LA IMPORTANCIA DE ENTENDER COMO FUNCIONAN LAS COSAS. Fue el día en el que yo cumplía los ocho años. Como era normal, mi madre organizó una fiesta con todos los niños de mi clase. Yo estaba muy contento, los regalos circulaban por mis manos y con una gran sonrisa iba rompiendo los envoltorios: unas zapatillas, un juego para el ordenador, ropa y un libro de estos que a primera vista parece que te lo han regalado para salir del apuro de no saber que comprarte. Uno de estos libros que no se leen, sino que se entienden. La ropa y las zapatillas me las puse al día siguiente, el juego lo estrené al día siguiente y el libro lo dejé aparcado en la estantería junto a los demás libros que no pensaba leerme y ni siquiera abrir. Pasaron los años, fui creciendo y acabé el instituto. Pasé por la universidad, me independicé y formé una familia. Unas navidades le regalaron a mi hija Paula un conjunto de electrodomésticos de juguete con una tostadora, una plancha, una batidora y unos cuantos artilugios más de los que se suelen regalar a las niñas cuando ya levantan más de tres palmos del suelo. A ella le hizo mucha ilusión y en cuanto le pusimos pilas a todo, empezó a trastear con todo. Trastear literalmente, pues no hizo más que desmontar las piezas de todos los aparatos y con ayuda de un destornillador volver a colocarlas en su sitio. Ella quería experimentar y saber por qué las piezas tenían que ir en ese lugar y no en otro. A partir de ese día sus juegos se basaban en desmontar y montar todo lo que encontraba por la casa. Preguntaba sobre cosas que ni yo mismo me había planteado nunca y no paraba hasta conseguir una respuesta que le pareciese válida. Uno de los domingos en los que íbamos a comer a casa de mis padres, mi madre me dio una caja en la que había cosas mías de cuando era pequeño para que Paula pudiera usarlas. Buscando entre la caja, encontré el que ahora es el libro favorito de mi hija: “Como funcionan las cosas”. Yo ni recordaba la existencia de aquel libro, no me había hecho ninguna ilusión cuando a me lo regalaron en aquel cumpleaños, pero sin embargo mi hija, en cuanto lo vio, no paró de ojear sus páginas y buscar experimentos e invenciones con las que poder satisfacer su curiosidad. A partir de entonces, Paula no se separó de aquel libro y siempre pedía herramientas pasa poder llevar a cabo sus proyectos. Cuando lo abría, en su cabeza se creaba una explosión de ideas y preguntas que yo no era capaz de contestar. Así, Paula fue creciendo e interesándose cada vez más en el porqué de las cosas. Nosotros la animábamos a que se marcase una meta y la cruzara, pero sobre todo a que nunca tirase la toalla. Se centró en temas para mí contradictorios. Participó en investigaciones sobre lo más pequeño y en otras sobre lo más grande. Ayudó a entender mejor cómo funciona el universo. Hoy Paula es astrofísica y confío en que ella sí que llegue a saber “cómo funcionan las cosas”.