LAS REFORMAS BORBÓNICAS La llegada de los Borbones al trono español significó un cambio profundo para el Imperio hispánico en América. En 1700, moría Carlos II de Habsburgo, rey de España. Dejaba el trono sin herederos y con una compleja red de acuerdos y matrimonios con las Coronas vecinas que justificaban las ambiciones de diferentes casas europeas sobre el trono español. Uno de los aspirantes a la Corona era Luis XIV de Francia, perteneciente a la casa de los Borbones. Luis XIV logró que Carlos II nombrara a su nieto, Felipe de Anjou, como heredero de la Corona española. Esta decisión relegaba a otros miembros de la casa de Habsburgo, que gobernaban el Imperio austríaco, lo cual desató la llamada Guerra de Sucesión (1701-1713). El conflicto llegó a su término con la firma de la paz de Utrecht, en 1713. Por este acuerdo, los Borbones consiguieron la Corona de España para Felipe V, con todo su imperio de ultramar, pero desistieron de cualquier posibilidad de unificar las Coronas francesa y española. La "reconquista" de América Durante todo el siglo XVII, los americanos se habían gobernado con amplia autonomía de la metrópoli, y la administración de las colonias americanas también evidenciaba este proceso. Una consecuencia particularmente grave de esta situación era que España recibía cada vez menos beneficios económicos de sus colonias. Por esta razón, cuando los Borbones llegaron al trono, emprendieron una ambiciosa política de reformas políticas, militares, eclesiásticas y económicas, cuyo objetivo era "reconquistar" las posesiones ultramarinas. Esta reconquista se organizó bajo principios absolutistas que los Borbones habían impuesto en Francia. Las medidas se centraron en dos aspectos principales: la centralización de la monarquía, es decir, la concentración del poder en el rey, la corte y los ministros de Estado; y el afán por uniformizar la estructura política y administrativa de sus dominios. Por ejemplo, los Borbones sustituyeron el sistema de consejos (como el Consejo de Indias) a favor de administradores que respondían a las órdenes exclusivas del rey. Aunque las bases de las reformas borbónicas estuvieron sentadas desde 1743, éstas llegaron a su apogeo entre 1776 y 1786. El monarca Carlos III fue el que emprendió mayor cantidad de medidas reformistas más ambiciosas. Apremiado por la creciente competencia de otras potencias coloniales, y ante las numerosas dificultades para hacerse obedecer en América, decidió modificar drásticamente el sistema de administración. Las reformas administrativas El programa general de reformas se basó en cuatro principios fundamentales: La administración pública correría directamente por cuenta del Estado. Sería ejercida en adelante por la Corona, a través de funcionarios públicos especialmente nombrados para tales fines. Todas las funciones de la administración pública debían caer en manos de profesionales. El nombramiento de estos funcionarios tomaría en cuenta sólo su preparación y competencia. Ascenderían por sus méritos y debían percibir un buen salario para evitar la corrupción. Una completa modernización de las técnicas administrativas. Esto sería posible gracias al profesionalismo de los funcionarios y a la elaboración de leyes claras. La rendición de informes a las autoridades sería regular y periódica, y la fiscalización se llevaría a cabo permanentemente, pudiendo sustituir al funcionario que no cumpliera sus funciones. La obligatoria e inmediata observancia de la ley. Durante los siglos XVI y XVII, muchas ordenanzas enviadas desde la metrópoli fueron ignoradas por las autoridades, según un dicho que rezaba "se acata, pero no se cumple". La meta reformadora sería, según el historiador Céspedes del Castillo: "obedezco, cumplo e informo de haberlo hecho con rapidez y exactitud". Pronto surgieron desavenencias y conflictos entre la nueva y la antigua burocracia, ya que para el siglo XVII los criollos lograron acaparar un porcentaje significativo de los puestos administrativos. Los choques entre peninsulares y criollos -que además representaron dos tendencias opuestas, reformistas y conservadores-, caracterizaron este periodo y obstaculizaron las reformas. Las reformas económicas Los Borbones aumentaron la presión tributaria sobre América de varias maneras: cambiaron los porcentajes de recaudación, crearon nuevos impuestos y aumentar... En el campo económico, las reformas borbónicas abarcaron tres aspectos principales: La intensificación del comercio. Para esto, España debía recuperar el comercio con sus posesiones de ultramar, arrebatándoselo a los franceses e ingleses, y combatir el contrabando. Carlos III emitió en 1778 una legislación que liberalizaba el comercio. A través de ella se autorizó la apertura de nuevos puertos, desde los que se podría comerciar libremente entre España y América. El incremento de la producción americana. Éste se concretó por la imposición de un sistema proteccionista, que gravaba las mercaderías extranjeras de manera que las de las colonias pudieran competir con ellas. La mejora del sistema fiscal, a través del aumento de los impuestos y la creación de aduanas.