H ablar de ciencia y arte no es hablar de cosas distintas en estricto sentido. Aunque la forma de manifestarse de ambas sea tan diferente, provenga de objetivos tan distintos y se enseñe, además, en escuelas completamente separadas, ambas provienen del universo de la mente humana. Karl Popper propuso, por ejemplo, que el mundo estaba dividido en tres partes. La primera se identifica con el mundo físico, el mundo real que existe independientemente del hombre; la segunda parte la compone el mundo de los sentimientos subjetivos, de las propiedades inconscientes o psíquicas; y la tercera comprende todo el pensamiento consciente. Pero, según este autor, cada una de estas secciones forma un mundo único, y en la mente humana coexisten las dos últimas en presencia de la primera. Para describir su medio, los seres humanos inventaron conceptos que se corresponden con aspectos específicos de la realidad, una realidad vista, apreciada e interpretada con matices de objetividad y subjetividad. A través de símbolos y conceptos describimos fenómenos. Así, el pensamiento que el humano tiene sobre su mundo externo se materializa mediante la combinación significativa de estos símbolos. Fuentes, L. E. (2010). Arte y ciencia... ¿parientes lejanos? [Versión electrónica], Ciencia Compartida, 0, 24-26. Recuperado el (día) de (mes) de (año), de (dirección electrónica). como el artista buscan armar el rompecabezas de la naturaleza física y la naturaleza humana, respectivamente. Es decir, el arte y la ciencia tienen un origen común, como afirmó el naturalista E. O. Wilson1, y está en la capacidad del cerebro de imponer orden en el caos de la experiencia y en el placer que nos produce ejercitar esta función. 1 Naturalista, ganador del premio Pulitzer y quien introdujo el concepto de sociobiología Cuando en la ciencia estudiamos la naturaleza del mundo físico, descubrimos sus procesos y buscamos describirlos a través de leyes naturales. De manera revolucionaria, ahora estamos entendiendo que esas leyes naturales no son parte del mundo físico sino del universo de la mente; son invenciones humanas que corresponden a aspectos esenciales del mundo físico, ya que estas leyes no son el esqueleto que articula y mantiene al mundo físico, es decir, éste no las necesita. El arte, por su parte, ¿no se lanza también a explicar -por medio de símbolos- ciertos conceptos de la mente humana?. A través del intelecto y las ideas, tanto el científico Arte y ciencia son, por tanto, actividades creadoras. Y aquí entra en juego ese concepto tan llevado y traído: la creatividad, esta capacidad tan necesaria para hallar la demostración de un teorema o para escribir una novela, para diseñar un acelerador de partículas o para montar una obra de teatro. Al escuchar el término pensamos, tal vez, en personajes destacados cuyas ideas revolucionarias han representado un parteaguas en los modos tradicionales de concebir las cosas, trátese de métodos, objetos, modelos o explicaciones. En la década delos 80’s, durante el boom de talleres, manuales y cursos para “desarrollar la creatividad” -dentro de los que destacaron, aquí en México, los del Dr. Mauro Ramírez-, se nos llevó a limitar la actividad creadora a los terrenos de la innovación o a la imaginación que despega, pero que queda al mismo tiempo anclada a la realidad, lo que permite que las ideas puedan llevarse a la práctica. Sin embargo, comulgo más con la concepción de Carl G. Jung, en la que la creatividad es la expresión natural de la psique, cuya imaginación, más allá de las fantasías personales de carácter defensivo, va dando existencia al propio hombre como un ser conciente y libre, capaz de ejercer la voluntad y la responsabilidad desde su conciencia. La creatividad no es, por tanto, un don o habilidad exclusiva de unos cuantos, sino una potencialidad inherente al ser humano. Su expresión es la que sí está determinada a condiciones volitivas y de libertad. Concluyo estás líneas citando a Enrique Galán Santamaría en su análisis sobre la obra completa de Jung2: “Si el arte saca a la luz aquello que habita en las sombras, las ciencias, entendidas como saber sistemático, desarrollan su complementario trabajo de captar la sombra en la luz, las deficiencias de la conciencia de una determinada época”. 2 “Sobre el fenómeno del espíritu en el arte y en la ciencia”, C. G. Jung, 2002. BIBLIOGRAFÍA: Jung, C., Sobre el fenómeno del espíritu en el arte y en la ciencia, Madrid, Trotta, 2002. Aris, R. y Stuewer R. Resortes de la creatividad científica. F.C.E., México ,1995. Maier, R., “Comportamiento animal”, Mc. Graw Hill, México.