VIVIR EL MOMENTO PRESENTE PLENAMENTE. • ¿Que entendemos por presencia-conciencia plena o mindfulness? Christopher Germer, psicólogo estadounidense y profesor de la Universidad de Harvard, lo define como ≪darse cuenta del momento presente con aceptación≫. Esta definición contiene 3 elementos. El primero es la necesidad de darse cuenta de lo que ocurre y ser consciente del momento. Esto es algo que no suele ser muy habitual. Basta recordar la cantidad de veces que nos hemos comido un plato de comida en ≪piloto automático≫ frente a la televisión, sin siquiera sentir el sabor de lo que estamos ingiriendo, o cuando solo notamos lo incomodxs que estamos por nuestra mala postura luego de varias horas frente al computador. Lo más frecuente es que no nos demos cuenta de lo que nos ocurre aquí y ahora, porque estamos totalmente absortxs en nuestros pensamientos, comentarios y opiniones. El segundo elemento de la definición es concentrarse en el ≪momento presente≫, algo que tampoco sucede habitualmente. Nuestra mente suele divagar constantemente entre pasado y futuro, lejos del presente, haciendo que nos perdamos gran parte de la riqueza del ahora. Nuestro cuerpo circula por aquí y por allá, pero nuestra mente está en cualquier otro lugar: anticipando escenarios que aún no han ocurrido o viajando al pasado, repitiendo conversaciones o situaciones que quisiéramos que hubiesen sido distintas. Estamos absortos en nuestra opinión e interpretación de las cosas más que en la experiencia directa de lo que está aconteciendo. El tercer elemento de la definición es la actitud de ≪aceptación ≫, sea lo que sea que nos suceda en el momento presente, porque podemos llegar a ser conscientes de lo que nos está ocurriendo, pero rechazarlo. Por ejemplo, darnos cuenta de que estamos atrapadxs en un embrollo y resistirnos a ello, enrabiándonos enormemente. O bien, darnos cuenta de que tenemos rabia porque un amigo nos ha ignorado, pero no aceptar el sentimiento, sino que rechazarlo diciendo ≪que tontería, no debería sentir esto≫, o negarlo diciendo ≪no tengo rabia≫, o taparlo con una emoción secundaria, como la indiferencia, el orgullo o la pena. Tendemos a resistirnos a lo que nos sucede y a lo que sentimos cuando vivimos una situación difícil. Y situaciones difíciles abundan en nuestra vida. Cuando nos resistimos a lo que nos sucede, abrimos una fuente inagotable de sufrimiento, porque comenzamos una lucha sin fin con nosotrxs mismxs y con el mundo entero. Siempre habrá cosas que nos sobran, que nos dañan, que nos molestan, que nos duelen. Podemos vivir la vida entera atrincherados, tratando de construir la mejor defensa posible para no sufrir: dinero, éxito, posesiones diversas, o lo que sea que nos haga sentir un poco más segurxs. Mientras, en el fondo, estamos tensxs, insatisfechxs y atemorizadxs, incluso cuando aparentemente ya tenemos todo lo que queremos, porque tememos que la vida irrumpa con una sorpresa, quitándonos todo lo que hemos logrado con tanto esfuerzo. Es importante diferenciar la aceptación de la resignación. La resignación tiene una cualidad pasiva, en la que con resentimiento y desdén decimos: ≪Es lo que me toco, no tengo nada que hacer al respecto≫. Esto equivaldría, en un caso extremo y absurdo, a no hacer nada si nos diagnostican una enfermedad, porque como ≪nos tocó y debemos aceptarla≫, tenemos que quedarnos con los brazos cruzados, declarándonos víctimas del destino, del karma o de nuestros pecados a pagar en vida. Esta no es la aceptación que se cultiva en la práctica de conciencia plena. Tampoco se trata de estar de acuerdo con todo lo que nos pasa. La aceptación es un estado consciente, voluntario y activo en el que optamos una y otra vez por abrirnos a vivir la experiencia que tenemos delante, sin negarla, sin aferramos a ella o agregarle juicios de valor. Es aceptar lo que se vive, sea esto agradable o doloroso. Podemos acoger lo que sea que surja, incluso el miedo que nos da abrirnos de esta manera. El rechazo al dolor es parte de ser humanos y constituye una parte natural de nuestro funcionamiento. Pero si nos dejamos llevar automáticamente por el rechazo, pensando, diciendo y haciendo cosas inconscientemente, podemos terminar agregando más sufrimiento a nuestras vidas. Lo que necesitamos para despertar a nuestra verdadera naturaleza y liberarnos del sufrimiento, ya lo tenemos, solo que lo hemos cubierto con capas y capas de confusión, dolor y miedo. • Evidencia científica: Existe una gran cantidad de estudios sobre la eficacia de las intervenciones basadas en mindfulness para abordar diversos síndromes clínicos, y también para el desarrollo de diferentes habilidades en términos cognitivos (pensamientos) y emocionales. Además, hay evidencia empírica sobre los cambios que esta práctica produce a nivel neurobiológico, centrales para comprender las transformaciones que se producen a nivel emocional y conductual. Los estudios muestran alentadores resultados, que a su vez abren nuevos caminos de investigación. La práctica de mindfulness nos brinda la posibilidad de cultivar la llamada ≪mente de principiante≫, según el investigador español Vicente Simón, la ≪mente de principiante≫ consiste en una actitud de apertura y claridad ante la novedad del presente. Significa que nos abramos ante la posibilidad de vivir la realidad como si fuera la primera vez que la captamos, no siendo influidos por sesgos mentales. La experiencia adquiere, entonces, una riqueza inusitada y novedosa, permitiéndonos descubrir aspectos de la realidad antes ocultos por el ruido de la misma mente. Las distorsiones de la percepción directa del presente se explican porque la información captada a través de los sentidos se transmite hacia zonas cada vez más elevadas de nuestro cerebro, trayecto en el que se ve modelada y filtrada por criterios basados en la experiencia de cada persona. Esta facultad es una gran ayuda en términos de supervivencia, pues nos permite clasificar rápidamente la información como ≪peligrosa≫ o ≪segura≫. Sin embargo, también actúa imponiendo a la realidad una serie de filtros automáticos, que resaltan, atenúan e ignoran algunos aspectos de ella. Muchas veces se eliminan los aspectos nuevos o ≪inclasificables≫ de la experiencia, lo que nos predispone a percibir siempre ≪más de lo mismo≫, restando riqueza, novedad y precisión al momento presente. Tendemos a interpretar la realidad de manera más bien repetitiva, muchas veces reaccionando de forma rígida y sesgada, que tiene más que ver con nuestra interpretación de los hechos, nuestras creencias y nuestro pasado, que con lo que realmente sucede en el presente. Así, podemos vernos atrapadxs en modos de reacción dolorosos y automáticos, sintiendo que no podemos salir de patrones habituales profundamente arraigados. Nos aproximamos a la realidad sabiendo de antemano como son las cosas, por ejemplo, como es una puerta, como sabe una taza de café o que se siente cuando estamos en presencia de determinada persona. Como mencionábamos antes, esto tiene un valor de sobrevivencia, ya que nos permite saber de manera casi automática si algo es peligroso, está bien o está mal. El problema es cuando comenzamos a confundir nuestra interpretación de los hechos con los hechos mismos. Nos enclaustramos en nuestros puntos de vista y los asumimos como verdades, sin posibilidad alguna de abrirnos a ver la realidad despojados de ideas preconcebidas, prejuicios y juicios. Eso provoca que nos relacionemos más con la idea que tenemos de las cosas, de las personas, de las situaciones y de nosotros mismos, que con los hechos. También provoca que tendamos a ≪encasillar≫ y a encasillarnos≫ bajo ciertos adjetivos y características, haciendo difícil actuar con la flexibilidad y claridad que se requieren en determinados momentos. Tendemos a reaccionar de maneras repetitivas y predecibles, a partir de nuestro pensamiento distorsionado (lo hemos acomodado según nuestras vivencias), esclavizándonos en respuestas poco sanas o incluso destructivas. La principal característica de la práctica de mindfulness es la intención de prestar atención plena a la información proveniente aquí y ahora. Como la mente está acostumbrada a generar pensamientos, a emitir juicios, a clasificar y a comentar todo lo que captamos, la práctica de mindfulness permite regresar una y otra vez a la experiencia directa, a la sensación misma del estar presente, captando la riqueza de la información nueva que surge segundo a segundo, previa a cualquier filtro y clasificación. Cuando practicamos mindfulness nos acercarnos a la realidad -en vez de lo que acostumbramos a hacer habitualmente, que es funcionar automáticamente-. Conocer el mundo desde la experiencia a la teoría seria hacerlo con ≪mente de principiante≫, pues aun cuando repitamos una experiencia por centésima vez se puede captar la novedad que hay en ella, simplemente porque es una experiencia única, que nunca hemos vivido. La naranja que comemos hoy no es la misma que comimos ayer o la semana pasada. Cada una de ellas es una experiencia novedosa, única e irrepetible. Al prestar atención al momento presente se abre la posibilidad de desconectar la automaticidad de respuesta a la que estamos acostumbradxs, permitiéndonos flexibilizar nuestras reacciones. En otras palabras, podemos captar aspectos de la realidad que de otro modo abríamos pasado por alto. Comenzamos a relacionarnos con lo que ≪es≫ en vez de estar siempre limitadxs por la forma en que creemos que son las cosas. Así vamos generando el ≪espacio≫ suficiente como para no dejarnos llevar por el automatismo, y abrirnos a la riqueza y multiplicidad del momento presente, lo cual nos acerca a un importante camino de liberación de nuestros patrones habituales. ACTIVIDADES: 1. Presta atención plena a tus pensamientos actuales, que te dicen justo ahora? 2. Cuando fue la última vez que disfrutaste conscientemente de un momento agradable en tu vida? Descríbelo tal cuál lo recuerdas. 3. Cuáles son las emociones que experimentas la mayor parte del día y cómo las manejas?