MOVIMIENTO DE CURSILLOS DE CRISTIANDAD DIÓCESIS DE SAN FRANCISCO www.elpartenon.com/mcc E-mail:mcc@elpartenon.com Grupo:................................................ PRIMERA REUNIÓN DE MAYO DE 2004 Revisión de vida: Las primeras comunidades cristianas ponían todo en común tratando de vivir como Cristo les había enseñado, sobre todo con alegría, unión y esperanza. Hoy después de más de dos mil años nosotros debemos imitarlos. Compartamos en la comunidad del grupo nuestras derrotas y victorias en tratar de lograrlo. MÉTODO PROPIO DEL M.C.C. Todo movimiento necesita orientarse, tener un método. El método es el modo y orden de disponer y emplear ciertos medios para alcanzar un fin propuesto, con las mayores probabilidades de éxito y con la mayor rapidez y perfección. Leer IF 160 y 161 Los Cursillos de Cristiandad nacen rompiendo el cascarón de las viejas metodologías: son una escuela nueva, hecha a la medida del hombre de hoy y adaptada a las exigencias del mundo moderno. Gracias a Dios los Cursillos de Cristiandad desde su primer ensayo acertaron a dar en el blanco. Eran tal y como se pedían, tal y como se necesitaban, tal y como lo había soñado el Papa. La metodología utilizada en el Movimiento es completamente nueva. Enlaza estrechamente las tres etapas: Precursillo, Cursillo y Poscursillo con el engranaje feliz de un sinnúmero de recursos espirituales, pedagógicos y psicológicos que, por lo que se experimenta en todo el mundo, no sólo producen un impacto saludable y certero en las almas durante el Cursillo sino que está adaptado para mantener después de él, con facilidad y a gran nivel, la perseverancia de los cursillistas. En el Precursillo se seleccionan los ambientes necesitados de evangelización y las personas para que acepten vivir la experiencia de un cursillo. En el Cursillo se motiva a las personas para que se decidan a vivir lo fundamental cristiano mediante el testimonio y el anuncio del Señor Jesús. En el Poscursillo se impulsa a cada cursillista hacia la fermentación cristiana de los ambientes. El método del MCC tiene las siguientes características: Kerigmático: es la proclamación jubilosa del mensaje, hecha por testigos y con vistas a la conversión. Cristocéntrico: Cristo es el centro de nuestras vidas. Testimonial: el mensaje debe ser proclamado por cristianos que den testimonio de su vida en la fe. Personal: en la proclamación hecha a una comunidad cada uno percibe que el mensaje se ha dirigido personalmente a él. Camino para la conversión: el método del MCC ayuda al hombre a encontrarse con Cristo, consigo mismo y con sus hermanos. Comunitario: no nos deja solos en la búsqueda de la verdad, sino que facilita la comunión con Cristo y con nuestros hermanos. Inductivo: nos muestra el camino y nos enseña a caminar a la Luz del Evangelio. (Para ampliar leer IF 164 a 170) Dentro de la acción pastoral el MCC se ofrece a la Iglesia, a través de su método, como un servicio en esta hora trascendental de la “Nueva Evangelización”. “Hay derecho a esperar del Cursillo como método: una mentalización que origine actitudes nuevas en la piedad, como expresión de la vivencia comunitaria de la salvación, por la palabra y el testimonio. Por eso afirmamos que el Movimiento de Cursillos pretende realizar una conversión personal evangélica del cursillista; esto es, reestructurar toda su vida sobre el verdadero eje, que debe ser Jesucristo Resucitado en su Misterio Pascual y de esta manera integrarlo consciente y responsablemente en la historia de la salvación, y proyectarlo como “hombre cristiano en la construcción del mundo nuevo, que sea auténtica comunidad de amor” (II Enc.Mundial) Los Cursillos pueden compararse a un árbol en cuanto al fruto bueno y abundante que son capaces de dar, por eso, se debe buscar buena semilla, darle buen trato para ver si llega a germinar y a crecer, no de cualquier manera ni para ser un arbolito de adorno donde se cuelguen lucesitas y donde cualquiera pueda acercarse y poner lo que le parece. Se quiere un árbol que llegue a maduro, que florezca y dé frutos, que tenga una gran copa donde vayan las aves del lugar a buscar refugio, vibrar en cantos y poblarse de nidos y de vida. REFLEXIONEMOS Conociendo los tres momentos del método del MCC ¿consideras qué alguno es más importante que otro? ¿Por qué? De las características del método ¿cuál fue más importante para tu vivencia del cursillo? EL MÉTODO DEL MCC ES PUENTE SÓLIDO PARA CONDUCIR LAS ALMAS A DIOS SEGUNDA REUNIÓN DE MAYO DE 2004 Revisión de vida: En este Pentecostés los dones del Espíritu Santo deben impulsarnos a vivir cada día como testigos fieles de Cristo Resucitado. Con el gozo de la Resurrección y las luces del Espíritu, compartamos nuestras vivencias de cristianos comprometidos a vivir de colores el Evangelio. LA CONVERSIÓN Dios, en su infinita Misericordia, invita a los hombres a entrar en íntima comunicación con Él. Como la invitación se dirige al hombre pecador, la respuesta al llamamiento exige como punto de partida, una conversión y luego, a lo largo de la vida, una actitud de humilde reconocimiento y de penitencia. La conversión exige distinguir dos planos: el exterior o cambio en la conducta práctica y el interior o transformación del corazón. La conversión no es un acto. No es un instante mágico a partir del cual todo se revierte. La conversión en su sentido auténtico es como pasar de la negación o ausencia de Dios, a su aceptación permanente y dinámica. La adhesión a Dios y a su doctrina es algo que se desarrolla en el tiempo, se vive y renueva cada día, cada hora, cada segundo. La Gracia respeta al hombre en su integridad. Dios respeta a sus hijos. Él no entra en contradicción con sus criaturas. La Gracia pide permiso para entrar. Si la puerta no se le abre, se queda, respetuosa de la decisión humana, esperando el momento de la apertura a su regalo de salvación. Una vez que la Gracia ha entrado en el corazón del hombre, también pide permiso para actuar, respetuosa del quehacer del hombre. Es decir que la Gracia acepta al hombre en su plenitud, tal cual es, sin violentarlo. En Cursillos ni se pretende ni se logra una conversión en tres días, ella no debe iniciarse en el Cursillo ni puede terminar en él, sino que debe iniciarse en el Precursillo y completarse en la vida perenne del Poscursillo. La conversión no es un punto, sino una trayectoria o itinerario; el fruto del Cursillo debe medirse por la trayectoria recorrida y no por el nivel alcanzado, ya que, según haya sido su punto de partida inicial un cursillista puede haber alcanzado un nivel de conversión avanzando con una trayectoria muy corta; mientras otro, habiendo recorrido un largo camino, puede encontrarse aún en los umbrales de la conversión, sin que pueda decirse que el Cursillo fue menos eficaz en él. Es obvio que el Cursillo ha sido eficaz para aquél que, habiendo llegado con serias dudas de fe o con ninguna fe, encuentra a Cristo y acepta su doctrina, y ha sido ineficaz para aquél que, habiendo entrado con fe y un voluminoso equipaje de catolicismo y teología no decidió ajustar su vida a esas verdades aún cuando su fe sea más ilustrada que la del primero. Por la misma razón, debemos concluir que, si cada cursillista llega al Cursillo en un estado o nivel de conversión distinto, requiere atención distinta en el Poscursillo. Por eso debe esperarse de ellos y debe exigírseles cosas distintas, siendo ésta una de las razones por la que el compromiso del cursillista debe ser libre y personal, acorde a su vocación y sus carismas y distinto para cada uno. En el Antiguo Testamento el mensaje de conversión anunciado por los profetas es un aspecto esencial de su predicación. En el umbral del Nuevo Testamento, el mensaje de los profetas reaparece y Cristo en su vida pública reasume ese mensaje de conversión, afirmando que ha venido para “llamar a los pecadores”. Todo pecador puede acercarse confiadamente a Jesús que “tiene poder para perdonar los pecados” (Mt. 9, 6). La conversión es ante todo un acto de confianza: “ten piedad de mí que soy pecador” (Lc. 18, 13). La conversión es un encuentro entre dos interlocutores: el Buen Pastor que sale en busca de la oveja perdida (Lc. 15, 4 ss) y el hombre que responde con amor a esa invitación, tal como aparece en la parábola del hijo pródigo (Lc. 15, 11-32). Conocedor de nuestra fragilidad, cada vez que nuestra intimidad con el Padre se ve interrumpida por el pecado, el Señor nos permite restablecerla mediante el sacramento de la Reconciliación. Así como el pecado no puede ser entendido de manera individualista, la reconciliación debe ser vivida en un contexto eclesial. Mediante la reconciliación, el cristiano restablece la relación con Dios, a quien puede llamar nuevamente “Padre” y también restablece la relación con los demás hombres, a quienes puede llamar nuevamente “hermanos”. Estos dos aspectos son inseparables, ya que son inseparables el primero y el segundo mandamiento. Además de restablecer las relaciones con Dios y con los hermanos, la reconciliación rehace al hombre desde dentro. Por eso se puede afirmar que la reconciliación es una justicia restauradora, una nueva creación. Entendida en estos términos, la reconciliación es un dinamismo transformante que erradica la violencia al sembrar la paz en los corazones y promueve la justicia al transformar a los hombres en criaturas nuevas. Convertirse es cambiar de rumbo, volver sobre los propios pasos. La idea central de la conversión es el cambio de conducta, la nueva orientación de todo el comportamiento. REFLEXIONEMOS Compartamos en qué momento fuimos tocados por la Gracia como comienzo de nuestra conversión. ¿El Cursillo fue eficaz para tu conversión? ¿De qué manera? SER CRISTIANO NO ES CORONAR UNA OBRA SINO EMPRENDER UN CAMINO