aymara - Colegio Humberstone

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El universo aymara ocupa extensos territorios: desde el norte del lago Titicaca hasta
aproximadamente los 21,5° de latitud sur, contabilizando alrededor de 400.000 habitantes.
LÁMINAS
Niña Aymara
En nuestro país se ha estimado
una población actual de 48.000
habitantes.
En Chile se estima que al año 1540 habrían habitado
unos 5.500 aymaras distribuidos entre el río Lluta y el
río Loa. Hoy en día, existen comunidades aymaras
en Bolivia, sur de Perú, norte de Argentina y Chile.
En nuestro país se ha estimado una población actual
de 48.000 habitantes. Se localizan de preferencia en
la Región de Tarapacá en las provincias de
Parinacota, Arica e Iquique. Su prolongada
residencia en el sector altiplánico y en valles y
quebradas de la precordillera, escenario donde
tenían numerosos pueblos, comienza a cambiar a
partir de la década de los años 1960.
Aproximadamente un 65% de la población total ha
emigrado a las ciudades de Iquique y especialmente
Arica.
La historia de la sociedad aymara se desenvuelve en
el mundo agroganadero. Practicaban la ganadería de
camélidos al mismo tiempo que desarrollaron una
agricultura diversificada, en estratos según las
condiciones locales. En los valles bajos obtenían la yuca, ají, maní, frijoles,
calabazas, etc., y en el altiplano la papa, quinoa, coca. Entre ambas zonas se
producía una comunicación e intercambio a través de caravanas de llamas, lo
que generó el poblamiento de los valles provistos de agua hasta el litoral. El
cultivo de maíz lo desarrollaron en los valles transversales que tienen lugar
desde el límite norte de Chile, la pampa del Tamarugal, hasta el río Loa en su
desembocadura.
El hábitat lo constituyó preferentemente la puna andina, sobre los 3800 a 4000
mts. de altitud. Debido a sus actividades de pastoreo ascendían hasta los 5000
mts. con el ganado en la época de verano.
Los conquistadores hispanos reorganizaron el espacio chileno nortino, donde
los aymaras fueron desplazados de la costa y valles bajos, al altiplano.
Forzados a ser católicos, nunca dejaron de lado su antiguos rituales, por
ejemplo el culto a la Madre Tierra Pachamama, fue reemplazado por la
veneración a la Virgen María; y los antiguos rituales de fertilidad, se
convirtieron en las fiestas de carnaval, en que arrojan agua y semillas.
Diseminados en un rosario de pueblos ubicados a una altura promedio de 4000
m., subsisten hasta hoy en día de una precaria agricultura. Pese a que las
transformaciones del aymara ha afectado su vida económica y cultural (nada
más que un 40% de los aymara hablaría su propia lengua) todavía se
mantienen algunos espacios que aseguran su reproducción y diversos
mecanismos de cohesión étnica.
La religiosidad y festividades de santos patronos, veneración de difuntos,
divinidades vinculadas a la ganadería y agricultura, son actividades que operan
en virtud de la identidad cultural.
Su artesanía, especialmente de tejidos, revitaliza el quehacer económico de
supervivencia del habitante aymara del altiplano.
Situacion actual
En la década de 1970, se da un crecimiento exponencial de la población
andina, generándose una migración como alternativa de desarrollo y
mecanismo de regulación entre tierra y población indígena. La migración
Aymara se realizó en forma variable según los momentos históricos y áreas de
proveniencia, durante esas dos décadas se modificó la composición de las
comunidades agrícolas, se redistribuyó la población rural regional y empieza a
hacerse visible un segmento de población Aymará urbana.
La vida Aymara en las ciudades no sólo se reduce a procesos de adaptación y
rearticulación comunitaria, sino que una generación de Aymara nacidos en las
ciudades, constituyen la mayoría de la población Aymara regional. En la
actualidad, los más importantes movimientos migratorios se realizan hacia la
ciudad de Arica, Iquique, Pozo al Monte, Antofagasta y Calama.
La población Aymara del norte de Chile es mayoritariamente urbana, de
acuerdo al Censo de 1992, la población se estima en 48 mil personas, de esta
cantidad dos tercios de su población son emigrantes y un tercio mantiene su
carácter rural, campesino o minifundista.
La República de Chile los considera una minoría indígena, lo cual les ha
permitido acceder a préstamos especiales, y a tener los fondos necesarios para
una adecuada educación, como por ejemplo los colegios municipales de
Ayquina y Putre.
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