El pensamiento de Saint-Simon, fusión y fisión de la ciencia social* Por Alberto J. Franzoia El pensamiento de Saint–Simon El conde Claude Henri Saint–Simon (1760-1825), considerado positivista por unos y socialista utópico por otros, recibió las influencias de las dos corrientes filosóficas: el iluminismo y la reacción romántico conservadora. Ellas nutrieron su pensamiento constituyéndose en la clave para la explicación de lo aquí presentamos como la fisión binaria de la ciencia social, concepto éste introducido con meridiana lucidez por el sociólogo Alvin Gouldner. El encuentro entre empirismo y racionalismo gestado por los iluministas, sentó las bases para el desarrollo de un conocimiento científico en el campo social. Saint-Simon, heredero de esta visión, se planteó la necesidad de trascender el conocimiento especulativo de la filosofía para construir una ciencia de lo social, superando el abordaje general de la realidad, mediante la formulación de teorías más acotadas y verificables. Para conquistar dicho objetivo tomó como referentes a las ciencias de la naturaleza, particularmente la física, demostrando en este campo una profunda admiración por el descubrimiento de Newton sobre la ley de la gravitación. El conde francés consideraba a la ciencia como un conjunto de enunciados teóricos verificables, que habían logrado una gran unidad en las ciencias naturales, la cual debía ser alcanzada en el terreno de los estudios humanos. Por otro lado, le asignaba a estos conocimientos la función que había desempeñado la religión en el feudalismo, como fuerza cohesionante para la sociedad. A ellos se había llegado a través de un largo proceso evolutivo constituido por tres etapas: teológica, metafísica y positiva o científica. Cada una de ellas representaba por un lado una necesidad y por otra una superación, adoptando una típica concepción evolutiva que sería retomada por los representantes del paradigma positivista. Saint-Simon se había identificado en su práctica de juventud con los revolucionarios franceses, aunque en ocasiones lo negó, quienes como ya dijimos se apoyaban en los planteos anticipados por los filósofos iluministas. Desde ese momento tuvo clara conciencia acerca de las contradicciones entre la vieja y la nueva sociedad, expresadas, según su análisis, a través de las clases ociosa y productiva. Esta última incluía un amplio espectro conformado tanto por industriales, banqueros y científicos, como por obreros manuales; con lo que dejaba entender que todos ellos confluían en una unidad de intereses. Si bien era un noble fue partidario de la Revolución, ya que comprendía que el conflicto social entre los representantes del viejo y nuevo orden, se resolvería con el reemplazo de sus pares en la conducción de la sociedad. En el plano económico-político los empresarios estaban llamados a desempeñar dicho papel, en el político-espiritual les asignaba un lugar preponderante a los científicos. Así como en el medioevo el conocimiento y la cohesión espiritual de la sociedad estaban garantizados por la religión, en esta nueva etapa la ciencia cumpliría esa tarea que adquiría un carácter absolutamente funcional, favoreciendo el desarrollo de las ideas morales y valores necesarios. Ellas resultaban indispensables para que la nueva sociedad se consolidara, la ciencia debía contribuir para alcanzar la unión y estabilidad social, superando la anarquía que siguió a la Revolución. La concepción que Saint-Simon sostuvo acerca de la ciencia en el campo social estaba fuertemente influida por la filosofía iluminista, ya que hacía converger a la observación con una razón aplicada. Sin embargo, a ésta la despojaba del tono crítico de sus antecesores, reemplazándolo por un positivismo que era entendido como sinónimo de objetividad en el abordaje de los fenómenos, tanto naturales como sociales. Mientras los iluministas intentaban conocer la realidad para transformarla a partir del empleo de la razón, su objetivo era conocer las leyes de la sociedad tal como se manifestaban, así como los científicos naturales trataban de conocer las de la naturaleza; a partir de allí se podría prever y sobre la base de ello planificar. El conflicto social, que en algunos planteos iluministas era presentado como un antagonismo entre las anacrónicas instituciones feudales y las verdaderas necesidades humanas que la nueva sociedad promovía, se expresó en Saint-Simon como un conflicto de clases (ociosa y productiva, que se resolvía a través del cambio social. Los filósofos como Rousseau (quien también había plantado el conflicto de clases a lo largo de la historia) anticiparon la necesidad de una transformación radical, Saint-Simon participó en ella y la justificó. Sin embargo, el desarrollo de los acontecimientos en el período posterior a la gran Revolución, lo volvieron permeable a otro tipo de influencias. La corriente filosófica que había surgido como respuesta a los iluministas y al proceso revolucionario desencadenado, adquirió en Francia un carácter decididamente reaccionario, ya que postulaba el regreso al statu quo anterior. Saint-Simon, contemporáneo de estos filósofos, rechazaba la irracionalidad romántica como fuente de conocimientos tanto como el regreso al pasado, pero le resultaban particularmente atractivas las ideas vinculadas con el orden y las jerarquías sociales formuladas por los intelectuales de la reacción conservadora. Ellos pretendían recuperar el orden feudal y una jerarquización basada en los tres estados feudales. Saint-Simon, sin embargo, era consciente de que el cambio había sido necesario, por lo tanto no aspiraba a retrotraer la historia, pero sí con adecuar los conceptos de orden y jerarquías a los nuevos tiempos. Los iluministas habían contribuido con su visión crítica a derribar una superestructura política y jurídica que no se correspondía con las necesidades de la época, ya que lo revolucionarios adoptaron sus planteos como guía para la acción, pero Saint-Simon opinaba que no habían aportado lo imprescindible para construir el futuro. Él estaba persuadido acerca de la impostergabilidad de construir un nuevo orden, ya no feudal sino industrial, conducido por una elite que ahora estaría constituida por industriales y científicos. Los primeros eran los conductores naturales de la producción material, y los segundos debían aportar tanto a la producción de conocimientos como a cohesionar espiritualmente a la sociedad. La fusión filosófica y la fisión binaria de la ciencia social. Como vemos, Saint-Simon intentó fusionar planteos teóricos provenientes de corrientes filosóficas de signo contrario. De los iluministas tomó la convergencia entre razón y observación como camino para producir el conocimiento de la realidad social, pero tratando de descubrir las leyes que la gobiernan para trascender las hipótesis inespecíficas y especulativas de la filosofía, de allí que las ciencias naturales fueran referentes aún más fuerte que para los filósofos mencionados. Por otra parte coincidió con ellos en cuanto a la existencia de conflictos, justificando el cambio institucional de 1789 que acompañó a los que se venían operando en la estructura económica y los potenció. Pero el contexto histórico en el que Saint-Simon produce gran parte de su obra es posterior a la Revolución, por lo que a esa altura resultaba imprescindible construir un nuevo orden, con jerarquías sociales adaptadas a circunstancias distintas; fue entonces cuando prestó atención a las ideas de sus contemporáneos conservadores. Más allá de su origen noble, Saint-Simon se identificó con los intereses de la burguesía en ascenso, convirtiéndose en el teórico que reflejó dos situaciones históricas distintas vividas por esta clase, como bien lo expresa Zeitlin en "Ideología y teoría sociológica". Por un lado apoyó la revolución política contra un régimen absolutamente decadente, utilizando en su prédica argumentos que provenían de los iluministas; por otro priorizó la necesidad de edificar una sociedad estable y orgánica, de acuerdo con las nuevas necesidades de la clase a la que expresaba. Si bien la mayoría de los planteos de Saint-Simon están emparentados con el positivismo, hay quienes lo presentan como un socialista utópico, tal como ocurre en el trabajo en que Engels analiza a estos primeros socialistas como antecedente de lo que luego sería el socialismo científico. Haciendo una evaluación de todos aquellos rasgos que consideramos esenciales en el pensamiento de Saint-Simon, consideramos que este encuadre es básicamente incorrecto, pero sí es cierto que acentuando y desarrollando algunas de sus ideas otros teóricos iniciaron un camino alternativo. La riqueza de su pensamiento, más la cantidad de discípulos y seguidores que cosechó, dieron a luz un proceso teórico de gran singularidad, al que el cientista estadounidense Alvin Gouldner ha denominado "fisión binaria de la sociología". Este concepto tomado de la física nuclear intenta dar cuenta de cómo a partir de un núcleo intelectual (expresado por las ideas de SaintSimon), se produjo la división de la teoría social en dos ejes, que son conocidos como: teorías del orden o consenso, y teorías del conflicto. Cada eje produjo un abordaje de la realidad social y un vocabulario para describirla y explicarla, que resultan incompatibles entre sí, tal como lo refleja el trabajo de John Horton: Las teorías de orden y conflicto de los problemas sociales como dos ideologías contrapuestas. Este cientista social afirma: "Las teorías del orden tienen en común una imagen de la sociedad como sistema de acción unificado, en el nivel más general, por un sistema compartido, por consenso de valores (o por lo menos de costumbres), de comunicación y de organización política". Y agrega: "El concepto de anomia es clave en el análisis de los problemas del sistema (problemas sociales, desviación, conflicto). Los problemas sociales pueden resultar de la anomia o promoverla. La anomia significa desequilibrio del sistema o desorganización social, una carencia o fracaso en la organización que se refleja en el debilitamiento del control social, en la inadecuada institucionalización de objetivos, en los medios inadecuados para alcanzar los objetivos del sistema, en la inadecuada socialización, etc. En el nivel de análisis sociopsicológico, la anomia termina con el fracaso de los individuos para satisfacer las necesidades de conservación del sistema social". Dejando a un lado los matices particulares que se manifiestan entre los diversos representantes de este eje teórico, recurriendo a una tipología como lo hace Horton, podemos señalar que existe un planteo general compartido. Los principales componentes del mismo son: -la estabilidad social del sistema es producto del consenso con respecto a un conjunto de valores, normas, ideas y creencias; -a veces se da un desequilibrio por la presencia de situaciones anómicas que pueden ser producto de problemas sociales o generarlos; -así como la conformidad con los valores del sistema y el adecuado desempeño de los roles representan la salud, la desviación de individuos o grupos constituye una patología; -cuando esto ocurre, las soluciones están contenidas en el propio sistema: mejorando los procesos de socialización, favoreciendo medios más adecuados para el logro de objetivos, o fortaleciendo los mecanismos de control social. La definición de salud de Parsons, citada en el trabajo de Horton es emblemática: "Podemos definir a la salud como el estado de óptima capacidad de un individuo para la efectiva realización de los roles y tareas para las cuales ha sido socializado..." El enfoque opuesto a éste es presentado por Horton en los siguientes términos: "Los teóricos del conflicto concuerdan en su rechazo del modelo de orden de la sociedad contemporánea. Interpretan el análisis del orden como la estrategia de un grupo dirigente, una reificación de sus valores y motivaciones, una racionalización para lograr un control social más efectivo." "El análisis del conflicto es sinónimo del análisis histórico: la interpretación de los procesos intersistémicos que producen la transformación de las relaciones sociales. Un concepto clave en el análisis del cambio histórico es el de alienación-separación, no del sistema social tal como lo definen los grupos dominantes sino separación de la naturaleza universal del hombre o de un estado de cosas deseado. El cambio es la respuesta progresiva a la alienación". En este eje también podemos detectar un núcleo teórico compartido si recurrimos nuevamente a la construcción de una tipología: -se considera el orden vigente como el producto estratégico de un grupo dirigente que no responde a los intereses generales de la sociedad sino a los propios; -se incorpora la noción de cambio histórico y social a partir de la práctica colectiva de los hombres; -el concepto de alienación resulta esencial para comprender la justificación del cambio de las relaciones sociales (ya que la alienación implica un proceso de deshumanización). Sin embargo, resulta pertinente aclarar que en el trabajo de Horton, la definición del concepto alineación y su relación con el cambio no son plenamente satisfactorias. La alineación incluye una separación del trabajador con respecto al producto de su trabajo, que convierte a éste en una mercancía fetiche, que se impone a su productor dominándolo; tal como lo expresa Marx que es el principal referente del eje teórico analizado. Por otra parte, el cambio, es mucho más que una respuesta progresiva a la alienación generada por la sociedad capitalista (lo que puede confundirse con una relación casi mecánica entre los términos), en tanto que está indisolublemente ligado con el desarrollo de la conciencia, concepto éste que ha sido excluido por el autor. Sólo la toma de conciencia colectiva o de clase acerca del carácter alienante de la sociedad contemporánea, les posibilita a los hombres gestar un cambio radical de las condiciones objetivas a través de su práctica social. Las teorías del orden se desarrollaron a partir de aquellos seguidores del pensamiento de Saint-Simon que retomando sus aspectos más moderados, los condujeron, en muchos casos, hacia una postura conservadora. Mientras quienes recuperaron sus planteos críticos dieron origen a las teorías del conflicto. Los intelectuales que intentaron construir un nuevo orden acentuaron los conceptos que provenían de los filósofos identificados con el pasado; jerarquías, estabilidad, valores compartidos y organicismo social (válido este último fundamentalmente para numerosos sociólogos y antropólogos del eje) fueron sus ideas rectoras (adaptadas a la sociedad capitalista). Sin embargo, la justificación de las mismas se hizo recurriendo a la autoridad de la ciencia, renegando en este plano del valor positivo que los románticos le asignaban a las fuentes irracionales del conocimiento. Augusto Comte, uno de los más importantes discípulos de Saint-Simon, avanzó hacia una ciencia social del orden, a la que denominó sociología. Pero, si bien fue el responsable de la introducción del nuevo concepto, los postulados epistemológicos, metodológicos y teóricos contenidos en el mismo, eran producto de la lucidez de su maestro, deuda que, como sostiene Zeitlin, nunca fue reconocida por quien suele ser presentado como el padre de esta ciencia. Otros seguidores de Saint-Simon retomaron sus análisis del conflicto y cambio social, pero también en este caso adecuándolos a un contexto que se modificaba velozmente. El conflicto principal ya no era entre la clase ociosa y la productiva, ahora estaba instalado en el seno de esta última: industriales (o burgueses) y proletarios era la contradicción inherente a la sociedad capitalista; cada momento de su desarrollo histórico mereció distintos abordajes. En la etapa embrionaria fueron los socialistas utópicos los responsables de su estudio, mientras que en la madurez la tarea fue emprendida por los socialistas científicos a través de una concepción materialista y dialéctica de la historia. Con respecto al cambio, los representantes del eje ya no se preocuparon por justificar la Revolución de 1789, a la que consideraban un hecho consumado y positivo, sino que explicitaron la necesidad de nuevos cambios para superar los conflictos propios del orden capitalista. Volviendo al texto de Horton, si bien peca de un exceso de simplificación (por más que recurra a una tipología), de todas maneras tiene el mérito de presentar sintéticamente y sin ambages la innegable polarización teórica de la ciencia social. Sin embargo, resulta imprescindible proponerle al lector una profundización en estos problemas teóricos, ya que algunos exponentes del orden estudian ciertas formas de conflicto y cambio que no se deben descuidar (como Robert Mentón cuando analiza las disfunciones, o Gino Germani cuando se ocupa de los procesos de modernización), como, a su vez, representantes del conflicto incursionan en el campo del consenso presentándolo como un componente fundamental del cambio estructural(tal es el caso de Antonio Gramsci con su teoría acerca de los procesos que se perfilan hacia la producción de una nueva hegemonía basada en la visión de las clases subalternas). Por otro lado Gouldner, indagando con mayor agudeza en el tema, realiza un recorrido histórico por las diversas manifestaciones del proceso de la fisión de la teoría social. En relación con el eje del conflicto nos dice: "Un aspecto de la obra de Saint-Simon fue continuado por sus discípulos franceses Enfantin y Bazard; estos la convirtieron en el "saint-siminismo", el cual una vez fundido con las infraestructuras del romanticismo y el hegelianismo alemanes, contribuyó al desarrollo del marxismo en la obra de Karl Marx, Friedrich Engels, Katl Kautsky, Nicolai Bujarin, León Trotsky, Vladimir I. Lenin. Allí donde renovó sus contactos con el hegelianismo se expresó en la obra de Georg Lukás, Antonio Gramsci y en la escuela alemana contemporánea de "sociología crítica de Franfort", en la que participaran Herbert Marcuse, Theodore Adorno, Max Horkheimer, Leo Lowenthal, Erich Fromm y Jurgen Habermas". Continuando con su análisis de la polarización teórica Gouldner se refiere al eje del orden en los siguientes términos: "La otra tendencia de esta fisión cristalizó en un comienzo en la sociología positivista, que dio base a la sociología académica convencional, cuando, a partir de Comte y a través de Emile Durkheim y la antropología inglesa, se convirtió en una de las fuentes a que recurriría Talcott Parsons para su síntesis teórica. Esta persistente tradición de la sociología académica tiene como tema permanente la necesidad del orden social y del consenso moral").Nos parecen oportunas algunas observaciones en relación con esta cita extraída del trabajo de Gouldner. Cuando recuerda a los primeros exponentes de las teorías del conflicto, además de Enfantin y Bazard deberían incluirse a otros dos de trascendencia mencionados por el propio Engels: Fourier y el inglés Owen. En cuanto al peso atribuido a las influencias románticas en la constitución del materialismo histórico y dialéctico, insistimos en relativizarlas; preferimos recordar en cambio a la economía política de Smith y Ricardo (junto al reconocimiento que Gouldner destaca de los socialistas utópicos y la filosofía hegeliana). Por otro lado, en lo que respecta a los teóricos del orden, el autor citado omite las influencias de Max Weber en la síntesis histórica de Parsons. Resumiendo, la fusión filosófica que expresa el pensamiento de Saint-Simon, ha sido, a su vez, desencadenante de la fisión teórica de la ciencia social, que desde el siglo XIX y hasta nuestros días se ha manifestado en los ejes del orden y conflicto. Con la presentación de estos ejes no pretendemos agotar el análisis de un panorama teórico por demás complejo, sino simplemente favorecer la comprensión de las diferencias conceptuales más significativas existentes en la ciencia social. Diversos trabajos han buceado en las profundidades de la teoría, tratando de hallar matices más sutiles entre exponentes de un mismo eje, por lo que deliberadamente desistimos de esta tarea; nuestro esfuerzo apunta por lo tanto, a marcar divergencias epistemológicas y metodológicas que justifiquen encuadres paradigmáticos alternativos. Por ejemplo: ¿por qué motivo si Durkheim y Weber se ubican ambos en el eje de las teorías del orden o consenso social, sin embargo, pueden ser reconocidos como referentes innegables de distintos paradigmas? *Fragmento del texto aún inédito de Alberto J. Franzoia "La totalidad fragmentada. Un enfoque alternativo de la ciencia social"