¿Ha pensado alguna vez que quizás su empresa carezca de vitaminas o sufra artrosis, miopía, depresión o esquizofrenia? Lo más probable es que la respuesta a estas preguntas sea negativa. Sin embargo, las organizaciones, al igual que las personas, se indisponen a nivel físico, psicológico, psiquiátrico y muchas veces, las que hacen mayores alardes de salud son precisamente las más enfermas. Es una realidad que las compañías pueden sufrir las mismas enfermedades que los humanos (salvando las distancias, por supuesto) y que, por lo tanto, también necesitan que un experto las analice para dar con el problema. Se trata de evitar que la patología se degenere y como consecuencia, se tomen medidas no deseadas, como la realización de “sacrificios humanos” o el alcance de una situación de pensamiento grupal. En términos sociológicos, esto supone que todo aquel que plantee una solución alternativa a las reglamentadas podría resultar sospechoso de sedición. ¿Qué es una patología organizativa? En primer lugar es conveniente aclarar brevemente qué se entiende por patología organizativa, para poder luego analizar cuáles son las más comunes en nuestras empresas y organizaciones. SUSCRIBITE EN MASSNEGOCIOS.COM Una patología organizativa es la que afecta, por algún motivo, a un colectivo, de tal modo que no permite su óptimo actuar. Actualmente, casi todas las organizaciones presentan algún tipo de afección, aunque en muchas ocasiones son meramente superficiales y basta una somera atención para curarlas (un calmante, una aspirina, etc.). Sin embargo, en otras situaciones resulta imprescindible una atención más detallada, ya que las mimas pueden padecer enfermedades más graves y una curación superficial no es suficiente. Por lo tanto, será precisa una intervención más profunda. En cuanto a los síntomas de estas patologías, los mismos responden a diferentes tipos. Por ejemplo, cuando un grupo de personas se desanima ante un proyecto, es posible encontrarse en los comienzos de una depresión. Patologías más frecuentes En este punto es necesario hacer una distinción preliminar entre las enfermedades emergentes (sobre las que nada puede hacerse) y las deliberadas (sobre las que debería actuarse), que, a su vez, se dividen en físicas, psicológicas y psiquiátricas. Las físicas se subdividen en varios segmentos: falta de calcio (ausencia de capitalización, ideas o recursos intelectuales cuyas soluciones pasan por crear planes de viabilidad pesimistas y alternativas de financiación), carencia de vitaminas (adolecer de la suficiente formación técnico- profesional), insolaciones (salir del mercado natural de actuación sin tomar precauciones), heridas superficiales (capacidad de gestionar los pequeños errores para que no vuelvan a producirse), miopía (no reconocer los cambios que se producen en el mercado con suficiente anticipación), artrosis (estar anclados en el pasado) u obesidad (crear puestos de trabajo de dudosa utilidad). En lo que se refiere a enfermedades psicológicas y psiquiátricas, las principales son falta de voluntad, desánimo y tristeza, esquizofrenia (cuando se produce un choque frontal entre el modo de tratar a los clientes -con guante blanco- y a los empleados -a los que se maltrata innecesariamente-) y finalmente, depresión (perder la capacidad de motivar a los empleados). Otro factor de clasificación de enfermedades es el momento de aparición y se las puede catalogar en: previas a la gestación, durante la gestación y tras la 62 FEBRERO I MARZO 2008 gestación. Hay iniciativas que se quedan en meras ilusiones. Puede ser que el feto de la organización no logre una adecuada gestación y no llegue a nacer por falta de voluntad, carencia de medios, formación inadecuada del equipo promotor u otros motivos. En ocasiones, hay proyectos que ven la luz, pero desde el primer momento, la criatura (iniciativa) contiene taras notables como resultado de una mala planificación del embarazo. Por ejemplo, cuando no se han incorporado hábitos saludables: estudios de mercado, preguntas a personas experimentadas, proyecciones realistas. Estas empresas discapacitadas tienen un reto difícil de sortear, ya que quien mal empieza, cuenta con desventajas de partida importantes que probablemente se amplificarán luego. Una vez que la organización está en marcha, suelen aparecer enfermedades derivadas de la propia dinámica del negocio y de la actividad empresarial sometida a ritmos y cambios que no siempre se pueden prevenir. Asimismo, se puede considerar a las enfermedades según su gravedad en: ligeras, graves y muy graves o mortales. No todas las patologías suponen el mismo riesgo. Algunas requerirán pasar un par de días en cama (quizás bastará con un corto período en una incubadora empresarial o la contratación de un asesor externo). Con otras será inevitable recurrir al quirófano: un proceso de transformación profundo de los sistemas, por ejemplo. En ciertas organizaciones alcanzará con eliminar un área de negocio y en otras será preciso promover una profunda reestructuración con una fuerte racionalización de costos hasta alcanzar una verdadera facturación y estructura estables. Por otra parte, según sus posibilidades de cura se puede hablar de enfermedades curables, degenerativas y terminales. Hay enfermedades organizativas que, al igual que sucede con las personas, no tienen tratamiento: por ejemplo, cierto tipo de esquizofrenias y/o de paranoias endógenas. Otras no son terminales, pero van minando poco a poco la salud del enfermo. Afortunadamente, la mayoría de ellas son corregibles y sobre las mimas será necesario trabajar. En cuanto a las demás, habrá que paliar las dolencias. Cuando es la propia estructura organizativa la causa de los males, las posibilidades de curación son más arduas. En alguna ocasión, hemos conocido instituciones que -aunque fueron creadas décadas atrás- consideran que pueden responder a cualquier situación de futuro. Ese anquilosamiento desde la primera juventud conduce a una artrosis que va matando la iniciativa. Al final, se convierten en cadáveres incapaces de entender que sus propios males han sido causados y desarrollados por sus propios sistemas organizativos. Otra perspectiva de análisis es el tamaño y/o la propiedad de la organización: pymes, familiares y grandes corporaciones. En las empresas de menor tamaño, los recursos suelen ser más escasos que en las grandes. Sin embargo, la flexibilidad es mayor y la posibilidad de llevar adelante una idea que surgió anteriormente es más factible. En las empresas familiares, por ejemplo, no queda clara la diferencia entre la lógica racional y las reacciones emocionales, lo que en ciertos casos hace que los problemas continúen en casa y en ocasiones -sobre todo cuando la sucesión está cerca- den lugar a serios conflictos. En las grandes compañías, el problema radica a menudo en la burocracia y en la imposición generalizada de normativas que pueden tener sentido en la central, pero diluirse en las filiales. En este momento, cabría realizar un inciso para hablar de una patología que por su importancia merece un análisis particular: la ceguera del directivo. Aún teniendo en cuenta que la objetividad perfecta no existe, la ceguera, en ocasiones, la distorsiona en exceso. No obstante, se puede clasificar en buena (exceso de ilusión) y mala (vanidad, empeñarse en querer saberlo todo y no rectificar, también conocida como ignorancia de realidades que una persona debería conocer). De un modo global, la existencia de un tipo u otro de patología, lo mismo que sucede con el ser humano, varía dependiendo de la edad de las entidades. Cuando una empresa es joven, es más normal que le “falten vitaminas”, mientras que cuando madura, tiende a otro tipo de problemas como la “artrosis”. El entorno económico también influye en este sentido. En uno inestable, las enfermedades que se presentan son habitualmente de carácter físico. Por su parte, en sociedades más sofisticadas, abundan las patologías psicológicas y/o psiquiátricas. El pri mer pa so es asumir que st se e áe rm nfe o. ¿Cuáles son las causas? Existen muchos motivos por los cuales una empresa puede enfermar. En ocasiones, el motivo es la falta de visión global de quien lanzó la organización y en otras, los modos perversos con los que se desarrollan las indicaciones dadas por él. En cualquier caso, las causas son endógenas, no exógenas (proceden de modos de hacer desde adentro). Por ejemplo, en los comienzos de una empresa puede ser interesante que el fundador esté al tanto de todo lo que sucede con las personas que selecciona, pero si cuando crece pretende mantener sistemas de control rígidos y pervierte los objetivos de coaching, puede acabar dañando gravemente el desarrollo de la organización y a quienes se han incorporado a ella con buena fe. cuando las sociedades se tornan más sofisticadas, es frecuente que se den patologías psicológicas y/o psiquiátricas. En este contexto, nos encontramos con empresas esquizofrénicas que aparentemente sirven a los clientes externos, a costa de dañar gravemente a los internos (los empleados). Si bien las causas de las enfermedades organizacionales son diversas -multifactoriales-, se puede afirmar que las más habituales son: exceso de seguridad, mala selección de directivos y diseño organizativo deficiente. En este sentido, en varias empresas, la situación crítica es el daño, muchas veces incurable, provocado entre los stakeholders (empleados, clientes o proveedores). El primer caso se traduce en un convencimiento de que no es necesario cambiar nada del funcionamiento de la compañía, ya que esta opera perfectamente. El segundo, en una selección errónea de dirigentes que generará una elevada rotación y ascenso de personas no suficientemente preparadas para desempeñar determinados cargos. En cuanto a la última causa, la incorrecta implementación de un modelo puede conducir a una cuenta de resultados negativa. SUSCRIBITE EN MASSNEGOCIOS.COM Asimismo, el entorno de las organizaciones tiene un papel que no es menor. Así, en un entorno económico inestable, las enfermedades que se presentan son habitualmente de carácter físico. Por el contrario, El caso español En España, la mayor parte de las organizaciones poseen estados de salud aceptables y precisamente, aquellas que se realizan chequeos periódicos tienen menos probabilidades de caer en enfermedades graves. Por otra parte, cada país tiene sus peculiaridades. En España está muy extendida una enfermedad psicológica comúnmente denominada envidia, junto a la soberbia colectiva en algunas organizaciones. También es necesario señalar que cada vez son más los directivos que se preocupan por estas cuestiones. Lograr resultados económicos es importante, pero crear las condiciones para la vida honorable de los stakeholders es imprescindible. Cuando se pone el foco en mejorar la vida de quienes trabajan con y para nosotros, es posible disminuir los controles y eso suele ayudar a mejorar la salud mental y física de la organización. 64 FEBRERO I MARZO 2008 ¿Cómo “sanar” una compañía? Finalmente, es necesario hablar de las posibles soluciones para lograr que las organizaciones se sanen y puedan continuar con su crecimiento y desarrollo normal. Esta recuperación dependerá del tipo de dolencias que aquejan a la institución. El primer paso es aceptar que se está enfermo sin bloquear la capacidad de asumirlo. Tras aceptar un diagnóstico objetivo, es preciso acudir a un profesional o “psiquiatra” de organizaciones que de forma paulatina permita volver a una visión más saludable del entorno. Es aconsejable que las organizaciones, tanto públicas como privadas, se hagan análisis periódicos. No pueden permitirse que a ellas o a sus directivos les ocurra lo que se comentaba de Churchill: “que solo sabía hablar de él y del fin del mundo”… En este sentido, detectar y aceptar la enfermedad o problemas constituye un paso fundamental para iniciar el proceso de recuperación. La segunda instancia es la determinación de la índole o naturaleza de la patología, ya que conforme a esta se podrán establecer los tratamientos concretos para su cura o solución. Analizando organizaciones A grandes rasgos, estas son algunas conclusiones que surgen de un reciente estudio realizado por Javier Fernández Aguado a partir del análisis de varias organizaciones, tanto privadas como públicas, denominado “Patologías Organizativas” (Mind Value, 2007). “En esta ocasión, el objetivo es proporcionar una metodología eficaz para descubrir cuáles son las áreas que deben mejorarse en toda organización, tanto a nivel estructural como individual. Una de las condiciones sine qua non para resolver un problema pasa por definir de manera acertada la naturaleza del mismo. De este modo, las organizaciones deberían plantearse qué parte de sus costumbres modificar para adaptarse a la nueva realidad, ofreciendo al mismo tiempo, nuevos retos a sus trabajadores para evitar que caigan en el aburrimiento y se produzca una “fuga de talentos”. Antes de comenzar con un repaso más exhaustivo sobre las principales patologías que afectan a las compañías, cabe recordar que, al igual que sucedió con los anteriores métodos de diagnóstico propuestos, “Patologías Organizativas” parte de un paradigma antropomórfico -analiza a las empresas como si fueran seres humanos- y completa otros estudios para la gestión de las organizaciones como “Gestión de lo imperfecto”, “Feelings Management, “Dirección por hábitos” y “Will Management”. Sin entrar en detalles, podríamos decir que el primero permite realizar un escáner de la organización y saber qué aspectos deberían mejorarse. Una vez diagnosticadas las patologías, se pueden aplicar diferentes remedios. Concretamente, se utilizaría “Will Management” para un problema de compromiso, “Feelings Management”, para un estado anímico depresivo y “Dirección por hábitos”, para aunar esfuerzos en una misma dirección. LINKS RECOMENDADOS www.humanbusiness.com.ar www.mindvalue.com www.toptenms.com