. EL PÓRTICO DE LA GLORIA. SANTIAGO DE COMPOSTELA Segunda mitad del Siglo XII MAESTRO MATEO (1168-1188) Introducción. Santiago de Compostela era el final de la ruta de todo peregrino que hacía el Camino desde todos los confines de Europa. “La peregrinación era el lazo principal entre la España de la Reconquista y los pueblos de Europa que así comenzaron a comunicarnos sus ideas y sus artes” (Menéndez y Pelayo). Las leyendas hablan de las apariciones del Santo a Carlomagno para que “siguiera el Camino que señalan las estrellas”. La Vía Láctea es conocida en Francia como “Camino de Santiago”, y Compostela es el Campo de la Estrella, donde está la tumba del apóstol Santiago. La Guía del Peregrino de Santiago de Compostela, contenida en el Libro V del Códice Calixtiniano, nos cuenta como los peregrinos llegaban ante el nartex de la Catedral y miraban con sus emocionados ojos la grandiosidad del Pórtico de la Gloria. Análisis de la obra. El Pórtico de la Gloria, obra del Maestro Mateo (segunda mitad del siglo XII) se presenta con tres portadas: la central doble que las laterales y que se corresponde con la nave central es la única que tiene tímpano, sustentado por una columna fasciculada, el parteluz con el árbol de Jesé ó árbol genealógico de Cristo, en el que se sitúan los reyes David y Salomón como sus regios ascendentes y sobre el que se encuentra sedente Santiago el Mayor , patrón de la Iglesia, dando así simbólica bienvenida con una cartela en la mano izquierda que dice: “misit me dominus” (el Señor me ha enviado). El tímpano es espacio plástico habitado por las imágenes más que decorado por ellas situaba al espectador en el centro de una visión de la Gloria divina. Ante él la imagen de la majestad de Dios inspirada en las visiones de Juan y Mateo resumía la historia de la redención e invocaba el Juicio Final la recompensa y el castigo con una espectacularidad nunca vista. Centrando el espacio del tímpano, el Pantocrator, o Cristo en majestad que levanta las manos mostrando sus llagas y la herida de su costado en clara alusión a su muerte redentora. Le rodean los cuatro evangelistas portando los Evangelios con sus símbolos (Tetramofos). En la parte inferior, se sitúan los evangelistas cuyos símbolos son mamíferos, y en la superior los alados; así San Lucas con el toro estará en la zona inferior derecha de Cristo (izquierda para el observador), sobre él San Juan cuyo símbolo es el águila; al otro lado de Cristo y en la zona inferior San Marcos con el león, y sobre él San Mateo con el ángel. San Juan y Santiago volverán a ser representados dialogando en las jambas. A ambos lados unos ángeles presentan las “arma christi”, o sea, los instrumentos de su pasión. En la parte superior se encuentran las legiones celestiales de los 40 humanos redimidos(40 salvados) La perspectiva jerárquica bizantina queda patente en la composición en la que Cristo de mayor tamaño se presenta como Señor de la Historia. En la arquivolta que enmarca la composición se alinean en sentido radial como es propio del estilo románico, y cerrando la composición de forma unitaria, los veinticuatro ancianos del Apocalipsis que tocan instrumentos musicales encarados de dos en dos. Según Villanueva, buena parte de las representaciones musicales del Apocalipsis nos muestran a los ancianos en actitud de afinar. Las orquestas pétreas no suelen presentarse tocando sino afinando o preparando sus instrumentos mientras dialogan, siguiendo la propia descripción de San Juan y el contenido simbólico de la afinación que representa el cambio espiritual que se opera en el pecador arrepentido, que se prepara para entonar el Cántico Nuevo y a través de la música pasar de la tristeza a la alegría: somos instrumentos en las manos del Creador. Se intenta reconstruir la Jerusalén Celeste y Santiago de Compostela recibe toda la carga simbólica en la que el peregrino encuentra la razón de ser de todo sacrificio hasta llegar a los pies del apóstol. Las portadas laterales, siguiendo la descripción de V. Geese, al no tener tímpano desarrollan su programa plástico en tres arquivoltas cada una. Según distintas interpretaciones a la izquierda aparece Jesucristo entre los elegidos o los judíos, y a la derecha los condenados o gentiles. Para unos la composición consiste en la representación del Juicio Final y para otros es el triunfo del Redentor sobre la muerte y el pecado. Por lo que más bien podría establecerse una transformación en la contemplación del Hijo de Dios, de Juez a Redentor de la humanidad. En las dieciséis estatuas de las jambas que ocupan el lugar del fuste de las columnas queda patente hasta que punto se anuncia en esta portada un cambio de época el nacimiento de un nuevo estilo en el que la comunicación y la humanidad quedan patentes con la amplia sonrisa del imberbe Daniel dialogando con el resto de los profetas mayores: Isaias, Jeremías y Ezequiel. En las jambas de la derecha, y también rompiendo el hieratismo y la falta de comunicación propias del románico, encontramos a San Pedro, San Pablo y a Santiago el Mayor vuelto hacia San Juan, imberbe como Daniel, en actitud dialogante. El primero de abril de 1118, se colocaron los dinteles del pórtico de la gloria, en 1168 con una donación de 100 maravedíes de oro, Fernando II de León le encarga al maestro Mateo las obras de la Catedral y el 21 de abril de 1211 era consagrado solemnemente por el Arzobispo Pedro Muñoz. Este prelado obtuvo el honor de enterrarse a los pies de la estatua del apóstol en el parteluz del Pórtico de la Gloria junto a la figura arrodillada que la tradición ha identificado como el propio Maestro Mateo. Frente a estas estatuas otras correspondientes a los pilares exteriores del Pórtico, representan a Judith y a las Sibilas. Más arriba de esta zona de figuras se levantan los arcos de las puertas. Todo el Pórtico está cubierto con bóveda de crucería. La iconografía del templo quedaría incompleta si no mencionáramos la interpretación que Weisbach hace sobre la idea del pecado y del infierno representado por animales y monstruos que queda dominado por el mundo divino. La base del parteluz la componen una figura humana barbada en cuyos brazos se enroscan dos monstruos de gigantes y abiertas fauces. En rededor de las basas de los pilares hay una corona de criaturas demoniacas de animales salvajes: osos, dragones alados, a modo de grifos, seres híbridos con brazos humanos, rostros de demonios grotescos que abren con expresión burlona sus bocas con potentes colmillos, y entre ellos un hombre barbado con expresión dolorosa: el hombre terrenal prisionero del pecado. La creatividad fantástica del maestro Mateo es impresionante. El maestro Mateo pudo estar influenciado por los pórticos borgoñones como Vezélay, también se encuentra similitud entre el árbol genealógico de Cristo de Senlis con el del Santiago, así como los veinticuatro ancianos del Apocalipsis de las arquivoltas con los del Pórtico de Moissac... pero lo novedoso de sus planteamientos es que apuntaban a direcciones, como sugiere Yarza, no soló tradicionales francesas sino más novedosas y creativas que se podrían calificar como estilo protogótico. En la remodelación de Saint Dennis se tuvo presente el modelo de esta catedral y en las palabras de su promotor el abad Suger, el nuevo templo se planificó “a semejanza de Santiago de Compostela”. La intención de abad era seguramente superar, si era posible, la grandiosidad de templo de Santiago que gozaba de un enorme prestigio en la Europa contemporánea y que era visitado por millares de peregrinos procedentes de todos los lugares. En España Santiago influyó en la puerta de la Catedral de Orense, llamada del paraíso, en el Cristo bendiciendo de la Catedral de Lugo, en el friso de Carrión, en las estatuas de la Cámara Santa de Oviedo, y posiblemente en las de San Vicente de Avila.