Leer el sueño fue liberar la palabra de su compulsión Margarita Scotta I. SOÑAR: Bernheim estudió el proceso por el cual sus pacientes ejecutaban post-hipnóticamente una orden que les habían impartido en la hipnosis. Freud escribirá en un pie de página al historial de Emmy1 algo que él observó perplejo: El médico sugiere a un enfermo que tras despertar se llevará ambos pulgares a la boca. Así lo hace; y la persona antes hipnotizada, al interrogarle por qué se muerde los dedos, se disculpa diciendo que siente un dolor en la lengua por una mordedura sufrida días antes en un ataque epileptiforme. Freud anota con lucidez que hay una necesidad de poner fenómenos psíquicos de los que uno se vuelve conciente en un enlace causal con otro elemento conciente. Concluye que “toda vez que la causación efectiva se sustrae de la percepción de la conciencia, se ensaya sin vacilar otro enlace en el que uno mismo cree aunque es falso”. Con Emmy, Freud va solucionando tales “enlaces falsos” mediante la hipnosis y así encuentra que puede ir cancelando los efectos que partían de aquellos. Está estableciendo la transferencia sin saberlo; de eso se enterará recién atendiendo a Lucy y a Elizabeth, pero la llamará “amor inconciente”, simplemente porque aquellas pacientes ocultaban una historia de amor sin entenderse bien por qué lo hacían. La causa sustraída a la conciencia será luego la tópica inconciente freudiana y el falso enlace se irá convirtiendo en la transferencia en la que queda involucrado el psicoanalista antes hipnotizador, por deseoso de investigar estos extraños procesos psicológicos. Si no hay vacilación para conectar ideas, Freud piensa que la compulsión toma el funcionamiento de las conciencias y así se va por la vida creyendo en esas ideas sin saber qué hipnotizador ha dado la orden de las acciones que las realizan. Un tiempo después, cuando Freud tome la interpretación del sueño desde el escaso texto que se alcance a recordar2, desde el jirón lagunoso que la conciencia logró arrancarle a la escena soñada, aquella tendencia compulsiva a asociar se liberará por las asociaciones surgidas alrededor de lo que apenas se recuerde. Freud, por su modo de interpretar el sueño, al mismo tiempo libera a la conciencia de su compulsión y encuentra el método analítico: asociación libre, desmontando y armando de otro modo 1 el artificio hipnótico empleado por la medicina. Más tarde, alcanzará a otorgarle estatuto de regla fundamental para el psicoanálisis, pero sólo será cuando incluya al analista por su modo de escuchar; entonces, instituirá: asociación libre, atención flotante. Dando cierta libertad también a la fijeza con la que pudiera estar escuchando el psicoanalista. II. LEER: En un taller clínico3 en el que participé trabajamos un caso de Winnicott4 . Me sorprendió cómo Winnicott rápidamente observa que la tartamudez de su paciente se acentúa al responderle preguntas que él le formula. Era el síntoma en la conciencia. Winnicott decide no preguntarle nada más y le propone que él, el psicoanalista, hará un garabato sobre una hoja de papel que el paciente convertirá en alguna otra cosa. Así instala un espacio intermediario donde uno garabatea y el otro sobre esos trazos jirones crea un dibujo. Y se van alternando. A Winnicott no le importa el significado ni las ideas con las que ambos, él y su paciente Alfred, se van explicando por qué -desde apenas unas líneas- el otro completó el dibujo de un rostro, en otro momento el de una bruja o cualquier otro que surja. Este artificio puesto a jugar, le permite a Winnicott observar otro cuerpo en el niño que antes no había sido visible: nota que respira con dificultad como haciendo un esfuerzo. Es la observación que contiene la interpretación clave de ese análisis, que Winnicott relata que realizó en el tiempo del que disponía, 1 hora 10 minutos. Lo que, ahora, me interesa extraer del trabajo de este psicoanalista es el desmontaje del dispositivo hipnótico que él realizó, tan evocador del que Freud efectuara con aquellas pacientes de Estudios sobre la histeria. El intercambio de garabatos y dibujos abren la tópica del inconciente (no es simplemente una técnica del psicoanálisis con niños) pero sólo después de que el psicoanalista se corriera de confirmar la creencia de aquella conciencia en su tartamudez. Y lo logra, dejando de impartirle la orden que hacía ejecutar ese síntoma. Asociación libre, atención flotante son sustituidos por hojas de papel que van de un lugar a otro donde los dibujos alcanzados son sólo un modo de conectarse, así lo dice Winnicott. Conectarse más allá de la conciencia permitiría eludir la obediencia al síntoma e instalar la transferencia analítica: un espacio psíquico virtual pero presente que sacando al inconciente de lo implícito hace posible escribir la interpretación del síntoma sobre el cuerpo, aquello que finalmente podría liberar a la conciencia de su compulsión. III. NOMBRAR. ACTOS DE PALABRA: Entonces, podríamos concluir que abrir a la posibilidad de un análisis, requiere de una decisión anterior del analista, que aparece como toma de posición inicial: hacer caer al hipnotizador que dio la orden que 2 alguien por repetir sin saber viene a consultarnos. Un acto de palabra que da posición al analista. Para que en un segundo tiempo pueda haber posición del inconciente y en un tercer tiempo la interpretación. * * * (Escrito presentado en las Jornadas de Trazo, “Soñar, leer, nombrar. Actos de palabra”; Campana, Bs.As.; 30/31 de Octubre de 2009) Notas y referencias bibliográficas 1 Freud, Sigmund: Estudios sobre la histeria (1893-95); T II; AE; pág. 88. 2 Freud, Sigmund: La interpretación de los sueños (1900-01); Segunda Parte, Sobre el sueño; T IV; AE; capítulo “El olvido de los sueños”; pág. 507. 3 Taller Clínico coordinado por Karina Latorre, Seminario de pregrado “¿Qué especifica al psicoanálisis como praxis?” dictado por Marité Colovini; Facultad de Psicología sede Venado Tuerto, U.N.R.; 17/10/2009. 4 Caso “Alfred”, 10 años. En: Winnicott, Donald; Clínica psicoanalítica infantil; edic. Hormé; pág. 117. 3