SE PUEDE SER UN EXCELENTE PROFESIONAL SI SOMOS MALAS PERSONAS HOWARD GARDNER NOS INVITA A RECORRER UN CAMINO DE ANÁLISIS Y REFLEXIÓN ¿Puede ser mala persona un buen profesional? La psicología nos dice que no Cursar estudios de nivel superior es uno de los requisitos para convertirse en un profesional de éxito, pero no el único. Estudiantes que aspiren a triunfar con su profesión deben conocer lo que necesitan para lograrlo. El “padre” de las inteligencias múltiples, Howard Gardner, afirma que es necesario ser buena persona para ser buen profesional. ¿Qué es un buen profesional? ¿Cómo se define? ¿Qué hace a una persona buena en su profesión? ¿Alcanzar el éxito? ¿Desempeñarse de forma honesta y atendiendo a valores humanos considerados como positivos? ¿Alguien que logra cumplir todas sus metas como profesional? ¿Una persona que usa sus conocimientos y carrera para ayudar a los demás? En el ámbito académico y laboral, es frecuente encontrarse con esta expresión. De una forma u otra, todos los estudiantes desean convertirse en buenos profesionales... ¿Qué implica esto? Cada estudiante podrá definir, de acuerdo a sus valores y cualidades, lo que considere necesario para ser un buen profesional. Sin embargo, desde la Psicología se aporta una mirada que aclara este dilema. Howard Gardner, considerado como el padre de las inteligencias múltiples gracias a plantear dicha teoría y cambiar así la forma de comprender la educación, señala que para ser un buen profesional es necesario ser buena persona. Es decir, que además de contar con formación académica y conocimientos teóricos, se requieren de cualidades personales particulares para tener éxito en el campo profesional. ¿A qué se debe esta distinción? De acuerdo a Gardner, las malas personas pueden tener la técnica y los conocimientos necesarios para convertirse en buenos profesionales, pero carecerán de emociones y sentimientos positivos que los acerquen a dicho logro. En cambio, las "buenas personas" logran manifestar emociones positivas, y se comprometen de mejor forma con su trabajo y actúan de manera ética. Ambas cualidades determinan, en el corto o largo plazo, el éxito profesional. Por lo tanto, en el camino hacia la búsqueda de la excelencia profesional debe promoverse la excelencia a nivel personal. En este aspecto, resulta de especial importancia la formación en valores que pueden ofrecer las universidades, las cuales no solo transmiten conocimientos teóricos sobre carreras sino también enseñan sobre ética, honestidad y compromiso. En el siguiente vídeo que recoge su conferencia titulada "repensando las claves del éxito" brindada en el evento TEDxBeaconStreet de 2015, Howard Gardner explica en profundidad esta idea: ¿Te consideras una buena persona? Si es así, tienes lo que se necesita para convertirte en un buen profesional. Si tu respuesta es negativa, no solo necesitarás cursar una carrera para alcanzar el éxito profesional sino cuestionarte tu sentido de la honestidad y la ética, y trabajar para comprometerte en profundidad con tu carrera. ¿Buen profesional pero, mala persona? Tengo que reconocer que mi respuesta ha ido evolucionando conforme a mis años de experiencia profesional, pero cuándo me preguntan cuáles son las cualidades que siempre busco en un candidato, sea cual sea su perfil, siempre respondo que lo que busco en la persona que tengo frente es: Integridad, sinceridad y espontaneidad, pero sobre todo, que sea “buena persona” ¿Buena persona? Esto último molesta a mucha gente, (no sé si por lo subjetiva que puede resultar la expresión o porque para algunos se escapa de la valoración que debemos hacer desde Recursos Humanos de los candidatos). Una vez una colega me dijo: “Pero para hacer bien el trabajo, no hace falta ser buena persona, simplemente basta con tener pericia técnica y saber lo qué haces, en definitiva, conocer el procedimiento y tener las herramientas necesarias para llevarlo a cabo. Sinceramente, creo que al trabajo no se viene a ser buena persona o, a hacer amigos, se viene a trabajar ¿no?” – Y así fue como me respondió, todavía con esa cara de incredulidad que se nos queda cuando alguien expone su punto de vista de una forma totalmente alejada de lo que esperábamos oír-. Entonces le pregunté, tú ¿Te has parado alguna vez a pensar cómo te ven tus compañeros de trabajo? Y me refiero a qué piensan de ti ¿Crees que te ven cómo una buena persona o sólo como una buena profesional? ¿Ser buen profesional implica ser buena persona? O ¿Para ser buen profesional hace falta ser buena persona?… Bien, sigamos con lo que “yo busco”, para empezar, ser íntegro y actuar con integridad requiere basarse en unos principios éticos, y no hablamos sólo de ser “éticos de palabra o teóricamente”, es necesario que exista coherencia, en todo momento, entre lo que se dice y lo que se hace. De nada me sirve que me digas en una entrevista que eres una persona íntegra, que valoras por encima de todo, la comunicación entre tú y tu equipo y que luego no pidas opinión a tus colaboradores a la hora de poner en marcha cualquier proyecto, o la hora de solucionar cualquier problema o incidencia. Las palabras son un arma de doble filo, ¿basta entonces con contestar con aquello que la otra persona espera escuchar o contestar con aquello que es socialmente plausible? definitivamente, no. Lo importante para mí, como seleccionadora, no son las palabras, sino los hechos, éstos son siempre irrefutables, el saber cómo actuaría esa persona en un caso práctico, o cómo ha actuado ante alguna circunstancia complicada es lo que realmente nos va a dar pistas sobre cómo es el candidato. En definitiva, el profesional íntegro es responsable consigo mismo y con los demás, es más, yo diría que es co-responsable! El buen profesional sabe “que no todo vale, que el fin no siempre justifica los medios”. El profesional íntegro no aplica varias varas de medir, no actúa diferente con los que “les caen bien y con los que les caen mal”, sino que a todos los mide por igual y aun así, busca puntos de encuentro, escucha y pide opinión. – Sinceridad, el profesional sincero tiene la capacidad de decir la verdad, aunque no sea lo que el que tiene frente espera escuchar. Las personas sinceras son personas valientes, no temen quedar mal cuando se expresan, por supuesto, todo tiene un límite, y la sinceridad también, porque está muy cerca, y a veces, roza la insolencia. Así que de nada me sirve que un candidato sea sincero y que en base a eso me “ponga verde” a su anterior empresa o a sus antiguos compañeros de trabajo. – Espontaneidad, Creo que el candidato que la posee, tiene la capacidad de sorprender, alegrar, animar, y satisfacer necesidades ocultas tanto suyas como de personas con las que interactúa. Si estás en una entrevista de trabajo por ejemplo, y la espontaneidad se une a la naturalidad y a la franqueza de lo que estás contando, también ésto unido a cómo te estás comportando, puede que te de un extra que definitivamente determinará que conectes con la persona que tienes enfrente, ¡Ojo! Todo, como siempre digo, en su justa medida, no te pases de espontáneo porque no sabes cómo valora esta competencia el que tienes frente: “Yo no necesito un papagayo que se haya aprendido de memoria las posibles respuestas a mis preguntas, pero tampoco necesito alguien capaz de improvisar un monólogo de 35′ seguidos”. – “Ser buena persona”, Hace no mucho leía a Howard Gardner, neurocientífico y padre de la teoría de las inteligencias múltiples, afirmar rotundamente que “las malas personas no pueden ser profesionales excelentes, no pueden llegar a serlo nunca, puede que tengan pericia técnica, pero no son excelentes”. Entonces, ¿se puede ser un buen profesional siendo un “bicho malo”? Rotundamente NO, un buen profesional siempre busca la excelencia, y hablo de excelencia, mucho más allá de satisfacer su ego, su ambición o su avaricia. Un buen profesional es el que se compromete no sólo con los objetivos, sino el que se compromete con el resto de la organización, si lo que hace , no va a servir, no va a beneficiar a otros miembros, su objetivo deja de tener sentido para él. Decía Gardner, que los mejores profesionales tienen tres características en común, son: excelentes, comprometidos y éticos. Pero entonces, ¿qué es ser una buena persona? Personalmente creo que una buena persona es aquella que de manera honesta y sincera trata de ser parte del bienestar de los demás. No hablamos sólo de hacer el bien, sino que hablamos, de una persona que no hace mal a los demás, que no “pisotea” a sus compañeros, que no es un trepa y que no se aprovecha de determinadas circunstancias, que dice las cosas a la cara de forma asertiva sin esperar a que te vuelvas para “cortarte un traje”, una buena persona se interesa por cómo está el compañero, se interesa por prestarle ayuda cuando cree que el otro la necesita y, sobre todo, una buena persona comparte lo que sabe, sin temor, a perder el poder que le otorga esa información. Entonces, ser bueno es ser tonto, ¿no? Se estarán preguntando algunos… pues depende de tu escala de valores, si eres de los que piensas que si no hay un interés de por medio no debes hacer una cosa, entonces para ti, “ser bueno es ser tonto”. Entonces, ¿cómo evaluar si un candidato es o no buena persona sin caer en la subjetividad? Seguramente conocerás a la psicóloga Patricia Ramírez, y si no es así, empieza por leerla, pues bien, siguiéndola a ella podemos saber si se es o no buena persona, sólo hace falta ser capaz de dar respuesta de forma honesta a estas preguntas: ¿Practicas la gratitud? ¿Eres consciente de lo bueno que has recibido y lo devuelves a tu entorno? ¿Te ofreces para prestar ayuda a cualquiera aunque sea desconocido, tienes buenas intenciones? ¿Compartes y dejas que te copien? ¿Enseñas lo que haces y dejas que la gente aprenda de tu experiencia? ¿Esperas cosas buenas de los demás? ¿Bien interpretas? ¿Eres de los que piensan que las críticas no son para herir, sino que son para mejorar? ¿Eres convenido, dispuesto? ¿Siembras para recoger o simplemente por el placer de sembrar? ¿Empleas tu tiempo en criticar o hablar de vidas ajenas? ¿Permites o participas en críticas de los que no están presentes? ¿Alguna vez ridiculizas a otros? ¿Sacas la cara por los que no están, eres capaz de parar una conversación donde el chisme y la crítica sean los principales protagonistas? Y si no puedes irte, ¿dejas de participar? ¿Te consideras una persona transparente en tus acciones o te guardas siempre un as bajo la manga? Y después de leer ésto, ¿crees que se puede ser un bicho y un buen profesional a la vez? ¿o estamos frente a un tonto? ¿cómo beneficia a las empresas o a las instituciones en general y a las educativas en particular contar con buenas personas? ¿qué es para ti una buena persona? Me encantará escuchar tu opinión.