Otro lugar, otro tiempo Los niños Thompson nunca vieron el lado malo de ser judío, pero esta vez lo verían. Era una mañana como muchas otras cuando Annemarie, Peter, Henry y Johan despertaron para ir al colegio judío dinamarqués. Nunca hubieron imaginado lo que iban a vivir ese martes 13 de octubre. Cuando estaban teniendo una prueba de literatura, las campanas de colegio empezaron a sonar. Los profesores se alarmaron, los alumnos se exaltaron, y los chicos más chicos gritaban y lloraban. Peter se asomó por la ventana y llamó a sus hermanos. No podían creer lo que estaban viendo, un ejército alemán estaba atravesando las rejas del colegio. Los hermanos Thompson tenían que pensar en un plan rápido porque los soldados ya habían capturado a muchos alumnos. Henry fue a la biblioteca, Peter al comedor, Johan y Annemarie a la sala de música, todos a esconderse. Rato después del pánico, Henry estaba desesperado por ver a sus hermanos. Trató de averiguar si poda salir por la puerta principal de la biblioteca, pero las únicas personas que se encontraban allí eran los soldados del ejército alemán. Se tiró contra la pared y sostuvo su cabeza pensando en cómo estarían los demás, pero de pronto, notó que de alguna manera su musculoso cuerpo empezaba a dirigirse hacia la pared, sin explicación alguna. Parecía que se estuvise abriendo. Asustado, pero dispuesto a arriesgarse, curiosamente asomó su cabeza y vio un pasadizo. Los hermanos Tompson, se juntaron, menos Henry. Preocupados fueron a la biblioteca. El problema fue que allí se encontraban dos soldados vigilando la entrada. Agarraron unos palos, fueron corriendo y les pegaron en la cabeza. Los soldados cayeron inmediatamente al piso y los niños lograron entrar. Lo buscaron y buscaron, pero ni señal de él había. Le dieron una última ojeada a la habitación y vieron algo muy extraño, un agujero en la pared. Todos se metieron, aunque poco lugar tenían para pasar, pero nos les importó porque habían creído escuchar que los soldados habían alertado su presencia. Ya dentro del pasadizo los tres hermanos se encontraron con Henry, que estaba tratando de encontrar una salida de ese infernal lugar, sin resultado alguno. Mientras Henry la estaba buscando empezó a ver luz, cada vez más, más y más hasta que salieron a un lugar natural con agua, una costa. Lo que le parecía raro a todos fue ver una vía del tren sobre el agua. De repente Johan advirtió un barco a vela, pero en vez de ser un barco, tenía ruedas de madera. Bastante viejo era ese vehículo ya que la vela tenía agujeros increíblemente grandes y la madera de las ruedas se veía bastante podrida. Inmediatamente todos se subieron pero no arrancaba. Vieron un agujero en forma de cruz, Johan colocó un collar que tenía desde que era un pequeño, de poca edad, y sin saber muy bien lo que iba a sucede, esperó. En el aire apareció una figura algo confusa y borrosa, pero suficientemente clara como para que los niños se den cuenta de que era su difunto bisabuelo. Él señalaba el horizonte, sin explicarse, sólo apuntaba. La figura desapareció llevándose con ella el misterio de que significaba. De repente el barco arrancó. Johan pensó que si había una respuesta él la encontraría allí. Dejando atrás todo lo que conocían, felizmente los cuatro hermanos se fueron hacia el horizonte donde para su asombro se encontraba un castillo, muy a lo lejos. Nunca nadie más supo nada sobre esos cuatro aventureros. Sofía L. Lucas M.