Dialogo generativo

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Aportes para una educación que contribuya al diálogo generativo
Por: Rodrigo Arce Rojas1
Es indudable que la era del conocimiento nos ofrece interesantes retos que
ponen a prueba nuestra capacidad de adaptación a un entorno no sólo
altamente cambiante si no por añadidura altamente compleja e incierta. En
todos los campos de la actividad humana hay procesos en incubación, o en
curso que tratan de la gestión del cambio, porque no sólo hay que gestionar
mayor información, si no que hay que aprender a convivir con las diversas
dinámicas sociales que están en ebullición. En este contexto, la gestión del
cambio en educación no es una excepción.
El presente artículo plantea algunas consideraciones para la promoción de una
educación orientada al diálogo generativo en el entendido que se requieren
nuevos acercamientos que contribuyan a generar o fortalecer los acuerdos
sociales para una convivencia democrática. El concepto de desarrollo como
libertad para elegir conlleva a la vez la posibilidad de que afloren los diversos
intereses de autoexpresión que eventualmente podrían devenir en tensiones
que es necesario administrar.
Obviamente, el problema no radica en que se generen conflictos o sucesos
potencialmente conflictivos, porque es parte de la dinámica social. El tema está
cómo generamos una cultura que promueva la paz y la democracia sin afectar
la asertividad de los actores y las múltiples manifestaciones de sus intereses
legítimos. Requerimos entonces favorecer procesos de diálogo que sean
capaces de conjugar conocimientos, culturas, conciencias, emociones y
pasiones de los actores reconociendo las peculiaridades de las personas,
favoreciendo relaciones empáticas entre los actores, desplegando una
auténtica capacidad de escucha y de diálogo. Es ahí donde entra a tallar la
propuesta de diálogo generativo.
Reconocemos que existen procesos de tensión en los que de un lado se
demandan procesos democratizadores pero de otro lado se deslegitima la
política por el errático comportamiento de la clase política, lamentablemente el
cuestionamiento a la clase política arrastra a la democracia que para muchos
termina siendo un discurso de sólo quienes ya conquistaron sus derechos. De
un lado se promueven procesos de diálogo y concertación social pero de otro
lado los conflictos entre empresas extractoras de recursos y la población
demuestran que aún nos falta mucha teoría y metodología para promover
procesos de diálogo de calidad. Estas, y otras tensiones, se manifiestan a nivel
individual, grupal y organizativo.
Exploremos pues algunos elementos básicos de comunicación humana para
poder extraer algunas inferencias sobre el rol de la educación.
Se menciona que en los procesos de diálogo sólo el 7 % corresponde a las
palabras, el 38 % corresponde a las tonalidades de la voz y el 55 %
1
Ingeniero Forestal (rarcerojas@yahoo.es)
Facilitador de procesos sociales
1
corresponde a las expresiones faciales. En consecuencia, la comunicación
no es sólo por la palabra y la voz sino que el cuerpo y el alma también
comunican. Las expresiones faciales, el cuerpo entero, van dando cuenta de
las expresiones emocionales.
A ello debe sumarse el hecho de que no siempre las palabras tienen el
significado que aparentan. Somos muy hábiles, especialmente en Perú donde
no tenemos la cultura de decir las cosas directamente y por su nombre, en el
metalenguaje. Ejemplos de esta situación también se dan en el lenguaje de las
mujeres y en el lenguaje de los diplomáticos. Ahí hay que hacer esfuerzos para
saber cuáles son los mensajes de fondo que nos están tratando de comunicar.
Otro tema conexo refiere a los atributos de poder del lenguaje. En el sugestivo
artículo de Gilbert Brenson-Lazan, Presidente Ejecutivo de Amauta
Internacional, “El poder del lenguaje y el lenguaje del poder” el autor refiere al
hecho de que muchas veces sin darnos cuenta hablamos en lenguaje
empoderado (positivo, catalizador, movilizador) y otras veces en lenguaje
desempoderado (negativo, evasivo, frustrante, incapacitante). Pero el tema no
es gratuito porque la naturaleza de nuestro discurso termina creando y
moldeando nuestras acciones. Por lo mismo la naturaleza de los pensamientos
terminan moldeando nuestro discurso. Si seguimos hurgando entonces vamos
a llegar a que la naturaleza de nuestros discursos o de nuestras actitudes tiene
raíz profunda en nuestros paradigmas, creencias y valores.
Así es que debemos tener mucho cuidado con lo que hablamos porque
finalmente a fuerza de repetir las palabras éstas terminan moldeando la
realidad. En gestión empresarial por ejemplo se nos habla del efecto
Pigmalión2 que menciona que las personas se comportan en función a la
expectativa que tenemos de ellas. Las cosas son cómo se visualizan, y esto lo
saben bien los líderes, si esperamos éxito se dan mejores condiciones para
que se materialicen. Si se visualiza la derrota estamos construyendo las
condiciones para que las autoprofecías se cumplan.
A ello debemos agregar algunas manifestaciones de las dinámicas del
pensamiento a nivel individual y grupal. Se dice que las personas que no les
resulta fácil aceptar otros puntos de vista si no coinciden con los suyos tienen
pensamiento dogmático. Cuando los grupos desarrollan un pensamiento
único, monolítico, cerrado y consideran incuestionable estamos en una
situación de pensamiento grupal. Otras manifestaciones del pensamiento
corresponden a una lectura lineal de la realidad basado en las relaciones causa
efecto entonces estamos frente a un pensamiento lineal. En contraste, existen
otras manifestaciones del pensamiento en que se miran las diferentes
interrelaciones entre los factores (pensamiento sistémico) y se las aprecia en
diferentes planos de espacio e incluso de temporalidad. En este último caso
encontramos manifestaciones de pensamiento circular.
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Refiere a un escultor griego que enamorado de su escultura que representaba realistamente a una mujer
ésta terminó convirtiéndose en humana.
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Para favorecer procesos de creatividad, los autores han generado opciones
que tratan de bloquear al piloto automático de la mente que es muy benigno
con las ideas conocidas y se angustia cuando se enfrenta a situaciones
desconocidas. Ejemplo de ello es el pensamiento lateral, que es una de las
técnicas de gestión de ideas para poder salirse de la zona de comodidad
mental y en esencia constituyen intentos para abordar un tema desde
diferentes ángulos e incluso chocando contra patrones convencionales de la
lógica.
Pero no es sólo cuestión del lenguaje y de pensamiento. Aquí también entran
en juego las percepciones, la cultura matriz en la que se insertan los
interlocutores, la historia personal, el temperamento, los rasgos biológicos
predominantes, entre otros aspectos. Mención especial requiere lo que
Goleman ha llamado inteligencia emocional. Las personas no son
únicamente dimensión racional, aún en esta era del conocimiento, sino que sus
conductas, actitudes y discursos finalmente van a ser expresión interactuante
del cuerpo, mente, corazón y espíritu. Los discursos en el diálogo por tanto no
sólo son palabras son manifestaciones plenas de humanidad y cultura en todo
su esplendor.
Quiere decir que el momento del diálogo pueden manifestarse una diversidad
de emociones tales como: Ira, tristeza, temor, placer, amor, sorpresa, disgusto
o vergüenza. O es posible que el diálogo esté teñido por el color del “gorro
puesto” según nos explica el interesante método desarrollado por Edward de
Bono (1996). El uso de este marco conceptual ayuda a administrar la
producción de ideas estando consciente de la actitud que uno está asumiendo.
Permite metodológicamente “el cambio de sombrero”, lo que da nuevas
perspectivas.
El diálogo generativo implica buscar puntos de entendimiento, basarse en los
sueños, las esperanzas y las utopías para movilizar recursos, capacidades y
voluntades en torno a objetivos compartidos. El diálogo generativo busca no
quedarse atrapado en el lamento, en la frustración sino tratar de buscar lo
catalizador, lo movilizador, colgarse a objetivos convocantes, aglutinantes. Esto
es ponerse el gorro del optimismo, ubicarse en un entorno de aprendizaje,
avanzar hacia la construcción de una sociedad de aprendizaje, fortalecer un
enfoque de interaprendizaje en tanto depende del gorro que tengamos puesto
para tratar de ver aquello que funciona y lo que no funciona. Además nos
predispone a aprender incluso de nuestros fracasos, dudas o temores. Es darle
un tono positivo a las experiencias, reflexiones, preguntas y vacíos. Una cultura
innovadora da pie para el error, implica la gestión de los errores, no temerlas ni
ahuyentarlas, sino convertirlas en oportunidades de aprendizaje. El diálogo
generativo tiene correlato con el diálogo holista que está orientado a lograr una
comunicación más sana y verdadera que nos lleve a la construcción de un
futuro mejor para todos, un futuro en el que podamos vivir juntos en
cooperación (Nava, sf).
Todas estas consideraciones entonces son muy importantes a tomarlas en
cuenta en procesos educativos a todo nivel. Atrás va quedando muy rezagada
la actitud de transmitir información o conocimientos para avanzar hacia
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procesos de interaprendizaje donde confluye el aprendizaje individual y
aprendizaje social pues mutuamente se retroalimentan. En tal sentido,
necesitamos que la educación prepare a los actores para convivir con el
cambio, la complejidad y la incertidumbre. El objetivo no sólo debe ser tratar de
anticipar el futuro cambiante sino de aprender a convivir con el cambio.
Por lo mismo necesitamos desplegar al máximo el pensamiento creativo sobre
la base de la libertad de pensamiento y expresión. Necesitamos que la
educación ayude a que las personas sepan salirse de su zona de comodidad,
reinventarse permanentemente. Necesitamos que la educación nos prepare
para un diálogo generativo y nos ayude a reconvertir las frustraciones,
fracasos, nuestra cólera y capacidad de indignación en objetivos comunes
movilizadores. Necesitamos que la educación cuestione el pensamiento
dogmático y el pensamiento grupal para incluir formas osadas de pensamiento
sistémico y pensamiento circular que nos permitan una mejor administración de
la experiencia humana en cualquier espacio o tiempo.
Una educación orientada a fortalecer capacidades para el diálogo generativo es
una apuesta por una sociedad basada en acuerdos sociales que pueden ser
revisables y ajustables pero que en esencia mantiene su espíritu unificador y
movilizador a favor de objetivos superiores.
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