GUERRA DE LA INDEPENDENCIA ESPAÑOLA (1808 − 1814) Durante el reinado de Carlos IV, España era aliada de Francia como resultado de los numerosos pactos de familia que se habían efectuado. La continuación de estos pactos de familia fue una serie de alianzas externas entre Francia y España, llevadas acabo por Napoleón y el primer ministro español, Manuel Godoy, hombre muy poderoso no sólo dentro del reino, sino también a nivel internacional. Napoleón había decidido sitiar Inglaterra, su tradicional enemigo, y para ello contaba con la ayuda incondicional de España. El emperador francés decidió llevar a cabo un bloqueo continental a Inglaterra. Todos los países lo respetaron, excepto Portugal, aliado de ésta. Por ello, Napoleón decidió invadir este pequeño país de la península ibérica. Como por mar no sería posible al contar Portugal con el apoyo de la gran flota inglesa, el emperador decidió ocuparlo a través de España. Para conseguirlo firmó un tratado con Godoy, el Tratado de Fontaineblau (1807). Este tratado le permitía penetrar en España con el falso objetivo de llegar a Portugal. Tras la ocupación de ciudades como Barcelona y Pamplona, Godoy se dio cuenta de que Napoleón le había engañado, a pesar de que había contado con su ayuda incondicional en la batalla de Trafalgar. En este momento, Godoy decidió irse junto con la familia real de Madrid a Aranjuez, con el propósito de que, si las cosas empeoraban, podrían huir a Sevilla, luego a Cádiz y, finalmente, embarcar hacia América. Dentro del propio país, Godoy tenía con muchos enemigos, principalmente los que formaban parte del partido aragonés (nobles). El primer ministro contaba con el apoyo del rey, y el partido aragonés decidió hacerse con la confianza del príncipe heredero, Fernando, quien tampoco gozaba de buenas relaciones con Godoy. Para conseguirlo, cambiaron el nombre del partido, que pasó a llamarse partido fernandino (1805). Intentaron hundir a Godoy varias veces, pero no lo consiguieron. Finalmente se dieron cuenta de que si hundían al rey, hundirían también a su primer ministro, y además, Fernando subiría al trono. Y así lo hicieron. Tras la huida de la familia real a Aranjuez, el partido fernandino llevó a cabo el llamado Motín de Aranjuez (1808). Obligaron a Carlos IV a abdicar y consiguieron su objetivo: hacer caer a Godoy. Fernando es proclamado rey de España bajo el nombre de Fernando VII. Ante esta situación, Carlos IV decidió pedir ayuda a Napoleón, por lo que toda la familia real se trasladó a Bayona. Una vez allí, Napoleón convenció a Carlos para que depositara en él sus poderes, prometiéndole que en cuanto convenciera a Fernando de que delegara de nuevo los poderes en su padre, se los devolvería. El emperador logró convencer a Fernando, por lo que consiguió hacerse con la Corona española de forma legal. Nombró rey de España a su hermano, José I, y después redactó una constitución llamada la Constitución de Bayona (1808), que entregó a su hermano para que la hiciera cumplir en nuestro país. Esta constitución es en realidad la primera constitución española de la Historia, pero no se considera como tal, ya que fue impuesta por Napoleón. Mantiene un equilibrio entre las formas del Antiguo y del nuevo Régimen. Reconoce la religión católica, y proclama el principio monárquico. No se especifican bien las funciones de las Cortes, que elaborarían las leyes y que posteriormente serían sometidas a la aprobación real. El rey tendría el poder de disolver las Cortes si lo creía necesario. Todos los ciudadanos serían iguales ante la ley, aunque se aludía muy vagamente a sus derechos. Para reforzar su carácter moderado, la Constitución entraría en vigor poco a poco, en un plazo de 10 años. En cuanto José I llegó a Madrid se enteró de la victoria española en Bailén, por lo que tuvo que refugiarse en Burgos y Vitoria. Fue un rey que pretendió españolizarse, pero la situación y el poco apoyo con el que contaba entre los españoles no se lo permitió. Llevó a cabo varias medidas. Algunas de ellas fueron la 1 supresión de los mayorazgos y la extinción de las órdenes monacales. Además, dividió España en 38 prefecturas que fueron el precedente de las actuales provincias. Pero hubo un grupo de españoles que sí le apoyaron, los llamados afrancesados. Eran considerados traidores por la población española y se les acusaba de querer aprovecharse de la nueva situación. Los afrancesados eran principalmente funcionarios, que juraron fidelidad al rey para mantener sus puestos de trabajo. Pero había un grupo que aceptaron el nuevo régimen por convicción propia, ya que pensaban que las propuestas y reformas moderadas y paulatinas eran lo mejor para España. Los afrancesados eran hombres moderados, que preferían la evolución a la revolución. Quieren que se lleven a cabo reformas liberales desde arriba, y son herederos del absolutismo ilustrado, pero siempre más cerca de la Ilustración que del absolutismo. Fueron expulsados tanto por los patriotas de las Cortes de Cádiz como por Fernando VII y tuvieron que abandonar España. Irían regresando a partir de 1820. Mientras tanto, en Madrid se estaban produciendo graves incidentes. Días antes de las renuncias de Bayona, se produjo en la capital el alzamiento del 2 de mayo. En realidad, ése fue el verdadero inicio de la guerra. A este alzamiento se unió gran parte de la población civil. Pocos fueron los militares que se atrevieron a participar, sólo algunos como Daoiz, Velarde y Ruiz. Fue una jornada muy sangrienta que acabó con los fusilamientos del 3 de mayo. Rápidamente se formaron Juntas provinciales patrióticas en lugares como Oviedo, Sevilla, Murcia, etc..., y en julio se obtuvo un éxito inesperado en la batalla de Bailén. Se produjo en Andalucía, concretamente en Jaén. Los españoles, liderados por el general Castaño, se consideraron preparados y se lanzaron a la contraofensiva. Los franceses bajo el mando del general Soult se vieron obligados a rendirse. Fue la primera rendición en batalla campal del ejército napoleónico. Las consecuencias fueron espectaculares. Como ya hemos dicho anteriormente, José I abandonó Madrid y se refugió primero en Burgos y luego en Vitoria. Casi toda España quedó liberada en pocas semanas. Se formó una Junta Central en Aranjuez, que asumió plenos poderes provisionales, presidida por el conde de Floridablanca. Tras esta derrota, Napoleón decidió intervenir personalmente. Penetró en España al frente de su Grande Armée en noviembre de 1808, venció en las batallas de Espinosa, Gamonal y Somosierra y entró en Madrid, reponiendo a su hermano en el trono. Posteriormente marchó al encuentro del ejército del general inglés Moore, que había desembarcado en Portugal, pero tuvo que volver a Francia, por lo que fue el mariscal Soult el que prosiguió con la persecución de los ingleses por Astorga, Lugo y La Coruña. Tras vencer en Ocaña, Soult ocupó toda Andalucía, excepto Cádiz y Gibraltar. Mientras, Suchet, desde Barcelona, ocupaba Valencia. Al mismo tiempo, el general español Massena no pudo romper la resistencia portuguesa en Torres Vedras, donde actuaba el ejército ingles de Wellington. Gerona y Zaragoza fueron sitiadas y finalmente vencidas, pero supusieron un gran esfuerzo para los ejércitos franceses, ya que la población civil protegía heroicamente sus ciudades. Cádiz fue uno de los pocos lugares que no fue ocupado por los franceses debido a su privilegiada situación en una pequeña isla unida a la península por una estrecha lengua de tierra. Además, la ocupación de Cádiz por mar se hacía imposible por el peligro que suponía un enfrentamiento con los ingleses. A partir de 1811, Wellington pasó a la ofensiva y obtuvo victorias como las de La Albuera y Los Arapiles, lo que le permitió llegar a Burgos por Valladolid. En 1813, las derrotas del ejército francés en Vitoria y San Marcial obligaron a José I a huir a Francia. Pero, mientras se producía todo el desarrollo de la guerra, en Cádiz se habían proclamado las Cortes (1812). Estuvieron formadas por representantes de la nobleza, el clero y el Tercer Estado, siendo éste el grupo más numeroso debido al ser prácticamente imposible llegar a Cádiz, ya que la ciudad estaba sitiada. Esto llevó a que la constitución fuera de un carácter bastante liberal. Las Cortes decidieron abolir los mayorazgos, acabar con la Inquisición y suprimir los derechos de instituciones tan poderosas como la Mesta. Con todo esto se consiguió que hubiera más igualdad. La otra tarea de las Cortes fue redactar una constitución, la Constitución de 1812. Se decide mantener al rey, pero tomando ciertas precauciones en el caso de que intentara restablecer 2 el absolutismo. La Constitución contiene una declaración de derechos: libertad individual, propiedad, igualdad ante la ley, libertad de imprenta, derecho de petición, libertad de cultivo, de venta, etc... Se prohiben las pruebas de nobleza y se da permiso para cercar los campos. Se realiza la separación de poderes: el legislativo se confía a las Cortes (formadas principalmente por burgueses) y al rey, el ejecutivo al rey y el judicial a los tribunales. Se excluye de las Cortes a un buen número de privilegiados, además de exigírseles una cierta posición económica a los diputados. Se utilizará el sufragio indirecto y censitario (reservado a los ricos por considerarlos los más capaces). Se reconoce el catolicismo como la religión del Estado. Se prevé la formación de un cuerpo armado, las milicias nacionales, que defenderán al régimen de sus enemigos interiores. Todo esto provocará la aparición de una nueva sociedad, la sociedad clasista, dividida en tres grupos en función de la riqueza: ricos, pobres y clase media. Se podrá pasar de unas clases a otras si la riqueza aumenta o disminuye. A principios de 1814 Napoleón reconocerá su derrota y dejará en libertad a Fernando VII permitiéndole volver a España. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA ESPAÑOLA Historia 3