TENDENCIAS EN GESTIÓN DE TALENTO EN TIEMPOS DIFÍCILES En los últimos años muchas organizaciones han tenido que hacer frente a reducciones de costes, rediseños de estructuras organizativas, recortar áreas de negocio y afrontar procesos de adquisición y/o fusión e integración de otras compañías. La realidad económica empresarial ha cambiado y, a menudo, nos movemos en un contexto de inseguridad, desánimo, frustración y un continuo proceso de cambio. Hoy en día, una gran mayoría de las organizaciones han cambiado, incluso hasta las organizaciones que han sido modelos ejemplares de estabilidad y seguridad durante décadas han tenido que evolucionar. Este hecho ha afectado, entre otros aspectos, a la fidelidad y el compromiso de los profesionales, que se ha visto reducido al mínimo en una buena parte de los casos, sobre todo si no se han desarrollado acciones encaminadas a retener y motivar a sus empleados clave. Todas las organizaciones que continúan en el mercado actualmente han tenido que modificar su estrategia en la gestión del negocio y en lo que se refiere a la gestión de sus personas. Los que actualmente poseen modelos de éxito o quieren llegar a tenerlo, necesitan evolucionar en la forma en la que gestionan su negocio y especialmente a su capital humano. El cambio fundamental necesario se encuentra en reconocer que las personas suponen la gran diferencia en la carrera para el éxito en una organización. Inicialmente, para muchas organizaciones esta percepción se configuraba básicamente como un slogan en el discurso de la Dirección General, no existiendo ningún tipo de políticas o acciones que sustentarán dicha afirmación. En estos momentos las compañías deberían plantearse cómo están gestionando las competencias de sus empleados para afrontar la crisis y qué están haciendo para que, una vez que pasen los malos tiempos, los empleados con alto potencial continúen motivados y no se planteen un cambio de rumbo profesional. Sin embargo, en medio de esta situación somos conscientes de los recursos limitados que ahora mismo tienen las empresas y que los responsables de RR.HH se encuentran atrapados en la paradoja de la reducción de costes a corto plazo y las necesidades de talento a largo. Es por ello que las organizaciones que están preocupadas por su capital humano se están preguntando: ¿cómo conseguir que las inversiones en desarrollo tengan una mayor permanencia?, ¿cómo podemos hacer más con menos personal y además mantener el compromiso de los que se quedan?, ¿qué podemos hacer para desarrollar a los altos potenciales?, ¿cómo elegimos la mejor solución para desarrollar las competencias más críticas? Desde nuestra experiencia en el desarrollo de talento, vemos que en la actualidad las empresas tienden en estos momentos a la simplificación: en vez de medir e intentar desarrollar muchísimas competencias de sus ejecutivos, ahora se centran en las dos o tres más críticas e importantes para incrementar el negocio en tiempos de crisis. En este sentido es importante señalar que las competencias no se desarrollan de un día para otro, sino dentro de un tiempo que puede abarcar entre los 6 meses y los 2 años, y a lo largo de este proceso es conveniente un acompañamiento y un seguimiento profesional, así como realizar mediciones. Además, para que el auto-desarrollo realmente funcione es imprescindible realizar guías de desarrollo y formar tanto a los jefes como a los subordinados en las mismas competencias. Incluso hay compañías que han ido un paso más allá y vinculan parte de los bonus anuales de los responsables al nivel de compromiso y desarrollo de su equipo. También observamos que es muy necesario trabajar en mejorar la autocrítica, ya que es bastante frecuente que los profesionales se valoren por encima de lo que lo hace su entorno. Saber dar feedback entre unos miembros del equipo y otros es otro de los aspectos pendientes en el que las compañías se están esforzando. En este sentido nosotros recomendamos las herramientas más abiertas a la participación y observación mutua, como los “Centros de Aprendizaje”, en los que los participantes reciben breves píldoras formativas (observar, registrar, clasificar, evaluar, cómo dar feedback) para después realizar interacciones de casos de negocio que les permiten poner en juego sus habilidades y poner en común los aciertos y las áreas de mejora de cada uno de los demás. Se trata de una técnica que se basa en el coaching, otra de las tendencias que siguen predominando en la actualidad. En este caso además está comprobado que suele tener mejores resultados cuando se realiza de manera externa ya que las personas tienden a abrirse más con alguien ajeno a la organización. Algunas compañías también se están empezando a atrever con soluciones más innovadoras como pueden ser la rotación de personas de la misma función entre compañías independientes, lo que se denomina el “intercompany”. Suele realizarse durante periodos cortos, de un mes más o menos y se trata de una herramienta muy rompedora que hay que hacer bajo una serie de criterios y condiciones muy específicas, pero que consigue con una mínima inversión dar buenos resultados para motivar y retener a gente de alto potencial que se encuentra estancada y a las que la compañía no puede en estos momentos ofrecer más progresión o compensación. Otra de las tendencias al alza es el mentoring, sobre todo enfocado a trabajadores con alto potencial y a jóvenes talentos con una carrera por delante. Se trata de un proceso estructurado para el desarrollo de personas que se da en un periodo concreto para conseguir unos objetivos de crecimiento profesional y personal de los participantes (mentees). Se configura como la transferencia del “saber hacer” del mentor (directivo/a de la organización que no tiene ninguna relación jerárquica con el mentee) y se basa en una relación de confianza entre ambos. Las principales ventajas que aporta en mentoring a los participantes son: ayudar a conocer mejor la empresa y su estructura, organizativa, sus formas de hacer y cultura, sus valores; guiar profesionalmente, no instruir; escuchar sin juzgar; enseñar dónde se puede encontrar la información; mostrar caminos, enseñar dónde están las herramientas; corregir desviaciones a través del propio descubrimiento; ayudar en los momentos difíciles, ofreciendo consejos en función de la experiencia; ayudar a abrir las puertas dentro de la organización, dando visibilidad al mentee; y estimular nuevas formas de actuar, de pensar y aprender. Al contrario de lo que mucha gente piensa, el mentoring no es lo mismo que el coaching, ya que el mentor es una persona de la propia empresa y la conoce muy bien. Además el mentor ya ha pasado por lo que está pasando el mentee y le puede mostrar las alternativas, ventajas e inconvenientes de actuación. Los conocimientos y experiencia que aporta al proceso el mentor son fundamentales. Por otro lado es una herramienta de desarrollo que facilita la transición de las personas y uno de los objetivos que tiene es la asimilación de la filosofía de la empresa y la correcta socialización al entorno y al puesto. En cualquier caso, es importante que las compañías sigan invirtiendo en la gestión de sus recursos humanos a pesar de la crisis para evitar la fuga de sus altos potenciales así como la alta rotación en cuanto la economía vuelva a su cauce. Marta Castel, Consultora senior de Gestión del Talento de Hudson