LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA 519 menzó á funcionar una bomba de vapor y otra mientos dorados. Arreglado por los artistas LA ISLA DE TRINIDAD á las seis y cuarto. ¡ Y la primera voz de fuego D. Ascensio Gómez y D. Vicente Moreno. se había dado d las dos y media/ ¡Bonita No contentos los ingleses con tener ya la TriLando de doble suspensión transformado en muestra de cómo está el servicio de incendios nidad que fué... jayl... nuestra (4,544 kilóme- coy ó hamaca. Presentólo D. Mateo Muedra. ha dado Barcelona, la primera ciudad indus tros cuadrados, en las Antillas Menores), han Este carruaje llevaba 20fi00 ramilletes y trial de España! A lo cual hay que agregar querido anexionarse otra Trinidad, propiedad 2,000 espirales. No se pudo agotar la Santa que el material de mangueras se halla en de la República del Brasil, según dicen los bra- Bárbara. Los señores que lo ocupaban dieron tan magnifico estado que la mitad del agua, sileros, que se halla por los 20° 30' latitud S., á suelta á más de 2^000 pajarillos, engalanados cuando menos, se perdía desde la bomba al 700 millas de la costa del país de los diaman- con cintas de colores. punto á que debía llegar, i Bravísimo I Agre- tes. Los ingleses, sin embargo, dicen que no Carruaje del Sr. Jáudenes: tren de carreras gúese á esto que no había carbón para hacer se anexionan nada, sino que se limitan á recu- adornado por los Sres. Jáudenes y Manglano. funcionar la bomba de vapor, habiendo tenido perar lo suyo. Carruaje Barca del bou, del Sr. Cidón, noque ir d por él al cuartel de artillería, y que el La isla en cuestión es una roca de naturale- table por su fidelísima exactitud. agua era escasa. za volcánica, cubierta de bosques muertos, Carruaje del señor alcalde: un colosal caraPor fin, ya puestos á trabajar los valientes pero tiene una buena ensenada. ¿Qué importa col. Dirigido por el arquitecto Sr. Camaña. bomberos (que ninguna culpa tienen en la des- que no haya el menor vestigio de vegetación? Todos estos y los demás carruajes que tomaorganización de que se lamentaba la gente) La Trmidad, habitada por cangrejos y aves ron parte en la batalla estaban atestadísimos consiguieron dominar el incendio. Quedó apa- marinas, servirá admirablemente para el aga- de ñores de todas clases, y algunos de ellos gado el fuego de la fábrica de pianos y cir- rre de un cable telegráfico entre Inglaterra y adornados con plantas de subidísimo valor. cunscrito al piso bajo el del Vapor Vell de las Llanas, A las ocho y media se derrumbaban con estruendo tres de las cuatro fachadas de ía vieja fábrica, facilitándose con ello la extinción del fuego. Cítanse humanitarios rasgos de abnegación y heroísmo: un joven llamado D. Jaime José Condells, de Santa Coloma de Parnés, salvó á dos mujeres que se hallaban en un piso de la casa incendiada, habiendo sufrido quemaduras en la cara y manos, y encendido la americana al atravesar por entre las llamas. Los jóvenes Sres. Jorba y Curbi salvaron de la muerte á dos niños, semiasfixiados, y otros cuyos nombres sentimos ignorar. Militares y agentes de la autoridad prestaron auxilio á tres niños y un anciano vecinos de la casa número 8, cuya vida corría inminente riesgo. El señor gobernador, Sánchez de Toledo, estuvo á grande altura; y como se le hiciera presente el peligro que corría al penetrar por dos veces en los edificios incendiados, respondió: —Si resulto herido, me curarán; y si muero me llevarán al cementerio. Todos los balcones de la fábrica dé pianos se desplomaron durante la noche del 8 al 9. Los vecinos de las casas contiguas durmieron al ISLA TRINIDAD (BRASIL) OCUPADA POR LOS INGLESES aire libre, transformándose la calle de Mina en campamento. LOS SUCESOS DE LISBOA Algunos mal aconsejados portugueses quisieran promover en Lisboa una agitación para que el Gobierno hiciera cumplir la ley y no permitiera en el vecino reino la existencia de las congregaciones religiosas, no debiendo ex trañarse que en la tierra del marqués de Pombal gocen de medianas simpatías los jesuítas y los curas extranjeros. Así las cosas, dióse el caso de que desaparecieran siete ú ocho niños de ocho á diez años de edad, de cuyo paradero nada absolutamente se sabe, y alguien hubo de soltar la absurda especiota de que los robaban los reverendos Padres de la Compañía de Jesús para recluirlos en sus conventos y educarlos en sus doctrinas para las contingencias del porvenir: suposición que no se le ocurre ni al mismo que asó la manteca. Soliviantados así los ánimos, bastó una torcida interpretación de haber un seminarista ayudado á levantar á un niño que se cayó al tropezar con él en una plazuela, para que el populacho se revolviera contra el desventurado joven, lanzándole piedras y agrediéndole con palos al grito de:—¡Mueran los jesuítas I ¡ Matadlosl, pudiendo á duras penas librarle de aquellas furias los municipales. Para colmo de fatalidad pasaba á la sazón un Sacerdote, y el pueblo arremetió también contra él, quedando gravemente herido, hasta que Salió un destacamento de soldados que logró salvarle, conduciéndole en un coche al gobierno civil. Las turbas entonces se dispersaron Por toda la capital, yendo á caza de sacerdotes. Parece que hay unos quince eclesiásticos herí dos, habiéndose hecho unas sesenta detenciones. El desorden fué prontamente reprimido, y el Gobierno está seguro de poder sofocar cualquier algarada que se intentase repetir. la Argentina. La extensión de la isla es de 7 millas de largo por 2 de ancho, y su pico más alto se eleva á 200 pies sobre el nivel del mar. LIBROS VIEJOS (CONTINUACIÓN) LA FERIA DE VALENCIA La feria que por Santiago celebra la ciudad de Valencia es ocasión á que se ponga de manifiesto el buen gusto artístico que tanto caracteriza á aquella capital, en la cual es ingénito el sentido de lo bello. Esta envidiable cualidad se revela en cuantas circunstancias se ofrecen para demostrarla; podrán otras ciudades contar con atractivos diferentes de los de Valencia, pero ninguna le sobrepuja en cuanto se refiera á invención decorativa. El concurso de carruajes que tomaron parte en la batalla de flores ha sido este año brillantísimo, y nos complacemos en reproducir las fotografías de la mayoría de los que fueron premiados. La luna del amor tuvo el primer premio. Trazó el boceto el pintor Sr. Cebrián Mezquita. Fué presentado por los tertulianos de la casa de Campo Romero. En este carruaje se hizo un verdadero derroche de claveles. D. Alfredo Mompeó presentó un cañón montado sobre una cureña: el cañón disparó 2,500 ramilletes. Dirigió su construcción el señor Mongrell. El Casino de Cazadores exhibió un carruaje-pradera. Sobre el testero se levantaba un pino con un nido de palomas, de las cuales había un centenar. De este carruaje salieron más de 4,000 ramilletes. Dirigiólo D. Vicente Peris. Carruaje de D. César Santomá: figuraba un paracaídas. Hizo un fuego horroroso. Carruaje figurando una canastilla de sar- Así como se ha hablado mucho, y aun abusado, de la teoría del misoneísmo, real enfermedad humana, que no es más que una exageración teratológica de muy natural sentimiento de constancia y solidaridad biológicas; así, también, se puede señalar como vicio del espíritu moderno la preocupación, en cierto modo opuesta al misoneísmo, de considerar todo lo que es de nuestro tiempo, muy superior en cualquier respecto á lo de épocas anteriores. Un sociólogo moderno se fija, en un estudio reciente, para sacar aplicaciones que nada tienen que ver con mi asunto, en esta tendencia que produce no pocas ilusiones respecto del mérito comparativo de nuestra edad y las que la precedieron. Tiene razón Gumplowitz en cierto modo, y sus observaciones son ciertas; pero también esta equivocación humana es exageración y extravío de algo que, en sus justos límites, es legítima pretensión. Nuestra edad no es en todo y por todo mejor que las anteriores, pero en muchos respectos, y en general, y á la larga, cada tiempo supone un adelanto, un progreso respecto de todos aquellos precedentes con que guarda alguna relación de desenvolvimiento. Sin necesidad de que la ley universal de la vida sea un progreso, hipótesis que parece magnífica, y acaso más bien empequeñece que sublima la idea del cosmos; sin tener que recurrir á la famosa y asendereada evolución, ni menos á reminiscencias heguelianas, no falta base racional para sostener que en limitado ciclo de existencia el progreso evolutivo existe, y nosotros somos testigos del movimiento