Crisis de Grecia y el Euro Existen varias interpretaciones sobre las razones que estuvieron detrás de la adopción del euro. Para algunos fue un paso casi natural en el largo proceso de profundización que caracterizó la historia de la integración europea: ya a fines de la década del sesenta el Informe Werner se había ocupado de las alternativas para estabilizar los tipos de cambio intra-comunitarios. Para otros fue una iniciativa francesa de emergencia para mantener el compromiso alemán con el proceso de integración europeo en el contexto de la unificación. Para otros, finalmente, fue la oportunidad para que un conjunto de ministros de finanzas de orientación ortodoxa fortaleciera su influencia sobre la dirección del proceso de integración europeo. Despejar cuál de estas explicaciones (e incluso otras que no describimos) dominó las decisiones que llevaron a la moneda única es algo que excede esta reflexión y que probablemente sea imposible hacer. De lo que no hay duda es que el paso dado con la adopción del euro tuvo implicaciones que probablemente escaparon a casi todos sus promotores. La idea de una unión monetaria sin unión fiscal siempre fue problemática. La identificación de qué países estarían en condiciones de adoptar una moneda única en un contexto fiscal descentralizado también ocupó la atención de los economistas desde la década de los sesenta. El camino “intermedio” adoptado por los países de la eurozona fue unificar la moneda sujeto a ciertos compromisos de carácter general sobre la política fiscal: el originalmente denominado Pacto de Estabilidad y Crecimiento. La historia del euro tiene muchas paradojas. Una de ellas es que los primeros países en romper los compromisos del PEC no fueron los de la periferia de la eurozona (como Grecia), sino Alemania y Francia. Las dificultades en Grecia vinieron mucho después y volvieron a poner en el tapete algunos interrogantes fundamentales sobre la viabilidad de una unión monetaria sin unión fiscal o las condiciones que debían reunir países que compartieran una misma moneda. En el contexto de los acontecimientos más recientes mucho se ha hablado acerca del Grexit, o la posible salida de Grecia de la eurozona. Pero poco se ha dicho acerca de qué caminos prevén los tratados de la Unión Europea para que un país abandone el euro. Revisando los tratados se llega a una respuesta no ambigua: ninguno. Podría argumentarse que es razonable que en un proceso de unificación monetaria no haya “cláusulas de salida”, ya que de haberlas se estaría frente a algo muy parecido a un régimen de tipo de cambio fijo. Pero el hecho de que no haya nada prevista plantea una serie de interrogantes. En rigor, con la excepción del Reino Unido y Dinamarca, países que reservaron su derecho a no adoptar el euro a través de dos protocolos accesorios al Tratado de Maastrich, todos los demás miembros de la Unión Europea (esto incluye a los restantes 26) ya se encuentran dentro de la eurozona o se incorporarán a ella cuando cumplan con los criterios de convergencia, para lo que será necesaria una decisión del Consejo de Europa. En otras palabras, la Unión Europea tiene un procedimiento para ingresar a la eurozona (que no depende de la decisión de los Estados miembros sino de las instituciones comunitarias), pero ninguno para abandonarla. Curiosamente, el Tratado de Lisboa sí incluyó un artículo estableciendo los procedimientos que debería seguir un país miembro para retirarse de la Unión Europea, lo que coloca a Grecia ante el dilema de que (a juzgar por los procedimientos existentes) para dejar el euro debería también abandonar la Unión Europea!!! ¿Se imaginan a los ciudadanos alemanes o suecos volviendo a pasar por la aduana y migraciones cuando toman sus vacaciones en Mar Egeo? La crisis griega y los dilemas del euro tienen múltiples dimensiones. Algunas pueden ser clarificadas desde la economía. Otras requieren un conocimiento profundo de las reglas e instituciones que regulan los vínculos entre los Estados que participan del proceso de integración europeo. Otras, finalmente, demandan un conocimiento de los condicionamientos políticos y los recursos de poder con que cuentan los distintos actores de este “drama”, tanto públicos como privados. Ninguna de estas perspectivas disciplinarias puede iluminar todo el escenario. Para mejorar el entendimiento se necesitan aportes desde varias disciplinas. Ello requiere una actitud abierta que reconozca las limitaciones de cada disciplina y un entrenamiento que permita comprender la manera en que cada tradición disciplinaria formula y analiza los problemas. Si esta perspectiva te motiva, la Maestría en Política y Economía Internacional puede ser de tu interés. Si querés saber más sobre la crisis de Grecia y el euro podés consultar: www.voxeu.org http://blogs.lse.ac.uk/ www.economist.com http://www.cepii.fr/ http://www.chathamhouse.org/research/regions/europe/greece-and-euro www.ft.com www.cfr.org