El hermano Eurencio Reguera Lozano, nació el 13 de julio de 1953, en Villamarco de las Matas (León), villa de la época romana dedicada a Marco Aurelio- de ahí el nombre-. Por sus parajes transita, desde la época medieval, el Camino de Santiago. Sus padres, Anastasio y María Ángeles tuvieron 10 hijos. Ocho varones: Eleuterio, Martín, Valeriano, Pedro (ya fallecido), Juvencio, Eurencio (en cuerpo presente), Amable, Amabilio y dos hijas: María Ángeles, Religiosa de Mª Inmaculada y María Pilar. El 11 de septiembre de 1964 ingresó en los HH del Sagrado Corazón de Zaragoza, y el 28 del mismo mes se dirigió a Rentería, iniciando su formación inicial en 1º de Bachillerato. El curso siguiente regresó a Zaragoza. Luego, dos años en La Granja de San Ildefonso, (Segovia) su etapa de postulantado y cuatro en Alsasua (Navarra), un año del Noviciado, donde emitió su 1ª Profesión el 15 de agosto de 1969 y los 3 años del Escolasticado 5º, 6º de Bachillerato y 1º de Magisterio en la escuela normal de Vitoria a la que acudíamos todos los días en el autobús del famoso concurso de cesta y puntos. En septiembre de 1972 es enviado a La Granja de San Ildefonso y acudirá a la capital Segoviana a fin de completar sus estudios de magisterio. Allí inició su etapa de educador. Significativa la fecha 3 de agosto de 1975 en la que emitió su Profesión Perpetua en el colegio de Vitoria. En 1977, fue enviado a Madrid-Alfonso XIII y consiguió la Licenciatura en Ciencias Físicas al mismo tiempo que participaba en las actividades colegiales. Luego dos años en Zaragoza- Pº de la Mina, siete en San Sebastián-Mundaiz, y de nuevo en 1993 a la ciudad de La Pilarica. Años de tiza, bata y electrónica a tope. Y su vida cambió a finales de agosto de 2003 tras haber realizado los ejercicios espirituales con su comunidad en Estercuel. Fue operado de un tumor en el cerebro. Reposo, medicación, largas sesiones de quimioterapia… Se recuperó, en parte, y siguió colaborando con sus prácticas de electrónica, sin perder su ilusión y ánimo aunque le costara hablar. En julio y parte de agosto de 2009 realizamos el viaje de los 40 años de profesión religiosa a Perú y Colombia. Algo podría decir su hermano Valeriano, Cruz Mari Echeverri y el que os habla. ¡Disfrutamos! Alguien me ha dicho que para el que ha conocido a Enci, sobran las palabras. ¿Y qué iba a decir yo? Fue, ha sido y será, para todos, “un corazonista, con gran corazón”. En su labor educativa, se mostró como un educador, cercano, amable, servicial y supo compartir y transmitir a sus alumnos, el gusto por la música, la física y de manera especial sus prácticas de electrónica. Cuántas horas de preparación en las prácticas de laboratorio: placas, condensadores, diodos, transistores, voltímetros, altavoces, mesa mezcladora. Su cabeza era un “cariñoso y gigantesco chick electrónico”. Todo lo que aprendió quiso compartirlo. Debido a sus conocimientos de la física escribió un libro titulado: “El universo y sentido de la vida”. Buscaba trascender hacia el más allá la realidad y el sentido de su vida. Defensor y amante de su familia. Le gustaba comentar las reuniones familiares en la casa familiar de Villamarco. (La alegra gallina, con sus polluelos). De sus hermanos mayores heredó el gusto por la caza y supongo que las “exageraciones como todo buen cazador”. Mejor, comer las patatas que la liebre; pero cuando llegaba la ocasión ninguno renunciábamos del apetitoso bocado ¿No es así Martín? En el V Centenario de Santa Teresa, bien se le pueden aplicar estos versos: a nuestro hermano: “Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero”. Enci entendió muy bien la llamada a morir, al yo, para dejar que Jesús y su Palabra moraran en abundancia en su corazón. ¿Lo logró? Sí. Y puedo afirmar que aceptó su cruz de la enfermedad muy bien, desde el principio: “Lo tengo asumido y estoy preparado”, aunque en alguna ocasión manifestara “aparta de mi este cáliz, Señor”. Un gracias especial a su familia (gracias Angelines), a la comunidad del Paseo de La Mina (José Luis), personal del Salus, doctor y a tantos y tantos otros… ENCI, hermano, educador, tío, amigo ¡Descansa en la paz del Señor! Tarde o temprano nos encontraremos, de nuevo, al acabar nuestro peregrinar por esta tierra. Ametur Cor Jesu! Hno. Eusebio Calvo 10 de agosto de 2015