Rocío García Limón 77586353 Q La familia como agente educativo Como dijo el presidente de la Federación de Escuelas Waldorf, Christopher Clouder: “Necesitamos buenos educadores, es decir: profesores y padres.” La familia esta en un momento de profundo cambio, debido principalmente a la incorporación de la mujer al mundo laboral, al distanciamiento entre el lugar de trabajo (y estudio en muchos casos) y el domicilio y debido también a los nuevos tipos de familia (monoparentales, divorciadas, separadas, reestructuradas…). La transformación se puede observar no solo en su composición, sino en su finalidad y funciones. En el pasado, la familia tenía la necesidad de enseñar a los hijos como comportarse dentro de la sociedad, de darle una formación en valores. El niño debía aprender aptitudes fundamentales como hablar, asearse, obedecer a los mayores, distinguir a nivel primario lo que está bien de lo que está mal… Todo ello conforma lo que se conoce como ‘socialización primaria’. Cuando la familia se ocupaba del desarrollo de la personalidad y afectividad del niño, la escuela podía ocuparse de enseñar. Como dijo Juan Pablo II, “La familia es la base de la sociedad y el lugar donde las personas aprender por vez primera los valores que les guían durante toda su vida”. En la actualidad, la familia y su labor socializadora atraviesan por una indudable crisis que constituye un problema para la escuela y sus docentes. Esta crisis se muestra en la delegación de la función socializadora sobre otras instituciones. La escuela actual –y los docentes- ya no pueden efectuar sus tareas pasadas: impartir conocimientos y desarrollar roles y competencias, sino que se les demanda unas funciones para las que no está preparada y que no puede ejercer, como los “elementos de formación básica de la conciencia social y moral de los niños […] que antes era llevaba a cabo en el seno de la familia”. La familia es el lugar donde el niño aprende a vivir en comunidad con actitudes de respeto, servicio, fraternidad y afecto, y esto es irremplazable. “La familia debe ser una escuela donde los padres y los hijos puedan reflexionar y aprender juntos”. Debido a esta delegación de funciones, para la cual la escuela no está preparada, el profesor ha pasado de ser una figura respetable a ser una figura cuestionable. El docente esta encargado en la actualidad de enseñar a los alumnos unos valores que la familia ‘no Rocío García Limón 77586353 Q tiene tiempo (ni ganas) de enseñar’, y esto crea problemas (y contradicciones) en el desarrollo de los alumnos. La familia y la escuela son dos agentes socializadores que deben trabajar en conjunto, de otra manera, el pleno desarrollo de los niños no será posible. Para ello hay una serie de pautas que deberían ser tomadas en consideración: Aumentar el tiempo en familia y el tiempo de interacción con una actitud positiva y atención hacia el otro. Fomentar la comunicación familiar tratando temas tabú que hoy día siguen existiendo en nuestra sociedad. Y por último y no por ello menos importante, promover la madurez y responsabilidad de los hijos, ya que estos viven “bajo la sobreprotección de los padres”. Pero para ello, anteriormente “es imprescindible que alguien en la familia se resigne a ser adulto” como bien dice Fernando Savater. Otro de los factores que influyen en el éxito escolar de las nuevas generaciones es el ‘arbitrario cultural’ (Bourdieu y Passeron). La escuela hace una selección de conocimientos ya que todo no se puede enseñar. Esta selección está mucha mas cerca de las clases altas que de las clases mas bajas. Por esto, la distancia entre la cultura de la familia y la de la escuela supone un problema para los estudiantes, especialmente los de clase baja, para los cuales el lenguaje (capital lingüístico) y los temas que se tratan en la escuela (capital cultural) no están para nada relacionados con su vida cotidiana. Por otro lado, el interés de los alumnos también está relacionado con el nivel cultural de las familias, ya que si el alumno ve que lo que aprende es útil, le motiva a seguir aprendiendo. Pero por el contrario si el niño ve que lo que aprende no le sirve o que en su familia no saben lo que es, el niño no tendrá nunca motivación por seguir aprendiendo. Para concluir me gustaría citar a James Cook: "Tenemos los ingredientes necesarios aquí: estudiantes excepcionales y dedicación del profesorado. Pero no podemos hacerlo sin colaboración." Esta cita muestra el interés de los docentes y de los mismos alumnos por aprender, pero muchas veces, el papel de la familia es lo que desmotiva tanto a profesores como a los mismos alumnos, ya que estos no se involucran ni participan en la educación de sus hijos. Rocío García Limón 77586353 Q BIBLIOGRAFÍA • • • • • Escolano, A. (1997). El profesor del futuro. Entre la tradición y los nuevos escenarios. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 29, 111115 Escudero, J. M. (2006). Compartir propósitos y responsabilidades para una mejora democrática de la educación, Revista de Educación, 339, 19-41 Romero Pérez, Cl. (2003). La familia desde una perspectiva sistémico-dinámica, en Gervilla, E. (Ed.). Educación familiar. Nuevas relaciones humanas y humanizadoras, pp. 155-165, Madrid: Narcea. Fínez Silva, M. La familia como agente educador. Arís Redó, N. (2008). Familia y escuela: dos agentes socializadores que deben ir a una.