FUENTES DEL DERECHO ROMANO 165 de sus funciones, llamadas edicta (de edicere). Entre estos edictos, de los magistrados encargados de la jurisdicción civil, el más importante es el del pretor, tanto del pretor urbano, como del pretor peregrino. El conjunto de las reglas contenidas en los edictos es llamado jus honorarium, porque emana de los que ocupan funciones públicas, honorarium, por oposición al jus civile obra de los jurisconsultos. El pretor publicaba su edicto al principio de su magistratura, es decir, en las calendas de enero. Escrita en negro sobre albun, que consistía en tablas de madera pintadas en blanco, estaba expuesta a la vista de todos sobre el foro, y las deterioraciones estaban castigadas con una multa. El edicto permanecía obligatorio durante todo el año, sin poder ser modificado; por esta razón se le llamaba annuum. Su autoridad terminaba con los poderes de su autor. El pretor siguiente era libre de modificar sus disposiciones, pero en realidad había muchas que se transmitían de edicto en edicto; cada pretor, añadiéndole reglas nuevas, conservaba de la obra de sus antecesores, aquellas cuya utilidad había sido probada por la práctica, y el uso acababa por darles fuerza de ley. El edicto era una especie de programa de gobierno, obligatorio para quien lo dictaba; según una disposición del tiempo de Sila, estaba constituido así: En la primera parte el pretor daba las fórmulas de las acciones procesales para proteger una determinada disposición legislativa (actio), es decir, esta parte correspondía a los derechos basados en una ley. En la segunda parte el pretor adoptaba ciertas decisiones sobre casos no previstos por la ley y decía concederles un determinado medio de acción procesal para defender lo que él declaraba que consideraba como un derecho (cláusula adictalia). En la tercera parte el pretor declaraba el uso de medios basados en el Imperium, y destinados o a paralizar una acción legalmente correcta pero injusta, o a anular un negocio cuyas consecuencias fuesen nefastas, etc. Tales medios eran: la in integrum restitutio, los interdictos, la missio in possesionem y las exceptiones y las praescriptiones, que tenían como objeto paralizar la pretensión del demandante.