CARLOS VAZ FERREIRA Ninguna forma de homenajear a Vaz Ferreira, pedagogo, puede ser más coherente que leer sus obras. Esa es mi recomendación inicial a mis alumnos. Pero los profesores debemos presentárselos primero y ello intento. Escribir sobre él me produce, como primera impresión, la sensación de pequeñez ante un grande, pero inmediatamente recupero mi confianza en mí misma también a través de sus ideas y de la riqueza de otros pedagogos que nos enseñan que la verdadera humildad consiste en compartir con otros aquello en que creemos y lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra ruta. Los maestros uruguayos de mi generación, al igual que la mayoría de los intelectuales compatriotas, fuimos fuertemente influenciados por el pensamiento de Vaz Ferreira. Hoy, como docente del Instituto de Formación Docente de Rocha, me pregunto si he hecho suficiente para alentar a mis alumnos a leer a este grande. Sin embargo, me alegra reconocer en mi accionar pedagógico tanto en Primaria como en el Instituto, un sustento teórico marcado por algunas de sus ideas principales, tales como el amor al saber por el saber mismo. el valor de estudiar en la obra fuente el desconfiar de las soluciones rígidas, así como de la excesiva simplificación. la noción de que en Pedagogía no hay libros sagrados ni reglas generalísimas. el mantenerse alerta para no tomar por contradictorio aquello que es complementario. el enseñar teniendo en cuenta el escalonamiento y la penetrabilidad, junto con el valor de las ideas fermentales. el valorar la teoría como indispensable pero, a la vez, confiar en la propia experiencia. la noción de que lo humano es lo primordial y por lo tanto los docentes deben ser ejemplo ético. Intentaré profundizar en algunas, aunque todas se suponen unas a otras. También es interesante reconocer cómo las ideas de V. F. fundamentan nociones de otros autores uruguayos (Agustín Ferreiro, Clemente Estable, por ejemplo) y coinciden con otros autores extranjeros de diversos orígenes y épocas (Freire, Morin). Releyendo sus Conferencias encuentro que habla de dos temas que preocupan hoy al Magisterio Nacional: la rigidez de la formación inicial de nuestros maestros en algunas épocas históricas y el deseo y compromiso de todos de lograr formas superiores de aprender y de enseñar. Durante la dictadura 1973/85, en pleno paradigma tecnicista, se presentó en la formación docente una característica que V. F. observaba en Berra, muchos años antes(1903): “No hay más que un modo de enseñar bien cada clase de conocimiento. No enseñar de ese modo es enseñar mal”. Responde Vaz F “En Pedagogía no existen reglas generalísimas, absolutas, que puedan seguirse a ciegas deductivamente, sino algunas ideas directrices, más o menos generales, más o menos fecundas, que se complementan y que a veces se corrigen y limitan unas a otras. Tener conciencia completa de esas ideas directrices, de su valor y de su alcance, no es precisamente indispensable para ser un buen educador; pero es útil, en la teoría y en la práctica, sobre todo como preventivo contra la unilateralidad” .(“Dos ideas directrices y su valor respectivo”, el subrayado es mío). Más adelante leemos: “Los hombres de esta variedad mental ven todo de una manera simple, y para ellos clara. Tienen todo resuelto, aunque en un círculo inferior, y es muy difícil discutirles esas soluciones, porque rebajan, achican, empobrecen o desnaturalizan nuestros argumentos, por el solo hecho de apercibirlos, para darles lugar así dentro de sus rígidos esquemas mentales y aplicarles sus fórmulas hechas. No tienen matices de creencias; ignoran la duda e ignoran la ignorancia”. Todo lo que hagamos para generar en los jóvenes amplitud de criterio, búsqueda personal del conocimiento y la verdad, confianza en sí mismos y trabajo conjunto, será un paso dado en la dirección que V. F. indica. Entre las ideas directrices destaca el aprender por escalonamiento o por penetrabilidad. Mientras en el primero el maestro va “suministrando al niño materia pedagógica preparada y adaptada para su edad”, en la segunda se presentan al niño conocimientos, obras, libros, etc a los cuales el niño se va aproximando (usando el término que para un concepto similar usa Vitgosky) y penetrando “a medida que se vayan desarrollando sus propias aptitudes”. Destaca cómo en la vida pre escolar se aprende fundamentalmente por penetración, en contacto con la familia, el medio, etc y cómo también es así en la vida post escolar. Ello nos deja claro que el fraccionar el conocimiento, el escalonamiento, solo se usa en la escuela, en la educación formal, como técnica pensada expresamente para enseñar aquello que no puede aprenderse de otro modo o en otro ámbito. Sin embargo, lo lógico es que el maestro utilice ambas, pues, lejos de ser contradictorias, son complementarias. En su “Proyecto sobre organización de la Enseñanza Normal” 1903, sostiene que nuestro país tropieza con un gran obstáculo para mejorar la formación de maestros (¡ayer y hoy!): la exigüidad del presupuesto. Destaca, además, cómo las propuestas varían y mientras hay quienes buscan el perfeccionamiento de las instituciones existentes, otros desearían su supresión (todo parecido con la realidad actual no es mera coincidencia sino muestra de cómo los problemas no se han resuelto sino reconvertido, cambiado de forma pero no solucionado y, por ello, necesitan de nuestro esfuerzo sostenido). Sostiene que la práctica no debería hacerse exclusivamente en las “Escuelas de Aplicación” sino también en otras y entiende por práctica no sólo el dar lecciones y hacer su crítica, sino la observación y ejercitación de las demás funciones escolares. Por último, sostiene que debe haber Escuelas Normales en todo el país (recordemos que en su momento existían sólo el Instituto de Señoritas y el de Varones, ambos en Montevideo). Aún habiéndose hecho realidad algunos de sus planteos, tenemos siempre pendiente la tarea de perfeccionar lo existente, cada uno desde su rol pero trabajando juntos y responsabilizándonos de nuestro crecimiento personal para asegurar así el crecimiento de la Escuela Pública. Leamos a Vaz Ferreira pero no para quedarnos sólo con su palabra, ella nos incita a la búsqueda permanente, al crecimiento y la superación.