Aunque la palabra etnología nació en 1787 el uso del término etnografía es algo posterior ubicado en 1810, aunque actualmente se les da significado distinto al que postulaban en sus comienzos. El nacimiento del pensamiento etnológico es predecesor al de la terminología usada para describirlo, la interpretación etnológica previa estaba sujeta al estudio de adquisición de conciencia de las sociedades denominadas “Exóticas”, pero la acepción de la etnología da para mucho más, la etnología entonces es actualmente considerada como la noción de variabilidad del ser humano en el espacio y tiempo. Sobre los precursores El periodo de la antigüedad estuvo dotado de grandes mentes, pero en este espacio sobre la etnografía cabe destacar a Herodoto cuyas obras en el siglo V dibujan un panorama del mundo humano que pudo conocer de cerca durante sus viajes, se preocupó por ser más que un curioso, fue más allá de las apariencias, indagó por cuenta propia adelantándose a la encuesta etnológica. Ya que el análisis directo de las sociedades antiguas nos resulta imposible, tenemos al menos las descripciones que de ellas se hicieron en obras de historia, filosofía, historia natural, geografía, cuentos, leyendas y mitos; que aunque con frecuencia presentan deformidades, son de gran valor. Gran cantidad de anotaciones etnológicas quedan aún por descubrir, las cuales se hallan dispersas en miles de documentos que no han sido aún explorados en ese sentido. A menudo los autores dejaban constancia de un hecho sin entender su sentido, ni su interés. Respecto a eso, las notas más pequeñas pueden ser las más significativas; de este modo la primera mención histórica de “los periodos de licencia ritual” que siguen a la muerte de un jefe, se encuentra en un breve pasaje de Sexto Empírico que relata una costumbre persa que prescribía que durante los cinco días siguientes a la muerte del rey no se podía aplicar ninguna ley. Si bien la Antigüedad clásica no concibió la etnología, sus autores recolectaron suficientes documentos para renovar el conocimiento de civilizaciones antiguas. La edad media y el renacimiento Caracterizado por el desprecio de la experiencia, el argumento de la autoridad y las posturas religiosas intolerantes, el pensamiento medieval no podía fácilmente aceptar el humanismo ecuménico. Por otro de buen grado lado acogió el mito y la leyenda. No sacó provecho, porque estaba tan obnubilado por estos postulados y preconcepciones, de las posibilidades reales que le ofrecían sus contactos con los mundos fuera de europa. Por lo mismo, el resultado final es muy pobre. El tema teratológico, hace aparecer en escena una especie de fauna humana (hombres-perro, etc); la discriminación de las razas negras no es sino una manifestación más de esa preocupación por mantener la humanidad dentro de límites estrictos. Es sabido que la cuestión de la existencia del alma en los africanos y en los indios de América fue debatida durante largo tiempo. Esto ejemplifica el pensamiento medieval: reducir el mundo a los límites de la cristiandad y de los pueblos por ella conocidos (judíos y mahometanos, sobre todo) e imputar a la zoología todas las razas fuera de dichos límites. La brillante excepción que aportó Marco Polo en el siglo XIII no cambió en nada este esquema, por el hecho de que los documentos recolectados fueron considerados como fábulas. Marco Polo dictó su Libro de las Maravillas luego de su regreso tras cerca de veinticinco años de permanencia en el Extremo Oriente, como huésped de los kanes mongoles. Su relación publicada en 1477 presenta a veces el aspecto de un recuento etnográfico. El conocimiento que las sociedades orientales tenían del hombre exótico ha sido ignorado durante mucho tiempo; los documentos bizantinos (Procopio, Constantino Porfirogeneta); las crónicas y memorias de los eruditos árabes, persas e hindúes (la aportación de viajeros árabes como El Idrisi, Ibh Batuta y Al Biruni), los trabajos de los chinos, y muchos más, constituyen una fuente imprescindible. Así como la edad media mostraba poca disposición a aceptar al hombre “diferente”, el renacimiento a su vez parece haber sido correlativamente afecto a ello. Los pueblos exóticos desempeñan un papel importante en este reexamen de valores; los grandes descubrimientos y los viajes tuvieron por consecuencia la identificación de sociedades de cuya existencia no se sospechaba antes; oceánicas, australianas, amerindias. Cada vez era más difícil incluir a los nuevos pueblos dentro del marco de los esquemas clásicos. Son traídos a Europa aborígenes de América o de Oceanía; y son presentados en fiestas o desfiles de la realeza. Esta revelación hizo germinar corrientes de ideas opuestas: por una parte, algunos seguían negando a las tribus su condición de seres humanos, mientras que, por otro lado, nace la teoría del buen salvaje, los muestra como una raza que ha sido preservada de los defectos propios de la civilización y del pecado original, y que por ello son un ejemplo para Europa. Los siglos XVII y XVIII La contribución del siglo XVIII: Una primera antropología. Esta primera interpretación antropológica es obra de los viajeros, los “filósofos” y los naturalistas, en tres terrenos que se complementan entre sí. Viajeros y Comparativistas : La apertura del mundo occidental hacia los territorios de ultramar toma una dimensión universal: el campo del conocimiento del hombre exótico se extiende por todos los continentes. La reflexión sobre el hombre exótico se vuelve cada vez más crítica y pretende haber encontrado una lección aprovechable para el hombre occidental. Filósofos y Naturalistas: Los filósofos son, sin lugar a dudas, los verdaderos creadores de las ciencias humanas, gracias a que comprendieron la variabilidad de las sociedades bajo la influencia de las condiciones del medio e hicieron que se resquebrajara la humanidad del hombre “blanco, cristiano y civilizado” al darle una amplia acogida a la realidad exótica conocida. Algo cambió de manera irreversible: el hombre empieza a ser estudiado, tímidamente todavía, como uno de los objetos de la ciencia. Con audacia muchos hombres empiezan a construir esta ciencia del hombre en el plano de la biología: los naturalistas. Paralelamente se esbozaba un movimiento, al principio discreto pero cada vez más poderoso en lo sucesivo, que propugnaba el estudio del hombre en cuanto a integrante de un grupo zoológico: se verá la dimensión de esta revolución y la audacia intelectual necesaria para unírsele. En ella se encuentra el paso decisivo entre los conceptos de género humano y de especie humana. Se da inicio a la antropología física, la fisiología comparada, la dietética y la lingüística, de tal modo que el filósofo naturalista cubre ya la casi totalidad de ese vasto terreno etnológico que no dejará de disociarse y reconstituirle sin cesar hasta la época actual, en vísperas del advenimiento de una verdadera “antropología general”. Los nombres de la Etnología: Problemas Terminológicos. En el periodo de la Revolución francesa y en el posterior a ella se emplean términos nuevos para calificar de la ciencia del hombre, entendida ésta como estudio diferencial de las razas, de las etnias y de las culturas. La palabra antropología es la más vieja. No nos ocuparemos por ahora de su antigua acepción, que servía para designar un modo de simbolización. Durante el siglo XVIII, la palabra significaba un “tratado sobre el alma y el cuerpo del hombre”. Pero fueron, al parecer, los naturalistas quienes dieron el nombre de antropología a lo que se designaba entonces con el nombre de historia natural, con ello se pretendía desmitificar el estudio del hombre y reinscribir a este último en los esquemas biológicos de la Creación. Las palabras etnología y etnografía son en sí verdaderos neologismos. Pero su significado ha conocido múltiples avatares. Etnología hace su aparición en 1787, la palabra cobró un sentido reciológico, al designar a la ciencia del análisis de los caracteres distintivos de los diversos tipos humanos y del estudio de la formación de los grupos raciales. No es sino a principios del siglo XX cuando se le dará su significado actual al término. Etnografía sufrió también vicisitudes diversas. La palabra aparece de manera más tardía, hacia 1810. La etnografía fue primero una clasificación de los grupos humanos a partir de la identificación de sus características lingüísticas; más tarde el esfuerzo de caracterización tomó en cuenta los diversos elementos de la cultura material; finalmente etnografía y etnología tendieron a convertirse en los dos momentos de una misma investigación en la que el análisis etnográfico reúne los documentos básicos y la síntesis etnológica procede a interpretarlos. Los Ideólogos y la “Ciencia del Hombre” Entre la revolución francesa y la caída del primer Imperio, nace un universo nuevo: esta época de transición entre dos mundos, el del antiguo Régimen cimentado en la revelación y el mundo nuevo que se abría a la experiencia, fue la que preparó directamente el advenimiento de las ciencias del hombre que habrían de nacer en su mayor parte durante el siglo XIX. Las investigaciones de los eruditos y de los exploradores son muchas veces paraetnológicas, pero no obstante quieres las llevaron a cabo tuvieron por finalidad la de fundar una verdadera ciencia del hombres. El Primer Siglo XIX La etnología se afirma progresivamente durante el siglo XIX junto con la institucionalización de las ciencias sociales. La publicación de la doctrina Comtiana y su vulgarización a partir de 1830 anuncian una nueva era un momento de transición que se inicia aproximadamente en 1800 pero que no termina hasta la primera guerra mundial. El estudio científico del hombre posteriormente comienza a diversificarse aunque los investigadores proceden de los más diversos horizontes del mundo y aun no había llegado el tiempo de las especializaciones, así que cada rama del conocimiento se desarrolla en una dirección casi autónoma. De esta manera ensayos tímidos de la reconstrucción del pasado humano, un primer enfoque antropológico y racional, y finamente una reflexión objetiva y ya científica en torno a las sociedades “exóticas”.