4 IÍEVISTA DE P SIQ U IA T R ÍA , N EU R O LO G ÍA Y D O M IN IO S A F IN E S Ahora bien, si la contraposición Freud-Jung se formula como la lucha de una psicología “ aria” contra una psicología “ semítica” , enton­ ces, realmente, se corre el peligro de que una ideología de menor jerar­ quía obstaculice o desvíe la evolución de la ideología superior. Este pe­ ligro no es grande para un pensador auténtico del temple de Jung. Quizá en algún momento el lector avisado cree percibir un leve conato de con­ descendencia oportunista y de pasión política, pero inmediatamente se sobrepone el pensador y la idea retorna a su órbita propia, fiel a sí misma. Pero para sus discípulos e intérpretes “ arios” el peligro es mayor. La tendencia a supeditar la verdad a la circunstancia política se pone muy de manifiesto en la actitud ante un tema, tan importante para el historiador de las ideas, como el de las relaciones entre Freud y Jung. W. M. Kranefeldt, significado discípulo de Jung, se pregunta qué tienen de común Freud y Jung y siente la tentación de contestar: “ absolutamente nada” (1). Si luego restringe esta afirmación es únicamente para reconocer que ambos pensadores han rendido un tributo al “ siglo X IX ” , que en Freud con­ ceptúa enorme, y en Jung insignificante. En el mismo artículo comenta que en 1932, en el año de Goethe, el busto de Freud haya sido colocado en la casa de Goethe en Frankfurt, y lo juzga “ producto de una extraña confusión” . Pues para Kranefeldt no puede darse una pareja más desigual que Goethe y Freud ni otra más congenial que Goethe y Jung. Ambos abar­ can una cultura de tres mil años; en cambio, los problemas de Freud no traspasan el “ siglo X IX ” . Juicios análogos, si bien expresados con menos estridencia, los encontramos en Toni Wolff (1) y en Olga Koening-Fachsenfeld (2). El peligro que entrañan actitudes de este tipo en la esfera de la ciencia es considerable. Por este camino la escuela de Jung puede caer en la unilateralidad que tanto ha sido reprochada a la escuela de Freud. Se priva de la acción estimulante, reguladora y compensandora que una escuela puede ejercer sobre otra. Negando la ascendencia freudiana de las ideas de Jung, no sólo se niega una conexión histórica, sino una conexión lógica. La ba­ rrera que se establece entre ambas doctrinas se convierte en obstáculo al desenvolvimiento de las propias ideas. Esta actitud entrañaría, además, un infidelidad al rasgo más genuino del espíritu de Jung, que, como pocos pensadores, han sabido abrirse a todas las influencias y cuyo pensa­ miento ha pugnado siempre por conciliar en una síntesis los dos términos de un dilema al parecer irreductible. (1) F re u d und Ju n g . Z en tralblatt fü r P sychotherapie. N úm s. 1 y 2. 1934. (2) E in fiih ru n g in die G rundlagen dcr Kom plexen P sych ologie, pu blicado en D ie K u ltu relle B c d m tu n g . (3) W andlungen des Trau m problem s von der R om an tik bis zur Gegentvart. Stu tg art, 1935.