Adolescentes y Lectura

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Adolescentes y Lectura
Leer nos enseña a hablar y a pensar bien. Cuando enseñamos a un niño a leer le estamos
proporcionando el instrumento de aprendizaje más potente que ha creado la humanidad a lo
largo de toda su historia. Leyendo aumentamos nuestra competencia lingüística, que a su vez
va a mejorar el pensamiento, la convivencia, los proyectos, la eficacia académica o laboral.
Durante la infancia, el vínculo entre los niños y la lectura goza de una excelente salud. Sin
embargo, al llegar a la adolescencia la relación pasa por una fuerte crisis. Uno de los grandes
asuntos de los que seguiremos hablando en los próximos años seguirá siendo, sin duda, el de
la competencia lectora, asunto acrecentado, si cabe, por el de la influencia de los medios y
soportes digitales ya que la televisión, el cine e Internet se presentan como las alternativas de
ocio más valoradas por la juventud, en detrimento de la lectura. El libro ha sido, es y será el
transmisor cultural por excelencia, aunque muchos pensadores le hayan vaticinado una rápida
desaparición a partir de la llegada de Internet. Basta recordar que en la década de los años 50
se auguró que la televisión destronaría a la radio y hoy asistimos a una equilibrada
convivencia de ambos medios.
En la actualidad, es frecuente que padres y maestros se quejen de que los adolescentes no leen
o, mejor dicho, que se limitan a tomar contacto visual con el libro sólo por obligación; leen
nada más que las páginas indicadas por el profesor para un examen. Por su parte, las librerías
informan que los jóvenes no compran libros, y las bibliotecas, que el porcentaje de libros
solicitados en préstamo ha disminuido de manera considerable. Esta situación, que puede
calificarse como crisis de la lectura, también se extiende hacia el público adulto. Las
estadísticas observan que más del 60% de los hogares de España no adquiere ni siquiera un
libro al año.
En cuanto a las preferencias a la hora de ponerse a leer, los libros son la publicación preferida
por los jóvenes (45%), que eligen, en la mayoría de los casos, la novela (51%) seguida muy de
lejos por la poesía (7%) y los relatos breves (6%). En caso de no optar por los libros, los
adolescentes eligen las revistas (26%) o los tebeos (23%) y sólo un 6% opta por los
periódicos.
Los maestros sostienen que los primeros hábitos de aprendizaje se siembran en el hogar y, si
los niños y jóvenes no ven leer a sus padres, no pueden imitar este ejemplo. También, los
acusan de no poner límites a la cantidad de horas de televisión, chat o navegación por la red
que consume el adolescente. ¿De qué manera se puede estimular a los adolescentes a
encontrar placer en la lectura?
Teniendo en cuenta los gustos y las opiniones de los adolescentes. Nos puede parecer
que el que no lean “La Regenta” es una laguna inaceptable en su formación, pero no
estamos hablando sobre sus estudios, sino sobre los enormes beneficios que tiene que
los adolescentes tengan como hábito la lectura en su tiempo libre. Muchos padres
intentan imponer el hábito de la lectura a sus hijos a la fuerza. Es sabido que basta con
imponerle algo a un adolescente para que realice exactamente lo contrario. «La lectura
de los clásicos son difíciles, y esos jóvenes carecen de una familiaridad con la lectura
como para que puedan valorarlas. La formación de nuestra personalidad necesita de la
lectura, por lo que no es un capricho», comenta José Antonio Marina.
Apoyando su incorporación talleres de lectura.
Leer es un entrenamiento intelectual muy útil para desarrollar otras competencias:
leyendo nos comprendemos mejor a nosotros y a los demás (competencia social y
ciudadana), mejoramos nuestra creatividad (competencia de aprender a aprender) y se
nos ocurren nuevas ideas (competencia de autonomía e iniciativa personal).
Por ello, debemos fomentar en ellos tres creencias básicas:
La lectura de ciertos libros te ayudará a comprenderte y a tomar decisiones
importantes
La lectura te ayudará a desarrollar una personalidad inteligente y brillante
La lectura te dará criterios para liberarte del borregusimo cultural y político
«En el libro, “La magia de leer” (Marina, J.A. y Válgoma, M., 2007), damos recetas y
conjuros dirigidos a muchas personas distintas, ya que hacer que los niños lean tiene que ser
algo que logremos entre todos. Hay recetas para padres y para profesores de primaria, pero
debemos empezar por los padres», apunta M. de la Válgoma. «Ninguna persona sola va a
conseguir que sus hijos lean. Debemos crear una 'conspiración de lectores' para lograr ser lo
suficientemente astutos y sutiles para conseguir que poco a poco vayamos adentrando a los
niños en el apasionante mundo de la lectura. Desde el Ministerio de Educación, en la misma
línea que nosotros recomendamos en el libro, consideran que animar a la lectura en
Secundaria no es sólo cosa de los profesores de lengua, sino que todos los maestros van a
tener que dedicar un rato de su clase a leer, en voz alta, fragmentos de obras de cualquier
ámbito, bien sea de matemáticas, de naturaleza o de química», manifestó Marina.
Por otro lado también nos preguntamos: ¿contribuye el ejercicio de la lectura en los nuevos
soportes una lectura más fluida y capaz de decodificar satisfactoriamente lo que se lee? Las
preguntas son muchas y queda un largo camino por recorrer.
El proyecto ADORE (Teaching Struggling Adolescent Readers), que se desarrolló durante dos
años, desde noviembre del año 2006 hasta noviembre de 2008, es uno de los trabajos más
esclarecedores. El proyecto pretendía determinar si existían argumentos en algunos países
europeos que pudieran explicar las dificultades que los adolescentes encuentran a la hora no
tanto de aprender a leer como de desarrollar una competencia lectora de un nivel superior y
mantenerla y aplicarla.
Según este estudio, existen ocho grandes problemas comunes ante los que se enfrentan los
adolescentes con problemas de lectura:
Competencia lectora: excepto en los países nórdicos, la competencia lectora
sigue entendiéndose como una habilidad que se adquiere de una vez para
siempre en la educación primaria y que, luego, no sufre cambio o mejora
alguno.
Los adolescentes con dificultades lectoras: en la mayoría de los países suele
contemplarse a estos adolescentes, simplemente, como no lectores que no han
llegado a adquirir las competencias suficientes.
El conocimiento de los profesores sobre la enseñanza de la lectura: los
resultados de la investigación demuestran que muy pocos profesores tienen
instrumentos para analizar los problemas de lectura y para emprender una
mejora.
Ideas tras la instrucción: en muchos países la enseñanza todavía está asentada
en el “saber sobre algo o de algo” en lugar del “saber para” y el “saber cómo”,
facilitando de esta manera el camino de las dificultades lectoras.
Materiales de lectura y currículo: los materiales que los profesores suelen
utilizar para la promoción de la lectura suelen ser arcaicos y apartados del
interés de los adolescentes.
Transferencia de los resultados de las investigaciones: en muy pocos países
existe una clara conexión y una transferencia sistemática entre el conocimiento
científico y la práctica educativa.
Recursos financieros y legales: la conexión entre las disponibilidades
financieras de las escuelas y la calidad de la enseñanza, si bien no es
automática, si es sustancial; más aún, como sucede en los países nórdicos, el
derecho jurídicamente exigible de apoyo individual y mejora continua a los
estudiantes;
Valores y sistemas educativos: existen diferencias muy notables entre los
sistemas educativos europeos. Pueden dividirse en dos: los que están
orientados al apoyo y los que están orientados hacia la consecución. En los
primeros, los alumnos con problemas lectores encuentran la posibilidad de
mejorar y, en general, los niveles de lectura alcanzados por todos los alumnos
son mejores. Es el caso, por ejemplo, del caso Finlandés.
Algunas sugerencias
Es importante mantener a los chicos leyendo durante toda su adolescencia en casa y en la
escuela. Aquí les damos algunas sugerencias útiles:
Asegúrese que en casa haya bastantes materiales adecuados para que su hijo lea.
Reserve el tiempo necesario para leer en familia. Algunas familias disfrutan de la
lectura en voz alta, turnándose para escoger libros, poesías o artículos favoritos que
quieran compartir.
Aliente a su hijo para que use la biblioteca. Lleve a su hijo a la biblioteca local y
ayúdele a obtener su propia credencial de lector.
Dé un buen ejemplo con la lectura. Que su hijo le vea leyendo por placer. Cuando su
hijo ve que la lectura es importante para usted, puede ser que vea que la lectura es
importante para él también.
Investigue con los maestros cómo alientan o enseñan la lectura en clase. Dígales que
usted valora la lectura y que apoya las tareas que piden que su hijo lea en casa. Pida
listas de libros que su hijo pueda leer independientemente.
Busque ayuda si su hijo tiene problemas de lectura. Cuando un jovencito tiene
problemas con la lectura, es probable que la razón sea sencilla de identificar y la
intervención sea fácil. Por ejemplo, es probable que el alumno tenga problemas de
visión y necesite gafas o es probable que sólo necesite un poco más de apoyo con sus
destrezas de lectura. Algunas de las causas de los problemas de lectura indican
problemas mayores como los problemas de aprendizaje. Si usted sospecha que su hijo
tiene algún problema físico o de aprendizaje, es importante que busque la ayuda de los
expertos.
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