PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR Nombre: Nicoll Calvache Fecha: 02/11/2024 CUESTIONARIO Y TALLER 1. Conciencia moral La conciencia moral es una facultad que nos permite juzgar si nuestras acciones, intenciones y pensamientos son correctos o incorrectos desde el punto de vista ético. Se basa en los valores y normas que aprendemos desde la niñez, a través de la educación, la cultura, la religión y nuestras experiencias personales. La conciencia moral no es estática; puede evolucionar y desarrollarse a lo largo del tiempo. Una persona puede pasar de una conciencia moral más básica, en la que sus juicios se basan en reglas simples de "bueno o malo", a una conciencia más crítica y reflexiva, en la que considera las circunstancias, las consecuencias y las implicaciones éticas más profundas de sus acciones. Existen diferentes enfoques para describir la conciencia moral: • Conciencia heterónoma: Es cuando la moralidad de una persona está controlada por normas o leyes externas (por ejemplo, la obediencia a las leyes sin cuestionarlas). • Conciencia autónoma: Es cuando la persona toma decisiones basadas en su propio juicio crítico y en sus propios valores, aunque respetando los principios éticos universales. La conciencia moral es esencial para la vida en sociedad, ya que nos guía para actuar en beneficio de los demás y de nosotros mismos, respetando la dignidad y los derechos de todos. 2. Formar la conciencia: "ganar músculo ético" El concepto de "ganar músculo ético" se refiere al proceso de fortalecer la conciencia moral y la capacidad de tomar decisiones éticas a través de la práctica constante. Así como ganar músculo físico requiere disciplina, ejercicio y repetición, ganar músculo ético implica hacer un esfuerzo consciente por reflexionar sobre nuestras acciones, aprender de los errores y poner en práctica los valores que consideramos correctos. Formar la conciencia no es algo que ocurra de manera instantánea. Requiere tiempo, educación y esfuerzo. Algunos pasos clave para "ganar músculo ético" incluyen: • Reflexión personal: Tomarse el tiempo para pensar en nuestras acciones y decisiones, preguntándonos si están alineadas con nuestros principios. • Educación ética: Aprender sobre diferentes teorías éticas, valores y principios, así como sobre los dilemas morales que enfrentan las personas y las sociedades. • Empatía y diálogo: Desarrollar la capacidad de ponerse en el lugar de los demás y entender sus perspectivas. El diálogo con otras personas también puede ayudarnos a cuestionar y revisar nuestras propias creencias. • Responsabilidad: Aceptar las consecuencias de nuestras acciones y aprender de ellas para mejorar en el futuro. Formar una conciencia ética fuerte implica ser capaz de resistir las presiones externas que podrían empujarnos a actuar de manera contraria a nuestros valores y principios. 3. Imperativo categórico kantiano El imperativo categórico es uno de los conceptos más importantes en la filosofía moral de Immanuel Kant. Es una regla que establece que una acción es moralmente correcta si, y solo si, se puede convertir en una ley universal sin generar contradicciones. En otras palabras, debes actuar de tal manera que las normas que sigas puedan aplicarse a todas las personas en todas las situaciones. Kant formuló el imperativo categórico en varias versiones, pero las dos más conocidas son: • Primera formulación: "Obra solo según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal". Esto significa que antes de actuar, debes preguntarte si el principio detrás de tu acción sería aceptable como una ley para todos. Si la respuesta es sí, entonces la acción es moralmente correcta. • Segunda formulación: "Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como un fin y nunca simplemente como un medio". Aquí, Kant enfatiza la importancia de respetar la dignidad de cada ser humano y no utilizar a las personas como medios para conseguir nuestros propios fines. Ejemplo del imperativo categórico: Imagina que te encuentras en una situación en la que tienes la posibilidad de mentir para evitar un problema personal. Según el imperativo categórico, debes preguntarte: ¿Qué pasaría si todos mintieran en situaciones similares? Si la mentira se convierte en una norma universal, la confianza entre las personas se rompería, y la comunicación honesta dejaría de existir. Por lo tanto, mentir no podría convertirse en una ley universal, y según Kant, sería una acción inmoral. En este caso, la ética kantiana te guiaría hacia la verdad, incluso si enfrentar la realidad es más difícil. El imperativo categórico busca establecer una moralidad basada en la razón pura, donde las acciones no dependen de las circunstancias individuales o los intereses personales, sino de principios que sean válidos para todos en cualquier situación. Esto hace que la ética kantiana sea conocida como deontológica (centrada en el deber), en contraste con otros enfoques, como el consecuencialismo, que se enfoca más en las consecuencias de las acciones.