En esta ocasión, nuestra exposición gira en torno a un elemento fundamental de “la dote” o “el ajuar” que las mujeres aportaban al matrimonio: la ropa de cama. Históricamente “el ajuar”, tiene su origen en las culturas ibéricas, apareciendo ya documentado en el Derecho Romano, donde se contemplaba “la dote” o “dos”, era una donación especial que se hacía al marido, de parte de su mujer, con la finalidad de contribuir a las cargas económicas que llevaba aparejado el matrimonio. En algunas regiones de Europa se ha conservado la tradición de “el ajuar”, que antiguamente consistía en el conjunto de enseres, muebles y ropas aportados por la familia de la novia y que hoy también puede hacerse extensible a la familia del novio. En otras culturas, como en los pueblos germánicos del Medievo, aparece un fenómeno marital denominado “Morgengabe” que consistía en un pago del novio a la familia de la novia. En la cultura islámica, existía un fenómeno parecido, el “mahr”, que se menciona en uno de los versículos del Corán, donde el novio le paga a la novia un cierto monto de dinero, joyas o bienes inmuebles. El ajuar en España, con diferencias en uso, costumbres y según regiones, es el conjunto de enseres (ropa, menaje, mobiliario, etc.) que conforman un hogar. Tradicionalmente, era la familia de la esposa, la que aportaba “el ajuar” al matrimonio, siendo responsabilidad de la madre ir preparando “la dote” de sus hijas antes de la boda. Era preceptivo que el bordado de determinadas prendas tales como manteles y sabanas, fuesen obra de la novia. El ajuar para la nueva casa se compone principalmente de sábanas, fundas de almohadas, cojines, colchas, cubrecamas, también juegos de baño, manteles con sus respectivas servilletas y, en definitiva, todos los elementos necesarios para la vida diaria en el hogar. El Almagro se ha mantenido hasta hace unos años, la costumbre de que en fechas previas al matrimonio, la novia, exponía “la dote” (como así se la denominaba comúnmente, en nuestra localidad), en una parte de la casa habilitada para la ocasión. “La dote” se refería al conjunto de juegos de sábanas, mantelerías, toallas, camisones, cristalería, cubertería, vajilla, etc. que la mujer aportaba al inminente matrimonio. Las amigas, familia y conocidos de ésta, pasaban a ver y admirar la magnificencia y la ingente cantidad de todos estos elementos de hogar que, la novia, llevaba. Así pues “la dote”, era la prebenda que las mujeres de Almagro, y de otros lugares de la comarca, llevaban al matrimonio. Desde la adolescencia de las jóvenes, las madres comenzaban a prepararles “la dote”, con tiempo, para cuando llegase la edad del casamiento. La riqueza, variedad y cantidad de “la dote”, estaba en función de las posibilidades económicas de las familias, y se iba haciendo poco a poco, con el fin de no constituir un gasto excesivo y al que fuera imposible de hacer frente cuando llegase el día de la celebración. Su composición giraba en torno a las necesidades que se generarían en el hogar del futuro matrimonio, en cuanto a la ropa de hogar, de cama, de mesa e indumentaria íntima femenina, además de los útiles de cocina, tales como, vajilla, cristalería, cubertería, etc. En las familias con una economía modesta, los elementos de la dote se iban adquiriendo, poco a poco, con el fin de que el gasto fuera compatible con sus posibilidades presupuestarias. El ajuar se iba elaborando, en casa, confeccionado por las madres o las hijas. En cambio en las familias económicamente más pudientes, encargaban las labores de elaboración de bordados y encajes a otras mujeres, que vivían y hacían de ello, su profesión como las bordadoras, las modistas, encajeras. En Almagro, además, existían tiendas especializadas en proveer de los elementos necesarios para la elaboración de “la dote”, dónde se despachaban telas de lino, hilo, algodón, encajes, tiras bordadas, rizos, etc. Entre los elementos esenciales de “la dote”, estaban pues, los textiles, tales como, juegos de cama, mantelerías, camisones, ropa interior, toallas…. y por supuesto, la loza y cristal. El mobiliario solía comprarse entre ambas familias en fechas cercanas al casamiento. Con esta exposición, esperamos cumplir con los objetivos de: poner en valor tradiciones perdidas, aproximar el conocimiento y comportamiento social de generaciones que nos antecedieron y, sobre todo, el de dar a conocer la importancia y utilidad del encaje como labor artesanal tan almagreña, que se ha erigido en una de nuestras señas identidad, siendo a lo largo de la historia un importante motor de nuestro desarrollo económico local. Redacción: Encarnación Asensio Rubio Técnico de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Almagro