DESARROLLO FINANCIERO Y CRECIMIENTO ECONÓMICO 9. DESARROLLO FINANCIERO Y CRECIMIENTO ECONÓMICO Joaquín Maudos Surge por otro lado la inquietud de que la reparación del sistema financiero y las mayores exigencias de capital puedan restringir el crédito y amenazar el crecimiento. Sin embargo, quienes la manifiestan pueden estar olvidando la experiencia de estos últimos lustros y equivocar conceptos, dejando a salvo lo que se expone en el capítulo siguiente respecto a los efectos de las oscilaciones e incertidumbres creadas por los cambios de regulación y sus excesos. En los últimos lustros el crecimiento había descansado en el endeudamiento hasta la hipertrofia. Ello no solo ha devenido en una asignación ineficiente de recursos y en la erosión del crecimiento económico potencial, sino que ha acabado en desarreglo completo del sistema financiero y en una inestabilidad de este capaz de consumir sus eventuales contribuciones al bienestar general. La reparación es pues necesaria para restablecer el buen funcionamiento del sistema y de la economía misma. Sin ello no hay crecimiento posible sobre pautas duraderas. Así, cuanto más pronta y cierta sea la reparación del sistema más inmediata podrá ser la recuperación económica. La recuperación se hace hoy ciertamente necesaria para la propia solidez del sistema financiero, pero esta problemática se sitúa ampliamente en otros ámbitos de la política económica –fiscal, monetaria e incluso macroprudencial. En este sentido, la regulación financiera no puede ser una simple herramienta de coyuntura, sino que fundamentalmente debe de serlo de la estabilidad como marco de decisiones y base robusta de un crecimiento económico sostenido. Con este propósito es fundamental su adecuada justificación y calibrado. Como se subrayó en capítulos precedentes, la regulación de los sistemas financieros debe estar al servicio del bienestar general. Este depende sin duda del crecimiento eco- 107 LA REguLACIÓN FINANCIERA: ¿SOLuCIÓN O pRObLEMA? nómico acumulativo, y con ello también de su dispersión y varianza. A este respecto, a tenor de lo expuesto en los párrafos anteriores, no conviene confundir el desarrollo financiero de una economía con su grado de endeudamiento. No existe una relación lineal entre crédito y crecimiento económico, o entre innovación financiera y este último. Es más, puede existir un umbral a partir del cual el beneficio marginal del desarrollo financiero, y del propio crédito, es decreciente e incluso negativo. En este sentido apunta la tesis del «too much finance» que explica recientemente que los beneficios del desarrollo financiero pueden llegar a desvanecerse. Hay con todo un extenso cuerpo de análisis sobre el llamado nexo entre crecimiento y finanzas. La evidencia parece concluyente al demostrar que el desarrollo financiero es una fuente importante del crecimiento económico en la medida que promueva sanamente una asignación más eficiente de recursos y fomente la competencia necesaria en la provisión de fondos en beneficio de ahorradores e inversores. En las aproximaciones empíricas ha sido hasta ahora práctica habitual identificar el desarrollo de las finanzas con el tamaño de los sistemas financieros; sin embargo, esta aproximación no está exenta de limitaciones, como se ha demostrado en la reciente crisis. El aumento del tamaño de los sistemas financieros, sin una adecuada regulación y supervisión, es fuente de burbujas especulativas que actúan como auténticos tsunamis cuando explotan. Lo que realmente es importante para el crecimiento económico y el bienestar general no es pues tanto el tamaño de los sistemas financieros, sino la eficiencia o calidad de la intermediación financiera y su solidez. La crisis también nos ha enseñado que algunos países tienen sistemas financieros demasiado grandes (y a veces bancos demasiados grandes) en comparación con el tamaño de la economía real a la que deber servir. por tanto, como ya ha sido apuntado, puede existir un umbral a partir del cual ese tamaño es perjudicial, sobre todo por la inestabilidad que puede aparejar y por su dimensión sistémica. Ello obliga, especialmente en estos casos, a unas exigencias mayores y más rigurosas de capital en tanto en cuanto las quiebras de los bancos resulten insoportables para los contribuyentes y alienten un vínculo perverso entre los riesgos bancarios y los riesgos de impago de los gobiernos. Solución distinta, pero aparejada con la anterior, es la renuncia a la regulación y supervisión financiera en favor de un área más amplia, como ocurre con la unión bancaria Europea. Capaz, por ello, de beneficiar el crecimiento y la estabilidad en los países más pequeños y con haciendas más débiles. un aspecto importante a tener en cuenta en esta discusión relativa al efecto del desarrollo financiero sobre el crecimiento económico, es la composición y el peso relativo 108 DESARROLLO FINANCIERO Y CRECIMIENTO ECONÓMICO de las distintas vías por las que se financia una economía. por tanto, ante un mismo aumento de la profundidad o tamaño de un sistema financiero, las consecuencias sobre el crecimiento y la estabilidad pueden ser bien distintas en función de su composición. Asimismo, en el caso concreto de la financiación bancaria, el destino del crédito y su calidad es fundamental, ya que un aumento del dirigido a actividades menos productivas -como las inmobiliarias- en detrimento de otro tipo de actividades más productivas, pueden acabar pasando factura sobre el crecimiento, además de los costes asociados a la pérdida de valor del patrimonio neto y la riqueza de un país cuando las burbujas explotan. La evidencia también muestra que el impacto de la profundidad financiera sobre el crecimiento económico varía entre países y tipos de economía y que la heterogeneidad en el impacto depende más del tamaño del sector bancario que de la actividad de los mercados de capitales. Además, las diferencias regulatorias y supervisoras tienen mucho que decir a la hora de explicar las diferencias entre países. Conviene subrayar, por otra parte, cuan contraproducente puede ser el uso de las regulaciones de capital como instrumento de distribución del crédito, más allá de su estricta finalidad prudencial. A veces, la complejidad de estas regulaciones puede esconder propósitos que exceden el campo de la vigilancia en la sana gestión del riesgo de las entidades bancarias, con efectos raramente positivos. Estabilidad financiera y crecimiento económico no son intercambiables a la larga, y escasamente lo parecen en el corto plazo, en especial cuando hay pérdidas de confianza y la incertidumbre se adueña de las decisiones. 109