Procesos científicos básicos: Inferir

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Procesos científicos básicos: Inferir
(Cómo trabajar en la sala de clases)
La inferencia es una interpretación, una explicación, una deducción, referida a un
hecho o fenómeno particular. La inferencia debe ser razonable; puede ser más útil que la
observación misma, pero es necesario verificar su validez.
El caso del jarrón
•
Un hecho: JUAN TRANSPORTABA UN JARRÓN
•
Otro hecho: EL JARRÓN ESTÁ ROTO.
¿Qué inferencias se pueden formular?
-
Juan tropezó, cayó y rompió el jarrón
-
El jarrón estaba trizado y Juan al apretarlo, lo rompió
-
Mientras Juan sostenía el jarrón alguien le lanzó un objeto
-
Etc.
Las inferencias forman parte de lo cotidiano; miramos el cielo y deducimos si
habrá o no lluvia; observamos las huellas de unos neumáticos en el pavimento y podemos
interpretar si el automóvil iba a una determinada velocidad... y - realizando otras
observaciones - podemos hasta determinar si el conductor fue o no culpable del
accidente.
La ciencia progresa investigando si las inferencias son correctas: “voy a
averiguarlo”… dice el científico.
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•
Para una situación cualquiera pueden formularse varias interpretaciones.
Por ejemplo:
Observaciones: En el patio de una escuela se observa un vidrio roto,
produciéndose gran ruido. Dos alumnos, al oír el ruido, salen corriendo.
Inferencias
a)
Los alumnos han roto el cristal.
c)
Desde afuera, alguien ha lanzado una piedra que
rompió el cristal.
d)
El vidrio estaba mal colocado. El viento, al azotar la
ventana, lo soltó definitivamente.
En estos casos las inferencias tienen algún fundamento. Para verificar cuál es
verdadera debe realizarse una pequeña investigación que establezca una relación entre el
hecho observado y su posible causa.
Inferir es interpretar un hecho o fenómeno determinado. Siempre es un hecho
particular, y la inferencia, es decir, la interpretación se basa en nuestra experiencia, en lo
que ya conocemos. Por ejemplo, una persona podría describir a otra las características de
un líquido (agua), sin decirle de qué líquido se trata; la persona que está atenta a la
descripción podría inferir que se trata de agua. En este caso, ha usado su experiencia.
Inferimos con frecuencia y no siempre correctamente. A veces se suelen establecer
generalizaciones a partir de alguna experiencia personal; por ejemplo, si una niña de la
familia Sepúlveda se enferma con frecuencia… se generaliza diciendo que “la familia”
Sepúlveda se enferma “siempre”… Si observamos el cielo muy nuboso podemos inferir
que va a llover, pero no siempre ocurre así. Sin embargo, las inferencias se hacen más bien
sobre lo que ha ocurrido y no tanto sobre hechos que van a suceder.
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En términos de comportamiento social, las generalizaciones absurdas abundan: los
chilenos son ladrones, los magallánicos con gente fría, los italianos son gritones, los
argentinos no son simpáticos, etc., Todas estas generalizaciones son absolutamente
falsas.
El trabajo en el aula: actividades sobre inferencias: escuela básica
Proponer actividades de inferencia; colocar algunos ejemplos y animar a los niños
para participar en el juego de inferencias.
Por ejemplo, un niño observa que el pasto del jardín
está mojado.
Puede dar explicaciones como las siguientes:
•
Tal vez llovió anoche,
•
Seguramente la mamá regó el pasto,
•
Está húmedo por el rocío de la mañana.
Un niño observa que el volumen de agua de un frasco
disminuye día tras día. ¿Inferencias?
•
El agua se ha derramado,
•
El agua se evapora.,
•
El agua sale poco a poco, por las paredes del
frasco.
En estos casos averiguar cuál es la inferencia correcta supone un trabajo más
cuidadoso.
Un niño observa, un domingo, después del mediodía, que el ascensor
del edificio donde vive huele a comida. ¿Inferencias?
En algún departamento del edificio están cocinando sin usar la campana
de ventilación,
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Tal vez algún repartidor de comida preparada subió por el ascensor.
¿Dónde está el agua?
Sara y Juan, compañeros de curso, discuten sobre el agua. Sara afirma
que el vapor del aire se debe a que el agua que hay sobre la tierra “se
va”, se evapora. Afirma que esto se produce porque cuando hay calor el
agua se evapora y se eleva. Es lo mismo que pasa con una tetera o un
calentador de agua.
En la ducha, dice, al usar agua caliente, ocurre lo mismo. Juan no está
tan seguro, pero no tiene argumentos para discutir. El profesor les pide
que realicen la siguiente serie de observaciones:
Colocar agua en un vaso, hasta la mitad de su
capacidad,
Marcar el nivel de líquido usando un lápiz cera o una
cinta de papel engomado,
Poner el vaso en la parte alta de un estante y
observen el volumen de líquido después de 24, 48 y
72 horas, registrando las observaciones es.
¿Cuál es el resultado?
¿Conclusiones?
El profesor: ¿nos quedaremos tranquilos tan sólo anotando los resultados?
Propone lo siguiente:
En dos vasos iguales, coloquen la misma cantidad de agua, marcando,
en ambos casos, el nivel del líquido en la parte exterior de los vasos.
Poner etiquetas engomadas a los vasos, para identificarlos: A, B,
Al contenido del vaso B, agregar un poco de aceite de
comer.
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Dejar ambos vasos en la parte alta de un estante y
observar el nivel del líquido todos los días, durante
tres o cuatro días.
¿Qué resultados se obtienen?
¿Para qué se usó el aceite?
Si hay diferencias de nivel, ¿cuál puede ser la causa?
La afirmación inicial de Sara – el vapor que hay en el
aire se debe a la evaporación del agua - ¿será
verdadera?
¿Cómo se puede aumentar la velocidad de
evaporación del agua?
¿Habrá diferencias en la evaporación del agua entre
invierno y verano.
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