Análisis audición: CANTO GREGORIANO 1. Carácter: es una manifestación de un estado de ánimo o de determinados sentimientos. Los cantos gregorianos se empleaban para la oración, es decir, para comunicarse con Dios; así por tanto nos encontramos con una música que anima a la meditación y el recogimiento, que embellece el texto sin eclipsarlo. 2. Género: según su funcionalidad o el propósito para el que son escritas, las obras musicales se clasifican en distintos géneros. En este caso, religioso. El Papa Gregorio el Magno se encargó de dirigir la recopilación de estos cantos que se convertirían en el canto oficial de la iglesia católica. Por dicha razón, no era importante quien compuso la música y el idioma utilizado es el idioma oficial de la iglesia, el latín. 3. Movimiento y compás: Esta música posee un ritmo natural y “libre”, basado en la acentuación natural del texto, ya que todavía no existía el concepto de pulsación y compás tal y como hoy lo conocemos. Si te das cuenta los reposos de las distintas frases, coinciden con la música y las cadencias. Su tempo es lento y pausado 4. Dinámica y matices: ya sabes que la dinámica hace referencia a la intensidad o al volumen con que se interpreta una obra completa y que los matices son las palabras que indican al intérprete el grado de intensidad de cada pasaje de la obra. Ambas tienen especial incidencia en lo que se refiere a la expresividad musical. En una obra gregoriano no hay grandes contrastes, sí que podemos encontrar pequeños cambios de intensidad, sobre todo cuando se pretende resaltar alguna palabra con un significado importante, pero se llega a éstos de forma progresiva, sin llamar la atención. 5. Timbre: entendemos bajo este término, al grupo de instrumentos o voces que elige el compositor a la hora de componer su obra. Debido a que algunas voces estaban prohibidas, las únicas que son utilizadas son las masculinas. En una partitura gregoriana no se especificaba una tipo de voz concreta, pues todas cantaban al unísono. Quizá la voz que más se identifica es la de tenor. En cuanto a los instrumentos, estaban prohibidos en el templo, pues podían distraer de lo que decía el texto, y la música siempre debía ocupar un segundo lugar. A este tipo de canto se le denomina “a capella”. 6. Melodía Estos cantos no son para hacer alardes ni para cantantes especializados, ya que su cometido es la comunicación con Dios. Podemos decir que se trata de una música que fluye, que no llama la atención, de la que casi ni nos damos cuenta. Por ello será destacable una melodía monótona, plana con pequeñas ondulaciones. 7. Textura: en este apartado se analiza el número de líneas melódicas y su comportamiento entre sí. Habrás observado que este canto está realizado por varios intérpretes, pero que todos ellos cantan una sola línea melódica al unísono. Estamos ante una textura monofónica/monódica. 8. Forma o estructura: al igual que un alfarero da una forma concreta a un pedazo de barro, la música también obedece a una forma concreta una vez que el compositor la ha terminado. Cuando hablamos de forma debemos fijarnos en dos niveles: un nivel global o general, es decir el resultado final; y otro cuyo tamaño es menor, pero no por ello menos importante, pues la unión de las pequeñas partes dará lugar a la estructura final. Si tuviéramos que poner un ejemplo, el más adecuado sería un libro, para entenderlo habría que leerlo entero, pero éste está compuesto por partes más pequeñas, por capítulos, y éstos a su vez por párrafos, y frases, y palabras. Como hemos comentado, la música va en función del texto. Por lo tanto, la parte en la que sea utilizada dicho texto (canto de entrada, de salida, entre las lecturas,…) será su forma general. Pero también existen estructuras más pequeñas. Si observas con atención, existen puntos de reposo o cadencias que coinciden con el final de cada frase textual, y cuya unión otorga sentido a la obra.