DESECONOMIAS DE ESCALA EN EL NEGOCIO DE LA BASURA Econ. Héctor Valencia Campos Agosto del 2000 Para comenzar debemos hacer una aclaración respecto al título, el cual puede llevar a confusiones. Cuando nos referimos despectivamente a la basura, realmente nos estamos refiriendo a la Gestión de los Residuos Sólidos (RS), específicamente a los componentes de: Recolección, barrido, transporte y disposición final. Quedan excluidos por tanto, los temas de tratamiento, entre ellos el reciclaje, en cuya actividad, la rentabilidad crece con el aumento de los volúmenes de material recuperado. Este último, es un tema complejo y sin acuerdos previos entre los conocedores de distintos países, que podría ser tratado en otro artículo. Por lo tanto, nos referiremos a la prestación de un servicio, que por lo general le compete a los Municipios, ya sea por administración directa, o a través de concesiones o contratos con el sector privado. En la gran mayoría de los negocios existen economías de escala, o sea, a mayor producción, menor costo por unidad de bien o servicio producido. Esta afirmación puede ser válida, sobre todo por la importante incidencia de los costos fijos, y/o por la productividad marginal o añadida que puede generar una tecnología de mayor tamaño o especialización. El concepto de economía de escala, aunque aceptable, no está al margen de la crítica, puesto que genera una ilusión, que puede verse contrastada con el tamaño del mercado, y aterriza en la gran verdad de nuestros países: alta incidencia de capacidad instalada ociosa en nuestras economías. La gestión de los RS en los países latinoamericanos, absorbe una parte importante de los recursos municipales, y por lo tanto, se constituye en una de las fuentes de los déficits crónicos, sean estos servicios administrados directamente por el ente público o encargados al sector privado. Director de Planificación de la Empresa Metropolitana de Aseo –EMASEO- (Empresa Municipal descentralizada), desde su creación en enero de 1994 hasta agosto del 2.000. Aquí radica la importancia de conocer con mayor profundidad, respecto de las posibilidades o alternativas de gestión, tendientes a optimizar la utilización de los recursos siempre escasos con que cuentan los municipios. En consecuencia, este artículo no es meramente una aproximación teórica sobre la economía de los RS, sino que plantea inquietudes para adoptar estrategias de gestión para la optimización. Muchos “formadores de opinión” relacionan la calidad de los servicios y su cobertura a la eficiencia de lo privado versus la ineficiencia de lo público; sin detenerse a comparar calidad con precio. Todos los bienes y servicios, por lo general se producen para un segmento del mercado. En cambio, el manejo de los RS es un servicio público que beneficia a todas las personas sin excepción, pues tiene un impacto directo en la salud pública y en la protección del medio ambiente. Desde este punto de vista, el manejo de los RS es un bien público, y por lo tanto, la responsabilidad sobre el manejo se sitúa en el ámbito público. Esto no significa, que el gobierno local tiene la obligación de prestar el servicio directamente. Aquí entran en juego las alternativas de optimización; en donde, la participación del sector privado es una opción posible, no una panacea. El concepto de economía de escala se basa en el hecho de prorratear los costos fijos en una mayor cantidad de productos, y sobre todo en la utilización de la capacidad ociosa; producto de tecnologías para mercados de mayor tamaño. En el negocio de la basura, al optar por alguna de las opciones de gestión para la prestación del servicio hay que considerar, las características muy específicas de esta actividad. Sandra Cointreau-Levine, especialista en residuos sólidos del Banco Mundial y consultora sobre el tema en muchos países del mundo, por más de 25 años, afirmó en Quito, que las empresas internacionales de gestión de RS se interesan en prestar sus servicios, en ciudades que produzcan más de 400 toneladas por día (ciudades mayores a 400.000 habitantes), menos que esto no es negocio para ellas. Cuando hablamos de negocios de prestación del servicio de aseo público, dirigidos a grandes empresas (preferentemente internacionales), comenzamos hablando de precios a partir de 20 dólares y más, por tonelada. En América Latina contamos con un recurso abundante, que es la mano de obra, y un recurso escaso que es el capital, para la compra de vehículos y equipos (tecnología). El costo de la tecnología –inversión- (desestimando por ahora los costos de operación y mantenimiento), digamos camiones compactadores, aumenta en relación a la capacidad de carga y al grado de compactación (capacidad de compactación: 1:2 ó 1:3). Esto significa que para grandes volúmenes de basuras deberíamos comprar camiones cada vez mas grandes y con mayor grado de compactación, lo que nos permitiría recorrer mayores distancias o brindar mayores coberturas por viaje. Esta situación nos encarece la inversión en mas de un 30%, si comparamos vehículos compactadores de 16 a 25 yardas, y en mas de 500 %, si comparamos con otras tecnologías que propondremos mas adelante. Aquí entra en juego, otro de los componentes básicos para escoger la alternativa adecuada, la densidad de la población; sin entrar en detalles sobre calidad de vías, nivel de las pendientes de las calles u otras; aspectos que reducen la productividad de estos equipos, y por lo tanto aumentan los costos de opereación por tonelada. Como en cualquier tipo de industria, la tecnología es diseñada en los países desarrollados, para las condiciones y características de los países desarrollados. En todos nuestros países existen sectores de ciudades, que se asemejan a las de países centrales; sin embargo estos sectores son los menos representativos. La gran mayoría de nuestras ciudades no poseen una densidad de población alta, que justifique la utilización de tecnologías intensivas en capital, salvo sectores de las grandes ciudades. Los barrios urbano marginales de las grandes ciudades (en muchos casos espontáneos –al margen de los planes urbanísticos), y toda ciudad menor a 1.000.000 de habitantes no justifican la utilización de tecnologías caras y sofisticadas. Muy por el contrario, en estos sectores, los equipos y vehículos sofisticados sufren un deterioro acelerado, y por último, encarecen injustificadamente la prestación del servicio. Hasta aquí hemos hablado sólo de la inversión. Si nos referimos a los costos de operación y mantenimiento, hemos podido comprobar, en varios municipios pequeños y medianos del Ecuador, que los presupuestos no alcanzan para cubrir estos costos, y lo que es mas grave aún, para las reparaciones, especialmente del sistema hidráulico de compactación, no existe capacidad técnica, en esas ciudades, lo que implica: largos períodos de para de los vehículos, con la consiguiente caída de las coberturas de servicio. En junio del año 2000, en Chile, en la VIII región (Bío Bío), se realizó una consulta para conocer el criterio de la población respecto a la privatización de la empresa sanitaria. El 98,9% de la población votó contra la privatización. Las razones de la gente “es que un eventual traspaso de la empresa al sector privado implicaría un alza en las tarifas, tal como ocurrió en Santiago y Valparaíso, donde los valores de los servicios se han encarecido entre un 20 y un 60%.1 En la gestión de los RS, la situación es similar. En varias encuestas de opinión realizadas por EMASEO en la ciudad de Quito, a partir de 1994 hasta el 99, la población en forma mayoritaria se ha manifestado porque el servicio continúe siendo municipal y no privado. Esto demuestra un grado de satisfacción de la población con la actual prestación del servicio. Sin embargo, en la ciudad de Quito, existe ya un 25% del servicio manejado privadamente; pero no representado por una empresa, sino por una gran cantidad de contratistas y microempresas comunitarias, que levantan entre 5 y 20 toneladas cada una. La estrategia para justificar la privatización de los servicios públicos en general, se ha centrado en la mala calidad de los servicios prestados por las empresas públicas, rara vez en los costos. En ocasiones, la justificación privatizadora ha contado con campañas de descrédito impulsadas por el mismo Estado; y acciones más puntuales, como la descapitalización de las empresas públicas. No debemos desconocer, que parte de las razones, para que los impulsores de las privatizaciones fundamenten sus propuestas, son dadas por las propias organizaciones de trabajadores; que pugnan por conquistas desmedidas, sin acompañarlas con compromisos de aumentos de la productividad. El tema del trabajo, requiere de un análisis mas profundo; simplemente diremos, que en la mayoría de los municipios ecuatorianos, los trabajadores de aseo, reciben salarios equivalentes de hasta 11 días por semana. Esto se explica por las bonificaciones de los días sábados (+50%), los domingos (+100%), el trabajo 1 Diario El Metropolitano (Santiago de Chile), domingo 18 de junio de 2000 nocturno (+ X %) y las horas extras (+ Y %); esto último, considerado en muchos casos, como derecho adquirido. Otro punto de fundamental importancia, en la gestión de los RS, es lo referente a la flota vehicular. Los costos de reposición son cada vez más altos, basados en la brecha cada vez mas desigual en los términos de intercambio. Reponer toda una flota de vehículos significa varios millones de dólares; y deudas que contraen los municipios, traspasadas luego al Estado. Si agregamos a esto, lo que ya referimos, respecto a los costos operativos; podríamos concluir que tanto lo público, así como lo privado no son una solución a una gestión adecuada y óptima de los RS. Sin embargo, no todo es blanco o negro, existe una propuesta mixta, o tercera vía. En que consiste esta tercera vía. Resumiéndola, a través de la utilización de tecnologías apropiadas: intensiva en capital para los sectores modernos (gran cantidad de edificios) o grandes productores, e intensiva en mano de obra en los sectores menos modernos o con baja densidad de población, o con predominio de viviendas de uno a dos pisos Las ventajas están a la vista: Reducción de la inversión,. Reducción de costos operativos, Generación de empleo independiente, Ampliación de la cobertura de servicios a sectores con dificultades de acceso, Descentralización de los servicios, Involucramiento de la comunidad en el tema de los RS, vía la conformación de microempresas comunitarias, Disminución de la conflictividad laboral, al no incrementar la nómina a la par con el incremento del servicio, Aumento de la competitividad, entre los diferentes actores Este tipo de gestión requiere de un compromiso importante de las autoridades, con un método nuevo para brindar el servicio, combinando lo público y lo privado; pero no lo privado monopólico –que pueda imponer precios-, sino un sector privado comunitario.