1 Tema 10: LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL 10.2. ISABEL II: LA ORGANIZACIÓN DEL RÉGIMEN LIBERAL. El siglo XIX español arrancará con un primer tercio marcado por conflictos como la Guerra de la Independencia (1808-14) y el reinado de Fernando VII (1814-33). Durante esta franja de tiempo hemos de significar cómo en el marco español asistimos al resquebrajamiento de las estructuras propias del Antiguo Régimen y a la enunciación de un modelo liberal que tiene como referente legislativo fundamental la obra de las cortes Cádiz (1810-13). No obstante, la consolidación del citado modelo se producirá progresivamente a lo largo del reinado de Isabel II, monarca que nace en las postrimerías del mandato de Fernando VII (1830) y que sube al trono tras la abolición de la ley sálica por este en detrimento del hasta entonces heredero Carlos María Isidro. Básicamente podemos desglosar dicho reinado en 2 grandes fases marcadas por la minoría/mayoría de edad de la reina: 1. 1833-43: Las Regencias de María Cristina de Borbón (1833-40) y de Espartero (184043), la minoría de edad de Isabel II. 2. 1843-68: El Reinado Efectivo, la mayoría de edad de Isabel II. 1. 1833-43: Las Regencias de María Cristina de Borbón (1833-40) y de Espartero (1840-43), la minoría de edad de Isabel II. El rasgo por antonomasia de la presente etapa no es otro que el progresivo desmantelamiento del Antiguo Régimen a través de una serie de estadios: -1.1. La Transición, 1833-35: concretamente entre el Estado absolutista de Fernando VII y el propiamente liberal de Isabel II bajo la regencia de su madre María Cristina. Esta fase presentó una serie de rasgos característicos tales como: El protagonismo ejercido por 2 grandes grupos afines: los monárquicos reformistas (Cea Bermúdez, Javier de Burgos) y los liberales moderados (Martínez de la Rosa). La aprobación de una carta otorgada como el Estatuto Real de 1834, que pretendió convertirse en una especie de “tercera vía” entre el liberalismo y el absolutismo. La puesta en marcha de un conjunto de reformas entre las que destacan: la división territorial en provincias a cargo de Javier de Burgos; el renacimiento de la Milicia Nacional; la liberalización del comercio, la industria y los transportes y por último el establecimiento de una libertad de imprenta condicionada por la censura previa. Podemos concluir que se trató de un estadio necesario a la par que inestable ante la dificultad de reconciliar absolutismo y liberalismo. Asimismo, los dirigentes del momento contaron con diversos problemas añadidos como el conflicto carlista que seguía latente, las voces de los liberales progresistas reclamando medidas más radicales y las diferentes revueltas populares que acontecieron (matanza de frailes-Madrid 1834; incendio de una fábrica textil-Bonaplata 1835). -1.2. La Ruptura, 1835-40: lustro en el que fundamentalmente los ministros progresistas impulsaron la quiebra de los pilares del Antiguo Régimen que aún permanecían en pie. Los momentos más significativos de esta etapa serían: El control progresista del poder entre 1835-37, pudiendo destacar la figura del ministro de Hacienda y posteriormente presidente del Consejo de ministros Juan Álvarez de Mendizábal. Su principal legado fue la promoción de una desamortización de bienes del clero regular con cuyos beneficios se pretendía sufragar la deuda pública y los gastos 2 militares al tiempo que se lograban una serie de apoyos políticos y sociales. El cese de Mendizábal provocó el pronunciamiento militar de los Sargentos de la Granja, sublevación que permitió alcanzar una nueva Constitución, la de 1837, concebida con el firme propósito de conciliar las distintas tendencias liberales. El ascenso de los moderados al poder entre 1837-40 gracias al apoyo de la reina regente, entre cuyas actuaciones cabe significar la suspensión de medidas progresistas tales como la desamortización. -1.3. La Regencia de Espartero, 1840-43: un pronunciamiento militar de los progresistas provoca la salida de María Cristina y el ascenso del prestigioso general Espartero a la regencia del reino. Este se encargará de implantar un gobierno conocido paradójicamente como “liberalismo autoritario”, apoyado en sus militares de confianza (ayacuchos). A pesar de la oposición de algunos sectores de los propios progresistas y fundamentalmente de los militares moderados, Espartero intentó la puesta en marcha de un gobierno marcado por hechos como: Política interior: la recuperación del proceso desamortizador, propósito que le granjeó importantes conflictos con la Iglesia. Política exterior: la firma de un acuerdo de librecambio con el Reino Unido que suscitará la enemistad del vecino francés y de la propia industria textil catalana, defensora de un modelo proteccionista frente a la ingerencia de productos foráneos en el mercado nacional. Entre los meses de mayo-julio de 1843 el desencadenamiento de una nueva insurrección militar, en este caso liderada por el general moderado Narváez, conducirá al exilio de Espartero y al inicio de una mayoría de edad de Isabel II en la que es palmaria la preponderancia de los gobiernos moderados en el poder. 2. 1843-68: El Reinado Efectivo, la mayoría de edad de Isabel II. Asistimos a una fase caracterizada por el definitivo asentamiento del Estado liberal en España y la primacía de los moderados en el gobierno. Podemos distinguir dentro de la misma 3 momentos: -2.1. La década moderada, 1844-54: marcada por el liderazgo del general moderado Narváez, que intenta llevar a la práctica una serie de medidas tales como: El establecimiento de un sistema político estable aunque oligárquico en el que se primaba el orden por encima de la libertad. Se asienta así un modelo político conocido como “liberalismo doctrinario” que se caracteriza por su carácter antidemocrático. La aprobación de una nueva Constitución en 1845, de signo marcadamente conservador en comparación con las de 1837 y 1812. Un mayor control de la administración por parte del gobierno a través de la creación de nuevas figuras como la del gobernador civil, si bien esto no mitigó la ya de por sí generalizada corrupción electoral. La unificación legislativa en el territorio nacional. La creación de la Guardia Civil (1844) para el control del ámbito local. La reforma de la Hacienda a través de la ley Mon-Santillán (1845), un intento que perseguía la modernización de la hacienda con los principios de igualdad y proporcionalidad por bandera. El acercamiento a la Iglesia Católica, que se consuma en la firma de un Concordato con la Sta. Sede (1851) en virtud del cual se destina parte del presupuesto estatal a la iglesia. Finalmente, situamos en esta etapa la escisión acontecida dentro de los grupos moderado y progresista en facciones más o menos conservadoras. Así, entre los moderados, hablamos de sus sectores más a la izquierda aludiendo a los puritanos, mientras que los de derecha serán 3 simplemente moderados. Por lo que se refiere a los progresistas, los más radicales recibirán el nombre de demócratas y los más conservadores conservan el apelativo de progresistas sin más. -2.2. El bienio progresista, 1854-56: apenas dos años de mandato progresista que comienzan con un pronunciamiento puritano a cargo del general O´Donnell con el fin de derribar el gobierno (Vicalvarada). Seguidamente los insurrectos redactan el conocido como “Manifiesto de Manzanares”, a través del cual expresan un malestar tan generalizado que obliga a Isabel II a encargar la formación de un nuevo gobierno al general Espartero. Este, en colaboración con el general puritano O´Donnell, intentará poner en marcha una serie de actuaciones en el seno de un gobierno tremendamente inestable: La restauración de las leyes e instituciones de la década de 1830 en contraposición al retroceso acontecido en la década moderada. La elaboración de un nuevo proyecto constitucional, la denominada nonata de 1856, texto similar al de 1837 que no llegó a promulgarse. La culminación del proceso desamortizador, en este caso de la mano de Madoz, y contemplando no solo bienes eclesiásticos sino también municipales. La consolidación del mercado nacional a partir de medidas como la creación del actual Banco de España. A pesar de su corta duración, esta etapa no estuvo exenta de conflictos, siendo comunes los motines de subsistencia y las primeras huelgas de un movimiento obrero español que estaba todavía comenzando su andadura. -2.3. Alternancia moderados-unionistas, 1856-68: el cúmulo de conflictos de la etapa anterior generan una crisis gubernamental que permite inaugurar una nueva fase en la que se perseguirá la restauración del orden. Para ello se sucederán en el poder los moderados, dirigidos por Narváez, y la Unión Liberal de O´Donnell, un grupo político a caballo entre el progresismo más conservador (progresistas) y el moderantismo más progresista (puritanos). Los gobiernos de este período se caracterizaron fundamentalmente por: La práctica de un “liberalismo pragmático”. Su insistencia en el progreso económico como gran objetivo de la política (el tendido ferroviario y el Canal de Isabel II son buena prueba de este celo). Una política exterior orientada a la recuperación del prestigio internacional perdido y que se tradujo en intervenciones militares como la desarrollada en Marruecos. Una política interior que intentó recuperar los principios de la Constitución de 1845, pero que fracasó a la hora de lograr una alternancia pacífica y efectiva de los distintos grupos liberales en el poder. De hecho, la oposición a los gobiernos de la época fue una constante, hasta el punto de congregarse desde el exilio en un Pacto concreto en Ostende (Bélgica, 1866). La excesiva ingerencia de la reina en los gobiernos, la recesión económica de la segunda mitad de los ´60, el descontento tanto del sector empresarial como del incipiente movimiento obrero, las revueltas estudiantiles ... ; en definitiva, toda una suma de factores interrelacionados pondrán las bases de una revolución que estalla en 1868 y que supondrá el derrocamiento de Isabel II y la inauguración de un sexenio democrático que experimenta nuevas fórmulas políticas (democracia, república, federalismo) hasta la Restauración borbónica en la persona de Alfonso XII.