamente, asentí. — Recuerda lo de nuestra promesa. Cuando grite, tú corres. ―extendió sudedo hacía mí con una sonrisa triste en su rostro― ¿Pincky Promise?. Asentí rapidamente, arrodillandome en la cama y extendiendo mi dedo hacía ella para unirlo. ―Pincky promise. No estaba del todo segura, pero si no lo hacía podría estar castigada. Me soltó y se puso de pie. Sus ojos se estaban entornando mientras se daba la vuelta y caminaba a la puerta. De vuelta a la oscuridad. —Kins, tengo miedo. —susurre, tratando de tomar a mi gato en el suelo. Él me haría compañía ahora. Eso la detuvo. Se giró y permaneció así unos instantes de nuevo, totalmente quieta. Hasta que corrió con suavidad hacia mí y me trajo hacia ella, aplastando mi cuerpo contra el suyo. Sus manos temblaban, una vez me confesó que eso pasaba siempre que el pavor la envolvía y se veía sin salida, y que se detenía cuando tomaba un vaso de leche. Quizás ahora va en dirección a buscar uno. —No hay nada que temer, Ains. Todo estará bien. —dijo con sus brazos aún en mí, sus hombros temblaron y cuando dejaron de hacerlo se apartó. Sus ojos estaban húmedos, y algunas lágrimas rodaban por su mejilla. — Tú recuerda que te amo, Ainsley. Y mamá y papá también lo hacen, sin importar lo que pase. Todos lo hacemos. Sin importar algo o sin importar nada, eres y siempre serás amada. Nunca aceptes algo menos que eso, nunca aceptes lo malo cuando mereces lo bueno. — ¿Por qué estas llorando? —pregunte con tono acusatorio. Si no había nada que temer no debería estar llorando. — ¿Qué tienes?. ¿Te duele algo?. ¿Quierés que llame a mamá?. Ella no respondió. Simplemente, me dio un beso en la frente. Luego, se levantó dejando un agujero en el colchón donde su rodilla se había presionado y caminando a la puerta. Esta vez cuando estire la mano buscando a mi gato, lo encontré. Él subió a la cama y luego a mi regazo. Cuando paso lo de la vajilla mi mamá quiso darlo en adopción, pero Kinsley le rogó que no lo hiciera, yo también. Casí quise decir que había sido yo y no él. Me alegró que no lo hubiera dejado en adopción, de otra manera ahora estaría sola. En medio de la oscuridad. —Tranquilo, Mussi. Pronto amanecerá y podremos jugar. —dije, sintiendo como sus garras trataban de arañar la cobija y hacían un ruido espantoso. Fiiit, fiiit, fiiit. De pronto, un estruendo se oyó en la otra habitación. Solté un grito pequeño, haciendo que Mussi saltará de mi regazo y corriera al armario. Lo mire enojada, me había dejado sola. —Gato tonto, ese no es un buen escondite contra los monstruos. A ellos les gustar jugar allí. Alguien gritó y salte, saliendo de la cama. — ¡CORRE! —grito Kisn, sonando mal desde algún lugar de la casa. Cada vez más lejos — ¡AINSLEY, CORRE!. ¿Lo hacía? Si, le había dicho que lo haría. Sin pensarlo, corrí a la puerta. Si no lo hacía le diría a mamá y no quería eso. Mire por el pasillo y todo estaba en silencio y oscuro. Ignore que las siluetas en la oscuridad parecían monstruos y me aleje de ellas. Corrí a las escaleras y baje a toda velocidad. Era diez escalones, tantos para mis piernas cortas y aún así logre llegar abajo. Tan pronto como lo hice corrí a la puerta que daba al patio, insegura si debía hacerlo o no. Pero había un pestillo en ella y era muy alta para mi cuerpo de baja estatura Mamá lo ponía para que no entraran ladrones, pero los ladrones eran altos y podrían quitarlo fácilmente. Debía decirle eso. Podría tomar la escoba, pero estaba en el patio y Kinsley dijo que saliera rápido y corriera aún más rápido. ¿Y sí no le hacía caso y me escondía hasta que ella saliera y podría ir tras ella?. La oscuridad me daba miedo. No cualquier tipo de oscuridad, la oscuridad de la noche. A veces, cuando no tenía sueño y mamá se iba luego de contarme un cuento para dormir, podría oír los susurros de los monstruos mientras conversaban. O quizás, mientras devoraban niñas como yo. Mamá siempre dice que los monstruos son las personas, pero he visto a personas realmente lindas. Otras no tanto, pero son amables y eso de alguna forma los hacían lindos. ¿Cómo podría convertirse una persona en un monstruo solo por su forma de ser? ¿Les saldrían escamas y cuernos?. —Pequeña. —susurro una voz detrás de mí, la reconocí al instante y la seguí. — ¿Papi? —lo llame. Pero de nuevo, no veía nada. La oscuridad era la única cosa que veía. Hasta que finalmente prendió el pequeño foco en la sala y pude verlo. Camine hacia él con cuidado y haciendo un mohín. — Papi, tengo miedo. Mamá y Kins estaban gritando y yo estaba sola. ¿Podremos ir a ver que les sucede?. Él me hizo una señal para que caminará a sus brazos y cuando lo hice me alzó en ellos. Apretándome en un abrazo de oso como lo había hecho Kinsley hace pocos minutos. ¿Qué pasaba con todo el mundo dándome abrazos? Hoy no era mi cumpleaños. Quizás, más tarde podría subir y abrazar a mami también. Ella era la única que faltaba por abrazar. —Lo sé, pequeña. Ahora todo estará bien. —susurró en mi cabello y plantó un beso en mi mejilla luego. —Papi esta ahora contigo, siempre lo estará. —dijo, y me soltó de nuevo. Dejándome de pie en el suelo. Su cuerpo se estremecía como si estuviera llorando. La última vez que lloró fue cuando la abuela murió, ¿Había muerto el abuelo ésta vez?. Me acerque para abrazarlo de nuevo, pero me detuve cuando un sonido me hizo tener aún más miedo. Mire sus manos, en ellas había una pistola como la que usaba el nuevo novio de mamá. Pero Richard era policía, papá no. — ¿Papi, qué es eso? —pregunte enojándome, él no podía tener eso. — Mamá dice que no es bueno tener esas cosas y además, tú no puedes usar eso. Es sólo para hombres malos y policías, y tú no eres uno de ello… Un grito saliendo de mis labios me hizo detenerme. Silencie mis palabras cuando un dolor profundo se centró en mi estómago y el sonido que escuche antes volvió a oírse, pero esta vez más cerca. Mucho más cerca. ¿Un monstruo? ¿Estaba comenzando a devorarme? ¿Era su cena de la semana? ¿O simplemente, me había resfriado? —Lo siento, princesa, yo no estoy bien. ―negó, pasando sus manos por su rostro. —Te amo tanto. Solo que no puedo parar, necesito acabar esto. Las voces son fuertes y necesito hacer lo que dicen para que paren. Te amo. Te amo. Te amo. Las amo a las tres. — susurró papá, estaba llorando. Lo sé porque sus labios temblaban mientras hablaba, haciendo que no entendiera bien sus palabras. Y su cuerpo parecía temblar también. Quise decirle que no llorara, que estaría bien. Que siempre que me dolía la panza mamá me cuidaba y que en el estante de la cocina había medicina, pero de nuevo el sonido y el dolor volvieron a aparecer en otra zona. Esta vez mi pierna dolió tanto que tuve que caer al piso. Dolía mucho. Era como las quemaduras que me hacía cuando hurgaba en la cocina, pero éste era más doloroso. Un sollozo salió de mí y quise gritar tanto, pero papá podría tener miedo. Así que solo me abrace y lloré en silencio. —Papi… duele mucho...—solloce, lágrimas estaban cayendo y aun así el dolor no paraba. Seguía allí, aferrándose a mí y extendiéndose por todo mi cuerpo con rapidez. Quemaba y ardía. ―Mamá tiene jarabe y… Un sonido volvió a resonar y luego papá cayó en el suelo, y un líquido negro salió de su boca y su cabeza. No, no era negro. Era rojo. Solo que mi vista se hacía cada vez más frágil. Mis sollozos aumentaron, pero si me movía dolería aún más. —Papi...― lo llame, sin moverme para que no me doliera más―despierta, papi... tengo miedo. Tengo mucho miedo... Me sentía cansada, adolorida y sorprendida. Podía sentir un líquido corriendo por mi cuerpo, empapando mi pijama y me encontré preguntando si mamá se enojaría al verme mojada. Me castigaría y Kinsley se enojaría por no haberle hecho caso. Pensaría que no la amaba por no hacer algo por ella. De repente, el dolor cesó. Mi cuerpo se aflojó y mis ojos comenzaron a cerrarse. Tenía sueño, estaba tan cansada. Todo se volvió negro, pero esta vez no les temía a los monstruos, la oscuridad se volvió calma y pacífica. Todo era paz e indoloro. Un lugar tranquilo y hermoso. Registro 25/05/2005: «Un siniestro crimen se registró la madrugada de este viernes en el sur de Alabama. Cobrando un saldo de tres muertos y un herido, llevado a cabo por uno de los muertos de este lamentable hecho que luego de haber acabado con la vida de sus víctimas decidió acabar con la suya. La policía del condado de Alabama dio un registro de la identificación de las víctimas como: Kinsley Paisley (15), Bretanny Stanford (39) y Arthurt Paisley (42); mientras que Ainsley Paisley (05) se encuentra recluida de gravedad en cuidados intensivos tras ser herida con arma de fuego en el tórax, hombro y pierna. Hasta el cierre de nuestra edición aún no hay avances en la recuperación de la única sobreviviente del círculo familiar. Se maneja como un crimen pasional, luego de que Paisley entrara en la casa asesinando a sangre fría a la madre de sus hijas y su ex esposa, para luego hacer lo mismo con sus hijas. Finalmente, poniéndole fin a su vida tras suicidarse. Familiares cercanos afirman que Paisley había estado luchando contra la esquizofrenia que padecía desde joven, agudizándose luego de la ruptura de su matrimonio.» •01• Filadelfia Actualidad, suactualidad. Solo un año más. Eso era todo lo que necesitaba, un año hasta que finalmente pudiera terminar de ahorrar y conseguir un apartamento propio donde poder llevame a Kunno. Podría llevarlo, estaba segura que Margot lo ofrecería como carne si pudiera. Un año era poco, teniendo en cuenta que había estado viviendo con la tía Margot más de lo que me gustaría recordar. La gente pensaría que la palabra malagradecida era la que se acercaba con mayor fuerza a mi. Pero es muy fácil juzgar viendo todo desde la cima y no desde el precipicio, que era donde vivía yo. A los cinco años casi moría, la familia de mi papá no quiso saber nada de mi. Quizás, por el detalle de que fue mi padre el que casi me mata —y lo habría hecho, de no ser por los paramédicos llegando a tiempo—, añadiendo que sí mato a todo lo que conocía como familia. Mi familia paterna alegó que 'su estado actual era muy complicado para recibir un miembro más', quedando como única opción viable la hermana de mamá. No todo fue bonito, ella no acepto de inmediato. Paso un largo momento mientras escuchaba al encargado de mi caso divagar sobre lo triste que sería dejar a una niña de mi edad en un orfanato sin nadie familiar cuando podía estar con alguien y subsistir con el dinero que el estado me otorgaría como pensión; obviamente pude ver como los ojos de mi tía brillaron al oír la palabra dinero y me atrajo hacia ella con un discurso mal formulado sobre como me amaría toda la vida y sería como una madre para mi. No me convenció a esa tierna edad —y eso que aún creía en el hada de los dientes y en Santa Claus, a pesar de mi desafortunada corta vida— y tampoco me convenció ahora, pero al encargado de mi caso no pareció importarle la charla falsa y se puso de pie corriendo a la puerta, literalmente, antes de que mi tía pudiera negarse. Supongo que se sintió aliviado de volver temprano a casa ese día porque mucho menos se intereso en volver los días próximos, donde con todo gusto hubiera dicho que el dinero era utilizado para droga y que la tía traía a hombres diferentes todas la noches para hacer ruidos extraños; ruidos extraños que comprendí eran gemidos y que me hicieron vomitar un día completo cuando lo descubrí en un programa de televisión. Quedando como conclusión que los servicios infantiles no valían la pena al igual que el estado mismo. Un dolor sordo se acumuló en mi corazón ante los recuerdos y lo ignore en su mayoría, esperaba poder ignorarlos por completo alguna vez. Mientras estaba escuchando los datos del hombre al frente de mi, haciendo la fila para pagar su comida. —¿Estas escuchando bien?—pregunto él, enfadado y golpeando su mano contra el recibidor como si llevará mucho tiempo aquí. Solo treinta segundos. —Señor, le acabo de informar que su tarjeta da directo a un error de insuficiencia monetaria y...—dije con voz mecanizada, había dicho esto varias veces antes así que no fue difícil repetirlo. —El único error es usted, debes estar equivocada —me corto, el tipo tuvo el descaro de elevar la voz aún más. Alertando a todos los presentes a mirar en nuestra dirección, incluso a los niños que saboreaban sus helados como si fueran palomitas y este fuera el espectáculo. —Tengo mucho más dinero del que tu tendrías en tu vida, mocosa insolente. ¿Mocosa insolente?. Le había pasado su tarjeta de crédito más de las veces que tenía permitido para ayudarlo, ¿y era una mocosa insolente?. —Señor, baje la voz, por favor.—solicité, conteniendome para no explotar. Tenía que hacerlo, o de otro modo terminaría insultándolo y por mayor razón que tuviera para hacerlo, él era un cliente. Y el cliente siempre tiene la razón, casi pude oír la voz de Lucille recordándolo en mi cabeza —¿Que esta pasando aquí, Ainsley?. Habla del diablo y él hará acto de presencia. Lucille, mi supervisora e hija del dueño del local se acercó. Mi espalda se puso rígida y sabía lo que venía. Más de una vez había intentado echarme por motivos injustificados pero siempre obtenía el apoyo de todos y nunca lograba su cometido. Siempre buscaba cada pequeño fallo, cada segundo. Estaba segura que vivía mirando las cámaras de seguridad que apuntaban hacía mí para estudiante a diario. Algo exagerado, pero de ella lo creía. —La señorita aquí presente—me señalo el hombre con desdén, y una parte de mi quiso golpear su dedo mugriento a su cuerpo igual de asqueroso. Normalmente no era así, pero estaba enojada. —No quiere pasar la tarjeta ya que dice que no tiene dinero y es obvio que se equivoca. Le di una mirada inexpresiva y un bufido se escapó de mis labios. Si, teniendo en cuenta su pelo grasiento, es obvio que no ha utilizado un shampoo en años. Su ropa raída, se preocupa más por unas cuantas cervezas que por su estilo y su piel sucia y mugrosa, ¿si quiera se bañaba?. Bueno, esta bien, estaba siendo prejuiciosa ahí. Pero, este tipo era en realidad un dolor en la parte inferior del cuerpo. —Bueno, seguro es un fallo de mi empleada. —dijo ella tomando su tarjeta, no pase por alto el tono desdeñoso. Me contuve de no lanzar otro bufido, esta vez en su dirección. Ya vería quien se había equivocada. Su empleada, no la empleada del local. Suya. Como si este lugar fuera suyo. Bueno era de su padre, pero no suyo. Observe, mientras ella repetía el proceso que yo había hecho mas de tres veces anteriormente. En serio, esto me sacaba de quicio. ¿No podían ser todos amables?. Trabajar en Bugnys me sacaba de quicio. Todo lo referente a tratar con clientes me sacaba de quicio, pero era eso o morirme de hambre. Las cosas básicas no llegaban en lote a la puerta de tu casa. Podías fantasear con ello todos los días, pero eso no significaba que se haría realidad. No odiaba Bugnys por mis compañeros de trabajo, al contrario. Por mis jefes. O por la gerente. Y alguno que otro cliente. Llevaba mas de dos años trabajando aquí, casi desde que me gradúe de la escuela y nunca hubo ni una queja. Siempre fui la que se mantenía al margen de todos los problemas aquí, si no tenia que ver conmigo, simplemente no me importaba en lo absoluto. Eso hasta que cambiaron a todo el personal administrativo y los sustituyeron por el de las sucursales vecinas, y para desgracia mía no contaba con que sería la mimada hija del dueño. Por no mencionar que desde que llego parecía tenerme en la mira. ¿Su excusa?, mi pierna débil y poco productiva, según sus propias palabras. Mire el dispositivo, mirando como el código que había salido repetidamente anteriormente volvió a resplandecer en letras luminosas. El mismo código que decía que la tarjeta estaba vacía. Levante la mirada triunfante y la pase entre ambos, esperando una disculpa. —Lo siento, señor, pero aquí dice que no tiene dinero—dijo Lucille entregando la tarjeta, con una mueca. Odiaba darme la razón. —Pero, no traje dinero en efectivo.—ahora ahí su voz era lastimera, totalmente opuesta a la que me había dirigido antes. Lucille me miro a mi antes de rodar los ojos como si yo fuera la tonta que vacío la cuenta bancaria del hombre y miro al señor con una sonrisa amable. —Los gastos corren por cuenta de la casa. —respondio con un tono alegre, demasiado para mi gusto. Esa era Lucille. Demasiado falsa, demasiado tosca y muy demasiado. —Es lo menos que podemos hacer después del mal trató al que fue expuesto por nuestra empleada. Me detuve en mis pensamientos, soltando la idea de recibir una disculpa. Espera, ¿qué?. ¿Qué acababa de oir?. ¿Y el que yo recibí qué?. Eso pareció iluminar el rostro del hombre, quien lanzo una mirada triunfante en mi dirección: —Oh, eso esta mucho mejor. Pero disculpe a la muchacha seguro esta en sus días. Sabe como son los jóvenes hoy en día, siempre queriendo saber más que los mayores. Lucille rió con suavidad, como si el mejor mago del mundo le hubiera hecho un truco y claro, yo era la modelo estrella que era cortada a la mitad. O como si se estuviera burlando de mi, y eso estaba haciendo. El hombre me sonrió antes de salir y le lanzó un guiño a Lucille. Eso iba a la lista de cosas desagradables que había visto en toda mi vida, y había visto muchas. ¿Habia otra cosa mas asquerosa que ese guiño?. Si, el abuso de poder. Más especifico, que te minimizaran y te aplicarán un trato injusto. —Eso sera descontando de tu ultimo cheque —susurro en mi oído antes de girar y reptar a su oficina, eso era lo que hacían las víboras. Reptaban. —Ah, antes de que lo olvide. Cuando termines tu turno quiero ver tu culo gordo en mi oficina. Me gire. Sintiendo la sangre hervir en mis venas como si fueran gasolina y alguien hubiese lanzado un cerillo encendido. En serio, ella necesitaba mantener nuestros problemas personales fuera de aquí. ¿Que mierda?. ¿Teníamos problemas personales?. Ni siquiera nos conocíamos tanto, ella solo decidió que yo sería su método de diversión aquí y que su meta sería hacer mi vida imposible. Nunca le conteste, nunca le grite, siempre me mantuve pacífica, ¿pero esto?. Era el colmo. —¿Éstas bien? —susurro Tynle pasando a mi lado, su estómago ya estaba a punto de explotar, pero eso no impedía que se moviera de aquí y allá como una mujer que no estuviera a punto de hacer salir una cabeza por su vagina. No es que no fuera una mujer normal, era doblemente normal. Bueno, triplemente, si tenemos en cuenta la forma enorme de su vientre. Solo me incomodaba que la mantuvieran trabajando aún en su estado. —A su orden, que tenga un excelente día —le dije al señor que estaba pagando por su comida, entregándole su recibo y su tarjeta. Este me sonrió y me asintió antes de dirigirse a la puerta. ¿Por qué no podían todos ser así?. —¿Y bien?—insistió Tynle, esta vez deteniéndose a mi lado. Siempre me pregunte como una mujer tan hermosa y exótica como ella terminó aquí de entre todos los buenos lugares del mundo, pero una vez que le pregunte simplemente respondió: “Las personas no terminan donde están por su físico, las personas terminan donde están por su mente.”. Desde entonces, no le pregunte más, si es que aquello significaba algo. Siempre pensé que era digna de un catalogo de modelo, aún cuando tenía un gran bulto podría parecer una modelo que desfilaba ropa para embarazadas y sería la sensación. —Lo de siempre—me límite a decir, suspirando y señalando detrás de mí. Ella ya conocía 'lo de siempre'. —¿Puedes quedarte aquí un rato?. Lucille necesita hablar conmigo. —Que ni te oiga decir su nombre en lugar de "Jefa" porque nos echa a las dos y sabes que ambas lo necesitamos hasta que consigas tener un titulo universitario como para mantenernos a todos —dijo en broma. Le sonreí y asentí. Si, eso también.—Ve, además, me hace falta sentarme un rato. Juró que tener un bebé dentro de mi me esta matando. No puedo esperar para ligar mis trompas y cerrar la fábrica. O dos bebés. La ayude a sentirse, ignorando sus protestas. ¿Era legal mantener a una chica en su estado trabajando?. Seguramente, no. Pero la mayoría de las cosas aquí no eran legales, así que nada se podía hacer. Además, el novio de Tynle y el donador del esperma creando dentro de ella no estaba en el mapa y tanto como yo necesitaba ahorrar para conseguir llegar a final de mes. Camine despacio hacia la parte trasera creando escenarios mentales en mi mente. Mi pierna era lenta, pero al menos podía usarla después de lo del incidente. La motricidad seguía ahí, no en su totalidad, pero no me quejaba. Las personas vivían quejándose todo el tiempo, pero habían otras que tenían mayores problemas. Tenían que agradecer que era al menos 'algo' y no un 'nada'. La oficina de Lucille quedaba al final del pasillo del empedrado que separaba la cocina del restaurante. La antigua oficina de su padre, mi jefe. Aunque ahora ella era mi jefe. Toque la puerta una vez, oyendo las risas amortiguadas un minuto después. Suspire, y volví a tocar, un sonido ahogado se escuchó seguida de una palmada. ¿Eso era un gemido y una nalgada?. —Un segundo.—dijo ella con voz suave desde adentro. El segundo duro casi tres minutos. Lo se porque los conté mentalmente, mientras escuchaba sus gemidos de foca ahogada. Fue algo esplendorosamente asqueroso y lo agregaría a la lista más tarde. Unos largos instantes después en los que consideré irme y venir después —pero ella me acusaría de no haber asistido — la puerta se abrió y Kenji, ¿se llamaba así?, el nuevo asistente de cocina salió acomodando algo dentro de sus pantalones. Aparte la mirada porque su bragueta seguía abierta y un rubor se extendió por mi rostro. —Oye, en cualquier momento podrías utilizarla.—se ofreció pasando a mi lado. No tenía idea a que se refería con “utilizarla”, pero prefería no saberlo. Además, ya tenia suficiente con la mirada de odio que me estaba lanzando su… ¿amiga de follar?. Otro punto para ganarme su odio. Excelente, como si no tuviera suficiente. —¿Podrías dejar de fantasear con Kendy y tomar asiento? — inquirió molesta. Era Kendy, no Kenji. Con D no con J. ¿Y eso me importaba por…?. Estaba nerviosa y estaba divangando ahora. Pase, cerrando la puerta detrás de mi. El olor a semen inundaba el ambiente, ¿como una virgen reconocía ese olor?. Mi tía llegaba con el todas las noches, y algunas veces también traía a hombres que lo hacían. Era un asqueroso olor entre el cloro y algo que no reconocía, y que no anhelaba reconocer. Arrugue mi nariz y me senté en la silla ¿y si habían follado aquí?. Mire a la mesa y vi el desorden, o seguro fue allí. Junto las manos y me miró, en una escena mal recreada de una ejecutiva responsable. Una ejecutiva responsable no se follaría a sus empleados, a no ser que sea algún libro erótico, pero esto no era ningún libro erótico. —Bien, he notado que tu rendimiento ha bajado en los últimos días, Ainsy—dijo y no pude corregir mi nombre, ya que levanto su mano para callarme y continuar:—Lo de ese señor solo fue la punta del iceberg. Aquí necesitamos empleados que sean multifaceticos, tu sólo trabajas en la caja registradora. Tus compañeros se matan trabajando. Incluida esa Telma, que esta ambarazad… —En primer lugar, es Tynle—dije con voz suave, apartando la voz enojada —Y en segundo lugar, el señor Steele fue el que decidió eso debido a que si duro mucho tiempo de pie no… —Pareces que sigues sin entender que mi padre ya no esta aquí, Ainsley —dijo, pronunciando mi nombre con burla. A veces, creo que solo lo dice mal para molestarme. —Si necesitamos a alguien en la cocina, tu vas a la cocina. Si necesitamos a alguien en atención al cliente, tu te encargas de atender. Pero en tu estado, no es posible. Y teniendo en cuenta que tu trato a los clientes es fatal, he tomado una decisión —se recostó en su asiento y suspiro dramáticamente, batiendo sus pestañas postizas. —Estas despedida. Mi corazón subió a mi garganta, mi visión se nublo con rabia. Todo pareció correr como un maratón pasando por mi cara y el destello de todo el esfuerzo que había hecho estos años cayo a mis pies. —¿Qué? —exclame, demasiado alto —Trato bien a los clientes y… —Eso no me pareció hace rato —suspiro, sonando aburrida. Se estaba mirando las uñas. ¡Las putas uñas!. —Tenemos suerte que ese señor no hubiera puesto ninguna queja al respecto. Quería golpearla. Mucho. Me imaginaba mil formas de golpear su cabeza contra el escritorio o quizás, lanzarla por la ventana…pero estábamos en el primer piso, no se haría daño. —A mi tampoco me parece que la regla de no fraternizar con tus empleados se lleve a cabo… —La regla la puso mi papá. —se levantó y apoyo sus manos a ambos lados del escritorio. Mirándome con desafío—En cuanto me de la gana la quito, o quizás, ya lo hice, ¿quién sabe?. En sus ojos había burla. Mis manos ansiaban golpearla en ellos, dejarlos morado. Aunque nunca he sido violenta habían oportunidades y personas que sacaban esa parte de mi. Y ella era la principal. Medí el ángulo, pero yo tenia todas las de perder si me lanzaba a ella. —Esto es un delito, me estas echando por mi discapacidad… ¿Era un delito?. En cuanto llegara a casa lo investigaría. Era lo primero que haría. Si, podía hacerlo. Después de todo no le debía nada, podía demandarla y luego... ¿y luego qué?. El estado no pagaría a una chica cualquiera un abogado porque no le interesaba un rábano lo que le sucediera. —Te estoy echando por tu ineficiencia, tonta —rodo los ojos y señalo la puerta, con sus perfectas y limpias uñas—Ahora sal de mi oficina. Tu cheque estará listo para mañana y… No pensé en mis acciones. En un minuto la estaba fulminando con la mirada y al siguiente estaba lanzando el liquido de su jugo encima de ella. No le dio tiempo de terminar lo que iba a decir antes de que el líquido cubriera todo su rostro, bajando al escote en su camisa y me encontré preguntando cuanto costaría quitar la mancha naranja de su camisa. Un jadeo salio de sus labios y sus ojos se clavaron en mi, con puro odio. Mi pecho se lleno de orgullo, la adrenalina te hacia sentirte bien cuando hacías cosas locas. Debí hacer eso hace mucho, se sentía tan liberador. —Vete.a.la.mierda —apunte, palabra por palabras en su dirección antes de girar y salir, lo mas rápido que pude. Estaba muy alterada. Una cosa era creeme valiente lanzando un jugo en su dirección y otra que lo fuera como para ganar en una pelea física, no tardaría mucho en masticar el pavimento en caso de que eso ocurriera realmente. Así que hice lo más lógico por hacer, tome mis cosas y no me importo que Lucille me seguía a lo lejos mientras lanzaba insultos en mi direccion. La rabia llenaba cada poro de mi cuerpo y quería golpear cualquier cosa, sin atreverme a ello. Mi pierna dolía un poco, la incomodidad se extendía por todo las articulaciones como si fuera una vieja maquina oxidada con engranajes igual de deteriorados. Ignoré el dolor y seguí caminando. Cada pisada apuntando directo en mi rodilla. Me ayudaba a pensar en otra cosa y en concentrarme en el dolor. Quería llegar a casa. No, no quería llegar a casa. Literalmente, no era mi casa. Pero era el único lugar que tenía por el momento. Ese trabajo se puede ir a la mierda. Ni siquiera lo necesitaba. Podía conseguir otro mejor y con un mejor sueldo, por no hablar de un mejor horario laboral donde no terminaría con comida pegada a mi cabello y grasa por todo mi cuerpo. Si, era fácil. Me repetí eso un par de veces mas, tratando de usarlo como mantra durante el camino a casa. Aprovechando para memorizarlo y tener algo de optimismo, porque si pensabas en positivo atraías lo positivo y toda esa cosa optimista que usaban para alegrarle la vida a las personas, ¿no?. Pero a medida que avanzaba por la estrecha acera al edificio donde estaba el apartamento de Margot un peso se hundía cada vez más profundo en mi estomago. El realismo hizo su elegante aparición con un bolso de marca extraña y lo utilizó para darme una bofetada mental al respecto de mi situación actual, para luego zarandearme y gritarme un "REACCIONA, PERRA. ESTA ES LA VIDA REAL" en mi rostro. Mierda. Si, el realismo hablando en mi cabeza tenía razón y definitivamente necesitaba reaccionar a tiempo apartar toda esa autocharla motivacional que me estaba dando. La oscura realidad asentándose como una alfombra en mi cabeza y recordándome el porqué necesitaba salir de este hueco. No podía permitirme estar sin trabajo, porque tarde o temprano toda la carga se subiría encima de mi y yo dejaría que lo hiciera, pero cuando quisiera apartarla sería muy pesada y preferiría evitarlo. Y antes de poder darme cuenta terminaría envuelta en una vida como la de Margot, con mucha suerte terminaría teniendo un apartamento al lado del suyo e inyectaría una jeringa en mi brazo como desayuno. Si me quedaba sin hacer nada estaría condenada a los constantes intentos de los viejos borrachos y que olían a su propia orina de tocarme. No quería esto, nadie lo querría. No era lo que quería para mi y menos lo que alguna vez prospere para Kunno. Una vez leí en algún libro que teníamos vidas pasadas y dependiendo de como fueron llevadas esas vidas podríamos estar pagando el karma en las futuras, ¿tanto daño cause en esa anterior vida como para terminar teniendo una suerte de los mil demonios?. Si había una cosa que haría sería ser buena chica en esta vida, así le evitaría todo lo malo a mi futura yo. Tenía pocas opciones. Ya no tenía trabajo, no podría pagar el alquiler del apartamento nuevo que había visto y apartado hace un mes en el centro, en poco tiempo —por no decir horas— la tía empezaría a pedir dinero y lo próximo que sabré es que terminare dándole todos mis ahorros para evitar escuchar su voz quejica respirandome en la nuca. ¿Podría pasar algo peor?, ¿faltaba algo para que el día se viniera abajo hoy o ya eso era todo?. Comencé a caminar, entrando en el mullido edifico. Era un edificio normal en un barrio pobre normal por fuera, con magulladuras, falta de pintura y otros tipos de desperfectos de mantenimiento. Pero por dentro acobijaba a toda la escoria andante de Filadelfia, desde el bajo rango como prostitutas hasta el alto como sicarios y proxenetas. Era el punto de mira principal de los policías cuando algo ocurría en los alrededores. ¿Un robo, un asesinato o simplemente un altercado publico?, el edificio en donde estaba sería el que visitarían. Y hubiese sido correcto si llegarán de buena forma, como policías correctos; pero una visita de la policía significaría ventanas, puertas y artefactos rotos. Sin importar que aquí no habite quien sea que estuvieran buscando. Nunca podrías quejarte, porque esa era la ley. Nunca se dijo que fuera justa, porque la ley muchas veces era una mierda. Subí las escaleras con lentitud, ignorando el feo sonido de las barandillas que amenazaban con romperse. Parecía que ahora que no tenía trabajo todo lo feo se aclaraba para alentarme a intentarlo mejor. Me detuve en la escalera, buscando mis llaves en la esquina de mi bolso y siseando por el dolor en mi rodilla. Pero cuando levante la vista me di cuenta que las llaves no serían de utilidad, porque no había puerta. O si había, o al menos una mitad de ella. ¿Esta mañana había una puerta completa pegada al marco o...?. Joder, claro que si la había. La puerta del apartamento estaba partida a la mitad, las astillas sobresaliendo de la madera podrida como puñales creciendo. Un grito ahogado salió de mis labios, corriendo a la entrada intente absorber todo. Al parecer la pregunta sobre si faltaba algo más podría empeorar mi día si tenía su parte en ello. Si, faltaba mucho más. Mis ojos se entornaron y mi cuerpo se congelo mientras mi pulso y mi corazón se disparaban a niveles astronómicos. Nadie me preparó para lo que mis ojos estaban viendo y si me hubieras dicho que lo vería alguna vez huiría de ti por decir una locura. Un grupo de hombres altos, grandes y vestidos de negro estaban en mi casa. Cuadros tirados en el piso y platos rotos por doquier, ¿desde cuando en esta casa habían tantos platos?. Y podría decirte que la vista anterior era lo peor, pero no lo era. Estaba muy lejos de serlo. ¿Qué era lo peor?, que Josiah Wyatt estaba en nuestro apartamento. Apuntando a mi tía en la cabeza con su pistola. •02• No dije nada, inmutable ante la situación que estaba teniendo lugar delante de mi. Mi cuerpo estaba inmóvil y en estado de alerta, a pesar de que ninguno podía verme porque estaban más concentrados en otra cosa. Pero yo si los veía a ellos. Y estaba teniendo problemas para actuar como si no estuviera aquí. —¿Dónde está? —preguntó el tipo que estaba más cerca de ella, su voz ronca me hizo estremecer y pensé que podría hacer que cualquiera temblará con solo oírlo. Era gruesa y calmada a la vez, pero había algo en esa calma que te advertía sobre una explosión que acabaría con todo. Así era su voz. Me encontré preguntándome como sería su rostro, a pesar de la circunstancia en la que me encontraba. —Repetiré mi pregunta, y odio repetir. ¿Dónde está, dónde lo tienes?. Entonces, observe mejor la escena. Él estaba sobre mi tía. No alzándose sobre ella, estaba teniendo su vida en su mano. Rodeando su cuello con una total naturalidad y alimentándose del miedo de Margot, Josiah Wyatt la miraba como miras a una cucaracha andrajosa. Como si debiera morir en cualquier momento y temía que antes de terminar el día ese seria su destino y nos arrastraría a todos. En su otra mano sostenía una pistola que daba directo a su cerebro. —No sé de que esta hablando, señor... —hipo mi tía, su cuerpo estaba estremeciéndose por los sollozos. Intento tapar su rostro, para esconder un poco de lo patético de su llanto, pero este lo impidió. Dando un puñetazo a la pared y soltando su cuello la hizo saltar con un grito, tuve que tapar mi boca para no gritar también. En algún otro momento me hubiera sorprendido al no ver algo diferente a la indiferencia en la actitud de mi tía, pero en esta ocasión no era posible. Wyatt no era alguien con quien debías meterte si valorabas tus extremidades del modo en el que estaban o si valorabas la vida tanto como un drogadicto lo hacia con la marihuana, y eso era lo que era Margot Stanford. Había escuchado de él, claro que sí. Cada persona en esta ciudad conocían al hombre y a que se dedicaba. Una vez en la secundaria escuché a unas chicas decir que mataba por diversión, algún tipo de pasatiempo para él. Nadie podía hacer nada. Él era el dueño de esta ciudad y de cada cosa dentro de sus delgados límites. Habían personas que susurraban su nombre con miedo, como si al nombrarlo llamaran al diablo en el proceso. Quizá, él lo era. Lo había visto personalmente algunas veces cuando tenía que ir a buscar a Margot a uno de los bares de la ciudad porque a veces duraba días sin venir a casa y Kunno se desesperaba. Él nunca me miraba, estaba muy lejos como para hacerlo; pero yo si lo había estado viendo varias veces, ¿quién no? . También lo había visto en periódicos varías veces, junto a la alta sociedad que hacia vida en esta parte del mundo. Siempre elegante. Siempre imperturbable. ¿Tenía sentimientos?, lo dudaba. Mi tía soltó otro sollozo y eso me hizo recuperar mis pensamientos. Justo cuando el egoísmo se interpuso entre mi realidad y yo. Imaginando que podría irme con el dinero que tenia ahorrado hasta ahora, conseguir algo económico donde estar por un tiempo y un trabajo de cualquier cosa. Podría seguir mi camino lejos de aquí y encontrar uno nuevo, donde no viviera temiendo por todo y de todos. Solo que no sería tan fácil. Y lo supe cuando escuche otro sollozo llenando el sonido que entraba por mis oídos. Mi primo estaba sentado en un rincón entre la cocina elaborada del pequeño apartamento y la nevera, tapando sus oídos a la multitud que estaba en la casa. En realidad, solo eran tres hombres, pero para Kunno siempre sería demasiado. Estaba temblando y mi corazón se oprimió un poco cuando escuche que tarareaba una melodía que nunca había escuchado antes, entrando en su propio mundo y tratando de olvidarse de este. Era mi primo, pero lo amaba como mi hermano y sabía que sería imposible dejarlo atrás. No con una madre como lo era Margot. —Se los aseguro, no tengo eso que ustedes buscan —insitio Margot, negando y pidiendo clemencia. Casi bufé por su estado. Levantó la mirada, llena de lágrimas y quejas. Y pude ver, en el preciso momento en el que sus ojos conectaron con los mios, que me entregaría. Esto era lo único que había que saber sobre Margot. No le importaba a quien se llevaba por delante en cuanto pudiera tener su pellejo sano y salvo. Lo comprendí muchas veces y lo observe ahora cuando el brillo de alivio bailo en su mirada. Su dedo me señalo a mi, como si fuera una diosa entrando a su templo. — Ella, ella. Es mi sobrina. —anunció con demasiado entusiasmo para la situación.— Ella... ella me ayudara. ¿Cierto que lo harás, cariño?. ¿Cariño?. No era rencorosa, nunca había necesitado guardad rencor por nadie. Pero ella era excepción a nadie, ella era la única persona que me permitía repudiar abiertamente. Odie que todos en la habitación siguieron la linea de su dedo, apuntando a mí. Todos se giraron a mirarme, menos él. Menos Josiah Wyatt. Uno de los hombres se dirigió hacia mi, dando grandes zancadas. Di un paso atrás, pero no pude llegar muy lejos antes de que mi rodilla se sintiera pesada y doliera el movimiento. Casi estaba a punto de caer de culo al piso de no ser porque el hombre tomo mi brazo, pero solo para llevarme al centro de la habitación como si se tratará de un juicio. Eso solo empeoró el dolor comenzando a fluir libremente por mis tendones. —Oye, sueltame…—protesté, tratando de sacar mi brazo de su agarre. Un gemido salio de mis labios justo cuando un calambre desvío su rumbo a mi pie. —Sueltame. Él me ignoró, zarandeando mi brazo con soltura. Como si fuera una marioneta a su manejo. —Mira lo que tenemos aquí, Josiah. —apunto el tipo, tratando de llamar la atención del hombre que mantenía el pavor en los ojos de Margot en forma intacta. El hombre que me sostenía apretó aún más su agarre e hice una mueca de dolor. Observe la cicatriz que surcaba su mejilla y su párpado, dándole un aspecto aterrador de película ochentera. Tatuajes sobresalían a través de su camisa blanca y se perdían debajo de ella. —Una linda chica que parece perdida. Lo fulmine con la mirada, a pesar de que sabía que podría poner una bala en mi cabeza en cualquier momento. Quizá eso era lo que estaba buscando. —Ainsley, ayudame. —soltó Margot en medio de sus lloriqueos. La mire con rabia, su rostro estaba rojo y lleno de miedo. No era para menos, estos tipos no andaban con juegos y venían con sed de sangre. La sangre de Margot, esperaba. —¿Qué hiciste, Margot? —preguntar fue lo único que pude hacer, aún tratando de sacarme del agarre del tipo, pero era más fuerte que yo. Tanto, que dolía su aprehensión. —Yo…—comenzó ella, pero el tipo hizo un movimiento que la hizo callar. —Ella no hizo nada—dijo, calmadamente él. Mis ojos se dispararon a su espalda con confusión. Los de mi tía imitaron mi acción, pero con alivio en su mirada. Pobre alma desdichada. —Ella solo me robo. Oh, mierda. ¿Cual era el equivalente de un suicidio?, robarle a estos hombres. A cualquiera. Nadie les robaba, o al menos nadie había salido vivo de allí para contarlo. ¿Por qué no pude empezar a trabajar un año antes?. Así podría irme y llevarme a Kunno, pero no. Ahora estaba encerrada aquí y no tenía escapatoria viable. Con una tía suicida que prefería exponernos para comprar su próxima dosis de drogas y sin importarle que podrían poner un bala en nuestras cabezas. ¿Estaba planeado como algún tipo de muerte familiar?. ¿Cómo se le ocurre a alguien tan meticulosa como Margot robarle al mayor mafioso de la ciudad?. Culpe a las drogas, ella seguramente estuvo muy drogada en el momento y lo hizo o las drogas encogieron las ultimas neuronas sanas en su cabeza. —Yo no lo robe, creanme...—siguió repitiendo ella en su defensa. —ESTAN LAS PUTAS CAMARAS DE SEGURIDAD—gritó por primera vez el hombre, haciéndonos gritar a ambas de miedo. El hombre que me sostenía lanzo una risa por el miedo que estaba irradiando, quise huir de aquí. —¿Entonces quien fue, vieja?—preguntó con burla el tipo a mi lado. ¿Quién demonios era él y por qué actuaba como otro jefe?. Volvió a reírse y miro a mi tía con diversión. —¿Un fantasma parecido a ti?. Pues, es un fantasma muy feo, ¿eh?. —Sage—pronunció Wyatt con un borde de advertencia en el, ni siquiera se movió pero ese tono fue suficiente para amedrentar al hombre. Wyatt solo se mantuvo con la pistola en la cabeza de mi tía, ya me impacientaba su estado. No se movía o algo por el estilo, solo estaba allí. Proteste cuando mi rodilla también lo hizo por la presión que estaba ejerciendo en ella. Me dolía, demasiado. Al principio era un dolor sordo, pero a medida que aumentaba subía llegando a mis tendones articulares y a mi muslo. Sin mencionar los calambres que estaba tratando de ignorar. —Sueltame, necesito sentarme. —dije de nuevo, con los dientes apretados. El dolor seguía subiendo y cuando lo hacía más me hacia doblar. Era humillante que este hombre a mi lado lo estuviera presenciando. —¿Qué?, ¿éstas embarazada?—preguntó y me sacudí lejos cuando pegó su rostro al mío. Su aliento lleno de olor a cigarrillo me asqueo. —Una lástima, aunque nunca he visto que el porno con embarazadas es excitante y todo eso. Y tú eres asqueroso. —Sage, creo que tiene algo en su rodilla.—intervino uno de ellos, poniendo una mano en el hombro de Sage.—Deberías dejar que se siente un rato. Lo hubiera mirado con agradecimiento de no ser por la ironía de que estaba aquí para saldar unas cuentas con mi tía. —¿Y buscarle una limonada? —carraspeo el que se llamaba Sage, sin disminuir su agarre. —No venimos de visita, hombre. —Simplemente, haz que se siente.—insistió el hombre, fastidiado.— Deja de trabajar con tu polla. El tipo me miró antes de suspirar y soltarme con desdén. Mi cuerpo se tambaleó, por la pérdida de apoyo en mi lado derecho y lo próximo que sentí fue el dolor ahogado que sentí en mi culo y en mi pierna antes de caer al piso. Vi estrellas detrás de mis ojos por el dolor ciego que recorrió mi cuerpo ahora. Sisee una maldición, arrastrándome al sofá y tratando de subir. Ninguno me ayudo a moverme y fue mejor, si lo hubieran tratado hubiese gritado lejos de ellos. Cuando estuve en el lugar cómodo — no para mi culo porque el sofá había tenido mejores momentos y ahora solo era una tabla desgastada con un poco de algodón — comencé a dar masajes a mi rodilla. Siguiendo el patrón. De atrás a adelante. De arriba a abajo. —Oh. —dijo Sage de repente, agachándose a mi altura— ¿eres coja, cariño?—una carcajada salio fuera de él y negó.—Mierda, eso debía ser algo. Algún defecto tenías que tener. No todo puede ser perfecto. ¿Eres coja y no quieres que te coja?. Duro. Temblé, arrastrándome hacia atrás con cautela. Tratando de salir de la cercanía del hombre quien me miraba con maldad y una mezcla ácida de lujuria. Su mirada siguió mis movimientos con genuina diversión. —Sage. Dejala, hombre —siseo el otro tipo, rodando los ojos. Parecía mucho más pacífico que el otro, pero aún así le temía. Supongo que Wyatt no traería consigo a cualquiera que fuera bueno en lo que lo moral representaba. Ningún hombre en esta habitación era un buen samaritano. Bueno, Kunno lo era. —Es que, hombre. Mirala. —se quejó Sage con impaciencia y señalando mi cuerpo —La chica esta buena y... —¡Maldita sea, Sage!. —rugió Wyatt deteniendo a todos. —Vinimos aquí a buscar mi dinero, no a buscarte un coño. —exclamo. Su pistola ya no estaba a la vista, su mano si. En la garganta de Margot, cortando su respiración a juzgar por el tono de piel que estaba comenzando a tener. Sage se levanto de golpe. Como si su espalda estuviera en llamas. Supongo, que también aterrorizaba a sus hombres. Quise burlarme de él, pero sabía que sería una mala idea, considerando la pistola sobresaliendo en la petrina de sus pantalones. Él me vio observando y sonrió malévolamente antes de sacarla y acariciarla. Aparte la vista y me fije en mi tía, tragando el nudo en mi garganta. —Ainsley. ¿Qué esperas para ayudarme, mocosa? —dijo ella, con tono ahogado. —¿No estas viendo que pueden matarme?. Estuve a punto de insultarla y decirle que no tenía dinero, pero un sollozo me estremeció y trajo mi parte vulnerable. Kunno seguía en el rincón, ahora sus manos estaban en puños, tratando de que todo el alboroto parará dentro de su cabeza. Oyendo las maldiciones de su madre. —Kunno. —lo llame, pero seguía sin oír por encima de sus sollozos. Era susceptible a los ruidos y a las personas desconocidas, algo así me dijo el psicólogo que había en su antigua escuela. Podría reaccionar mal si su entorno era diferente al que siempre veía y si cambiaba de forma abrupta. Mi pecho se apretó. Quise abrazarlo, pero se alteraría aún más y no quería que los hombres lo lastimarán viéndolo como un peligro. Solté un suspiro sabiendo que no pararía y observó a otro lado. —¿Cuánto les robo?. Ninguno respondió y siguieron susurrándole cosas a Margot que cada vez se veía más alarmada. Supongo que le estaban diciendo la manera en que la matarían. ¿Era cruel sí no sentía nada por la idea?. De hecho, quería que lo hicieron para liberarme de ella. Un monstruo, pero el mundo estaba llenos de ellos, ¿no?. Solo que muchos sabían como esconderlo debajo de sus caretas. Esa era Margot. Otro monstruo más que podía liberar al mundo de su interminable mediocridad si ponía fin a su vida, sólo que la vida se Kunno estaba entrelazado a ella. Me puse de pie, con mi rodilla aún doliendo. El piso crujió bajo mi peso, pero no me notaron o prefirieron ignorarme, mientras seguían amenazando a Margot. Las palabras “ojos”, “quemar” y “lanzar” me hicieron estremecer mientras pasaba a su lado. Por mucho que detestase a Margot, era la madre de Kunno y lo menos que él necesita ahora era ver morir a su madre ante sus ojos como sabía que pasaría. Como los malditos que sabia que eran nos harían ver como advertencia. Para que lo contáramos. La cortina que simulaba de puerta estaba amarrada en un nudo dejando a la vista la fea habitación en la que yo forma. La cama estaba hecha trizas, a pesar de que la hice antes de irme a mi antiguo trabajo. Ignorando eso corrí al estante y lo empuje, mi rodilla vibro cuando la presione en la madera del piso al arrodillarme y aún así no proteste. Esto era mas importante. El papel mal pegado estaba intacto sabiendo que Margot no sabia la existencia de este escondite. Si ella hubiera sabido ya no habría forma en que estuviera allí. Jale la lengüeta sacando a relucir el orificio en que guardaba la cajita de madera donde tenía mis ahorros. Los ahorros de tanto tiempo que se irán por la borda en unos cuantos minutos. Lo abracé contra mi pecho unos instantes, recordando las horas extras y las quemaduras que tuve que soportar para tenerlos. Un sacrificio que no serviría. Suspire, tomando aire antes de hacer un esfuerzo y ponerme de pie. Sisee, apretando los dientes hacia nadie. Hoy dolía mi rodilla más que nunca, pero también estaba que hoy no era un día normal. La tensión era la que la presionaba. Tome un último suspiro, antes de caminar a la sala. Tratando de ser lo mas rápida posible, antes de que mataran a Margot y terminara traumando aún mas a Kunno. —Aquí esta—dije, tirando la caja en la mesa. Suspire y camine hacia Kunno. —Ahí hay dinero. Ahora vayanse. Kunno se arrinconó aún más a la pared cuando vio que me intente acercar, como tratando de adherirse en ella. Sus sollozos seguían saliendo y cada sonido amortiguado daba directo a mi corazón. —Gracias, Ains, sabía que…—comenzo mi tía y el solo hecho de oír su voz me hizo enojar más de lo normal. —¡No lo hago por ti!—exclamé en voz alta, girando hacia ella con dificultad. Señalándola. —Lo hago por Kunno. ¿Cómo te atreves a hacerlo pasar por esto?. Sabes que él no necesita más de esto y aún así sigues haciendo esto. Al menos tuvo la decencia de parecer arrepentida, mirando a Kunno con tristeza. Siempre lo hacia y nunca cambiaba. —Yo… —Allí no hay el dinero suficiente—sentenció Wyatt. Lo mire, frunciendo el ceño hacia él. Era increíble que supiera eso cuando no había hecho el intento de abrir la caja. —¿Cómo sabes eso si ni siquiera haz abierto la caja? —me atreví a inquirir en su dirección. Esta vez se giro hacia mi y tuve que dar un paso atrás cuando su presencia me golpeo. Realmente, me hizo estremecer cuando sus ojos chocaron con los mios. Desvíe la mirada a la caja que seguía intacta. El dinero de todos mis ahorros estaba allí, el dinero para mi apartamento y un primer año universitario. El dinero para poder irme lejos con Kunno. Toda mi vida estaba dentro de esa caja y ahora la estaba perdiendo por culpa de mi tía. Pero también estaba que el hombre la estaba desechando como si no valiera nada. —Abran la caja alli… —¿Cuánto hay ahí? —pregunto, cruzándose de brazos. La forma de sus bíceps aumento su tamaño cuando lo hizo, y de alguna manera su camisa negra no se rompió. Aclaro su garganta y volvió a preguntar:—¿Cuánto?. Carraspee y trague antes de mirar otra vez la caja. —Hay mil dolares. Él hizo un sonido de burla antes de hablar. —¿Mil dólares?.—era una pregunta retórica, pero aún así asentí. Él arqueo la ceja—Eso no es suficiente. ¿Qué mierda?. —¿Cómo que no?—cuestioné, frunciendo el ceño, dando un paso impaciente. —Hay… —Ya se cuanto dinero hay, simplemente no es suficiente —dijo apretando el puente de la nariz como si le exasperará. —Escucha, tu tía entro a mi bar y simplemente tomo el maletín que sería entregado a mi con… —Tienen a la persona equívocada—siguió protestando mi tía. Sus manos estaban masajeando su cuello, mientras esperaba la respuesta de Wyatt. —…50mil dolares—terminó él. Haciendo retumbar mis oídos con la cantidad que acaba de revelar. —Estoy haciendo un esfuerzo grande al no poner una puta bala en su cabeza. ¿50 mil?. ¿Qué hizo con 50 mil?. Con 50mil podríamos irnos de aquí. Dios, con esa cantidad podríamos vivir sin tener que trabajar por un tiempo. —¿Cómo se supone que descuidan esa cantidad?—dije, ahora moleta con ellos. Nunca debieron aceptar a alguien como Margot allí, ya debería saber lo que haría como muchas veces antes.—¿No tienen atención o… —Ese no es el caso. Yo puedo dejar dinero en cualquier puta parte y nadie la tomaría porque saben a lo que se arriesgan. —dijo con voz dura él, su rostro se puso como piedra y apretó su mandíbula. —A mi nadie me roba y sale ileso, o respirando. —Por favor, señor. Tenga misericordia…—sabia perfectamente que estaba fingiendo, conocía la forma en que su boca se inclinaba en la esquina hacia abajo. Maldita perra, nunca había hecho algo bueno en su vida, a excepción de Kunno. Ese niño no merecía una madre como ella. Nadie merecía a alguien como ella en su vida. —¿Dónde pusiste el dinero, Margot? —pregunte, sintiendo mis labios temblar. No iba a llorar. No lo iba a hacer, aunque unas ganas incontrolables se escapaba de mi. No iba a llorar al frente de un montón de desconocidos sabiendo que mi dolor les causaría gracia. —¿No le vas a responder a tu sobrina, Margot? —preguntó Sage, y tomo el rostro de ella en sus manos y por la mueca en su rostro la estaba apretando igual que lo hizo conmigo hace un rato. Una parte de mi se alegró —Al parecer se rehusa. Lágrimas estaban cayendo en mi rostro ahora, pero en silencio. Escapando sin mi permiso. Traicionado mi autocontrol. —¿Hay algo que se pueda hacer? —susurré y levante la mirada insistiendo de nuevo. No podía permitir que la matarán, aunque lo merecía.—¿Un plazo para buscar su dinero o al menos intentarlo?. —Intentarlo no es una opción y…—comenzó Sage, pero Wyatt levantó la mano y este cerro la boca de nuevo. Me sorprendía como alguien podía controlar a ese bastardo teniendo en cuenta su actitud. —Escucha, hoy tuve un gran día. El mejor en años si me lo preguntas.—dijo, con una sonrisa. Mierda, los monstruos como él eran hermosos por fuera.—Y quizás este de acuerdo en darte un plazo. En darle un plazo a ella. Mi pecho se elevó y sentí el alivio aplastándose en mis costillas. Casi quería saltar, pero si lo hacia podría caer de culo por mi costilla. Esto era realmente bueno, siempre había oído que Josiah Wyatt nunca daba oportunidades... ¿pero por qué me la estaba dando a mi?. ¿Por qué?. —Gracias, Señor…—comienzo, pero él hablo evitando que siguiera. —Pero, debo llevarme algo de garantía —suspiro, pareciendo aburrido y la inexpresividad en su cara me helaba la sangre. Su belleza era aterradora por el hecho de que nunca demostraba sus emociones. Sabía que esto no era de gratis. Pero, ¿qué se llevaría?. Aquí no había nada que valiera menos de cien dolares. Y eso ya era mucho. —Señor Wyatt, aquí no hay nada de…—comencé, pero mi tía me detuvo. Su voz sonando ansiosa y alta mientras Sage seguía apretando su rostro y cuello. Impaciente.—Tenemos la vajilla inglesa de… Falsa. La vajilla de cinco dólares en venta de garaje. Mierda, ¿acaso no sabía que estaba negociando con el diablo ahora?. —Margot. —le dije con tono de advertencia. Aplastando una mirada dura en ella. —No quiero algo material como garantía. —acotó Wyatt, mirándome a mi con suficiencia y como si fuera estúpida. No mirando a mi tía. Sus ojos me hacia sentir mal del estómago, casi enferma. Y no es que no fueran lindo, lo eran. Solo que era como nadar en un lago profundo donde no había salida. ¿No quería algo material?. —Entonces, ¿qué quiere?—pregunte, sintiendo mi pulso acelerado. Tratando de no sonar desafiante. No llamar su atención más de lo normal, tratando de parecer lo menos bonita. Él dio un paso hacia mi y mi corazón comenzó a bombardear con demasiada fuerza. ¿Podria morir de un infarto a los 19 años?. ¿Era eso posible?. Estaba a punto de descubrirlo cuando sentí mi pecho oprimirse con cada paso más cerca que este hombre daba. Una sonrisa se deslizó en su rostro y un segundo basto para que mi autocontrol se fuera. Di un paso hacia atrás, pero era inútil. Yo retrocedía y él avanzaba. Y más cuando su rostro estaba a centímetros del mío, su aliento rozando mi nariz mientras hablaba, una mezcla de alcohol y menta. Su boca se abrió, dejando salir las palabras que me hizo palidecer. —Te quiero a ti. —dijo, con voz baja y casi suave—Tú eres la garantía. Tú te vienes conmigo. •03• Seguro escuche mal. Algún extraño suceso había pasado y mi audición fue alterada en el proceso. Era casi imposible que eso que acababa de oír lo hubiese dicho él. No pudo haber dicho eso. No porque no pudiera, seguro lo haría para parecer cruel. Pero no podía. Simplemente, no lo aceptaba. Aparte mis ojos de los de él con miedo en ellos, temiendo hacer un movimiento que lo hiciera explotar y hacerme daño. Aún no conocía su furia y en cuanto se calculaba. Mire a mí tía con horror, pero ella ignoró mi mirada y la desvío a otro lado de la habitación. Tenía esa sonrisa de alivio en su rostro que me comenzaba a exasperar de maneras tan grandes. Sabía y podía oír los engranajes corriendo a toda maquina en su cabeza, planeando como adular para librarse de la situación. —Eso es una grandiosa idea, Señor. Podemos tener tiempo y...— comenzó Margot, y esta vez si me miro. Actuando arrepentida. Y eso era lo que odiaba, que estaba actuando. Si de verdad supiera que esto la mortificaba lo harían sin rechistar, pero era la idea de que apenas me llevaran lejos ella volvería a buscar algo de droga para su cena y no haría nada para robar su adicción. Hoy era esto y mañana sería otra cosa, sí es que había mañana y salía viva de aquí. No es como si estuviera considerando irme con ello, no estaba tan loca como para hacerlo. No quería morir siendo tan joven. Simplemente no quería morir, la sola idea me aterrorizaba cada vez que cerraba los ojos y observaba a mi papá apuntandome con un arma. —No, no esta bien —le dije a ella, frunciendo el ceño con enojo. Para ella estaba bien porque no seria ella la que pagaría el precio. ¿Por qué no podía ir ella si había sido la que robo?, ¿por qué yo?. Me gire a mirar al hombre y negué repetidamente.—No soy un objeto ni una propiedad a la cual puede tomar como garantía. Eso es legal en esta parte del mundo o en ningún otro lugar. Es... —Un hecho— terminó por mi. Seguía aún muy cerca de mi y la bocanada que tomo tras eso estremeció mi cuerpo con incomodidad. —¿Es que acaso no sabes quien soy?. Puedo jugar con lo legal y mandarlo a la mierda. Soy el dueño de todo en esta ciudad. Absolutamente, todo. — la ultima palabra me hizo temblar, el miedo recorriendo mi espalda y ahorcando mi tranquilidad. —A menos que se niegue y tenga que tomar cartas en el asunto. Y deba tomar otra cosa como pago, claro esta. Y dije lo más estúpido que pude decir. —Esta casa es propiedad privada—dije y en cuanto las palabras salieron de mi boca me sentí extremadamente estúpida. Sabiendo que prácticamente había dicho que se meaba sobre la ley. Aún así no me detuve, era el miedo hablando que me hacia tan tonta.—No puede venir y hacer eso como si le perteneciera. Si, si podía. Lo sabía y lo había oido decirlo hace unos minutos. Dios, el miedo que infundía en todos no tuvo que haber sido por hacer obras de caridad. Estaba siendo estúpida al actuar tan libremente a su alrededor, ¿qué otra cosa podía hacer en esa situación?. Tenía que tomar cualquier cosa que me llevara a salir de ella. Joder, era Josiah Wyatt. Podía hacer lo que le diera la gana sin pedir permiso. Sabia muy bien eso. Y él también los sabía, por la sonrisa divertida que cruzó su rostro. Tan grande y tenebrosa como la de un león a punto de comerse a su próxima presa para la cena. Yo era su presa y no había hecho nada para cazarme. —¿No puedo?—pregunto, retóricamente. Se divertía conmigo y con mi estupidez, claro. Aún no entendía como no había puesto una bala en mi para este momento.—Noah, Sage. Enseñenle lo que puedo hacer que suceda. —Enseguida, jefe. —respondio Sage, una sonrisa sádica estaba cruzando su rostro. a tronar sus nudillos con un sonido poco suave y audible para todos. Desvíe la mirada de Wyatt y lo observe con recelo, su mirada me trasmitió todo lo malo del mundo en ella. Comenzó a caminar hacia Margot, esta retrocedió con miedo mientras ambos se acercaban con paso calmado. —¿Qué van a...—no pude terminar mi pregunta porque el grito de Margot lo impidió. Sage tomo el brazo de mi tía y lo jaló hacia atrás en un ángulo doloroso, seguido de un sonido de quiebre. Track. Lo más horrible fue ese sonido, sin duda. El grito que soltó mi tía lleno la habitación. Un jadeo silbo en mis labios, callandolo con una mano. Todo mi cuerpo dolió. Me quede en silencio, solo viendo la escena. Sage había soltado a Margot y el que se llamaba Noah se hizo a un lado, su expresión tan indescifrable como la de su compañero. Observe con lastima como Margot se arrastraba a una esquina, sosteniendo su brazo que yacía inmóvil en su lugar. Sollozos destrozados salieron de ella y por un momento también quise acompañarla en su dolor, pero la parte realista de mi me impidió hacerlo. Recordándome que ella solo estaba tomando lo que cosechó, ella había traído a estos hombre a casa. Haz tu cama y acuestate a dormir. Pero el hilo de realismo se esfumo cuando un sollozo ahogado, diferente al de Margot, vino de mi izquierda. —Mami. —llamo, pero Margot siguió dando grandes gritos sin notar al pequeño. Entonces, caí en cuenta de que había visto todo. Él había observado como le rompían el brazo a su madre y ahora estaba observando como se ahogaba en su dolor. Dios, no. —¿Ahora estas convencida?. —preguntó Wyatt, arqueando una ceja y lo mire con furia. Odie la forma en que mi pecho se apretó, avisandome que estaba a punto de echarme a llorar. —El niño lo vio. —protesté, ahogando un sollozo y enterrando mi rostro en sus manos unos segundo. Tratando de recomponerme. Tome un suspiro profundo y lo empuje, pero ni siquiera se movió o reaccionó ante mi llanto.— ¿Cómo pueden ser tan monstruos de hacer algo así?. Son unos bastardos sin corazón. Estaba enojada y dolida. De todo. Y sobre todo porque Kunno era un niño y estaba pasando por esto. Era lo que más me apuñalaba el corazón. No me importó que me mataran, cualquier cosa era mejor que saber que nunca podría ayudar a Kunno con su dolor porque nunca saldríamos de aquí. —Nunca dije que no lo fuera.—dijo, y su voz subió un tono más. Profundo y lleno de calma, sin inmutarse por nada. Lo odiaba.—Tu decides si prefieres que sigamos demostrando cuán monstruos somos o si haces lo que te dije. Me deslice a su lado y me detuve, el peso de mis emociones acumulándose en mis tendones. Tome una bocanada de aire y camine hacia Kunno, su cuerpo frágil se estremeció y arrimo aun más a la pared. Quise lanzarme y tomarlo para protegerlo, pero sabia que sería peor y lo verían como un riesgo ante su reacción. —Kunno, cariño. —llame, acercándome con paso tambaleante, pero poco a poco hacia él. Sus manos seguían en sus oídos, no podía saber si me oía o no, pero aún así lo intente —Kunno, soy Ainsley. Sus rostro seguía sin levantarse, pero su cuerpo había dejado de estremecerse. Lo intente una vez mas y me acerque de nuevo. Mis manos hicieron un esfuerzo por no tocarlo, simplemente me arrodille a su lado. El recuerdo de la primera vez que observe su rostro trepo por mi memoria, como le asegure que lo protegería de todo y como lo estaba desprotegiendo ahora. Como había sabido lo inhumana y cruel de la vida siendo tan pequeño, yo también lo hice pero yo podía saber lo que empezaba a transmitir la vida. Kunno todavía creían en la fantasía y era hermoso si lo seguía haciendo. —Kunno. —volvi a llamar, suavemente. Esta vez en voz más alta. Nadie se acercó o me apuro, dándome espacio para mi ahora.— Mirame, cariño. Nada. Al principio, nada. Sus hombros siguieron temblando y sus manos ahuecaban cada lado de su cara con fuerza, temí que se lastimará a sí mismo. Pero entonces, bajo poco a poco la pared que lo separaba de mí. Siguió con bajar sus manos, pero no levantó la cabeza. Kunno tenia una discapacidad especial. Lamentablemente, nunca pudimos llevarlo a un psicólogo en su especialidad por falta de dinero, pero el de bajo rango escolar lo denominó como un niño con síndrome de Aspherger. Aunque Kunno era sumamente inteligente algunos decían que era un niño raro, pero no. Simplemente, no podía percibir las cosas como lo hacían los demás. Era un niño normal con actitudes diferentes. —Ainsley.—susurro finalmente, y mi corazón se hundió por el temblor en su voz. Reconocí el miedo calando su cuerpo y quise abrazarlo y alejarlo de todo el que le hiciera sentirse así. —Estoy aquí.—dije, esta vez tome sus manos en las mías y él levantó sus ojos azules hacia mi. muy despacio, asegurándose de estar bien en ello. —¿Quiénes son esos hombre?.—preguntó, sus ojos estaban inundados de lágrimas. —¿Por que están haciendo eso a mamá?. Eso era lo de Kunno. Por mas maltrato que recibiera de parte de Margot nunca podría odiarla y siempre buscaría la manera de estar con ella. No podía culparlo, era su madre. Pero aún así no podía decirle que su madre era una perra sin corazón o alma que no se preocupaba por nadie más que ella. No porque no pudiera decirlo, solo que él no lo entendería y creería que odio a su madre. —Pronto, ellos se irán y...—tome un aliento y mire al techo ahuyentando las lágrimas, no podía ser mi rostro lloroso el último que viera de mi en caso de que no volviera. —...y yo también, ¿lo entiendes?. Pero volveré pronto y prometo que todo estará bien. No sabía si era una mentirosa por prometer algo que no sabía si podría cumplir, pero cualquier cosa por ver un poco de calma en la tormenta en sus ojos. Él no dijo nada, solo me miró por largo tiempo. Tratando de procesar lo que estaba diciendo, mejor así. Lo tome en brazos y suspire cuando estiró sus brazos. También me abrazo, aprestando mi cuerpo con sus frágiles y delgados brazos. —Te amo, Ainsley. —susurro y me dio un beso húmedo en la mejilla inundado con sus lágrimas. ¿O eran mis lágrimas?. —También te amo.—dije de vuelta. Le di un último beso, absorbiendo la sensación de amor por ultima vez. Observe su rostro, tallando su mirada en mi cabeza. Le sonreí con tristeza antes de ponerme de pie, impulsándome con la pierna izquierda. Dirigiéndome al frente señale a una sollozante Margot, abrazando su brazo, incluso, con mas amor del que le había demostrado nunca antes a su hijo.Tú, Margot. Me lanzo una mirada enojada, como si el hecho de llamarla fuera una falta de respeto. La odiaba. —Dejame en paz... ¿Estaba bromeando?. —¿Qué te deje en paz?—repeti, consternada. Mi cuerpo vibro de ira pura, temí hacerle daño. —¿Qué te deje, malditamente, en paz?. ¿Por qué no pensaste eso cuando le robaste al mismísimo diablo, eh?—dije, brotando toda la rabia. Me acerque a ella y no me importo su dolor antes de levantar su rostro—Escuchame, y escuchame bien, tía. Lo haré, iré con ellos como pago temporal por tu mierda. Pero esperó que busques ese dinero rápido, ¿bien?.—siguio callada, y me enfurecí aún más.—¿Escuchaste?. —Si...si, lo hice.—tartamudeo, tomando aire. Su rostro rojo como un tomate podrido. Maloliente y desdichado. —Sigo sin comprender que clase de madre eres para exponer a tu hijo a esto, pero te juro que si salgo y descubro que le llegaste a hacer el menor de los daños a Kunno te haré el mismo daño a ti...— le advertí, incluso me sorprendí al escuchar mi propia voz.—Te mataré. —¿Podrías dejar de ser tan perra?.—inquirio, ahogó un gemido y apretó su brazo. Amé que le estuviera doliendo, porque justo ahora yo estaría pagando el precio. —Soy...mierda, esto duele ...Soy tu tía. No, no era nadie. Suspire, antes de darme la vuelta y mirar a Wyatt. Su rostro seguía carente de expresividad, como si nada hubiera pasado y esto fuera lo mas normal del mundo. Quizás si, quizás si lo era para él. —Me iré con usted.—anuncié, sacando fuerzas de mi interior para no lanzarme a él y abofetearlo por arruinar mi vida. Antes de que mi palma pudiera atravesar su rostro todos tendríamos una bala en nuestra frente. —Bien hecho.—dijo y miro detrás de mi. Le asintió a alguno de sus hombres. Un segundo después sentí una mano caer sobre mi boca y apretar un pañuelo contra ella. No luche, pero presa del miedo apreté el agarré de lo que sea que me estaba sosteniendo. Empecé a sentir mi cuerpo débil y sin fuerzas, todo se volvió negro y unos brazos me levantaron. —Llevenla fuera.—ladro alguien, pero seguía sin saber quien. Muchas cosas habían marcado mi vida y sabia que esto no sólo la marcaría, se aseguraría de quemarlo a fuego vivo en mi piel. Josiah Wyatt me mataría. •04• —¿Sabés que papá te ama, pequeña?.—pregunto él con tono alegre, antes de tomarme en brazos. Mi papá podía cargar cosas pesadas, aún más pesadas que yo y nunca se cansaba. Mi papá era el hombre más fuerte que conocía. —¿Hasta el cielo?.—pregunte, riendo luego de que tomara mi cuello como rehén y comenzará a hacer cosquillas con sus labios.—Papi, ya basta. —¿Tú irías al cielo por mi?. —Es algo lejos y soy muy pequeña, papi. —dije, haciendo un mohín en mis labios.—Pero, cuando sea mayor como Kinsley lo haré. Lo haré y te llevaremos aunque estés viejo ya arrugado. Te amaremos mucho. Él se rió, negando y plantando otro beso en mi mejilla. —Pues, yo no iría al cielo. Esto es algo cerca para mí que te amo mucho.—redondo y suspiro teatralmente.—Yo iría a la galaxia y la recorrería entera, eso seria justo. Y además, te traería una estrella. La sorpresa me lleno, mi boca se abrió con exclamación. ¿Estaba hablando de verdad?. —¿En serio?.—pregunté de nuevo, mirándolo con una sonrisa y la sorpresa aún cavando en mi. Él asintió y me dio un ultimo beso en la frente, antes de ponerme en el suelo de nuevo:—Si, pero ahora debo ir a ver a mami y hacerle ver que también la amo mucho. Observe como subió por las escaleras y tomaba el ramo de rosas de la entrada, supongo que debí decirle que mamá estaba ocupada en una reunión con Richard en la habitación. Esa vez fue la ultima vez que papi me sonrió. Debí decirle, pero nunca pude antes de que saliera gritando malas palabras. ______·※·______ PRESENTE La incontrolable ganas de vomitar me hizo jadear por falta de aire, enviando un sabor agrio a mis papilas gustativas. Mis ojos se abrieron y luego se volvieron a cerrar, casi sin notarlo. Todo estaba oscuro a mi alrededor. Mi pulso se acelero contra mi piel, atenuando el miedo en mis venas. Odiaba la oscuridad, siempre lo había hecho y ahora estaba rodeada de ella. ¿Qué había pasado?. Me mantuve erguida, sentándome en donde sea que estaba. Aún con los ojos cerrados, tome una gran bocanada de aire que me hizo hacer una mueca. Arrepintiendome inmediatamente, luego de que un olor a podrido y algo mohoso llenaran mis fosas nasales prohibiendo respirar aire puro. ¿Donde estaba?. Las preguntas tras mi inconsciencia llenaban mi mente con insistencia, golpeándose una contra otras para ser respondidas aún en mi ignorancia. Al instante, un dolor de cabeza me recorre, recordando mi sueño anterior, y hago una pequeña mueca de angustia. Todos los recuerdos anteriores a este momento regresan de repente, despertándome completamente y haciéndome contener un grito que sale como un gruñido profundo. Dios mío. ¿De verdad me había entregado para salvar a mi tía?. ¿Me había entregado por la mujer que no dudo medio segundo antes de aceptar que ese hombre me llevará con él?. No, no me había entregado por Margot. Me había entregado para ayudar a mi primo, solo para salvarlo a él de pasar por eso. Pero sabia que era falso esa replica, lo había hecho por ambos. ¿Cómo era que Kunno estaría mejor con su madre de lo que estaba conmigo?. Porque a pesar de todo aun seguía teniendo el pequeño cariño que tuve alguna vez por mi tía, ese que ella se ha encargado de matar cada vez más y volvía a resurgir como una hiedra. Amplíe mi observación por el lugar... bueno, por las escasas cosas que podía ver a mi alrededor más allá de la oscuridad. Solo para lograr ver el pequeño reflejo de luz que se asomaba por la pequeña abertura en la parte derecha, ¿o era mi izquierda?. Pero no sabía nada. Me habían encerrado en la oscuridad de una prisión asquerosa y no podía sostenerme de nada que funcionará como salvavidas para mantener mi cordura a salvo de la locura. Me impacientaba no poder ver nada, no saber si algo saltaría sobre mi y no poder defenderme ante ello. Respirando con dificultad, sostuve mi mano contra mi nariz. Respirar por mi boca era igual de asqueroso al saborear el olor. Todo el lugar se apegaba a ese desagradable olor, era como si estuviera en un calabozo rodeado de basura. ¿Era, realmente, un calabozo?. Estaba confundida. La suavidad debajo de mi era, inconfundiblemente, el mejor colchón en el que había dormido en años. Habían pasado tantos años desde que mi trasero había tocado una superficie tan suave que ahogue un gemido, controlandome para no volver a acostarme y volver al sueño profundo para bloquear todos mis temores. Para confirmar mi teoria, me arrastre un poco más y moví mis manos por encima de mi. Hasta que encontré una cabecera, era madera. Si, era una cama. Estaba confundida. La comodidad de esta cama no hacia justicia al olor que había rodeándola. Suavidad e inmundicia en un solo lugar, en mí propia prisión. Al menos sabia que no era un calabozo. ¿Y si no era un calabozo, qué era?. La sangre se congeló en mi cuerpo cuando recordé de quien estaba siendo prisionera, el miedo me aplastó con fuerza para luego empujarme hacía la compresión. Josiah Wyatt. Era la prisionera del hombre más vil y macabro que alguna vez podría haber conocido. Él no era un caballero, los rumores lo respaldaban. Pero no era posible qué me hubiera puesto junto a uno de sus muertos, ¿no?. Negué para mi misma, era una locura pensarlo. Él no sería tan malvado de... Me detuve y un temblor me recorrió, invalidando mis palabras de pronto. Él si era malvado. Joder, si lo es. El tipo esta completamente loco y ya me dio muestras de ello, él hace todo lo que quiere sin temer por las repercusiones de ello. Solo porque sabe que en esta ciudad no hay leyes que puedan atentar contra su propia ley en esta tierra, una ley donde solo él es el dueño y señor de cada palabra y acción. Sin temer a la autoridades, porque ellas mismas abarcan gran parte de su propio sistema. Antes de que pudiera procesarlo y atormentar aún más mi tranquilidad, me levante de golpe y trate de caminar a la puerta. Pero mi pierna escogió el momento perfecto para tener un calambre por la falta de movimiento. ¿Cuanto tiempo había pasado drogada?, porque eso fue lo que hicieron. Me drogaron como ganado. —No me hagas esto...—sisee para mi misma; como si por la orden que estaba dandole a mi rodilla, ella milagrosamente respondiera ante mí. Mientras me movía, el olor se movía mucho más cerca de mí aura y sofoque una arcada. Me levante y camine como pude, sintiendo mis músculos trabajar forzosamente hasta que llegue a la luz en la abertura. Era un puerta, sin duda, teniendo en cuenta la contextura de madera bajo mi palma que se diferenciaba sobre la textura rugosa de la pared. No la sentí mucho antes de que aplastara mi mano con fuerza sobre ella, golpeando con mi puño cotra la suerficie. Mis nudillos y mis palmas dolieron al punto agonizante. —AYUDA. —grite. ¿A quien?, ni idea. Si está quiere decir que podría estar lleno de sus arriesgarían sus vidas para salvarme. Espera, Era poco probable, el tipo tenia miles de ALGUIEN?. era la casa de Josiah guardias, y ellos no ¿estaba en su casa?. propiedades.—¿HAY Un carraspeo se oyó del otro lado y suspire de alivio al ser escuchada. Entonces, me paralice. ¿Y si era uno de sus hombres?. Me tambalee hacia atrás rápidamente, pero antes de que pudiera apartarme del campo del área de la puerta esta ya se estaba abriendo haciendo que cayera de culo por segunda vez en todo el día, solo que esta vez fue mas doloroso que la anterior. Solté un gemido agudo, sintiendo como mis muslos ardían en llamas por el dolor y por la estrepitosa caída. —Ay, no...—una voz femenina remingo, y un alivio me inundo. Un sonido se oyó, seguido por una luz que iluminó la habitación. El resplandor de las bombillas, hizo que mis ojos tardarán en adaptarse a su resplandor. Gemí, mientras tapaba mis ojos. ¿De donde había salido?. De pronto, recordé mi pensamiento anterior y abrí mis ojos. Escuchando a mi intuición que esta vez me pedía sobrevivir ante esta situación, busque a mi alrededor. Acostumbrándome a la claridad con cada mirada que robaba de mi entorno. Estaba rodeada de oscuridad aún con la iluminación en su mayor esplendor. Era una habitación pintada de negro, como las que veías en la películas de acción para encerrar a los espías. No había ventanas y una pequeña habitación estaba del otro lado, ¿donde estaba?. —¿Éstas bien, cariño?. —preguntó la misma voz femenina de antes y dirigí mi atención a ella. Su mirada irradiaba preocupación y su cabello atado en un moño perfectamente arreglado estaba surcado de blancos mechones, era la viva imagen de una abuela cariñosa y entregada. —Soy Monikka. Abrí mi boca para contestar, pero en cuanto lo hice el olor volvió con mayor fuerza y me hizo tapar mi nariz de nuevo. —¿Qué es ese olor?—.pregunte, sintiendo nuevas arcadas subir. Era realmente asqueroso esto, no podía entender como ella estaba como si fuera normal mientras yo estaba asfixiada por el. —Oh, si. —expreso ella, mirando alrededor buscando la fuente —El baño. Apuesto a que esos chicos no bajaron la palanca la ultima vez que estuvieron aquí. ¿Estuvieron aquí?. ¿Qué harían ellos aquí?. ¿Quienes eran ellos?. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, imaginando miles de cosas siendo expuestas en esta habitación. —¿Qué había aquí?. —pregunté, recordando que aún seguía en el suelo. —Oh, si. ¡Es el baño!. —exclamó ella, ignorandome y caminando hacia el área, mientras procesaba todo.—Esos chicos deben aprender a ser básicos. No sabía a que chicos se refería, pero algo me decía que sabía la respuesta. Esta mujer era algo discordante, algo de ella me daba confianza pero si trabajaba para Wyatt no era seguro confiar, en lo absoluto. —Ire por algunas cosas para que te cambies y tu aseo, y también el del baño...pero, creo que la cama sería muy cómoda para ti.— dijo, señalando el piso y mi cuerpo en el. —Digo, aunque es tu decisión. Una ráfaga de calor inundó mis mejillas y aclare mi garganta. Había olvidado que estaba tirada en el piso todavía, y también que mi trasero dolía en cantidades garrafales. No había mencionado el hecho de que estaba tirada en el piso, no por mi decisión, sino porque ella misma me había hecho caer al abrir la puerta. —Si, suena mejor.—dije, omitiendo todo lo anterior, pero como antes lo hizo, ella me ignoró mientras salía de la habitación. Aún con el dolor pulsando contra mis músculos, tome la manija de la puerta y me sostuve de ella para impulsarme. Esta crujió por mi peso y me apresure antes de volver a caer y terminar de perder la poca forma en mis glúteos. Mi pierna era difícil de manipular, pero justo ahora estaba siendo una total perra al no cooperar en mi estado actual. La necesitaba. Camine con dificultad hacia la cama y me sostuve de la pared, cuando finalmente me tire en ella suspire y me recoste. El techo era blanco, a diferencia de todo lo demás. ¿Por qué no había ventanas?. ¿Ni estantes?. ¿O un closet?. La única cosa en la habitación era la cama y la mesa de noche al lado de ella, todo daba un aspecto inquietante y poco calmante por el hecho de que no había nada pacifico en este lugar. Me senté de nuevo y apoye mi codo, mientras alcanzaba la mesa. Habían dos gavetas y pronto descubrí que ninguna de las dos tenía nada. Es como si nadie hubiera utilizado esta habitación jamás, ¿entonces, por qué el baño si?. Mis sospechas aumentaron junto con mi incertidumbre. Una loca parte de mi me hizo mirar debajo de la cama, preparandome para gritar si había un cadáver. Aún sabiendo que nadie haría nada si lo había. Pero, para mi buena fortuna, no había nada. Mejor no preguntes, Ainsley. Nunca preguntes, es mejor así a descubrir cosas que no podrás soportar. Justo en ese momento, la señora ...¿cómo dijo que se llamaba?, entro en la habitación con una cesta grande. ¿Que había ahí?. —Esto son tus cosas. —dijo ella, poniéndola en la cama.— El señor dijo que no habías traído nada y pues, decidí traerte algunas cosas que te mando. Claro, no pude traer nada. Es decir, no es como si me hubieran dejado, ¿cierto?. Internamente, rodee los ojos para mantener mi boca cerrada y no soltar algún arrebato. Eso sonó como si hubiera venido aquí de visita, ¿ella sabía?. —No estoy aquí como una invitada, no me dejaron traer nada. Estoy aquí en contra de mi voluntad y...— comencé, pero ella hizo un ademán con su mano y me detuvo. —Lo se, ya estoy al tanto de todo, cariño. —me cortó y sonrió, mientras tomaba unas cosas de la cesta y giraba a la derecha, al baño.— Ahora, iré a arreglar ese olor apestoso. Espera, ¿qué?. Ella actuó como si esto fuera lo más normal del mundo, ¿lo era aquí?. Quizás, si. Tal vez estaba acostumbrada a esto y solo se estaba aburriendo de ello, pero esto era fuerte. Ella ni siquiera se inmutó, eso era casi inhumano. ¿No era la primera persona a la que Josiah utilizaba como una prisionera?. ¿Y mis derechos?. Era una pregunta estúpida. Bajo el cautiverio de Josiah Wyatt nadie tenía derechos, salvos los que él otorgará a una persona. Suspire, dentro de mi camisa para no vomitar ante el olor que aún no se iba. Pero hice una mueca al notar el olor que emanaba de mi cuerpo por el sudor. Ayer había perdido mi trabajo, ¿o fue hoy?, y al día siguiente era la prisionera de un hombre sin corazón. No cualquier hombre, el hombre más temido en este lugar. ¿Qué hora era?. ¿Qué día era?. En fin, las cosas habían dado un giro extremo. Había perdido mi trabajo y ahora era una clase de garantía de pago humano que era despojada de todo. ¿Garantía de pago humano?, eso me hacía sentir aún más peor de lo que ya lo hacía. La ansiedad era un sentimiento fuerte, tanto que me hacia sentir débil y abusada. No sé cuanto tiempo dure martireandome con mis propios pensamientos, pero un tiempo después la mujer salió del baño y una sonrisa satisfecha estaba en su rostro. —El baño quedo como nuevo, querida.—apuntó hacia el. Inhale el aire y sí, el olor se había desvanecido. Ahora olía neutral, con un aroma suave rodeándolo.—Puedes darte un baño, mientras te preparó algo de comer. A la sola mención de comida mi cuerpo, específicamente mi estómago, vibró de emoción. Estaba famélica, no sabía cuanto tiempo había pasado desde la ultima comida que tuve. —¿Cuánto tiempo llevo...—intente preguntar, pero ella se giro haciéndome callar. Pero a diferencia de las veces anteriores, está vez si contestó a mi pregunta. —Te trajeron hace seis horas, no mucho tiempo.— aclaró, antes de salir y cerrar la puerta detrás de ella. Me pregunté si alguna vez iba a dejar que terminara mis oraciones completas. Quizás, la habían obligado a firmar un acuerdo sobre no fraternizar con las prisioneras. Pero, lo dudaba. Por la forma a la que se refería de "los chicos" era obvio que era más que una simple empleada. Evalúe mis opciones y suspire. No había mucho que hacer, así que tome una toalla de la cesta junto con unos artículos demás y camine al baño. Me detuve un segundo después, y me gire hacia la puerta, antes de cerrar con el pestillo. No sabía que tipo de personas habían aquí y no quería que entrarán para verme desnuda. Desnuda. ¿Alguien me tomaría contra mi voluntad sexualmente?. Debía mantener mis ojos abiertos y mis instintos alerta ante todo, no quería que algo me sucediera y sí podía luchar contra ello, lo haría. Continuando mi marcha nuevamente me detuve en el lavabo. El espejo me dio la bienvenida. Mi reflejo se inmutó. Tenía ojeras debajo de los ojos, tenía rastros de manchas negras en mi mejilla izquierda, y aunque no hacia frío, había un tono rosáceo llenando mis mejillas. Pero, mis ojos estaban rojos, el círculo café en ellos estaba rodeado de venas rojas, cosa que regularmente pasaba cuando estaba nerviosa o tenía sueño. Con un suspiro tembloroso saliendo de mis labios, deje las cosas encima de las comoda y empecé a desvestistirme, para sentir un segundo después el agua caer por mi cuerpo. Me permití unos minutos largos sentir como el agua caía en cascadas a mi alrededor llevándose todo lo que había pasado de mi mente y relajando mis músculos. Solo para que estos reanudaran su marcha nuevamente cuando volví a salir del agua. Cuando termine, ya estaba un poco más presentable que antes y gracias al shampoo ya mi cabello volvía a tener ese tono brillante y sedoso que usualmente tenía siempre. Aunque terminara siempre volviéndose grasoso por la grasa que emanaba del aire de mi antiguo empleo, supongo que ya no tenía que preocuparme por ello nunca mas. Pero si necesitaba buscar un empleo nuevo para cuando saliera de aquí. Una espina se clavo en mí pecho ante está situación, ¿cuanto tiempo iba a estar aquí?. Conocía a mi tía perfectamente como para decir que era lenta en cuanto a conseguir dinero se trataba, a no ser que fuera para sus drogas. Pero di la vida por ella, lo menos que podía hacer era preocuparse por sacarme. ¿Y sí nunca lo hacía?. ¿Y si huía?. Era bien sabido que jamás había querido a nadie más que a ella, ¿por qué yo sería la diferencia?. ¿De verdad, me sacrifique para que mi primo no estuviera sin ella cuando ella nunca había estado para él?. Era tan estúpida al creer que ella me ayudaría a salir del agujero que ella misma creo. Negué apartando la idea de mi mente, y salí del cuarto de baño apretando la toalla a mi alrededor. En la cesta habían otras cosas, como unas pocas mudas de ropa. Entre ellas elegí la ropa interior blanca de algodón y el pantalón de lino con la blusa de tirantes. Me seque bien antes de comenzar a vestirme. Cuando termine con el pantalon y sólo me faltaba la blusa y el sujetador para completar, me incline con cuidado y puse la toalla sobre mi cabeza. —Y viendo que te gusta recibir a las personas con una buena vista. —murmuró una voz detrás de mí. Su voz grave era la fantasía erótica de cualquier mujer y la pesadilla macabra de mi mente. Gire al instante, apretando mis manos contra mi pecho expuestos, pero era obvio que ya había visto todo a juzgar por sus ojos entornados. Mi estúpido cuerpo reaccionó ante esto y sentí mis pezones endurecerse bajo mis palmas. Lo que no contaba en mis pensamientos era con que el mismo Josiah Wyatt entrará en la habitación, y que mirará con enfoque mi cuerpo. Y peor aún, que me hiciera temblar por las razones incorrectas. Que mi cuerpo respondiera ante él. •05• Giró un poco para esconder las mejillas sonrojadas y para que no pero esa ver como la piel en mis brazos comienza a erizarse. Atrás quedaron los días en los que la imagen de Josiah Wyatt solo era observada por mi gracias una portada en el periódico. Atrás quedaron los malditos días en los que su nombre era tan lejano a mi como mi libertad, solo pensando en salir de esta ciudad para no temer a nadie jamás. Con una bocanada de aire, me doy la vuelta lentamente y me encuentro con la mirada chocolate más profunda que jamás he visto en una persona. Como café puro y trascendental, están llenos de oscuridad y de algo más que el hombre prefiere mantener oculto. Brillando bajo la suave luz que emana el bombillo sobre su cabeza. Su cabello oscuro esta perfectamente recortado más a los lados que al frente, y su barba es abundante y le da un aspecto más atractivo y siniestro si es posible. Su piel está bronceada, como si su pasatiempo fuera ir a la playa luego de asesinar gente. Lleva una camisa blanca, para contrastar su alma oscura. Junto a unn vaquero a juego y seguramente muy costoso, aunque no lo parezca. Un hombre de su posición es lo suficientemente millonario como para tenerlo todo de marca de primera, hasta los calcetines que usa con sus zapatos. Es musculoso, pero no tanto como para parece que vaya a romper las costuras de su ropa. Unos tatuajes rodean su cuello y se pierden bajo la camisa, insinuando debajo un abdomen fuerte y definido. Josiah Wyatt podría considerarse el hombre más guapo que he visto alguna vez en mi vida con la energía poderosa, oscura y dominante agolpándose a su alrededor, lo que te hace notar que nada en su vida sucede sin su permiso o su orden. Y si sucede… se castiga. Podría decir, que mi situación era un claro testigos de ello. Sabiendo que indirectamente estaba pagando algo que no fue mi culpa. Mi pulso se acelera cuando sus ojos café se ojos y recorriéndolo por mi cuerpo. Estaba moverme. Hasta ahora dándome cuenta minuto entero observando su cuerpo incomodaba. estrechan, dejando mis paralizada y sin poder que había durado un y detallandolo, me —¿Esto es una bienvenida? —murmuró y arqueo sus cejas. — No me pagarás con nada más que con dinero, si a eso quieres llegar. Esas palabras me hicieron reaccionar. ¿De verdad, creía que me entregaría voluntariamente a él?. Tendría que violarme para tener mi cuerpo antes, nunca me sometería a él. ¿Por qué esa declaración me hizo sentir como si hubiera echó algo mal?. —¿Como entró?—pregunte, mi voz salió demasiado aguda y culpé a la incomodidad que estaba sintiendo en estos momentos al estar tan expuesta ante él más de lo que antes había estado frente a un hombre. Este hombre, este vil monstruo, fue el primero en ver mis pechos. Rápidamente, tome la toalla de mi cabello y la puse encima de mi torso, pero su mirada seguía cautelosa sobre mi. Como un león observando a una gacela. — ¿Y bien?. ¿Cómo entró?. La puerta estaba bloqueada cuando me metí al baño. ¿Lo estaba?. Había oído que la señora lo había hecho. No estaba tan segura, estaba deliberando. —Hay una cosa que debes saber muy bien, ángel. Es que a nadie debo darle explicaciones de mis actos.—dijo, y ahora su rostro había vuelto a la misma capa de inexpresividad habitual.—Hago lo que quiera, cuando y donde quiera. La matiz de amenaza no paso por alto en su tono, y el paso que dio sin vacilación en mi dirección hizo que los vellos de mi cuerpo se erizarán con temor está vez. Di un paso hacia atrás, pero mi pierna estaba entumecida por los nervios. —No por ello puede entrar así... y yo...—apreté el agarre en la toalla y me estremecí por el temblor que había en mis manos. No podía formular una palabra correcta. Si había un sentimiento suplantando la sensación de nervios en mi cuerpo, era el miedo. Estaba aterrada. Mi pulso estaba a mil y mi respiración estaba atascada en mis pulmones. Si, este hombre podía tener lo que quisiera y eso no impediría que me hiciera daño, no importaría a quien le pidiera ayuda o a quien acudiera, todos en esta ciudad rendían cuentas antes él. Esta ciudad le pertenecía a él. —Solo te daré esta escueta explicación, por esta vez. Como una bienvenida acorde, pero que no se te haga costumbre. —advirtió, y profundizó sus ojos. Por suerte su mirada ahora estaban en mis ojos y no en mi cuerpo.—Tengo la llave de todas las habitaciones de esta casa, de mi casa. —dijo, y para señalar el hecho levantó la placa de metal enroscada en un llavero en su dedo.—No hay un límite para entrar en mi propiedad. ¿Estaba en su casa?. Bueno, era obvio que debía traerme aquí. Después de todo era el fin para recuperar su dinero, tenía que mantenerme vigilada. —De igual modo. Supongo, que si estaré aquí lo menos que podría tener es un poco de privacidad y... —Nada.—me corto en un gruñido furioso, endureciendo su mirada mientras la plantaba en mis ojos y guardaba de nuevo la llave en su bolsillo. Mi mirada viajo el camino que hizo su mano y se detuvo en la pistola que descansaba en su cinturón.—El hecho de que no haya matado a tu tía en cuanto pude y le haya dado la oportunidad de redimirse mientras te tomaba a ti como garantía no significa una mierda para mí. Sólo me sentí compasivo y quise darle una oportunidad de reivindicar su acción, ¿qué puta cosa esperabas encontrar aquí?. Mi arrebato era estúpido, ahora lo sabía. No debí exigir nada, porque no había algo que pudiera obligar a alguien a cumplirlo. —Yo... Pero no pude continuar lo que tenía que decir. Se me escapó el aliento de un solo golpe cuando su cuerpo se estrelló contra el mío, y mi columna vertebral se comprimió contra la pared que había detrás de mí. Intenté inhalar y me ahogué por la conmoción cuando su mano se acercó para presionar mi cuello en un severo agarre. Las lágrimas que había contenido durante todo el día hicieron su aparición, escapando de mis ojos para recorrer mi rostro. Sus ojos eran todo lo que podía ver a través de mis acuosa mirada. Aquellos mirada hermosa y siniestra, enmarcados por unas pestañas marrón oscuro bajo una ceja gruesa y fruncidas que miraban mi rostro con furia. Podía leer la amenaza en cada trazo de esos ojos, en cada centímetro que recorría de mi rostro y cortaba como si fuera un cuchillo filoso sobre la piel. ¿Por qué una desconocida era tomada como garantía en una sociedad tan podrida sin moral?. No luché contra él. Algo que siempre murmuraba en mi cabeza como un compañero silencioso, me decía que si hacia algún movimiento me mataría y nadie lo reclamaría. Y no habría suavidad en ello. Porque esta amenaza era algo más que mi circunstancia actual, algo con lo que viviría. Este hombre era peligroso. El poder irradiaba de él como un campo gravitatorio. —No eres nadie aquí, Ángel.—susurro, firmemente a centímetros de mi rostro. Contuve el aliento para que no se mezclará con el de él.— Estarás bajo las condiciones que a mi me de la gana. De hecho, agradece que éstas viva en estos momentos. Tu tía me jodió un negocio importante y... Su voz era suave, pero la tinta de dureza me hacia creer que hablaba muy en serio. Pero, no podía matarme. Él me necesitaba... —Yo no soy mi tía y no...—traté de replicar, causando que una vena en su cuello resaltará. —¿Dije que podías hablar?.—preguntó y apretó la presión en mi cuello, mi corazón se sintió desbordar. Sus ojos echaban chispa por alguna razón y estaba segura que el terror estaba en la mía. El oxígeno era inquietantemente escaso, mía pulmones dolían. —No respondiste mi pregunta, Ángel. Repito la puta pregunta: ¿Dije que podías hablar?. Ese apodo. Ángel. ¿Por qué me llamaba así cuando el demonio no tenía poder sobre ellos?. Él era un demonio. Sin dudarlo negué. Si no lo hacia no sabía que podía hacerme. No sabía el alcance de maldad en este hombre, pero si sabía que no hacía promesas en vano. Estaba en sus manos, un poco más de presión y terminaría cortando mi respiración o simplemente, rompiendo mi cuello. —No puedo respirar. —jadee, ahora había soltado la toalla y dejando que mi mano fuera a la suya para tratar de apartarlas — Por favor... Su mano no se movió, seguía presionando. De pronto, apretó aún mas fuerte y sentí que mi respiración de estaba drenando de mi cuerpo, las presión era mucha y sus ojos estaban llenos de rabia. Mi cabeza dolió y mis ojos comenzaron a revolotear. En cuanto dio un último apretón me encontraba preparada para dejar de respirar y morir, pero así como la presión se ejerció, un segundo después había desaparecido. Respire y un tumulto de tos me invadió en cuanto su cuerpo se alejó del mío y me deje caer en la cama, sintiendo mi cuerpo estremecerse cuando oleadas de aire volvieron a llenar mis pulmones apresuradamente. Luche contra el impulso de ir a vomitar todo fuera de mi. —La próxima vez piensa antes de decirme que puedo o no hacer — dijo, de nuevo. Este tipo era un maníaco. Quise gritarle, joder. Casi me mata solo para demostrar un puto punto, solo por pedir privacidad. Algo básico. Sabía que si lo hacia podría matarme, y esta vez no fallaría. De alguna manera, mantuve la boca cerrada y masajee mi cuello, sintiendo el escozor que sus manos dejaron en mi piel. Sin duda, habría alguna marca. —Solo dije una cosa.—susurré, pero mi voz salio desfigurada por los nervios. Camino de nuevo a mi lado, y plantó una mano en mi barbilla. Levantándola con un movimiento brusco, y enviando oleadas de tensión a mi cuerpo. —Estarás aquí por mucho tiempo, teniendo en cuenta cuanto le tome a tu tía conseguir mi dinero.—dijo, ahora su voz era tranquila. Con un tono mordaz, pero suave. Contuve la respiración cuando se acercó aún más; y la lujosa tela de su traje de diseño me hizo cosquillas en la piel desnuda de los hombros, rozando mi pecho. Sus ojos cafés eran oscuros mientras me rodeaba la garganta de nuevo, enroscando los dedos uno a uno contra mi palpitante pulso. Lo que me aterraba más es que mi cuerpo se arqueo a su toque y aunque la respiración me fallaba, no era por na falta de respiración anterior. —Por favor... ¿Por favor, qué?. Alejate. Se inclinó hacia delante, sus parpados se cerraron mientras me mordía la barbilla con sus dientes y luego recorría con su lengua el camino de una lágrima caída sobre mi mejilla. Su aliento se agitó sobre mi mejilla, sus labios sobre mi sien, y su mano se apretó aún más alrededor de mi cuello mientras susurraba: —Y creeme, no te tratarán como una reina, porque no lo eres. Eres una garantía. Una prisionera más, y si tu tía no cumple su parte lo próximo que sabrán de ti es cuando lean en las noticias el avistamiento de un cadáver mutilado en el río Nueva Grean, así que creo que debes comportarte mejor. —se detuvo y me levanto la barbilla para mirar sus ojos. Llenos de lujuria y algo más oscuro.— No me gusta que me desafíen, y si lo haces considerate como ese cadáver. Me levante con fuerza, alejándome de su toque. Y en un estúpido impulso, escupí directamente a su rostro. Me preparé, entonces para un golpe o algo que me castigará. Pero él sólo se lamió el dedo con el que había limpiado mi saliva, llevándolo a sus labios y mirándome con sadismo. Joder, si no fuera porque el acto me hizo estremecer lo vería asqueroso. Un carraspeo rompió el contacto. Agradecería tomando al hombre y besando su mano, si no fuera porque era Sage el que estaba allí. Su mirada se detuvo en mi, antes de volverse a mirar a Wyatt. —Los hombres de Tristan acaban de hacer un movimiento en Boston.—dijo con tono neutral. Sacó su teléfono y se lo entrego a su jefe.—Cinco de nuestros hombres están muertos, pero de su campo fueron retenido siete. Él no dijo nada y solo miro el teléfono, si esa información era importante o relevante para él, no lo demostró. Levantó la mirada y la dirigió a Sage, parecía como si tuvieran un lenguaje tácito. Este asintió y Wyatt camino a la puerta, sin dirigirme una ultima mirada. Pero en el último momento se giro, y tomó mi cabello en su mano. Sin mucha fuerza, pero lo suficiente como para tirar y lastimar en cualquier momento. —No te acerques mucho al fuego, sería una lástima que un lindo cuerpo como el tuyo se queme. —resoplo, directamente en mi rostro. —Puede irse a la mierda. —escupí, retrocediendo y controlando mi cuerpo. Él sólo lanzo una risa al aire y lo mismo hizo Sage, antes de caminar a la puerta e irse. Hubiera resoplado de alivio, solo que Sage seguía aquí. —Buenas tetas.—dijo, y su mirada estaban allí. Mierda, olvide que todavía estaba sin nada, mi toalla ya no estaba. Él intento dar un paso hacía mí.—Pero, debería... —Te acercas y te sacó los ojos. —amenace, tomando la toalla del piso y atándola a mí rápidamente. Un bufido salio de él:—Me gustaría verte intentándolo. Hoy era el peor día de mi vida. Definitivamente, no había escapatoria. Tome lo primero que encontré y lo apunte, pero el sonido de diversión que emitió me hizo querer salir corriendo. Sage era un hombre grande, podría decir que incluso mas grande que Wyatt, y el triple del tamaño de mi cuerpo. Mi fuerza sería inútil ante él. Su cuerpo estaba cubierto de tatuajes, dándole un tono amenazador. —Sal de aquí ya...—dije, en amenaza. Era ridículo, en la mano tenía un cepillo dental que no ayudaría en mi defensa. —¿Puedo saber por qué estas aquí y no contactando a Ezekiel? — preguntó la voz gruesa de mi carcelero. Irónicamente, salvándome. El cuerpo de Sage se detuvo y un largo suspiro salió de sus labios. —Sólo estaba dándole la bienvenida...—el hombre soltó un resoplido. —Ella no es una invitada, ahora pon tu culo fuera de este cuarto ahora.—exigió Wyatt, mirando a Sage con furia. La capa de éxtasis de antes habia desaparecido.—¿Captas?. Note como la mujer de antes también entraba y rápidamente puso una bandeja en la cama, me dio una mirada de desaprobación. Frunci el ceño, ¿qué había hecho?. ¿Defenderme?. —Hermano, yo...—continuo diciendo Sage, su cuerpo tenso dándome la espada y mirando a Wyatt. La mujer salió rápidamente de la vista, y desapareció detrás de su jefe mientras salía de la habitación. —Fuera, Sage. —repitio Wyatt y no había manera que la amenaza pasara por alto en ella. Sage no dijo nada, simplemente, camino hacia la puerta y paso a su lado. Esta vez, él me miro. Y el destello de posesividad en su mirada me confundió y me dejo perpleja. Nuevamente, giro para seguidamente cerrar la puerta detrás de él, dejándome sola en mi desconcierto. El sonido de metal detrás de la puerta llamo mi atención. Camine con rapidez hacia ella y jale el picaporte, no cedió. No había nada de movimiento. Había sido encerrada bajo llave. Gire y capte la bandeja sobre la cama, mi estómago se revolvió y corrí al baño, jalando la tapa un segundo antes de que mi estómago se vaciará de lo poco que había en el. Mierda, esto era real. Era la prisionera de Josiah Wyatt ·06· Un ruido me hace abrir los ojos. Esta oscuro cuando levantó mis párpados pesados, pero antes de que pueda enderezar mi espalda para mirar lo que hay delante de mi, una mano toma mi cabello en su puño y hace que levante mi cabeza. Trato de gritar, pero todo se mezcla cuando unos labios llenos y duros caen sobre los mios con dureza. Levanto mis manos para empujar el cuerpo duro lejos de mi, pero mi traidor cuerpo no hace nada para cohibir a las sensaciones de desenfrenada lujuria que corre por mi cuerpo. Empujo su pecho con poca fuerza, más como para intentar convencerme a mí que para apartarlo a él. Una risa seca sale de sus labios, aún junto a los mios y puedo sentir la vibración de su pecho debajo de mis manos, la sensación viajando directamente a mi vagina. Mis pulmones están obstruidos por la insistencia de sus besos, impidiendo el paso de mi respiración por mis vías. No puedo decir nada, no cuando su lengua barre dentro de mi boca como si fuera algún antídoto especial. Trató de aclarar mi garganta, es imposible que sea Sage. No puede ser él. Porque sus labios son tan suaves y al mismo tiempo duro que la imagen de él no es lo primero que viene a mi cabeza. Este hombre toca cada parte de mi piel, lame cada labio de una forma que me hace jadear en sus labios. No, definitivamente este hombre no es Sage. Es más, mucho más. Este hombre me besa con fuerza y dureza, me sostiene como si fuera la mejor droga que ha probado. Y si está en esta casa, no tengo duda de que ha probado muchas. Pero aún así, me permití saborear la sensación de nuestra piel fundiendose con la misma gracia que un cuento nocturno. Donde un monstruo se alimenta del miedo de la princesa. Pero no somos un cuento, y yo no soy una princesa encantada. Aunque él si es un monstruo, y no se alimenta de mi miedo. Se alimenta de mi placer. Se separa de mis labios y pega su frente a la mía, nuestra respiraciones son algo que me impide pensar con dificultad. Mis pulmones duelen por la falta de oxígeno durante nuestro beso y se ataca más cuando veo sus ojos. Color chocolate, no. El color de sus ojos es por la lámpara encendida detrás de mi, no sé cuando la encendí antes. El color de sus ojos es color café, y cada vez que lo pienso puedo saborear su sabor en mis labios. Es él. Sabía que no era Sage. Pero no pensé que fuera él, pero entonces era el único que podría hacerme temblar con cada suspiro. Josiah Wyatt era el cuerpo del tormento andante, con el infierno ardiendo en su mirada. El placer plegado en sus labios magullados por los mios y su respiración saliendo desorbitada. Mi cuerpo hirvió cuando comprendí que al igual que yo, él estaba afectado. Su agarre en mi cabello no se aflojo, en su lugar lo apretó aún más haciéndome gritat y enviar miles de terminaciones a mi rodilla. Pero no dolió, no me dolió de la forma en la que debería. Me hizo gemir, no de dolor. Gemí de placer, desconociendo mis labios. Odio cómo mi cuerpo está en modo de amenaza. Cómo una extraña vibración hormiguea en el fondo de mi vientre, apretándolo con sus garras y oprimiendo mi cuerpo. Eliminando cada rastro del sueño de antes de mi cuerpo. Despertándome. Si apartar sus ojos de los mios, pone de pie. Dejando libre su agarre en mi cabello, mi columna vertebral se endereza cuando se cierne sobre mí de nuevo. No puedo hablar. Es una sensación extraña tenerlo aquí, en mi habitación. En su habitación. Es una sensación extraña porque puedo sentir la humedad jugando un papel fundamental en mi zona íntima. Empapando mis bragas y convirtiendo mi cuerpo en papilla. Froto mis muslos juntos, mientras su persistente mirada se clava en el lugar. Desvío mi mirada a la puerta, esperando que alguien entre y lo saque de aquí. Esperando que de alguna manera se esfume junto con la forma en la que parece conocer mi cuerpo. Solo para poder escapar de su escrutinio. Josiah desliza un dedo bajo mi barbilla y la levanta. Quiero apartar la mirada de él, y no sólo por la incomodidad que me producen sus ojos. Ahora sus ojos están concentrados, duros. —Eres mi prisionera.—me recuerda él, como si tuviera intensión de borrarlo de mi memoria — Lo que significa que no puedes faltarme el respeto delante del personal. No puedes faltarme el respeto delante de nadie, simplemente no puedes y no debes faltarme el respeto. Mi respiración se vuelve errática y trato de alejar su dedo de mi barbilla, pero es inútil. Incluso sin tener un agarre en mi, no puedo apartarlo. —No fue mi intensión —le digo, sintiendo el pecho caliente. Junto con otras partes de mi cuerpo. —De verdad, lo lamento. No reconozco mi propia voz suplicante. No puedo reconocer el tono agudo y suave con que sale mi voz, tembloroso y febril. —No, no lo era —acepta, pero su voz no pierde la dureza en su voz. — Pero lo hiciste. —Yo... No me deja continuar, y con esa afirmación eleva su rodilla a la cama. Intento retroceder para salir de su cercanía pero el toma mi hombro y me hace estar en mi lugar.—No. Puedo palpar el miedo que arraña la superficie de mi autocontrol, haciéndome temblar cuando su mano toma mi cuello y desciende hasta la parte más baja de mis senos. Trató de retroceder, pero el agarre en mi hombro se endurece haciéndome doblar de dolor. Mi mente parpadea en todas las direcciones, mientras la realidad de lo que está sucediendo se asienta en el fondo de mi estómago con un estruendo. —Por favor, no. —suplico, poniendo una mano en su brazo y tratando de que lo afloje. El dolor es agudo y palpitante, me duele el cuerpo. Me duele todo, me duele mi rodilla y me duele el pecho. Estoy tratando de no llorar, de no mostrarme de ese modo ante él. Pero es imposible. No puedo hacer nada. —Recibirás un castigo por joderme la paciencia, Ángel. —amenaza, y su mano en mi pecho actúa. Tomando mi pezón por encima de la tela de mi camisa de dormir, apretándolo. Fuerte, duro y doloroso. No hay nada de placer en esto, todo tretico y forzado. Y cuando pienso que no lloraré, que soportaré esto y su manoseo terminará rápido, su mano comienza a meterse debajo de mi camisa. No, no debajo de mi camisa, debajo de mi pantalón de chándal. Un jadeo sorprendido escapa de mis labios justo cuando retrocedo. Pero él toma mi cuerpo y lo arrastra hacía él, y al mismo tiempo siento la rozadura de la tela de mi pantalón siendo sacado de mi cuerpo junto con mis bragas. Dejó escapar un grito, pero él pone su mano en mi boca. Ahogando mis súplicas. Él es cruel, lo sabía. Pero no puede ser así de cruel. ¿De verdad me esta violando?. No, no puede ser. Lucho con su mano y la aparto, cuando su cuerpo vibra en una audible risa que envía escalofríos a mi espalda.—Soy tu peor pesadilla, Ángel. Ahora lo éstas descubriendo. —Ayuda... —toso, sacudiendo las lágrimas fuera de mi cuerpo. Un sollozo me hace estremecer cuando siento su palma rozar mi muslo interno, con un falsa caricia. Mi rodilla no duele, lo que es extraño. Mi pulso se acelera y lucho contra él. Él es mi pesadilla. Él es un monstruo. Me esta violando y no puedo hacer nada por ello. Nunca imagine que pasaría esto, la sensación de pánico se arremolina por mi cabeza y se enreda con la maraña de estrés, me mareo y siendo que la inconsciencia me atrapa pero lucho contra ella. No puedo dormirme. No puedo dejar que haga lo que quiere. Me aferraré a mi virginidad todo lo que puedo. Tal vez si finjo estar dormida, se detendrá. Si lo hago, podría parar y solo me dejaría. Estoy equivocada. Es escupido pensar eso. Sé que sólo me estoy engañando a mí misma. No es un hombre que se pueden detener. He visto poco y he visto suficiente para saber que él toma lo que quiere. Él arrasa para tener sus deseos. Lo siento en su toque firme sobre mi cuello y sus dedos comenzando a tocar mi clítoris. —¿Podrías aguantar mi polla?. —pregunta y el sonido retumba en la habitación. —Estarías tan apretada que me correría dentro de ti en un segundo, ¿no?. —Detente, no quiero... —¿No quieres esto?. —interviene en mi súplica y con dureza hunde un dedo en mi clítoris haciendome gritar sollozos al aire. Mi cuerpo esta tratando se no debilitarse, de no detener su lucha. —Si no lo quieres, ¿por qué estas chorreando tus jugos por mis manos?. No lo sé, yo tampoco lo sé. Solo sé que tengo miedo de lo que él me está haciendo. Quiero empujarlo y correr lejos de aquí, quiero tratar de luchar y no detenerme con sollozos debilitante que me hacen tener espasmos. —Detente... —repito, diciendo lo único que puedo. Lo único que puedo formular, porque es así. Solo quiero que se detenga, quiero que me deje tranquila y no me toque. —Eres mía, fuiste mía desde que te traje a esta casa. —aclaró, con una advertencia en su voz cuando aleja su mano de mi entrepierna y toma mi mandíbula. Dejando rastros de mi humedad en mi piel, para luego pasar su lengua para saborearlo. Lo aparto, pero es más fuerte que yo y solo logro divertirlo. —Serás mía para siempre y de la única forma en la que saldrás de aquí, seras muerta. Muerta. Ya quiero estar muerta. La idea parece tentadora. Es una tentación que intento comprender cuando bajo su mano de nuevo se pone encima de mi, pasando su lengua por las lágrimas en mi rostro. Su mano aprieta mi clítoris y un gemido me confunde con fuerza. De pronto, un dedo entra en mi y grito aún más fuerte haciendo que él baje su cabeza y saboree en el mi dolor. Gimo contra mi misma cuando comienza un ritmo lento, entrando y saliendo de mí. Intento escapar dentro de mi cabeza, pienso en el ultimo libro que leí. En las paginas que absorbí, en su olor. En la trama, pienso en cuanto me gusto su escena. En cuanto lo amé y al terminar lo apreté contra mi pecho. Pienso en cualquier cosa para desconectar mi mente de lo que le están haciendo a mi cuerpo. Pero sus mordidas en mis labios me lo prohíben. Hay un poder electrico en ellas, está destinado a mantenerme en el aquí. A hacerme sentir cada segundo de lo que está sucediendo entre nosotros. Cada segundo de su abuso. Prohibirme ir a otro lugar en mi mente es aún más cruel que el propio acto medieval de violación. Monstruoso, incluso. Separo mi rostro del suyo y muerdo yo misma mis labios para amortiguar mis gritos. La lágrimas salen con mayor presión. Mis dedos se clavan en las sábanas, sé que no puedo empujarlo. Empiezo una plegaria para que pare, pero sigue de manera brutal. No termina nunca. No me libera de mi agonía. Trato de estar de nuevo en mi cabeza, cierro los ojos con fuerza. Intento pensar en el lugar más bonito en el que he estado. El mar que visite cuando era niña, mis padres me perseguían y yo corría entre risas saltando sobre la orilla y salpicando el agua. Pero de pronto, ya no soy una niña. El agua debajo de mis pies ya no es transparente y es roja, espesa como la sangre. Las personas que me persiguen ya no son mis padre, es él. Es Josiah. Y mientras salgo de mi mente, de mi persecución, solo emito sonidos extraños para mis propios odios. No son sollozos, no. Son algo más, agudos y firme. Arañando la capa de racionalismo. Mi vientre cosquillea con algo contrario a la molestia, abriendo paso a un gemido largo. —Estas tan apretada alrededor de mi dedo, Angel. —ruge en voz baja, la excitación en su propia voz —¿Te vendrás?. Muevo la cabeza de un lado a otro, de forma frenética. No, no lo haré. Pero aún así me siento diferente, una neblina se interna en mi cabeza. Prohibiendome sollozar, ahora solo lanzo gemidos. Algo explota en mi pecho junto con un grito que me atraviesa. El orgasmo me golpea fuerte, es el primero de mi vida. Y solo pienso en lo placentero, queriéndome golpear por disfrutar esto. Me tiembla todo el cuerpo y mi piel solo puede sentir un cosquilleo corriendo dentro de ella. Sollozo y arqueo mi espalda, justo cuando él sigue apretrandk aún después de mi llegada. No puedo detenerme, sigo temblando de placer debajo de él. Su peso en mi se relaja, ya no es pesado y solo puedo sentir su mano en mi pierna. Entrando y saliendo de mi. Un golpe me hace abrir los ojos. Tiemblo cuando algo roza mi clítoris de nuevo. No, no algo. Es mi mano. Miro a mi alrededor, tratando de adaptarme a la oscuridad. Temblando de placer y terror cuando comprendo que estoy sola. Alguien golpea la puerta, haciendo saltar y sacar mis manos de mis pantalones. ¿Acabo de soñar que estaba siendo violada por Josiah Wyatt?. ¿Y me corrí en el acto?. El interior de mis muslos está pegajoso y mis bragas están mojadas. Para completar lo sádico del asunto me duelen los pezones, que palpitan contra el material de mi camisa. No sueño con ser violada. Nunca. Y aún así, estoy sola en la habitación y mi ropa está intacta. Incluso estoy cubierta por un sábana. Mi jugo corre por mis dedos ¿Me estaba tocando con ese tipo de pesadilla?. ¿Qué esta mal conmigo?. —Chica, abre. —exclama una voz desde el otro lado, detrás de la puerta. La ignoro un momento mientras reajustó mis propios pensamientos. Se sintió tan real y... mis labios están magullados. Los siento temblar y los llevo a mis dientes impidiendo el sollozo que amenaza con salir. Sé que estuvo aquí, pero al mismo tiempo sé que no fue así. Su olor no esta como lo estuvo antes, y ya no siento sus manos a mi alrededor. Estoy tan metida en cabeza que no oigo cuando alguien abre la puerta. Monikka se queda de pie en el umbral mientras una chica corre hacía mi para treparse en la cama. Apenas la distingo y no me importa la confianza que se estaba tomando. —¿Éstas bien?. —pregunta ella, su mirada preocupada recorriendo por la habitación. Es inútil, no hay nada. —Escuche tus gritos. —Fue una pesadilla. —la tranquilizó, sintiendo mi voz carente de emociones. Estoy loca, definitivamente. —¿Quieres que duerma contigo?. —pregunta, mirando a Monikka en busca de aprobación. Ella le da una mirada dura, ¿quien es ella?. —Esta bien, sólo tomaré una ducha y volveré a la cama. —le digo, tratando de ponerme de pie. Meto mi mano debajo de mi camisa y la limpio con disimulo, no quiero que vea los restos de mi estupidez. —Esta bien. —dice después de un rato asintiendo y levantándose de la cama. —¿Alguien mas escuchó mis gritos? —pregunto. Y lo que realmente quiero saber es sí él esta en la casa, pero mi estómago cae cuando ella niega. —No hay nadie en casa. Josiah esta en sus cosas y solo están los guardias abajo. Puedo sentir mi pulso correr por mis venas aún después de haber eliminado mis pensamientos en mi cabeza con el agua corriendo por mi cuerpo. Lo detesto, detesto que él me haga imaginar esas cosas. Es moralmente trillado. No puede pasar. •07• No sabía que día era. De hecho, apenas sabía si era de día o era de noche. La habitación parecía no ser diseñada como una celda para prisioneros y aún así en cuestión de horas, comencé a sentir el efecto que estaba teniendo en mí. La claustrofóbia me llenaba. Cuando mis ojos lograron adaptarse a la oscuridad, las paredes comenzaron a ahogarme y comencé a tener problemas para respirar. Respiré con dificultad, sintiéndome asustada y en pánico, mis sentidos en alerta máxima por cualquier sonido, olor o apariencia. Se sentía como una verdadera prisión y envió miedo a mis huesos. El tiempo pasó dolorosamente lento. Sabía que necesitaba mantenerme fuerte por Kunno y por mí. Todos mis instintos salieron a jugar ahora, la necesidad primordial de sobrevivir a cualquier costo en el centro del escenario como lo había estado no hace mucho tiempo. Me sentí como si hubiera pasado toda una vida, estar atendiendo una caja regitradora en una restaurante. Ahora, era una prisionera. Una cautiva. Y solo unos días antes era una chica inocente con metas y sueños, siendo libre. Comencé a explorar la habitación un par de horas después de mi encarcelamiento. Tanteé las paredes como la primera vez y encontré la puerta, pero seguía cerrada. Había descubierto que los días sin hacer nada transcurrían con lentitud, apretandote para ahogarme con suficiente fuerza para que mis pensamientos fueran los causantes. Nunca había estado tanto tiempo sin hacer nada y pronto estaba descubriendo que lo odiana. Empecé a trabajar luego de la escuela, pero desde antes me mantenía activa tratando de tener un buen promedío y en mis tiempos libres podía tomar varíos turnos en la biblioteca de la escuela par poder conseguir algo de dinero. No podía permitirme tener tiempo libre estando junto a Margot, nunca era posible cuando siempre hacía falta algo con un niño pequeño en casa y su madre siempre estaba más interesada en gastar su dinero en un porro que en alimentos para su hijo. Muchas veces trabajaba tambien limpiando una u otra casa de alguna mujer que me permitía entrar en ella, solo por unos cuantos dolares. ¿Hubiera sido igual si estuviera con mis padres vivos?. Todas las noches me hacía la misma pregunta y todas las noches tenía la misma respuesta. Habría tenido una vida mejor, ahora estaría yendo a la universidad y no tendría este problema en mi rodilla. Si tenia una buen perspectiva de las cosas, podría afirmar que los días pasados solo eran cuatro. Lo deduje por las comidas que esa mujer traía. La primera, era el desayuno. La segunda, era el almuerzo y el tercero, era la cena. La ultima había sido hace unas cuantas horas, un plato de lasaña con un trozo de un pastel que nunca había probado, pero que sabía al cielo. Esa era una de las cosas que más me parecían desconcertantes. Habían pasado una cantidad justa de días y cada noche esperaba algo, algo que entrara por la puerta y me arrastrara al infierno que todos prometían al encontrarse con Josiah Wyatt. No sabía que era lo que esperaba, pero era un constante temor que erizaba mi piel y me mantenía despierta por las noches tratando de crear escapatorias ante escenarios que se doblaban en mi cabeza. Era dificil que tratara de ignorar mi situación. No podía ignorarlo, aunque lo intentara pensando en cualquier cosa. Siempre me encontraba acurrucandome debajo de las sabanas cuando oía el más minimo sonido de movimiento cerca de mí. Cuando la regadera comenzaba con ese extraño goteo en la noche, fuegos de miedo se colaban en mi piel y se arrastraba como liquido por mis venas, Aún no manejaba mi miedo a la oscuridad e igual no había algo a lo que aferrarme en la noche. Esto porque cada noche luego de la cena, las luces de la habitación y del baño contiguo se apagaban desde afuera. La primera noche grite de miedo, pero me arrepentí de inmediato por mostrar debilidad de esa forma. No quería mostrar mi debilidad, no quería que supieran que con encerrarme en una habitación oscura tenían todo de mí para ellos, no quería que lo tomaran en mi contra. Otra cosa que me aterraba eran los pensamientos que cruzaban mi mente cada vez que Josiah aparecía en ellos, incluso había comenzado a llamarlo Josiah en mi cabeza. Como si de alguna forma, hubiera existido el contacto que ocurrio en mis sueños. El contacto que era llamado violación en muchos paises, y que me dejo humeda y caliente despúes de imaginarlo. Aún me golpeaba mentalmente cada vez que pensaba en ello, recriminando que hubiera llegado a un orgasmo por un acto tan vil como ese, producido por un hombre tan espantoso de alma como él. Destellos de recuerdos de ese sueño... pesadilla todavía se apoderaban de mi mente en los momentos más aleatorios. Él, forzando su dedo en mi entrada y tomando mis mejillas en sus manos. Acariciando mi piel mientras me masturbaba, mirando mi cuerpo con ojos de lobo hambrientos que me decían que quería hacer mucho más por mí. Y le tenía miedo, le tenía miedo a él y a lo que era capaz de hacer, porque tenía la sensación de que esto era solo la punta de un trillado plan, y tenía muchos más temores que desatar sobre mí. Lo odiaba por tener control sobre mí aún en pesadillas. Nunca había tenido pensamientos sexuales con alguien y era tan aterrador pensar que él era el primero que causaba ese abismo de diluvio de emociones en mi interior, creando pensamientos que se mantenían en mi cabeza días y noche. Tampoco me había masturbado, las pocas veces que lo habían intentado se hacían momentos interminables donde solo llegaba a un punto y nunca al orgasmo. Era detestable pensar que con solo pensar en él y con poner una mano ntre mis piernas, sentía la humedad traspasando las bragas que la sirvienta de Josiah me había dado hace unos días. Sobre Wyatt había visto poco, desde la última vez que estuvo aquí. Aún temblaba cada vez que recordaba como mi cuerpo se lleno de tensión cuando sis manos estaban en mí y como el placer me recorría. No quería tenerlo cerca de mí, había algo en el que me daba miedo y a la vez me excitaba. ¿Era esto lo que se llamaba Sindrome de Estocolmo?. Tampoco podía ignorar las pesadillas que comenzaron desde que estaba aquí. En casa de Margot tenía una lampara que había obtenido de mi hermana cuando me mude a Filaderfia, todas las noches la mantenía encendida y todas las semanas tenía que recargar sus baterias porque era un lampara demasiado antiagua como para durar más de dos días completos. Pero aquí no había ninguna lampara que omitiera la oscuridad y cada noche recreaba los hechos que pasaron hace mas de quince años, comenzando conmigo corriendo y recibiendo un disparo de mi propio padre. Puedo sentir de nuevo el dolor en mi rodilla donde recibí el disparo, así como puedo sentir el dolor en mi corazon cuando descubrí que estaba sola en el mundo. Siempre que Monikka entraba a la habitación trataba de sacarle algo, cualquier cosa que me dijera que en algún momento habría una posibilidad de que en algún momento me soltaran y pudiera irme lejos. Pero ella solo se limitaba a mirarme y a repetir que él solo era una buena persona que me estaba ayudando. ¿Comó es que me estaba ayudando manteniendome lejos de mi familia?. ¿Comó es que decía que ese hombre era una buena persona cuando todos pensaban lo contrario?. ¿Acaso no ha oído todos los rumores que se decían de él en las calles?. Ese hombre era tomado como un diablo en las calles de esta ciudad. Es imposible que no haya oído nada sobre él. Todos hablan de él, aunque no quiera oirlos los susurros siempre estan ahí para advertirte. No es como si fuera imposible, siempre ocurría. Pero aún así parecía que ella prefería hacerse a oídos sordos, creyendo que hombre era un santo. ¿No leía noticias, comó se explicaba los muertos que habían en los ríos?. Solté un suspiro, sonando cnsado y exhausto, para luego girarme hacia el otro lado de la cama. Hoy más que todos era uno de esos días calientes donde te sudaba hasta el alma, pero despúes de eso lo único que me importaba era mi seguridad y es por que decidí usar un pantalón de pijama que habían puesto en las gavetas. Tambien estaba usando la cobija hasta los hombros, aunque mi cuerpo estaba sidando y estaba segura que en la mañana dejaría la marca humeda de mi cuerpo en el colchón. Solo porque no tenía ninguna paz o confianza aquí. Sabía que era un blanco facil para depredadores, si ellos me veían tratarían de cazarme solo para sentirse en lo alto de su cadena. De igual forma sabía que una sola cobija no ayudaría en nada a mi protección o que mi ropa les parecería aterradora y me dejarían. Habían mujeres que habían sido abusadas y llevaban ropa que ocultaban su cuerpo completo. No tenía nada que ver con la ropa que usaba, y había que ser muy estúpido para argumentar que una falda muy corta y una blusa transparente provocaba esto. No era propiedad de la victima la culpabilidad, era del abisador. Solo de él. Y tenía miedo de que estos tipos se llevaran eso de mí. Dios, el calor era insoportable. ¿Estaría Kunno igual?. La extraña sensación de falta crecía cada vez más en mí, cada vez que el pequeño venía a mi cabeza. Todas las noches antes de dormir Kunno se acurrucaría a mi lado e insistía en que le contara una historia. Algunas veces lo hacía, contándole alguna de las historias que escribía en mi cuaderno cuando podía y otras veces sólo lo abrazaba e ignoraba hasta que se cansara y se rendía al sieño. Estaba creciendo cada vez más rapido, siendo solo recuerdos desde la ultima que lo tuve en brazos siendo un bebé. ¿Estaría Margot contandole hostorias o estaría abrazandolé hasta que él dejará de hablar y se durmiera? Posiblemente, no. Margot no era el tipo de persona que mostraba amor, a no ser que significará que conseguiría algo de dinero por ello. Siempre fue distante con él. Siempre ignorando cuando él quería darle un abrazo, como si alguien pudiera resistirse a abrazar a un niño algúna vez. Él estaría mejor y no tendría tanto retraso en su comportamiento si tuviera amor materno con él. Solo quería que esto acabará pronto, quería salir de aquí y saber que mi niño estaba bien. De pronto, en medio de la oscuridad y del atormentante calor que me estaba rodeando, un sonido detuvo toda la línea coberente de mis pensamientos. ¿El calor había afectando mis neuronas y estaba alucinando?. Me sente contra la cabecera de la cama, agudizando mi oído y tratando de escuchar lo anterior de nuevo. Algún sonido mas alla de mi capacidad se oían, pero no era algo raro el sonido de grillos que cantaban desde algún lugar de la casa. Tal vez solo oí... Mis ojos se abrieron y deje salir un jadeo cuando el mismo grito de antes volvío a resonar contra el sonido actual. Un sonido aterrador y digno de una película de terror. Me aferre a la sabana, cuando un segundo grito resonaba desde algún lugar muy cerca. No podía distinguirlo, no sabía si era femenino o masculino, solo podía escuchar el dolor en su voz y la angustia. Cerre los ojos con fuerza cuando una nueva ola de gritos resono contra las paredes, rebotando en el tapizado grumoso y cayendo en mí. Era como si los demoníos estuvieran a su acecho y quisieran llevarse su alma, y los demonios ya tenían nombres en el registro. ¿Desde que parte de la casa estaban torturandolo?. El miedo me invadio más que antes al reconocer que si no medía bien mis pasos podía ser la próxima en lanzar esos gritos, gritos que nadie oía o que simplemente era incapacitado para hacer algo. Pero solo pude sostenerme de mis pensamientos por unos minutos, antes de que las bisagras de las puertas sonarán y lo próximo sería que Sage entrará con los puños apretados a su lado. Su figura tapaba la luz que emtraba detras de él, invalidando la oscuridad de la habitación. La luz fue cegadora, pero aún así mantuve mis ojos abiertos. Mi respiración parecía haber reducido su ritmo, obligandome a tomar unas cuantas respiraciones por la boca y apretando,e contra la cama. Queriendo fundirme en la madera para no presenciar este momento. Observe detras de él, mirando al hombre que estuvo con ellos en casa para matar a Margot. Mi mirada se desvio de éste a Sage, quien dio un paso en mi dirección y trazo con sus ojos mi cuerpo enrollado. Una mirada lasciva cruzo su rostro, pasando sus dientes por sus labios antes de estirarse y tratar de tomar mi pies. Aún con el miedo cortiendo por mi piel y mis venas, fui lo suficiente rapida para alejarme de él. —Vamos, cariño. —se quejo con un gruñido, acercándose con sigilo hacia mí de nuevo. ―Iremos a dar un paseito por la casa. —No me iré a ningún lado contigo...—protesté, pero él me ignoro y se estiro de nuevo y ésta vez si capturo mi pie y me atrajo hacía sí, para luego lanzarme sobre su hombro como si fuera un saco de patata. Estaba en estado sorprendido, imaginando mis movimientos y tratando de procesar todo. Lo unico que me calmo había sido el hecho de que habia utilizado el pie que no tenía problema en usar, —Qué suerte que no te pregunte, gata. —me lanzo con una risa. Un segundo, pasamos la puerta y reaccione moviendome sobre su hombre, —Bájame, ya mismo. —me resisti, moviéndome y retorciéndome, pero él ya estaba caminando. ¿A dónde me llevaba? Una ráfaga de terror recorrió todo mi cuerpo cuando un nuevo gemido se oyó, esta vez más cerca. ¿Me estaba llevando a mirar como mataban a un hombre?. ¿Era alguna especie de advetencia para decirme que pasaría si Margot no conseguía el dinero?. —Si te sigues moviendo te dejare caer, y créeme que el golpe no será nada bonito. —dijo, pero yo ya me había detenido. Por instinto, levante la cabeza. El otro tipo nos seguía, pero mire una enorme puerta, eche un corto vistazo y un segundo basto para ver lo que allí había. Un gemido salió de mi garganta y tuve pánico. El terror subía mi garganta, tratando de cortar cada fibra de tranquilidad que había en mí,hasta que finalmente salió; cuando un grito ahogado lo acompañó. Estaban matando a alguien ahí, amarrado en una silla y clavando cuchillos en su cuerpo. —Es un...― mi boca se secó, sin poder decir las palabras. Él estaba sacando sus dientes. ¡Josiah Wyatt estaba sacando los dientes de una persona viva!. Ya no lo podía ver, pero no estaba loca y sabía que eso era lo que había visto. Otro hombre tenía abierta la boca del hombre, mientras Josiah se imclinaba sobre él con una tenaza. Un pequeño vistazo para hacerme llorar de miedo, ignorando todo a mi alrededor. Había oído los gritos y los gemidos agónicos y estaba más que segura de lo que había visto. Eso no era producto de mi imaginación, y la persona que estaba amarrada a la silla tampoco lo era, Dios mío… Apenas estaba consciente de mi entorno, antes de saber que estaba siendo arrojada a una cama. No podía respirar con normalidad y en mi mente solo se proyectaba la imagen que había visto hace unos segundos, pegandose con resistencia a mi cabeza. —Carajos…—silbo Sage, y eso me hizo volver al presente. Un presente donde Wyatt no era el único monstruo al que debía temerle.—Sí que eres bonita y sexy. Incluso, teniendo esa cojera luces como una bailarina de las Vegas lista para ser despojada de su ropa. Suspire pesadamente y reaccione, armandome de valor aún a través de mi miedo para dar un movimiento hacía atras. —Ya vámonos, Sage. — inquirió el tipo, pareciendo irritado. —El jefe dijo que la pusiéramos aquí, lejos del sótano y nos largáramos a... —Noah, hermano, piensa en lo divertido que sería si… —Vamos, hombre, saca tu cabeza de tu polla por un segundo. —se quejó Noah, y rodó los ojos. Desde este lado parecía incluso, más grande que Sage, y eso era algo asombroso, teniendo en cuenta el tamaño de este animal. —Tenemos trabajo que hacer. Así que concentrare y salgamos de aquí, ya. Noah salió, y tomé eso como un indició para alejarme. Quise gritarle que regresara y se llevara a Sage, que no lo dejara solo conmigo. Por su parte, Sage no parecía contento con que le ordenaran, pero de todas formas se enderezo y me lanzo una mirada mordaz. Antes de poder lanzar un grito, él se lanzo hacía mi y tomo mi mandibula entre sus manos. El dolor recorrio mi rostro cuando tomo mis mejillas y las apreto con una fuerza alta. —Si crees que no tomaré lo que quiero, estas equivocada. —dijo, en voz baja. Lo suficientemente fuerte para que yo lo escuchara, porque estaba cerca de mí. —Tomaré y llegaré hasta donde a mí me dé la puta gana. Un escalofrío volvió a recorrer mi espina dorsal, pero la ignore. Lo último que me preocupaba era Sage, ahora lo que me aterraba era Wyatt. Aunque ambos eran unos villanos, este ultimo era el que mandaba. Lo del sótano. Había estado durmiendo junto a un cementerio. Esa imagen… Negué con la cabeza alejando el pensamiento, mientras un rafaga de alivio me llenaba al ver a Sage salir. Lo que más me aterraba era que si mi tía no pagaba la próxima en visitar esa habitación sería yo, y probablemente, no era para dormir. Si mi tía no pagaba terminaría sin ojos y llorando lágrimas de sangre, y con Wyatt apretando mis dedos con una tenaza o sacando mis diente. Tal vez, ambas. Mierda, incluso sería mucho peor. Y lo mas inquietante, es que estaba segura que Margot no pagaría, y si lllegaba a hacerlo pasaría mucho tiempo. Tiempo, eso era lo que menos teníamos. Wyatt me mataría, ya una vez me enseñó de lo que era capaz, y esta vez no fallaría. Mi mirada recorrió la habitación y mi pulso se aceleró aún más cuando la ventana la atravesó. Podía hacerlo, tomar el dinero del ahorro y largarme con Kunno y no volver. Tener una nueva vida y… Un nuevo grito cortó la oscuridad, pero este mucho más lejos. Tenía que escapar. Si no lo hacía sería un cadáver más apilado en las garras de Josiah Wyatt. •08• Podías cerrar tu mente a los pensamientos que no querías profundizar, pero no podrás eliminarlo porque tu misma los traerás de vuelta en algún momento. Y eso es lo que me pasaba. Mientras más trataba de bloquear todas las imágenes que había visto antes, más regresaban con fuerza y se pegaban a mi mente. Todas ellas gritandome que yo era la siguiente, amenzandome con los gritos de aquella persona, tratando de mostrarme cuán dolorosa sería mi tortura. ¿Si mi tía no paga el dinero sería la siguiente en visitar esa habitación?. Debía serlo. Debía pasar, porque Josiah no hacía esto por dinero. Él lo hacía para demostrar su poder en esta vida, para marcar su punto sobre su propia ley en esta ciudad. Esto no era por dinero. De hecho, me sorprendía que hubiera aceptado tomarme a mí como garantía. ¿Significaba que si por alguna razón pagaban, me dejarían libre?. ¿Así de fácil?. ¿Por qué había aceptado de buenas a primera?. Nunca había redondeado mucho ese punto, pero ahora no dejaba de pensar en ello. Estaba tan sumida en salvar a alguien que me hundí yo misma por ella. Y ahora no sabía como salir de aquí, debí poner todas las perspectivas sobre la mesa y saber que era lo que pasaría. Pero, no fue posible cuando tenían mantenida a mi tía con una pistola en la cabeza. El ser humano podía soportar días completos sin agua, incluso sin comer. Podía pasar días encerrado en una cueva y muy seguramente, sobreviviría. No un mes completo, pero lo suficiente como para demostrar su resistencia. Pero había algo que iba más allá de lo físico y era lo mental, los pensamientos que me guiaban por senderos oscuros. Mi pensamiento recurrente era la libertad. Nunca fui realmente libre, siempre viví con cadenas invisibles que me mantuvieron atadas a Margot por Kunniel. Pero esas ataduras las podía soltar cuando quisiera, estas que Josiah había puesto en mis tobillos y que no podía ver, era difícil de hacerlo. Nunca me había planteado que en algún momento pudiera perder algo an frágil como la libertad, era algo que nunca paso por mi cabeza. Una de los peores daños que podrían causar a una persona es la de ser despojada de su libertad, nunca sabrás lo que se siente hasta que tu cuerpo duela por la vibración de estrés y asfixiante ahogo al sentir que las paredes se cierren a tu alrededor. Esa sensación de despojo hacia tu vida, como si no importará y solo existiera en un pequeño globo sobre tu cabeza que exploraría en cualquier momento si alguien lo golpea. Tal vez por esas razones me encontraba de pie en el balcón, mía manos apretando los barrotes como si fueran mi único salvavidas en esta oscuridad y respirando la brisa nocturna que golpeaba mi rostro con cada soplo. Nunca apreciabas las cosas que podías ver a diario por estar dando pasos rápidos por la vida, solo para encontrar que cuando ya no estuvieran no habria nada que alumbrará para ti. La luna, parecía que cada vez que la miraba se hacia mas hermosa. Había pasado días enteros sin ver el cielo y parecía como si hubiera pasado un año entero. Las nubes comenzaron a difuminarse, dando un aspecto gris y morado al cielo. No tenía un reloj, pero podía deducir que era de madrugada. No sabía porque se habían ido de aquí sin revisar la habitación, donde no observaron que tenía una ventana sin cansando. Ventana que serviría para mi propio beneficio, no me importaba otra cosa si eso significaba que podría huir lejos. Lo había repasado todo en mi cabeza, cada pensamientos golpeando y chocando contra la misma que me había hecho gritar antes. Josiah matando a un hombre. Esa imagen era mi carta de salida, la única que tomaría para huir. Saldría de aquí y buscaría ayuda, buscaría a Kunniel y me iría de la ciudad. Nueva York, tal vez. O Chicago, había leído que tiene un buen programa de estudios universitarios. Podría empezar allí y hacer una nueva vida, trataría de pasar desarpecibida para todos, seria invisible y solo ocuparía de trabajar. Pero, lo único que me inquietaba era quien me ayudaría. No tenia amigos, los pocos que tenía de la escuela solo habían sido pasajeros y ya no nos hablábamos. Incluso, Tenly era una amiga pasajera. Podría ayudarme dándome un lugar donde estar, pero sabia que al saber de quien huía cerraría sus puertas en mi rostro. Y no la culparía por ello, no podía ser tan egoísta como para llevar al enemigo a su hogar solo para protegerme. Debía hacer esto sola. Por mí y por Kunniel. Mis manos sudaron cuando apretaron los barrotes con fuerza, el frío metal se pegaba a mi piel y temía que en algún momento se soltara y resbalará. Pero me sostuve con fuerza, recordando para mis adentros que era algo necesario. Que este era mi único boleto de salida de esta casa, si lo perdía no había vuelta atrás. Levante mi rodilla con esfuerzo, maniobrando en alternar mi peso para evitar perder el equilibrio en el escueto lugar. Mi corazón se sentía reventar, saltaba en mi pecho con locura y estaba al punto de sentir un infarto a punto de suceder. Mi vientre comenzaba a apretarse en nudos, y mi respiración ahora estaba reteniéndose cada vez que miraba la altura que había hasta el suelo. No era muy alta, pero aún así no sabia si saldría bien. Me imagine el dolor que tendría al soltar los barrotes, ¿me rompería algún hueso?. Esperaba que no. Mire detrás de mí, batallando con mis temores por no volver. Sabiendo lo que me esperaba. La puerta estaba cerrada, pero eran solo momentos para que vinieran. Lo sabía. Tomando un ultimo suspiro, trague el nudo en mi garganta. Era ahora o nunca. Libere mi agarre de lo barrotes y me deje impulsar hacia delante. Mi cuerpo estuvo en el aire al siguiente, pasaron uno segundo. Cinco, quizás. El aire me rodeaba y sentía que estaba flotando, pero todo fue muy breve antes de que mi espalda golpeara contra la grama y un gemido profundo y agudo saliera de lo garganta. Fueron cinco segundos. Mi cuerpo parecía no haber recibido el indicativo para recibir el dolor. No sentí nada. Pasaron segundos, donde lo único que pude sentir fue el aire soplando en mi cuerpo. Las nubes parecían haber profundizado su color pálido, observando con tristeza mi acto de locura. No pude escuchar nada, no había gritos. Y luego ocurrió, repentinamente. El dolor se acumulo en una zona y explotó como miles de fuegos artificiales. Parecía como si muchas piedras hubieran sido arrojadas a mi cuerpo, como si cada parte de mí estuviera partiéndose. El dolor se extendió por todo mi cuerpo y mentiría si no dijera que quería llorar de agonía y acurrucarme, pero no había tiempo para eso. Luego podría lamer mis heridas, cuando estuviera protegida. Ahora debía tratar de huir. Pero no podía moverme, estaba paralizada. Cada centímetro de mi cuerpo clamaba por una onza de alivio que pudiera calmar el dolor. Los nervios en mis pierna ardían como mil soles, haciéndome saber que necesitaba calmantes. El miedo recorría mi cuerpo, dejándome una advertencia de que era cuestión de segundos para que alguien me encontrará. Debía levantarme. Debía ponerme de pie y avanzar. Vamos. Mis músculos hicieron un esfuerzo descomunal cuando los obligue a estirarse para moverse, parecía como si estuvieran abriendo las heridas y hurgando en ellas. Un minuto paso, mientras me ponía de pie. Lágrimas resbalaban por mi mejilla y ahogue mis sollozos. Oro minuto paso y trate de controlar en dolor antes de avanzar. Mi pierna se sentía tan frágil, pero aún así no me detuve. El dolor era lo que más me llenaba, era Tam insoportable que respirar parecía un desafío. Me obligue a pensar en lo que lograría. Tendría mi libertad. Con mis pasos pesados avance, entrando al paraje de arboles más cercanos. Iba lento, pero tenia una ventaja. El dolor me seguía, pero me mantenía despierta. No habían notado mi ausencia aún. Tal vez, si tardaban en darse cuenta podría irme aún mas lejos y... Un grito me hizo soltar un sollozo, mis lágrimas inundaron mis ojos y me impidieron ver con claridad. Me dolía pensar que ya alguien se había dado cuenta, que pudiera ser atrapada y que volvería a ser encerrada. Me sostuve de un árbol y respire un poco, antes de apartar la humedad y avanzar. Debía hacerlo. Estaba unos pasos por delante. Quería gritar y patalear, sentirme viva por un minuto. Quería sentirme protegida y que alguien me abrazará para susurrar que todo estaría bien. Debía seguir. No te detengas. Ya había avanzado una cantidad buena, no había manera de que alguien me viera en esta oscuridad. Apenas podía hacerlo yo, además no había linternas o alguna luz. El dolor volvió a pulsar en mi cuerpo, agitando todo en mi interior con revuelo. —QUIERO QUE LA ENCUENTREN YA MISMO.—ladro su voz. Su voz. Llena de una mezcla de agobio y furia en los borde.—NO ME IMPORTA COMO LO HAGAN. SI NO LO HACEN, MATARÉ A CADA UNO DE USTEDES. El temblor del miedo me recorrió, volviendo mi sangre caliente y obligándome a acelerar el paso. Mi cuerpo estaba adrenalina y el dolor ligado con esa cosa no era nada bueno, cada poro dentro de mi parecía roto y algunos ardían con furia. Podía oír pisadas cer De pronto, ante mi vista apareció un sendero. No, un laberinto. Habían ramas en las paredes, hojas secas entre las enredaderas y polvo. La tierra que había en el piso estaba acumulada, como si nadie hubiera estado aquí en mucho tiempo. No me dio tiempo de pensar, antes de oír las voces detrás de mi. Tenía que correr dentro, debía tratar de hacer todo lo posible. Me apresure dentro, gemí cada vez que las ramas secas se partían debajo de mi pies haciendo un sonido que atormentaba mi pulso. El polvo me hacía querer estornudar, pero puse mi mano en mi nariz. Ante el movimiento mi hombro se quejo, reconociendo que aún había rastros de la caída. Aún me sorprendía seguir de pie, pero mi determinación era más grande que mi debilidad. La oscuridad llenaba los pasillos de los laberintos, lo único que alumbraba era la luna escasamente. Loa gritos me seguían a lo lejos, danzando en mi oído. Estaba asustada, aterrada, de que me capturaran en cualquier momento. Tenia que detenerme para recuperar fuerzas y cada vez que lo hacia un nuevo paso avanzaban hacia mi. Estaba débil, me sentía cansada y temía caer en esta oscuridad en cualquier momento. Loa ruidos que había en esta lugar tras los ecos de mis pisadas era mi única compañía. Mis pulmones estaban ardiendo, recordé aquella vez cuando mi tía me llevo al balneario y se fue con un hombre dejándome sola en la piscina. Mis pulmones dolieron cuando el agua entro en mis pulmones y luego, cuando me sacaron y mi tía volvió acomodando su ropa, el aire volvió a entrar en mis pulmones recuperando fuerzas y adormeciendo el dolor que había sentido. El recuerdo me debilitó un poco. Todo paso muy rápido. Unos pasos se apresuraron hacia mí, agrandado sus pisadas y llegando hasta mí con rapidez. Las ramas se rompieron bajo sus zapatos con un sonido más atormentante que los mios. En un segundo mis pasos se detuvieron y al siguiente, el cañón de un arma fue puesta en mi nunca haciéndome retener la respiración. La frustración, el agobio y la desesperación acompañaron al dolor, le gritaron que debía rendirse y lo estaban logrando. Me llene de rabia. Había estado a un paso de llegar, estaba cerca de mi libertad y ahora ella estaba huyendo lejos de mi al igual que yo lo había hecho de estos hombres. —Te mueves y juro que lo próximo que terminará sin uso será tu cerebro, cariño.—susurro Sage, con su aliento golpeando la parte sensible de mi nuca. Un sollozo salio de mi y lo callé en mi garganta, justo cuando se ponía al frente de mí para observarme. Sus ojos fríos muertos enviando oleadas de miedo a mis entrañas, una sonrisa perversa cruzó su rostro.—¿A donde ibas, pensabas irte sin despedirte?. Estaba muy cerca, tanto que podía oler el alcohol en su aliento. Lloriquear fue lo único que hice, tratando de procesar todo. No rogaba, nunca lo hacia. Ni siquiera cuando mi tía tomaba su cinturón y desquitaba su ira después de drogarse, lo había dejado de hacer desde hace mucho. Este hombre era uno de los que más debía temer, igualaba a Josiah. Era el depredador al que más debía odiar. —Te lo pido... —implore, sollozando incontrolablemente. Cerré los ojos cuando el cañón de su arma se desvío y paso por no cuello. Su dedo trazo el ángulo de mi blusa de tirantes, recordándome que aún estaba en pijamas. Temblé cuando su boca fue hasta mi oído y una sonrísa tenebrosa se oyo en su voz. —¿Qué estarías dispuesta a hacer por eso, cariño?. —preguntó, metiendo su mano debajo del tirante y acariciando mi piel. Solo pude pensar en que podría hacerlo, pero al mismo tiempo el asco subió por mi garganta. Haciendo que la idea me pareciera repulsiva. —No, no... no puedo... —aparte, su mano. Alejándome de él, gire antes de dar un paso hacía atrás. — Dejame ir, no diré nada... Él apunto su arma hacía y recorrió la distancia que había entre nosotros. Odie la forma en que la lujuria floto de él, diciéndome que haría cualquier cosa y podría tomarlo si lo quisiera. En este mundo ellos no tenían límites, podían lastimar y matar sin rendir ante una justicia. Y temía que fuera una más de sus víctimas. Soltó una risa y luego chasqueo la lengua, burlándose de mi miseria. —No lo creo, cariño. El jefe esta cabreado y no creo que quieras que cuelgue mis bolas, ¿no?.—inquirio, su mano sin soltar la pistola y sonriendo como un lobo hambriento, haciendo que mis sollozos aumentarán.—Ya veo porque el jefe te tomo como garantía, aunque estés rota eres una cosa bonita de ver. Incluso moqueando y lloriqueando eres linda, eso es algo positivo. ¿Qué me importaba eso en este momento?. Ahora, solo quería escapar y dejar de sentir todo el dolor emocional y físico que abundaba en mi cuerpo. Lo peor era que si pedía ayuda, nadie me la daría. —Te lo supli… Sin dejarme terminar mis palabras, su brazo bajo a mi cintura aún con el arma apuntándome de cerca con el otro. No me dio tiempo de reaccionar antes de que su rostro bajará al mio y su cicatriz se hiciera mucho más grande a medida que se acercaba. Sus labios estaban sobre los mios en un minuto, en un movimiento errático y duro. Las lágrimas se detuvieron, siendo sustituidas por un estado de terror y shock. Mi corazón estaba pulsando en un latir constante y rápido. Quiise empujarlo, golpearlo, pero no podía. Mi cuerpo no respondía y el temor había opacado todo. Cuando se separó de mi, su mirada estaba nublada. Fue cuando reaccione y me separe de él, chillando y golpeando. Tratando de hacerle daño suficiente, pero no se quejo y solo se río de mí. Estaba ignorando el dolor en mi cuerpo, no me rendiría tan fácil, no iba a ceder. Él maldijo cuando golpee su barbilla, tomando mi brazo y poniéndolo detrás de mi en un rápido giro. Solo podía sentir la frustración de todo, mientras él hablaba. —LA TENGO, JEFE —grito en voz alta. Fucionando como un interruptor en mi cuerpo, deje de sentir la pesadez habitual. Justo en ese momento el dolor en mi cuerpo colapso volviéndose nada y mi visión se torno borrosa, antes de caer en un agujero negro del cual esperaba no salir nunca más. •09• Un grito salió del fondo de mi garganta, raspando hasta el dolor en mi cabeza. El frío recorrió mi piel cuando nuevamente el agua hizo contacto con ella. Trate de detenerla, pero no lo lograba. Quería que parará porque me estaba congelando. —Detente. —ordeno una voz, trayéndome desde la inconsciencia. Enviando cargas de adrenalina a mi cuerpo, haciéndome reaccionar aún más a la realidad. Apesar de su orden, no me detuve. Me quede en el vacio, tratando de que la sensación que rodeaba mi cuerpo se detuviera. Paso un minuto entero, mientras me acostumbraba a la humedad. Mis ojos se abrieron, justo cuando una silueta se inclinó hacia mí. Aún en la inconsciencia fundada en mi, pude saber de quien se trataba, y eso me congelo aún más. Mi visión estaba borrosa, pero su figura se alzo sobre mi con un derroche de poder. Indicandome que esta partida la había ganado él. Quería gritarle cuanto lo odiaba. Tome un impulso con mis manos temblorosas y me encogí, pero mi espalda choco con algo frío. ¿Dónde estaba, que era esto? ¿por qué sentía el frío colándose por mis huesos?. Abrí mis ojos aún más, enfocando mi vista. Cuando comprendí donde estaba, quise gritar. Trate de evitarlo, pero yo misma me había puesto en esta situación. Todo había fallado. Era una estupida por pensar que escaparía, él nunca me dejaría ir tan facil. Tenía un laberinto en su casa. Una laberinto de donde nadie podía salir y yo había entrado en él. Me congele cuando choque con su mirada, aún así no la aparte. La sostuve con el odio y la rabia tatuandose en la mía, queriendo que lo supiera y que lo recordara siempre. Sabía que mi odio era uno mas del monton, pero al menos él lo recibiría directamente. Sus ojos seguían en los míos, casi con aburrimiento. Sin embargo, sus cejas estaban fruncidas con confusión como si le sorprendiera que lo estuviera mirando. Por primera vez, me permití mirarlo, y él hizo lo mismo. Escaneando mi rostro, pero sin inmutarse. Su cabello recortado a los lados y abundante en la cima, su mandíbula cincelada y sus labios finos, eran el principal atractivo de su rostro. ¿Comó podía ser tan hermoso que me hacía querer observarlo con intensidad y temerle con fuerza?. Era como una hiedra venenosa. Atractiva, pero letal. Podría matarte con solo tocarla. Asi era Josiah Wyatt, hermoso y encantandor. No, el adjetivo de hermoso no le hacía justicia. Él era algo impresionante. Como si el verme le produjera desconcierto, se giro para apartar la mirada. Saliendo de la habitación con paso firme. Incluso, a espaldas era una buena vista. Letal y magnifico. —Haz que se vista y que me espere en la habitación. —dijo, saliendo completamente de la haitación. Seguí sus movimientos, hasta que desapareció de mi vista, y aun así, después de eso seguí observando esa puerta. Imaginando que en cualquier momento entraría con un arma y acabaría con esto. Me castigaría ppr intentar escapar de su casa. Pasaron varios segundos, y aún estaba confundida cuando una chica de cabello rojo se acercó. La misma chica que vi solo aquella vez luego de mi sueño... pesadilla con Josiah, la que se ofrecio a dormir conmigo. Debió notar mi mirada asustada, porque se detuvo y me dio una sonrisa triste. Podía sentir la lastima fluyendo de ella y lo odie, la odie por eso. ¿Quien se creía para tener lastima por mí?, no la quería. Yo sentía lastima por ella, todos aquí eramos prisioneros en distintas maneras. Ella no lo podía ver, pero yo sabía que sí. —Tranquila, no te quiero hacer daño. —levanto las manos, como si eso me dijera algo o me diera algo de confianza. Si había aprendido una cosa era en no confiar en nadie. La confianza sólo era una manera de darles las riendas a las personas para que te hicieran daño, y al hacerlo era más doloroso haber confiado que la propia traición. —Soy Salleph, trabajo aquí. No dije nada, y solo me quede con la mirada puesta en las baldosas, hasta ahora había descubierto que estaba en un baño. Conté mentalmente los puntos negros que se marcaban en el azulejo, cualquier cosa que no fuera el dolor instalado en mi pecho por el miedo. El asco que sentía en mi boca tras el beso de Sage, quería gritar, vomitar y sacarlo de mis labios. Estaba frustrada, quería salir corriendo y sabía ahora que no llegaría muy lejos. —Puedo dejarte todo el día aquí, pero escuchaste al Señor, y si no cumplo su orden tendré problemas. —volvió a hablar la chica después de un largo silencio. —Además, debes tener frío y estas desnuda. Puedes contraer gripe o algo peor. Entonces, sentí el miedo recorrer mi cuerpo. No por la corriente de aire que entraba y recorría el lugar, era porque ahora entendía la razón por lo cual mi pecho se sentía pesado y sentía que mis huesos se helaban. Estaba desnuda. El frío ahora era un recordatorio, el miedo estaba aún inflándose, trayendo miles de escenarios a mi mente y cada uno peor que el anterior. Sentía mi cuerpo pesado, sentía como cada fibra de mi alma se abría, poco a poco. ¿Por qué estaba desnuda?. ¿Qué me había pasado, que me habían hecho?. —¿Por qué…—tome aire y le impedí al sollozo aparecer, cerré los ojos con fuerza. — ¿Por qué estoy desnuda? ¿Él me…—las palabras fallaron, ahogándose con temor de ser dichas en voz alta. Se apresuró hacia mí, pero no me moví, seguía intentando recordar todo, tratando de buscar algo que me dijera que estaba bien, pero no pude. Incluso dolió no poder recordar. Me sentía impotente, inutil. — ¿Si te…violo? Oh, por Dios, no. Jamás haría eso. —su tono de voz me hizo mirarla, sus cejas estaban fruncidas como si hubiera dicho una total mentira. Una cosa inconcebible. —No te hizo nada. ¿A todos le hacían un lavado de cerebro al entrar a trabajar a esta casa?. —Lo dices como si no hubiera hecho cosas más horribles—dije, negando. Una punzada de enojo pincho en mí pecho. ―Él no es un ángel. Me observó, sin decir nada, por un segundo. Su rostro ahora se volvió inexpresivo. Como si tratara de controlar su enojo. Decidio ignararlo, extendiendo la toalla hacía mi. Cerre los ojos y me concentre en buscar el dolor, algo entre mis piernas al recordar que la ultima persona que vi antes de dormir fue Sage. ¿Cuanto tiempo habiamos estado solos?. Pero no encontre ningún dolor mas alla del de la caída. No sentía nada que me dijera que me habían despojado de algo mas alla de mi libertad. Suspire audiblemente y abrí los ojos, agradeciendo que mis pensamientos se hubieran equivocado. —Sera mejor que te saque, estás tiritando. —dijo ella, finalmente cambiando de tema. No me moví, me negaba a hacerlo.—Vamos. Estaba algo enojada. Mis sentimientos me mareaban, no sabía que sentir ahora. Todo se cerraba sobre mí, girando en su misma orbe. Estaba aliviada, frustrada, enojada y triste. Me enojaba el hecho de que esta chica viera a este hombre como un santo o una buena persona cuando estaba encogida sobre mi misma por algo que él había creado. Él era el unico culpable de todo, y ella seguía creyendo que era una buena deidad andante. Podrían repetirlo cuanto quisieran, yo nunca lo creeria. Podrían torturarme para meter eso en mi cabeza hasta que lo creyera y aún así su maldad quedaría grabada en mi subconciente. Extendio su mano, al mismo tiempo que solte un resoplido producto del tiempo que había estado debajo del agua. Y esta vez, sin mas ganas de luchar contra ella, tome la ayuda que me ofrecia. Esto la tomo por sorpresa, se tambaleo un poco con mi peso antes de recomponerse y sostenerme para levantarme. Mis piernas no tenían casi fuerza, no sabía cuanto tiempo había estado incosciente. En este lugar nunca lo sabía, era como si el reloj se detuviera en esta casa. Aullé de dolor cuando mis músculos se estiraron. Incluso, mis brazos estaban cansados y un pulsante dolor se había instalado en mi mano izquierda, cosas que no había notado hacia un momento. Pero que ahora me golpeaban con más fuerzas. Ella tomo mi cintura, sin quejarse cuando la humedad de mi cuerpo empapo su vestido floreado. Ni siquiera me moleste en ocultar mi desnudez, antes de que envolviera la toalla a mi alrededor. No porque no tenía fuerza, sino porque ya habían visto todo y sabía que era una pérdida de tiempo. Era como una excibición de carne en el mercado, donde todos se creían con el derecho de desvestir y vestir mi cuerpo a su antojo. Recibiendo las miradas de curiosos que solo disfrutaban el excibicionismo publico de mi pureza y mis dolores, como si fuera alguna especie de entretenimiento. —Estuve aquí todo el tiempo, te trajeron y tu ropa estaba sucia y rota. —dijo, rompiendo el silencio. — Tienes moretones en todo el cuerpo, el señor llamó a uno de sus hombres y vendrá a revisarte. Cuando te trajo reviso tu cuerpo, pero no encontró nada roto. Tuviste suerte de que fuera un segundo piso y que caíste en una superficie arenosa, quizás de otro modo en estos momentos no estarías aquí. «Revisó tu cuerpo», allí estaba otra vez la sensación de temor instalándose. El miedo y el agobio juntandose para hacerme hundirme en un hoyo de miseria y desesperación. No quería pensar en él revisando mi cuerpo. No estaría aquí porque sería otro cadáver más, en la colección. Hubiera sido mejor eso a ser su prisionera. Ignore cada cosa, cada pensamiento. Incluso cuando me seco el cuerpo con la toalla y puso en mi un vestido como el suyo. De flores negras, perfecto para la ocasión por como me sentía. Tampoco dije nada cuando trenzo mi cabello, aunque dolió bastante. Cada movimiento dolia con fuerza, era tan estupido decir que incluso mi cabello dolia. Pero lo hacía. —Eres realmente hermosa, Ainsley. —dijo, recogiendo las toallas con las que me había secado. No dije nada, porque no me sentía agradecida por ello. Al oirlo solo podía pensar en Sage diciendolo, sabiendo que eso había atraido su atención. Ser bonita no me había ayudado en lo más minimo, solo había atraido atención indeseada de personas que no queria imaginar. Los hombres que Margot traía a casa durante las noches tambien lo notaron, pronto pude sentir sus atenciones en mi. Había planeado irme antes de que unos pudiera dar rienda suelta a sus pensamientos lascivos. Aunque Josiah no me llevara, sería cuestión de tiempo antes de caer en un abuso. Eso no significaba que me había salvado, me había traido a un lugar con personas mucho peores. Simplemente, me deje caer en la cama al revolver todos los pensamientos. Escuchando el ruido que hacía Salleph en el baño, recorriendo las paredes blancas y memorizando cada grumo. Analizando una ventana con barrotes que significaba mi prisión. Esta era una nueva habitación y por lo menos no me habían enviado a la otra donde se acumulaba la oscuridad y estaba cerca del cementerio que él había creado. —Listo. —expuso ella saliendo del baño, gire y cerré los ojos. Sin ganas de decir nada, no es que hubiera algo por decir. La puerta se abrió, pero no la oí cerrarse. — El señor Wyatt es un ángel para algunos, y un monstruo para otros, Ainsley. Todo depende desde la perspectiva en que lo veas. Para mí fue un ángel porque me salvo, pero debes buscar que término se acerca a lo que es para ti, ¿Un ángel o monstruo?. Gire a mirarla, tan rápido que mi cabeza dolio, a gritarle que estaba loca. Él nunca sería un ángel para mí, porque era peor que los monstruos que se escondían en mi mente y acechaban mi oscuridad. Era peor porque el tenía poder sobre mi cuerpo y sobre mis sensaciones. Pero no pude hacerlo. Justo en ese momento, el monstruo que mencione entró. •10• Se detuvo en la puerta, su cuerpo llenando el marco con sua músculos. Esta vez llevaba un traje, algo distinto a lo que había usado antes. Trague el nudo el mi garganta cuando sus ojos escanearon mi nueva vestimenta. Ondeando su mirada por mi rostro, antes de apartarla con una expresión inexpresiva y que no pude descifrar. Era como si la mera idea de mi existencia estuviera fastidiando la suya, como si le hubiera pedido que me dejará vivir. Fácilmente podría sacarnos a ambos de este infierno en el que nos había hundido, si tanto le molestaba estar a mi alrededor podía hacer algo al respecto. Pero sabía que no era eso lo que yo quería. Yo quería volver con Kunno y cuidarlo, y si me dejaba matar Margot no lo haría. Temía por él, temía que Margot no lo tratará como Kunno merecía. Él era una niño y no entendería las negativas y mucho menos con su condición. ¿Lo habrá golpeado?. Esperaba que no, no quería que le hubiera hecho daño pero si lo había hecho, ña mataría. Acomode mi vestido de prisa cuando sus pasos avanzaron dentro de la habitación, más por el hecho de ocultar la piel expuesta anteriormente. La idea de que hubiera visto mi desnudez me llenaba de incertidumbre, de nuevo mi imaginación fue a desviarse a donde esa pesadilla retorcida se estaba reproduciendo con lentitud. Baje la mirada y seguí concentrándo mi atención en bajar mi vestido, era muy corto y mis mejillas comenzaban a ruborizarse por los pensamientos anteriores. Mis dedos seguían enrededos en el borde de mi vestido, intentando hacerlo más largo con poca fuerza cuando se detuvo al frente de mi. Mi mirada se lleno de sus zapatos, unos mocasines que podía apostar eran tan caros como su traje. Levante la mirada, arrepintiéndome de ellos cuando unimos nuestros ojos de nuevo. No podía explicar lo que había aquí, pero cada vez que lo miraba parecía que una corriente de electricidad se comenzaba a formar con intensidad en mi columna vertebral. Como si quisiera su cercanía, un efecto colateral de mi aislamiento. Hice una mueca cuando una pulsación en mi estómago apareció, dándome la oportunidad de apartar la mirada. Él se quitó el saco que llevaba, me congele esperando su movimiento mientras lo acomodaba y lo dejaba caer contra el respaldo de la cama. Suspiro y me di cuenta que estaba observándolo fijamente cuando choco su mirada con la mía de nuevo. Volví a apartar la mirada, sintiéndome tonta y ocupando mi cabeza con la distracción de bajar mi vestido. Mis muslos seguían muy a la vista. Nunca me había gustado llevar vestido por la cicatriz debajo de mi rodilla, me sentía aún más expuesta con ella a la vista. Pero él se inclino, mi cuerpo vibro al momento en que sintió su cercanía. Su mano tomó mi muñeca y por un momento quedamos frente a frente, trate de quitar su mano sin mucho esfuerzo. No tenía mucha presión en su agarre, pero aún así fue la justa para no querer apartarme. —¿No crees que es estúpido cubrirte cuando ya vi todo lo que había que ver?. —dijo, antes de apartarse y soltar mi mano con una caricia en ella. Cruzándose de brazos, me miró con curiosidad y no pase por alto la forma en que sus brazos se flexionaron, mostrando aún mas sus tatuajes. Eran magnéticos y atrayentes la forma en como se desviaban debajo de la tela, aferrándose a su piel y dando a cualquiera la sensación de curiosidad. Negué y aparté la mirada, dando un paso lento hacia atrás. También cruce mis brazos y suspire, antes de hablar de nuevo. —Es lo único que vera alguna vez.—dije, pero en el instante me arrepentí. No debí haber hablando, era un riesgo. ¿Que pasaba si lo tomaba como desafío?. No debí haberlo dicho, posiblemente haría que la pesadilla que tuve hace algunos días se hiciera realidad. Respiré profundo y baje mi mirada a mis manos de nuevo, a todos lados donde no pudiera ver que me arrepentía de haberlo dicho. Aunque me atrajera este hombre, no podía dejar de olvidar todo lo que sabia de él y su mano dura contra la ciudad que me vio crecer. No podía olvidar quien era y a quien pertenecía el cuerpo que abundaba en mi mente. Y trate de recordarlo aún más, cuando cerro el espacio que había creado entre nosotros y se detuvo al frente de mí, levantando mi barbilla con su dedo.—Creo que ya habíamos hablado de ese punto, Ángel. —murmuro, lo suficiente cerca de mi oído como para que su respiración me hiciera cosquillas. El apodo me hizo apretar lo dientes. No lo entendía y no quería que me llamara así, no él. Recordé que Salleph lo habia llamado así, cosa que todavía no entendía. Ángel. —Puedo tomar lo que yo quiera. Aunque no me apetece, la verdad. Levante la mirada, sacando mi barbilla de su agarre y lo observe. Arqueando las cejas, inclino la cabeza a un lado. El mismo desafío en su mirada que la primera vez que lo vi, respire con dificultad cuando me di cuenta lo cerca que estábamos el uno del otro. —Además, no deberías comerte tanto la cabeza con que te haya visto desnuda, no es que no haya visto mejores cuerpos a antes. — se encogió de hombros, y apreté mis manos en ambos lados. Ignorando el aguijón de humillación que eso pincho en mi pecho, callando lo que sus palabras me causaban, ¿por qué me importaba?. No lo sabía, pero lo hacía. Una punzada de dolor apretó mi vientre y me obligue a pensar que era por la caída de antes, no podía ser por él. Él no me afectaba, solo me afectaba que fuera hermoso. Él no. Todo menos que lo que este hombre pensara me importaba. «—¿No hablarás?, ¿la caída hizo que se te fuera la voz?. —¿Hay algo que deba decir?.—pregunte, ocultando mi incomodidad en las facciones de mi rostro. Había aprendido a hacerlo muy bien desde hacia mucho, no quería que este hombre cruel usara mis propios pensamientos y sentimientos en mi contra. —Oh, no lo sé, Ángel. —apuntó encogiéndose de hombros y dando un paso atrás. Su sonrisa burlona cayo al mismo tiempo en que una expresión fría se asentó en su rostro. —¿Como el hecho de por qué mierda te lanzaste de un segundo piso?.—aunque su voz estaba perfectamente controlada en los bordes, pude notar el enojo. —Si, hay de que hablar justo ahora antes de que me vaya. Trague saliva, mi garganta estaba comenzando a cerrarse de nuevo. Obviamente, debía esperarlo. Mi intento fallido de escapatoria debía ser el tema de noticia en esta casa. Una perdida para mí. Una victoria para él. Era millonario, ¿por qué no solo podía olvidar el dinero y dejarme ir?. Pero presentía que solo quería demostrar un punto. Nadie se metía con Josiah Wyatt y salía ileso. —Yo…—comencé a decir, tratando de formular algunas palabras. Levantó un dedo tan rápidamente, haciéndome callar que temí caer del susto que tuve. —Hablaremos. Pero, ahora hablaré yo y tu responderás, ¿bien?.— pregunto y asentí antes de que lo procesará. Tampoco era tan suicida como para llevarle la contraria, no ahora. Había aprendido mi lección—¿A donde irías, eh?. ¿A buscar a el hijo de Margot, a eso?. Un estremecimiento me recorrió de pie a cabeza, esperaba que su nombre jamás saliera de sus labios. Kunno no tenía nada que ver con esto, él era inocente. —¿Acaso no pensaste que mandaría a mis mejores hombres a ir por él apenas salieras de mi recinto?. —elevo su voz, pasando una mano por su cabello y peinandolo.—¿Me crees tan estúpido como para dejar que se burlasen así de mi?. Me subestimas, Ángel, y es una lastima que sea así. Pensaba que sería más emocionante tenerte aquí, que eras más inteligente que esa puta de tu tía. —Es un niño.—repuse, aparentando las manos. Rabia burbujeando lentamente en mí, pero también había miedo.—No tiene nada que ver con esto. Es inocente. —Hay un viejo dicho que dice que muchas veces los errores de los padres, pueden ser pagados con los hijos, ¿lo haz escuchado?. Mi madre solía decirlo mucho y mi pafre llevarlo a cabo—dijo, su voz subiendo una octava mientas se movía, caminando lentamente hacia el sillón al frente de la cama.—Es una forma de ver la vida. Retorcida, pero justa. Claro, solo si los padres aman más a sus hijos que a ellos mismos. Me incline hacia adelante, pero mi cuerpo se quejo enseguida por el esfuerzo. —Kunno tiene una discapacidad. Además, no es como si a Margot le importara que pasa con él, ni conmigo. —me apresure a decir, más fuerte de lo normal.—No le haga nada, por favor. Su rostro se tenso, pero volvió a su forma habitual enseguida, siendo tan frío y sin corazón como todo el tiempo, y aunque no lo conocía desde hace mucho sabia que era un hecho. —Eso deberías pensarlo antes de hacer lo que hiciste, el destino de ese niño esta en tus manos. Tu decides su futuro.—sentenció, juntando sus manos sobre sus rodillas.—No le haré nada mientras cumpla tu palabra, al menos hasta que tu tía me pagué. La imagen de Kunno paso por mi mente. Fui muy estúpida en mi movimiento, me precipite y lo puse en riesgo por mi idiotez. Nuevamente el odio hacia mi tía resurgió en mi interior, expandiéndose en grandes cantidades. ¿Alguna vez dejaría de odiarla por arrastrarnos a esto?, o mejor aun, ¿alguna vez saldría de esto, con vida?. —Prometo que no intentaré escapar nunca más, mientras este aquí estaré tranquila. —hablé con voz temblorosa, respirando forzosamente cuando mi pecho se oprimió antes mis pensamientos. —Pero debe dejar a Kunniel fuera de esto, él… él no debe pagar las culpas de su madre, ese dicho no tiene relevancia. Cada quien marca su propio destino, pero él no es culpable de nada. Y bien lo sabía yo. Porque no fueron los pecados de mis padres que me hicieron caer al borde, fueron ellos mismos quienes me empujaron. Josiah no dijo nada. Se estiró, y camino al sillón antes de caer en él y recostarse en el respaldo, mi mirada fue atraída a sus brazos, a sus tatuajes de nuevo. Cada personas tiene una historia para contar el desarrollo explicativo de porque están donde están, ¿cual era su historia?, ¿cuando comenzó a ser un monstruo?. O quizá, siempre lo había sido y lo dejo salir al momento de azotar esta ciudad. —¿Por qué tenías que escapar?. —pregunto de repente, cruzando sus brazos y apoyándolos en sus rodillas. La urgencia en su voz me confundió. — ¿Algunos de mis hombres te ha hecho daño?. No entendía porque preguntaba eso, creía que eso no le importaba. Una parte de mí me urgió a decirle sobre Sage, pero la detuve. No sabía el objetivo de su pregunta, no me imaginaba que quisiera protegerme. Sage podría hacerme un daño peor si se enteraba de que había dicho algo y no sabía si Josiah le diría. Debía mantener mi boca cerrada. —No. Quería decirle que huí porque no quería tener el mismo destino que ese hombre en allá abajo, que fue algo atroz de ver. Pero no pude, no sentí que pudiera hacerlo. Él solo lo vería como una estupidez, y no sabia si su pregunta solo era para hacerlo mucho peor de lo que ya lo había hecho. —Eres una prisionera y aún así tienes comodidades básicas, no es como si te estuviéramos maltratando. —dijo, acusandome. El enojo se filtro en su voz. Se levanto y me miro con el ceño fruncido, golpeando el colchón al acercarse y haciéndo que saltará—Joder, eso no iba en el plan. ¿Plan?. Quería preguntar, pero estaba tan alterado que tenía miedo de hacerlo. Podía ver la furia en sus ojos, tratando de entender lo anterior. Las preguntas estaban escritas de forma no entendible en su mirada. Trate de buscar algo allí, una razón que me explicara todo esto y pudiera usar como protección. No había nada. Unos ruidos en la puerta me hicieron mirar, tratando de ordenar mis pensamientos y de descifrar los suyos. ¿Cual era ese plan?. Un segundo después Sage entró, dirigió un mirada a mi antes de volverla a Wyatt. Mi piel se erizo. Mi mente se desvío de un tema para entrar en otro, recordé todo lo que había pasado y quise retroceder. Ese maldito me había dado un beso. Él me había dado mi primer beso y quería llorar por ello. Algo tan pequeño e insignificante para él, pero algo grande para mi. Lo odie porque quería que fuera algo bueno, quería sentir algo. Pero solo sentía odio por él y quería gritar de frustración. Se suponía que el primer beso de cada choca debía ser un buen recuerdo. Algo de lo cuán sonrojarse al imaginarlo, una pequeña travesura o un gran secreto. Quería que ese fiera mi caso, quería algo bueno. Pero él lo había robado. —Contreras acaba de llegar.—dijo, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón y mirando al otro depredador en esta habitación. —¿Lo hago pasar?. Josiah se movió, lo mire y entre en alerta cuando lo vi dirigirse hacia mi. Directamente hacia mi. Suspire pesadamente cuando se detuvo y arqueo una ceja: — ¿Algún mensaje para tu tía?. ¿Iria a verla?. Miles de cosas por decir pasaron por mi cabeza. Que cuidara a Kunno. Que pagará na deuda. Que me sacara de aquí. Que no me dejara morir. Que le dijera a Kunno que lo amaba. —Solo...—comencé, queriendo pedirle que le dijera mi ultimo pensamiento a Kunno. Pero me detuve, sabiendo que la presencia de estos hombres podrían hacer que él se alterara y no estaba allí para calmarlo. Negué y suspire, bajando el rostro. —No hay nada, no hay nada que decir. —Bien.—asintió, entendiéndo y se giro hacia Sage, este cuadro sus hombros enseguida. —Dile que pase. Desvíe mi mirada a la puerta donde un hombre de mediana edad entro, detrás de este entró Salleph. El hombre camino hacia Josiah y extendió su mano, parecía querer llorar en cualquier momento por la presencia del mafioso. —Señor. —saludo, mientras Wyatt seguía sin estrechar su mano, por lo cual la bajo sonrojando sus mejillas. —Salleph, encargate de todo y dime cualquier cosa.—ordenó, caminando hacia la puerta.—Volveré en unas horas. Cuando definitivamente estuvo fuera habitual aquí, pude adquirir todo eñ aire que había retenido. Su presencia era lo peor para mi, y aún así algumas veces me producía satisfacción. No me entendía. Salleph me sonrió y se sentó a mi lado. Aún seguía algo desconfiada con ella, no sabía sí podía confiar en ella o no. Mi mirada seguía puesta en la puerta, hasta que se detuvo en el saco que reposaba en la cama y nadie había notado. •11• POV Josiah -Stoo llamo.-dijo Sage subiendo en el auto, acomodo la funda de su revólver en la guantera antes de proseguir.-Encontraron al tipo que es interrumpió la conexión la semana pasada. -¿Vivo?-pregunte, ocultando la rabia que tenía en mi interior. ¿Cuantas veces las personas debían aprender que estaba mal jugar con fuego para evitar no chamuscarse en el?. Al parecer este mes muchas personas parecían olvidarlo, y eso me cabreaba. -Estan esperando tus indiciaciones. -respondió, encogiéndose de hombros y saliendo del galpón de la casa.-Es uno de los hombres de Ezekiel. A lo largo de los años había firmado un acuerdo de paz tácito entre el bando de Rusia y Filadelfia, habían acabado las muertes y los enfrentamientos, pero esto solo significaba una cosa. Quería volver a la guerra por el territorio, y había cruzado la linea al desviar y saquear una entrega de metanfetaminas cristalinas en la zona sur de mi territorio y jodiendo el envió al otro lado. -Que lo maten, pero primero jueguen un rato a sacarle información, Sage.-dije con frialdad, evaporando las ganas de control que había.Quiero saber que sucedió y que le paso por la cabeza a Ezekiel para hacer eso. Ezekiel Anyetz era el capo de Rusia, casi posicionándose a mi lado como el capo que más producción había tenido en su territorio, quizás alguien más lo suplante si acabó con él antes de que me joda otra vez. Tenía que poner las piezas en el ajedrez en orden. -Quizás quiere acabar contigo.-dijo Sage, entrando en el barrio mas bajo de la ciudad. Ignore su comentario. Hierba mala nunca muere, quizás incluso, era insensible ante mis enemigos. Bien pude haber ido yo y organizar una cacería para vengarme, pero ahora sólo tenia una visita que hacer para demostrar el mismo punto. Además, todo con calma y a su debido tiempo. Cuando Margot me robo el dinero tenia como único objetivo matarla y hacerle pagar, si la vieja creía que no tenía vigilancia extrema en mis negocios estaba equivocada, no era un idiota, pero no creí que aún con todo lo que se oía en las calles alguien se atreviera a mirarme y mucho robarme. Iba a matarla, hacerle odiar el día en que nació, hasta que su sobrina entro. Bueno, bien pudo haber sido el hecho de que me miro como si estuviera degollando a alguien y después fue ella la que me miro como si quisiera hacerlo conmigo, degollarme. Aun así no pase por alto el miedo en su mirada, sus ojos grises estaban tratando de enfocarse en cualquier sentimiento que le impidiera demostrar lo que sentía en realidad. Temor, quizás por eso le di una oportunidad a la vieja. Ella parecía un puto Ángel allí de pie, y lo pareció aun mas cuando corrió a calmar a su primo. El apodo le quedo perfecto. -¿Quieres que te acompañe?.-pregunto Sage, estacionándose en la acera que conducía al edificio derrumbandose donde vivía Margot. Una pareja estaba follando en el callejón y loa gemidos de la chica resonaron en todo el lugar. No respondí mientras salía del auto, ya conocía mi respuesta. No necesitaba su compañía, yo mismo haría esto. Metí el teléfono de vuelta en mis pantalones y entre, el olor a moho inundo el lugar junto con la fuerte esencia de desinfectante barato ligado con sudor, este lugar era un asco. Una pelea estaba en el punto mas alto en el primer piso cuando subí las escaleras, y seguí andando cuando la chica empezó a tirarle cosas al chico, supuse que esta era la melodía de cada día en esta zona, algunos de mis hombres habían salido de aquí y sabía como era esto. Cuando llegue al apartamento indicado me detuve, antes de empujar la puerta, o lo que quedaba de ella desde la ultima vez que mis hombres la habían destrozado. La parte de arriba seguía puesta, mientras la parte de abajo ahora consistía en una cortina atada a cada esquina del marco, llena de suciedad. Limpie la mano en mis pantalones, aunque había tocado cosas peores. Ahora el olor en el ambiente no era suciedad, suplantado por un olor que conocía muy bien. Encontré a la vieja sentada al frente de la mesa, su cabeza estaba recostada hacia atrás y sus ojos estaban cerrados, procesando la sensación de adrenalina que la cocaína le estaba dando. Desvíe la mirada a las lineas mal hechas que estaban hechas en la mesa. Margot siempre fue una de las putas que trabajaba en mis bares, hasta que los clientes dejaron de buscarla y la echaron, haciendo que continuará revoloteando alrededor, de ese modo consiguió entrar y robarme. Mala idea, la droga siempre sería la perdición de la humanidad. -Buenas tarde.-dije poniendome al frente de ella.- Margot, me alegro ver que te recuperas bien desde mi ultima visita. Sus ojos se abrieron de golpe y me sorprendió por la forma en que sus pupilas estaban dilatadas. A través de la nebulosa confusa que había en su mirada se puso de pie, tropezando torpemente con el respaldo de la silla, tratando de alejarse de mi. Sudor grasoso estaba saliendo de su frente. -Supongo que el temor en tu mirada es porque aun no consigues mi dinero, ¿no?.-deduje, caminando hacia ella, igual que ella tropezaba hacia atrás tomando su brazo envuelto en vendas grasientas y sucias. La imagen daba asco. -Yo...simplemente, necesitó mas tiempo.- imploro, su voz chillando sin yo haber hecho nada. Aún. Solte una carcajada fría, apretando las manos en puños. No me importaba el dinero, podría reponerlo fácilmente, simplemente quería castigar por haber hecho lo que hizo y ahora más que nunca quería hacerlo. -¿Me estas diciendo que no tienes como pagarme mi puto dinero, pero sin embargo estas metiendote heroina por la nariz?.-inquiri, arqueando una ceja. Estaba mas allá del enojo, estaba jodiendome y le iba a ir mal.-Tienes altos estándares. Desvío la mirada a la mesa y palideció. La heroína era una de las drogas más caras por esta zona, ¿y aun no tenia mi dinero?. -Es un pago.-se trabo con las palabras. -No lo compre, en serio yo... -Tú -dije, cortadola.- Tú tienes una semana exacta para conseguir la mitad de mi dinero antes de que te vuele la cabeza.-repuse, controladamente, pero con el atisbo de ira en mi voz. Poco a poco el efecto de la droga estaba dejando sus ojos y ahora estaba temblamos por ello, o quizás el miedo.-Estas advertida, y no intentes escapar porque te encontrare y será mucho peor y dolorido. Dicho eso me di la vuelta para salir de alli, ya la advertencia estaba dicha. Aunque fuera simple, la simpleza era lo primordial en estos casos, no hacia falta otra cosa porque ella sabia lo que pasaría. -Puedo pagarle con otra cosa.-dijo, y me detuve. Gire lentamente y la observe con expresión divertida, a la misma vez que arrugaba la nariz con asco. -Tal vez a tus deudores le pagues así, pero tu coño me parece asqueroso para este punto.-dije con frialdad, no reaccionó simplemente tomo.-Me parece una falta de respeto que pienses que tengo tan poca clase, Margot. -Es Ainsley, puede tenerla y cobrarse de ella.-mis oídos se agudizaron ante su nombre, igual que la sensación de ira volvió a brotar en mi, esta vez no me importó que lo viera.- Mi sobrina, a no ser que ya... -¿Me estas dando a tu sobrina como si fuera un objeto?.-repuse, no es que fuera difícil de creer, pero aun así me parecía inconcebible. Margot dio un paso hacia atrás, mientras yo daba dos más hacia adelante. -No, no.-dijo, trabándose con las palabras.-Es virgen, quiero decir, puede tenerla. ¿Que mierda?. Me detuve y la mire, ¿estaba hablando de verdad?. Una sensación agridulce recorrió mi pecho y tense mi cuerpo. -¿A que te refieres?.-exclame, apretando mis manos en puños. Cualquier cosa, ignorando las emociones formándose en mi interior, e hilando ideas en mi cabeza. -Puede tenerla, puede cobrarse con ella.-dijo, y giro la silla impidiendo que me acercará, como si eso me detuviera. -Tomela, es suya. Le doy a mi sobrina como pago. Estaba jodido, y mas por el hecho de que quería matar a la bruja por el hecho de ofrecerla así, ¿la había ofrecido con anterioridad a alguien mas?. La rabia incremento ante el pensamiento, y un sentimiento de posesividad surgió. Cerré el espacio que había entre nosotros y tome su cabello entre mis dedos, sin importarme lo grasoso y viscoso que se sentía, apretándolo sin importarme que la fuerza lo desprendiera de su lugar. Soltó un chillido, y trató de soltarse pero no lo hice. -No me interesa tu sobrina, ¿me oyes?, quiero mi dinero.-puntualice, ignorando el forcejeo que estaba intentando hacer.-En una semana. -Ella es muy guapa y su cuerpo es bonito, podria...-tespiro y ahogo un nuevo chillido antes de continuar-Podría venderla, pagarían mucho y... La solté, lanzándola al piso. Para su mala suerte cayo de lado y su brazo volvió a crujir como la primera vez, lanzo una maldición antes de que sus chillidos aumentaran como una perra herida. La sensación de protección estaba burbujeando y quise golpearla de nuevo, pero me detuve. -La mitad de mi dinero en una semana.-repetí, poniendo un pie sobre su estómago, trato de levantarlo pero lo apreté. -o no quieres saber de lo que seré capaz. Salí de allí antes de que mi ira aflojará y la necesidad de acabar con ella aumentará por la mención del Ángel. La imagen de su cuerpo volvió a revolotear en mi cabeza y apreté los dientes, necesitaba sacar ese pensamiento de mi sistema. Ella no. Sage apago su cigarro cuando me vio, lo ignore entrando al auto: ¿Todo bien?. No. Lo ignore y saque mi teléfono, marque los dígito mecanizadamente antes de llevarlo a mi oreja. Su voz resonó al tercer pitido. -Pensé que...-comenzó, con voz sensual, lo cual me enojo aun más. -Te quiero en mi casa en 10 minutos.-gruñi y colgué. Ella sabia lo que quería decir y lo que debía hacer para hacerme olvidar. Olvidar. •12• -Deberíamos comenzar caminando por el patio.-me dijo Salleph tan pronto como el doctor se despidió y se fue.-Es una orden médica. Y era cierto. El doctor no había dicho algo que no supiera ya antes, que debía caminar por lo menos dos kilómetro diario y no hacer mucho esfuerzo ni excederme. Pero me sorprendió que ella me dijera que saldríamos de esta habitación. -¿Que si tu jefe se enoja?.-pregunté, tomando su mano antes de que se arrepintiera. Mi cuerpo aulló de dolor, pero no lo mostré. Hasta el momento el doctor había dicho que tuve suerte de no romper ninguno de mis huesos, pero aun así tardaría unos días en dejar de sentir el dolor en mis articulaciones. -Él nos ordenó que hiciéramos lo que el doctor dijera.-respondió, para mi gran sorpresa. -¿Y si escapó?. -pregunte, aunque sabía que no lo haría. Ahora pensaba en Kunno. -No podrías, la casa esta protegida con cercas eléctricas en un área de diez kilómetros. Podrías salir de aquí, pero no durarías mucho antes de que te perdieras. -Lo dijo con total tranquilidad, como si fuera estudiado diariamente. -Pero, yo... -Te hubieras perdido, a no ser que el jefe de la orden de que te dejen salir, pero el área es tan grande que tardarías unos diez minutos en ir a pie. Me sentí estúpida, nuevamente arrepintiéndome de mi arrebató. Aún seguía esperando el castigo por mi intento de escape o que me diera una lección, después de todo las leyendas urbanas decían que tenía su propio método de tortura, pero aún no pasaba nada. Y aunque odiaba estar aquí, en el fondo estaba agradecida de que así fuera. -Vamos, apresurate.-me insto a caminar, rodee lla ojos evitando repetirle que aún estaba sintiendo una bomba de dolor punzante con cada movimiento, hasta este punto me sentía exhausta, pero la adrenalina bombeando en mi cuerpo no reconocía la quietud. Estuvimos en silencio, mas allá por el hecho de que no tenía palabras después de ver mas allá de las paredes que me habían tenido prisionera, aunque por suerte ya no estaba en la habitación del sótano, pero ahora estaba en una que no tenia ventana como la anterior. Todo estaba estilizado en un marrón, casi impoluto, acentuando el brillo en el piso y las paredes. Me recordó a la cabaña que visitamos una vez antes de la muerte de mi familia, pero aquí se olía a lujo y caro por todas partes, incluso, los muebles parecían sacados de revistas. -Este es el patio trasero. -anunció Salleph, soltando mi mano y abriendo una gran puerta corrediza al final del gran salón.-Quizás te guste. Mi respiración se atoró en mis pulmones. Lo que mis ojos estaban viendo era lo más cercano al paraíso, una alberca estaba en el centro, pero no fue eso lo que hizo que mi vista se ampliará, fue el jardín mas allá de la alberca. Dividido perfectamente en sincronía estaban un jardín de rosas y jazmines, siendo separados por un camino empedrado hacía una pequeña cabaña. -¿Que te parece?. -¿El señor Wyatt es casado?.-pregunte. Siempre oí que era como un viejo lobo, siempre solo, pero sin embargo al ver esto las dudas me asaltaron. ¿Porque tendría una casa enorme si no tenía a nadie?. -¿Porque lo preguntas?.-inquirió, escaneo mi rostro y frunci el ceño, ¿que estaba pensando?. -Por la casa, es decir, es algo grande para un hombre soltero. Lo oculto rápidamente, pero lo vi. Su rostro mostró el alivio, ¿alivio por que?. Luego lo supe, ella pensó que mi interés era otro, ¿estaba Salleph enamorada de Wyatt?. -Oh, claro.-asintió lentamente, evitando mirarme. -La casa es de sus padres, bueno, era. Antes de que muriera. Aun sin apartar la idea de mi mente la mire, no parecía mayor. Quizás, unos dieciséis, pero aun así no lo deduje bien. Por su forma de autoridad parecía mayor. -¿Cuantos años tienes?. Volvio la mirada hacia mi, antes de tomar mis brazos y enlazarlo con el suyo sin responder. Instando a mi cuerpo a seguirla suavemente, a medida que comenzabamos a caminar. -Tengo diecisiete.-dijo finalmente. Casi en un susurro, pero por suerte lo absorbí. Era una niña. -No significa nada, es solo un número. -No dije nada. -Pero lo pensaste.-concluyo sin decir nada más. El resto de la tarde trascurrió sin más, pasamos casi una hora caminando, ya mis músculos estaban despertando y sentía el peso en ellos, quebrantándose con el dolor. Cada vez más quería saber sobre el porque Salleph había dicho que sus padres ya no estaban, pero si seguía preguntando se haría ideas equívocas, así que preferí callar. -Hora de volver.-dijo, y evite que la decepción se viera en mi rostro, pero agrego:-Vendremos mañana de nuevo. -Gracias. No dijo nada, pero no importo. Sólo quería enfrascarme en que mi instancia no se limitaría a ver las paredes blancas que componían mi prisión. Cuando llegamos a la cima de la escaleras se detuvo cuando el sonido de vidrios esparciéndose por el piso resonó a lo lejos. -Oye, ¿podrías adelantarte a la habitación?. -pregunto, yendo más allá de la cima conmigo.-¿Puedes sostenerte?. Sentía mis piernas pesadas, pero aun así asentí. -Genial, iré en un rato a cerrar con llave la puerta.-dijo soltándome, no lo dijo con sorna, pero de nuevo la sensación de ser prisionera volvió, pisando la libertad que había sentido antes. Se alejo y comencé a movilizarme hasta la habitación de donde habíamos salido. Hasta que lo oí. Quejidos. Eran pocos audibles, pero ahí estaban. Agudice el odio y lo volví a oír. Mas parecidos a alaridos femeninos. Me moví hacia la puerta de donde provenían y mi cerebro se desconectó de mi subconsciente, mientras procesaba que hacer. ¿Estaban torturando a una mujer?, ¿la estarían abusando?. Negué, armandome de valentía y camine hacía allí lentamente, no podía quedarme tranquila si no hacia algo, aunque corriera riesgo. Quizás podría evitar que la lastimarán mas, pero no iba a dejarla sufrir. O quizás harían que me uniera para torturarme a mi. De todos modos avance hasta empujar la puerta. Esperando ver sangre, cadáveres o una escena de terror. Pero cuando entre a la habitación comprendí mi error. No eran alaridos de dolor, eran gemidos de placer. No estaban torturando a nadie, estaban follando en esa habitación. Mi cuerpo entro en modo de alerta y una corriente de aire erizo mi espina dorsal, paso un segundo antes de que reaccionara del shock que estaba sintiendo, pero aun así no me moví. Wyatt tenia los ojos cerrados y su cabeza estaba recostada contra el cabezal del sillón, gruñidos salían de sus labios entreabiertos justo cuando llevaba su mano a la cabeza de la chica desnuda al frente de él y la empujaba hacia sí. Sabia que el momento era privado, y debía dar la vuelta e irme pero mis piernas no cedían y no podía apartar la vista. Aunque pareciera extraño, teniendo en cuenta que podía ser descubierta, me encontré mirando las tatuajes en su brazos desnudos, líneas negras y tatuajes pequeños, creando un maravilloso lienzo. Quise tocarlos, sentirlos debajo de mis dedos, trazar las líneas sobresaliendo de ellos, arranque el pensamiento recordando mi situación. -Me encanta comértela. -gimió la chica, con voz atorada. Reaccione, volviendo en mi y recordando que debía irme, sin que vieran. Di un paso hacia atrás, pero debido a las lesiones en mi cuerpo por la caída tuve que hacerlo lentamente, en el momento en que me disponía a girar, paso lo que me temía. Sus ojos se abrieron lentamente, enfocándose en mi. Mi respiración se entrecorto y mis piernas temblaron por la intensidad de su mirada, espere el grito y la furia por haber entrado sin tocar, pero en su lugar solo se limitó a observarme. Su única reacción fue el musculo palpitante de su mandíbula cincelada. Al momento siguiente una sonrisa lobuna se forma en sus labios con lentitud mientras tomó con suavidad el cabello de la chica en su puño. Me pongo nerviosa. Mis hombros se vuelven rígidos, al igual que mi cuello, como si me resistiera con todas mis fuerzas a irme. Comenzó a empujarse, aún mas, dentro de ella, sosteniendo su cabeza y follando su boca lentamente. Su control disminuía cada vez más y, aun así, no apartó jamás la mirada de mi, revoloteando por mi cuerpo, hasta detenerse en mis ojos. Su mirados dilatada por el éxtasis, antes de que un estremecimiento recorriera su cuerpo y susurrará una palabra que no logre distinguir. En ese momento logre hacer lo que debí hacer antes, gire tanto como mi cuerpo me lo permitió y salí de allí. NOTA DE AUTOR Bueno, queríaagradecerteporestarleyendoestelibroapesardequequizásnoest anbuenocomootros, aunquecadavezintentomejorar. Esalgohermosoverquealgunaschicasyaamanlahistoriayestáncreando teoríasdeloquepasará, nosabenloquemeemocionaqueaustedesleemocioneesto. Laverdad, yaestaviniendolobuenoyyoamaréescribirlotantocomoamaréleersusco mentarios. Tengoque confesarles queaunqueseaunputoestoyponiendodetododemiparacrearenJosiah Wyatt unpersonajeperfectoeideal, enlopersonalmeencanta. Aunqueseamedioidiotaaveces. Porotraparte, compartosuodiohaciaMargot. diariotratandodenohacerquemuera al peroesqueincluso, dándolevidalaodio. Hastaaquímireporte, Joaquín. Losamo, ymilgracias✨. Yloprocesoa primercapítulo, •13• Su mirada persistió en mi cabeza en los días posteriores a ese suceso y peor aún, me despertaba en las noches con sueños sobre él que después no recordaba en su mayoría, a excepción de sus ojos cafés. Pasaba una hora en el patio, tratando de recomponerme y casi una semana después estaba funcionando. Ya podía moverme sin quejarme y sin sentir que miles de fibras cortantes se esparcían por mi torrente desencadenando oleadas de dolor, y lo mejor aún podía sentir un poquito mas de tranquilidad, pero aun podía sentir la hendidura que me provocaba la claustrofobia. -¿Que pensaste sobre lo que te dije?.-preguntó Salleph mientras seguía trenzando mi cabello.-¿Hablaras con él?. Hice una mueca cuando jalo mucho más fuerte de lo habitual. La verdad estaba insistiendo mucho últimamente con la idea de pedirle a Josiah Wyatt empleo y así poder reunir dinero, por un lado me negaba a servirle a una liga de asesinos pero una parte de mi quería hacerlo. Tal vez, si lograba reunir el dinero suficiente podría pagarle y podría irme. Las esperanza de que Margot pagará el dinero se alejaban cada vez más y cada día mi preocupación por Kunno crecía y la incertidumbre de saber si estaba bien era peor. Quería oír su voz y saber que no le había pasado nada malo. -Ainsley, podría ayudar a que salieras de aquí rápido. -continuó hablando Salleph, su voz mas animada de lo normal. Asentí y suspire:-No creó que acepte, Salleph. Soy una prisionera, ¿recuerdas?. -No lo creó, es decir, a ninguna prisionera se le trata como te tratan a ti. Eres como una inquilina más de esta casa.-dijo, con voz baja. Termino de poner la cinta en un nudo y se sento al frente de mi.-¿A una prisionera le compraría ropa?. Baje la cabeza hacia mis manos ocultando como mía mejillas comenzaban a incendiarse, antes de girarla hacia el closet y ver las pechas con vestidos que allí reposaban. -Pensé que eran tuyos.-dije, volviéndome hacía ella. -No, ojala tuviera vestidos así de bonitos.-hizo una mueca y me sentí mal por su expresión.-Le pidió a Lyken que los comprará, incluso los zapatos. La interrogante surgió, pero no lo dije en voz alta. Tenía la sospecha de que Salleph actuaba recelosa con respecto a Josiah Wyatt, pero lo intentaba disimular fallidamente. ¿Porque compró vestidos para mi si terminaría yéndome?. Nada tenia sentido, incluso, si me hubiera querido matar no tendría ninguno. Es decir, había oído tanto de Josiah Wyatt que lo imagine como una especie de hombre grande y aterrador, y aunque si bien su aspecto era amenazante también se debatía entre lo hermoso y perfecto, desprendiendo su mirada achocolatada de la pureza de su alma oscura. Recordé una vez que uno de los hombres de Margot comenzó a hablar entre sus momentos de vuelo por las drogas, donde comentó que Wyatt tenía mujeres a las cual violaba, y hombres de la mafia se encargaban de conseguirlas. Ese recuerdo era reciente pero sabia que la mayoría de los horrores que decían en las calles de Filadelfia eran todo lo opuesto a la realidad, solo que no sabía que tanto. Todavía permanecía despierta hasta altas horas de la noche, insegura de si al cerrar los ojos ellos vendrán y su transformación a monstruos ocurriera, pero nada pasaba. Incluso en mis paseos por el jardín esperaba que algunos de ellos me tomaran y llevaran a alguna celda de torturas, mientras que otra parte de mi sentía que estaba protegida. Algo de lo que me sentía mal, casi cayendo en la misma rutina había empezado a sentirme...cómoda. Solo habían pasado tres semanas y no extrañaba mi vieja vida en casa de Margot, ni el trabajo que ya no tenia en Bugnys, ¿que rayos pasaba conmigo?, aunque lo negará mil veces seguía siendo una prisionera más y no debía sentirme segura, y mucho menos cómoda, no aquí. ¿Acaso era esto alguna forma de estocolmó?, había leído sobre el en algún libro pero de eso a padecerlo. Joder, si era. Era lo más probable, eso o estaba volviendome loca, no había ninguna otra explicación ante mis ideas, y ante el hecho de sonar con Josiah Wyatt. -Ainsley. Volví a mirarla y asentí, tratando de encontrar que estaba diciendo. -¿Dijiste algo?. Rodeo los ojos y suspiro, aburrida.-Te estaba diciendo que Monikka y yo necesitamos ayuda en la cocina, podrías ayudar en eso. -Aun no se si lo haré, Salleph, yo... -Hazlo, no ahora, esta con Lyken.-soltó molesta. -Esa chica no sale de esta casa y me estresa. Su nariz se torno roja, y resoplo, apartando su cabello de su rostro. -¿Quien es ella?.-pregunté, con curiosidad verdadera. Quería saber porque se ponía así ante su mención y porque estaba tan enojada con ella. -Es la puta del señor.-respondio poniéndose de pie. Acomodando su delantal, pero aun así el temblor en sus manos no se oculto.-Viene cada vez que el la llama, la odio. No es tan bonita y ella cree que lo es, ¿acaso él no puede darse cuenta de que hay muchas más bonitas que ella?. La detesto y... -¿Estas enamorada de Josiah Wyatt?. -pregunte, antes de que pudiera procesarlo. Eso explicaba las continuas veces que cambiaba cuando lo mencionaba, e incluso el porque se sentía recelosa a mi alrededor. ¿A mi alrededor?. Se detuvo y me miro, un segundo muy largo, cuando finalmente una risa muy sobreactuada salio de ella:-Claro que no, soy...una niña para él y solo soy la nieta de su nana. No significó nada. No lo creía. La rabia con que decía aquellas palabras pareciera genuina y con cada palabra llena de tristeza, la manera monótona al soltarlas solo me decía que las oía seguido o se más repetía mucho. Salleph era dos años menor que yo, y aun así la veía como una amiga en el poco tiempo que tenía aquí, y sentía unas inmensas ganas de protegerla, aunque la de mas autoridad era ella. Aunque Tynle lo fue en algún momento sabia que eso se limitaba al área laboral, pero había acabado. «Igual que tu amistad con Salleph sera sólo mientras estés aquí», susurró mi subconsciente. Sabía que cuando esto acabara una pequeña parte la extrañaría y querría volver a verla, pero eso nunca pasaría. Jamás volvería a aquí. -Puedes decirme cualquier cosa, Salleph, yo... -No seas ridícula, Ainsley, no me gusta y si me gustara jamás te contaría a ti, eres lo mismo que Lyken-dijo, mientras pisoteaba fuera de la habitación. -A ti menos que nadie. Solté una exclamación con el portazo de la puerta. ¿Que?, ¿porque yo menos que nadie?. Mire la puerta, preguntándome que significaba aquello. Luego retazos de la conversación vinieron a mi mente, entreconectándose. ¿Quien era Lyken?. Y antes de esperarlo me di yo misma la respuesta. La puta del señor, había dicho Salleph. No había duda que era la misma chica que estaba follando con Wyatt, y no quedaba duda de que Salleph estaba enamorada de él. Una extraña sensación agridulce se formó en mi vientre al imaginarmela, casi con asco. ¿Era por eso que Salleph dijo que era igual a Lyken?. ___·•·___ Actualizaciones cada semana: Lunes y jueves. Luv yah✨ Pd: Hice un grupo de facebook pa' conversar sobre mis libros y mantenerlas informadas. •14• Estaba saliendo de la ducha, mi cabello húmedo estaba creando un charco de agua enorme a mi paso, pero luego lo limpiaría con lo que me había dejado Salleph en el baño. Probablemente era de madrugada, pero no lo sabría. Y si lo fuera las duchas en la madrugada se habían convertido en mi compañera los últimos días al no poder dormir. Los pensamientos estallaban en mi cabeza y no me dejaban entrar en la inconsciencia. Quizás por los recuerdos de los últimos días o que cada vez que cerraba los ojos solo podía soñar con monstruos. Después de envolver la toalla a mi alrededor salí a la habitación apagando la luz del baño, pero me detuve al notar algo raro y fuera de lugar allí. La habitación estaba oscura, y creí haber dejado la luz encendida como todas las noches. Forcé mi memoria tratando de recordar si había apagado la luz por equivocación, pero no lo hice, no lo hacia porque la oscuridad me daba miedo y sabia eso muy bien. Así que no me explicaba porque estaba apagada. Entonces escuché un ruido cerca, muy cerca. Parecía el sonido de alguien aspirando bocanadas de aire o tratando de encontrar un ritmo a su respiración. No me movi, observando atentamente de un lado a otro, sintiendo el ritmo de mi propia respiración fallar y aumentar, mi corazón amenazaban con salirse de mi pecho. Una pisada me alerto y di un paso hacia el baño intentando esconderme o ver algo, cuando creí haber visto una silueta oscura. Y si, allí estaba. Una gran forma que resplandecía cada vez ante mi. Acercándose al acecho de su víctima. Quería gritar para pedir auxilio, pero el terror en mi sistema había bloqueado mis cuerdas vocales. Luché con todas mis fuerzas para intentar mover las piernas más rápido al baño, pero las terminaciones en mi pierna se sentían cada vez mas pesadas. Aun asi lo intente al percibir cómo alguien se acercaba a gran velocidad hasta mí, pero fue imposible. Cuando tenía miedo los nervios me congelaban, y además mi resistencia física era limitada por el reciente incidente y mi inmovilidad. Y antes de que pudiera hacer algo, se abalanzo hacia mi. Trate de luchar, patear o golpear; cualquier cosa menos rendirme. Una mano se cerro en mi boca, hasta el momento no podía gritar. Varias lágrimas habían escapado y se deslizaron por mis mejillas al comprender lo que iba a suceder. Este hombre me iba a violar, matar, o quizas ambas cosas. Nadie haría nada ante mis súplicas porque no era importante. Fui lanzada a la cama, con fuerza provocando que el dolor recorriera mi cuerpo. Aun así fui rápida y tropecé tomando con fuerza la lampara de la mesa y lanzándola hacia la nada, y sentí el triunfo entre tanto terror al oír un gruñido. -Pagarás por eso, perra -dijo el hombre. Sage, era él. Mis ojos se cerraron expulsando todas las lágrimas, mientras sus manos me asaltaban, maltratando mis pechos con brutalidad, bajando por mis costados y al instante siguiente hurgando en los confines debajo de la toalla. Empujé mis manos contra su amplio pecho con toda la fuerza que pude reunir de mi cuerpo afligido, pero fue inútil y apenas se movió. -No, no lo lograrás. -susurro de forma fría en mi oído, y enviando notas de escalofríos por mi espalda. Retiró la mano de mis muslos. Se levantó, llenando de alivio ante la falta de su pesado cuerpo contra el mío, pero no se fue. En su lugar tomó mis manos y las ato en una cuerda, intente forcejear pero de nueva era inútil y más cuando amarró la cuerda al poste de la cama, mis brazos dolieron y ahogue un sollozo que fue a detenerse en entre dorso de su mano. -Va a gustarte lo que te haré, tanto que cuando te devuelvan al basurero de donde viniste vas a desear que vuelva a llenar tu coño una y otra vez. -Te lo suplico... Silencie mis lamentos cuando puso una mano en mi cuello y apretó. Jadee, ahogándome con los espasmos, pero él no se detuvo. Él ignora mis suplicas, apartándome la toalla observa mis pechos, para luego pegar una sonrisa sadica en su rostro, sus ojos fríos y ávidos de violencia se fijan en los mios disfrutando morbosamente del miedo. Me agarra los pechos con la mano y apreta mi cuello, luego su boca envuelve mi pezón, chupando ferozmente y dejando flechazos de dolor a su alrededor. Me retuerzo debajo de él, pero eso parece animarlo más teniendo en cuenta el bulto presionándose contra mi estómago. Ya mis fuerzas se estaban acabando, la presión de su boca contra mi cuerpo enviaban olas de asco a mi estómago provocando que arcadas de reproduzcan con mayor fuerza. Era inútil, ya sabia que sucedería, ya no podía escapar de mi destino. Sage iba a violarme, iba a arrebatarme algo por segunda vez y no podría detenerlo. Era mi penitencia por vivir en un mundo peligroso donde impera la violencia y reina el poder. Donde yo sólo pertenecía a la clase que debía dejarse hacer, siempre lo supe pero mi parte testaruda se limitaba a creer lo contrario. Ahora, mientras su mano descendía hacia abajo y mi visión se nublaba con lágrimas silenciosas sabía que era así, y siempre lo sería. Pero eso no impidió que expresara mi dolor a través de los sollozos, cuando llevo su mano a mi entrepierna y comenzaba a subir, su toque peligrosamente suave. -Desee esto desde el primer momento en que te vi- gimió entrecortadamente quitando la mano de mi cuello y sustituyendola con sus labios. -Ya no eres tan altanera, ¿no?, sabes que lo quieres. -No, no, por favor...-lloriquee, sin fuerzas, jale mis manos y estalle en sollozos cuando dolor nubló mi visión con puntos morados. Y entonces, ocurrió. Todo paso en cámara lenta. Un estruendo corto mis sollozos, justo cuando Sage lanzaba una ronda de improperios al aire y al siguiente momento se alejaba de sus asquerosas manos de mi montículo y tropezará ruidosamente con las cobijas. Aún sentía la pesadez de mis sollozos y las lágrimas corriendo por mi piel hasta dejar mi rostro pegajoso, sin embargo no me atrevía a ver que sucedía. Estaba adolorida, ultrajada y aterrada. Mi cabeza sigue temblando y mi cuerpo sigue sintiendo el asqueroso peso del suyo. Temblando violentamente ahora, y todo lo que puedo recordar son los disparos. La sangre que fue derramada esa noche, el rostro de papá al accionar el arma. La gente mirando y no ayudando cuando sacaban cadáveres de esa casa. Oía las voces a lo lejos, pero no podía escuchar muy bien que sucedía a mi alrededor. Solo sentí la liberación de mis brazos, justo cuando comenzaba a escuchar gritos por todo el lugar. Un minuto después aterrice en un pecho solido, olor a menta y a tabaco inundaron mis fosas nasales y ahogue un sollozo, apartándolo. Recordando las manos intrusas recorrer mi cuerpo. -Alejate, no...¡NO!. -Está entrando en un ataque de pánico -reconocí esa voz, pero no podía encontrar en donde en medio de mi mente trastornada. Mi corazón bombea de manera violenta y erratica, casi amenazante, y no puedo respirar bien, me falta el aire y me ahogó con jadeos. Siento a mi sangre fluir por todo mi cuerpo. Abro la boca para decir algo, pero nada sale. -Respira, Ángel -susurra su voz lejana-. Tranquila, ya estás a salvo. No permitiré que nadie te lastime de nuevo. Por alguna razón su voz actúa de manera tranquilizante, calmándome y haciéndome aferrar a sus palabras. Mi respiración estaba atorada en mis pulmones y aun así sus brazos me rodearon, invadiendome de su olor y susurrándome palabras de consuelo al oído mientras lloraba. Hasta que sentí un pinchanzo en mi brazo y comencé a sentir como caía en la inconsciencia. -Duerme, Ángel, yo te protejo -susurro la misma voz del monstruo que habitaba en mis sueños, el monstruo que me había salvado. ____·•·____ Hola, bueno yo odio a Sage. Lo hago desde siempre, y espero que Wyatt lo mate. Anhelo eso. A Sage me lo imaginó como personalmenteporqueélmedamiedo, peroustedessonlibresdeimaginarlocomogusten. Bye, hasta el lunes, lunitas. StephenJames, •14• POV JOSIAH Me estire en el sillón observando como ella se removía en su sueños. Si pudiera de hacer esto un habito sin parecer un acosador lo haría, había estado observándola las ultimas dos horas mientras su inquietud varias veces la hacia sobresaltar alejándola de su tranquilidad. Los sedantes habían hecho su parte haciéndola dormir después de lo sucedido. Una parte de mi, la racional, quería darle una advertencia a Sage de lo que sucedería si le tocaba un solo cabello, mientras que la otra parte, la protectora, quería matarlo de mil maneras distintas y hacerlo sufrir por hacer pasar por eso al Ángel. No quería ni pensar en lo que hubiera pasado de no haber llegado a tiempo, Sage la hubiera violado. La mirada en los ojos de Sage me demostro que estaba drogado, una falta grave en mi negocio. No violábamos ni matábamos mujeres, niños o inocentes, y no usábamos drogas aunque estuvieramos en el negocio comercial de ellas. Lo mayor que les permitía usar a mis hombres era marihuana, pero nada más allá como para drogarse al tope. No quería hombres que se volvieran dependientes de ellas y se volviera una debilidad a su sistema, no cuando fue el detonante de mi padre hace algunos años. El dolor en mi cabeza estaba comenzando a hacer su aparición con mayor fuerza cada vez que la escena se remontaba de nuevo en mi cabeza, había ocurrido unas cuantas veces las ultimas horas. Solo podía sentir el temblor de su débil cuerpo cuando el ataque de pánico empezó a vibrar a través de ella, sus lágrimas descontroladas y sus sollozos; cerré los ojos sintiendo la llamarada de furia nuevamente en mi pecho. Aún había algo en ella que quería tener, poseer de mil formas y no soltarlo hasta que aceptará quien era su dueño. Un tirón de emociones aparecían seguido de su presencia, sensaciones que me llenaban de fuego y me hacían querer arden junto a ella. Que actuará ante mi con sumisión y a la vez con la autoridad que más de una vez había visto en su mirada. Porque ella tenía dolor en su pecho y timidez en ella, pero podría gobernar este mundo con el fuego que lleva impregnado en su interior si quisiera, sacando el demonio que se ha escondido toda una vida en su cabeza para manejarla. Una risa seca se me escapa mientras me inclinó hacia adelante, observando su cuerpo removerse de nuevo. Sé todo sobre demonios. Yo mismo soy uno, un hijo de puta cruel que sabe como hacer daño con solo hacer chasquear los dedos. En eso me he especializado siempre, en dispensar pesadillas, pero solo que las de ella quiero alejarlas fuera. Negué, obligándome a apartar la mente de eso. Era un maldito bastardo en pensar en ello cuando acaba de pasar algo como esto, pero aun así era algo que no podía pasar ni por asomó. Ella no pertenecía a este mundo y no podía hacerle mas daño del que ya le había hecho, pero tampoco podía mandarla de vuelta con su tía sabiendo lo que tenía en mente para ella, aquí Sage era el menor de sus problemas en comparación con lo que su tía podía obligar a hacer. Entregármela, tratar de vendermela, sin pelear era solo una probada. Sage era el hijo del consigliere de mi padre en su mando y al morir lo dejo como sucesor de su puesto por obligatoriedad, siempre fue mi más leal hombre, podría llamarlo amigo. Pero hoy la ira estaba hirviendo en mi interior con la ganas férreas de acabar con él de inmediato, y eso no era bueno. Ahora no podía matar a Sage, no cuando los hombres de Ezekiel estaban más insistentes en hacer movimientos inoportunos en nuestro limite, pero aún así eso no me impedía darle una advertencia. Un equipo medico de la organización se estaba encargando de él. Lamentablemente, la herida había sido superficial, solo rozandole la mejilla externa del muslo, pero Dios me maldiga si al sentir el temblor de Ainsley y ver como se retorcía en mis brazos no quise matarlo, drenando la vida de sus ojos mientras sentía dolor. Trataría con él cuando no tuviera que luchar contra la urgencia de hacerlo. La puerta se abrió y Ainsley se removió. Quise lanzar a quien quiera que haya sido hacia afuera y prohibirle el paso a la habitación, pero me detuve cuando la nieta de Monikka entró, bajando la mirada con cautela. -¿Que pasa?-gruñi, demasiado brusco a juzgar por la mueca en su rostro. -Ya Sage esta en su habitación-comentó subiendo la mirada y bajandola de nuevo a sus pies.-Solo le avisaba por si... Me levante y pase a su lado, ahogo un grito y se hecho hacia atrás. -Tu única tarea es no dejarla sola, ¿bien?.-le advertí, algo cruzo en su mirada y no supe averiguar que es. Sus mejillas se enrojecieron. -¿Entiendes?. Te lo advierto, si algo le pasa a ella tu serás responsable. Era la nieta de Monikka y eso significaba que jamás podría lastimarla, pero aún así ella no lo sabía y me sentí satisfecho cuando vi el miedo en su mirada. Sin volver a mirarla salí de la habitación, necesitaba un cigarrillo con urgencia antes de hacer eso. Enciendo un tabaco y doy una profunda calada de el, la punta crujiendo. Directo a la habitación de Sage en la segunda planta, la puerta estaba abierta y el hombre que se encargaba de atender estos casos salía del cuarto, al verme el muy imbécil se cruzó en mi camino, pensé que después de tanto años trabajando para nosotros sabía que era mala idea meterse en el camino de sus jefes. Era un mal movimientos. -Lo siento, señor, pero es mejor que lo deje... Lo miré, a través de sus gafas gruesas notando el miedo en sus ojos, muy común. ¿Porque cada vez eran más cobardes?:-¿Le pedí alguna opinión?. -No, señor Wyatt.-se apresuró a quitarse de mi camino, bajando su cabeza sin mirarme a los ojos.- Él necesita reposo y... Di un paso hacia adelante y el hombre retrocedió dándome espacio para pasar, no insistió más de cuenta. Era bueno, justo ahora podría matarlo si insistía en apartarme. Sage estaba acomodando algo en su almohada cuando entre. Sus ojos se encontraron con los míos y vi un atisbo de vacilación en ellos antes de estirarse y sentarse, sin hacer una mueca que me dijera que había sido disparado. Sus ojos ya no estaban dilatados y rojos, pero su forma de moverse me decía que aun estaba pasando los efectos de lo que se había metido en su sistema. Apreté mis manos en puños y camine hacia él, justo cuando Noah apareció al frente de mi. -Debería calmarse, Jefe -insistió, este negando.-Sage esta convaleciente y perdió mucha sangre. No haga algo de lo que se arrepentirá después. ¿Me arrepentiré después?. Podría matarlo y de lo único de lo que me arrepentiría sería de perder a quien limpiaba la sangre que derramaba. -¿Quieres morir hoy, Noah?. Porque estas ganandote un pase libre al infierno y no será bonito. El músculo de su mandíbula se tensó y trago, tratando de parecer valiente cuando apenas era uno de los aspirantes, debí reconocer que su valentía me sorprendió. Aún así, se hizo a un lado con lentitud. Tanteando y probando mi paciencia. -Solo estaba pasando el rato con ella... -¿Parecía como si a ella le gustará pasar el rato contigo, hijo de...me detuve y apreté mi sien, sintiendo como me comenzaba a enfurecer aun mas al verlo.-Ella no esta aquí para pasar el rato, Sage, entiendelo de una maldita vez. -¿Porque no, Josiah? -pregunto, arqueando la ceja. -No me digas que te gusta o eres tu el que... -Si me gustara o no, Sage, ese no sería asunto tuyo -exclamé, poniendo la mano en la guantera de mi pistola.-Soy tu capo, no lo olvides, puedo hacer y deshacer lo que se me salga de los cojones, no olvides tu puesto porque la próxima vez no solo tendré en la mira a Ezekiel. Se estiró, alzando su barbilla hacia mi:-¿Me esta amenazando, mi capo?. Saque mi pistola y apunte a su hombro, justo cuando trataba de apartarse sin mucha habilidad. Un grito corto el silencio, junto con el detonante de mi silenciador mientras sangre salia de su hombro herido. Todo con una rapidez descomunal. -Tomalo como una advertencia, Sage, solo eso. Y recuerda quien eres y tu puesto.-me volví hacia Noah, quien miraba la escena con asombro. -Encargate de que alguien venga a limpiar esto. -Si, jefe. -asintio rápidamente. Mirando por ultima vez a Sage, me di la vuelta justo cuando el doctor volvía a entrar. No me miró ni dijo nada, aunque se que estaba maldiciendo por dentro por hacerle trabajar a deshoras. Una parte de mi me decía que Sage terminaría convirtiéndose en algo problemático en el futuro y tenía que acabar con Ezekiel rápido antes de hacer lo mismo y mantener a raya a Sage. ____·•·____ Recuerdenquehayungrupodefacebook mantenerencontactoyaviso: Milly's-Wattpad. para Bueno, Sageaunesimportanteenlahistoriaperoesonosignificaquenomue raporlasmanosdeJosiah, simplemente: calma. Ypaciencia. Todoasutiempo. Losamoyrecuerdenvotar. Mesientodeánimosparaescribirasíquemastardeomañana, amastardar, subiréunnuevocapítulo. Bye✨ •15• ||RESUBIDO PORQUE WATTPAD ME ODIA Y LO HABÍA BORRADO|| ___·•·___ Me despierto igual que antes. Encogida de miedo y con la cara empapada en lágrimas. Me duele el cuerpo por montón y la cabeza me estalla. Poso los ojos en la pared y me incorporo sobresaltada al comprender que ha ocurrido. Me estiró tan rápido que mi cabeza palpita como si hubiera tenido una noche de tragos, sin importarme la desnudez de mi cuerpo y sin detenerme a pensar en el olor almizclado que esta envuelto en un aura fina a mi alrededor. Me levantó de la cama, ignorando el dolor en mi pierna y voy al baño. Sollozo de nuevo, intentando recordar todo. Me miro al espejo, sólo para cerrar los ojos al segundo. Mi aspecto da lastima y pena. Yo doy pena. Odio sentirme así. No recuerdo si Sage me… mi interior se agita con ese pensamiento y esa pequeña posibilidad me hace encogerme de dolor. Hay algo en mi que se quiebra al sentir sus manos callosas en mi piel y luego …nada. No recuerdo nada y eso es peor que recordar, peor que no saber si fui violada o si no pudo, ¿porque no podría?. Pero, de nuevo, una chispa de esperanza entra en mi pecho al no sentir el dolor físico, mas allá de los tendones de mi pierna y mi pecho. La puerta fue empujada tan rápido que no me da tiempo de reaccionar y solo me quedó allí de pie, ¿que otra cosa podría perder?. Ya sentía tanto dolor emocional que era casi imposible que mi cuerpo contrastara con el. —Te traje un té y algo de comer.—la voz de Salleph hizo eco y reboto en las paredes del baño, aparte la mirada de mi y la mire, detrás de mi, a través del espejo. Ella aparto la mirada y soltó el aliento, como si solo la mirada de mi en ella le causará lastima. Ahogue un sollozo y cerré los ojos. Quería gritar y sumergirme en el olvido, sentir que iba a estar a salvo. Por primera vez quería enterarme en mi propia miseria, rememorar toda la mierda que he pasado y no salir nunca más. Quería dejar de sufrir, aun cuando en algún momento pensé que sobreviví porque tenía algún propósito, justo ahora hubiera preferido morir junto a mi familia. —Lo siento. Esas palabras me hicieron abrir los ojos y mirar a la pelirroja. ¿Cuantas veces había oído esas palabras?. «Lo siento, cielito, yo… Te amo.» La había oído tantas veces que incluso ya las palabras parecían sin sentido, vacías. Las personas usaban "lo siento" para excusarse por hacer cosas malas o para justificar la lastima que sentían, pero muchas veces para rellenar silencios que deberían quedar vacíos, ¿acaso esas palabras solucionarían algo?. Y sin embargo, esas palabras también me inquietaron porque me demostró que si había una razón para sentir la lástima que yo misma sentía. Podía oír a mi corazón latiendo en mis oídos y las respiraciones entrecortadas que salían de mis labios, aún así no salían ya lágrimas, solo sollozos y espasmos que me recorrían. —¿Quieres que llame a un medico?—preguntó y salte cuando su mano fría tocó mi hombro e hizo una mueca—.Ainsley, estas tiritando, debes… —No quiero un medico yo… Me detuve y solté un suspiro. ¿Y si él …y si el tenía alguna enfermedad?. Dios mio, quería morir. —Esta bien, pero ven, por favor—pidió, y esta vez su voz era casi suplicante. La deje tomar mi mano, aunque fue difícil no apartarla. Cuando entramos de vuelta en la habitación se me hizo difícil no mirar la cama si sentir de nuevo esa opresión en mi pecho, algún vacío ensordecedor estaba descendiendo por mi cuerpo. Sus palabras siguen en mi cabeza antes de sumirse en lo profundo de la inconsciencia. Y quizás, aunque quería recordar y saber que había pasado, algunas oraciones era mejor no recordar nada, era bueno no hacerlo. Las pesadillas se volverían menos gráficas. —Quiero bañarme antes de ponerme ropa, no quiero… —Entiendo, lamento no haber estado aquí, yo… Negué y la miré, ella no tenía la culpa de nada, en todo caso ella él. Nadie era culpable en estos casos, solo la persona que abuso. —No es tu culpa. —Es que si no hubiera llegado el jefe Sage te hubiera violado y yo… Cruzo los brazos sobre mi pecho, el pulso de mi cabeza palpitando mientras intento racionalizar lo que me acaba de decir. Si Wyatt no hubiera llegado… —¿Que?—preguntó, agradeciendo que mi voz no hubiera fallado por la sensación de alivió. —¿Que?—repitió. —¿Sage no… —te…bueno eso?. —pregunto, tomando mi mano.—El jefe llegó a tiempo, le disparo a Sage. Luego una voz retumbo en mi cabeza. Duerme, Ángel, yo te protejo. Él llego. Él me salvo. Él… ¿me protegió?. Por primera vez un monstruo era el héroe de la historia. Entonces, llore. Un pared derrumbándose que con esfuerzo estaba tratando de sostener, cayéndose en mil pedazo a mís pies cuando sentía la sensación de pánico y alivio mezclarse a mi alrededor. Salleph seguía hablando, pero no la oía. No era un ataque de pánico, solo quería encerrarme en mi interior y botar todo el dolor que sentía. Porque aunque no había sido abusada aun sentía la sensación de estar rota, o quizás siempre lo he estado y solo hasta ahora lo comprendía. Aún así estaba esa sensación repentina de calor en mi pecho. Retazos empezaron a volver a medida que las lágrimas caían y me resbalaba hacia abajo en la pared, mi espalda raspandose con los baches de esta, pero aún así no importaba. Sus brazos a mi alrededor, protegiendome. Ahora el olor almizclado tenía sentido. El mismo olor del saco de vestir que estaba escondido debajo del colchón. Sus palabras, su aliento que me calmaba y me hacia caer en las profundidades de las notas frías y a la vez cálidas de su voz. Era extraña esta sensación, a la vez sentía que su sola presencia me calmaba, pero por otra parte sentía que él era un factor para pensar el que todo esto me estuviera pasando, pero a la vez sólo quería sentirme protegida. Por él. ¿Porque estos pensamientos actuaban en mi interior?. ¿Le disparo a su hombre por salvarme?. ¿Podia ser cierto?. Quería pensar que si, pero me era imposible pensar que mató a su hombre más cercano para salvar a su prisionera. ¿Porque?. —¿Sage esta muerto?.—alce la cara desde el hueco de mis brazos y mire a Salleph. Mis cejas se juntaron como si la hubiera tomado desprevenida. —¿Eh?. —Sage. Dijiste que Wyatt le había disparado y… —Oh, ya.—asintió con entendimiento, junto sus manos y suspiro. — No esta muerto, Sage es el mano derecha del jefe así que no puede matarlo solo por… Lo sabia, pero aun así quería escucharla. Me sorprendió la decepción en mi interior ante la noticia. Quise verlo muerto, un sentimiento de odio impartiéndose por todo mi cuerpo. Quería verlo sin vida y para mi sorpresa no tenia ningún tipo de remordimiento por pensar así. Me puse de pie con lentitud, con mi pierna quejándose, Salleph no me siguió. Mis movimientos eran monótonos, casi irregulares hasta el baño. Mi mente rondando en mis próximos movimientos en esta casa, si quería salir rápido de esta casa tenía que hacer algo rápido sin fundirme en mi propia miseria. El agua fluía por mi cuerpo, como relajante. Dejando drenar y fluir mi pesadez. Se sentía tan bien, aplicando jabón por todo mi cuerpo hasta que mi piel ardía y comenzaba a tornarse rojo. Lágrimas silenciosas estaban saliendo de mis ojos mientras pensaba en todo lo que había pasado, ambos cuerpos reteniendo el mio. Solo que uno era un intruso. Y el otro un guardián. Aun seguía pasando el jabón por mi piel, aún mas fuerte en mis senos, tratando de eliminar sus huellas de ellas. Quitando todo recuerdo de como se sintió mi cuerpo, el dolor que sentía al pensar que hubiera pasado. Cuando salí a la habitación mi piel se sentía rara y picosa después de haber raspado en ella. Cuando salí estaba sola, pero la comida estaba en la cama y ropa también. Me encargue de usar un vestido largo, por alguna razón no quería mostrar mas piel de lo necesaria. No comí, no quería porque tenia el presentimiento de que si lo hacía vomitaría todo y me regodearía de nuevo en la autocompasión, así que simplemente la puse a un lado y amarre mi cabello es una cola mientras iba a la puerta. Estaba abierta por fuera, lo cual fue sorprendente, pero no me detuve a pensar en ello y me apresure lo mas que pude a caminar. Tenía que untar la pomada que el doctor me dio en mi pierna, porque el dolor se volvía cada vez más insoportable. La puerta de su despacho estaba cerrada, tome un aliento y golpee antes de sentir la llamarada de incertidumbre andante. Su voz resonó a través de la madera de la puerta, quería volver a la habitación, pero si me iba sin hablar con él y decirle lo que tenía que decir pasaría el resto de mi vida aquí. Sabia de sobra que mi tía jamas pagaría y lo que paso ayer sería solo un punto a algún prontuario que comenzaría a expandirse. —Adelante. Suspire y empuje la puerta. El recuerdo de la última vez que estuve aquí me abrumó, pero esta vez ella no estaba. —Ang…Ainsley—dijo, mi nombre pasando por sus labios como una oración, ¿o así sonó para mi?—.¿Estas bien?. Asentí, sin mirarlo, bajando la mirada a mis sandalias cambiando mi peso a la otra pierna, cualquier cosas: —Gracias. No respondió. Pero oí todos sus mivimientos, la silla raspando con suavidad sobre la alfombra cuando se puso de pie, sus pasos acercándose y mi corazón retumbando. Sus zapatos juntaron sus puntas con mis pies, y cerré los ojos sintiendo los nervios en mi sistema. Traté de dar un paso atrás, tanta cercanía me consumía, pero él me detuvo. Plantando una mano en mi barbilla la alzó con lentitud, y yo deje que lo hiciera. No con temor, más bien con sumisión. Su tacto era cálido y aterradoramente suave, tanto que quería sentir la sensación de su manos sobre mi rostro siempre. Abrí mis ojos lentamente y me encontré con dos esferas brillantes y achocolatadas mirándome, no con sensualidad, ¿lastima, quizá?, y una grieta se hizo en mi pecho ante el pensamiento. Los segundos pasaban y el silencio aumentaba, su mano aún en mi barbilla hasta que por fin habló. —No soy hombre de disculparme, con nadie en absoluto, pero creo que debo disculparme por lo de anoche, no volverá a ocurrir. Esas palabras rompieron mi burbuja, se estaba disculpando en nombre de su hombre, como si solo hubiera hecho algo mínimo. Alejé mi barbilla de su toque y di un paso en retroceso, internamente quejándome por la distancia, pero a la misma vez recordando porque estaba aquí. —No quiero hablar de eso, yo... quisiera pedirle trabajo. Sus cejas se arquearon con confusión, ladeó la cabeza mirando, como si así tratará de descubrir que había pasado. Sus brazos se cruzaron y mi mente viajo a la noche anterior, donde estaba envuelta en ellos, pero ahora parecía como si eso no hubiera sucedido jamás. —¿Trabajo?—inquirió, sin despegar su mirada, que tantos nervios producía, en mi.—¿Para que?. Quiero decir, tienes todo aquí. ¿Hablaba en serio?. —Soy su prisionera, Sr. Wyatt. —reiteré, enfatizando cada palabra para que no lo olvidará. —Quiero trabajar y tratar de conseguirle el dinero que mi tía le robo por mi propia cuenta, aunque sea una parte. Por un segundo, una flash rápido, o un atisbo de sorpresa se asomó en sus ojos, pero tan rápido como aparecía se iba. No dijo nada, siguió mirandome. —Puedo hacer cualquier cosa, incluso, lavar o cocinar. Sé hacerlo. —dije, rellenando el silencio—O podría trabajar como camarera en algunos de sus clubes. Su ceja se alzo con diversión, y fue algo bonito de ver:— ¿Camarera?.—bufo y negó —¿Sabes lo que hacen esas camareras en su turno?. Son putas, Ainsley, no sólo sirven bebidas, también sirven sexo. Mi boca se seco y trate de grabar la forma de su boca al decir las palabras. No respondí, mi pecho subiendo y bajando. —Yo… podría trabajar para servirle a usted—dije y luego me arrepentí, la elección de palabras no fue la adecuada, y lo note cuando sus ojos brillaron. —Me refiero a como sirvienta o… Las palabras quedaron en mis labios antes de que fuera empujada hacía la puerta y sus labios impactarán contra los mios con fuerza. __·•·__ •16• Josiah Wyatt me esta besando, pienso. Mi cuerpo esta aturdido, pero cuando sus manos toman mis mejillas reaccionó. Entreabriendo mis labios con los suyos, y con su lengua. Tentando cada terminación nerviosa de mi cuerpo. Sus manos se enroscan en mi nuca y me tira del cabello, haciéndome temblar de una manera que no había sentido antes. El vello de la nuca se me eriza y sangre en mis venas se vuelve gasolina hirviendo a punto de encender en llamas por el hecho de estar besando sus labios. Paso mis manos por la suavidad de su camisa y puedo sentir su piel tensarse bajo mi toque, al igual que su mano viajan un poco hasta detenerse en el nacimiento de mi cintura, haciendo círculos erráticos en la zona. Nuestros labios se mueven en sincronía, como si llevaramos una vida besandonos, una vida anhelandonos. Me muerde el labio inferior y el sonido de un gemido sale del fondo de mi garganta y la de él. Quiero quedarme aquí, que él me hiciera olvidar las manos en intrusas que me han tocado alguna vez, que elimine cada huella, pero un golpe en al puerta detrás de mi me hace detenerme y alejarlo al tiempo de que una voz femenina habla. —Josiah.—llamo una voz femenina y me aparto de él tropezando y sintiendo mi cuerpo entero en llamas, y mi corazón latiendo a borbotones.—¿Estas ahí?. Sage había robado mi primer beso aquella vez, pero para mi Josiah había sido el primero en darme un beso. Su beso podría suplantar los besos de cualquiera, había leído sobre el tipo de beso que hace que todo se detenga a tu alrededor y que el mundo solo sea para dos en los libros, pero nunca lo creí real. Nunca creí que yo tuviera uno de esos, pero aquí estaba y lo había tenido. La puerta se abre ante nosotros y una chica rubia entra, su vestido apenas cubría sus piernas y su escote, pero aun así no dejaba de lucir bien. Suspiro entrando, arqueando la ceja hacia Wyatt. —Noah dijo que me estabas solicitando y vine antes de…—me miro y fruncio el ceño—No sabía que tenías compañía, lo siento. Su voz era la misma. Ella era la que estaba entre las piernas de Wyatt la ultima vez que entre aquí, ¿su follamiga?. ¿Ella era la chica a la que Salleph odiaba?. Una sensación extraña se comenzó a formar en mi pecho. —Lyken, ahora estoy algo ocupado.—gruño él, sin preocuparse en tapar el bulto que se hacia cada vez mas grande en sus pantalones. —Te llamé hace una hora. —Tengo otros clientes, Josiah.—insistió, posando su mano en su cadera y mirando a Wyatt, sus pechos amenazaron con salirse de su escote. Aún así Wyatt no la miro, su mirada estaba en mi. —Sólo vine a hablar con el señor.—dije, agachando la cabeza de nuevo, pero una volvi a mirar. Ella era hermosa.—¿Me dará el trabajo, señor?. Era extraño actuar como si no hubiera pasado nada cuando todos en esta habitación sabia perfectamente que estaba ocurriendo hace unos instantes. —Oh, ¿estas buscando trabajo?. —preguntó Lyken y sonrió, amablemente. —Puedes trabajar en el club de mi madre, siempre estamos buscando gente emprendedora y joven. Sabía a que se refería, ser una de ellas. Abrí la boca para comenzar a rechazar la oferta, pero Wyatt se interpuso entre ella y yo tan rápido que tuve que sostenerme de la silla para no perder el equilibrio. —Ella no trabajará allí.—dijo, su voz demandaba autoridad y recelo, pero sin levantar la voz en lo más mínimo. —¿Porque no?.—inquirió Lyken, me sorprendía que le llevara la contraria viendo la tensión palpable en él.—Mirala, es hermosa y tiene buen cuerpo, sería grandiosa allí, seria una sensación. Mis mejillas se calentaron ante sus comentarios, aún así no dije nada. —Por esa misma razón no trabajará allí, no pertenece a ese lugar— contesto, cruzando sus brazos.—Ella tiene una discapacidad en su pierna, y no podría servir. —Vamos, Josiah, no es como si fuera la primera en tener alguna discapacidad y… —Mis clubes sólo ofrecen las mejores mujeres, Lyken—dijo Josiah, casi en un grito. Mi cuerpo se tenso ante su tono.—Ella no trabajará allí, y es una orden. Ella apretó su boca en una linea dura antes de que Josiah se girará hacia mi, tenia ganas de llorar por sus palabras, pero aún así no lo demostré. —Dile a Monikka que te de algo que hacer, dile que vas de mi parte. —gruño, pero su voz no era la misma de antes. Había vuelto a ser el mismo hijo de puta cruel que siempre fue, mis ganas de llorar aumentaron.—Y cuidado con escapar con esto porque sabes que te encontrare. ¿Que había pasado?, no lo sabía. Quizá me estaba imaginado todo lo anterior, una vez leí que eso hacia el síndrome de estocolmo. Te hacía imaginar escenas hermosas ante cosas que carecían de bondad. Camine hacia la puerta, justo cuando Lyken me sonreía y se apresuraba a abrirme la puerta. —Siento ese comportamiento. —susurro, trate de ubicar si se estaba burlando, pero todo en ella parecía real. Y eso me hizo sentir mal por sentir un rabia férrea dirigida hacia ella, en su lugar asentí y salí de allí. Sabiendo lo que pasaría cuando las puertas se cerrarán detrás de mi. Mas lo sentía yo por dejar que sus palabras me afectarán. Si, tenía una discapacidad y había oído hablar mil veces a las personas a mi alrededor de ella, haciendo burlas y todo tipo de comentarios hirientes, había aprendido a esquivarlos hace mucho, pero por alguna razón escucharlo de él hizo que la sensación de estar rota aumentará. Estaba tan absorta en mis pensamientos que no note a la persona antes de impactar contra un pecho duró. Un teléfono cayo al suelo haciéndose añicos y lo siguiente hubiera sido yo de no ser por los brazos cerrándose en mi cintura sosteniéndome lejos del suelo. —Oh, mierda, era nuevo—tarde un segundo en darme cuenta que se refería al teléfono y tarde otro segundo en darme cuenta que era el chico que acompañaba siempre a Sage.—¿Estas bien tu, por lo menos?. Me aparte rápidamente de él, sintiendo pánico. —Tengo que irme.—dije tratando de esquivarlo pero se puso en mi camino, de nuevo quise gritar. —Lo siento—dijo al ver mi rostro, hizo una mueca —Solo me quería presentar, no te lastimaría. Quería creer que si, pero no podía. Algo en mi me instaba que corriera, pero no llegaría muy lejos. —Soy Noah y tu eres Ainsley, ¿no?.—dijo inclinándose y tomando los trozos de lo que alguna vez fueron un teléfono.—Creo que tendré que ir a por uno nuevo. —Lo siento, no vi el camino. —Pues, fuimos dos.—dijo, encogiéndose de hombros y metiendo los trozos en su bolsillo con naturalidad. Alzo la mirada y me sonrió. Noah era guapo, y su cuerpo era grande e dispuesto a intimidarte, pero con sólo hablar con él parecía que quisiera hacerte sentir cómodo.—Pero mi teléfono recibió la peor parte. Por alguna razón eso me causo gracia y una risa salio de mis labios, tal vez era un sollozo ocultándose de todos. Como yo. Él sonrió, justo cuando una puerta se abrió y Noah cuadraba los hombros, no hacía falta voltear para saber de quien se trataba. —¿Ocurre algo?. —No, jefe, solo… No quería seguir oyendo su voz, no después de escucharla hablar de mi como si fuera basura. No me quede a escuchar nada mas. Camine a la cocina buscando a Monikka, cuanto antes saliera de esta casa mejor. Sin poner en riesgo mi vida. O tal vez, mi corazón en el proceso. ___·•·___ Bueno, ahora si. Me voy, y nos vemos cuando acabe el año. Feliz año nuevo, de nuevo. Pasenla súper y diviertanse♥. Ay, nose. Quizávuelvaaactualizaryvuelvaadecirlomismo, peromientrasmásvecesdiga: "Felizaño" másfelizseraparaustedes. Uwu •17• Aún faltaba una hora para la hora del almuerzo, pero aun así la comida ya estaba en su punto. Casi lista para ser servida. Algo que había aprendido esta semana trabajando como empleada doméstica en la mansión Wyatt es que a él le gustaba comer una hora antes su almuerzo y todos seguían la misma tradiciones. Habían pasado seis días y por suerte no me había topado con Wyatt desde lo ocurrido en su oficina, irónicamente una parte de mi aún ansiaba que volviera a besarme, que comenzará de nuevo todo y otra parte de mi, la racional, lo odiaba furiosamente, lo odiaba por alejarme de todo, por hacer que lo anhele, por ser dulce y al mismo tiempo un bastardo, y lo peor: por gustarme. Salleph se encargaba de servirle, nunca pisaba la cocina o mejor dicho, nunca salía de su oficina. —¿Puedes bajar un poco la llama de la estufa?. —pidió Monikka, saliendo del cuarto de lavado. —No quiero que se queme. Hice lo que me pidió, sin decir nada. Aún me costaba saber donde estaba cada cosa en la cocina, pero de todos modos había avanzado y cada vez Monikka y Salleph se sentían cómodas a mi alrededor. Pero todavía me mantenían vigilada, es como si creyeran que en cualquier momento utilizaría esta manera para poder escapara y no voy a negar que los primeros días estuve tentada a hacerlo, pero la imagen de Kunno venía con fuerza a mi cabeza. Lo extrañaba cada día más y me recordaba que debía hacer esto por él. De todas formas aun no había acordado un pago con Wyatt, pero sabia que debía hacerlo solo que la idea de estar en la misma habitación que él me hacia estremecer y sentir rara. —Monikka, ¿hay algo de esa limonada tuya que pueda tomar?. — dijo alguien entrando en la cocina. Seguí con la mirada puesta en la estufa, sin mirar a Noah. No hacia falta mirarlo para saber que estaba sin camisa, algo que también había descubierto esta semana era que él utilizaba esta hora para hacer ejercicios y se había vuelto una costumbre verlo sin camisa, cosa que me ponía nerviosa. Aunque siempre era amable y hacía bromas a Salleph aún sentía un poco de miedo de él, no tanto como a Sage, pero si similar. Es decir, era grande, fuerte y era hombre. —Te di una jarra completa, Strals. —replico Monikka, poniendo sus brazos en jarras, nunca los llamaba por sus nombres, siempre lo hacia por sus apellidos.—¿Que hiciste con ella?. —Soy un bebé en crecimiento, una jarra es casi un tercio de lo que podría beber.—replicó él, la silla chirrío y me puse aun mas nerviosa al notar que se iba a sentar en ella, es decir que se quedaría. Desde lo ocurrido con Sage cada hombre que se acercaba o me hablaba me ponía nerviosa. Y considerando que la casa era custodiaba por varios hombres que a menudo pasaban a buscar agua o bocadillos en la cocina, mi incomodidad aumentaba cada día. Pero por alguna razón ninguno se dirigían a mí, solo a Salleph y a Monikka, incluso aunque este cerca. Siempre soy ignorada y aunque es raro me gusta; no quita que me siente incómoda, pero disminuye la tensión de mi cuerpo. Quizá solo me ignoran porque soy una prisionera, y ese es su deber. Hace dos días había escuchado retazos de una de las conversaciones cuando Salleph me ordeno ayudarla a llevar el desayuno a uno de loa guardias traseros, en ella decían que Sage estaba haciendo unas negociaciones con el cartel del Sur, ¿o del norte?. Me pregunte como podría estar de viaje después de haber recibido una bala, pero me respondí yo misma al ver donde esta. Eran hombres de la mafia, prácticamente, sin dolor y sin pudor. —En el refrigerador hay un poco, gran bebe en crecimiento. — bufo Monikka, atrayéndole de vuelta y dejándome sola con Noah. —Gracias.—vociferó y agudice el oído, oyendo cada uno de sus movimientos mientras iba en busca de la limonada. —Hola, Ainsley. Todos los hombres me ignoraban. Todos menos Noah, todos los dias me saludaba e incluso trataba de sacar un nuevo tema de conversación. El tema de conversación de ayer fue el clima, que estaba algo tempestuoso, según sus palabras. Por mi parte no decía nada más que monosílabos y cortas palabras, sin ofrecer mucho, pero aun así él seguía haciendo lo mismo todos lo días, a pesar de mi poco interés en estas conversaciones. —Hola. —respondi, metiendo las manos en mi delantal. Salleph siempre estaba aquí cuando Noah terminaba sus entrenamientos, pero Monikka la había mandado a comprar unas cosas. Cruce los dedos para que llegará, de preferencia: justo ahora. —¿Como haz estado?.—preguntó, oí el tintineo de las cosas de vidrio dentro del refrigerador mientras lo abría, estos últimos días había estado tratando de agudizar el oído, escuchando cada movimiento a mi alrededor. —Estoy bien, gracias por preguntar. —Que bien, yo también lo estoy, gracias por no preguntar. — murmuró divertido, no dije nada. —¿Te pongo nerviosa?. Levante la cabeza, pero aún así no lo mire. Era la primera vez que uno de ellos me hacia esa pregunta, pero también Noah era el único que me hablaba de ellos, así que era de esperar. Suspire, optando por decir la verdad, aunque quería mentir y decir que no. Hacer saber a una persona que estabas sintiendo debilidad era una forma de destruirte más fácil, pero era igual de fácil ver lo incomoda que estaba a su alrededor. —No eres tú, bueno creo que todos en general me incomodan.— dije, casi en un susurro. Espere que con eso diera por terminada la breve conversación pero no, en lugar de ello oí como se acercaba, trate de no correr al otro lado. Parecería una estúpida, aunque eso era lo que quería. Me recordé que la primera vez que hablamos me hizo reír, aunque fueron los nervios, y que toque su mano. —No te voy a hacer nada, pareciera como si pensarás que en el menor momento me lanzaré sobre ti, Ainsley. —dijo, a mi lado. Estaba cerca, pero a una distancia prudente para mi. No me podía culpar por tenerles miedo, lo único que había pasado en esta casa son cosas malas, era de esperar que me sintiera incomoda y con miedo; pero no le dije eso. —Lo siento, de verdad, es que… —Mira te diré algo sobre mi y tu me dirás algo sobre ti, ¿te parecé bien?. Me gire hacia él, pero dando un paso hacia atrás en el proceso. Sus ojos eran azules, pero con motas grises a los alrededores, casi parecían lentillas, pero dudaba que las usara teniendo en cuenta a que se dedicaba. Aún seguía sin camisa, el hombre no tenía ningún tipo de acomplejamiento con su cuerpo. —¿Eso en que ayudaría?. —pregunte, apartando la mirada de su pecho y dejandola en sus ojos. —Si conoces algo de mi ayudaría a que te sintieras más en confianza, creó. Lo mire, esperando que estuviera bromeando y en el ultimo momento riera, pero no paso. Y por alguna razón eso me gusto, aunque no deje de estar alerta. —Bien. —Bien. —repitio el con una sonrisa de dientes completos, el hombre era guapo, mucho. —Supongo que debo empezar yo. —Supones bien. —asenti, mi cuerpo relajándose, pero aun con tensión. Era extraño, pero Noah me hacia querer dejar de estar nerviosa. Levantó su mano y di un paso hacia atrás, por un minuto pensando en que me tocaría. Él dio un paso hacia atrás y señaló algo en su muñeca. —Lo siento, soy un idiota. Debi avisarte—mascullo, rodando los ojos.—Este tatuaje me lo hice a los 17. Tragando el nudo en la garganta me acerque, sólo un poco. Mirando con detenimiento las flores mal hecha alrededor del nombre. —¿Anna es tu madre?. —pregunte, siguiendo con la mirada el patrón de líneas que subían por su manos con disimulo. —Es mi ex. Levante la cabeza de golpe, buscando algo en su rostro que me dijera que estaba mintiendo y que si era su madre, pero lo único que conseguí fue su mirada de vergüenza. —¿Te tatuaste el nombre de tu ex?. —inquiri, aun sin creerlo. —He oído que es algo que nunca se hace, es algo permanente. —Era joven y estaba enamorado, era un mocoso hormonal. —¿Cuantos años tienes ahora?. —pregunte. No se veía mayor que yo, pero su mirada me hacía ver que había recorrido y visto muchas mas cosas que yo. —¿Cuantos años tienes tu?.—preguntó él. —Tengo 19. —Yo tengo 24, pero soy un viejo prematuro. Asentí, aun observando el tatuaje. No había mucho que preguntae cuando había entendido a que se refería con ello, sabía a que se dedicaba, supongo que esa labor hacia que cualquier joven se convirtiera en ello. ¿Josiah Wyatt también fue así, obligado a ser un monstruo?. —¿Porque terminaste con Anna?. —Se enredo con mi mejor amigo, por un año. —dijo, regresando su mano a su lugar y mirándome. . —Oh, lo sient… —Bueno, supongo que pude quitarme el tatuaje con láser, pero lo deje como un recordatorio de que la traición y la venganza son diferentes pero cuando las pones en práctica sientes la misma sensación, poder. Me pregunte si los había matado, pero era evidente al mencionar a la venganza y aun así no me sorprendió en lo absoluto. Me estaba volviéndo loca cada día por pensar que matar era algo normal. —Yo… —Te toca a ti. —¿Que podría decir?. Pensé en decirle sobre mis padres, pero era algo personal. Aun no conocía a Noah muy bien como para querer compartir algo que aún me dolía de solo pensarlo, era como ofrecerle algo de mi pasado a alguien más. —¿Que te gusta hacer en tus tiempos libres o si prácticas algún deporte o… —No practico ningún deporte, mi pierna me lo impediría totalmente. —comencé, buscando algo que me gustará. Quise decir algo fuera de la realidad para acabar rápido con esto, pero la culpabilidad por mentir llegaría y más después de que él hubiera hecho esa confesión sobre su tatuaje. —Me gusta… escribir poemas y leer. —¿Lo haces?. Reí nerviosamente, y pase mi cabello por mis hombros. Había dejado de escribir hace mucho, cuando entre a mi trabajo en Bugnys, pero a veces seguía leyendo, aunque no con la misma frecuencia de antes, pero si me gustaba hacerlo. —¿Sobre que escribes?. —No lo se, quiero decir, sólo son cosas que salen de mi al azar o cosas que están en mi cabeza y no puedo describir en voz alta. —Joder, eres perfecta. Trate saliva, y suspire. Sintiendo mis mejillas sonrojarse, el pensamiento de como Wyatt me había minimizado en su oficina llego a mi cabeza. «Ella tiene una discapacidad en su pierna, y no podría servir.» Mi pecho se oprimió de nuevo. Me alegraba que al menos alguien me viera sin poner nada de mi lado malo por encima, aunque aun seguía una espina clavada en mi mente. Josiah Wyatt. —¿Y sobre que lees?. —Romance, pero algunas veces leo poemas y biografias. —susurré, pensando en algunos de los libros que estaban en mi habitación. Me pregunte si para este momento Margot ya los había lanzado a la basura. Una vez no quise darle dinero para sus drogas y lanzo una buena parte de ellos por la ventana, en una noche de lluvia. No tengo, tenía, muchos libros pero eran buenos y cuando baje a buscarlo ya eran un bola lodosa e inservibles. —¿Romance de que tipo?. —Del empalagoso.—respondí, sintiendo mis mejillas calentarse ante eso. No es que me diera vergüenza decir que leía sobre amor, solo me daba vergüenza que pensaran que buscaba algo así y pensaran que era algo estúpida por desearlo. Por algo leía sobre ello, porque nunca lo tendría. —¿Del "y vivieron felices para siempre'?. —volvio a preguntar, cruzando sus brazos. —Podria decirse que si. Asintió lentamente, arqueando una ceja: —¿Ya no estas tan incómoda a mi alrededor, no?. Quiero decir, ya no te pongo nerviosa. —Bueno, parece que lo que hiciste funciono… digo, creo que puedo sentir que ya no estoy tan nerviosa.—respondi, y era cierto. Por primera vez alguien me preguntaba algo que me gustara compartir, le interesará o no, lo hizo y se sentio bien. Una sonrisa volvio a extenderse por sus labios, concentrándose en mirarme. Asintió y habló. —Entonces, volvamos a empezar.—extendió su mano al frente de mi, ignorando cuando frunci el ceño y la mire con confusión. —Soy Noah Strals. Esto podría encajar en una de las cosas mas raras que me había pasado, después de ser entregada como prisionera a un mafioso, claro. —Ya nos presentamos antes y… —Si, pero estamos volviendo a empezar, así te sentirás mas cómoda. —insistió, con su mano aun extendida hacia mi. Paso su otra mano por su cabello e hizo un mohín, señalando su mano. Negué y sentí lo que era un indicio de una sonrisa después de días sin sentirla en mi rostro. Se sentía tan bien, que quise agradecerle, pero no lo hice. —Soy Ainsley Paisley. —dije, estrechando su mano, su mano se sintió mejor que la primera vez que hicimos esto, porque ahora ya no estaba tan amenazada, y aun así se sentía extraña contra mi palma. —¿Como una rima o algo asi?. —pregunto, arqueando su ceja divertido mientras estrechaba mi mano. Una risa salió de mi sin que pudiera evitarlo, sus ojos se iluminaron y me detuve, pero sintiendo diversión ante su comentario. En la escuela hacían rimas con mis nombres, era algo extraño que no me molestara, pero me gustaba mi nombre. A veces tenia borrosos recuerdos de cuando Kinsley llegaba enojada por tener una rima como nombre, cosa que nunca entendí. Eran perfectos. —Mis padres amaban las rimas. —dije, tratando de no pensar mucho en ellos. Él aun sostenía mí mano en la suya cuando la puerta se abrió, voltee esperando ver a Salleph pero en su lugar Josiah Wyatt nos dirigía la mirada, sus ojos bajando a muestras manos. Por alguna razón me encontré jalando mi mano, con mi pulso acelerado y loa nervios comenzar a flotar a través de mi. —Necesitó hablar contigo en mi oficina.—dijo, metiendo las manos en sus bolsillos. —Enseguida voy, jefe, sólo iré a…—comenzo Noah, pero Wyatt levantó una mano, haciendo que se detuviera. —No te hablaba a ti, le estaba diciendo a ella. —evita soltar un jadeo cuando sus ojos marrones destellaron en mi. —Te veo en mi oficina en un minuto, ni uno menos. Con eso salió de la cocina, del mismo lugar donde Salleph y Monikka me habían asegurado tantas veces que él no pisaba. •18• Me tomo casi media hora armarme de valor para hacer lo que se me había pedido. Mis pasos hacían eco por el pasillo, mientras caminaba hacia la oficina de Wyatt. Estaba controlando todo de mi para no comenzar a hiperventilar por los nervios que estaba sintiendo justo en estos momentos, se me estaba haciendo difícil determinar la función que mis pulmones tenían en mi cuerpo, la respiración me fallaba. Y sin mencionar la sudoración que estaba sintiendo en mi espalda y el cosquilleo en mi nuca. La puerta de la oficina estaba entreabierta cuando me detuve al frente de ella, solté un suspiro tembloroso y di un golpe en ella, tranquilizando a mi tensión, y ayudo pero empeoro cuando su voz ordeno que entrará con tono autoritario. -...no, el envió tiene que llegar en tres horas al punto de encuentro con Ezekiel...-estaba hablando por teléfono, sin mirarme hizo un seña a la silla, dudé una segundo antes de hacer lo que me señalaba y sentarme en ella.-Dulft esta en una entrega, es imposible que este alli. Es una orden, si ese envió no llega lo pagarás tú. Colgó y tiro el teléfono en la mesa haciéndome saltar, uní las manos en mi regazo temiendo mirarlo. Wyatt prometía violencia sin tener que amenazar en absoluto. Una sensación de control emanaba de él junto con un aura de peligrosidad, que parecía no importarme en lo más mínimo. No había levantado la voz, pero no hizo falta. -Un primer punto que quiero dejar claro y que debes tener en cuenta es que odio las fraternización entre empleados. -comenzó hablando, levante la mirada para encontrarlo mirándome con un rostro sombrío. -No es una regla, pero viendo que eres nueva me gustaría que tu lo llevarás en cuenta al momento de intentar algo con Noah y... Oh, se trataba de eso. -Yo y Noah solo somos amigos. ¿Lo éramos?. ¿Podia llamarlo amigo en las circunstancias en la que me encontraba?. -Noah no te mira como una amiga. -dijo, lentamente, mirando la reacción secundaria en mi rostro. Y de nuevo ahí, esa sensación de que me estaba minimizando y trataba de hacerme sentir mal volvieron, pero la rabia también y burbujeo en mi antes de que pudiera reaccionar para detenerla. -¿Porque no?.-respondi, suavemente, pero los bordes ácidos en mis palabras eran una cuchilla filosa y cortante que amenazaban con apuntar cualquier cosa. -Al menos no me ha visto sólo como una discapacitada o algo... -No te voy a pedir disculpas por decir lo que dije antes, Ainsley, si es lo que estas buscando no lo haré. -me cortó poniéndose de pie, juntando sus manos a ambos lados del escritorio. Por supuesto que no lo haría. Tampoco lo esperaba, sería raro que un hombre que había mandado tantas almas al purgatorio me pidiera disculpas, a mi. Después de todo no era nadie aquí, era nada en forma de prisionera. -No le estoy pidiendo que se disculpe, yo...-me detuve, tragando el nudo que se formaba en mi garganta con fuerza. -¿Era sobre eso que quería hablar conmigo?. -No, dejado claro el punto quiero plantearte el nuevo cambio de planes. -se aparto del escritorio y camino mas a allá a una barra. Todo en el lugar era de madera pulida, todo en sincronía con Wyatt y pulcramente ordenado. Tomo una jarra y la abrió antes de vertir un poco del líquido en un vaso de vidrio, con cubos de hielos. La espera me estaba impacientando, pero aun así no perdí oportunidad de mirar su cuerpo en forma antes de que volviera a girarse hacia mi. -A partir de este momento ya no trabajarás en la cocina. ¿Que?, ¿era esta una forma de castigo?. El no poder trabajar para así pasar más tiempo bajo sus garras. -Lo necesito para... -Seras mi nueva asistente personal.-término, haciendo que mi boca colgara abierta unos segundos, con las protestas en la punta de mi lengua. ¿Estaba hablando de verdad?. No, esto debe ser una broma, pero vamos, es Josiah Wyatt, no creó que se permita algo como una broma. -No entiendo, yo no tengo idea sobre este negocio y... -No solo tengo negocios de metanfetaminas, también tengo clubes y otras propiedades. -Señor Wyatt, no estudie algo especializado en ello, en realidad solo termine la escuela y no llegue a la universidad así que creo que tiene a... -Es una orden, Ainsley. -me cortó, volviendo a su asiento. -Solo te encargaras de anotar cosas recibir llamadas y registrarlas y de estar siempre a mi lado, por supuesto. Y ahí estaba, el talón de aquiles en esa orden. Podía hacer perfectamente lo demás, no era bruta o tonta, pero lo difícil sería estar todo el tiempo a su lado sin que mi mente vaya a los lugares mas oscuros de mi cabeza. -Tiene en cuenta que me esta dando disposición para tener comunicación con cualquier persona, ¿no?. -pregunte, tratando de evadir la responsabilidad. No quería verme involucrada en ningún tipo de situación sentimental, quería que cuando me fuera de este lugar estuviera sin ataduras. Que nada me recordará a lo que viví en esta casa, quería olvidar todo y trabajando con el, día tras día, no lograría cumplirlo. -Creí que ya habíamos tenido esta conversación hace mucho y creí que habíamos acordado que cada una de tus acciones tendrían una consecuencia para tu primo. -comentó, sin moverse, tan meticuloso como siempre. No lo habíamos acordado, me amenazó, pero no dije nada de eso y solo me concentre en quitar los restos minúsculos de pintura de esmalte rosa de mis uñas, había pasado casi un mes y parecía una eternidad desde la ultima vez que el esmalte aun estaban en ellas. -La policía... -Estan en mi nómina, si.-respondió, tajante, sin un mínimo de remordimiento en su voz. Y yo sabia eso, cuando un muerto aparecía en un río o en las calles automáticamente todos sabían quien era el perpetrador, pero nadie lo decía en voz alta. Decirlo instruiría convocarlo y a los monstruos era mejor tenerlos en su cueva. Incluso, los policías sabían y era por eso que la mayoría de los casos eran archivados en el estante de casos sin resolver, cosas tan evidentes que hundirían a Wyatt en la cárcel, ¿tal vez?. -Supongo que la moralidad no es su fuerte, señor Wyatt.-murmure, levantando la cabeza y enfocando mis ojos en él. -Depende de cual sea tu significado para la palabra moralidad, ¿cual es?. Dio un paso al frente, pero se detuve dejando el vaso en la barra y metiendo sus manos en sus pantalones. Su reloj aún resaltaba fuera de sus bolsillos y me lo imagine como uno de esos hombres en revistas de negocios que ponían en las salas de esperas del psicólogo escolar, todo elegancia y todo negocios. Y todo maldad. -Ustedes no encaja en esa descripción. -Soy un hombre con moral, Ainsley, si lo ves desde cierto ángulo. se encogió de hombros con tranquilidad, arqueando una ceja con desgana. -La moralidad se concentra en cumplir tu palabra y hacer cumplir la ley. -Usted no cumple la ley, no... -Yo soy la ley. -me corto, sin dejarme terminar. -Al menos de esta ciudad lo soy. Cada persona aquí sabe de mi, cada vez que mi nombre es mencionado tiemblan... -¿Que se siente ser temido por todos?.-me atreví a preguntar, sabia que lo estaba llevándolo al límite y me estaba metiendo en un camino desconocido, pero las ganas de contradecirlo aumentaban. ¿Que se siente ser un monstruo para las personas?. Una esquina de su boca se curvo y camino lentamente hacia mi, sin titubear en ningún paso. Esta vez no baje la mirada, la mantuve en él, en sus ojos que centelleaban con una llameante y desconocida aura. Se inclinó sobre mi y mi boca se seco cuando su rostro quedó a centímetros del mío. -Depende de para quien sea un monstruo, Ángel. -susurro, en un sonido tan erótico que si no hubiera sido por el nudo en mi garganta pude haber soltado un gemido. -¿.Lo soy para ti?. Si, lo era. Era un hermoso monstruo cuando debía ser el más feo de todos, pero sin embargo aquí estaba, ansiando su toque sin el más mínimo descaro, sin el más mínimo ápice de reconocimiento. Tratando de bajar la mirada y cubriendo mi rostro con mi cabello, espere a que diera un paso hacia atrás. Sintiendo su aliento y su aroma calentar mi cuerpo, la misma sensación de estar en sus brazos como la otra noche, extrañando su toque. Un segundo después, se enderezó y sentí como su cercanía disminuía, como se alejaba cada vez mas de mí y su olor se alejaba, decidí esquivar su pregunta incluso cuando yo fui la que sacó el tema, pero no podía seguir jalando de algo que no sabía que podría encontrar en el otro lado. -¿Debo empezar ahora o... No dijo nada durante un segundo, pensé que sacaría a relucir el tema evadido pero para mi suerte no lo hizo. -Mañana a las nueve te quiero aquí. -dijo, con voz ronca. -Eso es todo. Puedes irte. Me levante con cuidado, mas vergonzoso que la conversación anterior sería caer de culo delante de él. -Con permiso. No respondió, bajo la mirada a sus papeles y tome la oportunidad para salir de allí. Cruzando el pasillo me concentre en alejar todo pensamiento de las sensaciones que producía Josiah Wyatt en mi cuerpo. Entrando en la habitación cerré la puerta y solté un todo el aire que estaba atrapado en mis pulmones. Josiah Wyatt era lo mas cercano a una atracción experimentada jamás, pero seguro era eso, nunca antes había visto a alguien tan guapo y nunca antes había estado coqueteando con alguien asi, ¿era coqueteo?. El beso, sus brazos y su protección... ¿que eran?. Cerré los ojos y camine a la cama, pero me detuve al ver la caja negra encima de ella. Un hoja de papel estaba sobre esta y mi ceño se fruncio aun mas cuando vi de que se trataba. Era una laptop, una ultima modelo, ¿pero quien la había puesto allí?. Baje la mirada a la nota y deje escapar una exclamación. "Para que escribas los mejores poemas que salgan de tu mente." No tenía remitente, pero no hizo falta para saber quien era. •19• Estaba levantándome de la cama cuando la puerta se abrió sin avisar, ya estaba empezando a acostumbrarme pero eso no impedía que me molestara. Salleph entro con ropa sobre su brazo, no hizo contacto visual conmigo mientras entraba. -Buenos dias.-dijo, con tono cortante - Me pidieron que te trajera esta ropa para tu nuevo día de trabajo. Quise preguntar si pasaba algo, pero nunca se sabría con ella. Siempre tenía constantes cambios de humor, a veces era dulce y otra llegaba a ser muy hostil. Prefería no saber si pasaba algo. -¿Para mi?. -pregunte, pero no respondio. Frunci mis labios y asenti-. Gracias, Salleph. Asintió y de giro a la puerta, comencé a moverme hacia el baño pero me detuve cuando su voz hablo. -Oye, ¿tu de verdad quieres trabajar con Josiah Wyatt?. -aún estaba de espaldas, franci el ceño. ¿Estaba así por ello?. -No tengo alternativa, Salleph, cualquier cosa para salir de aquí cuanto antes.-dije, con firmeza. Era lo mas honesto que podría decir justo ahora. Se giro y me miró, haciendo de sus ojos dos rendijas que me miraban acusatoriamente. -Incluso al punto de... ¿Al punto de convertirte en la puta de Josiah?.-dijo tan rápido que di un paso hacia atrás, casi cayendo de no ser por la pared. -¿De que estas molestarme. hablando, Salleph?.-inquiri, comenzando a Negó con la cabeza y suspiro, sus ojos eran dos cuchillos filosos. -Solo te voy a advertir de algo, mantente alejada de él, te lo digo por solidaridad femenina.-los bordes en su voz eran ácidos y cortantes, con resentimiento. - Lamentaras cuando Josiah te folle a su manera, no tiene control en hacer daños. Es un amante rudo y despiadado. ¿Que?. -Yo no... Pero la puerta se cerro en un sonoro portazo que probablemente retumbó en las instalaciones de toda la casa. Sus palabras calándose con fuerza en mi cabeza, ¿como sabia ella eso?. ¿Salleph había sido mujer de él?. Era una niña y él... no creo que lo hubiera hecho, pero no lo sabía. La sola idea de Salleph con Wyatt me asqueaba, no eran celos. Simplemente una sensación de incomodidad al estar a su alrededor. Evite seguir pensando en eso, pero cada minuto volvía a mi mente. Trate de concentrarme en la ropa, un estilo de oficina, ¿porque?. Era estúpido teniendo en cuenta que nunca saldría de esta casa, al menos no por ahora de todos modos. La falda a lápiz de ajustaba a mi curvas y las zapatillas eran de mi talla, pero la camisa se ajustaba mucho, por no decir demaciado, en el área de mis pechos. Aun así parecía una secretaria, y supongo que esa era la idea. Suspire y baje a la cocina, aun quedaba una hora para presentarme en la oficina de Wyatt, asi que podía ayudar a Monikka. Salleph no estaba alrededor y era mejor así, no sabia como reaccionar ante ella después de su confesión tacita. Me pregunte si parte de mi labor sería llevar el café a la oficina de Wyatt, después de todo nunca desayunaba, o si lo hacia nunca había visto si le servian. Quizá desayunaba fuera. -Buenos días. La voz de Noah me hizo girar hacia ella, aún seguía pensando en su regalo y el hecho de bajar a la cocina a esta hora se debía a poder hablar con él. Le devolvería ese regalo, no podía aceptarle regalos, a nadie. -Noah. Él fruncio el ceño y me miro, sus ojos se detuvieron un poco mas en mi escote antes de volver a mis ojos. Me removí incómoda. -Hola, te ves muy bien.-dijo, suavizando su expresión y dejando su sonrisa coqueta habitual. -Escuche lo de tu nuevo empleo. Asentí, la verdad no quería hablar de eso con él. Y menos después de la restricción que me había puesto Wyatt, aunque no sabia a que se refería con fraternizar. -Oye, me pareció muy lindo el gesto de ayer y no tengo idea de como lo hiciste en tan poco tiempo, pero no puedo aceptarlo.comence, tratando de sonreír para que entendiera.- Es decir, yo... -¿Gesto?. ¿A que te refieres con eso?. -preguntó, volviendo a fruncir el ceño. - Disculpa, pero no se de que hablas. Se apoyo sobre la barra, esta vez si llevaba camisa, aun era muy temprano para sus entrenamientos. ¿Se estaba haciendo el tonto con el tema para que me quedar con ella?. -La laptop, la que pusiste en mi habitación y...-dije, pero me detuve.Espera, ¿no fuiste tu?. -caminando hacia mi, nego con la cabeza.¿Entonces, quien fue?. La puerta de la cocina se abrió y ambos nos giramos hacia ella. -Fui yo. -dijo él, respondiendo mi duda. ¿Porque siempre llegaba cuando Noah estaba cerca de mi?.- ¿Estas lista?. ¿Él?. ¿Había escuchado todo?. De todas formas, no podía aceptarlo, y mucho menos de él. Era una locura teniendo en cuenta que le debíamos dinero. Estaba abrumada y mas por la corriente de sensaciones que estaban danzando en mi cuerpo. -Ahi tienes tu respuesta, nena.-susurro Noah en mi oido, se inclino y antes de que pudiera evitarlo plantó un beso en mi mejilla.- Bueno, buenas suerte en tu día. Me gire rápidamente hacia Wyatt, esperando que por obra divina no hubiera visto y estuviera mirando otra cosa, pero por la mirada que estaba lanzándole a Noah mientras iba a los jardines podía decirse que si. -Pense que había dejado claro el punto de no fraternizar con empleados.-comento volviéndose hacia mi. Ignore su tono enojado y me puse de pie alisando la falda. Sus ojos vagaron por mi cuerpo sin descaro, y de nuevo él también dejó su mirada más de lo habitual en mi escote. -No estabamos haciendo nada malo, él solo... Al escucharme sus ojos volvieron a mi rostro, un segundo duró allí antes de que se diera la vuelta sin dejarme terminar. -Vamos. Ahogando mis exclamaciones lo seguí. Camino lento mientras subía las escaleras despacio, trate de decirme que no lo hacia por mi. Solo estaba tomando fuerzas, no es como si me estuviera tratando de acompañar en mis pasos. Al llegar a la cima retomo su paso habitual, sin mirar atrás. -Supongo qué debo usar la laptop para escribir las tareas que asigne...-comence cuando entramos a la oficina, el olor a desinfectante inundo mis fosas nasales. -No, esa es tuya. -dijo deteniéndose delante de un estante antes de sacar una tablet operativa. - Ten, ayudará durante el tiempo que trabajes para mi, ¿sabes usarla?. Esto era una locura, no quería deberle nada y aquí seguía el agregando cosas a al lista. -Si, pero la laptop es... -Es tuya, no me gusta discutir cosas que ya dije, Ainsley.-dio por zanjada la conversación girándose al otro lado. Pero no quedaría aquí. -Pero, eso es mucho y... Y de nuevo me detuvo, ya esto comenzaba a enojarme. No podía callarme cada vez que quisiera decir algo, así no debería funcionar. -Vamos, te mostraré tu lugar de trabajo.-dijo, cuando llegó a una puerta que no había visto antes del otro lado de la oficina, pero de todas formas cuando estaba aquí no me fijaba mucho en las paredes. Lo seguí, esperando que abriera la puerta. Aun abrumada por todo, pero me detuve cuando vi dentro, mis ojos maravillándose ante lo que tenia delante de mi. -Esto es... Me detuve sintiendo el nudo de emoción en mi garganta. Los estantes iban del piso al techo, libros dentro de ellos, sin un pedazo de pared sin tener uno de ellos. Era una biblioteca, pero podría pasar fácilmente como un paraíso desconocido al que cualquiera quisiera aventurarse. Habían sofás de cuero rojo en las cuatro esquinas del lugar y un escritorio con archivos encima. -La mayoría de los libros son viejos pero cada año se cambian a nuevas versiones.-explico Josiah, sacandome de mis cavilaciones. Su voz sonaba ansiosa. -Es perfecto, yo... no sabía que le gustará leer.-dije, girándo hacia él. Me sentí estúpida, no es como si supiera muchas cosas de él. -Era de mi madre, aunque a veces vengo aquí para relajarme.-dijo, y sus ojos dejaron los estantes para mirarme. Camine hacia él, y en medio de mi emoción desbordada le sonreí. Sus ojos brillaron. -Es un sueño, podría vivir aquí toda la vida... Dio un paso hacia mi, deteniendo mis palabras, no retrocedí, no quise. Por alguna razón, quería ver que iba a hacer. Sus labios estaban sobre los mios al minuto siguiente, primero suave, pero luego los besos pasaron a ser duros. Con hambre furiosa. Pasaron varios segundos antes de que la sensación aumentará. Tomando mi cola de caballo en su puño y jalando hacia atrás suavemente, bajando poco a poco sus labios por mi cuello. Terminando con lo que paso hace una semana, lo que ambos queriamos .Deteniéndose sobre mi yugular, besando, lamiendo y saboreando mi piel. Mi espalda se arqueo a él. Sus movimientos era expertos cuando con una sola mano en mi trasero me levanto del suelo, mi pierna se quejo pero aun así lo enrolle en su cintura, no quería pensar en el dolor. Sintiendo su calor en mi núcleo. -No podré detenerme, no creo que pueda.-susurro, pausadamente sobre mi cuello. Mi respiración se atoró y mi voz salió en un gemido involuntario, que provocó que apretará su mano en mi espalda baja. -No lo hagas.-mi voz salio en una suplica, casi anhelando cada tacto que sus manos pudieran brindarme.-No quiero que te detengas. No sabía si mañana me arrepentiría de eso, pero quería sofocar cada pensamiento en su piel, sus labios. Quería olvidar un rato y Josiah Wyatt ayudaba mucho. Mi cuerpo se relajó cuando fui empujada al sofá, dejándome caer en el antes de que su peso se posará sobre mi con cuidado de no hacerme daño. Josiah Wyatt estaba caminando al borde de mi autocontrol. Sus manos eran temblorosas al tocarme. Mi cuerpo se contrajo cuando su mano toco mi piel, tocó un pliegue de la tela de mis bragas entre sus dedos, levantando mi falda lo suficiente para poner una mano en mi muslo y tocarlo en una sensual caricia. Entonces él volvió su boca a la mía, cayando los sonidos involuntarios que salían de mis labios. Pero aún así su mano siguio excitando cada poro de mi cuerpo, con un dedo rozó suavemente los pliegues de mi coño con la yema. Mi sistema olvidó la función de pensar. El más delicioso sentido de la anticipación me golpeó a la vez. Mi cuerpo era un manojo de nervios y excitación al rojo vivo, contrayéndose ante él. La punta de su dedo índice frotó en círculos mi clítoris, justo a la izquierda. Se separó de mi y lancé un gemido tan largo que me dolió la garganta con el, un gruñido salió de sus labios. Su cuerpo estaba sobre mi, pero aún así no posaba su peso encima, se apoyaba del sofá. -Estas tan mojada, Ángel, que la sensación de tu húmedad me pone duro. -demandó, su mano trabajando. -Me matas. Arquee mi cuerpo hacia atrás, mi cabeza cayendo sobre el reposabrazos del sofa. Cada terminación de mi cuerpo amenazaba con incendiarse. Mis manos cosquilleaban cada vez que sus dedos rozaban mi clítoris. pensó que él pararía, pero no lo hizo. Siguió haciendo círculos, más lento y despúes rápido solo para introducir sus dedos y frotar sobre mis pliegues hinchados con la humedad que salía abundantemente de mi núcleo. Una sensación extraña y de estar llena me recorrió, dolió pero luego comenzó a aclararse, la incomodidad siendo remplazada por un sentimiento extraordinario. -Maldición. -eso salió de sus labios con un gruñido gutural. -Es perfecto. Nunca había estado tan mojada y nunca había sido tocada. Mis músculos interiores se flexionaron de nuevo y sentí como mi cuerpo se encogía de placer, con una sensación que nublaba mi visión elevándose en mi. -Josiah. -su nombre salio de mis labios sin que pudiera detenerlo. Mis ojos estaban cerrados, pero cuando los abrí su mirada estaba en mi, tan hambrienta y fugaz que me hizo gemir en respuesta. Mordí mi labio volviendo a sentir el remolino exquisito de su carne contra la mía. La sensación era absolutamente fantástica. Nunca había experimentado nada igual. Quería mas de esto. Finalmente, el metio otro dedo y con otro comenzó a apretar mi clítoris, follando mi coño con sus dedos. Salió y entró de golpe dentro de mi una y otra vez hasta que sentí mi cuerpo elevarse de pie a cabeza. Mi columna se arqueó. Un grito roto salió de mis labios, y segundos después volvió la sensación maravillosa de como todo dentro de mi se contraía tanto que apenas podía moverme. Había tenido mi primer orgasmo. Y aunque no quería arrepentirme, sabía que lo haría. •20• Estaba abrumada. Estaba saliendo del orgasmo cuando Wyatt se estiro alisando mi falda y acomodando mis bragas, ¿habia pasado un dedo por mi montículo antes de proceso?, antes de ponerse de pie y huir por la puerta. Antes de que pudiera detenerlo ya no estaba. Suspire, sintiendo mi piel caliente y mis zonas de chica en llamas. No podía explicar porque lo había permitido pero, mientras estaba en este sofá mirando a la puerta sólo podía pensar en algo. Quería mas, quería mucho mas que sus dedos. Quería la sensación de plenitud y de ser llevada al cielo solo con su toque, y estaba loca por creer que eso no traería consecuencias. No traería muchas consecuencias, ya las había. Y lo sabía por el tirón de electricidad que sentía cada vez que estaba cerca, era algo mas que tensión sexual, era la sensación de querer estar en sus brazos y sentir su olor invadir mi olfato. Podía decir que no estaba cuerda por querer ser tocada por el hombre que me había arruinado la vida, pero tampoco lo estaba por hacer lo que había dejado que pasará hace unos momentos. Ya todo rastro de cordura se había ido de vacaciones, junto con mi autocontrol y mi bragas que se sentían incómodas. No era tonta en estos casos o con referencia a algo sexual, había imaginado estas escenas miles de veces al leerlas en libros y al verlas en películas, pero la sensación de estar viviendo era incomparable. No había hecho nada mas que tocarme y ya estaba jadeando, era impensable lo que pasaría si llegaba a algo más que un intromisión de dedos. ¿Intromisión de dedos?. Me parecía ridículo llamarlo así, literal, me había follado con sus dedos y no fue intromisión cuando quería que los introdujera de nuevo. Por Dios. ¿Quien era yo y que había pasado con la Ainsley inteligente?. Negué con la cabeza, intentando aligerar mi tensión y me puse de pie, por suerte mi pierna no dolía porque mis terminaciones nerviosas se encontraban manipulándo en otras zonas, pero aun así me detuve un poco. Esperando a ver si oía algo en la oficina de al lado, pero todo era silencio. No había el mas mínimo ruido extraño o presencia. Camine un poco mas allá, asomandome por encima aunque era ridículo, después de todo trabajaba para él. No podía esconderme aunque quisiera y él tampoco. Su rostro alejándose volvió a mi cabeza, el desconcierto en el era visible. Josiah Wyatt era un puto que follaba a quien se le diera la gana y aun así no tuvo la fuerzas para quedarse y follarme a mi. Tenia que parar estos pensamientos dentro de mi cabeza. Estaba hablando como Margot, estaba actuando como una cualquiera. Dejando que el hombre que me mantenía prisionera hiciera de mi su marioneta, y estaba funcionando. Pero de nuevo no podía llamarme prisionera, ¿era ser una prisionera ser tratada bien y ser protegida, ser alimentada y cuidada?, si, no tenia privacidad en lo absoluto pero era tratada bien. ¿Asi trataba Josiah Wyatt a sus prisioneros o era sólo conmigo, porque?. —Oh, hola. Un respingo salio de mis labios mientras daba un paso tambaleante al sostenerme del marco de la puerta. No había escuchado cuando la puerta se abrió, pero era culpa de mis pensamientos, aún así mi corazón martilleo con nerviosismo cuando dirigí mi mirada a la rubia delante de mi. —Lo siento, no quise asustarte. —para su decencia parecía arrepentida mientras hacia una mueca. Dios, era hermoso. Su cabello rubio, casi blanco, la hacía parecer un ángel. Y su cuerpo era… escultural. —¿Wyatt te mando a llamar?. —pregunte, bajando la mirada al piso, aun mi corazón desbordándose. Sabia que mi tono era recriminatorio, aunque quería evitar que lo fuera y me arrepentí de inmediato. —Bueno, no. —dijo y oí el sonido de sus tacones al acercarse a mi. La quería lejos, de mi y de esta casa. Maldición, estaba siendo idiota. La que estaría lejos en poco tiempo seria yo, y ella seguiría follando con Wyatt. ¿Era por ella que se había ido?. —¿Entonces que haces aquí?. —pregunte, con demasiada fuerza. Levante la cabeza y ella me estaba mirando, pero con diversión. ¿Estaba burlándose de mi?. La primera vez que había visto a Lyken no me había parecido una perra, aunque Salleph lo había repetido varias veces, pero ahora sentía rabia hacia ella. Cosa por la cual ella no tenia la culpa, la culpa era mía por ser una idiota. Pero allí estaba, la sensación de rabia por que ella era mas perfecta, ¿más?, ella era perfecta. Yo no. Y aunque si bien nunca me había importado ahora lo hacia, Wyatt había clavado esa espinita alli. —Solo vine a traerle unos balances económicos a Josiah, pero no pensé verte aquí. —musitó, mirándome con una elevación de cabeza. —¿No trabajabas abajo, en la cocina?. —Ahora soy la asistente de Wyatt. —conteste y por alguna razón, mi pecho se elevó justo cuando enderezaba mi columna pareciendo más formal. —Claro. —solto en forma de resoplido, su sonrisa ensanchándose. —¿Me cuentas el chiste?. —solte, enojada. —Creo que no lo capte. Igual que no capte porque estaba celosa de ella cuando Josiah Wyatt no me debía nada. Y allí una consecuencia de todo. —Oye, calma, linda. —dio un paso hacia atrás, apretando la carpeta contra su pecho, pero sin borrar esa sonrisa estúpida de su rostro. —No hice nada malo, solo me sorprendió. —Pues… —¿Eres la que esta pagando el robo que hizo Margot, no?. — pregunto y se apoyo sobre el escritorio. Parecía una modelo, ella y Wyatt serían una pareja perfecta. —La chica… —La prisionera, si. —complete, pero de nuevo me sentí mal usando ese término cuando hace poco lo estaba desvariando. —¿Prisionera?.—volvió a resoplar. —Creo que a una prisionera no le darían las libertades que te están dando y… Lo sabia, pero igual tenia ganas de no estar de acuerdo con ella. —Me están dando estas libertades porque así podre pagarle e irme mas rápido, eso no… —Pagale de otro modo, nada monetario. —…significa que…—me detuve, procesando lo que acaba de decir. —No soy una puta como… Como tú. Pero yo también estaba siendo una. —No te estoy diciendo eso, jamás diría eso. Josiah me mataría si te lo dijera. —dijo, negándo. —Escucha, solo quiero ayudar, ¿bien?. Pero, no confiaba en ella. ¿Porque querría ayudarme cuando era ella la que follaba a Josiah?. —Josiah es una hombre enigmático, y nada le afecta. —continuó, encogiéndose de hombros. —Pero tu eres… cuando te mencionan es como si activaran algo en él. Quizá sea porque quiere protegerte y siempre ha sido un buen ser humano en ese aspecto, pero aun así sus ojos brillan y… —¿Buen ser humano?. Es un asesino frío. —dije, volviendo a querer llevarle la contraria. Y también querían refutar sus palabras sobre Wyatt, algo que me permitiera dejar de sentir esta sensación ante su mención. —No lo conoces, Ainsley. —dijo rodando los ojos. —Y aún así te afecta el hombre, y no de la manera en la que afecta a los demás. —Eso es… —Haz que se enamore de ti, haz que haga todo por ti. —término, enderezándose y alisando el pliegue de su falda escarchada. —De otro modo no se desprenderá de ti. —Si se enamora de mi tampoco lo hará. —Te lo digo de nuevo, Ainsley: no lo conoces. —repitió. ¿Y ella si?. Solo lo follaba, podría asegurar que lo único que conocía de él era su pene. Y de nuevo, ¿porque estaba siendo recelosa con ella?. Frunci el ceño y la mire, pensando en lo que me estaba diciendo. ¿Como una persona enamorada dejaría ir a la persona que ama?. —No lo creó. —Bueno, esta en ti hacerlo. Y cumplí con mi parte al decirte eso, así que me voy. —suspiro y acomodo las copas de su escote sin ningún descaro. —Dile a Josiah que estos son los balances que ha declinado el club los dos últimos meses. Estaba caminando hacia la puerta cuando mas preguntas vinieron a mi cabeza. —Espera. —¿Si, cielo?. —dijo, en tono alegre. —¿Porque estas ayudándome?. Se encogió de hombros y lo dudó un segundo antes de hablar. —El hombre lleva casi dos semanas sin follar, es justo que tenga un poco de diversión después de su estrés, ¿no?. —¿Como lo sabes?. —pregunte, esta vez fui yo la que alce una ceja. —No necesariamente tuviste que ser tu, también puede que hay follado con alguien mas. Era siquiera ilógico pensar que Lyken era la única mujer a la que Josiah follaba, teniendo en cuenta su fama. —Tienes razón, pero lo conozco. Su mal genio puede ser porque no ha follado o…—me miró y sonrió de nuevo. —…hay algo que lo tiene trastocado y se le escapa de las manos. Tú, por ejemplo. Dile a Josiah que me llame, necesitó hablar con él. Y se dio la vuelta, saliendo de la oficina. ¿Que significó esa charla?. No comprendía nada y estaba aun mas confundida que antes. Miles de preguntas estaban en mi cabeza y todas sin una repuesta clara. ¿Porque Josiah Wyatt, el capo temerario, había huido?. ¿Había huido o sólo se quería alejar?. ¿Porque Lyken había dicho todas esas cosas?. Pero, estaba pensando en ello. Algo de lo que Lyken había dicho apretujándose en el cofre de ideas de mi cabeza, ¿podría yo enamorar a Josiah Wyatt hasta al punto de dejarme ir?, estaba segura que eso traería algún desencadenante que podría destruirme. Destruirnos. Cerré los ojos y me recompuse un poco, antes de correr a mi… la habitación que usaba para hacer un cambio rápido de bragas. La laptop estaba sobresaliendo de la silla, sobresaltando ante mis ojos recordándome que no fue Noah quien me la había dado. No entendía el porque Wyatt me hacia estos regalos, no debía y aún así lo hacia. Joder, ya me estaba afectando mas de la cuenta. El resto del día solo me quede yo en la oficina, Noah vino a avisar que Wyatt estaba cumpliendo unos encargos y tardaría. Me enojo, ¿me estaba esquibando?. Igual, no paso nada. No llamo nadie y sólo me senté en la biblioteca, leyendo un libro viejo que trataba de una mujer asiática que encontraba el amor en un militar de aspecto dudoso, pero aun así eso no ayudaba con el hecho que cada vez que desviaba la mirada al sofá sintiera sus dedos apretando mi piel y de nuevo tuviera que volver pronto por un cambio de ropa interior. La tarde llegó y con ella la noche, no había rastro de Wyatt, así que me fui de la oficina, no sin antes arreglar los archivos. No sabia que tan confiado era Wyatt o si solo lo hacia conmigo, pero no quería saber que habían en esos papeles sobre su escritorio y de que trataban. Suponía que era algo sobre las drogas, algo que podría utilizar en su contra y sin embargo, no quería ni pensar en ellos. Ya en mi habitación decidí ignorar mi cena, seguía sintiendo el revoloteo en mi pecho. Revoloteo que sólo se calmo un poco cuando inhale el olor del saco que Wyatt había dejado aquí hace unas semanas, podría parecer una demente viéndome como me veía, pero no me importaba. Y mucho menos cuando el calor entre mis piernas junto con las palabras de Lyken vienieron a mi cabeza. Todo se volvió peor cuando escuche sus pasos, seguido de la puerta cerrándose. Los únicos que estábamos en la planta alta eramos solo nosotros, así que ese sólo podría ser él. Me removí incómoda por media hora más en la cama hasta que las manchas nítidas en el techo dejaron de impresionarme con su forma, antes de ponerme de pie. Caminando hacia la puerta, mi parte racional pidiéndome que me detuviera y mi ilógica impulsándome a caminar. Y eso hice. El pasillo estaba oscuro, pedí quería acabar lo que paso antes. Sin que huyeramos, quería esto. A pesar de la oscuridad podía vislumbrar la habitación que quería localizar, la seda de mi bata de dormir acariciaba mi muslos enviando oleadas de nervios a mi vientre. Espere un segundo antes de girar el pomo, para ser un capo era alguien descuidado. Cualquiera podría pasar y asesinarlo, pero yo no quería. Al menos no ahora. Empuje la puerta, abriéndome paso adentro. Jamás había visto esta habitación, era grande, tan grande como dos veces mi habitación y la cama King de sabanas blancas estaba contra la pared, ¿cuantas chicas han venido aquí?. La habitación al igual que el pasillo estaba a oscuras, pero una tenue luz salia de lo que supuse seria el baño alumbrando el lugar. Se oía una corriente de agua de algún lugar. Quizá debería irme. Estaba haciendo puras estupideces, ¿quien se cuela en la habitación de un capo y espera salir con vida?. Suspire, esperando antes de irme. Y cuando al fin estaba a punto de salir lo vi, aun no me había visto. Estaba concentrado en su teléfono mientras con la otra mano pasaba una toalla por su cabello húmedo. No llevaba camisa y lo único que cubría su cuerpo era un pantalón de pijama que le guindaba a la cintura. —¿Ángel?. Levante la mirada de su cuerpo y sus tatuajes, encontrando que estaba observándome con el ceño fruncido. Mis pezones se endurecieron y a juzgar por su mirada él lo noto. —No podía dormir. ¿No podía dormir?. En serio. Estaba siendo estúpida. —No comprendo. —dijo, con voz seria pero con el ronquido en sus bordes. —Quiero terminar lo de antes. Y antes de que reaccionará estaba bajando los tirantes de mi bata por mis brazos, debajo no había, sólo las bragas de algodón negras. La seda bajo lentamente por mi cuerpo, incluso bajo con facilidad por mis pechos. Segui su mirada mientras iba bajando por cada rastro de piel que la tela iba revelando. Soltó un suspiro grave y cerro los ojos un segundo. —Ainsley, tienes que irte ahora o no podre contenerme. —musito girándose hacia la otra pared. Su cuerpo estaba tenso, pero vi la forma en sus pantalones. Lo había hecho yo y supe que me deseaba. Por mi parte, estsba acabando con la paz pero quería terminar con esto. Si era esto lo que quería, lo tendría. Lo hacia porque debía y porque quería. Caminando hacia él, tratando de parecer sensual, aun con el rebote de mi pierna, inhale su aroma. Olía a limpio, pero extrañe su olor habitual. Pase un dedo por su espalda esculpida, sintiendo sus músculos tensarse bajo mi toque, antes de que girará. Solté un respingo cuando su mano tomo mi barbilla con fuerza, pero en lugar de dolerme me hizo jadear. Su pecho rozaban mis pechos con cada respiración que daba y era un puto aire a mi núcleo. Me miro un minuto, sus ojos marrones llameando, antes de hablar. —¿Quieres esto?. —su voz demasiado ronca por la situación. Asentí, su mano se movió por mi cabello, sujetándolo. —Dilo, quiero escucharlo de tus labios. —Quiero esto, señor Wyatt. —gemi,mientras su dedo pasaba por mi labio inferior. —Lo deseo. Deslizando sus dedos por mi cabello, acerco su boca a la mía y dio pequeños mordiscos a mis labios. Si alguna vez volvía a ser besada por alguien mas todos estarían por debajo de Josiah Wyatt, sus besos eran una droga que podría probar toda la vida. Después de haber magullado mis labios con sus besos, deslizó sus labios hacia mi garganta, la humedad de su lengua erizando mi piel. Llegando a mi clavícula, sus dientes salieron a jugar por un instante, algo que descubrí me gustaba. Mucho. Aun con su mano apretando mi cuello, se movió hacia mis pechos, que suplicaban ser saboreados y se encontraban listos para sentirlo. Tomando un pezón erecto en su boca, movió su lengua en mi piel, gentilmente mordiendo y tentándome hasta que todo lo que pude hacer fue mover la cabeza hacia atrás con placer. Me removí, impulsándome hacia él, ofreciéndome de todas las maneras y él aceptó. Una vez que había terminado, se movió al otro, dándole la misma atención que necesitaba. Cambiando de uno al otro, boca sobre piel hinchada, dedos pellizcando mis pezones erectos hasta que se sentían duros, disfrutaba la tortura que me ocasionaba y que tanto había anhelado. Reclamando mis labios una vez más, me empujo detrás con sutileza, cayendo juntos en la cama e inmovilizándome debajo de él, sin poner su peso en mi. mientras nuestras lenguas bailaron juntas, no importaba la tensión en mi pierna, no cuando había otra tensión que ansiaba ser calmada. Abriendo mis piernas, se separó de mi boca y se movió por mi cuerpo, tomándose su tiempo para saborear cada parte que tenía descubierta para él. Enganchando sus pulgares en la banda elástica de mis bragas, las deslizó por mis muslos, deteniéndose en mis pantorrillas, demasiado gentil. Solo oí un silbido ronco saliendo de él. Mi diosa interior tomo el control, abriendo mis muslos para mostrarle más, aunque por dentro estaba hecha un manojos de nervios. Mi modestia se había largado, ahora solo el placer y la necesidad llevaban el control. Sin esperar más, bajo la pieza de algodón completamente por mis pies. No me importo ver donde habían caído, ahora solo estaba tratando de concentrarme en no caer cuando su aliento llego a mi muslo. —Maldicion, no sabes cuanto he deseado saborear este coño. — dijo, y la situación me obligo a gemir mientras acariciaba la parte interna. —Se ve tan rosado y jugoso. Con cada palabra grosera que salía de sus labios parecía que me hacia anhelarlo aun mas, quería esto. Y era como si hubiera esperado una eternidad para tenerlo. Su boca cubrio mi montículo y antes de que me diera cuenta, mis manos estaban bajando por mi cuerpo y encontraron su cabello, tirando de sus mechones más fuerte cada vez que su lengua se movía sobre mí. Justo cuando pensé que su habilidad no sería mejor que su boca su dedo entro, moviendose con agilidad, enterró su lengua en mi calor. Mi espalda se arqueó en la cama mientras soltaba un audible gemido que ocasionó que una risa saliera y me hubiera detenido a escucharla de no ser porque volvió a tocar mis fibras sensibles. Wyatt me habia dado un orgasmo antes, pero cada vez iba siendo mejor que la anterior. Mi aliento salía rápido y corto, mi corazón martilleaba contra mi pecho en espera de que mi cuerpo colapsara. Echando mi cabeza hacia atrás, aferré las sábanas con mi mano libre y acerqué más mi coño a la boca de Wyatt, silenciosamente rogándole que me empujara sobre el borde. Que me hiciera correr tan duro que no supiera qué pasaba a mi alrededor. Sus lamidas se incrementaron, su boca prometiendo la liberación orgasmica, ¿existia esa palabra?. Dedos provocaron mi abertura, hundiéndose cada pocos tiempo para añadir al dulce tormento. —Correte para mi, Ángel —dijo, introduciendo su dedo mas adentro mientras sus labios se envolvían en mi clítoris adolorido. Apretó mi pierna antes de masajear, ayudando a mi cuerpo a sentirse menos pesado. —Correte en mi boca, vamos. De no ser por sus manos apretando mis muslos pude salir disparada de la cama cuando soplo directamente en mi abertura y el frío que emanó de allí luego de recorrer mi humedad me cosquilleo en todo el cuerpo. Pero, mi cuerpo parecía querer más y estaba tratando de mostrar cuanto podía aguantar, pensé que olvidé respirar completamente. —No te resistas, vente para mi —urgió él—. Suéltalo y córrete para mí, nena. —El profundo zumbido de su voz añadido al placer, las vibraciones de su garganta retumbando en mi clítoris, rompiendo la última tira de restricción que tenía en mi. Mi cuerpo se tensó por completo cuando mis músculos se contrajeron y liberaron, espasmos lanzándome al cielo mas hermoso. Llamas bailaron detrás de mis párpados cuanto más intensamente me recorría mi orgasmo. Me rendí completamente al placer, no podía pensar claramente en nada, en nada que no fuera este momento. Todo lo que podía hacer era sentir, subir al camión de éxtasis por tanto como duró el recorrido. Finalmente, mi liberación bajo, y pude nivelar mi errática respiración. Mi cuerpo se sentia como una masa gelatinosa que vibraba con mis terminaciones a flor de piel. —¿Estas bien?. —preguntó, su voz ronca retumbando en mis partes. —¿Te duele la pierna?. Si, dolía. Pero la sensación anterior era mucho más fuerte que eso. Todo lo que pude hacer fue sonreír, fije mi mirada en la suya y espere a que el nerviosismo al mirarlo bajara. —¿Estas segura de querer continuar? —volvió a preguntar, y me frustro aun mas. —No quiero que desperdicies tu primera vez. ¿Desperdiciar?. —¿Como sabes que soy virgen?. —¿Como lo se?. —pregunto y una sonrisa dulce, la primera que había visto en sus labios, cruzó su rostro antes de hablar. —Solo lo se. —Quiero esto y tu también lo quieres o… Me interrumpió de nuevo, esto era una de las conversaciones mas normales que habíamos tenido. Si se podía llamar normal al hecho de que estaba tumbada en la cama y el de pie al frente de mi con una tienda de campaña en sus pantalones. —Eres parte de mi fantasías últimamente, Ángel, todo respecto a ti lo es.—murmuro bajando un poco, mientras me inclinaba en mis codos. Quedando frente a frente. —Pero una vez que lo hagamos ya no habrá vuelta atrás, ¿entiendes eso?. ¿Lo entendía?. No, pero solo quería sentirlo. —Por favor, continua.—casi suplique, evaporándome completa cuando su respiración hizo cosquillas en mi cuello. Se puso de pie de nuevo, sus intrincados tatuajes solo sumaban a su atractivo, oscuras líneas mezcladas con coloridas formas pintando su piel. Había estado mirando por tanto tiempo a sus brazos que ni siquiera había notado que se había quitado los sus pantalones de pijama… y no llevaba bóxer debajo. De pie delante de mí en toda su gloria, sus tatuajes no hicieron nada para desviar mi atención de la enorme erección que tenía allí, su polla sobresaliendo como si tuviera mente propia o mejor dicho, cuerpo propio. Tal vez debería haberlo reconsiderado antes. Pensé que estaba preparada. Es decir quiero esto, pero ahora viéndola de frente el pánico volvió a aparecer. No era ingenua, no tanto para el caso. Sabía exactamente en qué nos estábamos metiendo, y esperaba disfrutarlo aún más, pero mirar su grosor, darme cuenta que eso entraría en mi, en profundiza me hizo estremecer, ¿era del tamaño normal?. Me abofeteé mentalmente por pensar eso, pero era normal teniendo en cuenta que era mi primera vez. A muchas mujeres las marcaban, si les iba mal incluso dejaban de disfrutarlo para siempre …¿y que hacia yo pensando eso cuando Josiah Wyatt estaba desnudo al frente de mi mirándome, mirándome mirar su polla?. —¿Lista?. —Se inclino, sus dedos rodeando su excitación. Con agilidad pasó su mano arriba y abajo por su eje, manteniendo sus ojos en mí en todo momento. Recorrí mi vista hasta sus ojos, observando como su abdomen se tensaba cada vez que jalaba de su polla y de nuevo, como se acercaba a mi. Él subió a la cama, su cuerpo sobre el mío hasta que mi espalda toco el colchón. —Veo que sigues nerviosa, Ángel y quiero que disfrutes esto. —dijo de frente a mi. —Podemos hacer lo que quieras, tu tienes las riendas. Poniendo toda mi valentía coloque mis manos a los lados de su rostro, lo acerqué a mí y estrellé mis labios contra los suyos. Las ideas seguían vagando en mi cabeza pero ahora solo quería responder a las acciones de mi cuerpo. —Mierda.— gimió, mordisqueando mi labio inferior, deteniéndose brevemente cuando se levantó para ir a la mesa al lado de la cama, sacando una tira plateada y rasgándola. Un condón. Quería parecer sexy y confiada, pero la verdad era que mis nervios no ayudaban. Se inclinó de nuevo hacia mi, apoyándose sobre sus codos. Sus labios acariciaron los míos mientras se acomodaba sobre mi, distrayéndome cuando la punta de su polla presionó lentamente dentro. —Suelta todo, no te tense.— advirtió—. Solo lo empeorará todo. ¿A que se refería con empeorar?. Sabía que dolería, ¿pero lo haría mas de la cuenta?. No pude contenerme de ceder a mi intranquilidad, frunciendo el ceño y clavando mis uñas en sus brazos. Sonaba como si hubiera estado con muchas vírgenes. Pero era obvió, era Josiah Wyatt. Aún así no quería parar, era el momento de ser una mujer y hacer lo que había querido por un tiempo ahora. No había otro hombre que deseara que fuera mi primero, ninguno se compararia con lo que él ocasionaba. Su polla deslizándose por mis pliegues con facilidad, con tanta suavidad como poseía, se introdujo en mi estrechez, deteniéndose cada pocos segundos para permitirme adaptarme. Se inclino hacia mi y la manera en que metió su lengua y la movió sobre la mía cuando invadió mi boca, aligeró mi tensión y ayudo a alejar mi mente de la punzada de dolor una vez estuvo completamente dentro de mí. Finalmente, eramos uno, la fricción de nuestros juntándonos. El placer mas exquisito nunca antes sentido. cuerpos —¡Maldita sea! —gruñó—. Ahora … no voy a durar mucho. Desacelerando sus embestidas, respiró profundamente antes de echarse atrás para encontrar un mejor ángulo. Apretando mi cintura, se hundió aun más en mi, penetrándome con un controlado frenesí, retirándose lentamente antes de repetir— ¿Te estoy haciendo daño?. —No. La última cosa que quería explicar era que aunque todo mi cuerpo dolía con delicioso placer y la tensión de mi pierna, no quería detenerlo. Ansiaba esto, su descarado deseo por mí. Así que “no” sería mi única respuesta ahora a esa pregunta. La boca de Wyatt se separó y su cabeza hacia atrás ligeramente, su agarre en mi cintura endureciéndose todo mientras intentaba no acelerar sus penetraciones, conteniéndose. —Ya estoy en ello… Justo cuando los familiares hormigueos comenzaron, se acercó a mi cuello y beso mi piel. Moví mi mano y entrelacé mis dedos en su cabello, abriendo mis piernas tanto como podía cuando las separó con su muslo. Empujando en mí, sus dedos continuaron jugando con mi sensible nudo de nervios y su boca seguia en mi cuello, intensificando la excitación hasta que pensé que me rompería en un millón de trozos. Jadeos contenidos golpearon el lado de mi rostro, la lengua de Wyatt lamiendo la piel de mi cuello, mordiendo y succionando mientras su cuerpo reclamaba el mío. La presión se construyó y mis músculos se tensaron en una nueva ronda. Como la más dulce de las caídas, el clímax construyéndose. —Estas comenzando a apretarte alrededor de mi polla —gruñó—. Y es la mejor jodida sensación en el mundo, Angel. Bajando mi mano de su cabello, la puse en su espalda, mis uñas clavándose en su piel y anclándome en el lugar. Intenté retenerlo tanto como pude, nunca queriendo que su dulce asalto terminara, pero mi cuerpo tenía otros planes esta vez. —¿Vas a correrte para mi? —preguntó, añadiendo más presión a mi cuello, y su mano apretando mi clítoris. Asentí, con sonidos involuntarios saliendo de mis labios. —Entonces, hazlo, Ángel.— gruñó, su velocidad incrementándose hasta que gritó su dichosa liberación. Su liberación me excitó tanto que hizo mi propia liberación aun mejor. Nuestros cuerpos continuaron moviéndose juntos un poco mas, enredados el uno en el otro durante los siguientes tres minutos. Tumbándose a mi lado un minuto después, sintiendo el vacío de su polla en mi interior. No paso mucho antes de que el cansancio ganará y me quedara dormida, con su olor envuelto a mi alrededor. ______·•·______ Hola, hermosas y perfectas personas. Gracias por continuar leyendo esto, son un sol brillante en agosto. Mis lunitas preciosas. Bueno, Ainsley es medio bipolar, pero creo que esta haciendo las cosas bien. Esa chama no tiene un pelo de tonta, de pendeja si, de tonta no. Pero, ¿quien sabe?, aún faltan varios capítulos y todo podría pasar. Chama, vi que la mayoría están amando a Noah y no comprendo. A penas le dijo que era perfecta y le hizo ojitos. Bueno, aunque Josiah si a sido medio, muy, pendejo. ¿Son TeamNoah o TeamJosiah?. Hasta aquí mi reporté, Joaquín. Luv yah✨. •21• Había despertado hace unos minutos y tenia miedo de abrir los ojos para comprobar donde estaba. Sabía que debía estar en cautiverio, pero si lo de ayer era un sueño debía estar en la cama que habían propuesto para mi y no en la cama de Josiah Wyatt, ¿no?. Porque lo de ayer no paso, ¿cierto?. Estaba segura que si abría los ojos estaría mirando la misma pared blanca y con manchas cafés por la humedad o ese techo con grumos al que ya me había acostumbrado, sin importar el dolor que sentía en todo mi cuerpo y en mi centro celestial que seguro seguía sin ser tocado. Pero, para mi desconcierto, no era así. Las paredes color pastel y las cortinas bailando con el viento de las puertas del balcón abiertas fue lo primero que vi. Y su olor. Su olor recubría cada partícula de aire que inhalaba, trayendo todo con rememoración a mi cabeza. Por un momento, me permití saborear la culpa que corroía mi pecho con cada palpitación recordada entre mis piernas, que lentamente subía por mis muslos y continuaba subiendo llenando todo de presión y tensión. Todo me golpe tan rápido que ahogue un jadeo, procurando no ser escuchada por nadie. Joder, ya no era virgen. Pues, ¿que esperaba?. ¿Entrar al cuarto de un hombre desnuda y salir con un juguete?. Sabia en que me estaba metiendo, lo sabia ayer, pero hoy… no estaba tan segura si fue la cosa mas inteligente por hacer. Pero, la manera en que Josiah me miró, tocó, y habló en mi oído mientras se movía dentro de mí, me calentaba. Su voz calmó mis preocupaciones sobre mi primera vez. Y aún así, aunque fue perfecto, solo quería correr y esconderme de él, no sentir su mirada en mi mientras en su cabeza recordaba la forma de sus manos sobre mi piel y como sus dientes raspaban cada fibra de autocontrol en mi, barriendo con su lengua mis pechos. ¿Cambiaría esto algo?. No quería ser su puta, aunque ayer había actuado perfectamente como una. Dios, ¿en que estaba pensando?. Una parte de mi quería regresar el tiempo y no haber entrado a este cuarto, no haber entrado al apartamento cuando fue a por mi tía, haber ido al parque o a caminar y haber vuelto cuando él ya no estuviera; pero sabia que no podía, porque otra parte de mi estaba brincando en una pierna por lo que paso ayer. Mis músculos se tensaron cuando me estiré, buscando una posición cómoda para empezar a buscar la poca ropa con la que había entrado aquí. Recorrí mi mirada por el lugar, tratando de enfocar mi mirada sin detenerme a mirar nada mas allá de mi objetivo, pero algo apareció en mi campo de visión. Fotografías estaban posicionadas en perfecto orden en la pared, dentro ser marcos dorados que relucían aún en la distancia. Ignorando el frío que recorrió mi espalda cuando me puse de pie, tome la sábana y caminé para obtener una mejor vista. Fotografías de todo tipo. A blanco y negro, color sepia, multicolor y a color. Todas ellas pertenecían a un niño de edad temprana, ¿era Josiah Wyatt?, imposible. Las fotos parecían de hace algunos años, y aún que no sabia la edad de Wyatt supongo que debieron pasar al menos dos décadas desde que fue un niño. ¿Entonces, quien era ese niño?, sus ojos café, su cabello con rayos dorados y sonrisa ancha, en la mayoría estaba disfrazado. En todas estaba solo. Un nota doblada en la esquina del marco renombro, una inscripción visible: “mi dulce niño”. ¿Quien era, donde esta?. —¿Se te perdió algo?.—su voz cargada de enojo me hizo dar un traspié. —¿Te ayudo a buscarlo?. Me gire hacia él, y por alguna extraña razón apreté la sabana a mi alrededor. Sus cejas fruncidas hicieron que volviera recordar la vez que sentí el aire drenando de mi cuerpo por su mano apretando mi cuello, la vez que su amenaza hizo eco de dolor en mi pecho, y sin embargo ahora parecía tan lejano. Mis pezones optaron de nuevo por erizarse y me reprendí para mis adentros. —¿Si?.—dije, luego de que un gruñido bajo saliera de él. ¿Estaba enojado?. —¿Si?—repitio, alzando su ceja. Una mezcla de confusión e ira. —Quiero decir, no.—me apresuré, dando un paso hacia atrás. — Sólo estaba buscando mi ropa y vi la foto y… Su mirada fue hacia donde estaba la mía anteriormente y en un segundo vi como su rostro cambio de ser inexpresivo y apretar su mandíbula y arquear su ceja. Todo a la velocidad de la luz. —Cuando consigas tu ropa te quiero fuera de mi habitación.—gruño, de nuevo, girándose hacia la puerta del baño.— Si no es así le pediré a alguien que lo haga por ti. ¿Le pediría a alguien que me sacará?. —¿Qué?—pregunte, aunque no quería que lo repitiera. Quería entender si lo estaba diciendo de verdad. —Te quiero… Y lo repetiría, no le importaba cuanto me lastimará. Le valía una mierda, y era tremendamente estúpida, más que antes solo por pensar que a este hombre le importaba algo que ocurriera con cualquier persona a su alrededor. Que alguien me abofeteara, por favor. —Escuche lo que dijo, no soy sorda.—lo corte, igual que estaba tratando de normalizar mi respiración, o mis sentimientos. —Pues parece que no logras captarlo muy bien.—bufo Lo sabía. Era una estúpida, y ayer había afianzado el papel. ¿Que esperaba?. Una escena romántica donde él trajera el desayuno a la cama, eso esperaba. ¿Y después qué?. ¿Que confesara su amor por mi?. ¿Un final feliz, con él?. No, no. Di un paso rápido a la puerta, ignorando el hecho que solo iba en una sabana y que todos verían la vergüenza seguirme de cerca, pero cuando lo hice él dio un paso deteniéndome. Espere algo, una disculpa, cualquier cosa. Que dijera que sólo estaba desconcertado por lo de ayer, por las emociones, sería entendible. Pero solo vino lo peor. —Lo que paso ayer... no volverá a pasar, fue un momento de debilidad que no volverá a ocurrir.—pronunció tan fríamente que un pinchazo apareció en mi pecho, obligándome a llorar. Pero, no lo haría. Al frente de él no lo haría. Ya bastante me había humillado dejando que me hiciera suya por unas horas, no iba a perder el poco de dignidad que aún tenía en mi. —Eso espero.—logre decir, si decía algo más sabia que me echaría a llorar. Él había mencionado que lo de ayer había sido una debilidad, pero no la conocía. La debilidad iba a ser si le permitía ver que me estaba rompiendo, y que quizás esperé algo diferente. La cosa estaba que solo soñar dormida podría atraer muchas desilusiones, pero tratar de cumplirlos despierta hacia que te decepcionarás peor. Porque un sueño podrías olvidarlo, pero las consecuencias de las acciones las recordarías para siempre. —Y la próxima vez podrías actuar con más respeto, sabes a quien te estas dirigiendo. Cualquier persona antes hubiera terminado con su vida antes de pronunciar una sola palabra.—y con eso se giro y se dirigió con total naturalidad al baño. Estuve tentada a pedirle que lo hiciera, a lanzarle algo. Ver donde llegaba, tratar de ver cuanto autocontrol tenía, ver si podría llevarlo a cabo. Quería odiarlo, quería que lo ultimo que sintiera hacía él cuando extrajera la vida de mi fuera el odio y no el deseo. No lo hice. No le daría la oportunidad de tomar algo mas de mi. A partir de hoy, oficialmente, odiaba a Josiah Wyat. Cuando salí de ahí respire continuamente, recuperando oxígeno. Sintiendo mi corazón caer a mis pies, él no me rompería aun más. No le permitiría ese lujo. La ducha fue reconfortante, pero aun así no lograba eliminar su marca en mi piel. Y para colmo tenia enormes chupetones en mis pechos y uno en mi cuello, ¿podía ser peor?. Lo peor era que en unos minutos lo vería porque trabajaba en la oficina. Si tenia suerte, cosa que sabia que no, él no estaría y podría estar todo el día en la biblioteca. Y si, tenía razón. Él no estaba, sentía que me estaba evitando, ¿pero a quien le importa?. No era mi problema que la teoría de que Josiah Wyatt resolvía sus problemas de frente fuera nula y el hombre fuera un cobarde. Acomode los libros pesados sobre el estante, logrando que mi mal humor disminuyera junto con el desorden de libros que ahora estaban apilados en un orden de mayor a menor tamaño. Me aleje observándo mi trabajo, justo cuando la puerta se abrió con suavidad, me tense esperando a Josiah Wyatt, pero en su lugar un hombre rubio entró. Dos hombres lo seguían de cerca, ambos con aspectos en sus rostros de "mirarme y mueres", pero el rubio tenia una expresión impasible y casi burlona en su rostro. —Señor, disculpe pero no es posible que entre aqui.—me adelante a decir, actuando como lo que era, una secretaría. Una de las principales reglas era que nadie podía entrar aquí sin autorización, ni siquiera sus hombres. Era casi un milagros que no hubiera una alarma de seguridad o algo por el estilo. —Eres nueva aquí, ¿no?.—preguntó el hombre, repasando mi aspecto. Sin pasar a lo vulgar, solo a lo curioso. —¿Quien eres?.—pregunte, cuando arqueo una ceja curiosa en mi dirección. Adelantándome antes de que él lo hiciera. —Yo pregunte primero, y creo que sería de mala educación que no respondieras.—dijo, acomodando su chaqueta de cuero. No había preguntado eso, pero su actitud relajada también demandaba autoridad. —Soy la secretaría del señor Wyatt.—dije, comenzando a impacientarme. —Secretaria.—repitió, con airada burla a nadie.— Pensé que era un hombre que se ocupaba de sus propios negocios. También lo pensé, al menos en los negocios laborales y no físicos, pero no iba a discutir eso con este hombre. —¿Quien es usted?.—repeti la pregunta, estaba comenzando a sentirme incómoda de verdad. Lo mas raro fue cuando se quedó en silencio, unos segundos. Solo mirándome, fijamente. Y no mentiros a decir que sus ojos azules me estaban dando escalofríos en la espalda. —Oh, cierto. Que poco caballero. —dio un paso hacia mi, extendiendo su mano con cuidado, su saco se abrió un poco mostrando el rifle que guardaba en su pantalón —Un placer, soy Ezekiel Anyetz. Por alguna razón, su nombre me sonaba. Quizá de algún periódico, o alguien lo había mencionado en Bugnys o en esta casa. No lo ubicaba. —¿Es algún proveedor o algo por el estilo?.—pregunte.— Porque, si es así, Josiah Wyatt no esta aquí y no creo que llegue en unas horas. Esperó que dure días fuera, que no pueda volver a ver su cara nunca más. Pero eso sería mucho pedir y la suerte nunca fue mi amiga. —¿Tu jefe no te ha hablado de mi?, que decepción.—y en verdad lucía decepcionado, pero tan rápido como fue de nuevo volvió a colocar esa sonrisa socarrona en su rostro, no me daba seguridad. —¿Parezco un proveedor para ti?. Ciertamente, no, su ropa parecía de diseño, junto con todo él. De hecho los hombres a su lado me miraban como si quisieran estrangularme por sólo haber mencionado tal cosa, sin embargo, su sorpresiva aparición me decía que era alguien importante. Quizá, uno de los proxenetas, ¿Wyatt tenía?. Este hombre tenía un ligero acento marcado, pero no podía descubrir de donde era su procedencia. —Por ello pregunte quien era, señor. —conteste, más altivamente de lo que quise.—No sé quien sea, y no creo que a mi jefe le guste que este aquí. —Vash zmeinyy yazyk privedet vas kuda-nibud', nadeyus', kudanibud' priyatno.—parafraseó de una manera rápida y en algún idioma del cual no lograba averiguar su procedencia. —¿Disculpe?.—inquiri, tratando de dar un paso hacia atrás — No entiendo italiano. El hombre solto una carcajada, los hombres a su lado bufaron también, como si lo que hubiera dicho fuera una blasfemia para ellos. No quería entender, y tampoco me importaba, que era lo que le parecía tan gracioso. —Porque no es italiano, Es ruso.—explico, encogiéndose de hombros. Y entonces, tan rápido como esas palabras salieron de su boca el caos explotó. Las puertas se abrieron tan rápido que rebotaron contra el estante haciendo que todo allí se cayera, incluyendo los libros de tapa gruesa que acaba de acomodar. Los hombres al lado de Ezekiel sacaron pistolas de sus bolsillos, mientras que Noah iba a la cabeza de dos hombres que tenían grandes armas consigo apuntando a los intrusos, quizás si disparaban estaría yo en el campo de tiro y de nuevo, la idea de morir en esta casa me aterro y era mas temor por el hecho de que el rostro de diversión y paz de Noah estaba incrustado con tensión y enojo. Mi pecho se apretó a la vista de todas las armas y los hombres apuntandose entre si. Si a alguien se le escapaba una bala seria el inició de una masacre, ¿podria ser?. —¿Que haces aquí?.—esa voz era la de Josiah, su mirada dura contra la espalda de Ezequiel, quien me miró con una sonrisa engreída antes de girar con elegancia sobre sus pies. —Que mal recibimiento para el capo de Rusia, Josiah.—chasqueo la lengua y negó con la cabeza un poco.— Pensé que habías aprendido modales desde la última vez. El capo de Rusia. Había echado al capo de Rusia. Me había dirigido al capo de Rusia con poco respeto, eso era... Joder, me estaba convirtiendo en suicida. ¿Como era que aún no tenia una bala en mi cabeza por eso?. Ahora entendía por que sus hombres me miraban con enojo y su risa sobre mi pregunta. Y Josiah seguía sin dar la orden de bajar las armas. ¿Eran enemigos?. Ambos eran capos de distintas zonas, ¿como es que no eran amigos?. —Lo único que quiero hacer en estos momentos es meter una bala en tu maldita cabeza.—si pensé que había conocido el tono de voz frío y de ira de Josiah estaba equivocada. Sus ojos estaban legalmente apuntando dagas hacia el intruso, y aún así este permanecía con una sonrisa en su rostro. Como si no estuvieran apuntando su cabeza, como si no le temiera a la muerte. A mi me daba miedo de solo mirarlo. —¿Podrias decirle a tus hombres que bajen tus armas?. —preguntó, con aburrimiento. —Vine en paz. Eso va con ustedes también, chicos, bajen sus armas.— sus hombres se miraron, dudando un segundo, antes de cuadrar sus hombros y bajar sus armas, sin guardarlas del todo.—Lo siento por eso, Wyatt, sabes como es esto. —Al carajo con esto.—Wyatt levantó una mano, sus hombres movieron sus armas de dirección, justamente estaba en la vista de una de ellas, así que solo me moví unos centímetros. —No confió en ti, ¿que quieres?. —Primero, ¿como es que no le hablaste de tu viejo amigo a tu secretaría?.—comento, y me tense cuando los ojos de Wyatt se desviaron por primera vez en mi. Por favor, no pienses en lo de anoche. Por favor, no lo hagas. —¿Que, mierda, quieres?. —Hablar.—comentó, y se encogió de hombros.—Solo eso. —Ainsley, sal de aquí. —y solo eso. Más y frialdad. Lo aborrecía, mire a Noah quien apretó su mandíbula. —Espera. —el hombre se giro hacia mí. Su cuerpo cerca del mío, tan cerca que el olor a tabaco me dieron arcadas. —Linda, ¿podrías traerme un café?. ¿Podría?, si. ¿Queria?, no. Pero era la secretaría, tenia que hacerlo. Sin importar que quería golpear algo. —Enseguida, señor. —dije y comencé a caminar. Lo mas lejos de las armas, tuve que hacer un esfuerzo ya que no había mucha distancia desde la puerta y ellos. Comencé a caminar lejos, haciendo un mohín cuando mi pecho comenzó a apretarse, no quería llorar, pero por lo menos no me veía nadie. Joder, dolía. ¿Porque dolía tanto?. El rechazo, era el rechazo lo que me dolía. Quería aferrarme a eso. Algunas lágrimas se escaparon, nublando mi visión y aún así las limpie antes de ser vistas por alguien. Me detuve en la cima de las escaleras, justo cuando oí mi nombre ser dicho en voz neutral. Era Noah, mierda, cuando lloraba se me hinchaba el rostro. —¿Estas bien?.—y me miró, hizo una mueca. Su arma seguía con él y di un paso hacia atrás, era más grande de cerca y la sensación de miedo hacia que se minimizará el sentimiento anterior. —¿Estas llorando?. Si, pero no quería que él supiera la razón. —Bueno, sólo son la vista de las armas. Me dan miedo.—menti, y aunque debí sentirme mal, no lo hice. Reaccionó dando un paso hacia atrás, su gran cuerpo se alejó de mi y se saco la correa de esa cosa antes de agacharse y ponerla en el suelo. No sabía si era buena idea teniendo en cuenta las personas que estaban en la oficina, pero aun así no discutí. —Oh mierda. Lo siento. —dijo, con verdadero arrepentimiento. Ahora si me sentí mal.—Debí saberlo, nunca haz visto un arma de cerca. Si las había visto, muchas veces. Mi padre me apuntó con una y había visto muchas desde mi estadía aquí, pero no quería llevarle la contraria. —Tranquilo—force una sonrisa, señale detrás de mi. —Tengo que ir a la cocina, ya escuchaste la petición. Asintió rápidamente. —Si... Oye, estuve pensando y te quiero proponer algo. Y aquí empezaba mi angustia. —Noah... —Oye, no te asustes. Aún no te pediré una cita, así que no pongas esa cara. —bromeo con una sonrisa, que aligeró mi estado de ánimo. —Solo pensé que podría enseñarte defensa personal, para que... —No lo creo, mi pierna no ayudaría.—dije tema. tratando de alejar el Y no quería romper la regla de no fraternizar con empleados. Aunque me pareciera estúpida. —Podríamos trabajar otras áreas del cuerpo, como los brazos.—se apresuró a decir. —Por favor, todos necesitan defensa personal. Y además es gratis.—hizo bailar sus cejas. Su rostro ya no era el mismo que apuntaba a la cabeza a el hombre, vida de capo. —No lo se, Noah. —No quiero que te pase algo, si algo pasa puedes defenderte. Lo dude, pero tenía razón. Había estado en peligro muchas veces y no pude hacer nada, solo por no saber defenderme. —Yo... —Solo di que si, yo me encargó del resto. Su rostro cambio, suplicante. Dios, era guapo. Tremendamente, guapo. Y aun así no hacia que mí corazón se acelerara. —Esta bien. Su sonrisa se ensanchó. Olvida lo guapo, era hermoso. A pesar de que no sentía nada por él tenia que tener claro que no era ciega. —Grandioso. —aun con la sonrisa dio un paso hacia atras.—Bueno, te veo luego. Y luego, ya se había ido luego de tomar el arma. Los mafiosos me desconcertaban. ____·•·____ Hello, cosas preciosas, han pasado exactamente 20 días desde que actualice. Lamento eso. Bueno, leí algunos comentarios donde algunos abandonaron y desarchivaron la historia de su biblioteca y en serio, me puso un poco triste. Lamento haberme atrasado, pero últimamente he estado bajo estres por problemas personales ligado a un bloqueo tremendo, así que agradezco que algunos sigan aquí. No diré algo como: "abandonare la historia porque no puedo continuar y tengo problemas", por que no sería yo. Y algo que me propuse como meta es conseguir hacer de este libro parte de una trilogía y no lograría eso si me detengo, además, me gusta escribir sobre esto y es lo que mas amó. Les confieso que hice un esfuerzo por traerle este capítulo, que tenía escrito alguna parte desde hace ocho días, y púes sólo faltaba terminar y editar un poco, pero aquí esta. Gracias, por si sigues leyendo esto. Y aunque soy medio antiparabolica al no contestar mensajes, leo cada uno y agradezco su apoyo, suscomentariosmedanmilañosdevida. En serio, cada mensaje va a mi estado de Whatsapp, porque me encanta presumir que tengo tan geniales lectores. Los amo con mi corazón de pollo🐥. PD: Quiero crear un grupo de whatsapp, para que así sea mas fácil comunicar, pero quería pedir su opinión. ¿Que les parece la idea?. Ustedes deciden. PD²: Antes de que digan "tanta espera para un sólo capítulo", esta vez si es real y ya tengo una parte del próximo. Probablemente lo suba mas tarde o mañana. Hasta aquí mi reporte, Joaquín. [@gabylucenar, lo siento, Joaquín ya volvio. Ame tu cometario.] •22• POVAinsley Cuando entre a la oficina con el café quemando mis manos el hombre se encontraba aquí, sentado en la mesa al frente de Wyatt jugando con un vaso con liquido ámbar dentro, cuando nuestros ojos conectaron me miro divertido. —Lo siento, el café tardó demasiado y tenía algo de sed. Apreté mis labios y asentí, sintiendo como mis manos ardían por lanzar el café a su rostro, pero en el minuto que lo hiciera tendría dos balas justo en mi frente. Solo aspire y me enderece, tratando de lucir inexpresiva, antes de girar hacia la puerta. —Bien.—dije, sin hacer contacto visual.—Me retiró. —Damelo.—ordeno Wyatt. Su voz la noche anterior, exigiendo que le diera mi orgasmo. De nuevo, parece haber cambiado más, tiene una postura amenazante y fuerte, sus hombros rectos y la mirada aburrida, pero sin salir de lo autoritario. Joder, solo quiero que me doble en esta mesa y me haga suya mirando su poder, evaluando cada movida de ficha... ¿Me he vuelto loca por eso?. La repuesta sería un rotundo "si", obvio que si. Y más después de su trato. Ayuda, Dios. Sin decir nada, aleje los pensamientos de mi cabeza y me acerque a él. Ahora estaba nerviosa, y esperaba que el café no cayera de mis manos, aunque si lo hiciera no me culparía. —Ahora puedes retirarte. —dijo, despachando mi presencia de allí. De nuevo, por tercera vez en el día era echada de un lugar, por el mismo hombre, ¿quien querría mi suerte?. POV Josiah —¿De donde la sacaste?. —preguntó Ezekiel cuando Ainsley hubo cerrado la pierda detrás de ella, sus hombros estaban caídos, y sabia el motivo. Y aún así no podía hacer nada, era mejor dejar todo así, ella no podía seguir creando batirías que nunca pasarían en su cabeza. —¿A que te refieres?.—conteste, sin darle mucha importancia. Pero sabía cual era el brillo curioso en sus ojos, habíamos sido grandes amigos antes de que la guerra de territorios hubiera explotado. Antes de su traición, así que saber el hilo de sus pensamientos no fue muy difícil. —Es muy… inocente para ser una de tus putas y para ser sacadas de uno de tus casinos —penso, llevando el vaso a su boca—¿O la estas follando o le tienes lastima?. Apreté mis manos en puños, inclinándome hacia él. No tenía mucha paciencia, pero había aprendido a ocultarla desde hacia muchos años, aun así Ezekiel estaba haciendo que perdiera la poca paciencia que estaba teniendo. —¿Viniste aquí a hablar de las putas en las que me meto o de algo más?, porque si es así puedes volver a meter tu trasero de donde sea que lo trajiste. La imagen de la noche anterior vino a mi, mi mano en su cuello y mi boca en sus pechos. No veía ninguna marca, pero sabía que estaban allí y de nuevo enviaba corrientes de adrenalina a mi polla que comenzaba a levantarse. Verla en sabanas, sabiendo lo que habría debajo de ella me mataba, quería volver del gimnasio y continuar con ella sentir el calor que rodeaba mi miembro al hundirme en ella, pero verla al frente de las fotografías continuó con la realidad. Era cuestión de tiempo para que se fuera, sólo unas semanas, antes de que juntará todo el dinero de su paga con el precio que habíamos acordado. Después de eso estaría fuera de esta casa, sería libre y nada la ataría aquí, ni mi intento de protegerla, ni el deseó que evaporaba mi sangre al pensamientos de su cuerpo, y no podría hacer nada para detenerla. Si lo hacia solo traería que se sintiera prisionera, y no lo quería. Había fantaseado con ella tanto que dolía, y aunque sabia que debí alejarla, echarla de mi habitación y cerrar la puerta, no pude hacerlo. Dios sabia que no era un santo, era un demonio y sólo quise arrastrarla a mi infierno para que ardiera junto a mi, pero el pinchazo de culpa me invadía. Era su primera vez, y no debí haber sido yo, no debió haber sido así, y aun así lo volvería a hacer. —Vine a hablar de negocios—dijo Ezekiel alejando los pensamientos de mi cabeza, dejando el vaso sobre el escritorio y adoptando una posición formal. —Las rutas de envió de droga. Mi visión se nublo y me controle por no sacar la pistola en la gaveta y estrellar una bala en él. Era muy valiente viviendo aquí después de todo, o era eso o muy imbesil cuando yo sabía todo. —¿Viniste a recordaron que robaste mis mercancías en una emboscada?. —interrumpí, poniendo de pie. —Hablando de eso, pensé que tenías mas moral. —Mi territorio no necesita robar mercancía, Wyatt. No somos ladrones, así que cuida tu lenguaje.—apreto su mandíbula. Nos miramos fijamente, ambos esperando que el otro atacara para saltar sobre la yugular del otro. —Vete a la mierda, Ezekiel, tengo suficientes datos que apuntan a ti. La ruta de Las Vegas era uno de los mayores canales que mi territorio apuntaba a comercializar, ganaba millones con entregas por esa dirección. Era una ruta que nadie conocía, pero alguien la había descubierto. Había perdido millones en drogas por culpa del soplón, o quizá, nos siguieron, en todo apuntaba Anyetz. —No seas un dolor en el culo, Wyatt, eres mas inteligente que esto aunque tengas momentos de idiotez. —espeto, calmadamente, volviendo a controlarse —No soy tu enemigo y me importa un rábano tu exportación cuando mi territorio ha estado bien últimamente. Arquee una ceja y me senté, estaba determinado a acabar con esto. Bien sabia que no podía permitirme una guerra de bandos con su territorio, seria muy arriesgado en estos momentos, y aun así estaba haciendo un esfuerzo por no lanzarlo fuera de aquí. —Varias de mis rutas han sido robadas también —continuo, arreglando su camisa.—Hace un mes tenía propuesto enviar una cantidad subliminal a México, estaba todo listo, pero una emboscada fue planeada y mis hombres no pudieron hacer nada, ¿no te suena?. Aun así no confiaba en él y no sabia si lo que decía era cierto. No dije nada, solo me limite a mirarlo con barrido aburrimiento, intentando solucionar mi lucha interna. ¿Porque tenia tanto en la cabeza?. —Pero, hace una semana atrapamos a uno de los hombres y no creerás lo que me dijo. El hijo de puta estaba haciendo mi trabajo de actuar calmado imposible. —No recuerdo que fueras tan de rodeos, Anyetz, habla de una puta vez. —¿Te estoy haciendo un favor y así es como reaccionas?.— escupió, arqueando una ceja. —Estas haciendo que me vaya y... —Nunca haz hecho favores de gratis, si estas aquí es porque necesitas algo a cambio, somos lo mismo. —Podría ser, pero en este caso no, solo quiero conseguir al que ha estado jodiendome y encargarme de él, si es posible.—expreso — Podríamos llamarlo "un acuerdo de ayuda mutua". Yo te ayudo a ti y tu me ayudas a mi. —Acabas de decir que atrapaste a uno de los hombres, ¿no te haz encargado de de él?. Todo parecía arriesgado, pero algo me decía que estaba siendo real. Ezekiel tenía moralidad, algo que pocos tenían en este negocio, pero aún así no me permití confiar mucho en él. Tenía moralidad, pero también había pasado mucho tiempo desde la última vez que había hablado con él y las cosas de la vida hacían que las cosas cambiaran. —Termino siendo débil y murió antes de que pudiera sacarle algo más. —continuó, encogiéndose de hombros. —Ya no aguantan tanto como antes, al mínimo intento de arrancarle su ultimo dedo ya estaba cayendo a la muerte. El castigo en estos casos era implacable, y romper las manos y cortar los dedos era el castigo justo para los ladrones. Algo que venía siendo una costumbre de nuestros ancestros. —¿Que te dijo?.—pregunte, juntando mis manos. Estaba exasperado. Y sólo había una cosa que podía solucionar mi estrés, y estaba jodido si pensaba en eso cuando estábamos hablando de negocios. —No dijo nada, sólo dijo que alguien tenía varios soplones en distintos territorios.—comento, seriamente. —Y ese alguien es nuestro amigo Cole Tristan. Bufé ante la mención de su nombre Había crecido para esto, y desde que era joven sabía que un día dirigiría el imperio Wyatt y este territorio. Estaba arraigado en mí, mi padre me llevaba a las reuniones para asegurarse que sabia todo lo interno y externo del negocio, sin importar lo duro que fuera. Las reglas. Las políticas. Todo. Los detalles, desde quién estaba en nuestra nómina para embolsillar hasta las mejores rutas de intercambio y quien era nuestro rival mas grande. El territorio de Texas era manejado sin reglas, sin moralidad. Sus actos estaban muy involucrados en el tráfico de personas, vendiendo mujeres y niños a los más altos y enfermos postores, robando y siendo desleales ante sus iguales, sin una percepción en el mundo por la vida de otros ya sea que lograran su objetivos para todos los propósitos mas bajos del mundo. Y aunque mi territorio no era un santo cielo, habían reglas que circulaban y que debían cumplirse, o llevarian a consecuencias graves, tan graves que lo consideraban taboo. —¿Y pretendes que te crea por… —Vamos, Josiah, a pesar de lo que paso entre nosotros jamás haría algo para perjudicar. No es así como trabajo.—me corto. Las imágenes de hace cinco años volvieron a mi cabeza, todas de él con ella. Pero, no había furia, ahora lo recordaba aburrido. Casi lo llegue a matar, si no hubiera sido por sus hombres hubiera sido capaz de hacer que nuestros territorios entraran en una guerra por una sola cosa: una mujer. —Agradezco que hayas venido a decirme esto, Ezekiel, pero es mi territorio y a partir de aquí trabajo solo. Empezaré a investigar por mi cuenta. Y si era cierto que alguien de mi confianza me estaba traicionando pagaría caro. La lealtad era algo que pedía, y la muerte era algo que imponía si lo incumplian. La verdad todos mís hombres actuaban como leales, y no sabría quien fue el traidor, pero lo descubriría cueste lo que cueste. —Yo también tengo que actuar, si no recuerdas también me jodieron a mí... —Trabajo sólo, siempre. —apunte. —Eso pensaba, hasta que vi que el hombre tiene una linda secretaría. —Nunca le he dado asuntos importantes, y si tengo una o no es mi jodido asunto. —espete, con disimulado enojo—Trabajo solo y punto. —Me necesitas para esto, tengo los nombres de las demás personas involucradas, imbécil. Se puso de pie. Y después de tanto tiempo vi como el hombre de actitud impasible comenzaba a enojarse. Pero tenía razón, dos eran mejores que uno, aunque la mayoría del tiempo quisiera exterminarlo y viceversa. —Despues de eso te quiero fuera de aquí.—dije —Eso pensé.—canturreo, volviendo a su actitud habitual. —Hare una fiesta, donde todos los capos y sus personalidades de confianza estarán invitados. Me permití reír con ganas, antes de parar y lanzarle una mirada de muerte, buscando a ver si era una broma. Se limitó a mirarme. —Estas actuando como un suicida, y no es la forma en que debemos manejar esto. —¿Podrías cerrar la boca y escuchar?. —inquirió, exasperado. — Tenemos dos semanas para esto, en esas dos semanas buscaremos aliados. Se que los únicos jodidos no hemos sido nosotros y será cuestión de tiempo antes de que los demás empiecen a buscar venganza por sus manos. —Sigo sin entender tu plan. —expuse, tomando el café y dándole un sorbo —¿Planeas que actuemos juntos como mejores amigos y… —Pretendo que actuemos para proteger nuestro territorio, después de eso todos se pueden ir a la mierda. Tristan es un capo desleal y nunca sabremos lo que planeara, y si se algo es que tenemos un interés en común con los demás: es en destruir al que esta arruinando nuestras ganancias. Había frecuentado con la mayoría de los capos en reuniones territoriales, en eventos y fiestas pero nunca fue como si actuáramos como amigos. Cada uno podría poner el corazón del otro en una navaja si se requería y no tener el más mínimo pudor o culpabilidad, de eso se trataba la mafia. Pero, de eso a trabajar en conjunto con ellos era una locura. Todos estaban concentrados en conseguir la mejor tajada del pastel desde hace años. —Sigo pensando que es una reverenda locura. —Yo me encargaré de contactar a los demás, tu sólo encargarte de asistir.—respondió. —Si Tristan cree que tiene tanta suerte ira y lo tomáremos, es cobarde cuando tiene problemas de frente, y eso lo llevará a que nos diga los nombres que necesitamos antes de darle muerte. —No confió en ti. —Haces bien, Wyatt, estas en la mafia. La confianza debería ser borrada de nuestro diccionario al aceptar los términos, pero tampoco confió en ti y aun así estoy de tu lado, solo por ahora. —Mandame todo lo que necesitó saber, no se si iré todavía. Arqueo la ceja izquierda y un tíc apareció en su ojo izquierdo. —Es bueno hacer negocios contigo, Wyatt. Asentí y camino a la puerta, su lentitud al caminar me exasperaba. Sus hombres lo siguieron de cerca, sin mirarme. Cuando ya se había ido abrí mi caja y busque los archivos de todos mis empleados, si alguien estaba tratando de arruinarme en mi propio lado iba a destruirlo en su propio juego. ___·•·___ Bueno, hola, de nuevo. Antes que nada, el soplón tendrá un papel importante en el final de esta historia, JAJAJAJA. Como ya saben, este libro estará compuesto en una trilogía, por lo que no tendrán muchos capítulos, a lo mucho quiero tener entre 30 o 31 capitulos + epílogo. PD: Varias aceptaron lo del grupo de whattsapp, así que pondré el link en mi tablero o pueden ir al grupo de facebook (Lectores de Milly) y entrar desde el link que pondré allí. Lo amo, cositas hermosas✨📌. •23• Josiah Wyatt había salido de la casa y no me necesitaba en la oficina hoy. Ni siquiera me había avisado él mismo, había mandado a Salleph para que me lo dijera. Estaba casi segura que me estaba evitando, ¿quien pensaría que lo haría?, tratando de verme todo lo menos posible. Y aunque lo agradecía, no quería que me diera tiempo libre. Eso solo significaría que tendría menos trabajo y menos pago a la deuda, eso era algo estresante, teniendo en cuenta que solo quería salir lo mas rápido posible de aquí. Solo quería que el momento de estar lejos llegará, acordarme de esto y pensar que solo fue un mal recuerdo en mi memoria. Tenía grandes expectativas después de esto, no volvería a pasar por esto gracias a mi tía. Si lograba salir bien lucharía por Kunno, aunque sería difícil lo haría, no me importaba nada más. No iba a quedarme en un lugar donde cada latido de mi corazón podría ser el ultimo, o donde sufriría cosas atroces. Reí para mis adentros, estaba viviendo lo mismo, solo que con distintos escenarios. En la estancia Wyatt todo podría pasarme, estuve a punto de ser violada, ¿quien me diría que Wyatt no lo haría él también?. Porque no tendría que hacerlo, yo misma dejaría me tomará. Por eso. Dos días, dos días desde que había perdido mi virginidad por ser tan estúpida en la vida y ni siquiera tenía la decencia de arrepentirme por ello. ¿Como se me ocurrió meterme en la habitación del hombre que me había raptado?. -¿Que dices?. -preguntó Noah, al frente de mi. Su cabello cayendo por toda su frente, estaba sentado al frente de mi en la barra de la cocina. Estábamos desayunando en la cocina, por primera vez todo parecía normal. Sin tanta prisa en terminar, todo pausadamente. -Claro. -asentí, aunque no tenía idea que me había dicho. Solo por pensar en Wyatt, una extraña sensación agridulce que siempre existía en mí. Pero, a la vez me sentía mal por ignorarlo cuando tenía su sonrisa de "genial, ¿no?" en su rostro. -Salleph, ve por ella. -apunto con dos dedos a la pelirroja, ella me miró con una sonrisa antes de girar sobre sus pies y alejarse dando pequeños saltos. Su comportamiento seguía siendo paranoico a mi alrededor, y no era para menos. Me había acostado con el hombre, del que estaba casi segura, estaba enamorada hasta lo codos. Y sabía que si se enteraba me odiaría furiosamente, me sentía casi una traidora. -¿Por que cosa irá?. -pregunté, frunciendo el ceño. El café, que antes estuvo caliente, estaba a medio tomar y lo aparte a un lado, estaba más frío que Josiah Wyatt. -Ropa de gimnasia. Oh, demonios. -¿Para... -Eres un poco más alta que yo, pero estos te quedaran bien. interrumpió Salleph, empujando un conjunto de ropas dobladas junto con unos tenis hacía mi.-Y los zapatos, son la única talla que tengo. Pero cuando Wyatt pidió ropa para ti eran solo una talla más... -Espera un momento. -apunté, antes de dirigir la mirada a Noah. ¿Para que la ropa de gimnasia?. -Dijiste que si, Ainsley. -se estiró y arqueo una ceja. - Te pregunte si podíamos empezar con tu entrenamiento hoy y respondíste afirmativamente. -Dijiste un muy alto y fuerte "claro", Ainsley. -Si, eso dijiste. -afirmó Noah, haciendo un mohín. ¿Y ahora como salía de esto?. Solo por andar con la mente en las nubes, estúpida. -Noah, tengo mucho que hacer hoy y... ¿Que tendría que hacer?. Estaba encerrada, no podía tener ningún contacto con el mundo exterior y además, no es como si se me permitiera hacer mucho en esta casa. -No, no debes, ni tienes que hacer nada, Ainsley. -interrumpió Salleph, aplastando sus manos suavemente contra el mármol de la mesa. -Te lo digo como amiga, no sabes cuando necesites de nuevo defenderte. Lo sabia, y era lo peor. Pero también sabia que si intentaba ejercitarme con mi problema terminaría cayendo adolorida y no podría levantarme en días. No era eso lo que quería, aunque lo necesitará como método de supervivencia. -Intentalo, solo algo ligero. -trató de persuadirme Noah, y lo estaba logrando. Había descubierto que tenia un gran poder para hacer que las chicas cayeran en sus encantos, y conmigo funcionaba, hasta cierto punto. -Solo nos ejercitaremos y ya. Sólo aceptaría ejercicios ligeros, nada más con lo cual no pudiera. Además, si podía llevarme algo bueno de aquí lo tomaría, nunca estaba de más eso. Siempre habría alguien intentando dañar y podría defenderme, y aunque no lo lograra sabría que lo intente. Noah había sido una de las personas que me trataban como si fuera alguíen y no como una poliza de seguro andante, no podía decirle que no cuando tantas veces había hecho que me sintiera bien. -Podras defenderte y no...-intento Salleph, de nuevo. También había descubierto que mas que Noah, Salleph podría ser muy insistente si lo intentaba. -Ya oí eso, Salleph, gracias.-la detuve, antes de ponerme de pie y tomar la ropa. Estaba cometiendo un acto de insensatez, una reverenda locura y más aun cuando en cualquier momento podría llegar Wyatt y terminaríamos en problemas, pero en mi fuero interno quería que eso pasará. Masoquista, eso era lo que era. Solo quería provocar algo en él, la mas mínima chispa. Solo eso. -¿Aceptas?.-preguntó Noah, levantandose conmigo. -Ire a cambiarme-dije, levantando y haciendo énfasis en la ropa. -Ya vuelvo. -Aquí estaré esperando por ti, nena. -dijo, giñando un ojo. Su sonrisa torcida envió escalofríos a mi espina dorsal, nunca había visto a hombres tan guapos como los habia en esta casa, y esos dos estaban encabezando la lista. ___✴•✴___ La maya que estaba usando marcaba todas las curvas de mi cuerpo y el top apenas cubría mi estómago, pero sabia que esa era la idea. Aun así me sentía incómoda. Pensé que con gimnasia se referían a una habitación con algunos instrumentos, pero era algo más grande. Una habitación enorme en la primera planta, con todo. Desde colchones hasta palancas. -Luchemos. Me detuve, mirando su rostro y tratando de buscar algo de diversión. Esperaba que solo fuera una broma antes del entrenamiento. Había visto algunas peleas en la televisión que había en Bugnys, y todas ellas me hacían dudar de participar en esta. -¿Estas bromeando?.-pregunte, dando un paso hacia atrás como si en cualquier momento alguien saliera y gritara "ahora" con un megáfono. -Obvio, estas bromeando, Noah. Es decir, no podría contra ti. -¿Como lo sabes? -preguntó, cruzando sus brazos con un gesto divertido. -Ni siquiera lo haz intentado, Ainsley. -¿Que como lo sé? -repetí, y elevé mi ceja, antes de hacer un barrido por su cuerpo. Su sonrisa se ensanchó aún más y la aparté rápidamente.-Eres más grande que yo, y obviamente no podría luchar contra eso. -¿Eso?-repitió, con un gesto de diversión, sus hoyuelos se profundizaron. No iba a explicarlo, ya suficiente angustia tenia con su petición de luchar para tener vergüenza por mis palabras. -No voy a luchar-repetí, cruzándome de brazos y negando con mi cabeza. -Dijiste que sólo ejercicios ligeros y luchar no es ningún ejercicio ligero, Noah. -Escucha, a pesar de que tu pierna no tenga tanta movilidad como quisiéramos puedes lograr derribar el doble de tu peso si quisieras. se aparto de la silla y camino hacia mi, con un movimiento rápido se quito su camisa tirándola a un lado. De nuevo, volví a dar un paso hacia atrás por la vista. -¿Por qué te quitas la camisa, Noah?. -No voy a hacer nada. -se detuvo encogiéndose de hombros -Solo es parte del escenario. Nunca vas a poder elegir a tu agresor si llega a suceder. -Pero, no esta llegando a suceder. -Pero, si pasará... -No voy a pelear contigo. Miró al techo y suspiro, estaba siendo un dolor en el trasero, pero no iba a cambiar de parecer y menos ahora que estaba casi desnudo. -Solo esta vez. -No. -Por favor, sabes que nunca intentaría dañarte. Y aún que lo conocía de hace poco, lo sabia. -Igual no, Noah. -Esta bien yo... Y de pronto corrió hacia mi. Grité y mi primer instinto fue apartarme de allí antes de girar hacia un lado, pero igual me siguió. No sabía que estaba tratando de hacer, pero igual estaba dando pequeños retumbos de angustia en mi interior. Y fue cuando estiró su mano hacia mi que hice de mi mano un puño y golpee, cerrando los ojos, pero no atiné a nada. -¿Que, mierda, estas haciendo?.-pregunte, demasiado fuerte. Tratando de no ser alcanzada, aún que sabia que él estaba fingiendo que no podía.. -Defiendete. -No -y aún así, trate de esquivarlo. Mi estómago estaba hecho un nudo mientras trataba de reunir el coraje para golpearlo y mantener el equilibrio para evitar caer al mismo tiempo. Era débil, pero rápida algunas veces, podía usar eso. Trató, o fingió tratar, de agarrarme, pero me incline e hice un giro hacia adelante. Pero no funciono, caí sobre mi espalda con un jadeo y mi rodilla dolió brevemente, para luego él se sentarse a horcajadas sobre mis Aterricé sobre mi espalda con un jadeo, y luego él se sentó a horcajadas sobre mis piernas sin ejercer su peso y presionó mis muñecas juntas sobre mi cabeza. No iba a decir que sentía algo duró contra mi pierna, ¿era... -Lucha. -Quitate de encima. -Lucha, hazlo. -insistió y luego agregó:-Tú puedes, solo intentalo. Y no quería rendirme, pero la presión en mi rodilla era fuerte aunque no lo dijera. Dolía y su peso era incomodo, y sabia que sólo estaba tratando de ayudar, solo que no sabía que hacer. -Trata de sacarte de mi agarre -volvió a decir. Y todo estaba comenzando a darme migraña, una muy fuerte. No iba a decirle que estaba perdida, no lo oiría, me negaba a decirlo. Ahora, bien, tenia dos opciones: trataba, aunque doliera, de salir de su agarre de cualquier forma o rendirme, cosa que no haría. Así que, básicamente, solo tenía una opción. -¿Vas a hacerlo o... La puerta se abrió, con un rechinante ruido. Noah giró su rostro hacia el lugar, sin soltarme, su cuerpo se puso rígido y mi cuerpo actuó por si mismo antes de que pudiera reaccionar a lo que iba a hacer. Su peso era ligero, así que pude moverme con facilidad. Con rapidez, levante mi rodilla, conectando con su entrepierna. Noah aulló, soltandome y cayendo a mi lado. Con un movimiento rápido se abalanzó hacia la zona afectada y comenzó a gemir de dolor. -Lo siento, lo siento, yo...-me levanté trabajosamente, ignorando mi rodilla con el palpitar de dolor -... solo quería quitarte de encima y no... -¿Quitarlo de encima?. Mi espalda de arqueo por esa voz. Me gire, casi lentamente, hacia él. Josiah Wyatt estaba en el umbral, mirando la escena con curiosa y contenida ira, casi palpable. -Si, solo...-empecé. -¿Porque ibas a quitarlo de encima?.-pregunto su voz tan temiblemente calmada, con cuerpo tenso -¿Que estaban haciendo?. Mi entrañas se humedecieron ante su tono, malditas seas. Su mirada estaba apuntando flechas a un Noah derrotado en el piso, cubriendo su entrepierna con sus manos sin moverse. Mierda, ¿y si lo había lastimado?. -¿Noah, estas bien?-me atreví a preguntar, acercándome a él con cuidado, pero no pude llegar. -¿Que estaban haciendo?. -repitió Josiah, interponiéndose en mi camino. Estábamos frente a frente, su aroma invadió mi olfato. Trague grueso, tratando de controlar mi respiración pesada y truncada. -Señor, solo estábamos practicando unos movimientos de defensa personal...-dijo Noah, con voz pesada. Mire hacia él, mientras se ponía de pie con pesadez, sus manos aún es su zona afectada. Ahora me sentía culpable culpable, joder. -Noah, lo siento, solo quise... -Fuera, Noah. -hablo Josiah, cruzándose de brazos sin dejar de mirarme. Su mirada me inquietaba, sus iris marrones estaban bordeados de negro. -Señor, yo soy el culpable de estar aquí con ella y...-trató de hablar Noah. -Fuera -hablo, sin la más mínima idea de broma en su voz. Noah me miró, antes de estirar su espalda y cambiar su semblante, caminando con rapidez y poniéndose a mi lado. -Lo siento, señor, pero no lo haré. Mire a Noah con sorpresa, ¿estaba loco?. No, solo estaba tratando de protegerme y lo agradecí, enormemente, pero no iba a arriesgar su vida. -Noah... -¿Qué?-pregunto Josiah, mirando de forma amenazante a mi amigo. -No la dejaré sola-repitió Noah, paso su brazo por encima de mis hombros y eso fue peor. -Soy yo el que la trajo aquí. La mirada de Josiah se desvío al brazo de Noah, lanzando dagas con los ojos, su mandíbula se apretó tan fuerte que me sorprendió que no se rompiera en un movimiento, su cuerpo rebosara de violencia apenas contenida. Sin pensar, me aleje del brazo de Noah. -Vete, por favor.-repetí, tratando de contener la ira de Josiah. Una parte de mi me decía que Josiah no me haría daño, pero sabía que no pasaba lo mismo con Noah. Si se quedaba iba a sucederle algo peor que un golpe en la entrepierna. Los ojos de él me miraron y negó, tratando de hacerme entrar en razón, pero lo detuve. -Por favor -casi suplique. Suspiro y miro a Josiah: -¿Le hará daño?. -Estas jodiendo mi puta paciencia, Noah -dijo, dando un paso. Solo un paso, pero era tan amenazador que hasta a mi me dio miedo. Pero Noah no se movió, ni un centímetro de mi-Fuera de aquí. Ya. -Señor... -Noah, hazle caso.-insistí, tratando de sonar convincente - Por favor, ¿si?. Noah dudó, pero sabía que no había nada que hacer, pero note su lucha interna librándose en su interior. Asintió y miro a Josiah, antes de girar y caminar a la puerta, cuando ya se había ido me gire hacia mi jefe. -Yo... -¿Porque él estaba encima de ti?-preguntó, dando un paso hacia mi. -Como él dijo, estábamos practicando defensa y... Otro paso y estábamos frente a frente, un poco mas y nuestras narices se tocarían. Nuestras respiraciones mezclándose. -¿Te gusta Noah?. ¿Que había dicho?. Este hombre estaba loco. -¿Disculpe? -pregunte, dando un paso hacia atrás, pero él dio otro paso hacia delante y terminamos igual. -Habla, claramente, cuando dije que no podías fraternizar con ningún empleado. -¿No podías?. -repetí, frunciendo el ceño-¿La regla sólo se limita a mi?. -¿Si es así que?. -levanto su mano, pero la bajo en el ultimo momento.-No puedes tener ningún tipo de relación mientras estés aquí. La presión en su mirada era insostenible, mi mirada se demoró alrededor de su nariz porque mirar a ojos me aterraban demasiado. -Noah es mi amigo. -No encontrar la mirada de tu acompañante sugiere sometimiento. hablo, arqueando la ceja -Mirame cuando hablas. Y lo hice, fue mucho peor. Una corriente eléctrica subió por mi espalda, enviando corrientazos a mi vientre. -Es un amigo y... -Él te ve como algo más. -Cuando salga de aquí su regla no importará, puedo tener una relación con él y eso no sera su asunto. Una sombra cruzó su rostro, antes de tomar mi barbilla con su mano. Su toque era cálido y posesivo, me hizo vibrar de una emoción candente. —¿Estas tan urgida de irte de aquí?.—preguntó, ahora su voz era suave. Quería perderme en su toque, quería que todo en nuestro alrededor se hiciera uno y escapar de esta realidad. —Vivir aquí es un infierno —mi voz estaba contenida, saliendo casi en un graznido. —Vivir con usted es un infierno, su presencia lo es. Era más alto, aún así quedó cara a cara conmigo cuando bajo su rostro y su aliento reboto en mi mejilla cuando hablo, haciendo que todo en mi interior se estremeciera, convirtiendo mis entrañas en líquido caliente y humeante. —No cuenta como infierno, Ángel —susurró, con una lentitud amenazante. Su voz sensual, haciendo estragos. —No cuando te gusta como quema. •24• -Me puede gustar como quema-admiti con un hilo de voz, apenas audible -Pero no voy a arder en el, ya me canse de esto. Y era cierto, no iba a permitir que un hombre jugará conmigo a su conveniencia. Puede que sea un mafioso asesino o un vendedor de muebles, no me importaba. Si le permitía jugar, si yo misma me permitía jugar su diatriba, alguno de los dos iba a terminar cayendo contra el piso y se convertiría en añicos. Estaba más que segura que no sería él. -Ángel...-comenzó, subiendo su mano al mismo tiempo en que yo me alejaba de su toque, se detuvo con su mano en el aire. Retrocedió un paso y solo se limitó a mirarme. -¿Como puede tratarme como si no existiera y al minuto siguiente prohibirme estar con Noah? -apunte, ya mi tono rebosaba lo normal, pero no me importaba.-No puede hacer que su presencia me guste y al mismo tiempo que lo odie, porque eso es lo que esta logrando. -No estoy intentando que me odies, Ainsley. -dijo, su voz era ronca. ¿A donde se estaba dirigiendo esto?, ¿estábamos hablando de lo mismo?. No comprendía, pero quería saber si estaba diciendo eso que me temía a reconocer. -¡Entonces? -pregunte, frunciendo el ceño.-¿De que se trata su juego?. Su rostro adoptó un semblante serio cuando volvió a caminar hacia mi. No retrocedí, deje que se acercará, pero aún así lo detuve con una mano a una distancia general. Aclaró su garganta, pasó una mano por su cabello y sus ojos resplandecieron cuando en un tono grave dijo: —Quiero que seas mía, solamente mía. —¿Discul... —Mientras estés aquí.—agregó, arqueando su ceja— No quiero que nadie más te toque, sólo yo seré tu dueño. Tenía claro que estaba celoso. Probablemente, si no hubiera visto la escenas anterior con Noah no estuviéramos teniendo esta conversación justo ahora. Si no hubiera entrado no me miraría como lo estaba haciendo ahora, como si no hubiera nada más que nosotros y la ropa sólo fuera una añadidura que estorbaba para un fin que prometía terminar en placer. Sólo así. -¿Esto es por lo de Noah, no?.-pregunte, no se de donde estaba sacando a la persona que estaba hablando por mi -Si, claro, es eso. Sólo quiere demostrar cuán hombre es al tenerme y prohibirselo a Noah. -No tengo que demostrarle a nadie nada-dijo, y para mi desgracia sonrió. Era tan bonita -Y creo que tú, personalmente, ya tienes una idea clara de cuán hombre puedo ser. Dios mio bendito, todos los santos del cielo gritaron en mi oído. Eran una simples palabras y ya andaba queriendo caer a sus pies. Pero, si mi vagina lo deseaba sería la única. No podía soportar su cambio de humor y su temperamento. En un minuto lanzaba miradas asesinas deseando decapitarlo y al siguiente me estaba diciendo estas cosas que me hacían estremecer. —No quiero ser suya. —mentira, mentirosa —No me va a poseer jamás. —Entonces, poseeme tú a mi.—dijo, para mi sorpresa —Pero de otro modo no permitiré que nadie, ni mucho menos otro hombre, se acerque a ti si puedo evitarlo. -¿Si puede evitarlo?-resople y me crucé de brazos-¿Y que piensa hacer?, ¿matarlo?. Lo dije en forma sarcástica, hasta que me di cuenta que si podía hacerlo, incluso más. Un lenta sonrisa se formó en su rostro, y por más que mi racionalidad quiso apartarlo, mis ganas anhelaban su toque. -¿Estas retandome, Ángel?. No. -¿Para usted todo es un juego?-dije, retrocediendo, de nuevo y por el gruñido bajo que soltó no le gustaba -¿Una cacería?. -Todo en esta vida es sobre cacería -comentó, frunciendo el ceño y eliminando la sonrisa de su perfecto rostro. -Unos pueden ser depredadores y otros pueden ser la presa. Yo, yo era su presa. -No puede hacerle nada a Noah-dije, luchando por qué el tema de posición dejará de ser conversado. -Él es solo... —¿Te gusta Noah, Ángel?—me detuvo, y en el segundo siguiente estaba tomando mi rostro en su mano y levantándolo hasta quedar cara a cara con él. Su agarre era fuerte y tuve que contener un jadeo en el fondo de mi garganta — ¿Lo imaginas a él o a mi en tus sueños?. ¿Imaginas que es él quien se mete en ti?. ¿Imaginas que es su lengua la que come tu coño y te lame completa?. ¿Imaginas sus dientes morder tu cuello o tus pezones?. ¿O... Joder, ¿cuando habíamos llegado hasta este punto del tema?. Mis piernas se sintieron pesadas y su aliento rozando mi boca era una sensación casi liberadora y exquisita. -Paré.-susurré, pero no lo hizo. Mi rostro estaba comenzando a ponerse rojo y sentía todo mí cuerpo caliente. -¿Quieres que sea Noah el que te bese justo ahora?. Baje la mirada a sus labios y mi pecho se agitó, ¿como sería inclinarme solo un poco?. Sus labios se movían a medida que hablaba, su aliento entre una mezcla de alcohol y menta. -Yo... ¿En que punto había llegado a este momento?, ¿en que punto había pasado de tener una vida normal a que un mafioso me quisiera como su puta?. -¿Quieres que te besé? -volvio a hablar, su dedo haciendo círculos por mi mejilla. Y la imagen de mi vida paso por mi mente. Quería sucumbir a su boca y caer en el abismo en el cual necesitaba estar, pero la inexperta sensación de lujuria también me decía que si lo hacia, que si caía ya no habría vuelta atrás. Y yo quería ir allí, ir hacia atrás y volver a la vida que tenía antes. Y si aceptaba esto no querría hacerlo, me conocía bastante bien para saber que seria así. -No.-dije, y mi propio voz sonó diferente a mis oídos. Detuvo su dedo y me miró, la neblina de deseo en sus ojos, junto con la tensidad en su cuerpo. Su confusión era clara y tome ese momento para apartarme de él, no me retuvo mientras caminaba a la salida. El único pensamiento que surcaba en mi mente en este momento, era solo uno: Por favor, no te detengas, no caigas. Por favor, que no de un mal paso y caiga al suelo. No quería perder, aún más, la poca dignidad que tenia. Por lo menos hoy quería parecer fuerte y decida, aunque quería retroceder hacía él. POV JOSIAH Retrocedí. Estaba, jodidamente, retrocediendo ante una mujer. Vi rojo, y justo cuando la puerta se cerro detrás de ella la furia que estas acumulándose en mi rostro se esparcio, el cuerpo de Noah encima de ella fue todo lo que vi cuando estampe mi puño en la puta pared. Sus piernas habían estado a su alrededor y ella estaba debajo de él. Y reaccione, la quería para mi mientras pudiera. Sabia lo que estaban haciendo, pero aún así eso no evitaba que quisiera cortarle las manos al puto Strals por tocar lo que era mio. Lo que era mío. Era era mía, y ambos lo sabíamos muy bien aunque lo negará. Era mía por el tiempo que me diera la gana y en ese lapso de tiempo no iba a permitir que ningún otro hombre se acercarse. Cortaría su yugular en un sólo movimiento diametral antes de dejar posar sus manos en ella, y cortaría su cabeza en dos movimientos antes de dejar que alguien la lastimará. Era un hijo de puta posesivo con lo que quiera y no tenia ninguna sed de culpa por ello. El ángel de los ojos grises iba a ser mio para cuidar. Había puesto una actitud valiente al alejarse, pero su cuerpo y sus ojos estaban sedientos de necesidad. Y yo era el que podía suplir esa necesitad. La puerta se abrió y de no ser por sus palabras hubiera lanzado a Noah al otro lado de la habitación. -Alguien intento irrumpir en los alrededores de la casa -espetó, frunciendo su ceño-. ¡Esos bastardos se atrevieron a entrar en nuestro territorio! -gritó, su voz sonando más fuerte con cada palabra.-Algunos de ellos entraron en el club ayer, amenazando con acabar con nuestro territorio, los chicos no hicieron casos pensando que estaban alardeando, pero Kartz le disparo a los dos derribándolo cuando surcaron el perímetro. Esto era importante, y más furio se sumo a lo anterior. Primero el negoció. Estaba mas allá de la furia, todo juntándose entre sí. La furia se mostró en mi rostro, lo suficientemente intensa para hacer que Noah se echase hacia atrás, poniendo algo de distancia entre nosotros; y hacía bien, quería estampar su cara contra la pared. Pero, que alguno de esos hombres se atreviese a poner un pie en mi estancia me estaba haciendo hervir. -¿Dónde los tienen ahora?. -Los retuvieron en el sótano, están desangrándose. -Entonces, vamos -ordené, pasando a su lado. -¿Eres tan pendejo para pensar que puedes entrar en el territorio y salir con vida? -gritó Stoo, golpeando a uno de los bastardos en el rostro. El tipo se limito a escupir la sangre que salia por su boca rota, sus ojos dilatados me hacían saber que estaban drogados. Si me lo preguntabas, diría que estaba desquiciado por no hacer ni una sola mueca, pero debía estarlo pares entrar aquí. El otro estaba atado a una silla, su mirada perdida y aterrada pasando de los chicos hasta detenerse en mi, su camisa estaba empapada en sangre y su rostro estaba comenzando a ponerse blanco. Ambos podían haber salido hace poco de la adolescencia, quizá probándose ante su jefe en una misión, que sabría, sería suicida. -Stoo.-hable, deteniendolo con una mano en su hombro de seguir golpeando al hombre. Si dejaba que lo siguiera golpeando terminaría inconsciente y no podría conseguir ningún tipo de información. El rostro de Stoo estaba transformado en una máscara fría de furia, mirando al tipo como si quisiera aplastarlo; mi Enforcer estaba un poco loco pero era un alma letal para cualquiera de mis enemigos, de cualquier modo su locura no era un problema para mi. Era increíblemente leal, pero dejalo libre y terminaría con cien personas en un chasquido, haría un gran daño. -¿Por qué no les disparamos simplemente, jefe? -preguntó Kartz, pasando la culata de la pistola por el hombro del segundo tipo, íntimidándolo más de lo que ya estaba.-Solo son unos simples nuevos soldados del otro territorio tratando de mostrar rudeza. No sabía de que territorio se trataba, pero la serpiente que cruzaba el cuello del otro me decía que eran del mismo que necesitaba atrapar, era un territorio tan falta de moral que no me sorprendió que lanzaran a soldados que podrían remplazar fácilmente a su muerte. Pero no me importaba, un poco mas y terminarían diciéndome todo lo qué necesitaba. -¿Quien los mando? -pregunté con calma, fría calma. -No... no digas... no digas nada -dijo el primer tipo con poca fuerza. -Bueno, se quisieron meter en mi territorio, no solo eso, intentaron entrar a mi casa -ofrecí, apoyándome en la pared, cruzando los brazos -. Así que no creo que estén en posición de no hablar, teniendo en cuenta que entraron pensando que lograría... ¿que?, no se. Pero pensando que saldrían vivos, acaso no han escuchado mi nombre. ¿Esperaban entrar y llevarse algo de aquí?. El segundo hombre abrió los ojos de par en par, y me di cuenta que ahí tenía mi respuesta. -¡NO DIGAS NADA! -le gritó su compañero, su voz sonando vacía y a unos pasos de caer. Joder, lo necesitaba vivo. Asintiendo hacia Stoo, tomó su pistola y hundió la punta en el hombro del hombre, sangre comenzando a dispararse por todos lados. El otro jadeo y comenzó a tratar de retroceder, Noah lo sostuvo. -Muy valiente a venir aquí y un marica al enfrentar las conciencias habló Strals cerca de su rostro -¿Quien lo diría?.-se enderezo y me miro-¿Qué vamos a hacer con ellos? -Supongo que depende de lo que nos digan y lo importante que sea, ¿cierto? - pregunté. Me detuve al frente del segundo tipo, sus ojos se ampliaron con terror, me incliné y puse las manos en los brazos de su silla. Bajo la cabeza, girada a un lado, probablemente esperando a con eso me alejará. -Mírame-.exigí, sacudiendo su silla. - Si no me miras y no hablas voy a dejar que el tipo de por allá te rebane vivo. -Ese tipo soy yo-apuntó Stoo, parándose a mi lado y levantando bruscamente la cabeza del tipo por su cabello. Kartz también se puso a mi lado, girando un largo cuchillo y sonriendo ampliamente hacia el tipo. Sus ojos revolotearon y su rostro se puso aún mas pálido, aún así fijo su mirada en mi y vi que estaba abriendo la boca, esperando que si hablaba lo salvaríamos. Eso no pasaría. Debía conseguir lo que necesitaba rápido o moriría antes de decir una sílaba. El primer tipo al que Stoo estuvo golpeando se abalanzó en su silla. Justo cuando abrió la boca para hablar Stoo fue rápido sacando una pistola y con un simple movimiento acabó con su vida con un rápido disparo. De todas formas no serviría en su estado de éxtasis. -Te toca limpiar, Stoo-gimio Kartz, mirando los cesos del hombre salpicado en la pared. Sería difícil limpiar eso. -Ahora...-mascullé, volviendo mi atención al tipo-. ¿A que territorio pertenecen? -saqué una navaja del bolsillo, abriéndola y la pasé a lo largo de su muslo. Siguió cada movimiento con la mirada debil, levantándola a la mia lentamente antes de tragar con fuerza y soltar un largo suspiro. Pero, sí antes pensé que hablaría, no lo hizo. No salió ninguna palabra de sus labios, eso demostraba que tenía que mostrarle que iban enserio. Odiaba hacer esto cuando podía evitarlo, pero era necesario. Enseñando la navaja, que hacía resplandecer la hoja contra la luz, apunte la hoja a su pierna e hice dos cortes en su pantalón. La confusión se reflejó en su pálido rostro, pero antes de que cuestionara, le clavé el filo profundamente en la carne. El aullido que salió de él demostró que no podía haber sido entrenado si hacía todo mal y no cumplía las primeras reglas. Nunca muestres debilidad cuando la sientas. Nunca permitas que tu enemigo sepa lo que planeas. Sus respiraciones salieron en rápidas sucesiones, su rostro contraído. Lágrimas se deslizaron por su rostro y sabía que no podía dejarle vivir. Sabía que lo había enviado el territorio de Texa, enviado a todos aquí, sin esperar que viviesen. Moví la empuñadura y gritó de nuevo, el dolor lo suficientemente agonizante para que se rompiese esta vez. -Por favor -sollozó-. Ayudame, no quiero morir. -Dime lo que quiero saber y veremos -Jugué con él. -No me mates -rogó de nuevo. -No puedo dejarte vivir, pero puedo prometerte una muerte si me ayudas. El hombre soltó un espasmo, su rostro ahora petrificado. Convenciéndome de que no sabia donde se estaba metiendo cuando entro aquí. -¡Se un hombre, maricon! -exclamó Stoo-Habla y muere con un poco de dignidad. -Intentemos esto de nuevo -espeté-/¿Quien los mando?. -Tex...-balbuceó, sangre comienzo a brotar de su boca-Texas. -¿Que quería?. -pregunte, pero el hombre ya estaba comenzando a cerrar los ojos -Vamos, no mueras aún. Stoo dio un golpe en su nuca, haciéndolo reaccionar solo un poco. -Querían las claves...-volvió a ahogarse. No hizo falta que terminará para saber lo que iba a decir para saber que era, pero quería saber como consiguió saber sobre ello. -¿Quien le dijo sobre ello?. -El... yo... -Reacciona, hijo de puta- grito Stoo, golpeando su rostro. -El... dijo que cuando lo consiguiera...-respiro y tocio sangre. Ahoganse en un ataque -Terminaría con ustedes y... acabaría contigo y... Silencio. Sus ojos se cerraron, pero esta vez no lo abrió por más golpes que Stoo le dio. Estaba intentando desde hace años acabar con nosotros y sacarnos del mercado distribuidor, cosa que veía cada vez mas lejos. -Kartz. -lo señalé con un rápido movimiento de barbilla-. Ayuda a Stoo y a Noah a deshacerse de estos dos, luego quemen sus cuerpos. Los tres asintieron, mientras salía sacando mi teléfono. Know contestó al tercer tono. -Trae el asunto a aquí ya. •25• La noche paso demasiado rápido, al día siguiente tuve que regresar a la realidad y volver al trabajo. Trabajar con Josiah Wyatt debería ser lo normal, soló eso, pero mientras mas me acercaba más recordaba sus palabras de posesión; y peor, más recordaba la sensación que me produjo. Después de desayunar subí al despacho, las voces estaban resonando a medida que me acercaba, ambas voces masculinas, cuando entre lo comprobé. Los dos giraron hacia mi cuando entre a la habitación. La mirada del segundo tipo escaneando mi cuerpo con poca relevancia, escaneando si era algún peligro y cuando comprobó que no lo era volvió a mirar a Josiah con indagación, este último me miró con una mirada diferente en sus ojos. Josiah fue el primero en hablar: —Ainsley, te presentó a Know Maddox. El hombre se puso de pie y su cuerpo me hizo estremecer, una cosa era sentado y una más grande verlo de pie. Podría pasar por Sage cuando quisiera, eran sumamente parecidos, pero este hombre era mucho más alto que él. Era lo más parecido a un mastodonte humano, llevaba un chaleco de cuero por encima de una camisa azul que amenazaba con romperse en cualquier momento. —Es un placer... Asentí hacia él, intentando no hacer contacto visual mientras evitaba levantar el rostro hacia alguno de los dos. Mis pies se apuraron en llegar. Evitando que me detuvieran, no quería estar cerca de ninguno de ellos y más después de la última confesión de Wyatt. No quería estarlo, pero a donde mirará habían mafiosos. —Entonces, ¿cuando regresará Sage?—dijo el hombre, después que ya hubiera cerrado la puerta. Me agrado que no me hubiera mencionado. Había tenido suerte de no ver a Sage estas últimas dos semanas, no sé como reaccionaría si lo volvía a ver después de lo que intento hacer, antes de que Wyatt entrará. Un escalofrío recorrió mi espalda, aún podía sentir el mismo terror que sentí esa noche, a veces podía sentir sus manos y me helaba la sangre. —En unos días. La entrega es al norte y son varias cargas.— respondió Josiah a la pregunta del hombre tatuado, su voz sonaba baja, pero me esforce por oír algo más. —Stoo dijo que los del norte estaban tratando de evitarlo.— carraspeo Know, con el mismo tono de voz baja — Están jodiendo todo. —Sage tiene una orden clara y precisa, si no cumplen con las palabras del juramento superior debe asesinar a cualquiera que se atraviese en su camino. —la dureza de su voz me estremeció. Este era él, un frío asesino. Y aunque fuera suya no podría hacer nada para cambiar eso, si era suya sería también de la mafia, porque una parte de él era la mafia misma. Me aparte de la puerta y camine al escritorio. La laptop estaba sobre el, había tratado de cuidarla lo mas que podía, aunque sabía que cuando me fuera de aquí no me llevaría nada y aunque se me permitiera llevarla no pensaría en hacerlo. Me encontré tecleando, tratando de disuadir todo en mi cabeza, intentando a través de algo calmar mi angustia. “La oscuridad destilaba cada fibra infundida de su mirada. Podía utilizar un arma, pero sus manos ya eran suficiente para matar. Podía hacer gritar de dolor, pero a mí también podía hacerme gritar de placer. Podía hacerte llorar, pero a mi podía hacerme jadear. Sus besos te hacían caer y su toque te hacia subir a la vez. No quería caer. No es debido caer. Porque si caigo, no me levantaré.” Gemí de frustración y borre las palabras, ¿como estaba dirigiéndome así hacía él?, ¿estaba loca o eran los principios de un severo caso de la estocolmo?. Como si hubiera intentado llamarlo con el pensamiento, en ese momento entró él, caminando hacia mi con el andar despreocupado y elegante que lo caracterizaba. Quise pedirle que tocará antes de entrar, pero era su casa y ya una vez lo había dicho. Si quería entrar a un lugar entraba, sin pedir permiso, por mucho que protestará. Fingí no verlo y seguí haciendo nada en la laptop. —Me acompañaras a una gala esta noche.—expreso, inclinándose sobre el pequeño escritorio hacia mí. Su cuerpo invadiendo mi espacio no me molesto, fue el hecho de que me mirara de nuevo con una frialdad taciturna, pero al mismo tiempo con un brillo apreciativo en su mirada. No tenía sentido esto, ¿porque me llevaría a una gala?, pero tenía casi dos meses sin salir a la calle y anhelaba hacerlo, aunque sólo fueran unos minutos, pero... —¿Esta noche? —pregunte, haciendo retroceder la silla hacia atras con cuidado— No tengo nada que ponerme. El escritorio era pequeño, por lo tanto cada que respiraba parte de su olor llegaba como una oleada de aire fresco directo a mi rostro. —Lyker resolverá eso.—dijo, y como por arte de magia deje de pensar en su olor cuando una punzada apunto en mi pecho. Algo parecido a lo que no quería admitir en voz alta pero sabia de que se trataba con seguridad. —¿Porque ella?—pregunte, con más dureza de lo que quería. Arrepentida, aclaré mi garganta, mejorando mi tono— Quiero decir, ¿ella... —¿Tienes algún problema con Lyken?—pregunto, esta vez estirándose para mirarme. Ladeó la cabeza y arqueo la ceja, sus brazos cruzados sobre su pecho hacían que los tatuajes resaltaran. —No, solo era una pregunta.—aclaré, no tanto. En realidad, no quería verla. Quizá ella era la culpable de que esa noche me metiera en la cama de Wyatt por pedirme que intentará enamorarlo, pero aúnque lo creyera sabia que era mentira. La única culpable de mi idiotez era yo, sus palabras solo fueron una añadidura a quf. —Bien. —aprobó, dando por respondida mi pregunta— Nos iremos cuando estés lista, Lyken viene en unas horas. Odiaba esto, en un momento estaba marcando como su propiedad y al momento siguiente era una mancha fea y sucia en la pared. ¿Era tan bipolar siempre?. —¿Por qué me llevará a mi?.—pregunte, bajando la vista a la laptop, fingiendo leer algo allí, cuando en realidad la pantalla en blanco, pero él no lo sabía. —Porque eres mi secretaria, Ángel.—dijo, en un tono lento, como si quisiera decir lo contrario. Y quería que lo hiciera. Frunci el ceño y lo mire, él devolvió la mirada. Ambos duramos un largo rato mirándonos, ojos grises contra ojos café, solo unos segundos. Solo hasta que su mirada peso tanto y me hizo sentir pequeña, suspirando baje la cabeza a donde había estado antes. Basto un minuto para que se cansará, o quizás se aburriera, y se fuera dejándome sola en esta oficina. Un minuto despues la puerta de su oficina también fue abierta y luego cerrada, yéndose también de allí, a quien sabe donde. Estuve intentando leer un libro, la verdad no era tan malo estar aquí con la magia que esta biblioteca traía al lugar. Esta semana había logrado terminar dos libros, y no quise llevarlos a mi habitación para terminarlo porque no quería que se estropeara y terminara en problemas. Aunque, esta biblioteca pertenecía a parte de la oficina de Wyatt jamás venia a aquí, a no ser que sea para buscar algún archivo o algo. Algo loco, si yo tuviera una casa con una biblioteca así no saldría de ella, casi lo mismo que hacia durante mi jornada laboral. Un libro podría ayudar fácilmente a liberar la tristeza, pero también hacia que creyeras en la perfección, en que existía un "felices para siempre", algo en el transcurso de el que te hacia anhelar amar y ser amado, donde todo era tan mágico y prosperó. Hasta que caías en la realidad tangible a la que pertenecías, y esos "vivieron felices para siempre " solo eran palabras que correspondían al dialecto para ilusionarnos, solo grabado en una hoja de papel ilustrada con fantasías. A veces, cuando la vida se me hacia pesada, odiaba los libros que vendían el amor como una forma fácil de ser feliz; porque no comprendía como las felicidad de una persona dependía de otra persona, pero había otras veces que los amaba, me hacían vivir amores, me hacían sentir y me hacían llorar, ¿que era el sentido de la vida si no podías imaginar otros mundos desde un mismo lugar sintiendo ser otra persona?. _____·•.°.•·_____ Cuando volví a mi habitación eran pasada las 5 de la tarde y aún no había almorzado, pero tampoco había tenido indicios de hambre, aunque debía comenzar a comer bien. Si no lo hacia podría enfermarme y no quería que eso pasará. Cuando Lyken paso unos minutos después estaba metida en la cama aún con la ropa, sus caderas se balancearon hacia mi con energía. Esta mujer podría verse bien hasta con un saco de papa, así como lo hacia con los jeans que hacían lucir sus piernas largas. —Wyatt me dijo que teníamos que vestirte y adornarte para una de esas galas. Adornarte. Me hacia sentir como una puta, no lo era, ¿o si?. ¿Sentirme como una me hacia ser una?. —¿Te ha llevado a ti a una?—pregunte, y trate, en serio traté, pero mi voz salio recelosa y quejosa. ¿Porqué siempre era así?. —No, lo nuestro sólo es físico. O era, no lo sé—dijo, restandole importancia al tema mientras me ponía de pie—¿Haz caminado alguna vez con zapatos de tacón?. —Ni por asomo.—respondí, señalando mi rodilla.— Me caería. Camine a la salida, justo cuando ella me seguía de cerca. —Supongo, que entonces tendremos que ponerte este vestido largo y esperar que nadie lo note.—señalo, tomando unas bolsas que había en el sillón — De igual, forma ya el vestido ayuda mucho. No respondí, aún no confiaba para nada en ella. Porqué mi parte idiota tenia celos de ella, ¿le había pedido Josiah a ella lo mismo?. Y aunque no lo hubiera hecho seguía recordando a ella de rodillas, acunandolo en su boca. Jesús. En el transcurso de lo que duro la tarde ninguna de las dos dijo nada, total silencio mientras ella utilizaba polvos finos y labiales que jamás pensaría en poder comprar con un sueldo común y alisando mi cabello. Sacando pelos de mía cejas que me hacían lágrimear y a ella enojarse por arruinar el maquillaje. —Ainsley, venía a... —dijo Salleph entrado cuando estaba comenzando a aplicar lápiz labial, su voz cayendo en una octava —...venia a traerte estas cosas para que los uses. Su expresión cambio al minuto de ver a Lyken, y luego entendí algo que estaba sintiendo: me estaba convirtiendo en Salleph. ¿Tenía un problema con Lyken? Si, que se hubiera follado a Wyatt, solo eso. De resto, la chica había sido amable conmigo, ¿ella tenía la culpa de hacer su trabajo?, no. Entonces, me senti culpable —Gracias, Salleph.—respondi, tendiendo la mano hacia las toallas que había traído — En un segundo lo guardó en una de las repisas. Asintió, y su expresión cambio de nuevo de fastidio a sorpresa y temí su próxima pregunta cuando escaneo el vestido que cubría mi cuerpo. —¿Porque estas con ese vestido?. Iba a responder algo relacionado a una mentira, que solo lo estaba probado o algo por el estilo, pero Lyken se adelanto con una sonrisa de suficiencia. —Josiah Wyatt la llevará a una gala.—su voz estaba cargada de fingida emoción mientras hacia que cerrará mi ojo y lo delineaba — ¿No crees que es todo un caballero?. Lyken se apartó y abrí mis ojos lentamente para mirar a Salleph, su rostro estaba fruncido de enojo. Y no quería ser la persona que odiara, no quería sentirme mal por esto, pero lo hacía. —¿Te llevará? —preguntó, aun con incredulidad —¿A ti?. —¿Porqué lo dices en ese tono?—rebatió la rubia, curando sus brazos y mirando a la pelirroja con desafío — Creo que Wyatt esta comenzando a tener buenos gustos. —¿Que...—comenzo, cruzando sus brazos mirando la escena. —Solo me llevará en calidad de secretaria, Salleph.—me apresure a decir, intentando que no me odiara, pero la chispa cruzando su mirada decia todo lo contrario—Por ningún otro motivo. Me miro con una expresión de disgusto, hizo un movimiento con su nariz y se giro hacia la puerta. No tenia ningún motivo para enfrentarme a Salleph, pero estaba segura que ella veía a Josiah como uno y no quería que algo así sucediera. No quería que me odiara sólo por un hombre. —Ten cuidado con ella.—aconsejo Lyken, negando con la cabeza e inclinándose sobre la caja de maquillaje. —¿Por qué?—resople, intentando averiguar si ella sabia algo más de lo que yo— Ella se ha portado bien desde que llegue. Y era cierto, sacando a Josiah del mapa ella se había comportado como una amiga. —Una persona cuando se enamora puede volverse peligrosa— prosigio, rodando los ojos—Una parte del enamoramiento se funde con la obsesión. La mire con una ceja arqueada, ¿acaso no fue ella la que me aconsejó que enamorará al mafioso?. —Pero, dijiste que si Josiah Wyatt se enamoraba de mi me dejaría ir.—le recordé, intentando no sonar a la defensiva— Y estas diciendo ahora que una persona enamorada puede ser peligrosa, yo... —Josiah Wyatt no necesita estar enamorado para ser peligroso, cariño.—esparció un rubor en mi mejilla, antes de enderezarse y mirar su obra— Bueno, creo que hemos acabado con esto. —¿Estoy lista?.—un asentimiento fue su respuesta. Camine al closet y lo abrí, revelando el espejo de cuerpo completo antes de quedarme en blanco. La chica que me estaba devolviendo la mirada era yo, pero parecia tan desconocida. Mi pelo estaba liso y llegaba hasta la mitad de mi espalda, el maquillaje en tonos rojos y rosas hacia combinación con el vestido rojo que estaba usando, tenia razón. Los zapatos no se veían y aunque así fuera eran unas zapatillas negras de tacón mediano, cosa que ayudaba en mi postura. El vestido se amoldaba a mi cuerpo, bajando a partir de la cintura en una cascada de tela que me hacían ver hermosa. Lo que mas llamo mi atención fueron mis labios, completamente rojos y relucientes, me hacia sentir sensual sin intentarlo siquiera. — Josiah tendrá una erección con solo mirarte. —canturreo Lyken parándose detrás de mi— Mierda, la estoy teniendo yo y no tengo pene. —¿Gracias?.—conteste, insegura de si debía hacerlo. —Volviendo al tema, ¿estas cumpliendo lo que te dije?.—preguntó, dándole un ultimo toque a mo cabello. No podía apartar la mirada del espejo, aún sorprendida por mi apariencia. No es que antes fuera horrible, pero nunca me importó usar tantos "adornos" porque pensé sería escandaloso y aquí estaba, amando todo. —¿Que cosa?.—pregunte, aún perpleja. Pero, a pesar de parecer tonta sabía a lo que se estaba refiriendo con eso. —¿Enamorar a Josiah?—dijo, y volví a la realidad con mi cuerpo calentándose ante su mención — Estas sonrojándote, eso significa que lo estas follando. No había dicho eso, pero tampoco lo había negado. —¿Te dijo el algo?—pregunte, curiosa. Quizá le había comentado algo y... —No, hay hombres que tienen mas largo el pene que la lengua.— acotó, pasando su cabello por sus hombros— Y Josiah es uno de ellos. A pesar de que fui su puta por amistad nunca habló de mi, y no creó que hable de ti. —¿Haz estado enamorada de él?—pregunté de repente, ante su término "puta por amistad". —Te dije que lo nuestro es solo físico, en nuestro mundo enamorarse resulta difícil. —su voz estaba cargada de pesar—Y más cuando eres la puta de compañía. Me sentí aún mas culpable, yo siempre la llame así. Sólo por estar celosa, pero no conocía bien a Lyken para saber a que se había enfrentado para ser lo que era. Era muy fácil juzgar sin conocer las tormentas de esa persona. Abrí mi boca para decir algo, pero alguien toco la puerta. —Ainsley, el jefe...—Noah paso después respondido, al verme se detuvo — Joder. de que hubiera Su rostro estaba estoico mientras recorría mi cuerpo y se detenía en mis ojos. Mi rostro volvió a calentarse por la mirada de apreciación que me estaba dando. —Aleluya, al niño lindo le agrado la vista.—vociferó Lyken, atrayendo la atención de Noah de mi hacia ella. Él la miró con fastidio, y Lyken le devolvió la mirada con diversión y desafío. —No soy un... —comenzó él, irritado y devolviendo su mirada a mi —Olvidalo Ainsley, el jefe te esta esperando abajo. —Gracias, Noah.—dije, asintiendo. Él se alejo un poco mientras salíamos. —Bueno, al parecer a Josiah no es al único que podrías producirle una erección.—susurro la chica en mi oido, antes de comenzar a caminar a la puerta—Mejor vamos, te están esperando. Mis nervios iban en aumento, como si fuera directo a mi muerte. Y quizá era así, su cuerpo estaba de espalda, enfundado en un traje color marino que resaltaban sus brazos y como siempre lo hacia lucir elegante. A medida que me acercaba lo oía hablar por teléfono. —Debes inspeccionar cada paso que des, no quiero que nada falle. —estaba diciendo, hasta que giro y sus palabras se detuvieron—Y... Te llamo después. Guardo su teléfono y sus ojos recorrieron mi cuerpo, pero esta vez con lujuria y deseo. Una mirada de anhelo, que a juzgar por su apreciación, desearía haber estado solo conmigo. —Estoy lista.—dije, no sabiendo que otra cosa decir. —Estas hermosa, Ángel.—alabó, caminando hacia mí y extendiendo su mano. Mire a Noah, nunca me había llamado por ese apodo en público y no es que me molestará, pero los ojos de Noah se quedaron plasmados en nuestras manos unidad. Ambos cruzamos miradas antes de que Josiah me ayudará a bajar y pusiera una mano en mi espalda instándome a hablar. Me sentí mal, nunca le di algún atisbo de correspondencia a Noah, pero sabia y podía escuchar lo que estaba pasando por su mente ahora, y lo supe cuando cada poco miraba por el espejo retrovisor hacia mi. •26• La noche estaba iluminada por la luna y la brisa nocturna era perfecta y no tan friolenta. Era la primera vez que salía al exterior, pero cada vez que pensaba a donde podríamos estar yendo mi mente me gritaba que pidiera volver, no estaba segura en esa casa, pero si estaba a salvo de lo desconocido. Cuando el auto se detuvo al frente de la casa, o debería decir de la mansión, mi boca se abrió ante la vista. Era una mansión adosada, la cual había sido decorada a cada centímetro de su exterior. Incluso había una enorme fuente en su patio trasero. La decoración era en blanco y negro, con adornos de plata falsa, o lo que quería creer que era fácil, decorando los arbustos que hacían un camino a la entrada. Cada cosa en este lugar gritaba dinero, ahora me estaba comenzando a sentir incómoda. Para cada persona aquí esto parecía lo mas normal, pero para mi era mucho mas de lo que podría prosperar en la vida. Era la casa del sueño de cada persona -¿Me acompañas? -dijo Josiah, sacandome de mi mente cuando extendió su mano hacia mi luego de abrir la puerta. Asentí, sacudiendo todo de mi cabeza y tomando su mano, Noah concentró su mirada al frente sin mirar. Me concentré en pensar que en esta fiesta sólo lo tendría a él para acompañarme Trate de caminar sin retumbar, y lo estaba logrando. Aunque sentía una pequeña punzada estaba caminando lo mas normal que podía y trate de no ponerme nerviosa cuando una pareja mayor se detuvo al frente de nosotros, atrayendo todas las mirada hacia nosotros. Saludaron a Josiah con fervor, como si estuvieran viendo a un Dios presente y me imaginé a quien representaba el en esta fiesta. -Les presento a mi secretaria-apuntó Josiah, posando una mano en mi espalda -. Ainsley ellos son la señora y el señor Corniel. Y ahora me preguntaba en que consistía la política de esta parte del mundo. Dimitrio Corniel era el candidato a la próxima gobernación de Filadelfia, ¿estaba involucrado con la mafia?. Casi bufé, era obvio, sabia que nadie votaría por él y así ganaría. -Secretaria.-la señora dijo, saboreando la palabra y arrugando la nariz- Un placer. Estaba fingiendo, bien lo sabía. -Un placer, señorita.-dijo su esposo y asentí hacia ellos, si hablaba podría salir un chillido de nervios. Y además, eran la mafia, no sabía si decía algo que hiciera que mi próximo paso fuera hacia la tumba. Mire a los alrededores, evitando mirar a los presentes, pero era difícil cuando todo los ojos me miraban con indagación. Quizá, se estaban preguntando como un hombre tan pragmático como Josiah Wyatt había traído a una discapacitada con él. -Todos nos miran.-susurre, por primera vez con nervios. -No me miran a mi, te miran a ti.-devolvió él, apretando mi cadera y deteniendo mi respiración. -¿A mi?. -Cada mujer en esta sala desearía ser tu y cada hombre desearía ser yo.-comentó, mirando con una mirada amenazadora a un hombre que detuvo su camino a la salida para mirarme. No respondí nada, np creí que pudiera hacerlo. Ambos nos detuvimos en una esquina, las miradas y susurros me ponían cada vez más nerviosa. -Relajate, estas hermosa.-me tranquilizo, y ayudo un poco cuando tomo una copa de vino y me la entregó. No era muy buena bebiendo, pero el vino sabia grandioso y me hacia relajarme. Pasaron unos minutos antes de que el candidato a la gobernación caminará hacia nosotros. -Josiah, podrías acompañarme un segundo.-pidió con elegancia y asintiendo hacia mi. -Ahora no puedo.-contestó él, sin siquiera mirarlo. Corniel paso su mirada de mi a Josiah, era mas que obvio que no se iba por mi. Josiah Wyatt era promotor en poner los negocios primero, pero ahora yo estaba por medio. -Ve, no me moveré de aquí.-le dije, poniendo una mano en su brazo. Pareciendo lo más normal del mundo. Su mirada se concentró en mi, un segundo. El hombre a nuestro lado carraspeo y Josiah le lanzó una mirada haciendo que se encogiera y se apartará un poco de nosotros. -No tardo.-me dijo a mi. Asentí y me quede sola. Mire la casa, parecía un salón de eventos por lo grande que era y las escaleras parecían ser interminables. Aun estaba admirando la arquitectura y los cuadros cuando alguien se poso a mi lado. -Hola, pequeña.-saludo con voz aburrida. El hombre de tez negra me miró con una ceja arqueada y me entro el pánico. No conocía a nadie y mucho menos a este hombre. Busque a los alrededores tratando de encontrar a Josiah o a Noah, pero no había nadie. -Disculpe, pero si no se va ahora podría terminar mal.-le dije. Y no era mentira Josiah pensaba que le pertenecía y por ello no dudaría y meterse con este hombre. -No lo creo. -contestó, encongiendose de hombros y extendiendo la mano -Soy Cole. ¿No creía?, ¿acaso no conocía a Josiah Wyatt?. El hombre carecía de un tornillo y lo sabía bien, si veía a este hombre con su mano en mi lo mataría, sin exagerar. Y no quería ser la causante de ello, aunque este hombre me estuviera desnudando cínicamente con la mirada. -Kinsley.-menti, ignorando la punzada de dolor ante la mención de mi hermana. El hombre elevó una comisura de su boca, divertido. Miro detrás de mi y quito una pelusa imaginaria de su traje Armani. -Bueno, Ainsley, te confieso que siempre es bueno ver rostro lindos alrededor.-dijo y mi bebida se atoró en mi garganta, pero luche por no ahogarme Mierda, ¿de donde había sacado mi nombre?. -¿Como sabe mi nombre?-pregunte, frunciendo el ceño. -Tengo mis oídos en todos lados-dijo, elevando su copa hacia mí y dándole un trago. Saboreó el liquido antes de darme una nueva sonrisa -. Y creeme que cuando me dijeron que Josiah tenia una nueva puta calentando su cama pensé que seria alguien más... -hizo un ademán con la mano-... plástica. Pero veo que no, tienes una belleza... casi angelical, casi virginal. Si él supiera... Iba a responder algo, pero me detuve cuando alguien soltó una risa y me empujó desde atrás hacia delante, mi vino derramándose entre nosotros dos, pero mas en parte de su camina de lino blanca. Me enderece, dejando la copa en la mesa y mirándolo con pesar, esperando que no me hiciera nada. -Oh, lo siento. Yo... Negó con la cabeza y busco algo dentro de su saco. -Tranquila, toma.-dijo con natural y expresiva caballerosidad. Dude un segundo, pero parte de mi brazo estaba empapado y no quería pasar mi noche oliendo a alcohol. -Gracias. Una voces comenzaron a acercarse y la reconocí. El hombre sonrio con suficiencia, antes de inclinar su cabeza y comenzar a pasar por mi lado. -Creo que tengo que irme.-se detuvo a mi lado y hablo en mi oído, erizandome de miedo- Es un placer conocerla, señorita. Y con eso se fue. Cuando Josiah llego trate de recomponerme. Ignorando el miedo, no infundido, me había provocado. -¿Estas bien? -pregunto, cuando llegó hacia mi, incluso toco mi frente - Te ves pálida. -No es nada, solo derrame un poco de vino -dije, reaccionando y pasando el pañuelo por mi brazo. -¿Y esto?-preguntó, con voz fría. Lo mire y encontré sus ojos mirando lo que me había dado el hombre. Demonios... Quito el pañuelo de mis manos con brusquedad, girándolo en sus manos y observando el grabado impreso en el. Una C.T junto con una serpiente traspasando las letras, ¿significaba eso algo?. -Solo alguien me lo dio, supongo que no lo necesitaba o...-comenzo, pero Josiah tomo mi rostro en sus manos y la mirada que me dio, escaneando mi rostro, me asustó. -¿Donde esta? ¿Te amenazó? ¿Te hizo algo?.-pregunto, bajando su mano y pasandola por mi cadera- Joder, voy a matar a ese hijo de puta si te hizo algo. -No me hizo nada malo, sólo se presentó.-trate de solucionar algo. ¿Quien es él?. Él me ignoro. Sacando su teléfono tecleo y lo puso en su oído, dejando mi cabeza al borde del colapso. -Asegura la salida, nos vamos a casa.-gruño, sin importar lo que le respondieran al otro lado lo quitó de su oreja y lo guardo de nuevo. A casa. Era extraño si me estaba emocionado en volver. Dios, lo dijo tan seguro y yo estaba convenciéndome de que esa no era mi casa, pero era al único lugar donde quería estar ahora. -Vamos.-dijo, con un gruñido suave, pasando una mano por mi cintura y llevándome a la salida. Nadie noto nada raro, todos estaban fijos ahora en sus conversaciones. Nadie miraba los cuatro hombres vestidos de negro quienes nos esperaban en la puerta, o quizás no quería mirarlo. -Josiah...-trate de hablar, pero apretó mi cintura deteniéndome. -Ahora no...-dijo, los hombres nos siguieron. Cuando llegamos al auto me sorprendió que todos se metieron en el auto detrás de nosotros, dejándonos solos a mi y Josiah. Sus manos estaban apresando el volante con un agarre descomunal. El silencio era aterrador, las preguntas en la punta de mi lengua. Todavía así hasta que nos detuvimos en la estancia Wyatt, los hombres ya no nos seguían. Se habían quedado en la entrada, cuidando todo. Nos dirigimos en silencio hasta arriba, acompañándome a mi habitación. -¿Que sucedió hoy? -susurré. -No preguntes, Ángel. No quieres saber quien es él. Me gire cuando llegamos a la puerta de mi habitación, y me gire hacia él. Trate de volver a preguntar, no sabía si su próxima respuesta me lo dijera, pero sus palabras me detuvieron. -Quiero tanto besarte.-susurro. Mi cuerpo se calentó, y por eso mi voz salió rasposa. -Hazlo. Los ojos marrones de Josiah se fijan en mi rostro mientras su boca desciende hacia la mía. Nuestros labios conectan, chocando entre sí. No es suave, es posesivo, hambriento y duro. Sus manos bajan a mi cintura, justo por encima de mi trasero. Consumiendo todo en mi interior. Cada fragmento de confusión sobre quien era ese hombre abandona mi mente cuando pruebo sus labios y su lengua se enrosca con la mía . Subo mis manos por sus hombros, lento hasta detenerme y enredar mis manos en su cabello, jalo su cabeza más fuerte para que no se aparte. Gimo cuando toma mi labio inferior y mordisquea. Una ráfaga de placer se esparce en mi interior, hacía abajo, hasta que me encuentro apretando mis muslos juntos para combatir el impulso de montarlo aquí mismo, ahora mismo en el pasillo. -Quiero follarte. . Y lo hice. Sin importarme nada abrí la puerta y lo jale hacia mi. Nuestras bocas volvieron a conectar justo al mismo tiempo que la puerta se cerro. Podía sentir la dureza de su pantalón listo para reventar. Mientras su boca capturaba la mía y su beso pidiendo permiso para seguir adelante, sus manos se deslizaron hasta mi trasero. Subio su mano y fue fácil encontrar el cierre del vestido antes de que lo bajará, sin despegar su boca de la mía, ni su mano de mi parte baja. Retrocedio, dando un paso hacia atrás y quitando el vestido que recubría mi cuerpo. Besando mi estómago en cada paso. El aire azotó mi piel, haciendo que cada poro de mi cuerpo se erizará cuando quede desnuda, solo en una tanga delante de él. Un silbido bajo salio de sus labios y su boca se elevo de nuevo a la mía, esta vez tocando todo. Haciéndome caer en la cama, bajando su boca a mi cuello. -Dios mio...-susurre desconociendome. -Follame. Una rísa ronca salió de él, justo cuando su lengua barría mi cuello, bajando, con una mano descendiendo hasta abajo, colándose en mi tanga y sintiendo mi humedad. Su lengua recorrió la aureola de mi pezón, hasta que paro y con un solo movimiento bajo la pequeña cosa que me cubría, para bajar y detenerse al frente de mi vagina. Las pequeñas luces encendidas iluminaban en su rostro, vi en sus ojos una mirada de lujuria, placer y deseo. Deje de respirar cuando Josiah se levantó un poco más arriba e inclinó su cabeza hacia abajo. Él comenzó colocando besos cálidos y suaves justo en mi muslo, adorandome. -Di que eres mía. Mi estómago se sacudió ante su voz ronca, y aún así no dije nada. Y se lanzó, agarrando mi pierna y atrayéndola más cerca de él. Abriendo mis piernas, separándolas aún más, luego su cara desapareció entre mis muslos, lo ultimo que vi fue su cabello, antes de dejar caer mi cabeza hacia atrás mientras la lengua de Josiah recorría a lo largo de mi hendidura. Jadee cuando su lengua, sin previo aviso, finalmente se sumergió dentro, trate de subir mi trasero, pero sujeto mis piernas. Su mano comenzó un recorrido tortuoso, empezando a ir hacia arriba, pasando y erizando mi estómago, hasta mi seno derecho. Dio un suave apretón, volviendo mi piel sensible. Con dos dedos jalo mi pezón mientras, con su lengua en mi entrada vaginal seguía succionando y recorriendo. Con una mano agarre su cabello en mis manos, sintiendo la suavidad en un mismo placer dentro del placer. Josiah usó su mano libre y comenzó a frotar mi hinchado clítoris con su pulgar mientras seguía a follandome con su lengua. Gemí audiblemente y lo sujete más fuerte cuando él apretó con dureza mi clitoris. Intente acercarme más a él. Tratando de que sacara esta necesidad en mi cuerpo, pero soltó mi clítoris y apretó una mano en mi pierna sujetándome. —¿Quieres correrte? —preguntó desde abajo, su boca saboreando mis jugos. —Si.— asenti, casi grite. Mordiendo mi labio solté otro gemido. Su voz se volvió oscura. —Dime que eres mía. Sacudí mi cabeza molesta. Josiah movió su lengua sobre mi clítoris mientras deslizaba sus dedos profundamente dentro de mi. Sus dedos comenzaron a empujar y salir de mi resbaladiza vagina. Estaba más que lista para correrme, pero Josiah no tocaba, o no quería tocar, el lugar que haría que me corriera finalmente. —Josiah, por favor—. lloriquee, temblando debajo de su boca mordió mi clítoris entre sus dientes y retorció mi pezón. No tenía claro si era un castigo, pero si lo era, era el peor de todos. —Di que eres mia, Ángel—. ordenó, la misma voz ronca y excitante. Con el mismo tono autoritario haciéndome enloquecer. —¡Te dije que no! —gimotee. Trate de mover mis caderas para poder llegar a él y alcanzar el lugar que desesperadamente necesitaba ser venerado, pero Josiah tiró de mi pierna buena sobre su hombro y succionó mi clítoris dentro de su boca con desmedida locura. Para luego parar. Se sumergió profundamente. Dentro y fuera de mi vagina, con sus dedos. Estaba al borde de las lágrimas. Josiah me llevaba justo a donde quería estar, solo para dar un paso atrás y permitirme ir. Entonces, lo haría una y otra vez, tratando de torturarme para que dijera lo que sus oídos querían oír y que yo me negaba a admitir. Sumergí mi mano en su cabello, jalando fuerte. Rogando que me dejara llegar. Sin embargo, cada vez que respondía una negativa él solo me llevaba cerca del borde, sin darme mi liberación. Perdí la cuenta de cuantas veces lo hizo y ni idea de cuánto tiempo estaba durando, pero quería que acabará ya de una vez por todas. Trate de alejarme de su toque, sin poder soportar la tortura por más tiempo del que ya llevaba, pero Josiah me mantuvo en mi lugar. Josiah gruñó y condujo sus dedos duro dentro de mi húmeda vagina. -Solo di lo que quiero oír, Ángel. -Dilo- ordeno. -NO- grite, incapaz de aguantar. Grite más fuerte cuando Josiah finalmente golpeó el lugar que había estado en agonía por su tortura. -Dilo. Y sin más, las palabras que tanto me temía escaparon de mi boca en un grito ronco y endurecido. -Soy tuya... Finalmente fui capaz de alcanzar mi clímax, pero ahora cuando lo experimente, fui eclipsada y deslumbrada sin sentido por la desconexión que había alcanzado mi cuerpo, ya dolorido y sensible. -Mía -reclamo con un gruñido posesivo, un minuto después de que la neblina dejará un poco mi visión. Con un movimiento depósito un beso en mi frente y lo próximo que oí fue la puerta cerrarse cuando salió, dejándome sola y marcada como suya. •27• Había perdido la cuenta de las veces que Josiah me había hecho suya en esta semana. El término hacer el amor había pasado por mi mente muchas veces, pero sabía que no podía considerarse así. Sabia que lo nuestro iba más alla de eso, era pasión y lujuria. Y a mi no me importaba, al menos no ahora, pero presentía que en algún momento pasaría. Ahora llevaba dos días sin venir a la casa y sentía que me iba a volver loca. Estaba tratando de leer cuando Noah se sento a mi lado, aparte el libro de su vista. No quería que viera sobre los personajes follando. -¿Como estas?. No había vuelto a verlo desde la noche en que aquel hombre hizo a Josiah poner sus nervios de punta, desde la noche en que, probablemente, había comprobado que había algo pasando. -Estoy bien, ya casi termino mi libro -dije, elevándolo - ¿Y tú?. -He estado bien.-dijo y no dijo nada más. Estuvimos un momento en silencio, hasta que con cuidado estiro la mano y jaló el libro de mís manos. Forcejee con él, luchando por recuperarlo, pero lo atrajo con fuerza suave. Abrió el libro dónde estaba marcado y estaba preparada para correr al otro lado cuando amplio sus ojos y una sonrisa divertida cruzó su rostro. —¿Estas leyendo porno, Ainsley?.—preguntó con fingida sorpresa. —Es erótismo, Noah, y devuelveme el libro.—apunte mi dedo hacia el, frunciendo el ceño. —«Él comenzó llevando su boca a los pliegues de sus labios vaginales, deteniéndose cada poco. Saboreando la humedad que salía de ellos y enterrando su lengua en su entrada para mayor satisfacción y fricción. haciéndola sentir su orgasmo en la punta de su cuerpo»—leyo en voz baja, mi rostro estaba rojo por la vergüenza. —¿Erotismo?. Mierda, eso es porno en papel. —Pero no solo es eso, también es amor y problemas y un montón de drama más que eso. Solo tienes que aprender a entenderlo.— me quejé, estirandome para recuperar el libro pero Noah lo aparto de nuevo. —Babosadas, es porno escrito—devolvió el libro a mis manos y antes de toque pudiera apartarme, se acerca y toma mi barbilla en sus manos para elevarla a su rostro—¿Estás buscando practicarlo?. Mi ojos se ampliaron y busque una negativa acertada para alejarme de él, pero una mano hizo que Noah quitará su mano de mi rostro. —Quita tu maldita mano de su rostro, Strals—gruño en una orden Josiah, apareciendo de repente —Puedes ser uno de mis mejores hombres pero no me tentará la mano en pegarte un tiro. —Josiah... —Que sea la última vez que la tocas, que la mires con deseo o algo mas que con respeto, ¿entendido?.—escupió de nuevo, su voz cargada de furia contenida. Atravesando a Noah con su mirada ensombrecida. Noah se encontraba mirando a Josiah con enojo, pero no dijo nada. Dirigió una mirada hacia mi y suspiro lánguidamente antes de asentir y pasar a nuestro lado. Conteniendo lo que quería decir en la punta de su lengua. Cuando se fue por completo me gire hacía él, Josiah me devolvió la mirada. Incapaz de decir algo me limite a respirar, hasta que tomo mi mano y la jaló hacia dentro de la casa. No nos detuvimos, incluso cuando trate de hacerlo, pero nos detuvimos en su despacho. Lo extrañe tanto. Durante un minuto entero, la habitación está completamente en silencio. En un segundo encendió un cigarro y le dio una calada, tras otra. Dejándome allí desconcertada. -Súbete al escritorio -me dice Josiah, mirándome luego de unos minutos. Se acerca al cenicero y apaga su cigarrillo. Mi cuerpo tiembla con una mezcla acida de lujuria y anhelo. Dando un paso atrás, dejo caer mis zapatos al suelo, caen con un sonido estridente, y luego me siento en el borde del escritorio con cuidado, como me lo pidió, mis piernas juntas en espera de ver lo que pasa. De una cosa estoy segura: está celoso, y en el fondo puedo sentirme victoriosa de causar algo así en un hombre tan meticuloso y controlador como Josiah Wyatt. Mi mente esta recobrando todo lo que podría hacerme sentir si me tocará. A pesar de su posesividad de macho y a pesar de la forma en que le grito a Noah, todavía lo deseo furiosamente. En silencio se gira para mirarme, Josiah comienza a desabotonar su camisa pero sin quitarla, solo exponiendo su pecho tatuado, quizá sabiendo lo que esa vista causa a mi núcleo ya húmedo. La hebilla de plata de su cinturón hace un sonido tintineante cuando comienza a desabrocharse el pantalón, sin bajar la cremallera casi gimo de frustración al ver su tranquilidad y la forma lenta en que lo hace. Pero sé que este es su castigo. Se acerca más, y abre mis piernas encajando su cuerpo entre ellas, hasta quedar cara a cara conmigo. Ahora puedo olerlo, ese aroma suyo de tabaco, almizcle, menta, masculinidad, todo Wyatt. Mi respiración se vuelve cautelosa cuando él me alcanza con una mano ancha y me acuna la mejilla, sin mucha fuerza. Todo en su mirada grita ira y violencia, pero su toque es cálido y casi sensual. —Quiero follarte de mil maneras que la próxima vez que te muevas recuerdes que soy yo el que ha estado saliendo y entrando de tu cuerpo sin parar, llenandote por completa.— carraspea, y una llamarada de calor se extiende desde mi centro hasta los puntos ya duros en mis pezones, directo a mi pecho—. Quiero que cada persona oigan a través de estas paredes cuando grites mi nombre mientras me adueño de ti, cuando digas que eres mía. Porque eres mía. Puedo entender está significado envuelto en esas palabras sin mucho esfuerzo. Quiere que Noah escuché a quien pertenezco, y debo estar mal porque no me importa en lo más minino. —Entonces, hazlo —respondo, encontrando mi voz rasposa y aguda, casi desafiante —.Marcame un vez más como tuya, hazme tuya. Una lenta sonrisa cubre sus bonitos labios y que me jodan si no gemí internamente ante la vista. Sus ojos bajando a mis labios. -Lo que mi Ángel pida son ordenes. Agarra mis caderas y me acerca, tirando de mí hacia él. Puedo sentir el calor de su cuerpo cuando Josiah presiona su cuerpo contra mí, un suspiro sale de mis labios, ansiando los suyos. Sus dedos moviéndose por mi espina dorsal sacando cada botón de mi vestido, es sorprendente la destreza con que lo hace. Aun así, puedo sentir su tensión emanar a través de nosotros, con su toque delicado, pero nuevamente vuelve a ser él. —Lo odie—. gruñe con impaciencia, y sus manos se tensan tanto en mi cadera como en mi rostro—. Soy un hijo de puta celoso y posesivo, y quería matar a Noah por poner su mano de mierda en tu rostro.—se detuvo y me miro, sosteniendo mi rostro fuerte para hacerlo.— Es uno de mis hombres, Ainsley. Hay un problema aquí. —de nuevo Ainsley, no Ángel. Quiero decir algo pero Josiah se inclina y besa mi hombro, antes de contra mi piel antes de morderme con fuerza causando estragos en mi cuerpo. «Lamentaras cuando Josiah te folle a su manera, no tiene control en hacer daños. Es un amante rudo y despiadado.» Las palabras de Salleph la primera vez, hacen eco en mi cabeza mientras suelto un jadeo y Josiah gruñe, manteniéndome quieta. Hasta el momento Josiah no ha sido mas que suave ante su toque cuando hemos follado, pero ahora es diferente. Es como si hubiera presionado el interruptor que separa la suavidad de la dureza, y no creo que vaya a arrepentirme. Su boca traza la línea de mi hombro hacia mi cuello con una lentitud agonizante, y de nuevo me muerde, arrancando otro profundo y vergonzoso gemido de mis labios. En un instante Josiah quita la mano de mi rostro y aun siguiendo la dulce tortura de sus labios corre su mano por mi muslo, bajo el vestido, casi cerca del borde de mis bragas. Mis dedos se enroscan contra el borde de madera del escritorio, mientras sube la mano y sin previo aviso baja las bragas por mis caderas, sacándola de un tirón debajo de mi y exponiendo mi trasero a la fría superficie donde estoy sentada, dejando al descubierto también el furioso calor de mi núcleo doloroso. Esta vez oigo el sonido de su cremallera bajando y convierte mi interior en líquido. Me muerdo el labio inferior, aún arrastrándome de la neblina que sus labios están creando por su toque. Pero luego la sensación de su polla quema en mi muslo, antes de moverse para empujar dentro de mí, sucede tan rápido que apenas puedo respirar antes de que me llene. Un grito que no puedo contener más se escapa de mis labios, no importa cuán duró lo intente. Me empuja hacia atrás, tirando todo del escritorio al suelo y haciendo que el sonido rebote en las paredes y eso me vuelve aún mas loca. Con los brazos sobre mi cabeza, Josiah se empuja dentro de mí con un gruñido y yo cierro los ojos ante la breve oleada de dolor satisfactorio, que se desvanece rápidamente, siendo reemplazado en el lapso de unos pocos empujones más por un placer excitante y cegador. Arrastra su mano a mi cuello, sintiendo mi pulso. La sensación de tener a Josiah dentro de mí después de dos días sin ello envía ráfagas de triunfo y poder a través de mi. Lo deseo tanto. Lo quiero. Y no sé por qué razón. Josiah me llena con su dura y gruesa longitud, poseyéndose de todo, haciéndome pedazos con su miembro palpitante en mi interior. Pero se detiene y chillo ante la sensación de su vacío, arrancando una sonrisa sensual en sus labios. En algún momento de la faena su mano quita la parte superior del vestido y lo arranca, casi puedo sentir la tela rasgándose desde atrás. -Maldición, Ángel, extrañe esto -gruñe, inclinándose hacia delante y dándome esta mirada pecaminosa antes de sacar su lengua caliente para saborear mi pezón adolorido. Arqueo mi espalda hacia él, ofreciendo mi pecho a su boca hambrienta mientras chupa con ganas y luego muerde suavemente la zona. Se me escapa su nombre en un grito ahogado y suelto una mano de la suya para tomar su cabellos suave entre mis dedos, apretando con poca delicadeza, cosa que lo hace gemir. Él se burla de ambos pezones hasta que terminan demasiados adoloridos. Cuando se retira, la humedad en ellos los hace sentir fríos, pero eso acaba cuando cubre con su mano una de mis tetas antes de ir por la otra. Soy una manojo de placer y gemidos debajo de él. -Josiah... -le digo, pero él me detiene, capturando mi barbilla en su mano para dirigirse a mis labios. Tan pronto como su boca toca la mía, estoy desapareciendo profundamente por él. Una parte de mi recuerda retazos de la ultima confrontación que tuvimos. Aunque sé que no debería. Alguna vez fue el monstruo en mi oscuridad, el que me capturó, pero ahora es el monstruo que me libero. Sin pensarlo paso mi pierna por sus cadera, dejando la otra suelta, y lo empujó aún mas dentro de mi, enviando gemidos a través de ambos. Comienza a moverse dentro de mi, sin romper nuestro beso. Comenzamos a movernos en un compás, yo acunando mis caderas hacia él para encontrarme con las suyas, él empujando con estocadas profundas y lentas, su mano bajando y frotando mi clítoris con cada movimiento. Me besa con dureza, mordiendo mi labio inferior mientras trabaja mi cuerpo contra el suyo, sintiendo que su corazón se acelera. Nuestras bocas se mueven juntas en un movimiento similar, empujando, retirándose y saboreando. El ambiente esta pesado por nuestro placer y el olor a sexo emanando en el aire. Clavo mis uñas en su espalda y las arrastro por su piel tintada, haciéndolo estremecer para luego soltar un gemido. Su boca se separa de la mía, moviéndola de vuelta a mi cuello. Puedo sentir el borde del clímax con cada empuje y con cada palpitación. Su mano sigue bordeando mi clítoris con descaro, jugando con mi cuerpo sensible. —Voy a poseerte de todas las formas posibles, Ángel —ausurra, haciéndome temblar. —Dilo, Ángel, di que eres mía. —Soy tuya, Josiah...-jadeo, insistente en que no pare con su trabajo. Se siente tan bien. —Lo soy. Levantando las caderas del escritorio hasta que gimo y me muevo de nuevo. Su cuerpo trabaja para complacernos a ambos, sacando otro gemido hasta que siento que estoy al borde y su cuerpo comienza a tensarse arriba de mi, entra con fuerza dentro, el sonido de su nombre que escapa de su garganta llenando la habitación silenciosa cuando finalmente llego al clímax desbordándo el placer. Los dos nos quedamos jadeando, su cuerpo retirándose de mi y tumbándose a mi lado. Girándose hacia mí, con la cabeza enterrada en el hueco entre mi cuello y hombro. Quizá este sea mi pecado, tal vez amar al monstruo sea mi condena. Pero justo ahora nunca me había sentido tan bien. •28• En algún momento llegue a pensar en que consistía esto: estar en la habitación de Josiah Wyatt, en sus brazos y envuelta en el olor que emanaba el sudor de su cuerpo después del sexo. Consistía en solo lujuria contenida, cuerpos jadeando y pasión controladas, sólo eso; pero no podía evitar vagar en la imaginación de lo que ocurriría sí ambos llegaramos a sentir más de lo que éramos. Había repetido tantas veces que era suya que me resultaría difícil escucharlo de nuevo de los labios de otro hombre, aunque sé qué en algún momento llegaría a suceder. Nada duraba para siempre, aunque quisiera que este momento lo fuera, nada lo hacía; y esto solo sería transitorio en nuestras vidas. Por más veces que me marcará como suya, sabia que esto solo era una forma de liberación para ambos, y estaba bien, no me importaba, en lo absoluto. ¿Entonces, porqué seguía pensando en eso?. Josiah Wyatt trascendería en mi vida, no solo por lo que ocurrió en nuestras vidas, si no por la forma en que su toque hacía ansiar el mi cuerpo convirtiéndo la calma en tormenta, arrasando cada partícula de racionalidad en mi cerebro. Con un suspiro levante la cabeza, apoyándola en un pecho. Sus pestañas gruesas descansaban sobre su piel, sus ojos cerrados, su boca estaba ligeramente abierta y su pecho subía y bajaba al ritmo de un reloj, suavemente y con calma. Se sentía tan íntimo y a la vez tan expuesto para mi, nunca hubiera pensado en este momento. Si alguien me hubiera dicho que estaría en la cama con Josiah Wyatt en algún momento de la faena hubiera caminado al otro lado alejándome de ella, y ahora no lo cambiaría para nada. —¿Estas mirandome?—susurro, aún con los ojos cerrados. Lo observe, esperando algún movimiento, pensé que había hablado en sueños hasta que una comisura de su boca se elevó y su mano descansando en mi cintura comenzó a mi hacer círculos en mi espalda baja. Un estremecimiento me recorrió. Me podría acostumbra a la curva perfecta de sus labios cuando formaban una sonrisa. —Solo estaba pensando—dije, bajando la mirada y trazando el tatuaje que cubría su pectoral. —¿Pensando?—pregunto, y abrió lentamente los ojos. —¿En que estas pensando?. La noche estaba en su máximo esplendor, ahogándonos a ambos entre sombras y figuras difusas, pero aún así podía ver su rostro reflejado por la luz que la luna emanaba al entrar por la ventana. Era casi una pintura de Miguel Ángel, un demonio con figura y rostro tan perfecto que parecía irreal y con una forma de hacerte pecar sin arrepentirte. —En el futuro, pienso en eso. En realidad, no estaba pensando en eso, pero no quería mostrarle mis pensamientos. Al menos, no aún. Habíamos comenzando a tener confianza mutua, pero no tanto como para ello. —¿Que tiene el futuro que no te permite dormir?—inquirio, moviendo su cuerpo para quedar frente a frente conmigo. Su mano descanso en mi cintura, mientras sus ojos apuntaban a los mios. —Tiene libertad.—dije. En una fracción de segundos la mano en mi cintura se tenso y la misma tensión continuó subiendo a su cuerpo. En sus ojos paso una neblina oscura desconocida, la cual preferí ignorar. A veces, aún, me daban miedo los demonios que veía en sus ojos. —En algún momento—prometio, con pesar. Elevo su mano y la paso por el borde de mi mejilla—El futuro podría estar cerca. El futuro podría estar cerca. Esas palabras enviaron chispa a mi pecho. Quería presionarlas en mi pecho y hacerlas entrar en mi cabeza confiando en que cuando el momento llegará lo aceptaría como lo que era: la libertad que merecía. No respondí, y él tampoco dijo nada más. Seguía tenso, ¿pensaba que era suya durante toda la vida?, no podría suceder. Aunque quisiera no quería esto. Estuvimos en silencio por unos minutos, ambos perdidos en nuestros pensamientos y el único ruido que había era el de nuestras respiraciones. —¿Si preguntó algo me responderías?—susurré, demasiado bajo para confiar en que no había oído nada y no terminaría como una chismosa, pero no fue así. —Intentalo.—dijo, en un mismo susurro. Me moví un poco, señalando la pared aunque estaba en penumbras, pero sabiendo el lugar exacto. El mismo en el que me había detenido la mañana siguiente de entre aquí. —¿El niño de la foto es...—comencé, esperando que no respondiese. —Mi hijo— su voz sin titubear —. Es mi hijo. ¿Que acaba de decir?. Obvio era real, él no bromearía con eso. —¿Tu... Tu hijo?—pregunte de nuevo, controlando el temblor en mi voz— ¿Donde esta?. Lo próximo que dijo fue lo que me hizo estremecer y querer alejarme de él. —Muerto. ¿Estaba muerto?, ¿su hijo?. Dios, mi mente estaba explotando fundiendo entre si cada cosa que oía. —¿Muerto? —solte en un chillido, captando el temor en mi pecho— ¿Tu lo mataste? —¿Haría alguna diferencia si lo hubiera hecho?—su tono frío fue desconcertante, si su cometido fue asustarme lo estaba logrando — ¿Cambiaría algo que tú cuerpo haya sido tocado por un asesino despiadado?. ¿Cambiaría algo?, si. ¿Como me sentiría al saber que el hombre que había estado teniendo entre mis piernas había matado a su propio hijo?. ¿Como una persona podría ser tan cruel de hacerle daño a un ser inocente?. La imagen de la foto volvió a mi cabeza, el niño no podría tener menos de seis años, ¿cual había sido su pecado para ser asesinado?. Pero, era un niño, un niño estaba libre de pecado, ¿entonces porque estaba muerto?. —Si, lo haría.—respondí, sentándome y fijando la vista en la esquina donde estaban las fotos, aunque no se veía nada, pero allí seguía — ¿Lo hiciste?. Siguió mis movimientos, sentadose en la cama. Las sabanas blancas se arrugaron en su cintura. —No, no lo hice—contesto, con voz monótona—Puedo ser un monstruo si quieres catalogarme como tal, pero amaba a ese niño más que a mi propia vida. Aún lo hago. No creí que la percepción de como veía a Josiah Wyatt fuera tan importante para mi hasta que me encontré soltando todo el aire de mis pulmones que tenía contenido. El alivio me recorrió por entero, sacando la pesadez que estaba de forma aplastante en mi pecho. Y ahora estaba sintiendo la culpa. —Lo siento, no debí acusarte.—dije, despacio. —Lo asesino mi padre—continuó, para mi gran sorpresa. —Y después yo lo asesiné a él. No sabía que hacer con este manojo de información repentina. Cuando pregunte por pensé que no respondería nada, no espere que dijera todo lo que acababa de decir y menos con tan fría monótona voz, como si no le importara y casi se alegrará por ello. —¿No sientes culpa?—me atreví a preguntar. Esperando no estar sobrepasando los límites que sabía él no tenía —Puedo contar con los dedos las veces que he sentido culpa, o al menos un sentimiento similar, pero matar a mi padre no trajo nada. Solo una sensación de liberación de ira, matar a mi padre me hizo el capo.—se encogió de hombros — No me arrepiento. —¿Mataste a tú padre porque querías le título de capo?. Sonaba ridículo, pero podría ser. —Mate a mi padre porque lo merecía. ¿Este era él realmente?. —Nadie merece ser asesinado, nadie tiene derecho a quitarle la vida a nadie. —conteste, frunciendo el ceño—Y tampoco tú. Era algo banal. Era a lo que él se dedicaba. —¿Crees que un pedófilo no merece la muerte? —comento, con el mismo tono calmado—Merece más, y disfrute cada momento en que saque cada líquido de sangre de su cuerpo. Temblé, y sabía que era una tontería. Sabía en que me estaba metiendo y aún así no me importó. Para Josiah Wyatt matar significaba lo mismo que para mi eran los libros: un arte. Y me estaba sintiendo mal porque cada vez más lo entendía. —¿Él te...—no pude continuar, el tono de llamada de su teléfono comenzó a sonar. Josiah miró la pantalla y lo llevó a su oreja antes de gruñir hacia el otro lado. Evitando mi pregunta no dicha. ¿Mis pensamientos eran ciertos?. —Habla rápido. ¿Si?, ¿donde están?.—hizo una pausa, escuchando lo que la persona del otro lado estaba diciendo— Manda a tus hombres hacia allá, salgo al aeropuerto en unos minutos. ¿Al aeropuerto?. Aún era de madrugada. No podrían ser menos de las 2am, ¿que asuntos se trataban a esta hora?, ¿iba a asesinar a alguien?. —¿Esta todo bien?—pregunte, siguiéndo sus movimientos con la mirada, mientras se ponía de pie y tecleaba en su teléfono antes de ponerlo de nuevo en aue oreja. —Prepara la avioneta, salimos en veinte minutos.—dijo a la otra persona y con eso colgó, empezando a vestirse. —¿Te vas?—pregunte de nuevo, sabiendo muy bien que la respuesta sería afirmativa. Se puso los zapatos y me sorprendió como pudo terminar viéndose tan bien luego de vestirse a medio correr y descuidadamente. Antes de irse me miro. —Descansa, Ángel, cuando llegue a casa te quiero esperando en esta cama. —¿Vas a tardar?—cuestione. Trate de controlar esa pesadez que estaba formándose en mi pecho, pero no podía hacerlo. Temía que algo malo sucediera. —Planeó que no.—se inclino y beso mi frente—Adiós. Aún no me acostumbraba a esto, pero una parte de mi amaba que sacara su lado posesivo y cariñoso para mí. Me hacia sentir poderosa. —Adiós... Pero él ya estaba saliendo por la puerta. Suspire y volví a la cama, tratando de conciliar el sueño, pero era imposible. No podía dormir porque sentía que si lo hacía ocurriría algo malo. ¿Estaba tan destruida mentalmente por desear que el hombre que me había mantenido prisionera llegará a salvo a la casa?. Infiernos, obvio que estaba destruida si estaba incluyendo a mi corazón en el panorama. ______·•°•·______ Cuando el sol comenzó a resplandecer a través de la ventana y Josiah no había llegado aún decidí utilizar su baño. El agua fría ayudo a alivianar mi cuerpo y mi estrés, pero no el revoltijo en mi estomago. Todavía estaba secando mi cabello cuando la puerta se abrió, por suerte la bata de baño cubria mi desnudez, pero cuando la cabeza con cabello pelirrojo se asomo por la puerta quise haberme quedado en el baño. —Jefe, yo... —estaba diciendo Salleph con la cabeza a gachas, cuando sus ojos se alzaron y me miro su rostro cambio en un tono de colores—¿Que haces tú aquí?. ¿El color odio existía?, si no lo hacia podría ser el color de la piel blanca de Salleph al comprender todo. —Salleph, puedo explicarte, yo...—trate de decir, pero ella levantó una mano, deteniendo mis palabras. Su mirada dolida se clavo en mi pecho, y más cuando comenzó a respirar con dificultad. —Joder, Ainsley, quería ser tu amiga y...—dijo, deteniendose y haciendo un ademán con la mano hacia mi—¡Te follaste al hombre que quiero para mí!. Allí estaba, si lo había hecho. Y me sentía peor cada día, pero también sentía una sensación que ella no entendería. —Eres una niña y no quise que... Tiro las toallas que aún sostenía al piso y di un paso hacia atrás cuando avanzó hacia mí. No creí que fuera a hacerme daño, pero las palabras de Lyken podrían haber sido clavadas en mi cerebro y tenían un poco de razón. —¿Una niña? No soy una niña, puedo ser una mujer. —casi grito, estaba segura que cualquiera podria oirla—Más mujer que tu, porque una verdadera mujer no anda por ahí actuando como mi amiga y me traiciona así. —No te traicione, Salleph, tú y Josiah no tenían ningún tipo de relación.—dije, aferrándome a ello para no sentir la culpa innecesaria que estaba sintiendo justo ahora, al verla frente a frente. Si, Salleph era una niña, pero yo sólo le llevaba unos años y aún así estaba haciendo lo que ella quería. Además, aún seguía repitiéndome que ella es mi amiga...o al menos, lo fue, y la había decepcionado. —Oh, ya es Josiah, no Jefe, ni mucho menos Señor Wyatt—resoplo, alzando la mirada al techo y apretando sus manos. Cuando bajo la mirada de nuevo sus ojos podrían encender una hoguera— Debí saber que eras una puta barata, ¿que pretendes conseguir?. Sus palabras se clavaron en mi pecho. —Nada, no quiero nada, tú misma sabes lo que quiero irme de esta casa.—dije, frunciendo el ceño. Irme de esta casa... —¿Y follando a Josiah Wyatt crees que saldrás más rápido?—. se burlo, cruzando sus brazos— No, no lo hará. Sabía que no, pero había desatado el deseo que había privado desde hace mucho. Pero, Salleph no debía saber eso, si lo sabia me odiaría más. —No pretendía que las cosas pasarán así.—dije, en una excusa vana que me hizo sentir miserable. Camino hacia mi, de forma rápida. En un segundo estaba a una distancia prudente y al próximo estaba al frente de mi con su dedo apuntando a mi pecho. Estoy segura que si su dedo hubiera sido reemplazado por un cuchillo no duraría en clavarmelo. —Callate, solo... callate. —apunto a mi pecho aun mas fuerte, mientras escupía las palabras—Sage debió haberte matado cuando pudo, debió haberte hecho inservible y así él no querría mirarte. ¿Estaba hablando en serio?. Si, sabia que ella quería al hombre con el que me estaba acostando, pero de ahí a desear algo así. Era algo delicado, nadie debería hacer tal acto y que Salleph me deseará algo así me hizo estremecer de dolor, sabiendo cuanto me hizo hundirme eso. —Salleph, ¿te estas escuchando?—inquiri, apartando su dedo de mi pecho con fuerza—¿Hubieras preferido que Sage me violara solo por quedarte con un hombre que nunca se fijo en ti?. —Lo hubiera hecho si tu no hubieras llegado...—dio un paso hacia y gimio audiblemente—Dios, ¿sabes cuanto tiempo estuve enamorada de él? Desde hace seis años, seis años esperándolo y guardándome para él, para que... ¡para que tu lo follaras!. —Salleph, yo...—trate de decir, pero las palabras fueron suplantadas con un grito cuando la mano de ella impacto contra mi mejilla, enviando un ardor por todo mi rostro que hizo que girará la cabeza a un lado ligeramente —¿Me acabas de...—pero cuando la mire, volvió a levantar la mano, esta vez mi mejilla derecha fue la afectada. Mi rostro se sentía en llamas y mi pecho hizo conexión con mi cerebro en una llamarada de enojo elevándose en mi cuerpo. —Eres una puta, Ainsley.—dijo, con sorna y arrugando su pecosa nariz— Una ramera disfrazada de mosquita muerta que sólo utiliza su... Esta vez fue mi turno, levante la mano y coagule mi fuerza cuando estampe mi puño en su rostro, haciéndola caer sentada en la cama. Mi mano dolió y mis nudillos vibraron, pero eso no impedía la satisfacción que estaba teniendo al ver a esa niña mirándome con sorpresa, pensando que no haría nada. No era partícipe de la violencia, pero ella me había golpeado e iba a defenderme. No era por Josiah, porque no necesitaba pelear por él, era por mi y mi control, por mi dignidad. Aunque, sólo tuviera un 42% del 100% que tenía al entrar en esta casa. —Vuelves a llamarme puta y volveré a hacerlo.—la amenace. Ya me estaba hartando de esta situación donde debía callar para no lastimar a nadie, si Salleph quería ser mi enemiga, bien, seríamos eso. —¿Quien te crees que eres para...—dijo, poniendose de pie, tapando su nariz con una mano. Temía habérsela partido, pero no había rastro de sangre y eso me aliviaba. —No, ¿quien te crees tú que eres para prohibirme a mi lo que puedo o no puedo hacer?—la detuve en sus palabras, con voz alta y resonante.— Te tome cariño, Salleph, y es lamentable que ahora me veas como una rival, pero no me arrepiento de haberme follado a Josiah Wyatt, y si eso me hace una puta, pues aceptó el titulo en honor de todos los orgasmos que ese hombre me ha hecho tener y todas las marcas que ha puesto en mi piel. Su boca se abrió ligeramente, con recelo negó con la cabeza, repasando mi cuerpo con asco. Minimizando mi ser solo por una situación infantil y absurda. —Eres una zorra... —Y si, me lo folle desde hace días, incluso casi desde que empecé a trabajar para él.—continue, haciéndola callar de nuevo. Me sentí victoriosa — Hemos follado en la oficina, en el baño, en mi habitación, donde estas parada, hemos follado tantas veces que he estado adolorida por solo pensar en ello..—pero, sus ojos comenzaron a cristalizarse y mi postura valiente cayó en picada —. Joder, Salleph, yo lo... Trate de acercarme a ella, pero retrocedió dándole un manotazo a la mano que le estaba ofreciendo. —¡No te acerques a mí! —exclamo, sus ojos se comenzaron a desbordar y mentiría si dijera que no me sentí una mierda — Eres una maldita puta, Ainsley. Ojala Josiah te destruya como termina destruyendo todo lo que ama, te lo mereces. —Lo único que he hecho fue dejar de privar mis deseos...—me defendí, tratando y anhelando que entendiera. Pero fue peor. Apretó sus dientes y le dio un manotazo a sus mejillas eliminando las lágrimas. —¡Te odio! —casi grito, caminando a la puerta—¡No sabes cuanto lo hago!. Salte cuando la puerta se cerro de golpe haciendo rebotar el cuadro a su lado. Maldición. •29• Habían pasado horas desde que aterrice y aún no había ningún aviso para movernos. Estaba en un hotel de Texas, esperando la llamada de Cobby Tristan. Hace unas horas estaba en la cama con el Ángel en mis brazos y ahora solo ansiaba su boca y su piel. Joder, quería tomar de vuelta la avioneta y volver a Filadelfia donde ella me esperaba en mi cama, solo el pensamiento hacia que mi polla se incendiara y se llenará de vida. Podía vivir toda la vida dentro de ella y sería feliz, o podría vivir así siempre, con ella a mi lado; pero ella no lo veía así. Estaba seguro que, por más que amará como la tocaba, aún me odiaba y esperaba mi muerte sólo para ser libre. Lo que ella no sabía es que faltaba solo un poco para que completara el dinero que su tía me había robado, ¿podría dejarla ir?. Maldición, era tan egoísta como para querer que nunca se fuera. Era un hombre de palabra, pero todo en cuanto a Ainsley era diferente. Ella hacía que todo en mi reviviera al máximo y no quería alejarla, quería que fuera mía para siempre. Joder, la quería de todas las formas posibles; y no iba a negarme a hacerlo. Haría cualquier cosa para mantenerla a mi lado, llevará a lo que llevará. No iba a permitir que su tía hiciera lo que tenía en mente con ella, Ainsley no iba a ser tocada por los alcances de su tía mientras viviera. No mataba a esa vieja solo por su hijo, al cual Ainsley amaba, que la necesitaba. Me he contenido bastante para no torturarla por cada vez que me ofrecía a Ainsley creyendo que la violaría o lastimaría. Lo que desconocía es que sólo iba a protegerla, incluso de ella. Tome el teléfono y le frunci el ceño, molesto conmigo mismo. Quería oír su voz, pero aún no tenía teléfono, algo que debía solucionar pronto si quería que se quedará. Me puse de pie y camine al ventanal, dándole una calada al tabaco sintiendo como el humo llenaba mis pulmones antes de expulsarlo y dejarlo en el cenicero mientras se apagaba. El teléfono en mis manos vibró y vi la pantalla, antes de llevarlo a mi oreja. El maníaco habló en un susurro. —En una hora en el hotel Palace Wold. Piso 4, habitación 12. Colge tomando mi saco y caminando a la puerta, mi pistola seguía en mi cinturilla, lista para cualquier cosa o situación. Cuando Cobbie Tristan llamó para ayudarnos a eliminar a su hermano Cole, no pudimos negar la sorpresa momentánea. Pero se trataba de Texas, cualquier cosa se podría esperar, pero aún así seguíamos con nuestros hombres para cualquier trampa que hubieran planeado, si era así que lo era. Cuando cerré la puerta detrás de mí Ezekiel ya estaba saliendo de su habitación. —¿Ya te avisaron?.—preguntó. Trabajar con él no era mi situación favorita, pero no quedaba de otra. Asentí y me dirigí al ascensor, el detrás de mi tecleando en su teléfono. Mis hombres y los suyos estaban sincronizados para trabajar mutuamente, así que en cualquier momento ellos aparecerían. El camino al hotel fue rápido, unos tres minutos fue el proceso hasta que el auto se detuvo en la entrada del hotel. Cobbie Tristan ya estaba esperándonos, su rostro igual al de su hermano a diferencia de que este no tenia cabello en su cabeza, a direncia de Cole. Su piel negra estaba llena de tatuajes, igual que su cabeza. Ezekiel me siguió, al lado de mi cuando caminamos hacia donde estaba. Teníamos a dos de cada uno de nuestros hombres a nuestros lados, pero habían más en la azotea de los edificios al frente en caso de que esto fuera una embocada. Noah y Stoo a nuestro lado. —Eso fue rápido. —alabó el hombre, poniendo su mano en su cintura, revelando el arma. Bufé, el hombre podría tener una bala en su cuerpo antes de que logrará llegar a su pistola si quisiera, pero le dimos nuestra palabra de que saldría ileso en el derrocamiento de su hermano, quedando él con el mando del territorio de Texas. —No confió en ti, si haces algo tendrás una bala perforando cada órgano en tu cuerpo—amenazó Ezekiel, señalando al hombre, quien lo miro con desafío. —Les di mi palabra.—aseguró. —Estas llevando a tu propio hermano a la muerte, no creo que esa sea una buena forma de hacernos confiar en ti—aclaro de nuevo el mafioso ruso. No dije nada. Sabía de sobra que familia no significaba sangre, familia significaba la lealtad. —Dejen las palabras para luego, ya es hora de entrar—dije, chasqueado los dedos —¿Esta solo? —Una puta esta con él, pero son inofensivas. Típico de este territorio. Pase a su lado, nadie intento detenernos hasta que una chica se detuvo al frente de nosotros, pero una mirada basto para hacerse a un lado con su cabeza a gacha. No había ascensor, para tener y robar de nuestra mercancía era algo tacaño al usar un hotel de baratija con poca seguridad. Estaba seguro que no eramos los únicos que queríamos matarlo. —Es aquí. —señalo Ezekiel cuando llegamos al cuarto piso, caminando a la habitación. —Número 12. —Stoo, ahora. —ordené, señalando la puerta. Este se detuvo al frente y saco la navaja de su bolsillo, comenzando a maniobrar en la manilla. Podríamos derribar la puerta, pero alentaríamos a Tristan y podría escapar. —Ya casi listo, jefe.—dijo Stoo, y así fue. Al minuto siguiente la puerta se abrió con un sonido bajo que solo oímos nosotros. No nos detuvimos, puse mi mano en mi cintura, cerca del arma. Cualquier movimiento y la tomaría. Entramos con calma, todas las salidas estaban tapadas por nuestros hombre y él no había tenido la intención de traer a alguno de loa suyos. Una chica estaba tumbada de espaldas, con lágrimas saliendo de sus ojos mientras Tristan se empujaba hacia delante, dentro de ella. Estaba tan metido en su faena sexual que no nos oyó cuando nos acercamos a él. La chica detuvo su llanto y fijo sus ojos en nosotros, pasando su mirada de mi a los demás, aterrada y con miedo. Me recordó al Ángel, y quise matar aún más al bastardo que ahora nos estaba comenzando a dirigir la palabra. Se sentó en la cama y fruncio el ceño hacia nosotros, aún en su mente. —Bueno, vaya.—farfulló, Ezekiel con diversión — Tenemos un pequeño amiguito por aquí. —Solo así se explica que tenga que obligar a una mujer para que este con él.—apunto uno de sus hombres, señalando con desdén el pene des hombre desnudo. —Silencio—dije, frunciendo el ceño—. Stoo, agarralo. —Enseguida, jefe. Un minuto después estaba inmovilizado entre los barrotes de la cama, ya estaba en sus plenos sentidos a juzgar por la resistencia que antes no tenia y la mirada que nos estaba lanzando. Trató de soltarse, pero seria imposible. —Te vas a arrepentir de esto, Wyatt, si me matas harán lo mismo contigo y lo sabes muy bien.—amenazó. Casi me reí, su territorio no lo vengaría, no luego de que nadie estaba tratando de detenernos y su propio hermano nos lo hubiera entregado. La chica comenzó a ponerse su ropa entre sollozos. —Fuera de aquí.—dije, señalando la puerta detrás de mi. Ella obedecía, vistiéndose a media fuerza, y tropezando con sus pasos. Sus sollozos deteniéndose cada poco. —Joder, Tristan, ni siquiera era mayor de edad.—se quejo Ezekiel, caminando hacia él. —No es asunto suyo... —Nuestro asunto es tu caminando también hacia él. jodida deslealtad, bastardo.—dije, —¿Deslealtad?—bufo, soltando una carcajada seca— ¿Quieres hablar de deslealtad?. La tienes mas cerca de lo que crees—miro a Ezekiel y lo señaló con la quijada — y tu igual. Me incline hacia él, apretando mis manos en su cabello, disfrutando la mueca que hacia ante mi agarre. —Y tu como un buen amigo nos dirás todo, ¿cierto?.—dije, en tono suave y amenazante. —O es eso o llenar estas sabanas con algo más que tu semen— resoplo el ruso —. Con tu sangre, podría ser. Pensaba lo mismo. —Tu lengua podría ser un buen comienzo...—dije, analizando cual sería más fácil cortar para que se desangrara de forma lenta. —¿Crees que esto de ponerte la careta de macho funciona, Wyatt? —cuestiono, con burla grisácea— Te conozco, los conozco. —Pues, no nos conoces muy bien si tomas nuestras amenazas en vano.—intervino Ezekiel. —Vayanse a la verga, no diré nada.—escupió, solté su cabello y camine a un lado. —Entonces, ¿podemos comenzar con su pene? —dijo, uno de los hombres de Ezekiel—Esta apuntando hacia mi, estoy asqueado. —Bueno, debo decir que estas rompiendo el mito sobre que todos los negros lo tienen grande, amigo —se burlo Stoo. Le lance una mirada, si Ezekiel bromeaba con sus hombres en asustos como estos era su jodido problema, pero no iba a dejar que ellos lo hicieran. Mire también a Noah, quien me devolvió la mirada inexpresivo. —¿Estan evaluando su pene o cumpliendo lo que venimos a hacer? —rete, mirando al ruso con una ceja arqueada. —Tengo mi masculinidad intacta, para nada débil—se encogió de hombros. Jodido imbesil. —No tengo deseos de tocar tu polla, Cole, pero eso depende de ti y de lo que nos digas.—me dirigí al hombre atado, cruzándome de brazos. —¿Y que te hace creer que me importa? —cuestiono, mirándome aburrido, pero veía el miedo en sus ojos—Si hablo o no, de todas formas me matarán. Pero moriré con la satisfacción de saber que no los ayude. Solo mi autocontrol me impedía moler a golpes su rostro sonriente. —¿Satisfacción?—cuestione, con una sonrisa controlada — ¿Satisfacción saber que los malditos que te ayudaron quedaran vivos y tu morirás por ellos? —Vete al carajo.—repitió, dejando su sonrisa. —No, tu lo harás.—dijo el hombre mas parlanchín del ruso. —Si nos dices quienes te ayudaron te dejaremos vivir.—intervino Ezekiel, lo mire con confusión a punto de intervenir por su estupidez, pero el elevo su mano. —¿En serio?—preguntó Tristan, un atisbo de esperanza en su voz. Pobre cobarde. —No, para nada.—lo negó, de nuevo el ruso— Pero haremos que sea dolorosa. Vi la duda traspasar su mirada. —Solo un disparo.—le dije, ofreciéndole tácitamente mi palabra. Pasaron unos segundos en silencio, todos estábamos controlando nuestros temperamentos para no convertir esta habitación en un baño de sangre con un sólo invitado. Pero, mientras mas fácil hablara mejor. —Bien, podemos hacer esto todo...—comenzó Stoo, pero él lo detuvo. —Aikon Anyetz.—dijo, mirando a Ezekiel— Él me dio las rutas, contraseñas y todo lo necesario para desembarcar tu mercancía. — bufo, soltando una risa—Felicidades, tienes una muy bonita familia. —me miro— Y tu, tu hombre más leal, el hermano que nunca tuviste y con el que te criaste. Tu consigliere, Sage. —Hijo de puta.—mascullo Stoo, diciendo en voz alta lo que pensaba. No me dolía su traición, después de lo que intento hacerle a Ainsley no podía verlo sin querer matarlo, pero nunca pensé en que su lealtad se debatía en un cheque. —Y lo mejor de todos es que ahora esta haciendo lo que siempre quiso y nadie lo detendrá. —continuó Em, mientras sacaba mi pistola—Justo ahora, esta en camino a Filadelfia y hará lo que... Dispare. Su cabeza golpeo contra la madera y sangre cubrió su cuerpo en unos segundos. Había cumplido mi palabra, pero ahora tenía algo que hacer y temía llegar tarde. POV Ainsley La puerta al abrirse hizo un chillido que me hizo saltar y ahogar un grito. Mis nervios se sentían de punta esta noche, y no sabía la razón de ello. Me sentía inquieta. La casa estaba sumida en un profundo silencio. Lo único que mantenía sereno, para no enloquecer, era el resonar del viento golpeando las paredes. Y habia oscuridad, mucha oscuridad. Incluso, las luces del pasillo principal estaban apagadas en su totalidad junto con las que recubrían mi camino a la cocina. Me sorprendió, teniendo en cuenta que había encendido las luces para evitar aumentar el miedo. Josiah no había vuelto a casa desde esta madrugada que se había ido, aún así quería escucharlo, y más ahora cuando parecía que cualquier cosa podría salir de algún lugar y atacarme. Odiaba esta sensación de dependencia que había creado, pero también la amaba, me sentía protegida por él y era todo lo que importaba. A pesar de la distancia. Bajar las escaleras fue difícil porque, si pensaba que el pasillo estaba oscuro, el final de las escaleras me hacia sentir como si me estuviera dirigiendo a la boca del lobo. Aún así me controlé para no detenerme y conseguir avanzar a la cocina. Mi pierna se contraía cada poco por los estremecimientos que cruzaban mi espalda. Me detuve, notando la sombra en la oscura cocina. ¿Por qué las luces estaban apagadas aquí también?. La sombra se removió y di un paso hacia atrás. —¿Monikka?.—la llamé, recibiendo silencio. Camine al refrigerador —¿Por qué las luces están apagadas y... Pero no era Monikka, y mi cuerpo se congeló de miedo al instante. Mi pecho se contrajo por el mismo sentimiento. Y sabía que si corría no podía hacer nada, me alcanzaría. —Que placer verte otra vez, Ainsley.—respondió la sombra, que ahora sabía a quien pertenecía. Me di la vuelta, era mejor tenerlo de frente para saber que ocurriría. Pero, fue peor. Su cuerpo avanzo hacia mi y recordé el verdadero terror de esa noche. —¿Que haces aquí?. Bueno, era obvio. Él trabajaba aquí y debía estarlo, pero después de lo que trato de hacerme no había vuelto a verlo y esperé que fuera así hasta que me hubiese ido de aquí, pero aquí estaba. Su mirada sádica alumbrada por la bombilla del refrigerador, mientras escaneaba mi cuerpo. —Vivo aquí. Asentí y trague el nudo en mi garganta, preguntándome que hubiera pasado si me hubiera violado, ¿podría verlo justo ahora?. No, no podía hacerlo ahora y no podría hacerlo nunca. —Voy a mi habitación.—dije, cerrando la puerta y pasando al otro lado, pero no lo logre. Un chillido escapo de mis labios cuando su brazo cruzo hacia la pared y estaba deteniéndome. —¿Porque tan rápido, Ángel?.—preguntó, avanzando su rostro hacia mi—¿Así te llama el jefe, no? —No me digas así y...—me calme y cerré los ojos— Sólo voy a mi habitación. Quería que Josiah llegará y me salvará. Mierda, si intentaba lo que había iniciado la vez anterior nadie lo impediría y... ¿Nadie?. Salleph y Monikka seguían aquí, y algún otro hombre. —Solo quiero conversar contigo, Ainsley, que mala educación que te vayas así. —Si no me dejas ir voy a gritar y... —Lamentablemente, nadie podrá ayudarte.—su voz envió pavor ama todos mis poros—Su té los dejo profundamente rendido, y bueno algunos detalles técnicos de por medio que tuve que hacer. No sabía a que se refería con "detalles técnicos", pero si tuve claro que había drogado a todos. Mis ojos comenzaron a coordinar con mi miedo y comenzaron a soltar lágrimas silenciosas, el miedo aumentando en escalas mayores de lo normal. Si hablaba soltaría sollozos. —Ya vi que el jefe te esta follando... Me empujo contra la pared, en el rincón del refrigerador, su mano tomó mi rostro y solté un sollozó cuando comenzó a acercar su rostro. —Sage, no hagas esto —rogué, intentando, sin poder liberarme. — Por favor, no lo hagas. —Entre más ruegos oiga de ti, más me gustas —Su mirada me recorrió espeluznantemente. Se acercó, la cicatriz en su rostro deforme por la mueca en su rostro. Sus manos me aprisionaron de nuevo, atrayéndome tan cerca que me estremecí con asco. El olor de alcohol, humo de cigarrillo y droga, emanando de él fuertemente, mientras estrellaba sus labios contra los míos. Intenté alejarme con todas mis fuerzas, pero agarró mi barbilla con rudeza para mantener mi cabeza quieta. Aleje mi rostro, y demostró su molestia tomando mi labio y mordiéndolo con fuerza. Sentí liquido y dolor fluyendo en la zona. —No, no, ya... Mi cuerpo estaba debil por el miedo, y aún así seguía intentando liberarme. Su mano se metió por mi bata y mis lamentos aumentaron. No tenia voz, sólo sollozos. —¿Que diría Wyatt si se entera que estoy tomando lo que es suyo?, ¿lo es?. —Su voz era siniestra. —¿Eres suya?. —Te matará.—le advertí, apartándome de su toque. Pero, era inútil, su fuerza no se comparaba con lo débil que estaba. Pero, funciono, apartó su mano y se alejó un poco. Entonces, me golpeó, el dolor se extendió por todo mi rostro, tratando de que pudiera reaccionar. Ni siquiera lo había visto venir, pero era algo que sabía iba a suceder. Sosteniendo mi rostro, mis ojos se llenaron de lágrimas. Mentalmente, me regañe por parecer débil, pero estaba en conmoción. —De todos modos, lo hará. —Sonrió con suficiencia. —Pero va a ser mucho más divertido que lo haga por tomar a su dulce ángel. Rogar era inútil. La repentina necesidad de huir se apoderó de mí más allá de cualquier sentido de seguridad. Quizá, si alcazaba un cuchillo podría defenderme, pero seguía confiando en que él llegaría. No podía ser que esto volviera a pasar. Mis pies me impulsaron hacia delante, mi corazón saltándose un latido mientras me ahogaba con la agobiante tensión rodeándome. Antes de que pudiera alcanzar la puerta del estante, fui lanzada con fuerza hacia atrás de nuevo, su mano apretando mi garganta y forzando a salir el poco aire en mis pulmones. Mi pecho ardió con la falta de oxígeno, mi mente cavilando con el pensamiento de que esto podría ser todo. Me liberó antes de que sucumbiera a la oscuridad, un furioso ataque de tos resultando para aspirar aire en mis hambrientos pulmones. —¿A dónde vas tan pronto? — rió, delirantemente entretenido con mi intento. Sin previo aviso me hizo girar, apretándose contra mi. Su asquerosa erección alzada por mis súplicas y su voz enviando asquerosas nebulas de miedo a mi interior. —Voy a tomar lo que él no ha tomado —gruñó—. Voy a tomar tu culo hoy. —sin entender lo que decía, tomo mi cabello en su puño, jalando con fuerza provocando que un grito saliera de mi al mismo tiempo que río. Mi dolor lo seducía. Tiró de mis mechones con más brusquedad, el dolor en mi cabeza era insoportable —Te tomaré del modo que él no lo ha hecho. —amenazó, acercándome tanto que mi espalda tocó su pecho, su aliento humeante dándome náuseas. No, no. No podía. Dios mío, quería gritar, suplicar, pero mi voz no salía de mis labios. Solo lamentos y lloriqueos que no me dejaban respirar. —Voy a disfrutar esto—dijo, su mano apretando mi trasero —Ya lo estoy haciendo. —No... Su mano se coló entre mi bata, entre la fina seda, tocando mis muslos. Metiéndose entre mis piernas, trate de apretar pero pellizcó con fuerza. Estaba en shock, ya no podía moverme. Estaba inmóvil en una aura de inquietud y pavor. —Estas mojada, Ainsley. No lo estaba, estaba aterrada. Un manojo de miedo y temerosa impaciencia. Sus manos se metió en mis bragas y apreté mis ojos con fuerza y solté un grito, el único que fui capaz de soltar. El soltó una carcajada en mi oído, para luego pasar su lengua en mi cuello. —Dios mio, mi polla quisiera ser mi dedo... Su dedo se metió en mi interior. Dios mío, por favor, ayudame. Sollozos, lágrimas, jadeos y lamentos se escaparon de mi cuando sumó otro dedo a mi interior. Me removí, tratando de alejarme y expulsarlo, apretando mi interior, pero eso hizo que solará una maldición y un gemido. Y comenzó, entrando y saliendo disfrutando de mi tortura. Lo que para mi era el destrozo de cada partícula de mi ser para el era un juego de excitación. Quería encogerme en mi misma. La salvación no llegaría, ya no podría salvarme. Ya me estaba rompiendo y no tardaría en bailar sobre los trozos que quedarían una vez de que hubiera terminado. Estaba desmayándome cada vez más, mi mente debilitada por la lucha interna que había tenido, mientras sus dedos seguían entrando y arcadas subían por mi garganta sin salir. Hasta que sus dedos salieron y fui soltada. Mi cuerpo cayendo al suelo en señal de rendición. Cuando pude me abrace a mi misma, recogiendo los restos de mi alma ya descocida. Las voces aumentando y ninguna audible para mis oídos. Los golpes eran lo único que persistía en mi mente, el sonido de piel contra piel. —Ángel, lo siendo tanto...—dijo, su voz golpeando contra los muros de mente. Y explote, mis lamentos se hicieron mayor y subieron por mi garganta, rasgandola. Su olor ahora estaba en todos lados, quería aferrarme a él, pero no podía. —No... no me toques. —solloce, rogando en mi intento de apartarme. No podía mirarlo. Trato de tocarme, pero me aparte de él, arrastrándome hacia atrás. Me sentía asqueada, ultrajada y sin uso. Ya no importaba, era nada. •30• POV Josiah Ainsley no quiso tenerme cerca, aún así me quede del otro lado de la puerta hasta que sus sollozos se silenciaron. Casi dos horas sintiendo su dolor, traspasando la madera de la puerta hasta poder darme cuenta que si pudiera pasar su dolor hacia mi lo haría, sin dudarlo. Cuando entre al sótano tuve que contenerme para no saltar sobre ese maldito bastardo y sacarle los ojos, cortarle los dedos y rasgar la piel con la que se había dignado a tocar a mi ángel. Esto no se trataba de su traición al venderme con el otro territorio, se trataba de más. Se trataba de lo que le había hecho a la mujer que había querido proteger. Aún podía sentir el temblor y como se alejo de mi toque. Sage iba morir hoy. Desnudo y atado a una silla, los ojos trastornados de Sage se fijaron en mi. La única cosa que le permití tener fue su voz, pues quería oírlo gritar por su vida y oír los lamentos que salían de él. Ya tenía marcas y cortes en su cuerpo, donde demostraba que ya habían empezado a jugar con él. Dos horas de juego sin mi. —Tu vida terminará hoy —le aseguré. Una sonrisa de sonrisa sangrienta surco sus labios, sus ojos disparados hacia mi, con cansancio. —Quien iba a decir que el gran señor Wyatt mataría a uno de sus hombres por una de sus pu... No lo deje continuar, sentí su nariz crujir bajo la fuerza del golpe que lo hizo callar, tan fuerte que incluso retumbo en mis oídos. —Vas a pagar haberla tocado, hijo de puta.—dije, en una extraña furia contenida. Le di una bofetada, haciendo que su silla se cayera lo que me permitió descargarme. Pateé su estómago, las veces que quise, pero aun así mi sed por su sangre no ha sido saciada del todo. La furia que tenía todavía estaba hirviendo dentro de mí, amenazando con destrozarlo en cualquier momento. —Jefe...—Noah puso una mano en mi hombro deteniéndome— No acabe con él aún. Respirando con dificultad camine al otro lado del sótano, controlando mi respiración mientras lo levantaban. Escuché sus gemidos de dolor, pero solo lleno más mi ira. Solo me estimuló a querer golpearlo más. Noah tenía razón, aún quedaba mucho por delante. No había terminado, no aún. Aún no estaba cerca de terminar. De hecho, recién comenzaba. Pagaría de la manera que quería, iba a hacerlo sufrir de mil maneras. Había muchas cosas que podría hacer antes de que pudiera satisfacer mis impulsos del todo. Caminando hacia él de nuevo, retorcí mis dedos en su cabello, echando su cabeza hacia atrás con brusquedad hasta que su mirada estubo puesta en mi. Tenía los ojos tan dilatados que estaban cristalizados. Tomé mi cuchillo y presioné el mango contra su cicatriz, Sage se removió, mientras presionaba el mango en ella. No hizo nada mientras hacía un corte siguiendo el grueso trazo que se detenía en su ojo, el mismo que se había hecho en una batalla hace años .Cuando vi que estaba sangrando demasiado quite el filo. No había comenzado, y no iba a hacer que se desangre hasta morir. Aún lo necesitaba vivo. — ¿Cómo se siente? —Me burlé de él, con el odio puro en mi voz—. ¿Se siente bien?. Él tosió, escupiendo sangre. Esta vez presione mi cuchillo contra su pecho. No presioné la cuchilla contra su piel, solo lo asuste. Deslizando el cuchillo, lo dejé sentir la hoja. Se quejó, con los ojos ya desorbitados. Estaba a punto de perder el conocimiento. Estampe mi puño contra su nariz de nuevo. —No te atrevas a dormirte, hijo de puta.—dije, golpeando su rostro —Stoo, la pistola eléctrica. Sus ojos se abrieron de nuevo, comenzando las quejas de nuevo, sabía para que usábamos la pistola: para reanimar y alargar la tortura. Casi le gritaba a los chicos por haberlo excedido tanto, quería haber sido yo el que lo debilitara, pero aún quedaba mucha tela que cortar. La hoja de mi cuchillo se deslizó por su hombro, luego continuó a su brazo derecho. Él se quedó quieto cuando mi cuchillo comenzó a presionar más contra su piel. Presioné contra su corazón, sintiéndolo bajo mis dedos. Mis dedos presionaron contra su caja torácica, ya rota, a juzgar por la mueca que hizo. Presione aún más fuerte. —Detente, maldito... —Ella te pidió que te detuvieras y no lo hiciste—replique en su rostro, sosteniendo el cuchillo contra su corazón. Noah se puso detrás de el y sostuvo a Sage por los hombros Sostuve la punta de mi cuchillo en espiral en su piel. Lo vi estremecerse, vi su sangre y me deleité con ella. Me encanto ver la forma en que su rostro se contraído con cada paso que mi cuchillo tomaba en su piel. Grito, en una sonora melodía que me llenaron de ansias. Sage trato de alejarse, pero yo giré el cuchillo mas adentro haciéc encogerse, contemple como seguía allí dentro, pero sin perforar. Sólo un poco más y su corazón dejaría de latir, pero nadie cía eso. La sangre comenzó a salir a borbotones y Stoo se apresuro, presionando una toalla para que el idiota no se desagrara. —Haz...—respiro, tosiendo sangre —haz lo que... lo que quieras... pero sentí su coño, lo toque y.. —Maldito infeliz, voy... Pero antes de que pudiera clavar mi cuchillo en su ojos Stoo estaba al frente de mi deteniéndome, le lance una mirada asesina. —Solo quiere provocarlo para que le de muerte rápido —dijo, sin apartarse —No se deje llevar, aún queda mucho que cortar. Tenia razón, no iba a dejarlo salirse de esta tan fácil. Rodee a Stoo y camine de nuevo hacia Sage. Recorrí su silla, hasta detenerme detrás de él. —Con esos dedos tocaste lo que era mio...—dije, agachándome. Pasando mi cuchillo por su mano.—Con esta mano la retuviste ¿no?.—No dijo nada, se limitó a quedarse en silencio. Pensando que lo haría ver más fuerte.—Podrías cortartelos—sugerí con una sonrisa burlona. Movio sus dedos, apretándolos en un puño. Pero era inútil, su fuerza era debil por el abreboca al que lo sometieron. Noah hizo que sus dedos se estirarán. —No te atrevas...—no le di tiempo de terminar. Corte su meñique, este cayó en el suelo con un sonido cayado por los gritos de Sage. El próximo en despedirse fue su pulgar, la sangre gotear mientras cortaba el próximo dedo. Con tres sería suficiente. Sage rugió de nuevo, maldiciedo y evitando mover su mano. Retrocedí, dejándolo disfrutar de su agonía. Hoy era un monstruo. Hoy iba a matar por ella. Y fue lo mas verdadero que dije. Lo había hecho muchas veces antes, lo estaba haciendo ahora y si me lo pedía lo haría en el futuro. Sólo por ella. Paso una hora y cada poco evitabamos que Sage cayera. El olor a sangre era pesado en el aire, pero ya era costumbre y no importaba. Y despues de años, el miedo de Sage hacia mi era tan fuerte que saturaba el aire que respiraba. Alimentando mi sed de venganza cada vez más. —Voy a comenzar tu muerte, Sage, esperó que la disfrutres—dije, sacando unos guantes de latex de mi bolsillo. Tome mi tiempo en ponerlos, mirando a Sage mientras lo hacia. Si ers inteligente sabría que iba a suceder. Noah me ofreció de nuevo el cuchillo, esta vez ya limpio. —Eras uno de mis hombres más confiables, te deje quedarte, te trate como mi igual, ¿y como me pagas?.—me arrodille al frente de él, trató de luchar, en vano. Ya no le quedaba mucho tiempo de vida.—Me traicionas, contando mis jodidos negocios por ahí. Sus ojos estaban apretados con fuerza, evitando verme. Noah lo agarró del pelo y le echó la cabeza hacia atrás. Él gimió de dolor cuando le abrí la mandíbula. Se estremeció y se retorció, tratando de escapar. Él sabía lo que venía, sabía no tenía escapatoria. Sostuve su mandíbula firme en mi mano, mis dedos apretando sus mejillas. Trató de liberarse, pero Noah lo sostuvo con fuerza, sostuvo la mandíbula de Sage, forzándolo a abrir la boca para mí. —Shhhh... no dolerá, traidor —susurro Noah en su oido. Sage grito, pero solo salieron lamentos. Sus lamentos me retorcía el corazón porque sólo podía pensar en los lamentos de Ainsley. Ella rogaba y rogaba, mientras él disfrutaba de romperla. Pues, yo iba a disfrutar rompiéndolo a él. Mis dedos se aferraron a su lengua, presionado con fuerza para evitar que se resbalada el pedazo de carne. Era solo uno de los que estaban en mente por cortar. Sus ojos se abrieron con miedo, mientras acercaba el cuchillo a su boca. Trató de removerse, pero de nuevo Noah lo impidió. Para ser un hombre con heridas mortales en su cuerpo estaba teniendo aun mucha fuerza. Sosteniendo la navaja contra su lengua, sonreí con desdén. Conté unos segundos en mi cabeza. 1, 2, 3, 4, 5... Sage me miró con recelo, aún moviendo su cabeza sin éxito. Tratando de apartar su lengua de mi mano. 6, 7, 8, 9, 10... Su respiración salió de nuevo, esta vez comenzando a nivelarse. 11, 12, 13, 14, 15... Sus músculos comenzaron a relajarse; su guardia cayó y dejó de pelear. Baje el cuchillo y corte. Un solo corte basto para delegar la cerne del otro extremo. La levante y la sacudí en su rostro, vi lágrimas y eso envió ondas en excitación a mi cuerpo. Su agonía estaba comenzando a aumentar. Esto no había terminado aún. Sage sollozo como un marica, lloro y grito de dolor. Yo me alimente de eso con una sonrisa. —Tu hablaste demasiado y yo tuve que acabar con tu habla —dije, sosteniendo su lengua para que todos la vieran y tuviese una advertencia. Aunque no creía que la necesitaran. Kartz me trajo una bolsa de plástico y deposite la lengua dentro de ella, lista para ser quemada al igual que los dedos. La sangre acumulada en la boca de Sage fue una hermosa imagen para mi cuerpo. Se empujó hacia atrás cayendo de espaldas y gritando, supongo que pensó que era buena idea caer sobre su mano luego de perder tres dedos. Le di una patada en el estómago, sintiendo que su costilla se rompía ante la fuerza. Grito más fuerte. Ahora venia la parte final para completar mi obra. Volví a agarcharme junto a el, tomando su polla en mis manos justo cuando aumentaba sus gritos. Si pensaba que lo de su lengua era el final, pues parecía que no había trabajado nunca para mi. —Esto va a ser divertido —resoplo uno de los chicos. Bajando mi cuchillo lo presione contra la carne de su polla. Bajando, y deteniéndome a escuchar sus gritos cada poco segundos. Su polla aun seguía pegada a su cuerpo cuando me detuve un minuto. —Cada vez que gritas, recuerdo a Ainsley pidiéndote as gritos que te detuvieras, ¿lo hiciste?. —pregunte. —¡NO!—No le di la oportunidad de reaccionar. Mi cuchillo cortó su polla, separándola de su cuerpo. Me puse de pie y lo vi gritar de dolor. Todo su cuerpo se estremeció en agonía, sus continuos gritos llenando la habitación. Después de verlo revolotear, le tiré su flácida polla. —No te deruviste cuando ella te lo pidió.—me agache de nuevo, todos mis hombres disfrutando del show—Te dije que pagarías por esto y pensaste que estaba jugando, es el castigo justo para un maldito y cobarde como tú. Me puse de pie, quitándome los guantes y señale a Kartz. Sabía que Sage no tenía mucho tiempo de vida, pero mientras tardara en irse al infierno podría conocer un poco más del juego de Kartz, el hombre sabía usar un cuchillo como un experto, y eso era. —Digame, jefe. —Diviertete con él mientras dure.—me gire hacia Noah y Stoo— Pueden hacerlo ustedes también. Luego no olviden limpiar esto cuando se vayan y deshacerse de todo. Noah asintió. —Le cubrimos la espalda, jefe. Sabía que era así, a pesar de todo el también se preocupaba por Ainsley aunque me molestará, pero debía aceptarlo. Ainsley era una mujer que haría babear a cualquier hombre, y yo no seria el único. —Eso esperó, ¿bien? Con esa como mis ultima palabra, salí del sótano. Subiendo las escaleras, me dirigí a mi oficina. La idea era irme a mi oficina y luego a la habitación, darle tiempo a Ainsley, pero mis ojos necesitaban verla, saber que estaba respirando. Y me detuve al frente de su habitación, allí fue cuando lo oí. Pequeños sollozos que nadie oiría si no se acercaba lo suficiente. Para este momento, Sage ya estaría muerto, pero pagaría cualquier cosa por revivirlo y matarlo de nuevo. Cualquier cosa y más al sentir cada dolor de Ainsley. No se si alguna vez me acostumbraría a verla llorar, pero si se quedaba conmigo me aseguraría de que los malos momentos no existieran jamás. Podríamos superar esto. Mi corazón se sentía ligero al pensar en ella. El dolor dentro de mí, la furia... todo se calmaba con solo pensar en su nombre. Era indignante la manera en que la necesitaba y la rapidez que tomo caer por ella. Y volvería a caer mil veces, sin importar la altura o el dolor que conllevará Abriendo la puerta con cuidado me adentre dentro de su habitación. Mis pasos vacilaron, mi corazón martillaba en mi pecho cuando vi que las luces de las lámparas estaban en entendidas. Mis ojos recorrieron la habitación, buscándola. Y alli estaba, en la cama. Luchando en sus sueños. Tenía las cejas juntas y sabía que su sueño no era tranquilo, y más aún cuando otro sollozo aun más fuerte salió de ella. Suplicando con un "no". Me quite la camisa con sangre con rapidez y sin dudarlo, me subí a la cama y la atraje a mí. Sosteniéndola cerca, su cuerpo se resistió aumentando sus sollozos y mi pecho se comprimió. —Ángel, soy yo, no te haré daño. —susurre en su oído, sintiendo su cuerpo tenso—Shhhh, soy yo, Ángel. Continúe hablando en su oído, hasta que sentí como comenzaba a relajarse. —Josiah —dijo adormilada —Estoy aquí, nada malo te pasará.—le di un beso en su cabello, inhalando su olor. Su cuerpo se empezó a remover, poco a poco. Dirigiendo su mirada a mi cada vez más. Su cuerpo estaba relajado, pero cada poco tiempo se estremecía. Estaba despierta, y me emocionó que no intentará apartarse. Entonces, se movió, quedando frente a mi. —Follame. Si lo hubiera dicho en cualquier otro momento lo haría, joder lo haría con gusto; pero ahora sabía que lo hacia para tratar de sacar la estúpida culpa que creía que tenia, y no podía permitirlo. —Ángel, no puedo hacerlo... —Hazme tuya —temblo, sollozando.—Borra toda huella de... borra todo lo que no quise que... Y entonces, se rompió de nuevo. Aferrándose a mi y sollozando en mi pecho. Y nos quedamos así un rato, ambos sintiendo dolor, yo tratando de reconfortarla. Joder, la amaba. •31• Dolía, dolía mucho la destrucción. Pero, necesitaba reconstruirme del todo. Eliminando cada partícula de recuerdo en mi. —Te lo pido, Josiah, hazme tuya—mi voz salió rasposa por mi llanto, pero aun así me la arregle para continuar. —Sólo necesitó eso. Su rostro se transformó en una negativa latente, no podía dejar que continuará. Necesitaba que barriera cada mal recuerdo, y él podía hacerlo. —Ángel... Aún temblando me estire un poco, mi rodilla se quejó y me empuje un poco hacia atrás. Levantando mi bata y sacándola de mi cuerpo. Sus ojos nunca dejaron los míos. Su mano se movió a mi mejilla, su ceño estaba fruncido por el momento. Y pensé que se negaría, que se enojaría porque otro hombre había puesto algo suyo en mi interior, que me rechazaría, pero sólo asintió. No tenía camisa, solo se deslizo fuera de sus pantalones y bóxer, al mismo tiempo. —Deslízate hacia arriba —pidio, al mismo tiempo en que se inclinaba hacia mí —Te trataré con cuidado, Ángel. Hice lo que pidió, con mi cuerpo resignado. —No quiero quiero lástima —sentencié en voz baja. No dijo nada, pero se inclino apoyándose encima de mi con sus brazos. Barriendo besos en mis mejillas, tan suaves que parecían una caricia. Recorriendo el rastro que mis lágrimas habían hecho en mi intento de desolación. Empujó dentro de mi abertura con la punta de su polla, estaba nerviosa aún así sofoque un gemido. Mi interior se apretó fuertemente cuando empezó a empujar. Un dolor sordo me recorrió, sólo unas punzadas secas, me tense aún más y grite de dolor. —Relajate, Ángel—volvio a pedir, susurrando en mi oído —No voy a continuar si llegó a lastimarte. —No me importa si me lástimas.—intente decir. Se movió, aún dentro de mi, en una posición donde yo quede a orcadas encima de él. Apoyando todo mi peso en una rodilla. —A mi si me importa —hablo de nuevo, su gorda polla palpitante y estirándome. Me obligue a no pensar en nada que me recordará a esto. Bloquee cada pensamiento, ignorando el recuerdo de cada toque que no quise en mi piel, en mi interior. Tratando com todas mis fuerzas, suplicando a gritos silenciosos que eliminará cada rastro de intromisión que hubo en mi. —Maté a mi padre porque violó a mi hijo —dijo de repente en voz baja, mi sorpresa fue grande ante eso. —Me case a los 19 con una chica que pertenecía a la alta clase, fue un matrimonio arreglado y ninguno de los dos se quejo. Tres meses después ella quedo embarazada, no quería hijos pero lo tuvimos y no me arrepentí. Su voz estaba vacía mientras hablaba, susurrando con pesar su vulnerabilidad sobre ese suceso. Sus ojos no me miraban, y su polla estaba estoica dentro de mi, controlándose para no moverse. Era algo tan subreal. —No tienes porque contarme esto si no... —Mi padre comenzó a hacerse dependiente de las drogas, esa es una de las razones por la cual solo la comercializamos, y su comportamiento se volvió violento y despreciable. Casi neurótico, pero pensé que era algo normal—continuó, haciendo círculos en mi espalda. —Rhoalie padecía ninfomanía, es un trastorno donde el impulso sexual es desenfrenado e impulsivo, pero lo controlaba con medicamentos, pero por alguna razón decidió dejar de usarlos sin avisar. No sabía a donde se estaba dirigiendo esto, pero no quería descubrirlp porque sabría que dolería. Y no estaba preparada para afrontar todo en una sola noche. —Josiah... —Estaba de viaje cuando paso; Jhoseph tenía 5 años y era el niño más sonriente que hubieras conocido nunca —sus ojos brillaron cuando lo mencionó, y una fisura nueva se apuntó a mi corazón — Todos lo amaban. Todos. —se quedó en silencio y apoyo su cabeza en mi hombro —Ese día llegue sin avisar, para darle una sorpresa. Rhoalie y yo éramos un matrimonio fingido, estábamos con otras personas y nunca nos importó, pero al entrar en la habitación de Jhoseph todo cambio. Lo que vi me lleno de furia y no pude contenerme. —se quedó en silencio, pensé que pararía pero para mi sorpresa continuó —Mi padre y esa perra estaban... violando a mi pequeño, no pude contenerme. Los mate en el acto, aunque hubiera preferido la tortura. Mis ojos estaban llenos de lágrimas no derramadas. Mi pecho dolía por las revelaciones, dolía por su dolor. Joder, estaba quemandome. Dolía por todo y aún así me sentía incapaz de frenar estos sentimientos. —¿Y... y Jhoseph? —pregunte, poniendo una mano y temblorosa en sus hombros. —Tuvo una hemorragia comprometidos por golpes respondió, negando — Eran justificó eso, ni la condición padre ni el trastorno de ella. interna, sus órganos estaban que recibió a lo largo del día.— su madre y su abuelo, joder. Nada destructivamente neurológica de mi Pase mis brazos por sus hombros y lo acerque a mi. Ambos desnudos, pero sin nada sexual de por medio. Sólo compartiendo nuestros dolores e intentando que se fueran, que nuestros demonios se esfumaran por completo. La primera vez que nos abrazábamos de esta forma. Y aún, a pesar de todo mis demonios seguían deambulando por mi cabeza, susurrando palabras hirientes. Me aparte un poco, él paso mi cabello por encima de mis hombros y tardándose en bajar por mi brazo. Sus ojos marrones encontraron los míos, nadando con cariño y confianza. —Hazme olvidar ahora.—pedí, acercando mi boca a la de él sin tocarnos —Follame. No dijo nada, solo empujó el resto del camino en una estocada suave, obligando a mi interior a abrirse para acunarlo. Me presione contra el, nuestros pechos tocándose, mordiendo mis labios de dolor. No se movió en un largo tiempo, y si lo hacia se debían a movimientos involuntarios. —Por favor, no te prives por mi. —hable. Empezó a follarme lentamente. Su mano bajo al lugar donde nuestros cuerpos se unieron, tocando mi clítoris y dándole un suave toque antes de apretarlo y hacerme gemir en voz alta. Me interrumpió con un beso casi suave, pero áspero a la vez, convirtiendo en bálsamo el fuego y el dolor en mis venas. Sus labios se enredaron con los míos y su lengua comenzó invadiendo mi boca mientras su dedo presionaban justo donde necesitaba se tocada. Gemí en sus labios, en una magnífica secuencia de piel, gemidos y agonía. Su pelvis golpeó contra la mía mientras me movía tratando de encontrar algún punto estratégico para liberarme. Añadió otro dedo a pinchar y apretar mi clítoris, y agarré sus hombros para estabilizarme. Me balanceé contra su mano y su polla, aferrándome a él a medida que su boca comía la mía, como si me necesitara. Podía sentir la presión de un orgasmo cerca, en la punta de mi cuerpo. Nuestra humedad ya estaba a flor de piel. Pasó su pulgar sobre mi clítoris otra vez, y gemí contra sus labios, de nuevo, cuando mi orgasmo me atravesó. Se separó de mis labios y solté un grito, sintiendo como apoyaba su frente en mi hombro y yo hundía mis uñas en los suyos, tratando de recobrar fuerzas. Estrellas bailaron por el borde de mi visión, ahogando todo pensamiento en mi cabeza. Pero, siempre existía un "pero", sus brazos nena aprisionaron contra él de nuevo. Y el orgasmo se esfumo. No vi su rostro, era Sage el que me tenía. El que me estaba sosteniendo, no Wyatt. Mi visión se nublo por el miedo y trate de liberarme, pero seguía sosteniendome con fuerza. —Sueltame... No podía respires, el miedo sofocando mis pulmones e impidiéndole cumplir su función. Mi visión estaba comenzado a nublarse y peor aún, mi cuerpo estaba en shock. —¿Ángel?. —preguntó él. Era su rostro, pero su voz no. ¿Así te llama el jefe, no?. Su voz resonando en mis oídos, el sadismo y la emoción que trasmitía al sentir mi miedo. —No, por favor.—intente hablar, pero era un graznido el que solté.— Sueltame... —Ángel, soy yo... —No, no... Entonces, tomó mi rostro y sentí frío. Sentí mi cuerpo entrar en una cadena de temblores indetenibles. Sus manos tocaban mi rostro y no podía detenerle, no podía detener la ola de dolor en mi pecho. —Por favor, Ángel, soy yo...—volvio a hablar, sacudiéndome suavemente —Josiah... —No...—dije, rompiendo mi voz. Lágrimas salieron de mi y tape mi rostro, repitiendo varias veces lo mismo. No, él no era mi recuerdo. Él llevó sus labios en mi oído, susurrándole palabras calidad. Haciéndome reconocer su voz, trayéndome a la realidad. Dándome por dirección su toque y susurros. —Soy yo, Ángel, soy yo. Era él, no era Sage. Y me sentí peor. ¿No podía ver cuanta rota estaba ahora?. Era inútil, no valía la pena. Y a pesar, de que sabia que era él no pude evitar mi llanto. Ahogándome en mi dolor y tratando de expulsarlo a él para que no se ahogará junto a mi. —Estoy aquí, Ángel, él ya no volverá. —¿Lo mataste? —susurré, bajando las manos de mi rostro y mirandolo. Pedí al cielo que su repuesta fuera afirmativa, no sabría que hacer si no lo había hecho. No podía seguir así, intentando pensar que mi dolor no existía cuando el causante seguía vivo allá afuera. Y tal vez, algo de estar aquí me había afectado porque acumule mi dolor en querer matarlo yo misma. Ver su dolor, oír sus gritos... —Lo torturé, lo hice gritar por clemencia tanto como una muerte rápida, le di la oportunidad de sentir tanto dolor como era posible sentir y cuando ya no quedaba más dolor en él que pudiera expulsar fuera de él le deje a los chicos jugar un rato—expresó, sin detenerse en sus palabras. Todas de forma monótona y sin vacilar. Me alegre. Y desee haber estado allí, que los últimos ojos que viera antes de que su cuerpo dejara de funcionar fueran los mios. Que supiera que aunque me había roto algún día saldría de las cenizas como una rosa revolucionada, que seguiría viviendo mientras el sería comida de gusanos. Quise sacarle los ojos y verlo gritar. Joder, y no tenia ningún remordimiento por pensar así. Josiah dio un beso en mi frente, secando mis lágrima. Mi cara debía estar manchada e hinchada por el llanto. —Soy un desastre. —dije bajando la mirada —Y sigues dentro de mi. Una risa baja y suave salio de él. —Eres el desastre más lindo que he admirado—susurro, levantando mi barbilla y haciendo mirarlo.—Y podría vivir toda la vida así. Y volví al presente. Atrayendo con el la tristeza y el agobio de sentirme insuficiente. —Pero no podemos.—razone. Me aparte de él, saliendo de su agarre y sacándolo de mi cuerpo. Intentando no pensar en lo necesitado y abatido que se veía por mi alejamiento. Y por alguna razón, mis ojos volvieron a llenarse de agua. Era como si el dolor cada vez más se limitará a cruzar mi mente solo para evitar que lo olvidará. Que los recuerdos de él salieran de mi caja de recuerdos. —Lo siento, simplemente, no puedo... —un sollozo volvió a salir, esta vez deteniendo mis palabras —Trato, pero es imposible. —Llora todo lo que necesites, no te dejaré sola.—susurro, moviéndose hacia mi. No merecía esta versión de él, no merecía que fuera amable y mucho menos atento —Es que... —Daría cualquier cosa por evitarte este dolor. Mire sus ojos, el dolor al mirarme. El amor y me sentí culpable por desear algo que el no querría darme. —Dame mi libertad.—pedí, tratando de hablar sin interrumpirme— No puedo seguir aquí, no... Mi respiración fallo y me obligue a parar. Era difícil pedirlo, sentía que no podría vivir sin él, pero tendría que hacerlo. Sabía que él no tenía la culpa de nada, pero una parte de mi se había roto en esta casa y cada día que continuaba aqui después de ese solo traería más dolor. Más recuerdos que necesitaba eliminar. Se que algún día podría levantarme y dejar esto atrás, pero para ello necesitaba dejar esta casa y todo detrás, no enlazarme con nada. Nada de aquí. Y menos él, menos Josiah Wyatt. Su rostro se tenso, su mano viajó a mi mejilla. Mirándome a los ojos con un dolor escondido pensé que duros que no, que recordaría que aún quedaba dinero que reponer. Que me amenazaría, pero sus palabras no fueron esas. —Eres libre de irte cuando quieras, Ángel.—dijo, quitando su mano de mi piel.— Ya no te detendré. Se alejó de mi, vistiéndose con lentitud, sin mirarme. No me miro mientras salía por la puerta, no me beso y mucho menos me dijo nada. Y eso me hizo estremecer. Era libre. [-3 capítulos + epílogo] •32• Siempre odie las despedidas. Aún recordaba cuando me despedí de mi familia, todos lloraban con desespero como si eso los traería de vuelta. Si era una despedida era porque jamás volvería a pasar, y aún así sentía que todo estaba mal. Escuchar a Josiah Wyatt dándome mi libertad sin protestar era algo que nunca espere ver, pero este Josiah Wyatt no era el mismo que vi cuando entre a esta casa. Yo tampoco era la misma, cada segundo en esta casa me cambio, destruyendo a la vieja Ainsley con la esperanza de en un futuro darle paso a mismo versión. Si me quedaba jamás podría lograrlo, y si me quedaba por él en algún momento ne resentiría con eso y empezaría a odiarlo, y no podía. Quería llevarme cada recuerdo de los momentos que estuve en sus brazos, de los momentos en que fuimos uno solo. Estaba saliendo del baño cuando la puerta se abrió, Salleph entro con una sonrisa cruzando su rostro. La ignore mientras ponía lo que venía a traer en la cama, hoy me iría y por suerte no volvería a verla. —Bueno, escuche la buena nueva.—farfulló, luego soltando una risa que me hizo erizar los vellos de la nuca. —Salleph, fuera de aquí, por favor.—le pedí, lo más amablemente posible. No tenía fuerzas para luchar una batalla pérdida con ella. —Te lo dije. —continuó, ignorándome—Te dije que terminaría destruyendote como todo lo que toca y no me hiciste caso. Esta chica no conocía de amabilidad. Dios, quería que se fuera. Estaba a flor de piel y no quería explotar al frente de ella. —Él no hizo nada.—dije, rodando los ojos y cruzándome de brazos sin mirarla. —Él te trajo aquí, él fue el culpable de que te violaran. —apuntó, acercándose—A ver, ¿si tanto se preocupaba porque no te dejo ir la primera vez si no mataría a Sage?. Sabía su estrategia, quería que odiara a Josiah. Pero, no lo haría. Él no hizo nada que me lastimará, él no era responsable de Sage y él me liberó de tener que verle la cara alguna vez de nuevo. —Fuera de aquí.—repeti, esta vez un poco nas decidida y señalando la puerta. —Espere esto. —volvio a ignorarme, su rostro resplandeciendo con cada pensamiento que cruzaba su mente —Te dijo que podías irte porque no quiere verte. La espinita de la duda aplacó en mi pecho, ¿pero porque no se negó?. Pero él sabía que no podía quedarme, él sabia que mu dolor se concentraba en estas paredes. Él sólo me dejo ir en un intento de hacerme olvidar, de liberarme de los pasados que hasta ahora no me dejaban. —Yo se lo pedí.—dije, encarándola. —Y seguro él no lo dijo por lástima, seguro esta aliviado de no ver tu coño usado nunca más.—replico, con desdén. —Eso no... —¿Que se siente?. —me interrumpió, frunciendo el ceño, su rostro rojo de rabia y sua labios soltando veneno—¿Que se siente no tener todo lo que alguna vez soñaste?, ¿que se siente que alguien haya aparecido a destruir todo tu mundo?. ¿A donde fue la mujerzuela que pregonaba tirarse a Josiah Wyatt cada vez que le deba la gana, eh?. Dios, sin duda me alegraba de dejar de verla. Al principio la quise, pero ahora solo sabia que me había ofrecido una versión falsa de ella. —Estas loca, Salleph, no puedes comparar un enamoramiento infantil con esto. —Si, puedo...—comenzo, pero mi enojo la detuvo. —No, no puedes, Salleph.—sentencié, con voz rápida por mi enojo — Tú siempre haz vivido bien, nunca te faltó nada y decir que estabas enamorada es algo ridículo. Solo estabas hechizada al creer que él se fijaría en ti... —Estuve y estoy enamorada, perra, no me conoces en lo absoluto.... Tenía tanta razón. —Ya veo eso, nunca te conocí.—dije, esta vez con tristeza. Odiaba esto, no quería sentirme vulnerable por ella, pero lo hacia. —Cuando te vayas lo haré mio y haré que me amé, algo que tu no pudiste hacer.—afirmó, con rotunda felicidad. Estaba trastornada. No podía ser que no se diera cuenta de lo que sus palabras implicaban. —Necesitas un psicólogo, Salleph, lo tuyo va más allá de la normalidad.—aconseje, no por mal, sólo porque parecía más una obsesión que amor. Ella quería algo que estaba segura nunca tendría y no sabía lo que haría para conseguirlo. —Me alegro de tu sufrimiento, no mereces ser feliz cuando solo haz traído desgracias a esta casa. Mira, Josiah mato a su hombre más fiel por tu culpa... —Y lo volvería a hacer.—Josiah entro, cayendo sus palabras antes de ponerse a mi lado— ¿Como te atreves a hablarle así a Ainsley?. La boca de Salleph estaba, ligeramente, abierta. Su rostro tornándose rojo de vergüenza y pena. —Jefe, yo...—comenzó, pero Josiah dio un paso al frente haciéndola callar. Sabía que no le haría daño, pero aun así toque su brazo tratando de calmarlo. —Eres solo una empleada, no tienes derecho a hablarle así a los que tienes que servir.—gruño él, señalando a la pelirroja con advertencia. —Ella no...—intento hablar ella, seguro negando mi presencia y lo que significaba. —Ella es la mujer que puede mandar en esta casa si desea—dijo él, haciéndome retroceder un paso—. Tu solo eres la nieta de mi nana de la niñez, solo eso. Era la mujer que podía mandar en esta casa si quisiera, ¿a que se refería?, ¿lo había dicho solo para darle autoridad a mi persona ante ella?. —Lo siento.—carraspeo Salleph, bajando su cabeza y juntando sus manos delante de ella. Su rostro estaba rojo aún, sus hombros estaban temblando pero no había lágrimas en sus ojos. —Pídele disculpas a ella de rodillas.—ordenó Josiah, y mi pecho se apretó. No necesitaba esto. —Josiah...—traté de detenerlo, pero Salleph habló deteniéndome. —Jefe, no haga que... Josiah dio otro paso al frente, ella retrocedió temblando. Él señaló al piso al frente de mi. —Hazlo ahora.—demandó, mirándola con enojo. No dijo nada, solo asintió. Caminando hacia mi, con lentitud, al llegar al frente me dio una mirada inexplicable de odio puro, tanto odio que temí por todo. Con cuidado se arrodilló delante de mi, humillándose ante la petición del mafioso. No podía decir que odiaba a esta chica, sólo no podía verla sin querer evitarla, pero odiaba que estuviera haciendo esto. —Lo siento.—susurro. Desde abajo, sin levantaré la mirada hacia mi. —Nadie te escucho, hazlo mas fuerte y algo más sincero que esa simple palabra.—dijo Josiah, le envíe una mirada casi suplicante para que parará esto, pero la ignoró. Cruzando sus brazos y mirando la escena desarrollándose al frente de él. Sabía la vergüenza que estaba pasando ella y me llene de inseguridad. —Perdoname, Ainsley, por haberte hablado así, yo... —se trabo, y trago antes de volver a hablar—Yo siento todo lo que te dije y... Josiah Wyatt camino hacia mi y se detuvo detrás de ella, levantándola por los hombros con brusquedad. Ella soltó un grito, levantándose rápidamente —Suficiente. —gruñó de nuevo él—Vete ahora, ya.—ella asintió, caminando a la puerta con lágrimas no derramadas en sus ojos—Y te quiero fuera de mi casa. Eso la detuvo y me detuvo a mi de respirar. ¿Que?. —¿Disculpe?.—preguntó ella, con suavidad. Aún temblando. Me sentí mal. —No te repetiré algo que oíste.—dijo Josiah con mucha frialdad y brusquedad. Mis oídos captaron todo, hasta el tono de voz. —Pero, mi abuela...—comenzó Salleph, juntando sus manos. —No estoy corriendo a tu abuela, te estoy corriendo a ti. —volvió a repetir—Ahora largo. —Jefe... —Largate.—lo dijo tan duro que hasta a mi me hizo temblar. Ella me miró, luego a él, pero una sonrisa se formó en su rostro. Asistiendo miro a Josiah. —Con permiso.—con eso se giro y salió por la puerta. Aún abatida, pero pretendiendo que nada había pasado. —No tuviste que hacer eso, ella sólo... Camino hacia mi y mis palabras se amortiguaron en mis labios. —Ha estado insultandote cada vez que le daba la gana y nunca me dijiste nada.—refunfuño, con verdadero enojo. Sabía que se enteraría, era su casa, pero no espere que reaccionaria así. —No fue siempre, sólo hace dos días y... —¿Creiste que no me iba a enterar cuando lo gritaba? —exploto, señalando la puerta por donde se había ido—Joder, no tiene ningún derecho a gritarte cuando no es nadie aquí para ello. Debe agradecer ser nieta de Monikka, de otra forma esto saldría mal. No dije nada, no había nada que decir. Ella podría hacer con su vida lo que quisiera, ni siquiera tendría lazos que la obligarán a volver porque Monikka era una señora mayor que, lastimosamente, moriría en algún momento. —Estoy lista.—dije, tratando de cambiar el tema. —¿Y tus maletas?—miro a los lados, antes de fijar la mirada achocolatada en mi de nuevo. —Vine aquí sin ellas y me iré sin ellas.—le informe. —Ángel...—trato de rebatir, con el ceño fruncido. Quise pasar los dedos allí, para suavizar el lugar, pero no me atreví. —Por favor, no insistas. —le pedi, haciendo una mueca—No puedo aceptar nada de eso. Me iba de aquí para tratar de olvidar todo, pero si llevaba esto cada vez que lo usará volvería a recordar lo que sentí a lo largo de mi estadía. Volvería a recobrar la fuerza en el miedo. Y él pareció entenderlo, limitándose en sacar una caja de terciopelo rectangular de su bolsillo trasero. —Entonces, por favor acepta esto.—pidio, tendiendo la caja hacia mi. —¿Que es...—pregunte, esperando un anillo o algo loco, pero cuando abrio la caja supe que no podía—No puedo. Era una cadena de oro, en ella se sostenía un colgante de corazón. No la forma de un corazón, era el órgano del corazón humano. Lo mire al los ojos y mis ojos captaron que el tenía uno, pero el de él era un cuadrado donde la forma del corazón estaba impreso para encajar con el que me estaba ofreciendo. —Hay tantas formas de caracterizar al corazón.—dijo en voz suave — Él corazón humano es algo tan frágil, pero a la vez tan fuerte que es capaz de almacenar sentimientos como el amor y el odio. Tan delicado, tan pequeño y que es indispensable para las personas— una sonrisa triste acompañó sus palabras —. Así como tu, Ángel, solo que yo si seguiré viviendo aunque te estés llevando mi corazón en tus manos, pero no se si podría llamarlo vida cuando no estés allí. —Josiah...—mi corazón se detuvo. No pude asimilar todo bien, sólo estaba observando todo. —No debí enamorarme de ti y no debo decir esto, para un hombre como yo es difícil expresarse pero esta podría ser la ultima vez que lo diga.—dio un paso hacia mi y puso un dedo, acariciando mi mejilla, me perdí en su toque — Soy un asesino, y no encuentro ningún temor en hacerlo. De eso vivo y de eso viviré hasta el día que me muera, solo sé infligir daño, pero cuando comprendí lo frágil que eras no paso por mi cabeza lastimarte, quise hacerte fuerte, quise hacerte mi igual y no comprendía el porque hasta que me di cuenta que estaba cautivado por ti y por ello mi corazón te pertenece. —levanto la caja—Por eso necesitó que te lleves esto. Es tuyo. No pude decir que no, no me resistí. Si en algún momento volvía a verlo esperaba que nos recordáramos como este momento. Como dos personas de diferentes mundos que no pudieron pertenecerse por mucho tiempo. Me gire, levantando mi cabeza en espera de que lo colgara de mi cuello. Lo hizo con suma delicadeza y fragilidad, ayudándome a acomodarlo cuando acabo. Su toque en mi piel, me erizo. —Una vez me dije que haría cualquier cosa por ti, Ángel, pero hacerte feliz no es algo que este en mis manos y no pude hacerlo.— dijo, en voz alta, con dolor en su voz— Lo siento. Entonces, me estaba besando. Su boca calentando la mía en un beso suave con toques de aspereza, su mano apretandome contra él. Este beso se sentía como un para siempre, como si quisiera recordarlo con cada movimiento. Tratando de memorizarlo, si pudiera lo enfrascara y vería cada día. Su mano viajo a mi mejilla, acariciándola mientras su boca devoraba y su lengua jugaba con la mía, todo al mismo tiempo. Nuestros pechos en sincronía de cada estremecimiento que esto nos hacia tener. Alguien se aclaró la garganta y nos separamos, ambos mirándonos con pasión y amor, pero con atisbos de dolor. —Ya esta todo listo.—la voz de Noah me hizo reaccionar. Me aleje de él y suspire, tratando de no llorar. Me prohibi hacerlo, no debía. —Adios.—susurro. Trague, la bilis amenazando con salir. Estaba sufriendo por dentro, debatida en si era lo correcto, pero aun así pase a su lado. —Adios. Y sellamos nuestra despedida, para siempre. ___·•·___ El camino a la casa de Margot fue silencioso. Mi mano seguía tocando cada poco el colgante en mi cuello. Me estaba llevando su corazón. Pero él siempre tendría el mío. Seguía pensando en como sería todo, ¿podria seguir aquí?. ¿Kunno me extrañaría? Dios, Kunno, ahora solo quería verlo y volver a ser como antes. Pero, aunque lo intentará no volvería a suceder. —¿Estas segura que esto es lo que quieres hacer?.—preguntó Noah, cruzando la esquina de mi calle. Parecía como si hubiesen pasado años desde que estuve aquí. Se sentía tan desconocida. —No, no se que hacer con mi vida, pero no puedo quedarme allí... —Estas enamorada, Ainsley, se nota en todo tu rostro.—apunto, mirándome por el espejo retrovisor. —¿Y si no? ¿Que tal si solo es consecuencia de mi encierro? —me permití preguntar, en una vaga excusa—Hay veces en que las personas secuestradas solo ven a sus secuestradores como un dios y... —Las personas secuestradas, tú nunca estuviste secuestrada. — señalo de nuevo, arqueando una ceja. —Estaba encerrada.—le recordé. —Pero, siempre viviste como una reina. Nunca te torturaron, ni te hicieron daño o... —¿Crees que ser violada no es hacerme daño?.—pregunte con brusquedad. Para luego arrepentirme al ver la mueca en su rostro, él no tenía la culpa de lo mierda que fue mi vida. —Lo siento, Ainsley, yo... —No, lo siento. —me disculpe, sinceramente—Perdoname tu a mi. No debí hablarte en ese tono. Pero, seguía estresada con mil cosas saliendo cada poco en mi cabeza. ¿Cuando se callarían estos pensamientos?. Era imposible sentir un momento tranquilo cuando me dolía la cabeza de tanto pensar. —Siempre podrás buscarme si necesitas poner en práctica lo que lees.—dijo, con una sonrisa torcida para aligerar mi ánimo. Pero solo consiguió hacerme enrojecer de vergüenza. —Superalo, Noah.—devolví, rodando los ojos. Una risa salio de él, negando con diversión. —Lo siento, no puedo sacar esas lineas de mi cabeza. —comento, deteniéndose al frente del malgastado edificio. El ánimo decayó, tornándose tenso. Se bajo rápidamente, rodeando el auto hasta mi puerta—Ainsley, es tu última oportunidad, piensalo. Si, lo era. —Adios, Noah, y gracias.—dije, dándole un beso en la mejilla. Con dolor en mi corazón me aleje del él, caminando al apartamento de ratas de donde había salido. ¿Esto era lo correcto?. Y sí mi mente gritaba que esta era mi casa, ¿porque mi cabeza lo negaba?. [-2 capítulos + epílogo] •33• Habían pasado más de dos semanas desde que había recuperado mi libertad, una libertad que tenía un sabor agridulce. A veces me encontraba despertando con dolor apretujando mi pecho, queriendo inhalar su olor y sentir sus brazos a mi alrededor, espantando los malos recuerdos fuera de mi mente y ahuyentando los demonios fuera de mi. Pero no estaba. Él no estaba para cuidarme y, probablemente, no estaría nunca más y yo fui la que lo decidió así. No pasaba un día en que me preguntará si había hecho bien al regresar a estar casa, si es que a esto se le podía llamar casa. Cada segundo Margot se encargaba de recordarme que era un estorbo porque no tenía trabajo y no ayudaba en la economía, y lo intentaba; día tras día buscaba trabajo pero no lograba conseguir nada. Le guardaba resentimiento a Margot, mi vida había cambiado por su culpa. Desee que hubieran roto algo más que un brazo de su cuerpo. Eran constantes los insultos denigrantes que recibía de ella, pero nunca respondía, el único perjudicado sería Kunno. Dios, esto era un poquito de la poca felicidad en mi vida, ver a Kunno junto a mi y saber que no había sido maltratado me hacia sentir mejor, a pesar de todo. Eso era lo que seguía repitiendome, todo fue por el. Y justo ahora, exactamente él estaba hirviendo es fiebre. Su cuerpo pequeño para su edad estaba sobre la cama, cada poco llamándo a su madre. Madre que seguro estaba viendo que otra cosa robar para hacerme caer de nuevo. Kunno seguía sufriendo y no tenía nada que darle y cada vez seguía aumentando su calentura. Tenía que hacer algo o podría empeorar, aún más. Asi que por eso corrí al apartamento de al lado. Pilar era una nueva inquilina, una prostituta de profesión y la persona que me ayudaba cuando la necesitaba. Fue mi paño de lágrimas durante los últimos días, sin saber exactamente por que, o quien, lloraba. No se negó cuando le pedí ayuda. -Ainsley, entró en mi turno en dos horas.-dijo, entrando en el pequeño apartamento. Su mirada recorrió el apartamento. Nunca había entrado, Margot no la soportaba y el sentimiento era mutuo. Pilar detestaba todo lo que Margot era. Cada vez se unía más gente al club. -Te aseguró que trataré de no tardar tanto. -le prometí, tomando mis llaves antes de volver a entrar para ver a Kunno-Sólo necesitó buscar algo de dinero con Margot para llevar a Kunno al hospital. Resoplo, mientras entraba a la habitación que Margot compartía con Kunno. -No entiendo como esa mujer puede seguir teniéndote cerca, si fuera tu me hubiera ido desde hace años. Quizá debía hacerlo, pero una parte de mi seguía prisionera aquí. -No puedo irme sin él.-señale de nuevo, reacomodando la toalla húmeda en la frente del niño. Su rostro húmedo por el sudor y sus dientes apretado. Temía que le pasará algo. -Bueno, ve rápido. -me apuro ella, sentándose al lado de Kunno -Si seguimos aquí nunca podre llegar temprano al trabajo, y estoy segura que Kunno necesita ayuda rápido. Esta pálido. Asentí. Encontrando mi camino fuera de la casa. Mi mente se concentraba en encontrar Margot para que me ayudará a llevar a Kunno, no podía sola. Joder, era su madre, tenía que servir de algo el lazo que les unía, ¿acaso no le importaba?. Casi me reí por el pensamiento si no fuera porque estaba a punto de llorar de preocupación. El bar quedaba a unas cuadras, cerca de nuestro barrio. Fue fácil llegar, y aún mas fácil entrar cuando el hombre en la puerta hizo un escaneó rápido a mi cuerpo antes de dejarme pasar. En cualquier momento me hubiera sentido ofendida, pero no me importaba en cuanto a entrar y encontrarla. El lugar estaba abarrotado, las chicas bailaban sobre la tarima como si de ballet se tratara mientras hombres seguían con la mirada cada movimiento seductor que ellas hacían, mientras tiraban dinero en su dirección. Pagando su morbo con algo monetario. Camine a la barra, haciéndome espacio entre el tumulto de personas pidiendo bebidas. Una chica se acerco a mi, inclinándose por encima de la barra para escucharme. -Hola-dije, acercándome para que me oyera-¿estoy buscando... -¿Estas buscando trabajo?. -me detuvo, rodeo la barra rápidamente, corriendo en sus tacones y deteniéndose al frente de mi-A ver, da una vuelta para evaluarte y... -¿Que?, ¡no! -negue, haciendo una ademán con la mano-Estoy buscando a mi tía. -¿Tu tía es una de las prostitutas?.-preguntó, cruzando sus brazos. Recuerdo que de eso vivimos, siempre supe cuidarme sola y mas cuando Margot se iba toda la noche y llegaba en la mañana con un olor diferente. -Lo era. -asenti-Hace algunos años. -¿Cual es su nombre?-volvio a preguntarme, sin despegar la mirada evaluadora de mi cuerpo. -Margot Stanford-respondí, apretando mi suéter raído a mi alrededor. Asintió y suspiro, volviendo detrás de la barra. La música había bajado un poco su volumen y las personas habían comenzado a dispersarse a los alrededores. -Stacy-llamo, haciendole una seña a la morena del otro lado¿podrías venir un momento?. -¿Que sucede? -su mirada estaba puesta en mi, comprobándome¿Es una principiante?. ¿Porque todos pensaban que venia a buscar trabajo?. ¿Tanta cara de necesidad tenía para pensar eso?. Es decir, si estaba buscando trabajo, pero ers muy torpe y mi pierna era inútil, nunca trabajaría aquí. -No, solo esta buscando a su tía. -carraspeo la otra, tomando un dólar de un hombre parado al lado de mi-¿Conoces a Margot Stanford?. -Margot... -dijo, buscando el reconocimiento de su nombre, un segundo después su rostro se ilumino-Oh, es la drogadicta que estuvo buscando Wyatt la otra ocasión. -me miro de nuevo, con arrepentimiento-Lo siento, no debí decir eso. Casi resople, si supiera las consecuencias que ese robo trajo a mi vida sentiría más lástima y la llamaría de peores formas que ese simple calificativo. -Tranquila-hice una mueca, con impaciencia- ¿La haz visto?. -Tiene prohibida la entrada, pero siempre esta fuera tratando de embaucar a cualquier condenado-señaló hacia la puerta trasera. Era obvio que tenía prohibida la entrada, ¿a quien se le ocurriría dejarla pasar después de su sucia jugada?. Que tonta soy, y ahora estaba perdiendo tiempo que no tenía. -Ainsley-una voz cantarina me llamo. Mire al lado, observando a Lyken mientras le hacia un ademán a las otras chicas -. Chicas, vayanse, yo la atiendo. La segunda chica se fue, demasiado ocupada mientras levantaba sus tetas en su vestido y caminaba hacia un tipo de traje negro. La otra me miró con apreciación. -Bueno, espero que la consigas y si necesitas trabajo puedes venir y... -No termines eso -se burlo la rubia a mi lado, mirandome con una sonrisa, antes de volverla a poner en su compañera- Wyatt te mataría. -¿Wyatt?-interrogo con el ceño fruncido, evaluandome de nuevo un segundo después parecio comprender algo que yo no. Me molesteOh, ya entiendo-se encogió de hombros y camino al otro lado-. Bueno, hasta luego. ¿Porque Wyatt la mataría?. ¿Acaso yo dependía de él?. Yo podría trabajar donde quisiera, si quería, no dependía de el eso. Pero no podía trabajar aquí, era por eso que no lo hacia. -¿Te puedo ayudar en algo?-preguntó cuando estuvimos solas, si es que estar rodeadas de un montón de hombres quienes nos miraban como un pedazo de carne era estar sola. -No, gracias.-negue, mirando la puerta trasera-Solo estoy buscando a alguien. -Oye, espera...-me detuvo, hacuendo una lenta sonrisa aparecer en su rostro. Ella era realmente bonita sin tanta parafernalia. - Te sirvió mi consejo, de nada. -¿Tu consejo?-pregunte confundida, pero luego lo comprendí. -Enamoralo y te daría la libertad que querías.-dijo con un asentimiento recordando sus palabras. No había sido por eso, fue más que todo por ver mi sufrimiento. Quizás para enmendar haberme llevado allí, para comenzar. Aunque estar allí no fue tan malo sino hubiera sido por Sage. -Yo no...-trate de explicar que me habia dejado ir por algo más que un enamoramiento, pero seria exhaustivo hacerlo, asi que solo asenti-Tienes razón, gracias. -Lyken, la mesa seis.-dijo una mujer, mucho más mayor que las otras nalgueando a la chica mientras pasaba. A esta no pareció importarle nada en lo mas mínimo. -Bueno, fue un placer tenerte en este humilde local, Ainsley. Esperó verte de nuevo por aquí en algún momento, pero no para trabajar. Y con eso se fue contorneando sus caderas hacia una mesa ocupada por un grupo de hombres, con ojos hambrientos. Trague y me dirigí a la puerta trasera, quizás allí... Allí estaba él. Mi respiración se detuvo, atascada en mis pulmones. Mis vellos se erizaron con incertidumbre y sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Una mujer estaba sobre su regazo bailándole y enterrando su rostro sobre su cuello. Sentí vivir un dejavu, recordando la primera vez que lo vi con Lyken y sintiendo enojo encenderse en mi. Mis manos fueron a la cadena en mi cuello, ¿y aún así decía quererme?. Dios, era una estúpida, habían pasado días, no iba a esperar a que no follara de nuevo solo por conocerme, esto era la vida real. Y me dolía, pero lo aceptaba tal cual como era. El tenía su vida, de ahora en adelante, y yo tenía la mía. Me permití mirarlo unos segundos, su mano descansa en los reposabrazos de su asiento y en una de sus manos sostenía un tabaco encendido. Su barba estaba tan perfectamente cortada como siempre y su rostro seguía siendo del mismo cazador que buscaba cazar, parecía que la única afectada fui yo. De pronto, levantó la mirada del punto donde la tenía fija y miró alrededor, como si buscará algo o como si notara mi presencia aquí. Y así mismo, sus ojos me encontraron. Si antes pensaba que mi respiración estaba fallando, ahora sabia que estaba siendo privada del oxígeno. Sus labios formaron una palabra:-Ángel. Sin pensar mucho en el afectó que eso causó en mi me gire hacia la puerta de nuevo, tratando de no detenerme ante esto. Sintiendo que todo se reconstruía de nuevo a mi alrededor y que mi terquedad me hacia retroceder. Para llegar a la puerta trasera había que pasará por un pasillo angosto que olía a sudor, semen y cigarros, apreté mi estómago sintiendo arcadas comenzando a manifestarse por todo los acontecimientos. Esta abriendo la puerta y ya casi, pero alguien tomo mi brazo desde atrás devolviendome dentro. Por un segundo pensé que era Josiah, pero Josiah no olía a peste y no era gordo como el hombre que me estaba sosteniéndose. -Oye, linda, ¿cuanto por una mamada?.-hablo, haciendo que inhalada el olor a alcohol que rezumaba de su cuerpo. Apreté mis manos en puños. -No trabajo aquí.-dije, separándolo de mi y haciéndolo tropezar hacia atrás, pero para mi mala fortuna cuando estaba saliendo de nuevo volvió a tomarme. No estaba preocupada, el hombre apenas podía mantenerse de pie, pero si no me iba rápido Josiah sabría que estuve aquí y vendría a buscarme, y lo único que necesitaba era llegar junto a Kunno. -Te doy cualquier cantidad a cambio de que me la chupes como una prostituta profesional.-volvio a hablar, para ser un borracho sus palabras eran muy fluidas, aunque algunas inentendibles. -No trabajo aquí. -lo empujé de nuevo, midiendo no hacerle dañoSueltame, por favor. -¿Cuanto quieres? -preguntó-Te doy lo que quieras por esa boca... -No le haré nada. -dije ya enojada cuando el tipo volvio a abalanzarse hacia mi-Yo... Pero no pude continuar, el tipo cayo al suelo con un grito. Intente alejarme, pensando que podría irme pero cuando enfoqué que Josiah Wyatt estaba mirando al hombre con un enervado enojo me detuve. -Creí haberla oído diciendo que la soltarás-masculla él, apretando la garganta del hombre con su pie.- ¿O acaso estas sordo, maldito hijo de puta?. Podía ver la piel del hombre comenzando a tornarse morada, incluso con la escasa luz que entraba de la puerta entreabierta y una bombilla de poco enfoque en el techo. De todas forma Josiah seguía sin mover su pie, de hecho podría asegurar que lo empujaba cada cinco segundos mas fuerte. -Yo... sólo, yo solo quería que ella... -el hombre se estaba debilitando y las personas que entraban al pasillo, preferían irse de vuelta, antes que intervenir. Y no los culpaba, el rostro de Josiah gritaba muerte a donde apuntaba -Josiah, sueltalo...-intente intervenir, pero su voz fría y dura me detuvo. -Voy a cortarte los dedos que se atrevieron a tocarla...-amenazo, transformando su rostro en una cruel máscara de violencia. -Perdón, perdoneme... -protestó, el hombre comenzando a llorar Yo no sabia que ella... Y fui testigo de su miedo cuando tan rápido como podía hacerlo Josiah saco una pistola y apuntó hacia él. Estaba segura que lo haría y no podía permitirlo, no debía, todo era mi culpa. -JOSIAH, POR FAVOR, SUELTALO.-grite, caminando hacia él y tomando su brazo, tratando de hacerlo retroceder. Su cuerpo se tenso ante mi toque, pero no se movió, aun apuntando el rostro del hombre. Pero, por suerte bajo el arma y soltó al hombre. -Largate antes que me arrepienta.-apunto, pateandolo señañandolo- Y no te quiero ver más nunca por aquí. y Tropecé hacia la puerta, alejándome de él. Esto era el colmo. Joder, estaba loco. No podía ir por ahí matando a todo el mundo sólo porque era el capo de la ciudad, así no funcionaban las cosas. Estaba enojada, y el enojo ligado a la preocupación no era nada bueno, busque en el callejón, pero no había nada y ningún rastro de Margot. Gemí en voz baja cuando el salió buscándome con la mirada, pase a su lado, directo a la calle ignorandolo. -Ángel.-llamó, siempre que me llamaba de ese modo quería correr hacia él y besarlo, pero ahora sólo podía pensar en alejarme de él, y lo peor es que no sabia por que- Áinsley. Me detuve, sintiendo temblores recorrer mi rodilla y esperando a que pasarán, pero Josiah se detuvo a mi lado. -¿Que quieres?-pregunte, evitando su mirada. Mirando el edificio al frente, a la pareja montándose el lote al lado dek cubo de basura, a los perros mirándonos con curiosidad, a cualquier cosas menos a él. -¿Porque estas aquí?-pregunto, deteniéndose en mi campo de visión para que así lo mirará. Persistente el idiota, ¿por qué no entraba a follar?, no lo necesitaba. -Por nada, vuelve adentro y follate a la putas que te de la gana.apunte de mala manera, rodando los ojos. Maldita rodilla que elegía este momento para comenzar a fallar. La odio, tanto como odiaba todo lo que Josiah causaba en mi. -¿Estabas buscando trabajo?-preguntó y su ceño se fruncio con enojo- Si necesitas dinero yo podría... ¿Que le pasaba a este hombre con su afán de querer resolver mi vida?. No era una damisela en apuros, bueno si estaba en apuros, pero no por eso iba a recibir dinero de gratis del hombre al cual me follaba. -No quiero tu dinero.-señale, agradeciendo que mi rodilla hacia conseguido su estado habitual. Comencé a caminar de nuevo, pero al mismo tiempo el se detuvo al frente de mi. Si no fuera por mis nervios lo golpearía, en la cara. Su olor de nuevo influyó en mis hormonas, sentí todo convertirse en liquido cuando se acercó a mi con cuidado. Joder, alejate. -¿Entonces, que quieres?-pregunto de nuevo, esperando una respuesta. Iba a irme de nuevo, pero me detuve. Si había alguien quien podría ayudarme era él, él podría ayudarme a encontrar a Margot. -Estoy buscando a mi tía. -le respondí, respirando-Mi primo esta hirviendo en fiebre y necesitó llevarlo al hospital. Asintió con entendimiento. -Vamos, yo te llevo.-y trató de tomarme de la mano. Me safe de su agarre. -No, yo sólo necesitó encontrarla. Kunno no para de llamarla y... -Le pediré a alguien que lo haga, pero mientras sigues negándote él podría estar empeorando.-apunto a lo evidente. No quería, pero sabía que el tenía razón, ya había pasado más de media hora y a cada segundo que pasaba a podria entrar en un estado peor que haría que... Me estremecí ante el pensamiento. -Esta bien, pero después de eso te irás y me dejarás pagarte.-dije, aunque no tenia ni la más remota idea de como conseguiría dinero para pagarle. -No recibire tu dinero, pero después me alejaré.-prometio, con su expresión indescifrable.-Lo haré. Subir a su auto fue lo peor. Su olor estaba por todos lados y su cercanía hacia que me estremeciera cada poco. Por suerte el recorrido no duro mucho y cuando entramos cada persona se detenia con miedo. ¿Como era que podía matar con una mirada a cualquiera y a mi me desnudaba con una diferente?. -Ainsley, Kunno no para de...-hablo Pilar cuando entramos al apartamento, sus palabras se detuvieron al mirar a mi acompañante, su rostro se puso estoico y el miedo suplantó la sorpresa, camino hacia mi y me jaloneo hacia la habitación - ¿Estas bien?. -reparo en mirar mi rostro con inpaciencia e incertidumbre-Ainsley, ¿porque Josiah Wyatt esta aquí? -se detuvo y retrocedió-¿Que hiciste?. -Pilar, puedes irte. -dije atrayéndola a mi y abrazándola-Te agradezco tanto todo esto. -¿Como que me vaya? -interpuso mirandome como si una segunda cabeza hubiera salido de mi cuello-No te dejaré sola con él... -Él no me hará daño, Pilar, te lo aseguró.-dije, apretando sus manos. No podía decirle que el era la persona de la que le hablaba cuando no podía callar mas e iba a buscarla, pero podía hacerle saber que confiaba en él. -¿Como que no...-trato de hablar, pero se detuvo cuando Josiah se posicionó en el umbral del cuartucho, mirándonos a ambas. Me separe de ella y camine a la cama, mi mano se alejó rápidamente cuando toque la frente del niño. -No puedo seguir hablando, Pilar, Kunno cada vez más esta más caliente.-señale. Pilar miro a Josiah con reposo, quien me miraba a mi. El rostro de ella estaba desconfiado, su actitud protectora, y me sorprendió como ella que acababa de conocerme tenia mas sentimientos que la mujer que me había criado desde hace tempo. Al final suspiro con resignació -Esta bien. -asintio, señalando la pared-Estaré arreglandome, si pasa algo grita. -Gracias.-alcance a decir antes de que se fuera, tratando de no tocar a Josiah quien se hizo a un lado para dearls pasar. Este se acercó a mi, tocando la frente de Kunno con cuidadom -Yo lo llevo.-dijo y asentí, a pesar de que era muy pequeño para su edad su peso era mucho para mi y no podría, no era momento para protestar cuando su vida corría peligro. ____·•·____ Había pasado una hora desde que habían ingresado a Kunno luego de que Josiah amenazara con retirar su apoyo de esta clínica si no le daban la atención indicada, se lo agradecía enormente. Incluso, estaba a mi lado dándome apoyo, las miradas se detenían cada vez en nosotros cuándo pasaban a nuestro alrededor. Ya sentía que iba a gritar de la incertidumbre cuando el medico que nos atendia salio, caminando hacia nosotros. -¿Sabes si comió algún alimento vencido o en mal estado? pregunto, evitando mirar a Josiah y fijando su mirada en mi. ¿Una comida en mal estado?, joder, Margot no media en la comida que le daba, era lo mas probable que pasará. Mataría a esa mujer. -La verdad, no sabría decirle, ¿porque?. ¿Esta grave?.-pregunte. -Pudimos controlar su fiebre, ya esta un poco mas estable, pero sigue dormido-comento, asintiendo con consideración -. Esta bien, por suerte lo trajeron y pudimos hacerle un lavado estomacal. Solté el aire que tenia comprimido en mis pulmones. Amaba a Kunno tanto que si algo llegaba a pasarle me pondría mal, él era una de las personas que me ataban a continuar día tras día, aunque no lo supiera. Y odiaba que su madre no lo apreciará tanto como lo hacia yo cuando era obvio que ese niño era lo mejor que le podría pasar, y aún no se sabía nada de ella. -Josiah, yo te agradezco todo. -le dije girando hacia él, sus ojos se detuvieron en mi boca y aparte la mirada a mis manos-No se como podrías pagarte que me hayas ayudado. No respondió, tomo mis manos y las acaricio, pero cuando iba a hablar un zumbido nos detuvo y se aparto. -Dime, Stoo-hablo, apretando el puente de su nariz, al escuchar lo que el otro dijo se detuvo y fruncio el ceño-¿Estas seguro que era ella?. -asintio, soltando un suspiro-Okey.. Cuando colgó, guardo su teléfono con demasiada lentitud para luego mirarme con un brillo distinto en su rostro. -¿Sucede algo?.-trate de preguntar. Últimamente, cuando le preguntaba no me ocultaba las cosas, como lo de su padre y su hijo, así que... -Margot tuvo una sobredosis.-hablo, deteniendo el hilo de mis pensamientos. ¿Habia escuchado bien?. -¿Que?.-volvi a preguntar. -Acaban de encontrar el cadáver de tu tía detrás del bar. •34• Espere. Y espere. Pero habían pasado mas de quince horas y aún no llegaba ese dolor que debía sentir. Y más cuando Kunno me preguntó por su madre al despertarse, en ese momento debí sentir dolor y tristeza, ¿era cruel por sentirme aliviada de su muerte?. Como si un peso pesado hubiera sido retirado de mi cuerpo y hecho polvo. Mi tía no era católica, pero aún así habíamos, Josiah había mandado a organizar, un entierro en el cementerio local con el cura de la ciudad. Sabia que Margot era odiada por su forma de ser y que a lo largo de la vida nunca cosechó cariño en nadie, pero no pensé que fuera al grado de que nadie llorará o sufriera por su muerte. Solo estabamos Josiah y yo junto al cura luego de que hubiera dicho las palabras de rutina, las misma contextura del entierro de mi familia. Odiaba los cementerios. Nunca había ido a visitar la tumba de mis padres o la de mi hermana, ¿de que servía llorarle a un cuerpo en descomposición si eso no los traería de vuelta?. No odiaba a mi padre por hacer lo que hizo porque entendía que estaba enfermo, aunque a veces quería gritar que fue por su culpa haber vivido esta vida, llena de miseria y malos momentos junto Margot. Quizá por eso estaba aliviada de su muerte, ya nunca tendria miedo de volver a casa y encontrar algo mal. Si ponía de mi parte podría encontrar ub trabajo y pedirle a Pilar que cuide de Kunno mientras trabajo para vivir junto a él. Algún día comprendería que solo nos tenianos uno a otro y dejaría de pensar, o de preguntar por su madre. Cuando el cura asintió había nosotros a modo de despido, Josiah se giro hacia mi. Ahora estaba usando un traje totalmente negro, todo de marca a notar por la persona que lo usaba. ¿Yo?, estaba usando un vestido negro que ers dos tallas mas grande que yo y mis zapatillas diarias, no era mucho pero era adecuada para la situación. -Te ves delgada.-dijo, después de un rato. Lo sabía, tenia espejos en el apartamento donde lo veía todos los días sin necesidad de que él lo dijera. Pero a veces solo había comida solo para Kunno y lo prefería a él, y cuando había comida suficiente no podía probar bocado por la bola enredándose en mi estómago. -Y tú te ves, exactamente, igual.-dije, encogiéndome de hombros y apretando mis brazos a su alrededor cuando una ventisca ligera soplo. Él se quito el saco de vestir y lo sacudió antes de ponerlo sobre mis hombros, no tenía caso resistirme. -Soy el mafioso de esta ciudad, no puedo permitirme caer, Ángel. contestó, con voz ronca-Pero te he extrañado. -Pues, yo no. -mentí, apartando la mirada y fijandola en la tierra al frente de nosotros-He estado muy bien. -Mirame a los ojos cuando trates de mentirme, para que evites decirte mentiras a ti también.-dijo, y no se si lo malinterprete, pero ¿eso en su voz era diversión?. -¿Quien te hace creer que estoy mintiendo?.-pregunte, arqueando la ceja con interrogancia. -Que tu ceño se frunce cuando lo haces. -subio su mano al espacio donde se separaban mis cejas y acariacia con su dedo, suavizandolo-Justo así. ¿Como es que yo no sabía eso y él sí?. Me aparte de su toque, aclarando mi garganta, obviamente afectada por su cercanía. -Estamos en un entierro, Josiah.-dije, pero lo decía más para mi que para él. -¿Te duele que la mujer que te vendió como un objeto este muerta?preguntó, demasiado brusco para mis oídos. Hice una mueca ante la pregunta, ¿como ser sincera sin ser cruel?. -No, y me siento mal por ello.-dije, con la verdad. -No deberías sentirte mal cuando solo estas concibiendo los sentimientos que ella sembró en ti.-dijo, metiendo las manos en sus bolsillos y encogiendose de hombros. Joder, ¿por que era tan guapo incluso cuando parecía un asesino?. -Quiza tengas razón.-refunfuñe, apartando la mirada de él a regañadientes- Pero ahora debo pensar en Kunno, él la extraña. -Todo esta resuelto, eres su único pariente y por obligación te corresponde a ti su tutela.-informo, hinchando mi pecho y alejando todo pensamiento de mi cerebro. ¿Como lo había hecho?. -Pero, escuche que era un familiar indirecto y no apto... -Tengo contactos.-dijo, saliendo del tema con facilidad. -Debi suponerlo. Obvio, era el capo. Había estado en una fiesta junto a él donde habían asistido personalidades de la política quienes alababan al mafioso, ¿como no iba a conseguir esto?, era, probablemente, lo mas fácil que les había pedido. Nos quedamos en silencio durante un largo minuto, todos en silencio. Ni siquiera sabia que hacíamos aquí, ya todo había acabado y el cementerio local estaba a punto de cerrar. Quizá porque cuando saliéramos de aquí ya no tendríamos que vernos mas, él había asegurado que se alejaría y yo se lo había pedido. De pronto, tomo mi brazo haciéndome girar hacía él y mirar su rostro. Tomo mi quijada en sus manos y la levantó hacia el, con una dureza que desintegró mi sistema racional haciendo añicos mi autocontrol. -Ángel, dejame protegerte.-hablo, y el susurro de sus palabras hizo que su aliento rebotara en mis labios - Dejame hacerte feliz día a día. Se la dueña de todo lo mío y... -No sigas, por favor.-pedí, aunque por dentro estaba consumiéndome por completo y haciéndome la dura cuando quería aceptarlo y dejar de privarme de su amor y veneración. -¿Porque?.-pregunto, acercando su boca a la mía. Sin tocarla, pero se estaban rozando peligrosamente. ¿Que pasaría si lo dejará besarme, si dejará de pensar en que estar cerca de él traería cosas malas?. -Por que siento que seré una carga.-refunfuñe, tratando de alejarme de él - Josiah, podrías tener a cualquier mujer con solo chasquear los dedos... Me soltó y se alejó enojado de mi, mirándome con el ceño fruncido. -No quiero a cualquier mujer.-exclamó, con rabia y respirando con pesadez - Te amo a ti, maldita sea. Deje de respirar. ¿Por que seguía haciendo esto, por qué?, ¿por que quería tenerme cerca?. ¿Y si la que estaba haciendo todo mal era yo?, ¿y si me estaba engañando a mi misma?. Lo estaba haciendo negándome a corresponder cuando yo sentía lo mismo, ¿que otra cosa necesitaba para aceptarlo?, ¿perderlo?. No, lo amaba. Aunque me dolería lo hacia, pero dolía por amarlo sin expresarlo, por eso. Sin dudarlo tome su rostro, mis manos picando cuando toque su barba, sintiendo la cálidez en mis manos. Mis labios se juntaron con los suyos, su respuesta fue la sorpresa pero luego me beso de vuelta. Gimiendo en mis labios y llevando el ritmo del beso. Expulsando nuestras dudas aquí. Cuando nos separamos una sonrisa cruzo su rostro, besando todo mi rostro y haciéndome reír. -¿Entonces... Pero el sonido de un motor nos hizo separarnos un poco, mirándonos con anhelo. -Josiah Wyatt. -alguien llamo, él giro hacia la voz con una ceja arqueada-Saluda a Satanás de mi parte y dile que ahí le mando a un condenado. No lo vi venir. Un arma estaba apuntada en nuestra dirección. No, no en nuestra dirección. En la dirección de Josiah, mi cuerpo se estremeció con terror. Un sonido explosivos rompió la paz y el silenció. Se oyó un grito ronco, el grito salió de mi. Su cuerpo impacto contra el mio, hacendome tropezar mientras todo a mi alrededor se derribaba como una torres de naipes, cayendo en el piso. -Josiah. -llame, mi voz dolorosa. Entonces, todo fue peor cuando la sangre comenzó a brotar de su cuerpo. Quería decir que iba a estar bien, pero su rostro estaba comenzando a palidecer y su respiración estaba fallando, podía ver su pecho subiendo y bajando con dificultad. Lo próximo que supe es que estábamos en un auto camino al hospital. Josiah estaba junto a mi, mi respiración cautelosa y mi rostro lleno de lágrimas. Una toalla presionando contra la herida en su pecho. Si le pasaba algo yo... Comencé a sollozar, el dolor aumentando cada vez que abría sus ojos y los cerraba de nuevo. Si algo le pasaba no sabría que hacer... -Por favor, no mueras. -hable en su oido, parando cada poco por el dolor-Por favor, te amo. No mueras todavia.-me aleje, mirando al frente - Maldición, Noah, apurate. -Estoy llendo lo mas rápido que puedo, Ainsley.-dijo, y apretó la bocina con impaciencia. Si Josiah no llegaba a tiempo algo malo le pasaría. Suplique a alguna entidad milagrosa que no le pasara nada, suplique que viviera. Apoyé mi palma contra su pecho para tranquilizarme con su ritmo constante, seguía allí. Su sangre seguía a mojando mi vestido, pero estaba más allá de preocuparme por ello. -Te lo suplico, te prometo que tendremos un futuro.-dije con dolor y sintiendo mi corazón desgarrarse con cada palabra - Que cada día lucharemos contra nuestros demonios, pero te necesitó. No puedes dejarme. ¿Que hare sin ti?. -Ángel... Ángel...-me llamo, por primera vez, sus palabras saliendo inentendibles. Su piel pálida me aterrorizó. Tome su rostro en mis manos, haciéndolo reaccionar. No podía dormirse, si se dormia no despertaria. El suave ascenso y caída del pecho de Josiah era casi como una canción de cuna para mis oídos. -Aqui estoy.-le dije, con apresurada calma- Estoy contigo, no me iré a ningún lado, pero sigue conmigo. No te duermas. -Ángel...-repitio, y el revoloteo en su mirada cesó cuando cerro los ojos de nuevo. -Josiah, amor... Por favor, no.... NO... No -me negaba a aceptar que muriera-responde, Josiah no responde. Dios mio, el amor de mi vida murió. Joder, yo... no... Lo apreté contra mi, esperando que reaccionará. Que volviera a decirme Ángel como la primera vez; que pasarán años antes de oírlo salir de sus labios en una ultima vez. Pero no ahora, era muy pronto. Stoo se acercó, poniendo una mano en su cuello. Solo miré al hombre que amaba con todo mi ser. Había querido odiarlo, lo había intentado con todas mis fuerzas, y al principio había podido lograrlo, tanto resentimiento, y ahora apenas quedaba algo, y se sentía ridículo aferrarse a lo poco que todavía quedaba. -Tiene pulso todavía, Ainsley, calmate-trato de hablar por encima de mis sollozos -. Sólo esta inconsciente. ¿Calmarme?. Él no estaba a un hilo de romper con toda su ilusión, él no sabia nada de mi sufrimiento... -¿Va a estar bien?. -pregunte, apretando la mano en la toalla que seguía llenándose de sangre, ¿pararia alguna vez?- Dímelo. Por favor, dímelo. Lo mire, pero él ignoro mi mirada, cruzandola con la de Noah e intercambiando palabras silenciosas con ella. -Presiona la herida, si no lo haces va a desangrarse hasta morir.-se limito a decir. Mire al amor de mi vida, ¿por que me tarde tanto en decirle que lo amaba?, lo ame desde siempre. -No puede morir. Josiah, te amo, no puedes irte sin que lo oigas. Te amo, no me dejes yo... yo te necesitó... Cuando llegamos a la clínica lo alejaron de mi, quise llegar a su lado, pero lo entendía. Dios mio, desee que todo fuera una pesadilla. Incluso, recé, pidiendo y sacrificando nuestra historia. Si él vivia prometía alejarme de él, lo haría solo porque viviera. Seria infeliz sin él, pero estaría bien sabiendo que respiraba. No sabía cuanto tiempo había pasado esperando. Cada minuto era una puñalada a mi miedo, a mi dolor. Cada minuto era una bofetada a mi realidad. Esto no podía ser real, pero lo era. Él era mi mundo paralelo y ahora mi mundo se estaba derrumbando junto con su vida. Cuando Noah salio del pasillo, con sangre llenando su traje, la misma sangre que estaba llenando mi cuerpo supe que algo malo había pasado. De alguna manera lo supe. -Ainsley, yo...-comenzo, y sentí mis lágrimas saliendo de nuevo. No, no, que no sea eso... -¿Que pasa? -pregunte, acercándome y apretando sus manos Noah, que... -El jefe...-comenzó, su rostro pálido devolviéndome la mirada. Me temía lo peor. Por primera vez que lo conocía, Noah estaba tratando de contener sus emociones. -Josiah Wyatt esta muerto.-término Stoo, pasando a mi lado con seriedad, deteniéndose al frente del cubículo y pateando todas las sillas con furia. Si pensaba que conocía el dolor, no lo hacia. Josiah Wyatt me había hecho amar, pero también me había hecho sentir como cortaban en tiritas mi corazón -Estaba con pulso, él estaba...-trate de pensar, de conectar todo. -No pudo soportar la operación-informó Noah -. La bala desgarro órganos internos y... En ese momento en que crees que tienes la felicidad de tu lado se esfuma, convirtiéndose en una sola mentira. En algo que nunca existiría de nuevo. -NO. NO... ES MENTIRA. QUIERO VERLO, YO... -Esta muerto, Ainsley, no volverá.-repitió Stoo, cada palabra un nuevo puñal clavado en la herida - No volverá. El amor de mi vida, de esta vida, estaba muerto. Estaba muerto y no podía hacer nada para recuperarlo. No podía hacer nada para sentir sus brazos en mi de nuevo. Podía escuchar a las personas a mi alrededor, pero no entendía nada. •EPÍLOGO• TIEMPO DESPUÉS Siete meses desde que había sentido mi corazón romperse y desintegrarse en partículas pequeñas. Cinco meses desde que había decidido tomar mis maletas y las de Kunno para alejarnos de todo lo malo que tanto mal me causaba. Era extraña la forma en que una sola persona podía aparecer en tu vida destruyendo todo para darte un poco esperanza, un poco de felicidad; pero al mismo tiempo te destruía más que cualquier cosa o sentimiento vívido. Te hacia experimentar esa sensación de vacío, de infelicidad aunque lucharás por ver la luz del día. En algún momento pensé que Josiah Wyatt había cortado mis alas, que había robado mi libertad; pero estaba equivocada. Josiah no me había robado mi libertad, él era mi libertad. Una libertad que me hizo vivir y sentir el amor verdadero. Había veces en la que pensaba que solo era un capricho, pero ¿y si era así por qué sentía que me faltaba el aire cuando recordaba aquel momento?. ¿Por qué sentía que me habían cortado el pedazo de mi alma que alumbraba mi vida y que la herida seguía desangrándose cada día que pasaba?. En la vida siempre existirían momentos donde te sentías volar, donde sentías que tú único límite es tú propia resistencia, pero cuando el efecto de felicidad expiraba y todo se reducía a nada, caías. Y la caída de la felicidad era más dolorosa que una puñalada, todo se volvía negro y tenue en ella. Todo se volvía incapaz e inútil. Todo había pasado tan rápido, se necesitaba tiempo para amar a alguien, solo sucedía. Cuando sentías tu corazón desembocando de tu pecho, cuando el pensamiento de un solo nombre causaba estragos en tu corazón y en tu cabeza. Lo amaba y quizá, lo seguiría amando por mucho tiempo en adelante si seguía viviendo. No podría olvidarlo, estaba segura de eso. Estaba segura que en algún momento tendría que hacer una vida, que seguro me casaría y tendría hijos con alguna persona a la cual intentaría amar con todas mis fuerza, pero sería en vano. El solo pensamiento me hacia querer retroceder y no hacerlo, pero debía continuar. —¿Psicología? —pregunto la decana con una ceja arqueda. Asentí, acercándole mi carpeta y los datos pertinentes. Este era un primer paso para conseguir lo que me iba a proponer en la vida. Hace cinco meses había cumplido 20 años y recibí un fideicomiso que mis padres había propuesto para mi universidad y del cual nunca estuve enterada. Uno en el cual Margot esperaba poner sus manos, pero la muerte se la llevo antes de lo esperado. No era mucho dinero, pero podría subsistir durante un tiempo y poder pagar las terapias de Kunno mientras trabajaba y estudiaba. Podría resolver esto, y en un futuro iba a ver hacia atrás y comprender que todo paso por algo. Que fue el destino, un destino cruel y despiadado que dolía como el infierno pero quería aceptar. Había momentos en los que me preguntaba que hubiera pasado si mi tía no hubiera robado ese dinero. ¿Estaríamos aquí ahora?. Quizá, nunca lo sabría. Pero no me arrepentía de nada. No me arrepentía de haber vivido lo que, probablemente, fue la mejor historia que viviré en mi vida. Había conseguido un pequeño apartamento donde tenia vecinos que podrían ayudarme momentáneamente y la zona era fantástica para desarrollarnos como nuevas personas. Había días en que Kunno seguía preguntando por Margot y tenia que repetirle todo de nuevo hasta que lo entendía, era un niño que había pasado por tanto y aun así estaba tratando de salir adelante de mi mano. Seguiría sin Josiah Wyatt a mi lado, aunque lo amará. Su enmienda fue hacerme conocer la felicidad. Sin duda, esa fue la enmienda del señor Wyatt. La mejor cosa que me dejo. CONTINUARÁ EN “EL ÁNGEL DEL SR. WYATT”... Disponible en mi perfil •Nota de autor• Parece mentira que seis meses después de haber iniciado esta novela haya terminado con el apoyo de ustedes, que han hecho que mi bebé sea lo que es hoy en día. Hay chicas que han estado leyendome y votando desde los primeros capítulos, comentando en mis promociones y recomendando LESW con emoción; y en serio quiero agradecerle enormemente su apoyo, al igual que se han unido a lo largo del desarrollo de Jainsley. Y agradezco también sus constantes comentarios mostrando su empatia ante Josiah, Ainsley, Noah y Lyken, porque eso es algo que me llena de felicidad. En serio, es irreal ver como una idea que había rondado por mente durante tanto tiempo este gustándole a alguien, y que encima hayan amado a mis personajes como se que lo hicieron. Agradezco, además, con todo mi corazón de pollo a las chicas del grupo de whatsapp que hacían que me riera con sus ocurrencias, sus memes y que me hacian amarlas con sus conversaciones y comentarios. Son geniales, chicas, la amo mucho. Nunca cambien. Bueno, y para terminar esta nota hay algo que SIEMPRE repito sobre esto: Wyatt siempre fue el villano, su perfecto fantasía, pero también es y siempre sera el protagonista de su historia. ✨Nos vemos en EASW✨ Luv ya💓