OCURRIÓ EN… La idea de crear una conexión entre el Mar Rojo y el Mar Mediterráneo estaba muy extendida desde hacía mucho tiempo, pero nunca nadie, salvo Napoleón Bonaparte, había previsto una conexión directa a través del istmo de Suez. La primera realización de un canal que uniera el Nilo con el Lago Timsah se remonta a la época del Faraón Sesostris I (hacia 1960 a.C.), aunque no haya ningún vestigio que pruebe la realización de este proyecto, que sólo es conocido a través de los textos de Strabón. El faraón Nechao II hizo excavar un nuevo canal (hacia 600 a.C.), unas obras que fueron reanudadas por Darío I (hacia 510 a.C.), aunque fue Ptolomeo II (hacia 260 a.C.) quien le dio su forma definitiva. Abandonado, el canal fue restaurado bajo el reinado del emperador romano Trajano (hacia 100), pero volvió a ser olvidado. El Califa Omar (hacia 640) hace abrir de nuevo el canal, pero el Califa AlMansur (hacia 775), lo hace cerrar por razones de carácter político y militar… Un proyecto que queda invadido por la arena y olvidado en el tiempo. Fue Napoleón Bonaparte el primero que, durante la expedición de Egipto en 1799, pidió a J.M. Le Père, el ingeniero principal de Puentes y Calzadas del Imperio, que hiciera un examen del istmo que unía el Mar Rojo y el Mar Mediterráneo. Este estudio acabó con el cálculo erróneo de una diferencia del nivel de cerca de 10 metros entre los dos mares... y se vuelve a olvidar el proyecto, pero años más tarde, Louis Maurice Linant de Bellefonds, un brillante ingeniero francés al servicio de Egipto, fue quien realizó, en 1847, un estudio técnico sobre la posibilidad de perforar el istmo. Es cierto que cuando Ferdinand Lesseps, -el considerado como “padre” del Canal-, llega a Egipto en noviembre de 1854, encuentra un terreno ya preparado técnicamente. Sin embargo, ninguno de sus antecesores había tenido, ni la capacidad política, ni la voluntad que eran indispensables para hacer avanzar el proyecto... Él si. Y el 30 de noviembre de 1854, firmó el acta de concesión que vinculaba a Mohamed-Said, el virrey de Egipto, que en esa época era vasallo del sultán de Turquía, con el emperador Bonaparte. Egipto concedía libremente las tierras, las canteras, la conducción de agua potable y proporcionaba las 4/5 partes de la mano de obra -llevados a la fuerza desde todos los lugares de Egipto- que era necesaria. Tras incesantes gestiones y numerosos viajes, Lesseps constituye en París, el 5 de noviembre de 1858, la Compañía Universal del Canal Marítimo de Suez, aunque con domicilio social en Alejandría que es la sede administrativa. El virrey aprueba los estatutos y se abre una suscripción para la construcción del Canal de Suez, por lo que el 25 de abril de 1859, Lesseps da el primer golpe de pico y, durante 10 años, centenas de miles de obreros abrieron a través del desierto, entre Port Said (en el Mediterráneo) y Suez (en el Rojo), un canal de 161 km. Sin embargo, desde los primeros meses, las obras se encuentran con todo tipo de obstáculos bajo la presión de los ingleses y los turcos. En octubre de 1859, un momento de crisis especialmente grave, Lesseps se ve obligado a recurrir al Emperador Napoleón III, que respalda su proyecto de canal sin gran convicción, para no enemistarse con los ingleses y las obras continúan a un ritmo más lento. A partir de 1863, la campaña contra Lesseps se acentúa con el primer ministro del nuevo virrey Ismail, que acaba de suceder a Said, ya que por petición del sultán, que obedece a Inglaterra, se suprime el trabajo obligatorio para paralizar las obras. Pero Lesseps, un hombre de recursos, va a tener la posibilidad de mitigar gran parte de la virulencia de la pelea por la mano de obra. Gracias a los ingenieros, se inventan y construyen máquinas de vapor, dragas y excavadoras, que se instalan en las obras. El canal, que había empezado con palas, picos y capachos, continúa gracias al vapor. Y entre el 17 y el 20 de noviembre de 1869 el Canal de Suez se inaugura triunfalmente, con la música de la opera Aída que Giusepe Verdi compuso para la ocasión, en presencia de la Emperatriz Eugenia (la española Eugenia de Montijo) y de la mayor parte de los gobiernos europeos. . En ese momento, el 44% del capital de la Compañía pertenece a Egipto, que recibe además un 15% de los beneficios del Canal, de modo que le corresponde un 59% de las ganancias. Esta situación, que hace de la Compañía una sociedad de economía mixta antes de que exista esta fórmula y reparte los beneficios con una ventaja jamás igualada a favor del país que otorga la concesión, dura hasta 1875, cuando Ismail se encuentra en una situación financiera lamentable. Inglaterra, que se opone al canal, aprovecha para adquirir casi clandestinamente las 170.000 acciones que Ismail es obligado a ceder y se convierte de este modo en el principal accionista de la Compañía del Canal de Suez. En 1882, con el pretexto la rebelión de Arabi Pacha, las tropas británicas desembarcan en Alejandría y ocupan los puntos estratégicos del territorio egipcio y, en primer lugar, el Canal de Suez. Declaran que vienen a restablecer el orden para luego retirarse... pero se quedan más de 70 años, lo que hace que se afirme el sentimiento nacional egipcio. Hacer que el canal formara parte del patrimonio egipcio, era devolver a Egipto esa parte del territorio que se le había escapado, lo que no es posible mientras los británicos estén presentes. En 1952, los oficiales egipcios toman el poder: el rey Farouk abdica y empieza la evacuación de la zona del canal, que acaba el 26 de julio de 1956, cuando el presidente Nasser anuncia la nacionalización de la Compañía Universal del Canal marítimo de Suez y la intención de utilizar los dividendos del canal para financiar la construcción de la presa de Asuán. Pero en noviembre desembarcan en Port-Said las tropas franco-inglesas y Egipto bloquea el canal hundiendo 40 buques, para finalmente reabrirlo en abril de 1957, gracias a la intervención de la ONU. Tras la guerra de Seis Días, en junio de 1967, el canal permanecerá cerrado -otra vez por hundir varios buques- hasta 1975, cuando se dedica definitivamente a la navegación. Finalmente, con el tratado de paz entre Egipto e Israel en marzo de 1979 (dentro de los Acuerdos de Camp David), la Autoridad del Canal de Suez, respetando la estricta neutralidad de la vía, acoge buques del mundo entero y sirve de atajo para los barcos que, gracias a él, no tienen que bordear el continente africano. Aurora Hernández Bringas