BIOGRAFÍA DEL AUTOR Alejo Carpentier afirmó haber nacido el 26 de diciembre de 1904, en La Habana, Cuba. Su padre, Georges Julien Carpentier, era un arquitecto francés y su madre, Lina Valmont, era una profesora rusa. Tras su fallecimiento, se empezó a documentar su nacimiento en Lausana, Suiza, el 26 de diciembre de 1904, en una familia humilde que emigró a Cuba instalándose en La Habana. Cursó parte de sus primeros estudios en su ciudad natal, y con doce años, se trasladó a París, donde asistió al liceo de Jeanson de Sailly, iniciando estudios musicales con su madre y desarrollando una intensa vocación musical. Comenzó a trabajar como periodista y a participar en movimientos políticos izquierdistas. Fue encarcelado y con su puesta en libertad se exilió en Francia. Regresó a Cuba donde trabajó en la radio y llevó a cabo importantes investigaciones sobre la música popular cubana. En 1941 se casó con Lilia Esteban Hierro en Santa María del Rosario. Visitó México y Haití donde se interesó por las revueltas de los esclavos del siglo XVIII. Se trasladó a Caracas y no regresó a Cuba hasta 1956, año en el que se produjo el triunfo de la Revolución castrista. Trabajó en varios cargos diplomáticos para el gobierno revolucionario. En 1962 fue nombrado director de la Editorial Nacional de Cuba. Entre sus novelas destacan: El reino de este mundo (1949), sobre la revolución haitiana y el tirano del siglo XIX Henri Christophe; Los pasos perdidos (1953), diario ficticio de un músico cubano en el Amazonas; Guerra del tiempo (1958) sobre la violencia del gobierno cubano durante la década de 1950. En el año 1962 publicó El siglo de las luces, que trata de la vida de tres personajes arrastrados por la Revolución Francesa. Concierto Barroco (1974) expone sus visiones acerca de la mezcla de culturas en Hispanoamérica. El término "lo real maravilloso", inventado por Carpentier y divulgado en el prólogo a su novela El reino de este mundo, sirvió para tipificar su propia novelística. Es un símil del llamado "realismo mágico" incorporado a la descripción de la realidad hispanoamericana. En 1977, recibió el Premio de Cervantes de Literatuura, convirtiéndose en el primer latinoamericano en recibirlo. Alejo Carpentier falleció el 24 de abril de 1980 en París, Francia. CONTEXTUALIZACIÓN DEL TEXTO Y MARCO HISTÓRICO-LITERARIO Alejo Carpentier fue un escritor cubano que pasó su infancia y juventud en Cuba, lo que marcaría completamente su obra. A Carpentier se le considera el padre de lo real maravilloso. De hecho, resulta que además que vivir en Cuba, Carpentier viajó a otras ciudades, como París, donde convivió con otros artistas surrealistas, a quienes les costaban mucho trabajo encontrar los elementos fantásticos o maravillosos que formaban parte de esta corriente, mientras que Carpentier observó que en América estos elementos formaban parte de la vida cotidiana. Este asombro por lo americano se consolidó cuando hizo un viaje a Haití y dijo que percibió la imagen, los espacios, la historia y las creencias de los haitianos que tienen su origen, como toda América, en el mestizaje. Esta realidad, con un fuerte componente mítico que le maravilló, está presente en todo el continente y que, unido a la riqueza y inmensidad del paisaje, constituye lo real maravilloso. Echeverría con su prólogo sobre lo real maravilloso dice: “Busca de orígenes, rescate de la historia y la tradición, fundación de una conciencia americana autónoma, elaboración de una literatura fiel a los ritmos de un América erguida por sí sola y poseedora de un espíritu proprio, síntesis de las diversas razas y culturas que la habitan”. Esta, precisamente, será la intención de Carpentier, el sentido de su empresa durante los años cuarenta. Entre los temas que más ocupan a Carpentier están los viajes, la liberación de América, el mestizaje y dentro de este, el drama de los esclavos negros. Con estas palabras Alejo Carpentier explica su teoría del mestizaje: “Este suelo americano fue teatro del más sensacional encuentro étnico que registran los anales de nuestro planeta: encuentro del indio, del negro, y del europeo de tez más o menos clara, destinados, en lo adelante, a mezclarse, entremezclarse, establecer simbiosis de culturas, de creencias, de artes populares, en el más tremendo mestizaje que haya podido contemplarse nunca". El procedimiento de reducir el múltiple al uno y sintetizar no se puede aplicar a la identidad cubana por su heterogeneidad cultural y social. El antropólogo Ortiz, junto a Carpentier, explica como el conjunto negro es necesario para la creación de la identidad cubana y para la afirmación del múltiple estatus social de la isla. El término transculturación, empleado por Ortiz, es un neologismo, el cual es el más preciso para comprender y explicar el proceso que siguió el encuentro de culturas en Latinoamérica y Cuba en particular. El mestizaje implica mezclas de estilos, de usos, de costumbres, que mediante la transculturación producen un modelo distinto, manifestándose en forma diferente en cada región, a causa de los determinantes económicos y sociales. Historia de lunas fue escrita en francés por Alejo Carpentier y publicada en 1933 en la revista francesa “Cahiers du Sud”. El texto francés fue traducido al español por Martí Soler para la edición de las Obras Completas. Antes de llamarlo Historia de lunas, Carpentier había elegido otro título, “El embó”. La palabra proviene del yoruba y significa sacrificio religioso. Atilano es víctima de un embó, convirtiéndose en distintos momentos en árbol y en anguila. El título original recalca la magia y lo afrocubano, dos componentes fundamentales del texto. Como se verá, la música también funciona en el relato como un hechizo, puesto que el ritmo de los tambores seduce a los habitantes, haciendo que salgan de la iglesia a la búsqueda de su fuente en el monte. En el mismo año, en 1933, se imprimió en Madrid la primera novela de Carpentier, Ecuá-Yamba-ó, que había empezado a escribir en la cárcel de la Habana, a principios de agosto de 1927, y que concluyó en París entre enero y agosto de 1931. Los dos textos están muy relacionados y comparten el mismo contexto espaciotemporal, un pueblo cubano al comienzo del siglo XX y un mismo fondo sociopolítico, la transición del sistema del ingenio a través la figura del esclavo negro. En este periodo empiezan a surgir nuevas formas de trabajo, donde los protagonistas son jornaleros. Los dos cuentos abordan también un mismo argumento, los acontecimientos de un joven negro, personajes menores comunes y numerosas figuras que pertenecen a la imaginación popular de la época. Historia de lunas esboza un intento de síntesis desde el punto de vista afrocubano y occidental, tejiendo las diferentes modalidades del ser. Esta contradictoria operación destaca ya desde su título. Carpentier combina dos términos que remiten a conceptos temporales distintos y contrarios. El sustantivo Historia nos hace pensar en el progresivo fluir de situaciones en un cuento lineal y unívoco. Esta interpretación es debilitada por la especificación que sigue: lo que vamos a leer es una historia, pero una historia “de lunas”, y la luna, a través de sus ciclos, cambia y desestabiliza el valor propio del sustantivo. El elemento de la luna domina todo el texto, tanto en las referencias numéricas, como en la recurrencia constante del lunes, día de la luna, que abre y cierra la narración. El dibujo que quiere proponer Carpentier sale de la lógica del “reloj” y se injerta en la ciclicidad de la luna. Además del lunes, otro día que destaca es el domingo, referencia constante con las ceremonias religiosas, así como el advenimiento del Carnaval. El autor superpone dos movimientos temporales: lineal y progresivo, ritual y litúrgico. El cuento representa un ejemplo nuevo y raro del periodo afrocubano de Alejo Carpentier, hacia el cual el autor ha demostrado siempre mucho interés, pero al mismo tiempo una sensación ambigua. Carpentier, con el empleo de lo real maravilloso, intenta explicar la complicada cuestión afrocubana, que es el emblema de la coexistencia en un mismo territorio de más etnias socioreligiosas. Carpentier prueba su obsesión por la intrínseca diversidad de su pueblo y por las disonantes almas que pulsan en un único organismo. Tiene que encontrar una técnica de escritura capaz de decodificar la esencia de la isla y buscar unos elementos universales atribuibles a un fondo común y comunitario en el que construir la identidad unívoca de Cuba. Dicho acto presenta su intrínseca parcialidad e ineficiencia dada la heterogeneidad del tejido social. Carpentier sabe que puede describir, pero no lo puede decir. La única manera de tener en cuenta la acumulación de sistemas en la isla es la presentación de estos en el texto. El narrador asume el punto de vista de Atilano, protagonista del cuento, en la presentación del conflicto. Después, la voz narrativa se multiplica para simultanear la visión de Atilano con la de otros personajes participantes. El protagonista, sus defensores y enemigos, comparten un universo religioso sincrético. A partir de ese hecho colectivo, el narrador generaliza un tono irónico hacia las versiones de una verdad múltiple, legitimada por las acciones de cada bando, en sus respectivos espacios. El sistema de personajes se estructura con un diseño de contextos ideológicos totalmente ajustado a los intereses de las caracterizaciones. Hay un empleo de los contextos muy preciso. La perspectiva irónica contrarresta cualquier desequilibrio en la tensión dramática hasta la muerte de Atilano.