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MONITOREO GASTO PÚBLICO #08
REPLANTEANDO LA INVERSIÓN SOCIAL
Con el reventón del Pozo Zumaque 1, se reconoce el inmenso potencial de recursos
hidrocarburos en el país, los cuales han sido definidos como de propiedad de la República y con
carácter de bien de dominio público1, por lo que el recurso natural ha sido objeto de derechos de
propiedad difusos, y su administración, competencia estatal. De ahí que la economía haya sido
caracterizada como rentista, en tanto que ésta ha sido la forma predominante de beneficio
generado y no aquéllas producto del resultado del incremento de la producción y la
productividad del sector privado. La crítica al rentismo atiende a las perversiones que genera al
desincentivar el esfuerzo innovador y productivo y las distorsiones clientelares de las relaciones
gobierno-sociedad (Levy, 2013).
Deriva de lo anterior el peso atribuido al Estado en Venezuela, en particular desde la
estatización de la industria petrolera en 1976, en el uso de los ingresos por exportación del
crudo para financiar sus políticas de redistribución. En consecuencia, el control sobre la
principal actividad económica del país ha llevado al establecimiento de políticas públicas de
subsidios y transferencias masivas cuya ejecución, en vez de favorecer, han significado un
obstáculo importante en el desarrollo económico nacional (Gráfico 1).
GRÁFICO 1.- RELACIÓN ENTRE INVERSIÓN PÚBLICA E INGRESO PETROLERO (2004-2013)
45
Elaborado por:
RAMON REY
Economista,
Investigador de CEDICE
Si desea citar este
documento:
MONITOREO GASTO
PÚBLICO NRO. 08:
REPLANTEANDO LA
INVERSIÓN SOCIAL,
MARZO 2015. CEDICE.
120
40
100
35
30
25
20
15
80
Inversión Pública Total %
PIB
60
Inversión Publica Social
% PIB
40
10
Cesta OPEC
20
5
0
CEDICE.ORG.VE
@CEDICE
0
2004200520062007200820092010201120122013
Elaboración Propia. Fuente: SISOV, OPEC
En un contexto de gobernabilidad republicana, la toma de decisiones políticas es un proceso de
elevada complejidad pues involucra a diversos actores que deben alcanzar un consenso en
base a la legislación correspondiente. Así, factores no considerados o desfases temporales
pueden terminar por introducir efectos indeseados tras la ejecución de políticas públicas.
Considere ahora, dado lo anterior, una planificación y ejecución caracterizada por la
1
CEDICE LIBERTAD
CEDICEVE
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Artículo 12. Los yacimientos mineros y de hidrocarburos,
cualquiera que sea su naturaleza, existentes en el territorio nacional, bajo el lecho del mar territorial, en la zona económica
exclusiva y en la plataforma continental, pertenecen a la República, son bienes de dominio público y, por tanto, inalienables e
imprescriptibles. Las costas marinas son bienes del dominio público.
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REPLANTEANDO LA INVERSIÓN SOCIAL
improvisación fiscal, buscando además instrumentalizar a la inversión social como herramienta política, y se tiene un
contexto donde se compromete en su totalidad la eficiencia gubernamental, y por extensión, el bienestar social y
económico del ciudadano venezolano (Gráfico. 2). Esa es la realidad que explica Isabel Pereira (2015) del actual
contrato social, observación que sirve como basamento a la propuesta de replantear las instituciones que rigen a la
sociedad venezolana.
GRÁFICO 2.- PIB REAL PER CÁPITA (1970-2012)
2,500
2,000
1,500
PIB Real Per Cápita
1,000
Lineal (PIB Real Per
Cápita)
0,500
Elaboración Propia, Fuente: BCV.
2012
2009
2006
2003
2000
1997
1994
1991
1988
1985
1982
1979
1976
1973
1970
0,000
De
igual
manera,
Pereira
identifica
oportunidades importantes a aprovechar
como impulso en el cambio de las reglas que
rigen actualmente a la sociedad venezolana.
La primera corresponde a la capacidad de
sectores sociales vulnerables de identificar
que “generar ingresos, condiciones de
empleabilidad, acceder a buenos empleos o
emprender alguna actividad económica
propia” es una fuente de seguridad
socioeconómica mucho más eficiente que la
dependencia a planes sociales.
En segundo lugar, se identifica a una clase media consciente del valor de la propiedad privada y libertad económica,
a la vez que resulta capaz de asociar al actual régimen con autoritarismos ideológicos del siglo pasado. Así, se
reconoce a la conciencia que se ha venido desarrollando en distintos círculos sociales como elemento central en la
búsqueda de un nuevo equilibrio institucional que permita la responsabilidad, prosperidad y libertad ciudadana.
Finalmente, si bien se ha descrito el contexto que hace imperativo el cambio institucional, y
ciertos elementos que habrían de facilitar la transición hacia un nuevo contrato social, es
preciso identificar los aspectos principales del mismo. La agenda en cuestión implica
fortalecer las instituciones democráticas y republicanas, garantizando así contrapesos
institucionales que limiten al poder comúnmente asociado al Ejecutivo venezolano.
Racionalizar el presupuesto nacional y establecer políticas públicas de subsidios
condicionados resultan puntos fundamentales también, pues de aquí nacería la
confianza que permita al sector privado asumir su vital rol en la economía nacional.
Desde el punto de vista cultural, se debe valorizar a la clase media como aspiración de los
sectores más vulnerables económicamente en conjunto con la asignación de títulos de propiedad a sus activos,
facilitando de esta manera el acceso al mercado financiero nacional. Finalmente, es menester romper la actual
relación económica que existe entre el Estado y la sociedad venezolana, pues la independencia del primero sobre el
segundo resulta en el origen de perversos incentivos que terminan por alimentar monopolios, corrupción,
caciquismos y privilegiados políticos (Jaffe, 2005).
Resulta evidente entonces que la privatización y democratización del recurso petrolero es un proceso necesario
para mantener un nivel de fortaleza institucional elevado en el largo plazo, retornándole al Estado venezolano su
rol de árbitro, y a los ciudadanos su poder económico sobre este. Es esta la piedra angular del nuevo contrato
social que se propone, la garantía de que lo planteado permanezca, pues de lo contrario, el bienestar de la
sociedad venezolana dependería exclusivamente de la llegada fortuita al poder de un dictador benevolente, que si
bien han existido a lo largo de la historia, dejar al azar tamaña responsabilidad es, sencillamente, inadmisible.
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