La recompensa de la reina Ana

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La recompensa de la reina Ana
(Segunda parte)
Por Alberto Gaytán*
E
stimados amigos, les comentaba en mi artículo anterior, que
la tragedia de los dos mil marinos del Almirante Clowdisley en las
Islas Sorlingas, enlutó y conmocionó
a la sociedad inglesa; la gente se
dividió en acalorados debates en
torno a quién era el culpable de tan
lamentable tragedia. En los círculos
políticos y sobre todo, en los círculos
científicos, este hecho provocó un
marcado sentimiento de culpa, ya
que ninguno de los científicos de
fama o renombre de aquel entonces,
había sido capaz de encontrar un
método seguro para establecer la
coordenada geográfica llamada longitud, la cual debería ubicar la posición correcta de los buques en altamar. Los científicos más famosos de
aquella época y por tanto, quienes
más críticas recibían eran Galileo
Galilei, Jean Dominique Cassini,
Isaac Newton, Edmond Halley, y claro, los creídos y bien pagados astrónomos de la corte real quienes no
daban una en la solución de este
problema.
Fuente de la Juventud o la fórmula
por transformar el plomo en oro. El
caso era que las grandes potencias
navales como Inglaterra, España,
Portugal y Francia, seguían perdiendo valiosos cargamentos de mercancía, oro, armas y navegantes al
extraviarse sus naves una vez que
se alejaban de sus puertos de origen, ya que el mar no ofrecía ninguna pista útil sobre la longitud, hora o
posición exacta de donde se encontraban dichos buques.
En efecto, el asunto tomó proporciones legendarias, para los
científicos marinos y expertos navales de aquel entonces, ya que encontrar un método para establecer la
longitud equivalía a descubrir la
A fin de apaciguar las “aguas
turbulentas”, la reina Ana de Inglaterra, aprobó el famoso Decreto de la
Longitud de 1714, en el cual, el par1
lamento inglés ofrecía una jugosa
recompensa de 35,000 libras para la
persona que presentara la solución
al problema de la longitud.
A finales de 1736, John Harrison un carpintero desconocido sin
formación científica alguna, solicitó a
la corte real una audiencia para presentar su invento que según él solucionaba el problema de la longitud.
En el próximo artículo conoceremos
el invento de Harrison.
La recompensa se estableció
en tres premios de la manera siguiente:
 £20.000 al método que determine la longitud con una precisión de medio grado, medido
en un círculo mayor.
 £15.000 al método que determine la longitud con una precisión de dos tercios de grado,
medido en un círculo mayor.
 £10.000 al método que determine la longitud con una precisión de un grado, medido en
un círculo mayor.
*Alberto Gaytán García, es el
director del Tecnológico de Misantla.
jalbertogaytangarcia@gmail.com
www.itsm.edu.mx
A/E R: 08-2015
El millonario premio ofrecido
por la reina, equivalente a varios millones de dólares actuales, inclusive
este premio o recompensa, era mucho mayor que el millón y medio de
dólares que se otorga en la actualidad al ganador del Premio Nobel.
Por esta razón, aventureros, navegantes, inventores, científicos y
charlatanes de todas partes del
mundo se presentaban ante la corte
real a reclamar el jugoso premio con
toda clase de artilugios e ideas descabelladas, por supuesto, ninguno
de ellos consiguió resolver el problema.
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