Com El que habrá de nacer

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El que habrá de nacer, garantizado su derecho a la vida
debe tener
Por Yovar Osven Rodríguez Avalos
L
a llegada de un bebé siempre es una
bendición para sus padres, el más
sublime fruto del amor de ambos, una
nueva vida que le da sentido a la nuestra, que la
ilumina, la hace más feliz a la vez que hermosa;
sin duda, el más bello regalo que nos puede dar
Dios para consagrarnos como hombre o como
mujer.
Sin embargo, la bendición de la paternidad
muchas veces es rechazada por el contexto o
circunstancias en las cuales aquella se produce,
generalmente por el ejercicio de una vida sexual
desordenada que antepone el placer a la
responsabilidad, dando lugar al surgimiento de
los llamados embarazos no deseados, los
mismos que, en determinadas ocasiones,
terminan a manos de malos médicos que
olvidan que su obligación como tales es salvar
vidas, no destruirlas.
Esto nos lleva por enésima vez a sentar una
defensa férrea de la vida humana a partir de su
origen en la fecundación, desde este momento
el Derecho debe otorgar al concebido la más
absoluta protección a sus derechos, sobretodo
aquel del cual dependen los demás, como es la
vida; por ello nos resultan caprichosas las
posturas que determinan la protección de la
vida a partir de etapas posteriores a su origen,
pues el ser humano es uno solo desde su
formación hasta su extinción con la muerte,
siendo en base a esta unicidad que no se puede
hacer distingos entre lo que, en su desarrollo
biológico, el hombre es y llegará a ser, pues
éste es un todo desde su origen y no una parte
de él mismo que llegará a convertirse en un
todo en determinado momento y a partir del
cual recién se le otorgará protección; el
nasciturus existe como tal o simplemente no
existe, no hay graduaciones en su existencia.
Como se recuerda, el nasciturus o “el que habrá
de nacer” es una categoría genérica que, a su
vez, comprende a las especies conceptus y
concepturus, por lo que aquí sólo centramos
nuestro análisis a partir de la primera de tales
especies, esto es, del conceptus, puesto que la
segunda es sólo una expectativa de la primera.
De este modo, la decisión adoptada por la
Comisión de Seguridad Social y Familia de la
Cámara de Diputados de Brasil es un verdadero
avance en defensa de la vida del concebido,
pues con ella se elimina todo supuesto de
aborto, de eliminación de inocentes que no
tienen la más mínima posibilidad de defenderse
por sí mismos; no obstante, debemos detenernos
en el análisis de dos supuestos en los que el
panorama no se nos presenta muy claro, nos
referimos a los casos de violación sexual y de
aquellos en los que con el embarazo se
encuentra comprometida la vida de la madre.
Las situaciones en ambos casos son de veras
difíciles. En ambos entran en conflicto valores y
derechos que necesariamente se someten a un
juicio de ponderación para determinar la
prevalencia de unos sobre otros; así, tal juicio
nos lleva a la conclusión que en los supuestos
de estupro con consecuente embarazo, pese al
grave daño psicológico que sufre la víctima, se
debe respetar la vida del concebido, pues luego
de generada una vida ésta es independiente de la
voluntad de otra persona, así como ajena de
culpa alguna, el nasciturus no tiene por qué
pagar con su vida la responsabilidad con la que
debe cargar otro; además, no son pocos los
casos en los que personas que han nacido como
resultado de una violación han brindado a la
sociedad dignos ejemplos de vida, incluso se
puede decir que tras la noticia que ahora
comentamos tenemos uno de tales ejemplos,
pues una de las diputadas que contribuyó a la
aprobación del Estatuto del Nasciturus, la señora
Fátima Pelaes, nació como resultado de la
violación que sufriera su progenitora en una
prisión mixta, tal vez su intervención antes de la
votación motivó tal aprobación al manifestar:
“¡Nací tras un estupro. No puedo estar a favor
del aborto!” (Fuente: Red por la Vida y la
Familia).
La situación es diferente cuando nos
encontramos en el segundo de los casos arriba
indicados, esto es, cuando el embarazo
compromete la vida de la madre. En este
supuesto no podemos emitir una opinión general
y decir que debe prevalecer tal o cual derecho
que se dice comprometido, somos defensores
del derecho a la vida del nasciturus, pero
tampoco podemos cerrar nuestros ojos frente al
derecho a la vida de la progenitora, por lo que
en supuestos como éstos se debe evaluar
particularmente cada caso para, en base a ello,
emitir un pronunciamiento. De la misma
manera deben ser evaluados aquellos casos en
los que, sin comprometer la vida de la madre, el
concebido
traiga
consigo
graves
malformaciones que irremediablemente le
provocarán la muerte, causando con ello un
serio sufrimiento a él mismo y a su familia, los
casos de anencefalia son unos de los ejemplos
más frecuentes en este supuesto (1).
Por ello, consideramos un importantísimo
avance la aprobación en Brasil del Estatuto del
Nasciturus, pero también creemos que toda regla
a veces debe admitir algunas justificadas
excepciones.
(1). Al respecto sugerimos la lectura de “Un caso judicial complejo. Embarazo inviable. Anencefalia”, en la obra Bioética,
Derecho y Ciudadanía. Casos bioéticos en la jurisprudencia, del profesor Pedro F. HOOFT. Temis. Bogotá. 2005. pp. 295319.
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